I.-
INTRODUCCIÓN
Al principio de la cuarta semana aparece a cada lado del
cerebro anterior
en desarrollo una
placa engrosada de ectodermo superficial, llamada placoda
óptica. Cada placoda pronto se invagina y
cae por debajo del ectodermo superficial del mesénquima
subyacente para formar una fóvea óptica.
Los bordes del orificio se juntan y fusionan para formar una
vesícula óptica (otoquiste), el primordio del
laberinto membranoso. La vesícula óptica en
breve pierde su conexión con el ectodermo
superficial.
Pronto se vuelven reconocibles las dos regiones de cada
otocisto, una dorsal o porción utricular, de la cual surge
el conducto endolinfático el utriculo y los conductos
semicirculares y una porción ventral, que origina el
sáculo y el conducto coplear.
A partir de la porción utricular crecen tres
divertículos de forma discoide, aplanados y pronto las
porciones centrales de las paredes de estos divertículos
se fusionan y desaparecen a
continuación.
Las porciones periféricas no fusionadas de los
divertículos se convierten en conductos semicirculares los
cuales más tarde se incluirán en los canales
semicirculares. Desde la porción sacular ventral del
otocisto crece y adopta forma espiral en diverticulo tubular, el
conducto coclear, que se convierte en
cóclea. El órgano de corte se
diferencia a partir de las células
que existen en la pared del conducto coclear.
El Mesénquima que rodea al otocisto se condensa y
diferencia en cápsula óptica
cartilaginosa. Conforme crece el laberinto
membranoso, aparecen vacuolas en la cápsula óptica
cartilaginosa y pronto entran en coalescencia para formar espacio
perilinfático relacionado con el conducto coclear se
convierte en 2 divisiones, la escala
timpánica y la escala vestibular. La
cápsula óptica cartilaginosa se osifica para formar
el laberinto óseo del oído
interno.
Con lo que respecta a anomalías relacionadas con el
oído interno diremos que obedecen a muchas causas las
cuales serán evidenciadas en el desarrollo de tema.
II.-
ARGUMENTACIÓN
DESARROLLO DEL OÍDO INTERNO:
Laberinto membranoso.
▪ Placoda auditiva.
▪ Vesícula ótica.
▪ Cóclea.
▪ Histogénesis de la
cóclea.
▪ Formación de las fibras nerviosas
sensoriales.
Laberinto óseo.
▪ Osificación.
▪ Histogénesis de la cápsula
ósea.
▪ Fissula ante fenetram.
Embriología de los espacios
perilinfáticos.
LABERINTO MEMBRANOSO
Placoda auditiva.
La primera manifestación embrionaria del desarrollo del
órgano auditivo en el hombre es la
formación de la placoda auditiva. Esto ocurre hacia
la 3ª semana (día 18), cuando a cada lado del
embrión, en la región rombencefálica, por
encima del primer surco branquial, comienza a formarse un
engrosamiento en el ectodermo que corresponde a la misma. Este
primordio auditivo va a ser el origen del oído
interno.
La formación de la placoda, así como su
posterior desarrollo, están determinados por una serie de
factores o mecanismos de inducción que van a ejercer su acción
simultánea o sucesivamente. La inducción primitiva
procederá del cordón mesoblástico anterior,
ejerciendo una inducción secundaria el
rombencéfalo. Cualquier fallo en esta inducción se
traducirá en malformaciones del oído interno.
Por acción de los factores inductores, la
proliferación celular de la placoda es más intensa
en su cara interna que en su cara externa, e igualmente, es mayor
en el centro que en la periferia, lo que hace que la placoda
comience a invaginarse enseguida. Al invaginarse va tomando forma
de una depresión
ectodérmica o fosita: fosita auditiva o fosita
ótica. La fosita se va cerrando y da lugar a la
vesícula auditiva u otocisto, constituida
por una minicavidad que poco a poco se queda aislada del
ectoblasto superficial por su invaginación activa y se va
sumergiendo en el mesénquima que llega a rodearla
totalmente. Esto ocurre a los 25 días en un embrión
de unos 5-6 mm.
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