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Globalización y desigualdad: el "dogma" que no fue (página 4)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Se destacan en rojo los resultados de una distribución de la riqueza cuya
variación (crecimiento) en el período 1976-2002, ha
sido inferior a la media (Top 25%, 5,63%; Top 50%, 2,17%), y el
incremento del Coeficiente de Gini, en el mismo
período.

Se destacan en verde los resultados de una distribución
de la riqueza cuya variación (crecimiento) en el
período 1976-2002, ha sido superior a la media (Top 1%,
14,29%; Top 2%, 14,81%; Top 5%, 18,42%; Top 10%, 14%).

En lo que respecta a la distribución de la renta, el
examen de la Tabla permite concluir que tanto Francia como
Alemania han
reducido globalmente la desigualdad en la distribución de
la renta desde finales de los años 70. En ambos casos, se
produce una reducción significativa del Índice de
Gini. No obstante, cabe realizar algunas observaciones. En primer
lugar, Alemania presenta menores índices de desigualdad
que Francia tanto al comienzo como al final del período.
En segundo lugar, el hecho de que la reducción de la
desigualdad haya sido más intensa en la economía francesa no le ha permitido
alcanzar los índices de desigualdad de la economía
alemana. En tercer lugar, mientras que el proceso de
reducción de la desigualdad parece haberse producido en la
economía francesa, en lo fundamental, en los años
90, la economía alemana realizó un gran esfuerzo de
reducción de la desigualdad en los años 70, que
luego se vio corregido en los años posteriores.

En particular, tras la reunificación alemana de 1990 se
produjo un incremento de la desigualdad, continuando la tendencia
que ya venía produciéndose desde antes de la misma,
que se corrige después de 1994. Lo cierto es que la
economía alemana presenta en el año 2000 unos
niveles de desigualdad mayores que los que presentaba en el
año 1981.

Por otra parte, la reducción que muestra el
Índice de Gini no se aprecia en la evolución de los percentiles de renta, lo
que se considera un claro indicativo del exiguo tamaño de
la mencionada reducción. Así, tanto en el caso
francés como en el caso alemán, los percentiles de
renta considerados son, por lo general, muy ligeramente
inferiores en 2000 con respecto a los valores de
comienzo de período, eso cuando se produce un incremento
como ocurre en el caso del percentil 90/10 en el caso
alemán. En cualquier caso, no debe menos preciarse el
tamaño de la reducción de la desigualdad en estos
años para ambas economías, puesto que los datos de la OCDE
muestran que el promedio de los países que integran dicha
organización han experimentado un ligero
aumento de la desigualdad en los años 80 y 90.

Con respecto a España, se
puede observar que, en las últimas tres décadas, la
desigualdad ha disminuido significativamente como muestra el
menor valor del
Índice de Gini en 2001. el ratio de rentas excluyendo los
extremos inferior y superior de la distribución de rentas
(P90/P10 y P80/P20) proporciona la misma evidencia. Sin embargo,
el Índice de Gini sugiere un cambio en la
tendencia hacia una mayor equidad desde
principios de
los noventa, corroborado por el aumento en el cociente entre
nivel de ingresos que no
supera el 90% de la población y la mediana de los mismos.

A pesar del proceso de reducción de la desigualdad, la
distribución de la renta continúa siendo poco
equitativa cuando la comparamos con los países de la UE e
incluso de la OCDE.

Se destacan en color rojo el
Índice de Gini o Percentiles (90/10, 90/50, 80/20) que
resultan desfavorables en la comparación del año
base con el año más reciente.

Se destacan en color verde el Índice de Gini o
Percentiles (90/10, 90/50, 80/20) que resultan favorables en la
comparación del año base con el año
más reciente.

Los datos de la OCDE muestran que el promedio de los
países que integran dicha organización ha
experimentado un ligero aumento de la desigualdad en los
años 80 y 90.

Se destacan en color rojo los países miembros de la
OCDE cuyo Índice de Gini tiene una evolución de la
desigualdad desfavorable en la comparación del
período bajo análisis (Mediados 90s y 2000).

Se destacan en color verde los países miembros de la
OCDE cuyo Índice de Gini tiene una evolución de la
desigualdad favorable en la comparación del período
bajo análisis (Mediados 90s y 2000).

En la siguiente Tabla se presentan los valores de
pobreza en los
países miembros de la OCDE, medidos como el 50 y el 60 por
ciento de la mediana de la renta.

Se destacan en color rojo los países miembros de la
OCDE cuya tasa de pobreza, medidos como el 50 o el 60 por ciento
de la mediana de la renta es superior al Promedio de la OCDE.

Se destacan en color verde los países miembros de la
OCDE cuya tasa de pobreza, medidos como el 50 o el 60 por ciento
de la mediana de la renta es inferior al Promedio de la OCDE.

En la Tabla 13 (presentada en la siguiente página) se
realiza un estudio comparativo del Índice de Gini y el
Porcentaje del ingreso o consumo (10%
(20%) más bajo; tercer 20%; 10% más alto) en los
países miembros de la OCDE, en tres períodos de
encuesta
(año 2000, o más cercano al año 2000;
año 1990, o más cercano al año 1990;
año 1980, o más cercano al año 1980), a
partir de la información disponible (más
actualizada posible) en diferentes bases de datos de
Organismos Internacionales.

Se destacan en color rojo aquellos resultados que en la
última encuesta disponible empeoran el Índice de
Gini o los Porcentajes del ingreso o consumo, de las encuestas
anteriores.

Se destacan en color verde aquellos resultados que en la
última encuesta disponible empeoran el Índice o los
Porcentajes del ingreso o consumo, de las encuestas
anteriores.

En la Tabla 14 (presentada en la subsiguiente página)
se efectúa un análisis de la Pobreza humana
y de ingresos en los países miembros de la OCDE, para los
años 1997 y 2005. Se presentan datos sobre el porcentaje
de población que vive bajo el umbral de la pobreza (IPH-2,
50% de la mediana del ingreso, US$ 11 al día y US$ 4 al
día y US$ 14,40 al día, por falta de otro
dato).

Se destacan en rojo aquellos resultados que en la
última encuesta disponible empeoran el resultado de
anteriores encuestas.

Se destacan en verde aquellos resultados que en la
última encuesta disponible empeoran el resultado de
anteriores encuestas.

Las Tablas que siguen (15, 16 y 17) representan una
formulación abreviada de las publicadas por OECD Economic
Department (Working Paper Nº 500), en el Informe
títulado: "Labour Market Performance, Income Inequality
and Poverty in OECD countries", cuyos autores son: Jean-Marc Burniaux,
Flavio Padrini y Nicola Brant, presentado el 17 de julio de
2006.

En las mismas se mantiene el idioma original de la fuente
(inglés)
para evitar problemas de
interpretación.

Las diferentes fuentes de
información utilizadas (Sources) en el Working Paper
son: Föster and Mira d"Ercole (2005), Luxembourg Income
Study (LIS) data set, European Community Household Panel (ECHP)
data set and Cross National Equivalent Files (CNEF) data set.

Cuando se utilizan los signos + o –
significa que la desigualdad aumenta o disminuye en todas las
fuentes e
índices mencionados disponibles.

Cuando se utilizan los signos (+) o (-) significa que la
desigualdad aumenta o disminuye para la mayoría de las
fuentes e índices mencionados disponibles.

Cuando se utiliza el signo (=) significa que los resultados
son contradictorios o constantes a través de las fuentes o
índices mencionados disponibles.

Se destacan en rojo aquellos los resultados + y (+) que
representan un aumento de la desigualdad.

Se destacan en verde aquellos los resultados – y (-) que
representan una disminución de la desigualdad.

En la siguiente Tabla extraída del Working Paper (OECD
Economic Department), mencionado anteriormente, se presenta el
tiempo que se
demora en salir de la pobreza partiendo del año 1995, en
algunos países seleccionados.

Se destacan en rojo aquellos resultados que están por
encima de la media (más desfavorables), de los
países de la Unión Europea.

Se destacan en verde aquellos resultados que están por
debajo de la media (más favorables), de los países
de la Unión Europea.

En la siguiente Tabla extraída del Working Paper (OECD
Economic Department), mencionado anteriormente, se presenta la
"movilidad" de los ingresos y la consiguiente posibilidad de
salir de la pobreza medida entre 1994 y 1995, en algunos
países seleccionados.

Se destacan en rojo aquellos resultados que están por
encima de la media (más desfavorables), de los
países de la Unión Europea.

Se destacan en verde aquellos resultados que están por
debajo de la media (más favorables), de los países
de la Unión Europea.

