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Recuerdos tristes de un niño de la guerra (página 2)



Partes: 1, 2

El incesante tráfico de camiones militares
dirigiéndose al frente de Huesca convirtió las
carreteras en un lodazal formado por los desperdicios de alimentos
envasados o frescos que las tropas  arrojaban y que
provenían del asalto de los establecimientos dedicados a
la alimentación y de las casas que
suponían bien abastecidas, que robaban a su paso por las
poblaciones de la retaguardia. Las revoluciones desde el Saqueo
de Roma han
seguido con el espolio de los bienes del
enemigo, y creo que el término saqueo proviene desde el ya
memorable Saqueo de Roma.

Rápidamente nuestras condiciones de vida fueron
empeorando, las autoridades nos racionaron severamente los
alimentos y los niños
nos convertimos en encargados de formar las largas colas que
desde la madrugada se formaban para lograr con la correspondiente
cartilla y conseguir la miseria que repartían. Como es
lógico las escuelas se cerraron.

El dinero que
hasta entonces era el oficial desapareció y fue sustituido
por el fabricado localmente, que consistía en hojas de
cuadernos donde estampillaban el valor, este
dinero era únicamente valido en su lugar de origen y no en
ningún otro pueblo por cercano que fuese.

En mi ya larga vida este aspecto perverso de las revoluciones
lo he visto repetido, ciudades y naciones que poseían un
buen nivel de vida las revoluciones las empobreció
inmediatamente, el ejemplo más notorio fue el de Chile y
en particular su capital, era
un ejemplo de prosperidad y orden en America del Sur y en el
mundo.

El vuelco revolucionario sucedió con la elección
del partido de Allende para
gobernar la nación.
Sus conocidas ideas marxistas nacionalizaron en primer lugar las
minas y después abolieron la propiedad
privada , el efecto de estas leyes fue
inmediato y violento, desde no poder
trasladarse en la capital por falta de material y combustible
hasta no poder adquirir una mera prenda de abrigo, la ruina
difícil de explicar fue total y absoluta, ante ella la
población de Santiago se levantó
protestando con el inmenso ruido que
producían sartenes y cacerolas chocando en el exterior de
las viviendas.

Pronto el hambre hizo su aparición y empujó a
que los niños nos transformásemos en
pequeños granjeros y criábamos en los patios,
jardines, etcétera, conejos y gallinas, para alimentarnos,
salíamos al monte a recoger hierbas y naturalmente si
había viñas o árboles
frutales aprovechábamos para nuestra propia
alimentación

Otra ocupación era la de cavar pequeñas cuevas
en sótanos o jardines que llamábamos refugios como
protección de los bombardeos que cada vez aumentaban en
numero.

En la torre de la Catedral colocaron un vigía que
maneja una potente sirena que hacia sonar cuando avistaba la
presencia de aviones. Sus objetivos
generalmente era bombardear las columnas militares pero
también y no era por descuido atacaban objetivos no
militares para que cundiese el pánico.

En un momento determinado decidieron abrir para instituto de
segunda enseñanza una casa particular nueva de
cuatro pisos que habilitaron para la docencia.

Duró muy poco porque en uno de los bombardeos una bomba
impactó en el edificio y destruyó los dos pisos
superiores por su pequeño tamaño, el aviso que la
sirena había difundido afortunadamente nos advirtió
y nos permitió refugiarnos en el sótano , la poca
potencia de la
bomba solo traspasó los dos pisos superiores sin perforar
más estructuras,
no hace falta describir el pánico y el ruido de la bomba y
el derrumbe parcial del edificio produjo un ruido que es otro de
los recuerdos inolvidables, como es lógico las clases se
suspendieron definitivamente y el bien conocido reflejo de Pavlov
en fisiología durante mucho tiempo no nos
abandonó, aunque el toque de sirenas no señalase
peligro alguno sino simplemente la apertura de fabricas o
similares.

En la contienda la partición en dos de nuestra patria
fue absoluta sin necesidad de telón de acero o
línea maginot, la separación familiar fue completa
y dolorosa, muy de vez en cuando la cruz roja internacional nos
entregaba una pequeña misiva resumiendo el estado de
la familia que
podíamos contestar de la misma forma.

Sorprendentemente un buen día la misiva fue más
extensa y ante nuestro asombro nos decía que
excepcionalmente habían organizado un encuentro familiar
en la frontera con
Francia,
exactamente en el túnel que une los dos países en
el pueblo de Portbou.

