El currículum y la investigación como base de la enseñanza
- Marco
teórico - Conocimiento
y desarrollo profesional - La
investigación como base de la
enseñanza - Relación
de la teoría de Stenhouse con la problemática
curricular - Posibles
objeciones a la investigación en la
enseñanza - Conclusiones
- Bibliografía
Abstract
El presente trabajo indaga
acerca del origen del conocimiento y
de las estrategias
formativas que son necesarias para su expansión,
considerando como principal variable al conocimiento
profesional de los docentes.
Asimismo, desarrolla la teoría
de Stenhouse, quien propone a la
investigación acción
como estrategia
efectiva para el desarrollo y
perfeccionamiento de los profesionales de la educación.
Por último, plantea algunos aportes para el área
de formación
docente, como una forma de contribución concreta para
la mejora de la calidad
educativa.
Palabras clave: Construcción de conocimientos – Investigación acción – Teoría
de Stenhouse – Formación docente.
Introducción
"Ni la actividad escolar, ni la docencia
pueden ser manejadas
por control remoto
desde lejos…
Si los maestros y los directivos
escolares no entienden el cambio
o no llegan a comprometerse con
él, no cambiarán."
Elliot Eisner , 1998
Si hay una palabra que ha sonado en mis oídos hasta el
hartazgo en los últimos años, es el término
"cambio"…Parecería ser que lo
único estable en el mundo de hoy es, precisamente, la
certeza de que todo se transforma a pasos agigantados y que
nosotros estamos insertos en este proceso, lo
queramos o no.
Un rápido repaso por los avances
tecnológicos, la recorrida por alguna bibliografía actualizada o,
simplemente, el conocer los requerimientos de la Ley de Educación
Superior, fueron haciéndome vislumbrar que, en el
ámbito educativo, no todos estamos anoticiados de las
características que conlleva este tan nombrado
cambio y de los desafíos a los que el mismo nos
enfrenta.
Por añadidura, el hecho de reflexionar acerca de las
recientes modificaciones en el diseño
curricular de la formación docente me hizo tomar conciencia del
largo camino de construcción que tenemos por delante.
Es sabido que, en nuestro país, la institución
escolar está atravesando tiempos de transformaciones muy
significativas. Los educadores, como actores insustituibles en
los procesos
escolares, tienen su rol comprometido en una sociedad que,
por un lado, les demanda
constantes adaptaciones y, por el otro, no siempre les otorga la
jerarquía que les corresponde.
Otro elemento a tener en cuenta es la gestión
política
nacional e internacional que incluye en la agenda de
discusión los nuevos parámetros con los que debe
manejarse la educación. Uno de sus
principales desafíos es encontrar métodos
eficaces para brindar una formación de calidad no
sólo a los alumnos, sino también a los
enseñantes.
Como consecuencia lógica
de este diagnóstico, comenzó a crecer en
mí la certeza de que sólo ampliando el desarrollo
profesional de los docentes lograremos dar respuesta a las
demandas que nos hace tamaña evolución.
Cuando esta idea se me estaba transformando casi en
obsesión y la ausencia de soluciones
viables amenazaba con desesperanzarme, vino en mi auxilio la
teoría crítica
de curriculum
diseñada por Lawrence Stenhouse (1984, 1987) acerca de
la investigación como base de la enseñanza y
como un medio eficaz para la mejora de la calidad
educativa.
Durante mucho tiempo sostuve
intuitivamente la hipótesis de que los cambios en
educación, para ser efectivos, deben partir del corazón
mismo de la relación enseñante – alumno. Y
ahora intentaré fundamentarlo desde una
aproximación teórica a los textos de algunos
investigadores que se han encargado de estas cuestiones.
Sin embargo, antes de embarcarme en esa tarea creo oportuno
hacer varias especificaciones semióticas acerca de algunos
términos empleados en el presente trabajo. Ante todo, cabe
señalar que, siguiendo los conceptos de García
(1999), la palabra cambio se utilizará para
connotar idea de desarrollo, evolución o progreso.
Por otra parte, si bien para algunos investigadores argentinos
son términos sinónimos, se descartarán los
vocablos "reciclaje", "maduración" y "capacitación". Personalmente, entiendo
que el reciclaje está estrechamente ligado a latas
o a papeles viejos. En segundo lugar, la palabra
maduración se refiere a algo estático, a
cierto grado de inercia o a un tiempo de espera para que se
logre, desde afuera, la madurez deseada. Esto sería
más aplicable a una fruta prendida de un árbol, que
al accionar educativo. Por último, sólo se hace
necesaria la capacitación cuando uno es
discapacitado o incapacitado y, lejos de hacer un comentario con
sesgo discriminatorio, humildemente prefiero reservar este
concepto para
otros contextos.
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