En el Apartado: La "doctrina" de la "flexiseguridad" (sense
and sensibility)
, decía:

Otro artículo periodístico viene en mi ayuda (la
hemeroteca, estúpido, la hemeroteca…), en el cual
se reproduce una entrevista al
ministro de Empleo de
Dinamarca, país que exhibe la tasa de paro
más baja de toda la UE: un 3,7%. Su "secreto" se llama
"flexiseguridad", un sistema que
combina el "despido libre" con la máxima protección
social. El resultado es que el 75% de los parados vuelve a
trabajar en menos de un año, según relata Claus H.
Frederiksen, que enfatiza: "La "flexiseguridad" consiste en
proteger a las personas, no los puestos de trabajo".

El Mundo (24/6/07):

"Entrevista a Claus H. Frederiksen, ministro de Empleo de
Dinamarca"

"Dinamarca disputa a suecia el honor de ser el país con
los impuestos
más altos del planeta. Pero eso no significa derroche
gubernamental. El despacho del ministro Claus Hjort Frederiksen
es un homenaje al sufrido contribuyente. No hay tapices ni pan de
oro como en
algunos ministerios
españoles. Los muebles (apenas una mesa de despacho y otra
de reuniones) parecen de Ikea. El ministro trabaja descorbatado y
en mangas de camisa. El sentido práctico nórdico
abruma.

Pregunta (P).- Usted es el ministro con la tasa de paro
más baja de Europa. Un 3,7% y
entre la gente joven un 2,1%. ¿Cómo lo ha
hecho?

Respuesta (R).- Tenemos un mercado laboral flexible.
Los actores del mercado laboral negocian con muy poca
interferencia del Estado. No
tenemos legislación que fije horarios de trabajo, ni cosas
por el estilo. Por fortuna, los agentes sociales se han
comportado siempre con mucha responsabilidad.

(P).- Pero en los años 90 tenían un 12% de paro.
Esta reducción no puede ser sólo fruto de los
acuerdos de los agentes sociales…

(R).- El sistema de negociación es tripartito. Estos
últimos años hemos creado un fondo para afrontar el
impacto de la
globalización que llamamos "de aprendizaje de
por vida" (lifelong learning), por el que un empleador paga una
cantidad anual por cada trabajador que, en cualquier momento,
puede tomar cursos o estudiar otra profesión con cargo a
ese fondo sin que sus ingresos se resientan. Esta iniciativa es
una muestra de la actitud de los
sindicatos,
que han preferido concentrarse en los ingresos o en las
pensiones, pero no han luchado por establecer barreras. Nuestro
sistema permite despedir gente de un día para otro o con
un costo muy bajo
para el empleador. Esto significa que los empresarios no temen
contratar cuando necesitan gente porque pueden prescindir de ella
con facilidad…

(P).- ¿Eso es lo que llaman "flexiseguridad"
(flexibilidad + seguridad)?

(R).- Esa es la parte flexible de la "flexiseguridad".
Después, el Estado
tiene la responsabilidad de garantizar los ingresos y la
cobertura social a quienes pierden su trabajo. El primer pilar de
la "flexiseguridad" es poder
contratar y despedir con mucha facilidad. El segundo es mantener
un elevado sistema de prestaciones
públicas para quienes se quedan sin trabajo. Y el tercero
es que el Estado gasta un montón de dinero en
educación
para que los desempleados vuelvan al trabajo.

(P).- ¿Qué tipo de cobertura social existe?

(R).- Si va al paro recibe el 90% de su salario como
máximo. Y puede tenerlo durante cuatro años.

(P).- ¿Cuánto tiempo está la gente que
pierde su trabajo en el paro?

(R).- Es difícil calcularlo, pero después de 12
meses, el 75% de los parados ha vuelto al trabajo. Puede ser que
en estos momentos ese porcentaje sea más alto aún.
En el primer año de paro usted puede tener hasta tres
mases de formación. Después, si sigue en el paro,
se le entrenará sólo en trabajos donde falte gente.
Tratamos de satisfacer el interés
del parado, pero hay gente que tiene expectativas muy poco
realistas sobre sus propias habilidades…

(P).- ¿La capacitación de los desempleados es
distinta de la política de "lifelong
learning"?

(R).- En parte, la filosofía es la misma, pero cuando alguien
va al paro recibe educación como parte del sistema de
protección al desempleado que paga el Estado. En cambio,
si ya tiene un trabajo y desea ir a la escuela o la
universidad, o
seguir determinados cursos, entonces está en el sistema de
"lifelong learning".

(P).- ¿Cuál es el espíritu del "lifelong
learning"?

(R).- Cuando las empresas textiles
cerraron en los años 80 por la competencia de
China y
Vietnam, se sabía que nunca volverían. Hubo que
entrenar a la gente en otros trabajos porque nunca
volverían al suyo original. La idea es que en estos
tiempos globalizados mucha gente no se jubilará en el
mismo oficio que estudió originalmente. En algún
momento tendrán que reeducarse. Y este fondo se
creó para que mantengan todo su salario mientras lo hacen.
La mayoría de las mejoras en la cualificación de la
gente va en interés de las empresas. Cuando compran nueva
tecnología, pagan por entrenar a su equipo.
Pero no cuando la gente quiere tener cualificaciones necesarias
fuera de la compañía. Hemos tratado de que no se
vea como un coste lo que es una inversión.

(P).- ¿Cuál es el precio de la
"flexiseguridad"?

(R).- Es muy caro. Muchos políticos europeos vienen a
estudiar el sistema y lo encuentran tremendamente interesante por
lo flexible, pero cuando hablamos de la parte de seguridad y de
las políticas
de educación, les cambia el semblante.

(P).- ¿La "flexiseguridad" funciona porque Dinamarca es
así o se puede exportar?

(R).- Hay dos maneras de ayudar a la gente a que tenga
trabajo. Podemos proteger los empleos haciendo muy difícil
y caro despedir a alguien. Éste es el caso en
España, en Francia, y de alguna manera en Alemania. Pero
en un mundo globalizado, donde la competencia es tan grande, es
imposible proteger un puesto de trabajo. En su lugar, hemos
decidido proteger los ingresos de la gente cuando está va
la paro.

Y el sistema se ha vuelto muy eficiente porque la gente no
teme perder o cambiar de trabajo. Entre un cuarto y un tercio de
la fuerza laboral
cambia de ocupación cada año. En ese sentido, los
daneses confían en que no caerán en la marginalidad.
Pero éste no es un sistema que nosotros hayamos inventado
para lidiar con la globalización, esto es un sistema que
evolucionó de una jubilación anticipada de 60 a 62
años y la edad general de jubilación de 65 a 67.
Este sistema será revisado cada 10 años por el
Parlamento que decidirá si se vuelve a incrementar la edad
de jubilación.

El segundo desafío es la Globalización. Para
ello creamos un consejo de la Globalización que
abordó otro problema: si la producción es más barata en China y
pedemos puestos de trabajo, ¿qué debemos hacer?
Elaboraron 350 propuestas, básicamente para mejorar
la
educación e innovación. El gobierno
trasladó un 1% del PIB desde
gastos sociales a
educación e investigación. Mediante este proceso se ha
alcanzado un consenso que ha hecho que un 70% de los daneses vea
la globalización como una oportunidad y no una
amenaza".

En el Apartado: Duda razonable, decía:

Debo reconocer que el planteo de la "flexiseguridad" en
versión danesa suena muy atractivo. Pero me sospecho que
resulte ser demasiado "escandinavo" para deducirse "adoptable" a
nivel europeo, y no digamos en "versión" inglesa
(¿no sé porqué los "excluyo" de Europa? Debe
ser el "inconsciente") o norteamericana.

Creo que en la Europa de los "mercaderes", y en los Estados Unidos de
"Wall Street", sólo "conjugarían" la parte del
"despido libre" (flexi) y lo demás (seguridad) lo
dejarían a más ver. Cuando la rentabilidad
de las empresas lo pueda soportar. Cuando el mercado lo permita.
Cuando la competitividad
lo resista… (y siguen los argumentos de "escape"). El
cielo puede esperar…

¿Cómo se puede conjugar la "flexiseguridad" con
las subidas de cotización en la Bolsa que tienen las
acciones de
una empresa
cuando anuncia una "reducción" de personal?

Así y todo (o, a pesar de todo), Bruselas aprobó
el 29/6/07 un informe que incluye recomendaciones pormenorizadas
para que cada Estado miembro mejore la calidad de su
empleo a través de la llamada estrategia de
"flexiseguridad" comunitaria, que Bruselas quiere empezar a
aplicar en 2008. El documento divide a los 27 en cuatro grupos,
según su tipo de mercado laboral, situando a España
junto a Italia y
Portugal.

En el caso español,
la CE aconseja aumentar la contratación indefinida, y es
que según los últimos datos de los que dispone el
Ejecutivo comunitario (del 2005) España sigue siendo el
país de la UE con una temporalidad más alta. Por
este motivo, se quiere que "el gobierno Español y los
actores sociales lleguen a consensuar una fórmula para que
los empresarios se sientan atraídos por llevar a cabo
contrataciones indefinidas".

