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China: El dragón despierto (página 2)




Enviado por Roberto Yrago



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

En su segunda acepción la R.A.E. nos dice de
"extraño": 2. raro, singular y seguidamente 3.
extravagante. No paremos aquí, sigamos a la cuarta
acepción y vemos 4. dicho de una persona o de una
cosa: Que es ajena a la naturaleza o
condición de otra de la cual forma parte.

¿Porqué dejar sin nombrar la quinta? 5.
Que no tiene parte en algo.

Es así que podemos afirmar que el uso de
"extraña" para calificar a China, no ha
sido una casualidad, sino fruto de la búsqueda
intencionada de Kordon para encontrar un vocablo, que se ajustara
a la definición de China.

Presumimos, que al usarla ha querido dejar de resalto,
que China es rara e indócil, ajena al pensamiento
occidental, del cual no forma parte.

China será hoy un país globalizado, pero
sus singularidades ancestrales mantendrán ese aura de
misterio, hoy pronto para ser redescubierto y gozado.

China siempre será "extraña y clara" a la
vez.

Dicho lo anterior es necesario aclarar que el objetivo de
este trabajo no es
detenernos meramente en escribir una historia sobre China sino
también, intentar descubrir las interrelaciones de las
variables
macroeconómicas y su influencia en el mundo globalizado
como también enumerar algunas consideraciones los aspectos
sociales y culturales, para lo cual China, pero también
India son
ejemplos paradigmáticos. Por ello, haremos referencias,
obviamente necesarias a India, en especial cuando Argentina esta
comenzando a recibir importantes inversiones de
ese origen. En 2007 llegaron ocho firmas indias, que invirtieron
US$ 800 millones, asegurando su embajador en el país, que
esto es solo el principio.

Podemos presumir que el panorama mundial no es demasiado
alentador, dadas las dificultades del líder
EEUU, ya que como resultado de sus problemas
económicos y de las elecciones presidenciales de 2008,
usará su tiempo y
mejores cuidados en dar un rumbo a su economía doméstica, dejando como
temas marginales a los países latinoamericanos,
especialmente en cuanto al área económica, no
así, presumimos, la política.

Toda sociedad es
influida e influye en mayor o medida a otras sociedades con
las que se vincula. Y la magnitud de su influencia estará
dada por la importancia de esa sociedad en el concierto de las
naciones.

Con el objeto de dar un ejemplo concreto que
aclare lo expuesto, podemos mostrar la influencia de la demanda china
de granos y su correlato en el sector agrícola argentino,
que como consecuencia impulsó a Argentina con este "viento
de cola", que permitió salir antes que después de
la crisis
acaecida en 2001, epifanía del gobierno radical
de De la Rua.

La era de las comunicaciones
con las tecnologías de información y comunicación computacionales ha dado un
espaldarazo colosal a la interrelación comercial y
financiera, siendo el soporte técnico que permite estar
informado en cualquier lugar del mundo de los aconteceres
diarios, importantes o banales con una simple lap
top.

Si continuáramos relatando la historia con este
criterio lineal, daríamos pie a que se nos tilde de
cartesianos a ultranza.

En el siglo XIX Rene Descartes
escribió "El Discurso del
Método",
obra que dió fundamento teórico a la Modernidad.

Con sus cuatro principios
metódicos daba lugar a la idea de que el progreso
indefinido era posible, y que la objetividad en un mundo
racional, permitiría prever los acontecimientos con
premura, tomando los recaudos para aprovechar o evitar,
según fuera el caso, sus influencias.

El fenómeno histórico que dió
origen al inicio de la Modernidad se encuentra en el quiebre del
orden feudal dando lugar a un nuevo orden y en un contexto
liderado por la burguesía en ascenso. Esta nueva ideología es un saber que viene sobrepuesto
sobre una clase social,
que la utilizará como arma fundamental en su
lucha.

La ciencia
social, que es una de las armas poderosas
del enfrentamiento se transforma en un saber totalizador,
pretendiendo comprender toda la realidad pasada, presente y
futura.

Se supera el orden vigente de la primera etapa del siglo
XVIII, donde el orden feudal consideraba la idea de progreso como
negatividad (no como estancamiento) dando lugar al pensamiento
burgués, donde el progreso se convierte en positividad,
siendo el cambio
necesario y deseado.

El nuevo orden social toma la noción de etapa, y
esta nueva sociedad pasa a ser considerada como una etapa
más avanzada respecto de la anterior, es decir como
progreso positivo.

Ha pasado el tiempo y nuevas teorías
y pensamientos se han dado lugar para desmentir esa
previsibilidad que daba comodidad al mundo.

Pero nuevas teorías como la del caos y el
concepto de
incertidumbre han obtenido un lugar privilegiado en la mente del
hombre del
siglo XXI.

El paradigma de
complejidad de Edgard Morin, cambia el paradigma de completitud y
certeza determinístico, propio del método
cartesiano y a ello hay que agregarle los conceptos
básicos del premio Nobel Ilya Prigogine sobre el
caos.

Aquel que no se ajuste a integrar a su estructura
mental tales conceptos, seguramente se verá derrotado por
la realidad. La Modernidad que nos permitió Descartes ha
sido declarada obsoleta.

En el contexto actual, parecería que a mayor
información y comunicación el umbral de
incertidumbre que caracteriza a los negocios los
llevaría a la certeza.

En cambio la complejidad y el caos han hecho desembarco
en el ámbito de los negocios por lo que la incertidumbre
sigue subsistiendo.

El avance de las computadoras
permiten el uso de herramientas
matemáticas probabilísticas, que
acotan la incertidumbre y permiten que los empresarios tengan
estrategias, en
un contexto de riesgo, con una
mayor o menor probabilidad
de ocurrencia; amén de planes alternativos con distintos
escenarios para optar por el cambio en forma flexible y
rápida.

Pero, con los dos ejemplos siguientes, podemos ver que
no es suficiente y que la certeza ha muerto.

Iglesias Illa en el capítulo "Una historia de
Wall Street" y con el subtítulo "La venganza de los
nerds" nos cuenta que en el centro financiero mundial de
Wall Street con la aparición de los derivados financieros
apareció la gran revolución
matemático-financiera. Los traders fueron
despedidos y reemplazados, para sorpresa de casi todo el mundo,
por doctores en física del MIT y de
otras universidades, que llegaban a los bancos con
modelos
matemáticos, una ideología
financiera novedosa -el mercado es
racional y predecible; es posible reducir el riesgo a casi
cero-.

El boom de 1992-1998 fue la consolidación
de este modelo, en el
que un optimismo a prueba de balas llevó a buena parte de
Wall Street a creer que los mercados
habían entrado en una etapa científica, donde la
intuición estaba pasada de moda y todo
riesgo podía ser descompuesto y medido hasta en sus partes
más pequeñas.

Robert Lowenstein en When Genius Failed escribió
su relato sobre Long-Term Capital
Management (LTCM), el fondo de inversión patrocinado por Myron Scholes y
Robert C. Merton, profesores de Stanford y Harvard
respectivamente, quienes en 1997 recibirían el Premio
Nobel de Economía.

LTCM ganó en sus primeros tres años un 40%
cada año, sin saltos abruptos y ni un solo mes negativo.
Pero los traders de LTCM, ciegos de ego e invencibilidad,
no vieron que dos camiones de contramano les venían
haciendo luces a toda velocidad.

Uno era el camión de la originalidad: las buenas
ideas duran un día en Wall Street, después todo el
mundo se pone a copiarlas hasta que pierden su
atractivo.

El otro camión, que muy pocos vieron venir, fue
Rusia. "Las
potencias nucleares no defaultean" insistía Wall Street a
principios de 1998, repitiendo la desafortunada sentencia de
Walter Wriston, sobre América
Latina.

Rusia finalmente devaluó y dejó de pagar
sus bonos GKO, bonos
de corto plazo, cuyo precio
llegó a caer debajo de los cinco centavos por
dólar.

LTCM apostó varias veces, durante el
despeñamiento de los GKO a que en algún momento los
papelitos se iban a volver "racionales" y se recuperarían.
No lo hicieron o lo hicieron cuando ya era demasiado tarde. LTCM
se quedó con un agujero tan grande que salió a
mendigar ayuda a Wall Street, interviniendo finalmente la Reserva
Federal que obligó a 14 bancos a poner un par de cientos
de millones cada uno para pagar las cuentas y evitar
una crisis del sistema.

El segundo y elocuente ejemplo es el
siguiente.

La crisis que hoy sufre Estados Unidos,
debido al mercado sub prime de hipotecas puede derivar a
una recesión o incluso stagflation en el primer
país del mundo. Y tal acontecer extendería su
influencia hacia todo el mundo, con consecuencias, probablemente
funestas, como lo fue el crack de 1930.

