Síndrome del Hartazgo Nocturno: La epigénesis y la psicoterapia en acción (página 2)
Mujeres
namibianas. Noten su esbeltez…
Es simple deducir que el ayuno de la noche anterior terminaba
alrededor del mediodía cuando el acopio pequeño de
captura que se obtenía se compartía de manera
equitativa entre todos los que en la localidad habitaban.
También se colige sin dificultad que las comidas
consumidas no serían abundantes, porque no lo
podían ser. Como asimismo se entiende que luego de la
refacción el grupo se
dedicaba a jugar, a descansar y a disfrutar de la dolce
vita.
Fuimos adaptados desde el principio de nuestra existencia
acoplados a esa forma de vida, diciéndonos la experiencia
que, como no hemos cambiado físicamente desde ese
entonces, que nuestra estrategia de
comer es la misma que a la sazón fuera.
Llega la
noche y caen las tinieblas
Por las noches, si no brillaba la luna, había que
retirarse temprano para resguardarse de la oscuridad y para
evadir la intrusión posible de predadores nocturnos
asegurándose, antes de cerrar los ojos, de no almacenar
comida en la vivienda para no atraer sabandijas.
Por ahora, no mencionemos insectos o mosquitos en
especial.
El hartazgo nocturno, del que tanto se habla en estos
días como "síndrome" psiquiátrico,
sería entonces imposible — en caso de que se nos
antojara hacerlo.
De esta descripción concisa de la vida de
antaño, se concluye que éramos de necesidad, animal
de poco comer y de hábitos comedidos.
Eso sería antes, en contraste radical con la manera
como actualmente satisfacemos todos nuestros apetitos, el de
comer especialmente.
Lo que nos trae de nuevo al susodicho proverbio, que sabemos
está dirigido al hombre
moderno, ciudadano del mundo afluente, cuya vida se caracteriza
por un surtido generoso de comestibles ricos en su densidad
calórica, almacenados en despensas sofisticadas,
diseñadas para prevenir su descomposición.
Así hemos alcanzado a tener acceso a refrigerios en
desproporción a toda hora del día para nuestro
detrimento final y para disfrutar de los atracones a deshoras y
aún a toda hora.
Como consecuencia, es como desayunamos como rey — y,
hablando de un rey, Juan Carlos de Borbón, éste nos
parece ejemplo insigne de los resultados de esta práctica.
Porque, si bien, el hijo del rey de España
Felipe y su consorte, Letizia Ortiz Rocasolano, son bastante
delgados — muchos, a ella, la creen anoréxica — su
majestad reinante, por su parte, no lo es… de
hecho… Su majestad es bien corpulento — lo que da mala
impresión, como la dan otros cabezas de estado
igualmente abultados.
¡Aplauso!
Henry VIII también lo fue en su decadencia soberana.
(Véase mi artículo: El Hambre y sus
Paradojas en monografías.com).
Prosigamos
Podemos finalizar habiendo llegado a la conclusión de
que el desayuno no es esencial para el ser humano, algo que he
confirmado numerosas veces en mis artículos y, algo que,
haciéndolo asunto "necesario", en la República
Dominicana, y tal vez en otros países de nuestro
continente, se usa para avanzar los designios de los
políticos que utilizan el aparato del desayuno escolar
para evitar la obligación de nutrir las mentes de los
niños a
cambio de una
migaja de pan duro y leche
aguada.
¡Aplauso!
Ahora revisemos la razón por la que comenzara esta
ponencia con demostraciones de curiosidad científica para
vislumbrar la razón por la cual animales
acuáticos de dimensiones colosales pueden,
alimentándose modestamente por todos los estándares
conocidos, alcanzar tamaños tan desproporcionadamente
enormes.
Medusa
Veamos,
para empezar, lo que sucede cuando nos ponen a dieta
Lo primero que nos dicen los "expertos" es que debemos de
evitar los hidratos de carbono, como
son el pan y la pasta, y comer sólo de los vegetales, con
carnes magras y hojas verdes en abundancia. Lo que, así
haciendo, nos roba la energía, resultado de la
hipoglucemia, y nos mata de hambre, forzándonos a comer
más y a engordar — que resulta ser lo peor.