Por otro lado, la CE busca que los trabajadores fijos
continúen formándose durante toda su vida laboral
para continuar siendo potencialmente "empleables" en sectores
donde la demanda de
mano de obra cualificada está en alza. Así, los
trabajadores estables de grandes empresas podrían
reincorporarse con más facilidad al mercado laboral en el
caso de que su anterior compañía cierre la
persiana.

Para implementar esta "flexiseguridad", Bruselas insiste en la
necesidad de mejorar el servicio de
las oficinas de empleo en España para que puedan llevar a
cabo "una gestión
más sofisticada del desempleo en
lugar de limitarse a publicar los puestos vacantes", según
explicaron estas fuentes.

La estrategia europea para aumentar la flexibilidad laboral y
la protección social, que depende de cada Estado miembro,
está dotada de más de 70.000 millones de euros
entre 2007 y 2013, además de beneficiarse de los Fondos de
Desarrollo
Regional Europeos.

Entre los principios marco aplicables en todos los
países de la UE están el equilibrio
entre derechos y
responsabilidades, el apoyo a la igualdad de
género
y la reducción de la brecha entre quienes tienen un
contrato
temporal y aquellos que lo tienen indefinido.

"La 'flexiseguridad' es la mejor opción para que los
europeos disfruten de un mayor nivel de seguridad en el empleo y
conseguir encontrar un empleo con facilidad en cada una de las
etapas laborales de su vida", afirmó en un comunicado el
comisario europeo de Empleo Vladimir Spidla.

Dinamarca es para la CE el país europeo de referencia
en materia de
protección y flexibilidad laborales, situándose en
el mismo grupo que
otros países del norte de Europa como Suecia o
Finlandia.

Así y todo (o, a pesar de todo), el 72 por ciento de
los europeos siente que "los contratos deben
ser más flexibles con el fin de conseguir crear más
empleo" y el 76 por ciento piensa que "el puesto de por vida es
una cosa del pasado", según los datos que publicó
la Oficina de
Estadística Comunitaria en otoño del
2006. Esta encuesta también reveló que un 88 por
ciento de los ciudadanos de la UE comparten la visión de
que el aprendizaje
continuo mejora las oportunidades laborales del trabajador.

España fue en 2005 el país de la UE donde se
firmaron más contratos por tiempo indefinido, un 33 por
ciento del total, el doble de la media europea, que se
calculó en un quince por ciento.

Si con un 15 por ciento de contratos firmados por tiempo
indefinido, los europeos están tan "conformes", como para
opinar en un 72 por ciento que "los contratos deben ser
más flexibles con el fin de crear más empleo",
estoy "casi presto" a devolver mi "diploma" en ciencias
económicas y si me apuran, hasta mi "ciudadanía" europea.

Entre el "salario del miedo" y la "sociedad de
los conformes", los europeos se han transformado en unos
individuos de "plastilina", debilitados, cansados, agotados,
mediocres, grises, adocenados, pastueños, insignificantes,
mezquinos, pasaderos…

¿Un regreso "voluntario" al medioevo? ¿Ha ganado
-por fin- el "mercado" la batalla?

¿Ustedes que opinan?…

Con estas "tragaderas", permítanme ustedes, conservar
cierta "duda razonable" sobre la "necesidad", primero, y
"posibilidad", después, de que las empresas europeas se
vean "conminadas" a adoptar el "modelo"
danés. Sobre Washington S.A "no comment".

En el Apartado: El "fin" de la historia y el último
hombre (de
clase media,
en los países ricos)
, decía:

Los que me "siguen de antes" (gracias y… perdón)
saben, también, lo mucho que me gusta hacer una lectura
"conspirativa" de la Historia.

¿Será porqué ya tengo más historia
que futuro? ¿Será por el "Cambalache" que nos da la
vida? ¿Será porqué siempre ha habido
"chorros, maquiavelos y estafaos"? ¿Será
porqué vivimos "revolcaos" en un merengue y en el mismo
lodo todos manoseados? ¿Será porqué hoy es
lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador? ¿Será porqué
¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que
un gran profesor. No
hay aplazados ni escalafón? ¿Será
porqué si uno vive en la impostura y otro roba en su
ambición, da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de
Bastos, caradura o polizón?… (partes de la letra del
tango
"Cambalache", escrito por Enrique Santos Discépolo en
1935).

En esa lectura "conspirativa" de la Historia, me animo a
compartir con ustedes mi versión sobre la
"Pasión y muerte de la
clase media en los países desarrollados".

