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La cuestión del otro en la construcción historiográfica de la frontera (Argentina) (página 2)



Partes: 1, 2

Los trabajos que se proponen dentro de la elaboración
historiográfica son más atentos a las
particularidades de las sociedades
indígenas para realizar un análisis de la temática de la
frontera. El
artículo de Martha Bechis, titulado "Fuerzas
indígenas en la política del siglo
XIX", publicado en 1998, se encuentra incluido en un libro que
aborda el problema de los caudillismos rioplatenses. En su
artículo Bechis relaciona a las sociedades
indígenas con los conflictos
bélicos que generó la construcción de la sociedad y
el Estado
argentino.[11]  Otro artículo que se
puede citar es el de Daniel Villar y Juan Francisco
Jiménez (en adelante Villar- Jiménez) publicado en
el año 2003 en una trabajo
conjunto que atiende en general a abordar  el estudio de las
fronteras  hispanocriollas del mundo indígena
latinoamericano en los siglos XVII- XIX. Desde la perspectiva de
estos autores, las sociedades indígenas son entendidas en
su composición y sus relaciones (acento particular a los
conflictos bélicos interétnicos) de una forma
más compleja que las presentadas por los autores
tradicionales.

 También se incluirá en el análisis
el trabajo de
Silvia Ratto, denominado  "Cuando las `fronteras´ se
diluyen. Las formas de interrelación blanco- indias 
en el sur bonaerense", artículo que también fue
publicado en el año 2003, en la obra de
compilación  en la que se incluye el artículo
anteriormente citado de Villar-Jiménez. El tema que
estudia es la frontera como espacio social y sitúa su
análisis en el período rosista, y en las luchas de
los caudillos, la puja entre unitarios y federales, y en ella el
papel de las sociedades indígenas.

Ahora se profundizarán sus concepciones acerca del
"otro" indígena, que explicita o
implícitamente  tienen estos autores.

Se ha indicado el caso de Walther y de Lynch, exponiendo que
sus  concepciones  parten de una visión
tradicional del indígena. Mencionan la idea  del
indio como "salvaje", dice Walther: "En lo relacionado con
el  aborigen  se procuró […] tratarlos
con dulzura y justicia, para
borrar  los sangrientos recuerdos anteriores y que…
se pudiera convivir en paz y que los indios  dejaran de
ser salvajes
…".[12] De acuerdo con
Lynch  "…los indios  de las llanuras
constituían diversas tribus, que abarcaban distintas
variantes de una misma cultura,
aunque no siempre la del salvaje
noble…"[13].

 Puede observarse que aunque la definición 
de Lynch se realice desde la negativa (no la del buen salvaje) la
imagen puede
resumirse, sin mucha diferencia, en la misma idea de Walther. El
indígena se presenta como la imagen de lo más
perjudicial dentro de la sociedad de la campaña, del
espacio fronterizo. Dice Walther que "…los indios con sus
feroces atropellos sembraban la ruina de los florecientes
establecimientos cuyos abnegados pobladores veíanse
resignados a perder  sus bienes y sus
seres más queridos, en medio de la
impotencia…"[14]. Los "atropellos" de los
indios son un mal que aflige a la
campaña.[15] Lynch incluye en su libro una
cita de un cónsul británico que describe una
incursión india,
resaltando que "… La ferocidad de los indios que matan a
todos los prisioneros varones y toman cautivos a mujeres y
niños…"[16].
También agrega que los indios constituyeron para las
estancias de frontera para sus hombres y mujeres, un problema de
inseguridad.[17]

En contraposición a estos planteos Mayo-Latrubesse,
observan que los malones no sólo eran ataques destinados a
atacar las estancias para destruir, matar o capturar a sus
ocupantes y robar sus bienes. [18]sino que
también "…eran operaciones
militares de represalia contra la sociedad hispanocriolla
destinadas a privarles de recursos[…] (y otras tenían el
propósito de) obligar a  aquella a negociar para
incrementar el comercio
indígena con el mercado
porteño…". Pero si bien manifiestan  un
conocimiento
más incluyente de los procesos
propios de la sociedad indígena[19], no
dejan  de ver a la figura indígena como el "problema"
de la sociedad criolla.[20]