(Véanse mis muchas ponencias al respecto).
Nuestra pregunta aquí es la acostumbrada…
¿Por qué, si así procedemos nunca
logramos el elusivo objetivo de
bajar las libras aborrecidas? y, si brevemente las bajamos, es
únicamente para ser testigos del retorno del peso perdido
con libras adicionales. (Véase mi artículo, El
sistema
fiduciario y de cómo funciona en psikis.cl y en monografías.com).
Más triste aún. Parece ser que los animales de
mayor volumen en la
Naturaleza que
no comen como comemos nosotros, alimentándose
exclusivamente de hierbas y hojas — régimen que de
nosotros seguirlo nos haría enflaquecer — ganan de peso,
pero no engordan en la manera en que nosotros hacemos.
Y otros, comiendo cantidades enormes de seres
microscópicos o de poca densidad calórica, crecen
enormemente.
¿Dónde reside la
solución a este misterio?
Nosotros especulamos, basados en estudios de animales
experimentales, que los efectos de las actividades
hipotalámicas controlan la distribución de las reservas adiposas en el
cuerpo de los mamíferos y que las mismas disponen el
destino de las comidas ingeridas, haciendo posible que animales
herbívoros ganen de peso con la ingestión de yerbas
y hojas mientras que los carnívoros lo hacen con la
ingestión de la carne y de la grasa. (Véase mi
artículo: La Neurociencia del metabolismo
férrico…).
El peso en los vertebrados superiores está supeditado a
las actividades del hipotálamo, pero en las aguavivas y en
los insectos, careciendo de un cerebro como el
nuestro, y que no engordan, como nosotros solemos hacer,
¿cómo controlan lo que pesan?
Organismo
extremófilo
No sabemos con certeza cómo las aguavivas codifican su
metabolismo, pero reconocemos que éstas poseen sistemas
nerviosos rudimentarios y efectivos que regulan la
relación entre los miembros de su especie con el entorno
donde viven y con la comida que ingieren.
De la babosa aplisia califórnica estudiada por
Eric Kandel, sabemos más, aunque este conocimiento
se limite a la función de
la memoria de
este cefalópodo. Mientras que de los insectos solamente
sabemos que poseen un sistema conocido como el sistema
intercerebralis-cardiacum-allatum, que nos despierta
visiones del hipotálamo cerebral humano y de sus funciones en la
regulación del metabolismo de su género.
Lo que nos conduce a la hipótesis de que todos los seres
vivientes poseen en su constitución sistemas que regulan sus
funciones alimenticias para florecer aunque éstas no sean
idénticas a las del ser humano.
Podemos igualmente decir que las Arqueas, seres
extraños, son elementos únicos que se apartan del
cuadro metabólico universal que hemos descrito en otros
artículos y que, en su constitución física y en su
alimentación se las arreglan para vivir en
entornos hostiles mientras viven de materiales que
la mayoría de las especies conocidas no pudieran tolerar.
Por ello se las conoce como extremófilas.
En nuestra especie, hemos argumentado, que la facultad de
poder ganar
unas libras en tiempo de
abundancia para perderlas en tiempo de escasez nos
confiere una ventaja adaptiva. Pero, todos estaríamos de
acuerdo que el pesar 300 libras no confiere a nadie ventaja
ninguna — siendo peor aún si resulta en una
cirugía gastroplástica.
Y, ¿por qué el pez luna engorda comiendo casi
nada? Ya que su dieta consiste casi enteramente de agua, ya que
se nutre del aguaviva.
La respuesta a esta pregunta reside en los genes.
Específicamente en la actividad conocida como la
epigénesis como en seguida veremos.
En mi artículo La ciencia
epigenética, el embarazo
"normal" y la obesidad: una
parábola en tres actos, se describen en detalle los
mecanismos que hacen que por virtud de la metilación del
ADN muchos
genes se expresan como mutantes sin haber mutado.