  • En la economía global se ha multiplicado por cuatro
    la oferta
    global de mano de obra efectiva.
  • La ONU proyecta
    que la población en edad laboral aumente en el mundo un
    40% de aquí a 2050.
  • En las economías de los países desarrollados
    se ha producido una precarización del empleo,
    especialmente entre los más jóvenes y
    también entre los hijos de las clases medias con
    situaciones más fijas.
  • Actualmente asistimos a una proletarización
    económica de las clases medias. Mientras la conciencia
    mayoritaria es burguesa, conformista, consumista e
    individualista; la situación socio-económica es
    cada vez peor, un futuro nada halagüeño -más
    bien paupérrimo en todos los sentidos
    que conformará, modulará y establecerá las
    nuevas clases económicas.
  • Parece que la modernización basada en las exportaciones es inherentemente un juego de
    suma cero para la distribución de la renta en los
    países en desarrollo. Esto es, la mejora de las
    distribuciones en el empleo en un país conduce a una
    destrucción que no es especialmente creativa y a un
    empeoramiento de la desigualdad en el resto de los
    países, a través de la redistribución de
    los puestos de trabajo.
  • En una economía
    mundial liberalizada y globalizada, sólo una
    compresión en las estructuras
    de ingresos puede crear un contexto adecuado para que la
    igualación se imponga en la escena de desarrollo
    global.
  • La nueva pobreza no surge por cuenta de la
    explotación de la producción, sino por la
    exclusión de la producción. Quien todavía
    está empleado en la producción capitalista
    regular figura ya entre los relativamente privilegiados.
  • Se propaga el concepto del
    "Estado antisocial"; las asignaciones para formación y
    cultura,
    para el sistema de salud y numerosas otras
    instituciones públicas fueron cortadas.
    Se inicia la demolición del Estado social.
  • La privatización y la tercerización
    desvalorizan el "capital
    humano" de las calificaciones incluso en el interior de la
    parcela empleada y degradada en su estatus.
  • Jornaleros intelectuales, trabajadores baratos y
    empresarios de la miseria como los free-lance en los medios de
    comunicación, universidades privadas, despachos de
    abogados o clínicas privadas no son ya excepciones, sino
    la regla.
  • La pérdida del doble papel moderador que
    cumplía tanto del comunismo como
    del capitalismo
    más brutal y competitivo. Habría que
    añadir la incapacidad de la clase media para mantener un
    nivel óptimo de demanda adicional de bienes de
    consumo capaces de garantizar economías de escala.
  • Desaparecida la lucha de clases y globalizado el mercado,
    los productos se
    hacen infinitos e interclasistas. De este modo las empresas
    pueden recuperar en Brasil o China
    las ventas
    perdidas en Alemania o Italia.
  • En muchos países la difusión de productos y
    servicios de
    bajo coste, al aumentar el poder adquisitivo de los salarios,
    empieza a tener más peso que una reforma fiscal o que
    el "welfare" (bienestar).
  • Nos deslizamos, así, casi sin enterarnos, mucho
    más allá de la lógica -todavía clasista- del
    estado del bienestar, para dejar sitio a un universo humano
    flexible, descontractualizado, deseoso de ampliar al
    máximo las posibilidades de consumo. Un universo
    infraideologizado, decidido a procurarse bienes y servicios en
    el proveedor mundial que ofrece las condiciones más
    ventajosas, que pretende una menor mediación por parte
    de las instituciones tradicionales, religiosamente abierto,
    integrado en tiempo real con todos los canales de comunicación o de interacción y cada vez menos centrado en
    las tradicionales agencias de socialización, empezando precisamente por
    la
    familia.
  • Resulta muy difícil estar en sintonía con una
    sociedad que, acabada la historia y la economía de la
    materia, se libera de las limitaciones de la dimensión
    "contrarrevolucionaria" y de la elección delegada para
    hacerse preguntas sin límites,
    fluidas, apolíticas o geopolíticas, simplificadas
    y cínicas.
  • La clase media, aunque sin una razón de ser
    política -su papel de contención de los empujes
    revolucionarios de la clase obrera-, probablemente
    habría sobrevivido al transcurrir del tiempo si la
    razón que había favorecido su formación no
    se hubiera desintegrado como la nieve al sol. La sociedad
    intermedia representaba y representa el tipo ideal de consumidor
    de última necesidad, preparado para comprar cualquier
    producto que
    la oferta sea capaz de proponerle.
  • El matrimonio era
    perfecto: la industria
    concebía nuevos productos capaces de satisfacer
    necesidades a veces reales, a veces solamente latentes, y los
    presentaba a la voracidad de la clase media, preparada para
    representar el propio papel de consumidor obediente y poco
    selectivo. Así las empresas crecían y con ellas
    también la potencialidad de adquisición de la
    clase media. Una relación aparentemente indisoluble: por
    una parte, la clase media, al ahorrar, ponía gran parte
    del capital necesario a disposición de la industria
    material para poder ampliar la oferta; por otra parte, al
    consumir a manos llenas todo lo que podía,
    satisfacía sus deseos y se realizaba en el plano de la
    identidad de
    clase.
  • Un sistema con su equilibrio, capaz también de
    contener el empuje revolucionario de la minoría que
    estaba llamada a hacer funcionar esas máquinas: obreros que veían en
    cualquier caso crecer también su nivel de bienestar y
    que empezaban a tener la fundada esperanza de subir
    algún peldaño en la escala social, pasando de ser
    obreros a ser empleados.
  • Este sistema funciona mientras el escenario de acción e interacción permanece
    restringido al ámbito nacional o poco más. Cuando
    algunos aspectos de esta ecuación estallan o se ponen en
    entredicho en cuanto a su utilidad
    "superior", entonces también la clase media está
    obligada a encarar lo nuevo que avanza. Y en este caso lo nuevo
    ha avanzado con dos máscaras: la del triunfo de la
    economía de mercado y la del capitalismo sin
    fronteras.
  • La globalización ha provocado trastornos
    económicos y sociales que producirán "tres mil
    millones de nuevos capitalistas", como dice el eficaz eslogan
    convertido en el título del último libro de
    Clyde Prestowitz, gurú republicano del libre comercio
    (fue consejero del presidente Reagan y negociador de los
    acuerdos comerciales internacionales durante su mandato).
    Según Prestowitz (2005), las dinámicas actuales
    son hijas de la coincidencia de tres factores: la derrota del
    comunismo, que ha empujado a tres mil millones de chinos, rusos
    e indios al capitalismo (interpretado, además, de manera
    bastante "agresiva"); la revolución de Internet, que
    ha "anulado el tiempo"; y la difusión de la
    mensajería aérea de bajo coste -desde Federal
    Express a DHL-, que ha "anulado el espacio". El trabajo
    de estos enormes grupos de bajo coste se está utilizando
    en (casi) cualquier parte del mundo porque permite transferir
    rápidamente mercancías y prestaciones
    intelectuales con gravámenes insignificantes. Si Estados
    Unidos no espabila, China volverá pronto a ocupar un
    papel central, como en la época del Imperio Medio: hacia
    el año 2050 China superará a los Estados Unidos
    en renta nacional bruta (aunque, si se usa como medidor el
    poder adquisitivo, el adelantamiento podría cumplirse en
    2025).
  • Es precisamente este progresivo desplazamiento de los
    equilibrios de la demanda mundial hacia los países
    llamados emergentes lo que mina en la base los cimientos
    económicos sobre los que la clase media ha encontrado en
    los últimos siglos su estabilidad. Si la
    disminución de la demanda del "milieu" social
    francés está más que compensada por la
    capacidad de consumo de los neoacomodados indios, entonces,
    para quien invierte en el sistema productivo, la necesidad de
    una clase de consumidores occidentales con la cartera llena se
    convierte en un aspecto menos vital.
  • Son precisamente estos grupos de nueva demanda, que se han
    ido formando a partir de finales de los años setenta y
    que con el inicio del nuevo siglo han acelerado el paso para
    ganar papel y peso internacional, los que quitan, cada vez
    más rápidamente, el oxígeno necesario para alimentar la
    energía motora de la clase media occidental. No
    sólo porque contribuyen considerablemente a
    rediseñar las características de consumo mundial
    en términos de tipología y costes de los bienes y
    de los servicios, sino también porque se hace
    difícil imaginar la supervivencia de una clase media
    occidental o europea con las características de las
    últimas décadas cuando asoman al mercado mundial
    mil quinientos millones de nuevos trabajadores a bajo coste.
    Sujetos cada vez más escolarizados e indiferentes a las
    lógicas de quien, en el mundo del bienestar, quiere
    defender las "conquistas del pasado".
  • Así, en los países industrializados, la
    necesidad económica que hay que satisfacer a
    través de una clase homogénea de consumidores
    reconocibles está sujeta a la lógica de los
    grandes números: para conseguir el mismo resultado es
    preferible extender lo más rápido posible a
    cientos de millones de consumidores el umbral del bienestar. La
    sociedad de masa nace naturalmente con el crecimiento y el
    desarrollo
    económico del nuevo mundo. La antigua forma de
    producción, y con ella las clases que la han alimentado,
    ha sido arrollada por el nuevo empuje del globo convertido en
    mercado competitivo y abierto.

Hay que reflexionar sobre la ironía de la historia: una
clase que es hija de la revolución burguesa contra la
aristocracia latifundista, pero que después, en su
madurez, ha asumido un papel "contrarrevolucionario", es
arrollada por una revolución invisible en sus acciones y
nunca declarada, sin líderes ni banderas pero despiadada,
como cualquier revolución, en conseguir sus propios
objetivos.

Así, sucumbe el papel económico desarrollado con
éxito
por la clase media, mientras el consumidor burgués sufre
una eutanasia
más o menos lenta. El mismo destino le espera a la
estructura
industrial que ha caracterizado a la economía de mercado
de la clase media…

En el Apartado: Jodidos por jodidos… ¿por
qué no patear el tablero?

(Un final abierto… casi un ruego),
decía:

Si la clase media está en un franco proceso de
movilidad descendente; si se ha llegado al fin de la era de las
expectativas crecientes; si ya no hay dudas que gran parte de la
clase media (casi toda), en los países desarrollados,
forma parte de los "perdedores" del orden global; si ha llegado
el fin del "matrimonio perfecto" (el consumidor de "última
necesidad" y la estructura industrial); si se ha optado por la
creación de una sociedad de consumidores "sin
pasado";… por qué seguir tolerando medidas
regresivas, por qué no patear el tablero, por qué
no revolucionar en vez de contrarrevolucionar. A que esperar.

Y si nada cambia, ¿quién se beneficia? Cui
prodest is fecit
: quien se beneficia es el culpable.

Cuando estén secas las pilas de todos
los timbres que "vos" apretás… (dice la letra del
tango "Yira, yira").

No he sido el único, ni siquiera el primero,
ojalá que tampoco el último, que he proclamado el
"marasmo de la desigualdad". Algunos, inclusive, con mayor
prestigio, reconocimiento y capacidad de difusión. Pero,
lamentablemente, tampoco a ellos se ha escuchado. También
ellos han "sembrado en el desierto". También ellos han
"cantado a los pájaros".

Comisión Mundial sobre la Dimensión Social de
la Globalización

establecida por la OIT – 2004

Por una globalización justa: crear oportunidades
para todos

"Nuestro mensaje, crítico y positivo a la vez, aspira a
cambiar el curso actual de la globalización. Consideramos
que los beneficios de la globalización pueden llegar a
más personas y repartirse mejor entre los países y
dentro de ellos, permitiendo que muchas más personas
puedan influir sobre su curso. Los recursos y
medios
necesarios existen. Nuestras propuestas son ambiciosas pero
viables. Estamos seguros de que es
posible lograr un mundo mejor.

Deseamos un proceso de globalización dotado de una
fuerte dimensión social, basada en valores universales
compartidos y en el respeto de los
derechos
humanos y la dignidad de la
persona; una
globalización justa, integradora, gobernada
democráticamente y que ofrezca oportunidades y beneficios
tangibles a todos los países y a todas las personas.

Para ello, solicitamos lo siguiente:

• Un enfoque centrado en las personas. La piedra angular
de una globalización más justa es la
satisfacción de las demandas de todas las personas en lo
que atañe al respeto de sus derechos, su identidad
cultural y autonomía; al trabajo decente, y a la plena
implicación de las comunidades locales en las que viven.
La igualdad de género es indispensable.

• Un estado democrático y eficaz. El Estado debe
ser capaz de gestionar su integración en la economía global,
así como de proporcionar oportunidades sociales y
económicas y seguridad.

• Un desarrollo
sostenible. La búsqueda de una globalización
justa debe sustentarse en los pilares, interdependientes y que se
refuerzan mutuamente, del desarrollo económico y social y
de la protección medioambiental a escala local, nacional,
regional y mundial.

Mercados
productivos y equitativos. Para ello es preciso disponer de
instituciones coherentes, que promuevan oportunidades y
promocionen empresas en una economía de mercado que
funcione adecuadamente.

• Reglas justas. Las reglas de la economía global
deben ofrecer a todos los países igualdad de oportunidades
y de acceso, así como reconocer las diferencias en cuanto
a las capacidades y necesidades de desarrollo de cada
país.