 La concepción de economía depredadora de estos grupos
aborígenes que los libros de
Walther y Lynch mantienen, no se verifica en los otros trabajos
aquí presentados. El análisis  de la
economía  indígena manifiesta su complejidad,
abarcando una amplio espectro  de actividades. Dice Ratto
"… los encontramos en la vida diaria  fronteriza,
intercambiando activamente sus productos  con comerciantes  de
distintos puntos de la campaña … trabajando junto a
peones criollos…".[21] Martha Bechis 
analiza como al principio durante la colonia, el indígena,
que había sido cazador de guanacos, se hizo cazador de
vacas y caballos, luego se transformó en pastor de
ese  ganado amansado y de ovejas, e introdujo en
pequeñísima escala una
horticultura doméstica al principio del siglo
XIX.[22]

También en el trabajo de Villar- Jiménez
donde  examinan los ciclos de las guerras
indígenas libradas para establecer hegemonía en la
región pampeana-  nordpatagónica
[23]puede reconocerse rasgos de la economía
pastoril y de los circuitos de
intercambio:

"… las luchas  que hoy nos proponemos
examinar  presentan la particularidad de que, aún
cuando su desarrollo no
amenazase de manera directa  a una frontera determinada, el
tener por objeto el control de
sectores e itinerarios vinculados con circuitos  de
intercambio, revistieron sin dudas interés
para hispano- criollos y criollos, dado que las áreas en
conflicto se
encontraban cercana a las rutas por las que circulaban, bienes y
personas entre las distintas dependencias coloniales,
áreas en cuyo interior, por otra parte, se verifica un
tráfico intra- étnico activamente orientado al
comercio fronterizo[…]  ese gigantesco entramado
relacionaba la cuidad de Buenos Aires,
campaña y frontera bonaerense y llanura herbácea
del Este, Mamuil Mapu, los ríos importantes  y los
territorios  ínter y peri fluviales, las fronteras
cordobesa, puntana, araucanía y los mercados de
Chile…"[24] 

Además, se puede plantear que estos autores entienden
la sociedad aborigen desde  sus mecanismos y realidades,
incluyendo el malón, por ejemplo, dentro de los patrones
de violencia
tradicionales[25]. Martha Bechis analiza  las
características de las fuerzas  armadas
indígenas  pampeanas durante el siglo XIX, y cuando
incluye el malón dentro del análisis, lo define
como una empresa
económica  en todo el sentido del
término[26]. Además, puntualiza:

"… la apropiación  individual de lo
capturado, ya fueran personas, animales u
objetos constituían la única remuneración
del soldado indio. Esos bienes podrían o no entrar en los
circuitos de intercambio  a los tres niveles: tribal,
intertribal e interétnico. Las autoridades 
nacionales no podían  controlar el intercambio
fronterizo con militares, simples civiles, empresarios
estancieros o comerciantes… (que compraban) los bienes
apropiados por el malón…"[27]

Por ejemplo, en su trabajo Silvia Ratto, articula la sociedad
aborigen con la sociedad criolla en su entendimiento del espacio
fronterizo[28], y  puntualiza su marco
teórico para el entendimiento de la sociedad
aborigen:

"…en el lado indígena, seguiremos el planteo de
lógica
mestiza de Gillaume Boccara según el cual la cultura de
los grupos indígenas es objeto de reelaboraciones de la
otra sociedad no debe entenderse como deculturización o
contaminación sino como una
incorporación creativa  de algunos elementos que
permite la reinterpretación  de la cultura
dominante…"[29]