Nos dice Stiglitz " Hasta ahora, hubo tres factores que
contribuyeron a que el mundo capeara la suba de los precios del
petróleo. Primero: la productividad
china. Segundo: la baja de la tasa de
interés en EEUU. Por ultimo, los trabajadores de todo
el planeta aceptaron menores salarios reales y
una baja participación en el PBI. Pero este juego ha
llegado a su fin"

Nos cabe hacer la ultima pregunta: ¿Cuál
es el reaseguro para que las consecuencias no sean extremadamente
dramáticas, dada la propagación a nivel planetario
de las crisis?

Y la respuesta es: China, quien tiene ingentes reservas
constituidas en dólares americanos. La suma de 1,4
billones de dólares americanos es apabullante.

Última reflexión: China hace poco
más de un siglo todavía era un país a medias
colonizado, donde los intereses particulares de comerciantes
ingleses afectados por el cierre del mercado del opio, rogaban a
la Corona que interviniera dando lugar, precisamente, a la
Guerra del
Opio.

Y los chinos, hoy cuarta potencia mundial,
a casi nada de superar al tercero, Alemania, tuvo
que seguir promocionado la
drogadicción para que los súbditos de Su
Graciosa

Majestad pudieran seguir filosofando sobre ética, a
las cinco de la tarde, mientras tomaban el te con scons en
Londres.

Pero, a su vez es menester aclarar, a riesgo de que se
nos tache de hipócritas, que la mención anterior es
un relato objetivo histórico, puesto que en el concepto de
la época, donde ya existía el capitalismo
salvaje como podemos apreciarlo en el ejemplo, era considerado
como jugar con las reglas del juego, que incluía el
dirty play.

Pondremos los mejores esfuerzos para describir breve
pero exhaustivamente, estas relaciones entre el antiguo imperio
chino renacido, la influencia a nivel mundial de las variables
económicas interrelacionadas debido a la
globalización y la participación de este actor
impensado hasta hace poco; la predictibilidad pero también
el caos y la incertidumbre, que concluyan en un trabajo
coherente, aportando información y conocimientos
adicionales y]o novedosos, o al menos entretenimiento a sus
eventuales lectores.

La estrategia de
desarrollo del
presente trabajo será tratar separadamente estos conceptos
en capítulos, para luego intentar, esperemos que con
éxito,
hacer la interconexión prometida.

Es decir que utilizaremos el método de las
novelas de
misterio. Vamos mostrando los distintos personajes en forma
correlativa, para luego sorprender con un final a toda
máquina. Lo decepcionante podría ser, como es
usual, que el culpable sea el mayordomo. O que a la
máquina le falte hulla.

Si es así….acudamos a China que tiene las
mayores reservas de hulla del mundo.

El Autor

Historia
Política de China

Desde la Dinastía Quing a la
fecha

La historia de China, como cronología de una de
las civilizaciones más antiguas del mundo, tiene sus
orígenes en la cuenca del Río Amarillo, donde
surgieron las primeras dinastías Xia y Shang.

La existencia de documentación escrita de larga data ha
permitido la recopilación de una historiografía
precisa, desde las primeras dinastías hasta la
actualidad.

Para la confección de este capítulo
nos hemos remitido sustancialmente a enciclopedias y otra
bibliografía sugerida
en la web, que figura al final del
capítulo.

En nuestra consideración, la
información recogida y expuesta carece de connotaciones
ideológicas y políticas
y se atiene al suceder histórico con rigor. Por ello
podemos agregar que nuestro aporte al tema ha sido más la
recopilación y ordenamiento que creación propia. Y
es menester decir que nos parece adecuado, ya que somos legos en
historia, como para adoptar el atrevimiento de hacer comentarios
subjetivos.

La continuidad cultural y lingüística permite establecer una
línea expositiva de la historia de la civilización
china que, desde los textos más antiguos, como ser los
clásicos confucianos, y pasando por las grandes historias
dinásticas promovidas por los emperadores, ha continuado
hasta el presente.

La narración tradicional china de la
historia se basa en el llamado ciclo dinástico, mediante
el cual los acontecimientos históricos se explican como el
resultado de sucesivas dinastías de reyes y emperadores
que pasan por etapas alternas de auge y
declive.

Con pena desistimos de hurgar en el pasado de las
dinastías chinas y directamente nos remitimos a la
última de ellas, la Quing; que casi todos hemos ojeado a
hurtadillas a través del genial director de cine
Bertolucci , en ese magnífico film, que fue "El Ultimo
Emperador".

No perdamos más tiempo y vayamos a
él.

Dinastía Qing

En el año 1644, la dinastía Qing,
procedente de Manchuria, conquista
Pekín.

La dinastía Ching o Qing conocida también
como la Dinastía Manchú, fue fundada por el clan
manchú de Aisin Gioro, en el actual noreste de China
expandido en la propia China y algunos territorios colindantes de
Asia Interior,
estableciendo así el Imperio del Gran La Ching, que fue la
última de las dinastías imperiales de
China

En China, la dinastía Qing ha sido considerada
una dinastía opresora. Los manchúes impusieron su
estilo cultural, y la lengua
manchú se utilizaba para los asuntos más
importantes en la corte, dominada por la clase dirigente de
origen manchú.

La dinastía Qing consolidaría la
expansión territorial de China, incorporando al imperio a
Taiwán, Tíbet, Xinjiang y Mongolia.

A pesar de la fortaleza militar del imperio Qing, se
sucedieron las rebeliones contra éste. La más
importante de las rebeliones antimanchúes fue la
Rebelión Taiping, que causaría millones de muertos
entre 1851 y 1864.

A lo largo del siglo XIX se sucedieron las disputas
comerciales con las potencias occidentales, que dieron lugar a la
Primera Guerra del Opio, que enfrentó a China con el Reino
Unido entre 1839 y 1842, y a la Segunda Guerra del Opio, entre
1856 y 1860, en la que una alianza franco-británica
tomó la ciudad de Guangzhou. El resultado de estas
guerras fue la
firma de los tratados de
Nanjing y de Tianjin, por los que el Reino Unido consiguió
la soberanía sobre parte del actual territorio
de Hong Kong, además de derechos comerciales y de
navegación para las potencias occidentales.

En las últimas décadas de la
dinastía Qing, bajo el mando de la poderosa Emperatriz
Regente Cixi continuaron los conflictos con
las potencias extranjeras por disputas comerciales.
Además, la rivalidad con Japón
por la influencia sobre Corea provocó la guerra
chino-japonesa entre 1894 y 1895.
Tras la derrota china en esta guerra, se firma el Tratado de
Shimonoseki, por el que China reconocía la independencia
de Corea, que pasaba a estar bajo influencia japonesa, y
cedía Taiwán a Japón.

La derrota frente a Japón hizo crecer el
desprestigio de la dinastía Qing. El descontento con el
gobierno imperial manchú se manifestó en la
aparición de numerosos movimientos revolucionarios que
pedían la formación de una
república.

Emperatriz regente Cixi

A finales del siglo XIX, un nuevo líder
emergió. La Emperatriz Viuda Cixi, era la concubina del
Emperador Xianfeng (1850-1861), la madre del Emperador Tongzhi, y
la tía del Emperador Guangxu; controló
con éxito el gobierno Qing y fue la gobernante de hecho de
China por 47 años. Ella efectuó un golpe de
estado para
expulsar de la regencia a Sushun designado por el último
emperador. La conocen como "gobernante detrás de la
cortina" en la política de Qing.

Por los años de 1860´s, la dinastía
Qing había vencido las rebeliones con la ayuda de la
milicias organizadas. El gobierno Qing entonces procedió a
ocuparse del problema de la modernización, que
procuró con el Movimiento de
Uno mismo. Formaron varios ejércitos modernizados
incluyendo el Ejército Beiyang; no obstante las flotas de
"Beiyang" fueron aniquiladas en la guerra Chino-Japonesa
(1894-1895), que produjo las primeras llamadas para una reforma
mayor y más extensa.

En los diez años del reinado del Emperador
Guangxu, sobrino de la Emperatriz regente Cixi (1875 – 1908), la
presión
occidental en China era tan grande que ella se vió forzada
a darles toda clase de poderes. En 1898 el Emperador Guangxu
intentó la Reforma, en la cual se dieron nuevas leyes y algunas
viejas leyes fueron suprimidas.

Pero sus ideales fueron sofocados por Cixi y Guangxu fue
encarcelado en su propio palacio. Cixi, se concentró en
centralizar su propia base de poder.

En 1901, después del asesinato del embajador
alemán, la alianza de las Ocho Naciones entró en
China con una fuerza militar
unida por segunda vez.

Cixi reaccionó declarando la guerra a la alianza
de las ocho naciones, sólo para perder el control de
Pekín dentro de un período de tiempo
corto.

Gobierno y sociedad Qing

Políticamente, el imperio estaba considerado como
una inmensa familia, siendo
el Emperador "Hijo del Cielo" a la vez "el padre y la madre" de
su pueblo, y por consecuencia, como en la familia antigua, el
señor absoluto de todos.

