I. INTRODUCCIÓN
Gracias a la naturaleza,
que ha dotado al hombre con las
características necesarias; podemos procrear. La
existencia de la persona humana
comienza desde su concepción, es decir, desde el instante
en que el espermatozoide humano penetra el óvulo humano y
lo fecunda, momento en que comienza el conjunto de
fenómenos biológicos que conducen a la singamia
(unión de los pronúcleos masculino y femenino)
donde queda definitivamente organizado el genoma propio de cada
ser humano, el que es inalterable. En la unión del
óvulo con el espermatozoide queda establecida la naturaleza
humana del nuevo ser y en ese mismo momento se establece,
también, el sexo
genético. "Desde el momento que el óvulo es
fecundado, se inaugura una nueva vida que no es la del padre ni
la de la madre, sino la de un nuevo ser humano que se desarrolla
a sí mismo…". Es debido a esto que la fecundidad ha
sido siempre un don propio de la mujer; por esta
razón, siempre que no se conseguía la
gestación tan deseada era la mujer la
culpable de la infertilidad. Pero hay quienes no llegan a
reproducirse, ya sea por opción propia o por impedimentos
físicos.
Son estos últimos casos los que, de alguna manera, han
motivado a los científicos a desarrollar nuevas técnicas
de reproducción. Estos nuevos procedimientos
corresponden a la Fecundación Artificial.
El mismo hecho de ser estéril conllevaban a
parejas que deseaban tener hijos a la adopción
como única alternativa para formar una verdadera familia, que es
el núcleo central de la sociedad; hoy
en día, y con el avance de la medicina en
este campo, hablamos de pareja como una unidad con capacidad
gestatoria, debido a que a través de nuevas
técnicas de reproducción pueden llegar a tener
hijos sin necesidad de adoptarlos y que éstos sean
genéticamente idénticos a ellos mismos.
Debido a esto tocaremos a continuación el tema de la
fecundación artificial como un método que
es de gran ayuda a personas que no pueden tener hijos en forma
natural y que permite a algunas parejas formarse como
familias.
II. HISTORIA
La aplicación de la técnica de
fecundación extracorpórea al hombre se
presentó a la opinión
pública con ocasión del nacimiento, en julio de
1978, de la primera mal llamada "niña probeta" como un
éxito
tecnológico conseguido por los doctores R. Edwards y
P. Steptoe. El alarde publicitario de este hecho no fue bien
recibido en los medios
científicos en donde en un principio se rechazó la
publicación ya que se consideró que estas
técnicas habían sido utilizadas desde hacia
tiempo, con
pequeñas diferencias en animales y por
tanto no aportaban nada nuevo a la ciencia.
Posteriormente en la publicación del trabajo se dio
a conocer que Louise Brown nacía tras más de 100
intentos fallidos en los que vidas iniciadas "in vitro" no
consiguieron alcanzar su completo desarrollo
embrionario. La doble finalidad de estos trabajos, que era
por un lado la de investigar y por otro aportar un sistema que
permita la maternidad en mujeres con esterilidad, quedaron
explícitamente expuestos por Edwards en los comienzos del
desarrollo de
esta técnica.
Durante estos últimos años se han ido
desarrollando métodos
artificiales de concepción basados en estas dos
técnicas, y se han presentado como soluciones
para vencer la esterilidad, aunque lógicamente ninguna de
ellas la cura. Existen, sin embargo, soluciones para eliminar la
esterilidad en algunos casos, que permiten, por tanto, la
posibilidad de una concepción natural posterior; la
microcirugía de trompas, tiene actualmente el mismo
índice de éxito que la fecundación "in
vitro"; pero los esfuerzos de la práctica y de la
investigación médica y biomédica se han
centrado casi en exclusiva en el desarrollo de los métodos
artificiales de fecundación más que en conocer con
profundidad y conseguir la eliminación de estos tipos de
defectos que producen esterilidad.
Los continuos abusos que se han producido en la
práctica de la fecundación artificial y el
desconcierto ante derechos y deberes en este
"negocio atípico" donde intervienen padre y madre
biológicos, equipo biomédico, madre
fisiológica, y la posibilidad de hacer contratos de
"compra-venta" de gametos
y de embriones, etc. ha dado lugar a que en muchos países
se haya pedido ya, y con urgencia, una legislación.
Elisabeth Panthon en 1982, examinaba los problemas
plantados en torno a la
fecundación "in vitro" y a la congelación, para
fines diversos, de los embriones obtenidos por fecundación
en el laboratorio.
Señaló la necesidad de plantear desde el aspecto
jurídico la solución a "casos" que podían
darse, dado que los embriones congelados pueden ser vendidos, o
implantados a fin de continuar su desarrollo en una mujer
diferente de la donadora del óvulo, o dejarse durante
bastante tiempo en congelación antes de implantarlos en
útero, etc. Entre los "casos" a decidir planteaba, por
ejemplo, el de a quién pertenece el niño nacido en
el supuesto de conflicto
entre la madre biológica y la madre "uterina"; o el de si
existe derecho a reclamar la herencia paterna
por parte del nacido, años después de la muerte de su
padre, etc.
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