Aquí se observa como también en los trabajos que
se han llamado más recientes intentan ver los mecanismos
que dentro de estas sociedades se alteran con el contacto con los
europeos y las sociedades criollas más tarde. Villar y
Jiménez, en su trabajo introducen  el concepto de
zona tribal  de Ferguson y Whitehead, para abordar la
cuestión de la guerra que es
el motivo de su artículo.[30] El concepto
de zona tribal debe aplicarse a  las aéreas donde se
verifican procesos de transformaciones y modificaciones de los
patrones de guerra, a raíz del contacto permanente de
sociedades nativas sin estado, con
sociedades estatales introductoras de nuevos bienes,
tecnologías y enfermedades.
[31] Además,  de alterar  la
forma en que la guerra se libraba, el contacto con los europeos
conduce a una intensificación de los conflictos o los
provoca en áreas donde no existían
anteriormente[32].

 Bechis señala en su artículo que aunque el
indígena  se aliaba y coparticipaba con los
federales, en sus conflictos con los unitarios " … no cede
sus reglas sino que pelea su guerra…".[33]
A esta conclusión llega cuando analiza  como en un
enfrentamiento  de los federales con los unitarios uno de
los indígenas rosistas, mata  a un unitario y
montando el caballo del enemigo "… `con silla y
pistoleras, corriendo y gritando: Matando
Huinca´…"[34]. El indio aquí
se refiere a su guerra, a su guerra íntima con el enemigo,
huinca; y no hace referencia a la división de lealtades
enfrentadas en la guerra civil.[35]

 Se aprecia como la interacción juega dentro de estas
concepciones del "otro" un papel fundamental para definir sus
características, e incluir los juicios que se puedan
realizar sobre las sociedades indígenas, incluidos los
malones que definen los autores Walther y Lynch. 

Luego de este desarrollo se puede ver como en  los
trabajos más recientes, se pasa por alto esa
enumeración de caracteres esencialistas que sí se
realizaban en los estudios tradicionales.  De acuerdo con
Walther "…en sus peregrinaciones, estos sujetos, carentes
de todo sentimiento, desahogaban sus bárbaros instintos
vejando a los  pacíficos e indefensos pobladores
rurales…"[36] según Lynch los pampas
eran vistos por los blancos como los indios más salvajes,
traicioneros y venales[37] "…su forma de
vida – es cierto- no era motivo de admiración…
Cuando no se hallaban cazando o combatiendo, los hombres pasaban
su tiempo
bebiendo, jugando y durmiendo…"[38]
Además en cada toldo o tienda vivían cinco o seis
familias "… amontonadas en la suciedad y la
enfermedad…"[39] También 
agrega que  son inseparables de su caballo  y que por
tanto andar en él, tienen la piernas
arqueadas[40]

Llama la atención como Lynch junta a los indios, con
los gauchos,
delincuentes y otros habitantes de la pampa que tenían
contacto con Rosas[41].  Parece ser que los
aborígenes junto con estos sujetos constituían la
marginalidad
en la campaña bonaerense. Puede verse como Walther analiza
las montoneras también como el refugio de toda clase de
sujetos enemigos del orden y de indios infieles y vagabundos.
[42]

 Los trabajos de Bechis, Villar- Jiménez y Ratto,
al desatender la etapa de descripción, manifiestan claramente que
para ellos, la descripción no se corresponde con un
elemento de análisis. Así utilizan un enfoque
más relacional, de interacción entre las sociedades
indígenas y criollas. Ya se ha mencionado las
particularidades del trabajo de  Mayo y Latrubesse

La frontera en la
historiografía, su relación con la
concepción del "otro"

La historiografía tradicional concibe la
frontera como una línea interior[43], una
línea que dividía  la civilización de
la barbarie[44]el territorio más
allá de la frontera es un desierto.[45]Sus
análisis, atienden hacia los fortines, las misiones, los
fuertes "…que jalonaban la frontera con el
desierto…"[46]; además de  los
conflictos, las expediciones militares, y las incursiones
indígenas.