En Pekín su capital, vivía encerrado en
una ciudad aparte, "la Ciudad Prohibida", invisible al
común de sus súbditos. Asistido de un Consejo de
Estado y de ministros, gobernaba por medio de ocho
virreyes, entre los que estaban
divididas las dieciocho provincias del Imperio. Las provincias
estaban subdivididas en prefecturas, etc., gobernadas por una
jerarquía de funcionarios o
mandarines – nombre inventado por los
portugueses.

Los mandarines se reclutaban entre los letrados,
es decir entre los que habían estudiado la literatura, las ciencias y la
filosofía chinas, y habían sido
aprobados en numerosos exámenes.

Principios y desarrollo
temprano

La riqueza del Imperio Chino era conocida, desde la
Edad Media,
por los europeos. Bien acogidos no tardaron en exasperar a los
chinos por su rapacidad y sus violencias. De aquí que la
China se cerrase casi completamente desde el siglo XVI a los
"diablos extranjeros". Esta situación duró hasta
1840. Fueron necesarias dos guerras para abrir más
extensamente a China al comercio
europeo; la Guerra del Opio (1840-1841) y la Expedición de
China (1858-1860).

La Compañía inglesa de la Indias
había obtenido el primer puesto en el comercio en
Cantón. Su principal artículo de venta era una
droga
extraída de la adormidera, el opio, que los chinos fuman y
que envenena más rápido que el alcohol o el
tabaco.

En 1839, se había prohibido la venta del opio y
destruido un stock de 20,000 cajas depositadas en los almacenes
ingleses, éstos bloquearon a Cantón y
después emprendieron una guerra conocida con el nombre de
Guerra del opio. La flota inglesa tomó a Cantón y
Shanghai y remontó hasta Nankín. Por el tratado de
Nankín, los chinos tuvieron que ceder a Inglaterra el
islote de Hong Kong, enfrente de Cantón: abrieron
además cinco puertos, entre ellos Shanghai al comercio
británico. Los Estados Unidos y Francia
obtuvieron poco después las mismas condiciones. Francia se
hizo además reconocer el protectorado de las misiones
católicas, cuya presencia en China se remontaba al siglo
XVI.

En 1856 se suscitaron nuevas dificultades en
Cantón entre Inglaterra y China. Por otra parte, un
misionero había sido martirizado, y no habiendo podido
obtener reparación, el gobierno inglés
y Napoleón III se entendieron para castigar
en común a China y obtener de ella, amenazando a
Pekín, primero garantías para sus nacionales,
después el establecimiento de relaciones
diplomáticas regulares, y por último nuevas
facilidades para el comercio. Un ejército
franco-inglés de 23.000 hombres, después de haber
dispersado al ejército chino, ocupó Pekín
(1860).

Durante la marcha sobre Pekín, los chinos
habían propuesto negociaciones, durante las cuales se
apoderaron por traición de 37 europeos, de los cuales
mataron a 4 e hicieron perecer a otros dieciséis en
atroces suplicios.

Para vengar esta traición, los aliados
pusieron a saco e incendiaron el Palacio de verano, la más
preciosa de las residencias imperiales. Los chinos hicieron todas
las concesiones exigidas por el Tratado de Pekín(1860).
Siete nuevos puertos fueron abiertos al comercio
extranjero.

A consecuencia de este nuevo descalabro,
parecía que China quería transformarse un poco.
Oficiales extranjeros instruyeron a las tropas chinas, hasta
entonces armadas de arcos y de lanzas, al mismo tiempo que se
creaba en Pekín un colegio europeo. El Emperador
autorizó hasta la construcción de un ferrocarril a Shanghai
(1878). Pero la masa del pueblo y los mandarines
permanecían hostiles a las novedades; el gobierno se
mostraba débil y vacilante.

Los brillantes éxitos que tuvo el Japón
tuvieron naturalmente una gran repercusión en China.
Parecían haber hecho comprender definitivamente a los
chinos, que hay un gran provecho en no despreciar las "ciencias
bárbaras", y que conocerlas y adaptarse a su organización es para los pueblos la
condición misma de la independencia.

Bajo la dirección de instructores japoneses, China
empezó a darse un ejército a la europea,
regularmente reclutado, uniformemente equipado, y disponía
según se decía de 250,000 hombres. Publicaba
periódicos donde se ensalzaban las virtudes guerreras que
eran tan despreciadas por los chinos. Multiplicó el
número de estudiantes enviados a Europa y sobre
todo al Japón . Reformó la
organización de su enseñanza y creó colegios y
universidades. Por otra parte los chinos comenzaron a querer dar
valor a su
país; comprando a los extranjeros las minas concedidas y
hasta ciertas líneas férreas; ensayando
además crear fábricas.

La importancia y la grandeza de la transformación
del Japón, se enfrentaron bruscamente en un conflicto con
China a propósito de Corea. Desde siglos se enfrentaron
chinos y japoneses, terminando por ejercer la soberanía
los unos al lado de los otros, poniendo cada nación
una guarnición en Seúl, la capital. Querían
los chinos en 1894 reforzar su guarnición, los japoneses
empezaron la guerra sin previa declaración (julio de
1894).

La Guerra de Corea se llevó a cabo
rápidamente. Con gran sorpresa por parte de Europa, los
japoneses batieron a los chinos con la mayor facilidad.
Después de haberlos expulsado de Corea, después de
haber destruido sus acorazados en la desembocadura del Yalu (17
de septiembre) y tomado por asalto la plaza fuerte de Puerto
Arturo, (noviembre), los japoneses invadieron Petchili. Los
chinos firmaron la paz.

Particularmente grave para la conciencia china
fue la derrota en la Primera Guerra Sino-Japonesa, que
concluyó en 1895 con la firma del Tratado de Shimonoseki,
por el que China perdía su influencia sobre Corea, que
pasaba a ser protectorado japonés, y perdía
también la soberanía sobre la isla de
Taiwán, convertida en territorio
japonés.

Este descontento creciente provocó el aumento del
número de seguidores del movimiento republicano de Sun
Yat-sen, a la sazón exiliado en Japón, que
había fundado una nueva organización republicana,
la Sociedad de la Alianza .

Por el Tratado de Simonoseki, abandonaban a los
japoneses las dos plazas que dominaban la entrada del golfo de
Petchili, al norte Puerto Arturo, con la península donde
está construido, y al sur Wei-Hai-Wei; cedían
además, enfrente de China meridional, la gran isla de
Formosa (abril de 1895).

Entonces se produjo una intervención de Europa.
So pretexto de defender "la integridad de China", Rusia, que
ambicionaba para ella Puerto Arturo, supo arrastrar con ella a
Francia y Alemania, y las tres potencias impusieron una
revisión del Tratado de Shimonoseki. Japón tuvo que
contentarse con Formosa y una indemnización de
guerra.

A consecuencia de los descalabros chinos, muchos
creyeron en Europa que algún día sería
posible distribuirse China, como se habían distribuido
África; o
que por lo menos las potencias podrían ocupar allí
cierto número de puntos estratégicos y establecer
"zonas de influencia".

La iniciativa de esta política de desmembramiento
fue tomada por Alemania. A consecuencia del asesinato de dos
misioneros alemanes (1897), el Emperador Guillermo II hizo
ocupar, inmediatamente y sin intimación, el puerto de
Kai-Tcheu, al sur de la península de Chan-Tung,
región reputada por su riqueza y sus minas de
carbón.

Por su parte, los rusos negociaban y obtenían,
para la terminación del ferrocarril transiberiano, la
facultad de construir la vía en línea recta sobre
Vladivostok, a través de la provincia china de Manchuria.
Obtenían por otra parte, por noventa años la
cesión en arriendo de Puerto Arturo, el puerto en aguas
siempre libres, ambicionado desde hacia tantos años por
Rusia: un entroncamiento debía unir este puerto al
ferrocarril transiberiano (1898).

Francia e Inglaterra se hicieron ceder igualmente en
arriendo Kuang-Tcheu y la otra Wei-Hai-Wei (1898).

Por otra parte las potencias obtenían la apertura
de doce puertos nuevos, el derecho de establecer en ellos
manufacturas y la facultad para los vapores de circular por todas
las grandes vías navegables. Arrancaban del gobierno chino
para sus nacionales concesiones de explotación de las
minas y de construcción de ferrocarriles, casi 10,000
kilómetros: el trozo principal de Pekín a Han-Keu
"1.250 kilómetros" se había concedido a una
sociedad franco-belga.

Los brillantes éxitos de Japón tuvieron
naturalmente una gran repercusión en China.
Parecían haber hecho comprender definitivamente a los
chinos que hay un gran provecho en no despreciar las "ciencias
bárbaras", y que conocerlas y adaptarse a su
organización es para los pueblos la condición misma
de la independencia.