• Una globalización solidaria. Hay una
responsabilidad compartida en cuanto a la prestación de
asistencia a los países e individuos excluidos o
desfavorecidos por la globalización. Esta última
debe contribuir a remediar las desigualdades que existen entre
los países y dentro de ellos, y a erradicar la
pobreza.

• Una mayor responsabilidad ante las personas. Los
actores públicos y privados de todas las categorías
que disponen de capacidad para influir sobre los resultados de la
globalización deben ser democráticamente
responsables de las políticas que aplican y de las medidas
que adoptan. Asimismo, tienen que cumplir sus compromisos y
utilizar su poder respetando a los demás.

• Asociaciones más comprometidas. Son numerosos
los actores que intervienen en la realización de los
objetivos sociales y económicos globales, por ejemplo las
organizaciones
internacionales, los gobiernos y los parlamentos, las empresas,
los sindicatos, la sociedad civil y
otros muchos. El diálogo y
la asociación entre ellos representan un instrumento
democrático fundamental para crear un mundo mejor.

• Unas Naciones Unidas
eficaces. Un sistema multilateral más sólido y
eficaz es un instrumento indispensable para establecer un marco
democrático, legítimo y coherente para la
globalización.

La globalización y sus efectos

… El actual proceso de globalización está
produciendo resultados desiguales entre los países y
dentro de ellos. Se está creando riqueza, pero son
demasiados los países y las personas que no participan de
los beneficios y a los que apenas se tiene en cuenta, o se ignora
totalmente, a la hora de configurar el proceso. Para una gran
mayoría de mujeres y hombres, la globalización no
ha sido capaz de satisfacer sus aspiraciones sencillas y
legítimas de lograr un trabajo decente y un futuro mejor
para sus hijos. Muchos de ellos viven en el limbo de la
economía informal, sin derechos reconocidos y en
países pobres que subsisten de forma precaria y al margen
de la economía global. Incluso en los países con
buenos resultados económicos hay trabajadores y
comunidades que se han visto perjudicados por la
globalización. Entre tanto, la revolución de las
comunicaciones
globales acentúa la conciencia de que esas disparidades
existen.

Una estrategia para el cambio

Esas desigualdades globales son inaceptables desde el punto de
vista moral, e
insostenibles desde el punto de vista político. Lo que se
necesita para cambiar esta situación no es lanzarse a
poner en práctica un plan
utópico, sino realizar una serie de cambios coordinados de
diversa índole, que van desde la reforma de ciertas partes
del sistema económico global hasta el reforzamiento de la
gobernanza a escala local. Todo ello debe y puede conseguirse en
el contexto de economías y sociedades
abiertas. Aunque los intereses difieren, creemos que existe en
todo el mundo una opinión que coincide cada vez más
acerca de la necesidad de un proceso de globalización que
sea justo e integrador…

La gobernanza de la globalización

Otro motivo de inquietud es la incapacidad de las
políticas internacionales actuales para dar respuesta a
los desafíos que plantea la globalización. Las
medidas de apertura de los mercados y las consideraciones
financieras y económicas prevalecen sobre las
consideraciones sociales. La asistencia oficial para el
desarrollo (AOD) no alcanza ni siquiera la cuantía
mínima necesaria para lograr los Objetivos de Desarrollo
para el Milenio (ODM) y hacer frente a los crecientes problemas
globales. Tampoco resulta eficaz el sistema multilateral
encargado de concebir y aplicar políticas internacionales.
Adolece en general de falta de coherencia política y no es
lo suficientemente democrático, transparente y
responsable.

Esas reglas y políticas son consecuencia de un sistema
de gobernanza global configurado en gran medida por países
y actores poderosos. Hay un grave déficit
democrático en los propios fundamentos del sistema. La
mayoría de los países en desarrollo sigue teniendo
poca influencia en las negociaciones globales sobre las reglas y
en la determinación de las políticas de las
instituciones financieras y económicas clave. Del mismo
modo, los trabajadores y los pobres apenas son tenidos en cuenta,
o no lo son en absoluto, en este proceso de
gobernanza…

A escala global, nuestras recomendaciones son más
específicas. Se destacan a continuación algunas de
las más importantes.

Las normas y
políticas globales en materia de comercio y
finanzas deben
dejar un mayor margen de autonomía a los países en
desarrollo para que elaboren sus políticas. Esto es
fundamental para que las políticas y los acuerdos
institucionales se adapten lo más posible al nivel de
desarrollo y a las circunstancias específicas de dichos
países. Se deben revisar las reglas en vigor que
restringen innecesariamente sus opciones de política para
acelerar el crecimiento agrícola y la
industrialización y preservar la estabilidad financiera y
económica. Las nuevas reglas también tienen que
cumplir este requisito. Las políticas de las
organizaciones internacionales y de los países donantes
deben asimismo evitar de manera más decidida los
condicionantes externos y propiciar el control nacional
de las políticas. Se han de reforzar las disposiciones
relativas a la adopción
de medidas positivas en favor de los países que no
dispongan de las mismas capacidades que aquellos que ya se han
desarrollado.

Unas normas equitativas que rijan los flujos comerciales y de
capital tienen que completarse con normas equitativas para la
circulación transfronteriza de las personas. Las presiones
de la migración
internacional han aumentado, y problemas tales como el tráfico de
personas y la explotación de los trabajadores
migrantes se han agudizado. Es preciso tomar medidas para
configurar un marco multilateral que proporcione unas normas
uniformes y transparentes para la circulación
transfronteriza de personas y que establezca un equilibrio entre
los intereses de los propios migrantes y los de los países
de origen y de destino. Todos los países pueden salir
beneficiados de un proceso de migración internacional
ordenado y orientado, capaz de estimular la productividad
global y de eliminar las prácticas de
explotación.

Al proliferar los sistemas de
producción global, ha surgido la necesidad de disponer
de nuevas normas en materia de inversiones
extranjeras directas (IED) y de competencia. Un marco
multilateral para las IED que sea equilibrado, propicie el
desarrollo y haya sido negociado en un foro universalmente aceptado,
beneficiará a todos los países, ya que
favorecerá el aumento de los flujos de inversión
directa y limitará los problemas ligados a la competencia
en materia de incentivos, que
reduce los beneficios derivados de dichos flujos. Este marco
debería conciliar los intereses del sector privado, del
sector
público y de los trabajadores, así como sus
derechos y responsabilidades. La cooperación en materia de
política de competencia transfronteriza dotará a
los mercados globales de mayor transparencia y
competitividad.

Las normas fundamentales del trabajo definidas por la OIT
constituyen un conjunto básico de normas laborales
globales para la economía mundial, cuyo respeto
debería fortalecerse en todos los países. Es
necesario adoptar medidas más firmes para garantizar el
respeto de las normas fundamentales del trabajo en las zonas
francas industriales y, de manera más general, en los
sistemas de
producción global. Todas las instituciones internacionales
competentes deberían asumir la parte que les corresponde
en la promoción de estas normas, y asegurarse de
que ningún aspecto de sus políticas y programas se
opone a la aplicación de esos derechos.

El sistema de comercio multilateral debería reducir de
forma sustancial las barreras injustas que impiden el acceso a
los mercados de ciertas mercancías que presentan una
ventaja comparativa para los países en desarrollo, y
más concretamente los artículos textiles y de
confección y los productos agrícolas. Al hacerlo,
debería establecerse un trato especial y diferenciado para
salvaguardar los intereses de los países menos
desarrollados y propiciar sus posibilidades de exportar.

Debe aceptarse sin reservas un nivel mínimo de
protección social para los individuos y las familias como
parte del fundamento socioeconómico de la economía
global, incluida la asistencia a los trabajadores desplazados por
razones de reajuste. Los donantes y las instituciones financieras
deberían contribuir al fortalecimiento de los sistemas de
protección social en los países en desarrollo.

El aumento de las posibilidades de acceso a los mercados no
constituye una panacea. Es fundamental elaborar una estrategia
más equilibrada de crecimiento global sostenible y de
pleno empleo, en la que se prevea el reparto equitativo entre los
países de la responsabilidad del mantenimiento
de altos niveles de demanda efectiva en la economía
global. Un requisito fundamental para ello es una mayor coordinación de las políticas
macroeconómicas de los distintos países. Una
estrategia eficaz de crecimiento global aliviará las
tensiones económicas existentes entre los distintos
países y facilitará el acceso de los países
en desarrollo a los mercados.

El trabajo decente para todos debería convertirse en un
objetivo
global, que debería perseguirse mediante políticas
coherentes en el seno del sistema multilateral. Esto daría
respuesta a una importante exigencia política en todos los
países y demostraría la capacidad del sistema
multilateral para encontrar soluciones
creativas a este problema crucial.