Nos pareció inimaginable, todo lo había logrado
muy trabajosamente mi madre que como ya hemos dicho vivía
sola y era por tanto la única que acudiría a la
cita, yo forzosamente acudiría con mi tío a la
misma. Aparte de la alegría cobramos conciencia de lo
peligroso que era viajar en aquellos tiempos, pues las comunicaciones
eran muy inseguras y peligrosas pero o lo tomas o lo dejas, y con
mi pobre ti de avanzada edad decidimos correr el riesgo, el viaje
de Barbastro a Barcelona afortunadamente lo hicimos sin
novedad.

 En Barcelona, ciudad que no conocíamos, nos
hospedamos en una fonda de la Calle de San Antonio,
al final de Las Ramblas cerca del puerto. La ciudad se notaba que
estaba en guerra, en el
pequeño trayecto que tuvimos que recorrer para llegar a la
pensión encontramos Iglesias quemadas y en la plaza
Urquinaona había una gran maqueta construida representando
al Consomol,  barco ruso que fue hundido por las fuerzas
navales, fueran las propias o las italianas que operaban
conjuntamente. Pedían dinero para compensar la perdida del
barco y su contenido y también para el comunismo en
general.

La primera noche en la pensión fue memorable porque
toda la noche el centro de Barcelona fue bombardeado por la
artillería naval, porque había un establecimiento
militar, Elizalde. Los bombardeos navales son peores que los
arreos porque los aviones cuando sueltan su carga desaparecen
mientras que los barcos pueden estar el tiempo que quieran
bombardeando sus objetivos.

A la mañana siguiente nada más asomarnos al
exterior vimos una densa nube negra mirando hacia el puerto,
pronto nos enteramos que era la guerra entre anarquistas y
comunistas en la que estos habían destruido totalmente el
cuartel general de los anarquistas. Entonces y ahora vi la
falsedad de la propaganda
política.
Estábamos cansados de oír "Proletarios del mundo
uníos ".

Pudimos continuar nuestro viaje hacia la frontera y llegamos a
Portbou que estaba destruida porque esa noche había sido
bombardeada. A un miliciano le enseñamos nuestra documentación y la que la Cruz Roja
internacional nos había enviado por la que avalaba el
encuentro familiar en el ya nombrado túnel.

El miliciano nos hizo sentar en un banco y esperar,
llevándose la documentación, nos temimos lo peor y
así fue, volvió y nos dijo que no habían
autorizado las autoridades esa reunión, el cielo se nos
vino abajo como le debió suceder a mi pobre madre, las
suplicas no hicieron el menor efecto por el contrario
imperativamente se nos indicó que debíamos
abandonar Portbou en el primer tren que saliese. No había
ninguna posibilidad de cambiar la resolución, la
única explicación era que nos consideraban personas
peligrosas.

Era inaceptable que estando a una pequeña distancia de
mi madre no pudiéramos abrazarnos, pero así son las
cosas, que sin embargo expresan por si mismas la maldad de las
personas, examinada esta resolución de las llamadas
autoridades no encontrabas razones en su favor, únicamente
como ya he dicho antes, la maldad individual y colectiva de las
mismas. Pues con el ánimo por los suelos nos
montamos en un tren que nos devolvió a Barcelona y
finalmente empalmamos sin obstáculos en otro hasta
Barbastro.

Más tarde supimos que Francia considerada aliada de la
Republica, cuando se perdió finalmente la guerra el
ejercito republicano que se refugió en Francia fue tratado
no como un aliado vencido sino como un enemigo y concentrado en
lugares costeros en condiciones tan miserables que su nombre ha
pasado al libro de la
infamia. Muchos de nuestros pobres soldados confirman que el
tiempo que vivieron prisioneros en aquellos campos fueron los
peores de su vida.

Como todo en la vida hasta los momentos más penosos
tienen fin y lo mismo terminó mi odisea, cuando el frente
se derrumbó y el ejercito de Franco entró
victorioso, con el entró mi padre y al día
siguiente se unió a nosotros mi hermana cuya odisea en
Madrid
también era digna de contar, y ya pudimos la familia reunirnos
en nuestro domicilio en Zaragoza. No podíamos creernos
después de lo pasado que en la zona nacional hubiese o no
hubiese restricciones prácticamente en nada y
también habían pasado una guerra.

Por eso hablar en general de la guerra debe preguntarse donde,
como y con quien, porque la maldad y todo lo que de ella deriva
no es exclusiva de la persona y a pesar
de que el termino guerra sugiere siempre malos tiempos, las
personas lo sufren de forma no homogénea.

 

 

 

 

Autor:

Dr. Pedro Albert Lasierra

Sevilla

Septiembre 2001

Partes: 1, 2
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