Era la manumisión de los bárbaros sobre
China, y el derrumbamiento del antiguo Imperio. El patriotismo
chino y el espíritu de rutina se sublevaron. Sociedades
secretas, muy numerosas y muy activas en China, sobre todo la
sociedad llamada de los Boxers, provocó un movimiento
nacional que estalló en Pekín, en mayo de 1900, y
se extendió a toda China del norte. Hubo doscientos
extranjeros acuchillados y los ministros europeos en Pekín
fueron sitiados durante dos meses en sus legaciones. Las
potencias, incluidos el Japón y los Estados Unidos,
decidieron obrar en común: enviaron cada uno un
contingente y el ejército internacional así
constituido reprimió en una corta campaña alrededor
de Pekín el movimiento boxer (septiembre-octubre 1900).
Los chinos tuvieron que pagar indemnizaciones y confirmar las
concesiones de trabajos públicos hechos anteriormente. En
cambio, renunciaban las potencias a toda idea de desmembramiento,
garantizando la integridad china.

Caída de la Dinastía Qing –
Levantamiento de Wuchang

El ideólogo republicano más importante de
los últimos años de la dinastía Qing fue Sun
Yat-sen, quien ya en 1895, tras haber fundado la Sociedad para la
Regeneración de China, intentó organizar una
revolución contra la dinastía Qing en la ciudad
sureña de Guangzhou. La sublevación fracasó
y Sun Yat-sen se vió obligado a huir de China, en un
exilio que lo llevaría a Estados Unidos, Canadá,
Europa y Japón en los años siguientes.

El Dr. Sun Yat-sen, gran revolucionario
democrático, fue el líder universalmente reconocido
de la Revolución de 1911. A finales del siglo XIX,
surgieron dos facciones entre los políticos burgueses
chinos que abogaban por aprender de Occidente. Una reformista,
encabezada por Kang Youwei, y otra revolucionaria, dirigida por
Sun Yat-sen. El fracaso del Movimiento Reformista de 1898 condujo
al hundimiento de la facción, la cual se había
hecho la ilusión de que el gobierno de la dinastía
Qing podría llevar a cabo ciertas reformas, mientras que
se incrementaron rápidamente la fuerza y la influencia de
la facción revolucionaria de la burguesía. En 1905,
se fundó la Tongmenghui (Liga Revolucionaria de China). En
ese momento Sun Yat-sen formuló un programa
revolucionario burgués, en el cual figuraban los
postulados de "establecimiento de una república e igualdad de la
propiedad de
la tierra". Se
trataba de un proyecto de
república burguesa, inspirado en el ejemplo de la
burguesía occidental. En dicho programa, Sun Yat-sen
abogaba por derrocar por la vía revolucionaria la
dominación de la dinastía Qing para "establecer una
república". Esto correspondía, en aquella
época, a las aspiraciones y las demandas de las amplias
masas populares de todo el país.

Luego de fundada la Tongmenghui en Tokio, sus miembros
no tardaron en retornar sucesivamente a China e ir a diversas
partes del país a organizar grupos
revolucionarios y, en unión con otros patriotas, a
preparar levantamientos.

El Dr. Sun Yat-sen atribuyó gran importancia al
trabajo militar y al trabajo dentro del ejército enemigo.
Esto fue de gran importancia para la Revolución de
1911.

En la Academia Militar estudiaban más de
500 cadetes, muchos de ellos jóvenes descontentos de la
situación entonces existente. Así fue como la
Academia Militar de Yunnan se convirtió en una importante
plaza fuerte de las fuerzas revolucionarias en esa
provincia.

En 1911, se graduaron antes del plazo previsto los
cien cadetes de la primera promoción de la academia. Dieciocho de
ellos fueron colocados como oficiales de las tropas y se pusieron
a hacer propaganda
revolucionaria entre los soldados.

Los soldados del Nuevo Ejército, todos
ellos reclutas procedentes del campo, ya estaban sumamente
descontentos con la tiranía y la corrupción del gobierno de la
dinastía Qing, con la brutal explotación de la
clase terrateniente, con los castigos corporales y con los
insultos que sufrían en el viejo ejército y con la
práctica de los oficiales de embolsarse parte de su
paga.

El 10 de octubre de 1911, estalló el
Levantamiento de Wuchang, que dio un gran estímulo al
pueblo en Yunnan.

Esta sublevación acabará con el
derrocamiento definitivo del último Emperador Qing Puyi,
en 1912.

Los revolucionarios intensificaron también
allí sus actividades entre los soldados. Los gobernantes
de la dinastía Qing estaban presa de pánico.
Li Jingxi, gobernador general de Yunnan y de Guizhou,
mandó construir fortificaciones dentro y fuera de la sede
de su gobierno y dió orden de arrestar a los
revolucionarios. Li Jingxi reunió un batallón de
guardias, un batallón logístico y dos
compañías de ametralladoras para defender la sede
de su gobierno. Sin embargo, incluso entre dichas fuerzas de
custodia existían fuerzas revolucionarias
ocultas.

El 30 de octubre los revolucionarios se sublevaron en
Kunming. Al levantamiento se sumaron también los cadetes
de la Academia Militar y de la Escuela Militar
Primaria así como los guardias de Li Jingxi. Bajo el mando
de Cai E, las majestuosas tropas de la insurrección se
pusieron inmediatamente en marcha para tomar los accesos a la
ciudad. Cuando atacaron la ciudad de Kunming, el batallón
de caballería, desplegado ahí por Li Jingxi para
defender la ciudad, no opuso resistencia
alguna, sino que, al contrario, la mayor parte de sus soldados se
incorporaron a las filas rebeldes. Los cadetes de la Academia
Militar que vivían dentro de la ciudad abrieron las
puertas de la misma.

El 31 de octubre, se tomó sucesivamente por
asalto otras dos plazas fuertes del enemigo, la colina Wuhua y el
arsenal.

Poco después, se sublevaron también las
tropas del Nuevo Ejército que se hallaban en Dali, Lin"an
y otros lugares. Los batallones de patrullaje del enemigo que se
encontraban fuera de Kunming fueron liquidados sucesivamente, y
la provincia de Yunnan quedó totalmente en manos de los
insurgentes. El 1° de noviembre, se fundó el gobierno
militar de Yunnan.

Nacimiento de la
República de China

Los acontecimientos que llevaron a la caída de la
dinastía Qing, la llamada Revolución de Xinhai, se
desarrollaron entre el 10 de octubre de
1911, fecha en que se produjo la
insurrección conocida como Levantamiento de Wuchang, y el
12 de febrero de 1912, cuando el último emperador,
Puyi, abdicó
definitivamente.

La revolución que acabó con varios
milenios de historia imperial se desencadenó por una
explosión fortuita en la ciudad de Hankou el

9 de octubre de aquel año. Hankou es una
de las tres ciudades que constituyen la triple metrópoli
de Wuhan, punto estratégico en el centro de China, y en
ella había una intensa actividad revolucionaria
clandestina, así como un gran número de tropas del
reformado Nuevo Ejército del estado Qing. Aquel 9 de
octubre, un grupo de
revolucionarios se encontraba manipulando explosivos que iban a
ser utilizados en atentados antimonárquicos, cuando una
explosión inesperada provocó varios muertos y
heridos. Los intentos de rescate de los heridos pusieron a las
autoridades locales al corriente de las actividades y de las
identidades de muchos implicados, y aquel mismo día se
llevaron a cabo diversas ejecuciones sumarias.

Sin embargo, el ejército Qing en Wuhan
estaba ya infiltrado por muchos activistas republicanos que, tras
el accidente, temían ser descubiertos. Éstos
decidieron lanzarse a la ofensiva antes que esperar la
reacción de las autoridades leales a la corte Qing, y el
10 de octubre se sublevaron contra el poder imperial en
Wuchang,

De esta manera, en apenas tres días, Wuhan,
la triple metrópoli del Yangzi, estaba en poder de un
ejército rebelde al servicio de la
causa republicana, a pesar de la falta de organización del
movimiento. La fecha del 10 de octubre, el "doble 10", se
convertiría en la fiesta nacional de la República
de China y, aún hoy, se conmemora como tal en
Taiwán.

Mientras la rebelión avanzaba, los altos
mandos del ejército exigieron a la corte que aceptara una
serie de reclamaciones, las "doce reclamaciones", para reducir el
poder del emperador y establecer un sistema parlamentario. Entre
estas reclamaciones estaba el nombramiento de un nuevo gobierno
encabezado por un primer ministro. La debilitada corte
manchú, consciente de que el poder se le escapaba de las
manos, aceptó todas estas reclamaciones, y Yuan Shikai
fué nombrado Primer Ministro del Imperio
Qing.

Estas reformas suponían un intento de establecer
una monarquía constitucional en China que
pudiera contentar a los conservadores y a los sectores
reformistas. A pesar de este intento, la revolución
seguía su avance imparable, apoyada en un gran apoyo
popular. El 3 de noviembre, la provincia de Jiangsu se sumaba a
la rebelión republicana. Sichuan, el 22 de noviembre y
Shandong, el 12 de diciembre, se unían a la lista de
provincias rebeldes.

