El rol del alumno en el contexto educativo de la actual Sociedad Postmoderna (página 2)
"Es una nueva condición social – sociedad
postindustrial – y cultural – cultura
postmoderna – para la Humanidad, condición que empieza a
insinuarse después de la Segunda Guerra
Mundial y se manifiesta más claramente en la
década de los años cincuenta del siglo XX. Desde
ese momento, se hace evidente una transformación en la
estructura
económica de los países altamente desarrollados,
como consecuencia del desarrollo de
las tecnociencias: electrónica, informática, comunicaciones; además, el ser humano
empieza a experimentar un creciente escepticismo frente a las
teoría
o ideologías que le ofrecían respuestas globales y
totalizadoras a sus inquietudes espirituales e intelectuales.
Esto posteriormente llevará a hablar de una época
posthistórica, postsocial, postracional, postmoderna, y,
muy recientemente, era del acceso"[1]
Irreversiblemente el ser humano ha cambiado, por ende, cabe
preguntarnos, ¿la instituciones
sociales creadas durante la época moderna podrán
aún seguir funcionado sin someterse ellas también a
variaciones y reformulaciones? Sin lugar a dudas,
unánimemente respondemos que no, sin embargo,
¿actuamos para cambiar aquello y adecuarlo a la actual
sociedad?
La escuela, una de
las mayores instituciones sociales de la historia, fue creada,
precisamente durante la época moderna, es decir, ideada
bajo el alero de una sociedad absolutamente disímil a la
actual, por lo tanto, su reestructuración no sólo
es necesaria, sino también urgente.
Así, llegamos al tema central de este ensayo: el
alumno en el actual contexto educativo. Si estamos conscientes de
que la escuela, en su totalidad debe reformarse, no podemos
obviar que el tipo de alumnos que los docentes
enfrentamos actualmente en clases ya no es el mismo de veinte o
treinta años atrás, por lo tanto, si queremos una
educación
eficiente y eficaz no podemos ignorar las características
del educando que enfrentamos actualmente, puesto que, de acuerdo
a sus intereses y particularidades es que debemos adecuar
nuestros métodos de
enseñanza, de lo contrario, el aprendizaje
será poco efectivo o nulo.
En consecuencia, es que se torna imprescindible el
conocimiento cabal que como docentes debemos tener de los
estudiantes, o sea, no podemos desconocer el rol que
desempeña en el aula, pues de lo contrario, nuestra labor
es inútil y aquellos, aparte de no aprehender los
conocimientos que nosotros queremos otorgarles, no valoran la
labor educativa como tal, pues simplemente y por razones propias
de formación, se fastidian y no logran comprender el fin
último de la escuela, esto es: formar personas emocional e
intelectualmente capaces de desenvolverse activa y positivamente
en la sociedad actual.
Ejes fundamentales
del Proceso
Educativo
Profesor – Alumno
Anteriormente ya hemos insinuado la idea de un nuevo prototipo
humano, por consiguiente, comprendemos también que los
sujetos que actúan como ejes fundamentales del proceso
educativo, esto es, profesor y
alumno, no son análogos a los de antaño y, por
ende, su roles en el aula, han mutado.
No obstante, antes de comenzar la descripción y definición del rol del
alumno en el aula actual, que es la temática central de
este ensayo, nos remitiremos, someramente, a las
características del ser humano reinante.
Jeremy Rifkins lo define de la siguiente manera:
"Está naciendo un nuevo arquetipo humano: parte de su
vida la vive cómodamente en los mundo virtuales del
ciberespacio; conoce bien el funcionamiento de una economía – red; está más
interesado en tener experiencias excitantes y entretenidas que
acumular cosas; es capaz de interaccionar simultáneamente
en mundos paralelos, y de cambiar rápidamente de personalidad
para adecuarse a cualquier nueva realidad – real o simulada – que
se le presente"[2]
Así, el hombre
actual anhela la intensidad y la fugacidad, detesta la
monotonía y la constancia, gusta del eclecticismo de
realidades, desecha la noción lineal del tiempo,
está sometido a grandes cantidades de información, no valora lo permanente y
siempre está en busca de cambios y nuevas experiencias; en
consecuencia, ¿nuestro alumno será capaz aprender
si nuestro método de
enseñanza no comparte sus características e
intereses? ¿podremos adecuar nuestra metodología de enseñanza si no
conocemos el tipo de alumno con el cual nos tenemos que
relacionar?
