Tras la eclosión ideológica del
siglo XIX y las experiencias prácticas del siglo XX, la
izquierda en el siglo XXI se enfrenta al desafío de
cómo subsistir y relanzarse en una sociedad donde
el poder
económico (el capitalismo)
está a punto de exterminarla para
siempre.
El fracaso de la
izquierda
El siglo XIX se caracterizó básicamente
por el desarrollo
teórico de la ideología moderna de la izquierda (el
Marxismo y el Anarquismo fundamentalmente). Dicha
teoría
se intentó llevar a la práctica a finales del siglo
XIX y durante el siglo XX en un contexto de grandes cambios
sociales (Revolución Industrial). Hubo intentos de
llevar a la práctica el Anarquismo y el Socialismo
(como transición hacia el Comunismo). Las
experiencias anarquistas fueron muy breves y limitadas (en la
mayor parte de los casos fueron reprimidas) y las experiencias
socialistas fracasaron por diversos motivos (sustitución
del capitalismo por el capitalismo de estado, exceso
de burocracia,
represión de libertades, divisiones ideológicas,
degeneración y traición de los ideales iniciales,
etc). Los regímenes que se declaran actualmente comunistas
(dentro de la misma izquierda se ha denunciado que dichos
regímenes han desvirtuado el término) tienen un
sistema
económico cada vez más parecido al
capitalismo.
Por otro lado, los llamados partidos socialistas o
socialdemócratas de las democracias liberales hace
tiempo que han
renunciado a cambiar el sistema y se conforman con simplemente
darle cierto rostro más "social". En definitiva, hay que
reconocer que la izquierda (cuyo objetivo
básico es transformar la sociedad para mejorar las
condiciones de vida de la mayoría de las personas) ha
fracasado en gran medida, se han conseguido algunos logros
pero son insuficientes y además están en peligro de
ser liquidados o en claro retroceso. Sin embargo, hay que
reconocer que su fracaso es en cierto modo comprensible y
previsible, es muy difícil cambiar las cosas, es muy
difícil ir contracorriente, es muy difícil luchar
contra el poder, es muy difícil adaptarse a unas
circunstancias tan cambiantes como las de nuestra reciente
historia.
Quizás se ha intentado cambiar mucho en muy poco
tiempo.
El triunfo de la
derecha
El poder capitalista ha conseguido sobrevivir a la
explosión izquierdista de finales del siglo XIX y principios de
siglo XX mediante su "contención" inicial a través
del fascismo y del
nazismo y a
continuación sobretodo mediante un "contraataque"
ideológico sustentado en el poder del control de masas
(aprendido y desarrollado con las experiencias fascistas),
ayudado por la caída del modelo de los
países llamados socialistas. Los medios de
comunicación de masas se han convertido en la
principal herramienta del sistema porque permite controlar la
forma de pensar de las personas. Nunca en la historia el sistema
ha tenido tantos medios para
controlar el pensamiento
global. Así se ha impuesto el
pensamiento único. El sistema capitalista ha
conseguido engañar masivamente al pueblo
(haciéndole creer que tiene el poder) a través de
democracias "controladas" donde no tiene miedo de preguntarle
qué piensa porque previamente se encarga (mediante una
práctica continua de "lavado de cerebros") de hacer que
piense lo que él quiere. Ha conseguido crear en la
mayoría de los ciudadanos la falsa sensación de que
vive en democracia y
libertad, de
que la izquierda forma parte del sistema, de que hay pluralidad,
cuando realmente la democracia es muy escasa, la libertad sigue
siendo una utopía y la izquierda transformadora, la
verdadera izquierda, ha desaparecido prácticamente del
mapa político. Por supuesto además del control de
los medios de
comunicación, que se han convertido en
auténticos creadores de opinión, y que se usan para
fomentar el bipartidismo, el sistema tiene sus mecanismos
legales de "defensa" para que las democracias llamadas
representativas no permitan el acceso al poder de fuerzas
políticas "peligrosas".
Por ejemplo, una ley electoral diseñada
para fomentar el bipartidismo y relegar a la marginalidad a
fuerzas políticas "non-gratas", un sistema de
financiación que haga depender a los partidos
políticos por un lado del poder económico y por
otro del Estado, de tal manera que si un partido no llega a tener
representación en las instituciones
no es financiado por el Estado y
sólo pueden llegar a dichas instituciones los partidos que
tienen la suficiente promoción es decir aquellos que reciben la
suficiente financiación por parte del poder
económico (la "pescadilla que se muerde la cola") haciendo
prohibitivo en la práctica (aunque por supuesto nunca en
la teoría) el acceso a las instituciones a partidos no
controlados por el poder económico, una
Constitución que "blinde" ciertos aspectos del
sistema político-económico (jefatura de estado con
ciertos poderes "en la reserva", imposición por ley del
capitalismo o economía de mercado, etc).
Aún así cuando dichos mecanismos no impiden la
llegada al poder político de alguna fuerza que va
contra el poder económico en algún país, el
"capitalismo internacional" se encarga de "poner toda la carne en
el asador" para acosar y desprestigiar al gobierno de dicho
país a través de campañas
mediáticas internacionales (la "guerra
mediática" o el "terrorismo
mediático") e incluso a través de operaciones de
desestabilización interna. El capitalismo ha
aprendido la lección de la historia reciente y sabe que
no puede permitirse el lujo de que la izquierda triunfe en
ningún lugar de un planeta cada vez más
globalizado como el nuestro. La "Internacional Comunista" ha sido
realmente sustituida por la "Internacional Capitalista" (Globalización económica, Trilateral,
Fondo Monetario
Internacional).
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