Comida:
Sub-Sahara
Alemania
Tomemos un ejemplo del fenómeno de la epigénesis
usando como modelo los
pinzones famosos que, por la configuración de sus picos y
sus adaptaciones a las exigencias del medio
ambiente, evolucionaron y continúan haciéndolo
adaptándose al ecosistema
local de las Islas Galápagos.
El pico de los pinzones
Peter R. Grant, su esposa y su equipo de investigadores han
estudiado por casi cuarenta años el comportamiento
de estas avecillas en quienes la arquitectura del
pico se transforma a medida que sus sistemas digestivos cambian,
como consecuencia de permutas de ambiente.
Picos que se transmutan para adaptarse a la disponibilidad o
escasez de categorías de alimentos para
sustentarse.
Los esposos Grant han sido capaz de documentar esta evolución sorprendente que ocurre en un
lapso de tiempo relativamente corto y de ser testigos de la
"aparición" de aves que
aparentan ser descendientes de otros grupos diferentes
a ellas con aspecto de no estar relacionadas en su fenotipo,
cuando en efecto, los "nuevos" pájaros poseen un genotipo
idéntico al de los padres aunque de ellos difirieran
morfológicamente.
Lo que enfatizamos aquí y en mi artículo
mencionado de la epigenética es el hecho de que por virtud
de la acción
de ciertos fenómenos recién descubiertos, el ADN
cambia la expresión de los genes sin alterar su código.
Lo que traduce en que transforma el mensaje, aunque el mensajero
sea el mismo.
Pero, antes de proseguir, un reconocimiento es debido a la
labor de los esposos Grant en avanzar la prestancia de la
teoría
de la evolución.
Tortuga marina
Peter R. Grant y su esposa B. Rosemary Grant son ambos
biólogos evolucionistas de Princenton University.
La pareja ha ganado renombre por sus investigaciones
con los pinzones de Darwin en la isla
de Dafne Mayor en el archipiélago de las
Galápagos.
Desde el año 1973 los dos investigadores han pasado
seis meses de cada año clasificando los patrones de vida
de esas aves logrando presenciar sus varias transformaciones para
adaptarse a las presiones de los cambio del clima.
Por sus logros ambos científicos han recibido numerosos
reconocimientos por haber demostrado la evolución en
acción, documentando el proceso de la
selección natural movida por las
permutaciones en la disponibilidad de comida, elucidando los
mecanismos que provocan la emergencia de especies nuevas y de
cómo la diversidad genética
se mantiene en poblaciones naturales.
Prosigamos
La
evolución adaptada a la comida: palabras
clave…
Para introducir esta sección en esta
proposición, referimos al lector a dos más de mis
artículos que aparecieran en psikis.cl y en monografías.com: Camino al
equilibrio natural de nuestras vidas y La
serendipia revisitada. Ya que en ambos ilustramos ampliamente
la labor de la adaptación mutante por Darwin ilustrada en
el Origen de las Especies.
El
síndrome del hartazgo nocturno
Damaris nos asiste con sus apuros
Esta joven mujer, soltera,
graduada del derecho y empleada en una de las firmas más
prestigiosas de Saint Charles Missouri, se queja de manera
injusta de ser persona sin
coraje, por haber sucumbido de nuevo a un hábito de muchos
años que había interrumpido.
El hábito en cuestión se caracteriza por la
urgencia incontrolable de tomar por asalto en medio de la noche,
el refrigerador, consumiendo cantidades enormes de helados y de
todas las cosas que en éste se conservan, sin poder
detenerse en su frenético impulso. Como no vomita, se
entiende que el episodio no es bulimia y,
como no llena todos los requisitos diagnósticos propuestos
por Stunkard, nos limitamos a clasificar su problema con otro
parecido, también de la regulación de impulsos,
llamado el síndrome del hartazgo nocturno.
Pero, ¿por qué una mujer joven, inteligente,
exitosa y ambiciosa no puede controlar sus comportamientos en
este respecto, ya que había logrado recientemente perder
libras de peso lo que la colma de satisfacción personal?