Debería hacerse que el sistema
financiero internacional prestara un apoyo más
decidido al crecimiento global sostenible. Los flujos financieros
transfronterizos se han multiplicado de forma espectacular; sin
embargo, el sistema es inestable y propenso a las crisis, e
ignora en gran medida a los países pobres y de recursos
escasos. No podrán cosecharse todos los frutos del
comercio y de las IED si no se reforma el sistema financiero
internacional para conferirle mayor estabilidad. En este
contexto, se debería permitir a los países en
desarrollo enfocar de manera prudente y gradual la
liberalización de las cuentas de
capital y, al establecer la secuencia de las medidas de ajuste en
respuesta a las crisis, prestar mayor atención a los aspectos sociales.

Es necesario redoblar el esfuerzo para movilizar nuevos
recursos internacionales con el fin de alcanzar los objetivos
globales fundamentales, y concretamente los Objetivos de
Desarrollo para el Milenio (ODM). Debe cumplirse el objetivo del
0,7 por ciento para la

AOD, y se deberían buscar y explotar activamente nuevas
fuentes de financiación para superar este
porcentaje…

¿Cuál es la situación al día de
hoy?

En el funcionamiento actual de la economía global se
observan desequilibrios persistentes y profundamente arraigados,
que resultan inaceptables desde un punto de vista ético, e
indefendibles desde el punto de vista político. Surgen a
raíz de un desequilibrio fundamental entre la
economía, la sociedad y la política. La
economía se hace cada vez más global, mientras que
las instituciones sociales y políticas siguen siendo
fundamentalmente de alcance local, nacional o regional. Ninguna
de las instituciones globales existentes proporciona un control
democrático adecuado de los mercados globales, ni corrige
las desigualdades básicas entre los países. Estos
desequilibrios ponen de relieve la
necesidad de mejorar los marcos institucionales y
políticos si queremos que la globalización cumpla
sus promesas.

El desequilibrio entre la economía y la sociedad
está trastornando la justicia
social.

• En la mayoría de las sociedades, existe una
división cada vez mayor entre la economía global
formal y la economía local informal, que no deja de
crecer. La mayor parte de la población mundial, que vive y
trabaja en la economía informal, sigue sin poder
participar directamente en los mercados y en la
globalización sobre una base justa igualitaria. Estas
personas no disfrutan del derecho a la propiedad ni
de otros derechos, y tampoco disponen de los medios y recursos
necesarios para efectuar transacciones económicas
productivas.

• Los beneficios de la globalización se han
distribuido de forma desigual, tanto dentro de los países
como entre ellos. Existe una polarización creciente entre
ganadores y perdedores. La brecha entre países ricos y
pobres se ha ensanchado. En el África
Subsahariana y en América
Latina, a finales de 1990 el número de personas que
vivían en la pobreza era mayor que al comienzo de ese
mismo decenio.

• Las normas globales reflejan una falta de equilibrio.
Las normas e instituciones económicas prevalecen sobre las
normas e instituciones sociales; y las realidades globales del
momento están poniendo a prueba la eficacia de las
propias normas e instituciones actuales. Se ha liberalizado el
comercio de los productos manufacturados, mientras que sigue el
proteccionismo en el sector agrícola. Las
mercancías y los capitales atraviesan las fronteras con
mucha mayor libertad que
la gente. En tiempos de crisis, los países desarrollados
disponen de más opciones en materia de política
macroeconómica que los países en desarrollo que
deben atenerse a las exigencias en materia de ajuste. Con
demasiada frecuencia las políticas internacionales se
aplican sin tener en cuenta las especificidades nacionales. El
desequilibrio de las normas globales puede agudizar las
desigualdades iniciales. En la actualidad, las normas que rigen
el comercio mundial favorecen con frecuencia a los ricos y
poderosos, y pueden perjudicar a los pobres y débiles, ya
se trate de países, empresas o comunidades.

• El cambio estructural, sin disposiciones sociales y
económicas adecuadas para proceder al ajuste, ha sumido en
la incertidumbre y la inseguridad a
trabajadores y empresas de todo el mundo tanto en el Norte como
en el Sur. Entre los más vulnerables figuran las mujeres,
los pueblos indígenas y los trabajadores pobres sin
calificaciones ni recursos. El desempleo y el subempleo
continúan siendo una realidad pertinaz para la
mayoría de la población mundial…

Globalización: naturaleza e
impacto

La globalización es un fenómeno complejo que ha
tenido efectos de gran alcance. Por lo tanto, como es
lógico, el término "globalización" ha
adquirido muchas connotaciones emotivas y se ha convertido en una
cuestión muy controvertida en el discurso
político actual. Por un lado, la globalización
se ve como una fuerza benigna e irresistible que puede ofrecer
prosperidad económica a las personas en todo el mundo. Por
el otro, se le culpa de ser la fuente de todos los males
contemporáneos.

No obstante, se suele reconocer que las características
fundamentales de la globalización han sido la
liberalización del comercio
internacional, la expansión de la IED y la
aparición de flujos financieros masivos transfronterizos.
Se produjo un aumento de la competencia en los mercados globales.
Asimismo, son muchos los que opinan que esto ocurrió por
el efecto combinado de dos factores subyacentes: las decisiones
políticas de reducir las barreras nacionales a las
transacciones económicas internacionales y el impacto de
las nuevas
tecnologías, especialmente en los ámbitos de la
información y las comunicaciones. Estos acontecimientos
crearon las condiciones propicias para el inicio de la
globalización.

La incidencia de las nuevas tecnologías ha impreso
además un carácter distintivo al proceso de
globalización actual respecto de episodios similares del
pasado. Las barreras naturales del tiempo y del espacio se han
reducido enormemente. El costo de la circulación de
información, personas, bienes y capital a través
del globo ha caído en picado, y la
comunicación global es cada vez más barata e
instantánea. Con ello ha aumentado enormemente la
viabilidad de las transacciones económicas en todo el
mundo. Ahora los mercados pueden tener un alcance global y
abarcar una variedad cada vez mayor de bienes y servicios.

Otra característica distintiva del proceso de
globalización actual está relacionada con lo que
brilla por su ausencia. A diferencia de anteriores episodios de
la globalización, caracterizados por movimientos
transfronterizos masivos de personas, el proceso actual excluye
este movimiento en
gran medida. A diferencia de lo que ocurre con las personas, los
bienes, las empresas y el capital pueden circular libremente
entre los países…

Características fundamentales de la
globalización

Comercio

El comercio mundial se ha expandido rápidamente en los
dos últimos decenios. Desde 1986 ha crecido de forma
sistemática a un ritmo considerablemente más
rápido que el producto interior bruto (PIB) mundial. En el
decenio de 1970, la liberalización del comercio dentro del
marco del Acuerdo General sobre Aranceles
Aduaneros y Comercio (GATT) fue modesta y gradual,
y afectó a los países industrializados mucho
más que a los países en desarrollo. Sin embargo,
desde principios de los años ochenta en adelante, el
alcance de la liberalización del comercio, especialmente
en los países en desarrollo, empezó a
acelerarse.

Esta expansión del comercio no tuvo lugar de manera
uniforme en todos los países, sino que se produjo en su
mayor parte en los países industrializados y en un grupo
de 12 países en desarrollo. En contraste, la
mayoría de los países en desarrollo no
experimentaron una expansión importante del comercio. Es
más, la mayor parte de los países menos adelantados
(PMA) -un grupo que incluye la mayoría de los
países en el África Subsahariana-
experimentó un descenso proporcional en su
participación en los mercados mundiales, a pesar del hecho
de que muchos de estos países habían puesto en
práctica medidas de liberalización del
comercio.

Inversión extranjera directa (IED)

Durante los primeros años del decenio de 1980,la
inversión extranjera directa se aceleró, tanto en
términos absolutos como en porcentaje del PIB. Desde 1980,
el marco normativo en todo el mundo ha facilitado el crecimiento
de la IED. En el año 2000, más de 100 países
habían adoptado importantes medidas de
liberalización para atraer la IED (gráfico 5). En
efecto, son pocos los países que no tratan activamente de
atraer la IED. Sin embargo, muchas de estas expectativas no se
han hecho realidad. A pesar del rápido crecimiento de los
flujos de la inversión
extranjera directa en los países en desarrollo, la
inversión sigue estando muy concentrada aproximadamente en
10 de estos países.

Además de haber aumentado el volumen de estas
inversiones, también ha cambiado su naturaleza. La
revolución de la tecnología de la
información y la comunicación (TIC), unida a
la disminución de los costos del
transporte,
hizo técnica y económicamente posible el
crecimiento de una extensa producción de bienes y
servicios con sede en muchos países. Los procesos de
producción podían disociarse y ubicarse en todo el
mundo para explotar las ventajas económicas derivadas de las
diferencias en los costos, la disponibilidad de factores y la
idoneidad del clima de
inversión. Los componentes y las piezas se pueden
transportar fácilmente por todo el mundo y ensamblar
cuando se quiera. La revolución de las comunicaciones ha
hecho posible la coordinación y el control de estos
sistemas de producción dispersos.