Es preciso que conozcamos en mayor profundidad a este nuevo
estudiante (para adaptar nuestras prácticas docentes), que
ha crecido bajo el amparo de
nuevas
tecnologías; que internalizemos la figura del alumno
ya no como un ente vacío de información, sino
carente de conocimiento;
como un ser capaz de aportar a la clase tanto
como los profesores; como un ser humano crítico de su
realidad y de entornos diferentes, como un individuo
activo, hábil e inquieto.
El Rol del Alumno en el Aula
Educativa Actual
El porqué del comportamiento
del alumno actual
Para nadie es desconocido el hecho de que la relación
profesor – alumno ya no es semejante a aquella que imperaba en el
sistema
educativo moderno, o por lo menos, no debería ser
igual. Por ello, y si queremos brindar en nuestras escuelas una
educación de alta calidad, debemos
reconocer que el estudiante de hoy es diferente al de años
atrás, y que por lo tanto, su rol en el proceso de
enseñanza – aprendizaje ya no
es el mismo.
Tomemos la siguiente reflexión:
"el alumno ha de cambiar también su rol y buscar un rol
activo en la construcción de su propio proceso de
aprendizaje. Ya no sirve el alumno que se limita a asimilar
información, sino que ha de ser crítico, indagador,
reflexivo, investigador, creativo".[3]
Por lo tanto, la unidireccionalidad profesor – alumno en la
entrega de conocimientos ya no es válida, puesto que ahora
el alumno conoce y sabe lo mismo, o incluso más, que el
propio profesor. En definitiva, el rol del alumno como ente
pasivo en el proceso de enseñanza – aprendizaje ha mutado
en que éste último colabore activamente en la
ejecución de su propio aprendizaje.
El alumno actual se caracteriza por ser interactivo,
espontáneo, inquieto, resuelto, crítico,
hábil en el uso de tecnologías y ávido de
experiencias y sensaciones nuevas; por consiguiente, su rol en el
aula ya no es el de un simple espectador ni el de un simple
"comprador" de un
"producto"
vendido por el profesor, sino al contrario, el estudiante
actual genera su propio conocimiento, sólo con la
ayuda del profesor, aunando y relacionando productivamente el
cúmulo de informaciones que posee, encauzando éstas
en pro de su beneficio personal, es
decir, creando un aprendizaje
significativo para su vida y para su entorno social; en otras
palabras, es el propio educando quien produce su aprendizaje y
quien dirige, en definitiva, el proceso de enseñanza –
aprendizaje.
El docente, en el aula actual, pierde protagonismo, pues ya no
es el alumno quien está a su disposición, sino que
ahora es él quien está sujeto a los intereses y
características de estos nuevos educandos.
Sin lugar a dudas, el alumno descrito anteriormente es el que
encontramos a diario en nuestras aulas, un alumno que muchas
veces se nos torna difícil controlar y motivar, un
estudiante que en reiteradas ocasiones nos sorprende con
información que para nosotros es desconocida, un educando
que nos maravilla con sus habilidades en el manejo de
tecnologías. Y también, un alumno que no sabemos
comprender porque ignoramos la procedencia de sus actitudes, la
causa de su comportamiento y el origen de sus intereses.
Es por lo anterior, que es necesario conocer el porqué
del comportamiento del alumno actual.