Como en su caso tenemos acceso a los pensamientos y
sentimientos de la paciente porque la vemos en psicoterapia,
reconocemos que eventos que
complican su vida, aumentando el estrés
usual que tolera en relación con su amante puedan
determinar el deseo de gratificar sus deseos por "sentirse
mejor", usando el consumo en
exceso de comidas ricas y apetitosas.
¿Por qué por las noches? Porque
atávicamente es durante las horas oscuras cuando nuestros
sistemas de alarma y nuestro estado de alerta se amplifican.
La regulación
afectiva
La regulación de los afectos es un sujeto de mucha
importancia para quienes laboran con pacientes que sufren de
problemas de
control de
impulsos y de obesidad. En este caso, reconocemos que Damaris ha
perdido todo control en lo que respecta al comer y que, a medida
que se adentre en la vorágine de los empachos
ininterrumpidos que su situación actual
empeorará.
¿Qué hacer?
Primero veamos lo que nos enseña la adaptación
de nuestra especie en lo que al comer se refiere.
Ya hablamos del desayuno, cuya presencia, luego de alcanzar
cierta edad, no es obligatoria en nuestra estrategia de comer.
Entonces nos queda examinar la cena.
¿Qué decimos acerca de cenar?
No somos animales nocturnos por todas nuestras
características físicas ni estamos dotados con el
equipo necesario para navegar la oscuridad nocturna sin riesgos como
hacen los búhos y los murciélagos.
Viviendo donde viviéramos hacen 35-50,000 años,
y sin haber cambiado visiblemente en nuestra constitución,
nos parece que el comer de noche, entonces y ahora — a menos
que no fuera en medio del escape de algún peligro mayor
— sería algo que no haríamos con frecuencia, y
algo, que, de querer hacerlo, no podríamos lograr, debido
a que la comida en el pleistoceno no nos sería disponible,
porque no era accesible.
El hartazgo nocturno, en la realidad, constituye una
más de las tantas pseudo-adaptaciones que hemos logrado
como resultado de nuestro abandono de las estrategias
naturales de comer con que fuéramos programados como
especie.
El hartazgo nocturno resulta siendo una abominación
dietética. Lo que, de admitirlo, nos roba de explicaciones
fáciles para este dilema.
Animal
nocturno
Pero explicaciones existen, como de inmediato veremos
La epigénesis nos muestra como los
transposones o genes saltantes actúan para que nuestros
genes funcionen de maneras inesperadas y a veces poco
propiciatorias.
Algunas veces cuando un transposón o algunos de estos
genes saltantes, permanecen en un estado activo en el gen por
ellos ocupado, éstos cambian el comportamiento del
huésped.
Uno de estos transposones se insertó experimentalmente
en el genoma de un linaje de moscas del género
drosófila tornando esa línea de insectos en una
variedad mutante, llamada "Matusalén" por su habilidad de
resistir la inanición, de tolerar temperaturas extremas y
de prolongar la expectación de vida de las moscas por un
35%.
Parece que las palabras de Gregory Dimijian de la Universidad de
Texas son proféticas cuando acerca de esto nos dice lo
siguiente:
"El genoma se ha considerado por mucho tiempo como el mapa
de la vida y como un récord fijo y permanente. Sin
embargo, elementos móviles como los genes saltantes de
Barbara McClintock están reemplazando esta noción
con otra: La de un entorno en estado de remodelación
continua".
Nueva evidencia proviene de trabajos llevados a cabo con el
microorganismo
E. Coli, en la variedad de esa especie que es intolerante
a la lactosa, un azúcar
derivado de la leche.
John Cairns, reportando en el
periódico Nature, privó a estas bacterias de
toda comida excepto las que fueran ricas en lactosa.
Rápidamente, las bacterias desarrollaron mutaciones que
les permitieron perder la intolerancia a la lactosa y seguir
viviendo como si nada.