Pero la imagen del desierto se contrapone a la
realidad geográfica y humana de la campaña
bonaerense. En el aspecto geográfico, los ricos y variados
paisajes de la pampa  no son los de un desierto, con su
pobreza de
vida animal, vegetal y la sequía de sus suelos. Y,
además, en el aspecto humano ese territorio estaba
habitado y por un número importante de poblaciones
de  indígenas.

Al reducir la frontera al tema de la guerra, esta
se justifica por la oposición "civilización
barbarie" que los autores proponen. Dice Walther
"…incorporar al aborigen a los usos y costumbres de la
vida civilizada…"[47]

 Mayo – Latrubesse proponen en su libro, el
concepto de frontera de Turner, identificando tres aspectos que
consideran necesarios para el desarrollo de su estudio, como
rasgos definitorios para el análisis de la frontera
bonaerense:

"…Como Turner, entendemos la frontera como
el borde exterior del asentamiento, el límite externo de
la ocupación … Es también lugar de encuentro
de dos culturas: la indígena  y la hispano
criolla… (y) Por fin, la frontera es un área de
tierras libres en continuo receso…"[48]

Según Ratto, …"en los trabajos de
Turner, surge una nueva definición  al hacer
referencia a un espacio habitado, al `borde exterior de la ola
´ de poblamiento…"[49] por eso en el
análisis de Mayo- Latrubesse, no se incluye al aborigen en
interacción con la sociedad criolla, porque su trabajo se
encuentra centrado en los aspectos hispanos de
expansión.

Los  trabajos de la última
década tienen, una visión diferente acerca de la
frontera, no como límite o separación sino como un
área de interrelaciones entre las dos sociedades, dando
lugar a procesos económicos, sociales, políticos y
culturales. Nuevamente Ratto nos plantea "…en las investigaciones
más recientes sobre las sociedades indígenas
existe…un consenso con respecto a la
caracterización de la frontera como un espacio social de
complejas interrelaciones entre los grupos en
contacto…".[50] En cuanto a al
cuestión del otro se puede establecer una relación
con estos planteos de la frontera ya que mantienen como elemento
principal de análisis  la situación
relacional.

Conclusión

Luego de haber realizado este trabajo se pueden resumir de la
siguiente manera los resultados obtenidos.

La división historiográfica que se ha
establecido, ha demostrado ser de mucha utilidad
metodológica al abordar la categoría frontera y la
variable propuesta que era la cuestión del "otro".
Igualmente en cuanto a esta última cuestión, se ha
dejado de lado parte de la  propuesta que se
establecía con Ratto en el comienzo del trabajo, acerca
del "otro" dentro de la historiografía  sobre el
mundo rural, por lo que el análisis tuviera que haberse
extendido hacia la imagen que de la sociedad criolla manifestaban
los trabajos, considerados más recientes. Queda como tema
propuesto para un análisis posterior.

En cuanto al resultado del análisis realizado a lo
largo de estas páginas, se puede decir que en el intento
por demostrar la relación que existe entre la
categoría analítica elegida y la variable
utilizada, se ha manifestado una relación directa entre
estas dos concepciones.

Se pueden resumir los resultados de la siguiente manera:

Primero, dentro de la historiografía tradicional, la
frontera  se concibe como una línea  que
representa el límite de la civilización. En
contraposición a esta civilización, se encuentra la
barbarie, el indio, le salvaje. La representación pasa por
la enumeración de caracteres  esencialistas.
Además, también se incluyen en este
análisis, la imagen de la campaña y del territorio
habitado por los aborígenes como un desierto, sobre el
cual las poblaciones criollas debían avanzar para
establecer la civilización.

 En segundo lugar se ha atendido la situación
considerada intermedia dentro de la historiografía,. Esta
propone la concepción turneriana acerca de la frontera
como el último jalón de la ola de poblamiento de la
sociedad criolla. Aquí el indio se incluye como factor
atendible en cuanto condiciona el avance de este poblamiento, y
se realizan algunas descripciones someras acerca de su
sociedad.