Flujos financieros

El elemento más espectacular de la globalización
en los dos últimos decenios ha sido la rápida
integración de los mercados
financieros. El sistema de Breton Woods, creado tras la
Segunda Guerra Mundial,
se basó en cuentas de capital cerradas y tipos de cambio
fijos. Por lo tanto, en contraste con el comercio y la IED, donde
la liberalización gradual se había puesto en
marcha, la globalización financiera ni siquiera se
incluía en el programa
político en aquel momento. El mundo vivía con un
sistema de mercados financieros nacionales independientes.

Esta situación empezó a cambiar en 1973 con el
colapso del sistema de Breton Woods. Sin embargo, no se
procedió a liberar las cuentas de capital de forma
inmediata ya que el cambio no se inició en los
países industrializados hasta principios del decenio de
1980, con el correspondiente aumento de sus flujos de
capital.

Como ya se ha señalado, "el sistema monetario mundial
sufrió tres revoluciones al mismo tiempo:
liberalización, internacionalización e
innovación". La liberalización financiera
creó el marco normativo idóneo para la
expansión de la movilidad del capital. Pero el aumento de
los flujos de capital estuvo impulsado en gran medida por la
revolución de las TIC. Esto permitió conocer mejor
y más rápido los mercados extranjeros, el
desarrollo de transacciones financieras "en todo el mundo las 24
horas del día", y la aparición de nuevos
instrumentos financieros, especialmente derivados.

Desde finales del decenio de 1980 ha habido una tendencia
global hacia la liberalización financiera. Esta
comprendía desde medidas relativamente sencillas, como la
unificación de los tipos de cambio y la supresión
de controles de la asignación de crédito
en el mercado interior, hasta la liberalización total del
sector financiero, que incluía la apertura de cuentas de
capital. En el mundo en desarrollo, este último tipo de
reforma estuvo limitado inicialmente a un grupo de países
de ingresos medios con una variedad relativamente mayor de
instituciones de intermediación financiera que
incluía mercados de obligaciones y
de valores. La acción en lo que respecta al crecimiento
explosivo de los flujos financieros privados de Norte a Sur se
centró en estos "mercados emergentes".

Entre estos flujos figuraban por ejemplo inversiones en los
mercados de valores de estos países a través de
fondos de inversión (en su mayor parte se hicieron en
nombre de fondos de pensiones), créditos bancarios al sector empresarial y
flujos especulativos a corto plazo, especialmente en mercados de
divisas. Los
préstamos a través del mercado internacional de
obligaciones también aumentaron en el decenio de 1990,
tras la globalización financiera.

Tecnología

Los países industrializados fueron la fuente de la
revolución tecnológica que facilitó la
globalización, pero dicha revolución también
tuvo una onda expansiva en el resto de la economía global.
A cierto nivel, las nuevas tecnologías cambiaron las
ventajas comparativas internacionales al convertir el
conocimiento en un factor importante de la producción.
Las industrias de
alta tecnología y de alto nivel de conocimientos son los
sectores de crecimiento más rápido en la
economía global, y un desarrollo económico
próspero requerirá en definitiva que los
países sean capaces de entrar y competir en estos
sectores. Esto implica que tendrán que hacer
hincapié en las inversiones en educación,
capacitación y difusión de conocimientos.

La difusión de estas nuevas tecnologías ha
tenido efectos más directos en los países en
desarrollo. Esto ha ocurrido sobre todo, aunque no
únicamente, gracias a las actividades de las empresas
multinacionales (EMN). Sin embargo, como en el caso del comercio
y de la IED, existen importantes desequilibrios entre el Norte y
el Sur en cuanto al acceso al conocimiento y
a la tecnología. Casi todas las nuevas tecnologías
tienen su origen en el Norte, donde tiene lugar la mayor parte de
la
investigación y el desarrollo. Se trata de una
importante fuente de
poder de las empresas multinacionales en los mercados
globales, que refuerza también su capacidad de
negociación frente a gobiernos de países en
desarrollo.

Los efectos de estas nuevas tecnologías se han
extendido bastante más allá del campo de la
economía, muy extenso de por sí. La misma
tecnología que hizo posible la rápida globalización económica
también ha sido explotada para uso general de los
gobiernos, la sociedad civil y los individuos. Con la
difusión de Internet, el correo
electrónico, los servicios telefónicos
internacionales a bajo costo, los teléfonos móviles
y las conferencias electrónicas el mundo está hoy
más interconectado. Ahora se puede acceder desde cualquier
lugar del mundo mediante Internet a un vasto y creciente volumen
de información, desde las ciencias a trivialidades. Esto
puede transmitirse y analizarse con la misma facilidad. Al mismo
tiempo, la
televisión por satélite y la prensa electrónica han creado un auténtico
cuarto estado global.

Interrelaciones

Estos cambios en el comercio, la IED, los flujos financieros y
la difusión tecnológica forman cada vez más
parte de un nuevo todo sistémico. Un factor común
básico consiste en que todos estos elementos evolucionaron
necesariamente en el contexto de una creciente apertura
económica y con la influencia cada vez mayor de las
fuerzas del mercado globales. Este es un cambio profundo, que
afecta tanto al papel del Estado como al comportamiento
de los agentes económicos.

El comercio y la inversión extranjera directa se han
ligado más estrechamente a medida que el sistema de
producción global desarrolla cada vez más
modalidades de comercio, especialmente a través del
rápido crecimiento del comercio intraempresarial de piezas
o componentes. Actualmente, se estima que las empresas
multinacionales representan dos tercios del comercio mundial,
mientras que el comercio intraempresarial, entre multinacionales
y empresas afiliadas, representa aproximadamente un tercio de las
exportaciones mundiales. Al mismo tiempo, ha aumentado el
comercio de componentes y bienes intermedios. Los cambios
cualitativos de la estructura del comercio mundial – en
particular, un aumento del comercio de componentes e insumos
intermedios- son quizás tan importantes como el aumento
cuantitativo del comercio. Al mismo tiempo, las inversiones de
cartera y otros flujos financieros son factores cada vez
más determinantes del entorno macroeconómico que
configura las modalidades de comercio e inversión en la
economía real. De forma similar, la difusión de las
nuevas tecnologías también ha tenido un profundo
efecto en la ventaja comparativa, la competitividad de las
empresas, la demanda de mano de obra, la
organización del trabajo y la naturaleza del contrato de
trabajo…

Los efectos de la globalización

El efecto combinado e interactivo de esta evolución del
comercio, de la inversión extranjera directa, de las
finanzas y de la tecnología se ha dejado sentir mucho y de
muy diversas formas en los diferentes sectores económicos,
tipos de
empresas, categorías de trabajadores y grupos
sociales. En esta sección se señalan algunos de
los cambios más trascendentales que han tenido lugar.

Inquietudes fundamentales

Comenzaremos por definir la perspectiva desde la cual
evaluaremos los efectos de la globalización. Nuestras
inquietudes fundamentales son que la globalización
debería beneficiar a todos los países y que
debería aumentar el bienestar de las personas de todo el
mundo. Esto implica que la globalización debería
aumentar la tasa de crecimiento
económico en los países pobres y reducir la
pobreza mundial, y que no debería incrementar las
desigualdades o minar la seguridad socioeconómica dentro
de los países.

Por lo tanto, se suele reconocer que para que el actual
proceso de globalización pase la prueba de fuego tiene que
impulsar de manera significativa la aceleración del
desarrollo y la reducción de la pobreza absoluta en el
mundo, y garantizar la sostenibilidad económica, social y
ambiental.

Los efectos sociales de la globalización no se limitan
a los países que han sido marginados del proceso o que han
tenido menos éxito en sus esfuerzos por integrarse en la
economía global. Incluso en los países en los que
la globalización ha tenido un éxito relativo, los
costos sociales son considerables y adoptan la forma de costos de
ajustes de transición, en algunos casos bastante
importantes. China, por ejemplo, a pesar de su alto crecimiento
sostenido, se ha enfrentado a problemas de desempleo de
transición que probablemente se intensifiquen a medida que
avance el proceso de reforma de las empresas estatales. Del mismo
modo, como mostró la crisis financiera asiática,
incluso los países con un historial ejemplar de
actuaciones económicas pueden sufrir importantes costos
sociales.

Repercusiones en el crecimiento económico

Una medida básica a la hora de evaluar los efectos de
la globalización consiste en observar el comportamiento de
las tasas de crecimiento económico tanto en el
ámbito global como en el nacional. Resulta sorprendente
que el crecimiento del PIB global haya sido más lento
desde 1990, período en que la globalización ha sido
más pronunciada. Cuando menos, este resultado discrepa de
las predicciones más optimistas de un aumento del
crecimiento gracias a la globalización.