Andrew Darley, en su libro "La
Cultura Visual – Digital", plantea lo siguiente:
"Se trata de una cultura que, en sus prácticas y
expresiones, cada vez privilegia más la forma en
detrimento del contenido, lo efímero y lo superficial en
detrimento de la permanencia y la profundidad, y la imagen por la
imagen en detrimento de la imagen como
referente"[4]
Por lo tanto, debemos comprender que el alumno con el que
diariamente nos relacionamos ha nacido y se ha desarrollado en
una sociedad distinta a la nuestra, una sociedad que es dirigida
y que sólo subsiste gracias a la tecnología, por ello,
la noción de vida que el alumno tiene, y por ende, la
noción de aprendizaje que posee, no es igual a la de
alumnos antiguos porque simplemente el forma parte de una
generación diferente.
Nuestros alumnos han crecido bajo el alero del
computador[5] y su herramienta más
poderosa: Internet. Esta idea, aunque
parezca simple, es la que explica el comportamiento de nuestros
alumnos, pues el ordenador e Internet han mutado la
concepción de tiempo y espacio de nuestros alumnos, han
traído hacia ellos el mundo entero sin el menor esfuerzo
físico, han implantado la cultura de la imagen y han
inculcado en ellos la mezcla de la palabra con la imagen y el
sonido en el
menor tiempo posible. Han desarrollado la valoración de la
velocidad y el
conocimiento de realidades múltiples (reales o virtuales).
Además, nuestros alumnos están siendo continuamente
"bombardeados" por cantidades impresionantes de
información.
Lo anterior, nos conduce a pensar que no podemos demandar de
nuestros alumnos pasividad, estaticidad y monotonía, y
menos solicitar de ellos atención en una clase sólo efectuada
a través del texto de
estudio, la pizarra y el plumón, y llevada a cabo en una
concepción lineal del tiempo, pues ellos se han
desarrollado en una cultura caótica, y por tanto, demandan
también una educación compleja.
Para comprender aún más esta última idea y
para conocer más cabalmente el tipo de alumnos con el cual
nos relacionamos, me gustaría citar a Patrick Slattery,
que plantea lo siguiente:
"El currículo postmoderno fomenta el caos, la
no racionalidad y zonas de incertidumbre, porque el orden
complejo que existe en las salas de clases y en las personas
humanas es el lugar donde el pensamiento
crítico, la intuición reflexiva, la
resolución de problemas
globales florecerá"[6]
Lo anterior nos permite inferir que la Sociedad Postmoderna ha
creado personas aptas para desenvolverse en el caos, para anular
lo estructurado y aislado y anhelar lo complejo, lo
ecléctico, lo veloz, las imágenes,
la multiplicidad de realidades y la variabilidad. Por tanto,
¿nuestros alumnos estarán exentos de estas
características si han nacido bajo esta concepción
de vida? Evidentemente que no, por ello, nuestros alumnos son
seres humanos capaces de aportar al mundo, aportar a su
aprendizaje y al aprendizaje de los demás, son seres
activos, con
intereses e inquietudes propias, dignos de ser escuchados y
dignos de ser considerados como parte activa en el proceso de
enseñanza – aprendizaje, cuya responsabilidad, de antaño, ha
recaído sólo en los
profesores[7].
Conclusiones
Sin lugar a dudas, la amplitud del tema tratado no es comparable
con el ensayo
anteriormente expuesto, no obstante, el objetivo de
caracterizar y delimitar más acotadamente el rol del
alumno en el aula actual lo hemos conseguido.
No podemos desconocer que la época en la que vivimos es
una etapa de transición, y por ende, bastante compleja;
pues, en palabras comunes, el mundo se está
reestructurando. Esto nos conduce a pensar que la Educación
está también inmersa en este proceso de cambio. Por
ello, las instituciones educativas se han visto enfrentadas estos
últimos años a un sinnúmero de problemas.
Para muchos, la escuela ha colapsado y su reorganización y
replanteamiento como institución social se ha tornado
imperiosa. Así, los sujetos fundamentales de este agente
educativo, o sea, los profesores y alumnos, también se han
visto afectados por este período colmado de vicisitudes.