El 30 de diciembre, en Nanjing, se proclamaba la
República de China, que oficialmente comenzaría el
1 de enero de 1912. El año 1912 se convertía para
China en el año 1 de la república, adoptando el
modelo occidental de años solares con semanas de siete
días, en lugar del sistema tradicional chino de
años lunares con semanas de diez días. Sun Yat-sen
pasaba a ser el primer presidente de la República de
China.

Sin embargo, Sun Yat-sen era consciente de la debilidad
militar de la nueva república. La mayor parte del
ejército se mantenía leal al poder imperial de
Pekín, y Yuan Shikai mantenía su poder e influencia
sobre el Ejército de Beiyang, asentado en el norte de
China. Sun se vio obligado a negociar con Yuan Shikai, a quien
ofreció el cargo de presidente de la república.
Yuan, presionado por numerosos sectores del ejército,
favorables a reconocer el nuevo orden republicano, aceptó,
y forzó la abdicación del niño emperador
Puyi, ocurrida finalmente el 12 de febrero de 1912.

La ambición de Yuan Shikai, que llegaría a
autoproclamarse emperador en 1915, hace crecer la
oposición a Sun. China se encontraba aún dividida,
y Sun Yat-sen vuelve del exilio para instalarse en Guangzhou,
desde donde dirige el Kuomintang, el partido político que
él había fundado.

En Guangzhou, Sun Yat-sen funda la Academia Militar de
Whampoa, en la que se formará el ejército que, bajo
el mando de Chiang Kai-shek, sucesor de Sun Yat-sen al frente del
Kuomintang, conseguirá conquistar gran parte de China y
establecer en Nanjing la capital de la República de
China.

Chiang Kai-shek se convierte en presidente de la
República y, desde el principio, tendrá que
enfrentarse a dos problemas. Por un lado, el Partido Comunista
Chino, a pesar de varios periodos de colaboración con el
Kuomintang, lucha por establecer un régimen comunista. Por
otro lado, el imperialismo
japonés presiona a China.

En 1931 Japón conquista Manchuria, y establece
allí el estado
títere de Manchukuo. En 1937 él ejército
japonés comienza la invasión de China.

Durante la invasión japonesa, el gobierno de
Chiang Kai-shek abandona la capital Nanjing, ocupada por
Japón, y se repliega al interior, estableciéndose
en la ciudad de Chongqing.

Tras el final de la Segunda Guerra
Mundial, en 1945, Japón abandona sus conquistas en
Asia, y China recupera Manchuria y Taiwán.

Cuando parecía que el gobierno de Chiang Kai-shek
podría ya lograr consolidar la estabilidad de la
república, se reanuda el enfrentamiento con los
comunistas. Éste se convierte en una guerra civil total a
partir de 1947. En contra de las previsiones, los comunistas
logran vencer al ejército de la República. El
gobierno del Kuomintang, junto a parte del ejército y
muchos de sus simpatizantes, muda a Taiwán, desde donde
confiaban en poder reconquistar el continente. Esta
situación, sin embargo, acabaría
manteniéndose y la República de China
continúa existiendo en la actualidad en la isla de
Taiwán.

La República de China fue el régimen
político que sucedió en China a la última
dinastía imperial, la Qing, en el año 1912. El
periodo republicano fue una etapa de grandes convulsiones
políticas y sociales, marcada por la independencia virtual
de amplias zonas de China, bajo el control de los llamados
"señores de la guerra", y por los numerosos
enfrentamientos bélicos, especialmente la Segunda Guerra
Sino-Japonesa y, a partir de 1945, la guerra civil entre el
Kuomintang, el partido político que dominaba las instituciones
de la República, bajo el mando de Chiang Kai-shek, y el
Partido Comunista de China.

La victoria de los comunistas en la guerra civil, bajo
el liderazgo de
Mao Zedong, en 1949, puso fin al régimen de la
República en el continente chino, con la
proclamación de la nueva República Popular China.
El ejército comunista, sin embargo, nunca consiguió
ocupar la isla de Taiwán, única provincia china en
la que se ha mantenido hasta la actualidad el régimen de
la República de China.

Sun Yat-sen había accedido a ceder la presidencia
a Yuan Shikai de manera temporal. La constitución provisional promulgada en
marzo de 1912 estipulaba la formación de un sistema
parlamentario y la celebración de elecciones
parlamentarias y presidenciales en el plazo de diez
meses.

Con el fin de participar en las elecciones
parlamentarias, la Sociedad de la Alianza de Sun Yat-sen se
convirtió en un partido político con el nombre de
Partido Nacional Popular, más conocido en Occidente como
"Kuomintang" (KMT).

En las elecciones parlamentarias de 1913, en las que
tenían derecho a voto unos cuarenta millones de chinos,
hombres mayores de veintiún años y con un cierto
nivel de educación y de
riqueza, el KMT logró unos excelentes resultados, con 269
de los 596 escaños de la cámara baja, y 123 de los
274 escaños del Senado para sus candidatos.

En enero de 1914, Yuan Shikai disolvió el
parlamento y nombró en su lugar una asamblea de 66
miembros, que fue responsable de elaborar una constitución
que ponía todo el poder en las manos del propio
Yuan.

Yuan Shikai, convertido ya en dictador de China,
intentó lanzar una campaña ambiciosa de reformas
para modernizar la economía
china. Estas reformas abarcaban numerosos ámbitos,
tales como el sistema judicial, la educación, la
moneda y el sistema
penitenciario. La presión de las potencias
occidentales sobre China disminuyó debido al inicio de la
Primera Guerra
Mundial en Europa, lo cual dio un respiro al régimen
chino en la siempre espinosa política
internacional.

Sin embargo, las ambiciones japonesas sobre el
territorio chino se empezaron a notar en esa época. Los
japoneses, como aliados del Reino
Unido, estaban técnicamente en guerra con
Alemania, y aprovecharon esa situación para atacar las
concesiones alemanas en la provincia de Shandong. En enero de
1915, Japón hizo públicas una serie de
reivindicaciones, conocidas como las "Veintiuna Reclamaciones",
que exigían a China la concesión de todo tipo de
privilegios comerciales. La agresividad japonesa provocó
numerosas manifestaciones en China, pero Yuan Shikai, dado el
estado precario de las arcas del estado, necesitadas de
inyecciones de capital extranjero, hubo de ceder a gran parte de
las pretensiones japonesas.

El estilo de gobierno de Yuan Shikai
evolucionó hacia modelos cada vez más autoritarios,
imitando en muchos aspectos la manera de gobernar de los
emperadores Qing, y adoptando incluso los rituales religiosos de
aquéllos.

En 1915, Yuan dio el paso definitivo. Apelando a un
supuesto deseo popular, hizo que una Asamblea representativa
nombrada por él mismo votara a favor de la
restauración imperial con 1993 votos a favor y ninguno en
contra. El 1 de eero de 1916, Yuan subía al trono como
nuevo emperador chino.

La restauración monárquica fue muy mal
recibida incluso por algunos de sus colaboradores más
cercanos. Los líderes militares de varias provincias
negaron el reconocimiento al nuevo emperador, y las protestas se
sucedían por todo el país. Consciente de su
impopularidad, Yuan Shikai abolía la monarquía en
marzo de ese mismo año, menos de tres meses después
de su subida al trono, y renunciaba al poder. Humillado y
abandonado por sus seguidores, Yuan Shikai moría poco
después, el 6 de junio de 1916.

Tras el fracaso de la restauración imperial de
Yuan Shikai, se restauraba la república con Li Yuanhong
como presidente. En junio de
1917, el general conservador Zhang Xun
llevaba a cabo un golpe militar con el objetivo de restaurar la
dinastía Qing.

El último emperador manchú, el muchacho de
once años Puyi, que había seguido viviendo con su
quito en la
Ciudad Prohibida, se convertía de nuevo en emperador de
China. Sin embargo, esta restauración no fue aceptada por
la inmensa mayor parte del ejército, y apenas un mes
después, Zhang Xun era derrotado en Pekín por el
ejército leal a la república, que volvía a
deponer a Puyi. En estos momentos, China carecía de un
poder central reconocido y el país se encontraba dividido,
en manos de jefes militares, los llamados "señores de la
guerra", que controlaban distintas zonas del
país.

Tras el desastre de los intentos de
restauración imperial en Pekín, el país
entró en una fase de fragmentación, en la que el
gobierno nominal de la República en Pekín, aunque
reconocido como legítimo por las potencias extranjeras,
apenas controlaba una pequeña zona del norte de China. Los
"señores de la guerra", eran quienes tenían el
poder efectivo y controlaban la
administración y la recaudación de impuestos en las
zonas bajo su control.