El crecimiento también se ha distribuido de modo
irregular entre los países, tanto entre los países
industrializados como entre los países en desarrollo. En
términos de crecimiento de la renta per cápita,
sólo 16 países en desarrollo crecieron más
de un 3 por ciento por año entre 1985 y 2000. En
contraste, 55 países en desarrollo crecieron menos de un 2
por ciento por año y, de estos países, 23
presentaron un crecimiento negativo.

Al mismo tiempo, la diferencia de ingresos entre los
países más ricos y los más pobres
aumentó considerablemente.

Este modelo desigual de crecimiento está dando forma a
una nueva geografía
económica global. El cambio más sorprendente es
el rápido crecimiento económico de China en los
últimos dos decenios, junto con una mejora más
gradual pero importante de los resultados del crecimiento
económico de la India, dos
países que juntos representan más de un tercio de
la población mundial.

Efectos desiguales en los diferentes países

Si bien constituye un dato significativo, el crecimiento de
China e India es sólo parte de un cuadro más amplio
que revela una distribución muy desigual de los beneficios
de la globalización entre los distintos países. Los
países industrializados, dotados de una sólida base
económica inicial, de abundante capital y mano de obra
cualificada y liderazgo
tecnológico, estaban en muy buena situación para
obtener beneficios sustanciales de la creciente
globalización de la economía mundial.

Los mercados globales en expansión de bienes y
servicios les proporcionaron nuevas salidas para sus
exportaciones, mientras que la aparición de sistemas de
producción globales y normas de inversión
liberalizadas generaron nuevas oportunidades para sus empresas
multinacionales e incrementaron su alcance global y su poder de
mercado. Del mismo modo, el crecimiento de los mercados
financieros globales ofreció nuevas oportunidades para las
inversiones de mayor rendimiento en los mercados emergentes.
Además, su liderazgo tecnológico, junto con el
fortalecimiento de las normas internacionales relativas a los
derechos de propiedad
intelectual a través de la OMC,
incrementó sus ganancias por regalías y derechos de
licencia. No obstante, estos beneficios se contrarrestaron en
parte debido a los problemas internos de ajuste que generaron
pérdidas para algunos trabajadores.

El otro grupo diferenciado de países que obtuvieron
importantes beneficios fue el de una minoría de
países en desarrollo que han logrado satisfactoriamente
incrementar sus exportaciones y atraer grandes entradas de IED.
En este grupo destacan las economías de reciente
industrialización de Asia Oriental,
que se han acercado a los niveles de ingresos y las estructuras
económicas de los países industrializados. Otros
países de Asia de ingresos medianos, los países
candidatos a la adhesión a la UE y países
latinoamericanos como México y
Chile también parece que están en vías de
lograrlo.

La mayoría de estos países disponían de
unas condiciones iniciales relativamente favorables en
términos de industrialización previa, nivel de
desarrollo de recursos
humanos, infraestructura de transportes y comunicaciones y
calidad de las instituciones económicas y sociales. Sin
embargo, no todos han seguido las mismas estrategias de
desarrollo. En particular, China, India y Viet Nam, países
con grandes mercados nacionales, no han recurrido a estrategias
ortodoxas de liberalización, mientras que la
República de Corea, por ejemplo, se ha basado en una
fuerte intervención del gobierno para dar el primer
impulso a su desarrollo industrial.

En el otro extremo, la exclusión de los PMA, incluida
la mayor parte de África Subsahariana, de los beneficios
de la globalización continúa siendo una realidad
inquebrantable. Los PMA están atrapados en un
círculo vicioso de obstáculos encadenados, entre
los que se incluyen la pobreza y el analfabetismo,
la lucha civil, los inconvenientes geográficos, una mala
gobernanza y economías inflexibles que dependen, en gran
medida, de un único producto. Además, muchos tienen
que cargar también con una deuda externa
elevada, aparte de verse gravemente perjudicados por el continuo
descenso del precio de las materias primas. Estos problemas se
han agravado como consecuencia del continuo proteccionismo
agrícola en los países industrializados. Esto
restringe el acceso al mercado, mientras que la subvención
de las importaciones
actúa en detrimento de los productores agrícolas
locales.

Consecuencias de la liberalización del comercio, la
inversión y las finanzas

Es posible recabar más información sobre el modo
en que los elementos clave de la globalización han
afectado a los países, gracias al creciente volumen de
estudios realizados por los propios países sobre estas
cuestiones. Una gran generalización que se desprende de
estos estudios es que las consecuencias han sido dispares.

Por ejemplo, un conjunto de estudios realizados recientemente
por la OIT sobre la repercusión del comercio en el empleo
y los salarios del sector manufacturero mostró los efectos
radicalmente opuestos entre los países. En las tres
economías emergentes asiáticas analizadas, el
crecimiento del comercio tenía un efecto generalmente
favorable sobre el empleo y los salarios de dicho sector. En
cambio, en países de América
Latina, como Brasil y México, el empleo en el sector
manufacturero no ha experimentado ningún cambio
significativo o bien ha disminuido. Los salarios reales de los
trabajadores no calificados han tendido a disminuir y la
diferencia salarial entre trabajadores calificados y no
calificados ha aumentado de forma relativamente brusca.

Estos y otros estudios similares sugieren que entre la
liberalización y el crecimiento del comercio y el empleo
existe "una relación supeditada, que depende de una
multitud de países y de las características
externas". Es probable que las diferentes circunstancias de los
países (por ejemplo, el nivel de ingresos, o si un
país tiene una ventaja comparativa en materias primas o en
manufacturas) justifiquen distintas estrategias de
liberalización del comercio. Por lo tanto, no existe una
receta simple que sea universalmente válida sobre el mejor
enfoque de la liberalización del comercio.

Con respecto a la IED, los hechos indican que, en general, la
inversión extranjera aumenta el crecimiento. Aunque en
principio esto debería tener una incidencia positiva en el
empleo, pudiere no ser así por los efectos de
desplazamientos de las empresas locales, incapaces de competir, y
por la introducción de tecnología con gran
intensidad de capital por parte de las empresas extranjeras. No
obstante, los datos de que se dispone sobre la repercusión
de la IED en el empleo son escasos y no permiten generalizar.

Las inversiones transfronterizas también pueden
provocar un incremento de la tasa de crecimiento, si se obtienen
beneficios indirectos de la transferencia de tecnología y
calificaciones a la economía local. En este caso, la
inversión aumenta la productividad y los ingresos y, por
consiguiente, ejerce un efecto positivo en el crecimiento y en el
empleo. Una vez más, los datos de que se dispone revelan
diversos resultados. Si bien en países como Singapur e
Irlanda ha habido importantes efectos indirectos, éste no
ha sido el caso en todos los países. La lección
principal que hemos extraído de los casos de éxito
es que la presencia de empresas locales capaces de adoptar las
nuevas tecnologías y responder a las nuevas demandas es
una condición esencial. Asimismo, son de vital importancia
las políticas destinadas al desarrollo de sistemas locales
de educación, formación y tecnología,
así como a la construcción de redes de abastecimiento e
instituciones de apoyo.

Sin embargo, los datos de que se dispone sobre la
repercusión de la IED en el crecimiento y el empleo
proporcionan, únicamente, una respuesta parcial a la
compleja cuestión de qué beneficios netos han
obtenido de la IED los países receptores. Para realizar
una evaluación
completa, deberán sopesarse los siguientes factores: la
repercusión de la IED en las pequeñas y medianas
empresas y en los productores pobres; los posibles conflictos de
intereses entre las empresas extranjeras y los países de
acogida; y la repercusión de la IED en la estructura del
comercio y la balanza de pagos.
Cómo se equilibran los costos y los beneficios depende, en
gran medida, de las características y las políticas
nacionales, aunque también influyen las tendencias
internacionales. Entre éstas se encuentran la creciente
flexibilidad de localización de la IED y el aumento de la
influencia de las empresas multinacionales en ámbitos como
el de la propiedad intelectual y el de las corrientes comerciales
y financieras de la economía global.

Con respecto a la liberalización de las cuentas de
capital, existe la creciente convicción de que los
beneficios de crecimiento que se derivan de ella son escasos.
Incluso dejando a un lado los estragos económicos y
sociales causados por las crisis, los beneficios que los
países en desarrollo han obtenido de su
participación en el actual sistema financiero global han
sido cada vez más cuestionados. A menudo, los beneficios
potenciales derivados del mayor acceso a los mercados financieros
internacionales se han visto reducidos o negados por la
inestabilidad. Este problema es especialmente grave en los
países en los que los sistemas financieros están
poco regulados.

Un defecto estructural básico ha sido la prominencia de
flujos especulativos a corto plazo dentro del sistema. Esto ha
dado lugar a que se produzca un fuerte aumento de las entradas de
capital cuando las cuentas de capital están abiertas,
produciéndose rápidamente el proceso contrario.
Esto responde, en gran medida, a la búsqueda de beneficios
especulativos a corto plazo que, no sólo no ha contribuido
al incremento de la inversión productiva, sino que
también ha creado nuevas limitaciones para la
política de desarrollo.

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