Por último se han presentado tres artículos, que
representan la líneas de investigación más recientes. En
ellos la frontera se considera un espacio de interacción
entre las dos sociedades, la indígena y la hispano
criolla. La sociedad aborigen se encuentra descripta desde sus
caracteres tradicionales, que atienden a estudios
etnográficos, y, además, se incluyen, las
adaptaciones que estas sociedades realizaron por el contacto con
la sociedad criolla. En comparación con la visión
tradicional acerca de la frontera, no atienden a las
descripciones esencialistas del aborigen, porque no representa
para ellos un elemento de análisis

 Se considera preciso, abordar los sujetos sociales, de
la historia, dentro
de su propia historicidad y, además, atendiendo a los
factores de interacción con las demás sociedades.
Se puede entender desde el "otro" las realidades en las que
éste se posiciona, al realizar lo que quizás para
un nosotros, resulta extraño, hasta temible. No es
objetivo mirar
desde el nosotros, juzgando estas actitudes. Los
historiadores que se han considerado tradicionales, no hacen
más que justificar la acción
de exterminio y sujeción que las sociedades
hispanocriollas realizaron sobre las sociedades
aborígenes. La historia social se muestra
más comprensiva hacia las realidades de la propia cultura
aborigen, ya que construye desde la historicidad, para luego
escribir acerca de la historia de estas sociedades.

Bibliografía
Consultada

BECHIS, M "Fuerzas indígenas en la 
política criolla del siglo XIX" En: GOLDMAN, N. Y R.
SALVATORE. ( Comp. )  Caudillismos Rioplatenses, Nuevas
miradas a un viejo problema
. Buenos Aires, Eudeba, 1998. Pp.
293-317

LINCH, J. Juan Manuel de Rosas 1829-
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MANDRINI, R. J.  "Indios y fronteras en el área
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MAYO, C. Y A. LATUBRESSE. Terratenientes, soldados y
cautivos. La frontera 1736- 1815
. Buenos Aires, Editorial
Biblos, 1998. Pp. 15. -64

RATTO, S. " Cuando las `fronteras´ se diluyen. Las
formas de interrelación blanco- indio en el sur 
bonaerense" En: MANDRINI, P. Y J. C. PAZ (comp.). Las
fronteras hispano criollas del mundo indígena
latinoamericano en los siglos XVII y XIX
 
Neuquén/Bahía Blanca/Tandil, Centro de Estudios de
Historia Regional/ Univ. Nac. Del Comahue, Departamento de
Humanidades/ Univ. Nac. del Sur, Instituto de Estudios
Históricos- Sociales/ Univ. Nac. del Centro de la Prov. de
Buenos Aires, 2003. pp.199-232.

VILLAR, D. Y J. F. JIMENEZ. "La tempestad de la guerra:
conflictos indígenas y circuitos de intercambios.
Elementos para una periodización (Araucanía y Las
pampas, 1780-1840) En: MANDRINI, R. Y J. C. PAZ (comp.) Op. Cit.
pp123-171.

WALTHER, J. C. La Conquistadel desierto.
Buenos  Aires, Eudeba, 1986. Cap. VI. Pp. 125-190.

Biografía del autor

María Fernanda Comas: Argentina, nacida en la ciudad de
Balcarce provincia de Buenos Aires el 14 de octubre de 1983.
Estudió Profesorado en Historia en la Facultad de
Humanidades de la Universidad
Nacional de Mar del Plata, carrera de la que se recibió en
septiembre del año 2006. Participó en el Grupo de
investigación denominado Grupo de Investigación en
Historia Rural Rioplatense (GIHRR), durante el período
2005- 2007. Actualmente colabora con el desarrollo de las
investigaciones en el Museo Histórico Municipal de
Balcarce, abocada a la tarea junto con los demás miembros
de la publicación de un tercer tomo sobre Historia de
Balcarce. Participó en varias jornadas de exposición
de trabajos y en seminarios de capacitación. Se encuentra abocada a la
realización de su tesina de licenciatura.