La debilidad del Gobierno de Pekín se vio
agravada al final de la Primera Guerra Mundial
por las cesiones económicas y territoriales hechas a
Japón, que se aseguraba el control de las concesiones
hasta entonces alemanas en la costa de Shandong. Estos
privilegios otorgados a Japón fueron una sorpresa para la
mayor parte de los chinos, incluso del gobierno, que ignoraban
los acuerdos que el gobierno de Duan Qirui, en el poder hasta
octubre de 1918, había alcanzado con los
japoneses.

En contra de lo esperado por la opinión
pública china, que veía en la derrota alemana
en la Gran Guerra la oportunidad de acabar con las cesiones
injustas de derechos comerciales a los alemanes, el Tratado de
Versalles simplemente confirmó el traspaso de los derechos
alemanes a Japón. Estos hechos provocaron un gran
descontento en el país, que alcanzaría su
máxima expresión en las protestas multitudinarias
en Pekín el 4
de mayo de 1919.

Paradójicamente, esta etapa de crisis
política y social fue, sin embargo, una etapa de gran
actividad intelectual y literaria. Precisamente las protestas del
4 de mayo de 1919 dieron nombre al llamado Movimiento del Cuatro
de Mayo, como se conoce a las nuevas tendencias de pensamiento
político y de expresión literaria que florecieron
en estos años.

Entre los pensadores más destacados del
movimiento se encontraba Chen Duxiu, profesor de la
Universidad de
Pekín que fundó la revista Nueva
Juventud, en
la que se publicarían algunos de los artículos
más influyentes sobre el pensamiento chino en estos
años de cambio. Chen Duxiu, junto a su estrecho
colaborador Li Dazhao, sería el principal responsable de
la fundación del Partido Comunista de China (PCCh),
formalmente fundado en Shanghai en julio de 1921 con el apoyo
financiero de la Unión Soviética a través de
la Komintern o "Tercera Internacional", la organización
patrocinada por la Unión Soviética para difundir el
comunismo en el
mundo.

En el plano político, además de la
fundación del PCCh, con Chen Duxiu como secretario
general, la etapa de caos que siguió a la pérdida
de poder de Yuan Shikai permitió a Sun Yat-sen regresar a
China, estableciéndose en la ciudad sureña de
Guangzhou

En Guangzhou, Sun Yat-sen fundó la Academia
Militar de Whampoa, desde donde se formó un
ejército con la idea de asumir el control de toda China
bajo el liderazgo del Kuomintang.

Tras su retorno a China en 1916, Sun Yat-sen
desarrolló el Kuomintang como un partido constituido en
torno a su figura
por vínculos de lealtad personal. Tras
establecerse en Guangzhou y conseguir formar un gobierno que
aspiraba a unificar China, Sun recurrió a la ayuda militar
y económica de la Komintern, que veía en el
movimiento revolucionario de Sun Yat-sen, a pesar de no ser de
ideología comunista, la capacidad de lanzar una
revolución de estilo soviético.

Por ello, y pese a las reticencias de Chen Duxiu, la
Komintern, representada en China por su agente Borodín
(pseudónimo de Mijaíl Gruzenberg), instó al
aún muy débil Partido Comunista de China a
colaborar con el Kuomintang.

Como resultado de esta colaboración, en la
Academia Militar de Whampoa convivieron miembros del KMT leales a
Sun Yat-sen con miembros del Partido Comunista de China, como
Zhou Enlai, recién llegado de Francia, que ocupó el
cargo de director del departamento político.

El primer comandante de la Academia, sin embargo, era
Chiang Kai-shek, un joven natural de la provincia de Anhui, y muy
próximo a Sun Yat-sen, que más adelante se
caracterizaría por su ferviente anticomunismo.
Precisamente esta rivalidad entre los leales al ala nacionalista
del Kuomintang y los comunistas que intentaban atraer adeptos
entre los militantes del KMT, alimentaría la
tensión que desembocaría años más
tarde en un conflicto abierto.

En octubre de 1924, un golpe de estado
en Pekín había arrebatado el control de la capital
al poderoso señor de la guerra Wu Peifu, acérrimo
enemigo tanto del KMT de Sun Yat-sen como de los comunistas de
Chen Duxiu. Tras el golpe de estado, la capital pasó a
estar controlada por el rival de Wu Zhang Zuolin, el señor
de la guerra que dominaba Manchuria, y con quien Sun Yat-sen
confiaba en poder llegar a un acuerdo. Duan Qirui se
convirtió en nuevo Presidente provisional de la
República en Pekín, y decidió convocar una
conferencia
para la reunificación nacional, a la que se invitó
a Sun Yat-sen, en su calidad de
Presidente del gobierno revolucionario instalado en
Guangzhou.

En su viaje al norte, Sun se dirigió a
Japón, donde cayó gravemente enfermo. Sun Yat-sen
volvió a China y se instaló en Pekín, donde
recibió atención médica. Sun Yat-sen
falleció en Pekín el 12 de marzo de
1925.

La inesperada muerte de Sun
dejó descabezado al KMT, desencadenando una lucha por el
poder entre Wang Jingwei y Chiang Kai-shek.

A pesar de esta crisis de liderazgo, la brutalidad de
muchos de los señores de la guerra, unida al descontento
chino con la presencia extranjera, hizo crecer el apoyo popular
del movimiento revolucionario liderado por el KMT. El descontento
con las concesiones a las potencias extranjeras alcanzó un
momento especialmente grave el 30 de mayo de 1925, cuando
soldados chinos y sikhs del destacamento británico en
Shanghai abrieron fuego contra trabajadores que se manifestaban
en la calle, provocando la muerte de
once manifestantes. Este incidente provocó numerosas
protestas en China y aumentó el prestigio del KMT, al que
muchos veían como el único movimiento capaz de
reunificar el país.

Mientras tanto, la tensión entre los
nacionalistas del KMT y los comunistas seguía creciendo, y
alcanzó un momento crítico el 20 de marzo de 1926,
con el incidente del Zhongshan, un buque de guerra comandado por
un militar comunista que apareció frente a la isla de
Whampoa en lo que Chiang Kai-shek interpretó como un
intento de atacarle, por lo que detuvo al capitán del
barco y a otros comunistas y puso Guangzhou bajo estado de
emergencia.

El hombre de la Komintern, Borodin, intentó
mantener la frágil alianza entre los comunistas y Chiang
Kai-shek que, cada vez más fortalecido como nuevo
líder del KMT, decidió lanzar la ofensiva militar
para reunificar China bajo el gobierno revolucionario.

Esta ofensiva militar, conocida como la
Expedición del Norte, se lanzó oficialmente el 1 de
julio de 1926. Las tropas comandadas por Chiang Kai-shek
avanzaron hacia el norte por el corredor ferroviario de
Guangzhou.

En diciembre de 1926, el territorio bajo el poder de la
alianza del KMT y el Partido Comunista comprendía ya todo
el sureste del país.

El gobierno del Kuomintang se trasladó de
Guangzhou a Wuhan y contemplaba ya la posibilidad real de
unificar el país.

Hasta principios de 1927, Chiang Kai-shek había
aceptado la alianza con los comunistas, necesitado del apoyo
militar y económico de la Unión Soviética.
La situación cambió en la primavera de 1927 cuando
las tropas de Chiang consiguieron ocupar las ciudades de Nanjing
y Shanghai. En ese momento, Chiang Kai-shek rompió con el
Partido Comunista y con los dirigentes del KMT partidarios de la
alianza con aquéllos.

Entre el 12 y el 13 de marzo, grupos paramilitares
unidos a soldados del KMT mataron a decenas de líderes
sindicales y simpatizantes comunistas que se manifestaron en
Shanghai.

El 18 de abril de 1927, Chiang Kai-shek
establecía un gobierno en Nanjing, la ciudad que Sun
Yat-sen había designado como capital de la nueva China.
Así, Chiang se convertía en líder del KMT
mientras un gobierno rival permanecía en Wuhan, donde los
comunistas, desconcertados por la traición de Chiang, se
debatían en una crisis interna que acabó con el
liderazgo de Chen Duxiu.

La República bajo Chiang
Kai-shek

El establecimiento del nuevo gobierno del KMT en
Nanjing dividió a este partido entre la facción
izquierdista, establecida en Wuhan y favorable a colaborar con
los comunistas, y la facción leal a Chiang, que, instalado
ya en Nanjing, se oponía a cualquier tipo de
colaboración con los comunistas. A esta división en
el seno del partido se unió el fracaso de las tropas de
Chiang en su intento de continuar la conquista del
norte.

Estas circunstancias llevaron a Chiang Kai-shek a
renunciar a sus cargos en forma temporal, en agosto de 1927. En
enero de 1928, Chiang Kai-shek era nombrado Comandante en Jefe y
se integraba una vez más en el Comité Ejecutivo
Central del KMT.