Mutación, la última, que las bacterias pasaron a
generaciones siguientes, demostrando que la presión
más poderosa desde el punto de vista evolutivo es la
posibilidad de la muerte por
desnutrición.
La misma mosca nos ha servido como ejemplo para comprobar que
la inanición relativa se asocia con algunas formas de
longevidad. (Véase Science News, agosto 2007).
Drosófila melanogaster
Puesto de manera diferente, que el tener un poco de hambre y
ser un poco flaco, nos ayuda a vivir mejor y vivir más
tiempo.
¡Maravilloso!
Quizás esa misma sea la razón por la cual todas
las muchas personas de edad centenaria a quienes hemos
entrevistado son flacas — parece ser que, si alguien es muy
vetusto, es porque ese "alguien" es delgado.
¿Qué entendemos entonces acerca de la gordura
como adaptación epigenética?
La gordura — aunque muchos se empecinen en dudarlo — no
confiere a nuestra especie ventajas adaptivas — mientras que la
flacura, en proporciones adecuadas lo hace.
Comer mucho, siempre ha sido de oportunidad y poco frecuente
porque nacimos ajustados a un medio de recursos
comestibles escasos. Pero, nacimos con el recurso de ganar de
peso para perderlo después — no olvidemos.
Reconocemos que lo extraordinario despierta nuestra curiosidad
y de ello se deduce la impresión causada a los escultores
prehistóricos de las tantas Venus rollizas de
Willenburg.
Hoy, comemos en exceso y engordamos de manera concordante
posiblemente como una adaptación a una dieta que se ha
apartado tanto de la estrategia alimenticia de nuestra especie.
Dieta que nos ha transformado en seres con un metabolismo como el
que caracteriza ciertos animales acuáticos, porque es
donde solo pueden vivir animales tan desproporcionadamente
enormes: el mar.
Comer para sobrevivir requería para nuestro
género un equilibrio
entre nuestras necesidades, la posibilidad de encontrar alimento
y las influencias del entorno.
El síndrome del hartazgo nocturno no puede concebirse
como patología psicológica sino como una mal
función del genoma resultado de la acción,
aún no bien entendida, de genes que han cesado de
asistirnos en nuestra adaptación.
De ser así, la solución no resta, donde nuestra
experiencia ha demostrado que no existe: En la aplicación
de dietas
restrictivas.
Conclusión
En conclusión, los síndromes de los desboques
orales son resultados de adaptaciones defectuosas, para los que
la psicoterapia es la única solución y no
las ofrecidas por Stunkard y su grupo que nos aconsejan manipular
las ingestas cotidianas.
La dieta es la misma enfermedad que pretende
curar…
Bibliografía
Los títulos que siguen, por mí publicados pueden
encontrarse en monografías.com
- Larocca, F. E. F: (2007) Economista: Alquimista
- Larocca, F. E. F: (2007) Centenarios y otros temas
- Larocca, F. E. F: (2007) Los economistas en los
gobiernos sudamericanos - Larocca, F. E. F: (2007) Donde se aprende de la
hiperactividad, la Dieta Paleolítica, los
luchadores sumo y de otros asuntos - Larocca, F. E. F: (2008) Las memorias, la
obesidad y el hipotálamo - Larocca, F. E. F: (2007) Las políticas de la gordura
- Larocca, F. E. F: (2007) Nuestras percepciones
- Larocca, F. E. F: (2008) La psicología del
comer y del beber (partes I y II) - Larocca, F. E. F: (2008) El erotismo y la neurociencia
aplicada - Larocca, F. E. F: (2008) La Hora Santa, el grupo de
oración y Te Deum Laudamus - Harris, M: (1998) Our kind Harper & Row
- Eaton, S. B, Shostak, M, Konner, M: (1988) The
Paleolithic prescription Harper & Row - Grant, P. R: (1992) Hybridization of Bird Species in
Science 256:193-97 - Weiner, J: (1994) The Beak of the Finch: A Story of
Evolution in Our Time Knopf
Autor:
Dr. Félix E. F. Larocca
República Dominicana
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