 

 

 

 

Autor:

Comas, María Fernanda[51]

[1] RATTO, S. "Cuando las `fronteras´
se diluyen. Las formas de interrelación blanco- indio
en el sur  bonaerense" En: MANDRINI, P. Y J. C. PAZ
(comp.). Las fronteras hispano criollas del mundo
indígena latinoamericano en los siglos XVII y
XIX
  Neuquén/Bahía Blanca/Tandil,
Centro de Estudios de Historia Regional/ Univ. Nac. Del
Comahue, Departamento de Humanidades/ Univ. Nac. del Sur,
Instituto de Estudios Históricos- Sociales/ Univ. Nac.
del Centro de la Prov. de Buenos Aires, 2003. p.201

[2] WALTHER, J. C. La
Conquista
del desierto. Buenos  Aires, Eudeba,
1986. Cap VI. Pp. 125 y sigs.

[3] IDEM, p. 126

[4] IDEM, p 130

[5] IDEM, p.157

[6] IDEM, p. 141

[7] IDEM, p. 165

[8] IDEM. P. 188

[9] LINCH, J. Juan Manuel de Rosas 1829-
1852.
Buenos Aires, Emecé editores, 1984. Cap. 1,
p. 24

[10] IDEM p.25

[11] BECHIS, M "Fuerzas indígenas en
la  política criolla del siglo XIX" En: GOLDMAN,
n. Y r. SALVATORE. (comp.)  Caudillismos Rioplatenses
, Nuevas miradas a un viejo problema
. Buenos Aires,
Eudeba, 1998. p. 293

[12] WALTHER, J. C. Op. Cit., p125 la
cursiva es nuestra

[13] LYNCH, J. Op. Cit, p 25

[14] WALTHER, J.C. Op. Cit., p 157

[15] IDEM. p.188

[16] LYNCH,J. Op. Cit. p.25

[17] IBID

[18] WALTHER, J.C., Op. Cit. p. 188

19  Véase el análisis
que los autores realizan del proceso de
araucanización. MAYO, C. Y A. LATUBRESSE.
Terratenientes, soldados y cautivos. La frontera 1736-
1815
. Buenos Aires, Editorial Biblos, 1998. P.22

[20] IDEM, p. 28

[21] RATTO, S. Op. Cit. p 226 

[22] BECHIS, M. Op. Cit. p. 314

[23] VILLAR, D. Y J. F. JIMENEZ. "La
tempestad de la guerra: conflictos indígenas y
circuitos de intercambios. Elementos para una
periodización (Araucanía y Las pampas,
1780-1840) En: MANDRINI, R. Y J. C. PAZ (comp.) Op. Cit. p.
123

[24] IDEM, pp. 132-133

[25] IDEM. p 127

[26] BECHIS, M. Op. Cit. p 313

[27] IBID

[28] RATTO, S. Op. Cit. pp. 200-201

[29] IDEM, p 201

[30] VILLAR, D. Y J. F. JIMENEZ. Op. Cit. p
128

[31] IBID

[32] IDEM, p. 129

[33] BECHIS, M. Op. Cit. p 303

[34] IDEM, pp. 302-303

[35] IBID

[36] WALTHER, J. C. Op. Cit. p 142

[37] LYNCH, J. Op. Cit. p 26

[38] IBID

[39] IBID

[40] IDEM, p 25

[41] IDEM pp. 45  y 50

[42] WALTHER, J.C. Op. Cit, p .141.

[43] IDEM, p 146, 160

[44] IDEM, p 188

[45] DEM, p 181

[46]IDEM, p. 131

[47] IDEM, p. 187

[48] MAYO,C. Y A. LATRUBESSE, Op.cit. p
16

[49] RATTO, S. Op. Cit. p 199

[50] IDEM, p 200

[51] Profesora de Historia, recibida en la
Universidad Nacional de Mar del Plata en el año
2006.

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