Es por ello que sus roles en la educación también
se han replanteado.
Por una parte, el profesor ya no actúa como único
ente poseedor de todo el conocimiento, sino que ahora su papel es
el de facilitador del mismo y, por otra parte, el alumno ya
no es la parte pasiva del proceso de enseñanza –
aprendizaje, sino que la parte activa y protagónica del
mismo. El estudiante actual es inquieto, informado, creativo, con
intereses e inquietudes propias, dispuesto y capacitado para
enfrentar, apoyar y cooperar no sólo en su propio proceso
de enseñanza – aprendizaje, sino también en el de
los demás.
Sintetizando, la adecuación de los roles de ambos sujetos
a las nuevas demandas sociales es imprescindible, pues de lo
contrario, la eficiencia y la
efectividad de la escuela como agente formador de personas se
verá inexpugnablemente acabado.
Para concluir, una reflexión de Slattery:
"La educación postmoderna debe reconectar a estudiantes
y profesores, al espacio y el tiempo, el sentido y el contexto,
el conocer y lo conocido, las humanidades y las ciencias y,
especialmente, el pasado, el presente y el
futuro"[8]
Bibliografía
·
Darley, Andrew (2002). Cultura Visual – Digital.
Barcelona. Paidós Ibérica
·
Rifkin, Jeremy. (2000). La Era del Acceso.
Barcelona Paidós Ibérica
·
Slattery, Patrick. (1995). A Postmodern of Vision Time and
Learning. A Response to the Nacional Education
Comisión Report Prisioners of Time. Harvard
Educational Review Volume 65, Number 4, pp. 612 – 633
·
Zapata, Juan. (2003) La configuración espacio –
temporal postmoderna en los estudios literarios.
Universidad de
Concepción. Proyecto Mecesup
UCO 0203
Webgrafía
· http://tecnologiaedu.us.es/nweb/htm/pdf/paz1.pdf
(16 – 09 – 2008)
Autora:
Marcela Elizabeth Neira Valladares
Chile
2008
[1] Zapata, Juan. (2003) La
configuración espacio – temporal postmoderna en
los estudios literarios. Universidad de
Concepción. Proyecto Mecesup UCO 0203
[2] Rifkin, Jeremy. (2000). La Era
del Acceso. Barcelona Paidós Ibérica
[3] Prendes Espinoza, María Paz;
Martínez Sánchez, Francisco. La innovación tecnológica en
el sistema
escolar y el rol del profesor como elemento clave del
cambio. Universidad de Murcia, España
http://tecnologiaedu.us.es/nweb/htm/pdf/paz1.pdf
(16 – 09 – 2008)
[4] Darley, Andrew (2002). Cultura
Visual – Digital. Barcelona. Paidós
Ibérica
[5] Los primeros indicios de la era
postmoderna se remontan a la invención del
telégrafo, por ende, el computador
sólo es la culminación de una serie de
artefactos tecnológicos y comunicacionales que han
terminado por mutar nuestra esencia humana. Por ello, y por
ser el aparato tecnológico que ha terminado por
revolucionarnos es que lo menciono, no desmereciendo ni
desconociendo en ningún caso la influencia de otras
creaciones.
[6] Slattery, Patrick. (1995). A
Postmodern of Vision Time and Learning. A Response to the
Nacional Education Comisión Report Prisioners of
Time. Harvard Educational Review Volume 65, Number 4, pp.
612 – 633
[7] Evidentemente, el rol de los profesores
debe también cambiar. Ya no debe actuar como
fuente única de saber, cuyo papel es otorgar
conocimientos al alumno, sino que debe mutar en facilitador
del aprendizaje de los alumnos a través del uso
consciente y responsable de las tecnologías.
[8] Slattery, Patrick. (1995). A
Postmodern of Vision Time and Learning. A Response to the
Nacional Education Comisión Report Prisioners of
Time. Harvard Educational Review Volume 65, Number 4, pp.
612 – 633
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