Las partes centrales y orientales de China
quedaban unificadas bajo el poder de la República de China
con capital en Nanjing. Ya sólo las zonas escasamente
pobladas del oeste y el norte permanecían bajo el control
de dirigentes locales. El gobierno republicano intentaría
en los años siguientes consolidar su poder y promover el
crecimiento económico y la modernización que China
necesitaba.

A pesar del debilitamiento del Partido Comunista,
perseguido por el nuevo régimen republicano de Nanjing,
algunos miembros de este partido consiguieron establecer un
embrión de sistema comunista en varias partes de la China
rural.

Una de las más importantes de estas regiones bajo
control comunista sería el llamado "Sóviet de
Jiangxi", en la provincia de ese nombre en el sur de China, donde
Mao Zedong, miembro del Partido Comunista, que había sido
ampliamente criticado por los dirigentes del partido,
había establecido un sistema comunista.

Desde la ciudad de Ruijin, Mao dirigía el Soviet
de Jiangxi con una ideología marxista-leninista que
anteponía el papel del campesinado en la revolución
al de las clases urbanas.

El soviet de Jiangxi existiría durante varios
años hasta que el 16 de octubre de 1934, ante la prevista
invasión de las tropas de la República, los
comunistas se vieron obligados a huir de la zona. Perseguidos por
el ejército de Chiang Kai-shek, los dirigentes del Partido
Comunista emprendieron la llamada Larga Marcha, el periplo por la
China interior que llevaría a los leales al Partido
Comunista a huir desde hasta la provincia de Shaanxi en el
norte.

Durante la Larga Marcha, Mao, tras una histórica
reunión en la ciudad de Zunyi, provincia de Guizhou,
consiguió hacerse con el poder en el partido, marginando a
Wang Ming, el líder que contaba con el apoyo de la
Unión Soviética.

La Larga Marcha concluiría el 20 de octubre de
1935, cuando alrededor de una décima parte de los hombres
que salieron de Ruijin con Mao alcanzaron la zona de Shaanxi
controlada por la guerrilla comunista en el norte.

La persecución del KMT había logrado
arrinconar aparentemente al Partido Comunista, pero el gobierno
de Nanjing se enfrentaba a otra amenaza aun más peligrosa
que los insurgentes comunistas: el avance de los
japoneses.

Desde los tratados de Shimonoseki y Versalles,
Japón había aumentado sus zonas de influencia sobre
territorios anteriormente chinos, y mantenía presencia
militar en Manchuria y Shandong para defender sus intereses. A
partir del Incidente de Mukden, el 18 de septiembre de 1931,
cuando se produjeron unas explosiones en la línea
férrea a la entrada de esa ciudad (actual Shenyang), los
japoneses aumentaron su presión sobre China al establecer
un estado títere, Manchukuo, en Manchuria.

Para ello, en un intento de dar una fachada de
legitimidad a este estado títere, ofrecieron a Puyi, el
último emperador chino, restablecer su trono en Manchuria,
como emperador de un nuevo imperio Qing. Puyi aceptó la
oferta
japonesa y se desplazó desde Tianjin para subir al trono
en la ciudad manchú de Changchun, renombrada como Xinjing
("nueva capital").

La Segunda Guerra
Sino-Japonesa

La tensión entre Japón y China, que no
reconocía la independencia de Manchukuo,
desembocaría en guerra abierta el 7 de julio de 1937,
cuando el ejército japonés, tras algunas
escaramuzas con el ejército chino en el norte,
comenzó la invasión de China.

La guerra con Japón, que se lanzó a la
invasión de China como parte de sus planes expansionistas
en Asia en el marco de la Segunda Guerra
Mundial, puso fin a los intentos de Chiang Kai-shek de
unificar el país. Ante el avance japonés, el
gobierno del Kuomintang se vio obligado a abandonar la capital
Nanjing, replegándose hacia el interior, primero a la
ciudad de Wuhan y, después, a la ciudad interior de
Chongqing, lugar remoto desde el cual parecía
difícil llevar a cabo una contraofensiva.

El ejército japonés ocupó la
mayor parte de la franja costera oriental de China, controlando
los principales centros de producción económica. Al
régimen títere de Manchukuo se sumaron otros tres
regímenes títeres, uno en Mongolia Interior, que
los japoneses querían separar de China como habían
hecho con Taiwán y Manchuria, y otros dos regímenes
similares en Pekín y Nanjing.

En esta última ciudad, ocupada por el
ejército japonés el 13 de diciembre de 1937, se
desencadenó una campaña de extraordinaria violencia
contra la población civil, la llamada masacre de
Nanjing, en la que murieron miles de personas ( en China se
suelen cifrar en trescientas mil las víctimas
mortales).

La invasión japonesa supuso también el
final de la persecución a la que el gobierno del KMT
había sometido al Partido Comunista de China. El estado de
crisis nacional forzó la colaboración entre el KMT
y el Partido Comunista. Aunque Chiang Kai-shek era al principio
reacio a esta colaboración con el Partido Comunista, tuvo
que aceptarla a raíz del incidente de Xi'an, cuando el
mariscal Zhang Xueliang, militar favorable a una alianza entre el
KMT y el Partido Comunista que controlaba la región de
Shaanxi, detuvo a Chiang Kai-shek en Xi'an, manteniéndolo
prisionero hasta que aceptó el establecimiento de un
frente común entre el KMT y el Partido Comunista para
defenderse frente a la agresión japonesa.

La invasión japonesa permitió así
al Partido Comunista reagruparse en su base norteña de
Yan'an, ciudad desde la cual controlaban una parte del territorio
chino.

La entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra
Mundial frenó el avance japonés en China.
Además, la rendición de Alemania en mayo de 1945
permitió al victorioso Ejército Rojo
soviético intervenir en Manchuria el 8 de agosto de ese
año, dos días después de la bomba
atómica lanzada por los Estados Unidos sobre la ciudad
japonesa de Hiroshima y un día antes de la bomba sobre
Nagasaki, que forzaría la rendición japonesa y su
retirada de Asia continental.

El final de la guerra supuso la salida definitiva
de Japón del territorio chino. Manchuria, Taiwán y
las zonas ocupadas durante la Guerra Sino-Japonesa volvían
a estar bajo soberanía nominal china, y Chiang Kai-shek
restablecía el gobierno de Nanjing.

Sin embargo, las fuerzas comunistas de Yan'an, muy
fortalecidas por los años de guerra y por la
intervención soviética en Manchuria, aumentaban su
control sobre numerosas zonas de la China rural. La salida de los
japoneses dejaba paso así a una guerra civil abierta entre
el KMT de Chiang Kai-shek y los comunistas de Mao
Zedong.

La Guerra Civil

A pesar de los intentos de mediación de los
Estados Unidos y la Unión Soviética, la
tensión entre el KMT y el Partido Comunista siguió
en aumento tras la derrota de Japón. Ninguna de las dos
partes quería ceder en sus principios fundamentales,
especialmente los comunistas, que habían afianzado su
control del norte del país. La tregua entre los dos bandos
se rompió en la primavera de 1946, cuando se reanudaron
los combates.

A pesar de que el gobierno del KMT dominaba la
mayor parte de las ciudades, el control que el Partido Comunista
tenía sobre el campo y sus victorias militares en
Manchuria, acabarían siendo decisivos para la victoria
final de estos últimos.

El gobierno de Nanjing intentó mejorar su
imagen
mediante reformas políticas y económicas. Aunque
las reformas políticas tuvieron cierto éxito, con
la aprobación de una nueva constitución en 1947 y
la celebración de elecciones, la política
económica no fue capaz de controlar la hiperinflación desbocada, que
aumentó el descrédito del gobierno de Chiang
Kai-shek, quien por vez primera había asumido el cargo de
presidente. Mientras tanto, los comunistas aumentaban el
territorio bajo su control.

Ls comunistas iniciaron el avance hacia el sur y en
1948, controlaban la ciudad de Harbin en el extremo norte y casi
todas las zonas rurales de Manchuria.. Ese año, los
comunistas pasaron de las tácticas de guerrilla a la
guerra abierta, tomando varias ciudades importantes. En enero de
1949, el ejército comunista entró en Tianjin y en
Pekín. En esta última ciudad, las tropas comunistas
entraron sin violencia el 31 de enero de 1949.

Bajo el control comunista, Pekín
recuperó su nombre tradicional (Beijing, capital del
norte
, en sustitución del nombre Beiping, paz del
norte
, utilizado desde 1928), señal de que los
comunistas pretendían establecer allí la capital
del nuevo régimen.

A pesar de la ayuda económica y material,
pero no militar, de los Estados Unidos, el cada vez más
desmoralizado ejército de la República estaba ya
abocado a la derrota.

A lo largo de 1949, los avances comunistas obligaron al
gobierno de Nanjing a replegarse hacia el sur. El 26 de mayo
Chiang se desplaza a Taiwán, lugar seguro desde el
que intenta organizar la contraofensiva. Ya en enero de 1949,
Chiang, centrado en las actividades militares, había
cedido la presidencia de la República a Li
Zongren.

El 1 de octubre de 1949, Mao Zedong proclama en la Plaza
de Tian'anmen de Pekín la República Popular China.
Chiang vuelve al continente para intentar organizar la defensa de
las pocas ciudades aún controladas por los nacionalistas.
La capital provisional se traslada a Chongqing el 15 de octubre
y, finalmente, a Chengdu el 29 de noviembre. Chiang Kai-shek
participa en la defensa de esta ciudad hasta que el 10 de
diciembre abandona esta ciudad, junto a su hijo Chiang Ching-kuo,
en avión con rumbo a Taiwán. La caída de
Chengdu suponía la victoria definitiva de los comunistas
en el continente.

Mientras Chiang Kai-shek reestablecía el gobierno
de la República de China en Taipei, su enemigo
acérrimo Mao Zedong se convertía en el líder
de la nueva República Popular China.

República Popular
China

El 1 de octubre de 1949, el líder del Partido
Comunista Chino Mao Zedong proclama la República Popular
China desde la puerta de Tian'anmen de la Ciudad Prohibida de
Pekín.

Mao fue el líder máximo de China hasta su
muerte en 1976. Su periodo de gobierno estuvo marcado por
profundas conmociones sociales y políticas, como las
campañas del Gran Salto Adelante o la Revolución
Cultural.

La estructura del nuevo Estado había sido
decidida durante la Conferencia Consultiva Política
Popular convocada por Mao el 12 de septiembre de aquel
año. Además de la ley
orgánica que establecía los poderes del Estado,
durante la conferencia se redactó un Programa
Común, que enumeraba una serie de objetivos
inmediatos, y se decidió la adopción
de la nueva bandera del país, roja con una gran estrella
amarilla en representación del Partido Comunista, en torno
a la cual se sitúan otras cuatro estrellas más
pequeñas, que simbolizan la unión de las cuatro
clases
sociales: los campesinos, los trabajadores, la pequeña
burguesía y la gran burguesía urbana.

El nuevo Estado quedaba bajo el control total del
Partido Comunista a través de sus organizaciones
regionales, coordinadas por un Comité Central que en aquel
momento contaba con 44 miembros. De éstos, catorce
miembros formaban el Buró Político, encabezado por
los cinco miembros del Comité Permanente, en quienes
recaía la máxima responsabilidad de poder. Los cinco miembros
iniciales del Comité Permanente, los auténticos
hombres fuertes del nuevo régimen, fueron Mao Zedong, Liu
Shaoqi, Zhou Enlai, Zhu De y Chen Yun.

La estabilidad del nuevo régimen se basaba en su
potencia militar. Las fuerzas armadas del nuevo Estado, el
Ejército Popular de Liberación, garantizaban la
supremacía del Partido. El territorio chino quedó
dividido en seis regiones militares desde las que algunos de los
dirigentes más influyentes del Partido, controlaban la
política regional.

Una de las principales prioridades del nuevo Gobierno
sería la reconstrucción económica. Para
ello, China buscó la colaboración de la
Unión Soviética, el único aliado poderoso
con el que podía contar. Mao Zedong visitó
Moscú en diciembre de 1949, donde se entrevistó con
el líder soviético Stalin. La Unión
Soviética ofreció a China diversos programas de
cooperación económica y tecnológica,
así como préstamos, para afrontar la
industrialización del país.

Una de las principales políticas acometidas desde
un principio fue la reforma
agraria, que supuso la redistribución de tierras
confiscadas a los mayores terratenientes. También se
acometieron reformas sociales, como la nueva ley del matrimonio, que
daba mayores derechos a las mujeres. Asimismo, se llevaron a cabo
planes de erradicación de la prostitución y de la adicción al
opio.

Junto a las reformas sociales y económicas, la
otra prioridad nacional para los comunistas era el
reestablecimiento de la integridad territorial china. La isla de
Hainan fue ocupada por el Ejército Popular de
Liberación en abril de 1950, mientras que el Tíbet,
independiente de facto desde la caída de la
dinastía Qing, fue ocupado en octubre de 1950.

Sin embargo, Mao Zedong habría de ceder ante las
presiones de Stalin para reconocer la independencia de la
República Popular de Mongolia, conocida en China como
Mongolia Exterior, y que había sido parte del imperio
Qing, la última dinastía china. Con el
reconocimiento de la independencia de Mongolia, el único
territorio reivindicado por la República Popular que
quedaba fuera del control de ésta era la isla de
Taiwán, refugio del Gobierno nacionalista de Chiang
Kai-shek. Mao Zedong confiaba en poder invadir la isla antes del
final de 1950. Los planes de invasión serían
frustrados, sin embargo, por la Guerra de Corea.

Tras la muerte de Mao, el sucesor elegido por
éste, Hua Guofeng, no consiguió consolidar el
poder, que acabó en manos de Deng Xiaoping.

Deng Xiaoping inició un proceso de
reformas económicas y apertura comercial al resto del
mundo. Desde entonces, la economía china ha conseguido
crecer a un ritmo espectacular, pero en forma paralela hubo una
creciente libertad de
expresión cuyas expresiones críticas hacen
eclosión en 1989. A pesar de los éxitos
económicos, la represión política se
manifestó de una manera especialmente trágica en
1989, con la intervención del ejército para acabar
con las protestas de la Plaza de Tian'anmen.

El 4 de junio de ese año, las protestas de la
Plaza de Tian'anmen en Pekín fueron sofocadas mediante la
intervención del Ejército. Los incidentes, en los
que perdieron la vida cientos de personas, provocaron a un cambio
en la cúpula de poder de la República
Popular.

Deng Xiaoping apartó a los dirigentes reformistas
como el secretario general del Partido Zhao Ziyang y
favoreció al primer ministro Li Peng y, muy en especial,
al entonces alcalde de Shanghai Jiang Zemin, que se
convertiría en su sucesor. Tras dos años de
incertidumbre y de aislamiento internacional, Deng Xiaoping
tomó una de las decisiones más importantes en la
historia reciente de China al intensificar el proceso de reformas
económicas. Así, el Estado dominado por el Partido
Comunista pasó durante los años 1990 a adoptar
políticas económicas capitalistas combinadas con un
fuerte autoritarismo político. Este modelo de desarrollo
sería continuado por Jiang Zemin y por el sucesor de
éste y actual presidente de la República Popular
China Hu Jintao.

Tras la muerte de Deng, su sucesor Jiang Zemin mantuvo
el poder hasta que entre los años 2002 y 2004 fue
sustituido en todos sus cargos por el actual Presidente de la
República Popular China Hu Jintao.

La Guerra de Corea y las campañas de
masas

El 25 de junio de 1950, las tropas norcoreanas cruzaban
el paralelo 38 e invadían Corea del Sur. Las Naciones Unidas
aprobaron una resolución por la que se aprobaba el
envío de una fuerza multinacional para repeler la
invasión norcoreana. Paradójicamente, esa
resolución pudo aprobarse gracias al boicot
soviético a las Naciones Unidas, motivado precisamente por
la presencia de la República de China (Taiwán) en
ese organismo.

Bajo la bandera de las Naciones Unidas, una fuerza
multinacional de numerosos países, con mayoría de
tropas de los Estados Unidos, intervino en la Guerra de Corea en
apoyo del régimen del sur.

El Presidente de los Estados Unidos Harry Truman,
inquieto ante la posibilidad de una expansión comunista en
Asia Oriental, ordenó a la Séptima Flota de la
marina que se situara en el estrecho de Taiwán para
impedir la temida invasión del Ejército Popular de
Liberación. La presencia estadounidense en el estrecho
hacía inviables los planes de invasión del Gobierno
de Pekín.

Aunque la República Popular China se mantuvo
neutral al principio de la guerra, la entrada de la fuerza
multinacional en Corea del Norte llevó a Mao, alentado por
Peng Dehuai y Gao Gang, a ordenar la intervención china en
apoyo del régimen norcoreano. La entrada en el conflicto
del Ejército Popular de Liberación, comandado por
Peng Dehuai, repelió el avance de las fuerzas lideradas
por los Estados Unidos.

La guerra finalizaría con la tregua firmada en
julio de 1953. La situación volvía a ser
prácticamente idéntica a la anterior al comienzo
del conflicto, y China lograba así salvar al
régimen norcoreano.

El precio en vidas humanas fue altísimo para
China. Aunque no se conocen las cifras exactas, se estima que
cerca de un millón de soldados chinos (oficialmente
"voluntarios") perdieron la vida en Corea, entre ellos el propio
hijo mayor de Mao Zedong, Mao Anying.

La Guerra de Corea marcaría el desarrollo
posterior del nuevo régimen chino. Por un lado, la
presencia estadounidense en el estrecho de Taiwán
confirmaba la separación política entre la China
continental y Taiwán. Además, la República
Popular se distanciaba de los Estados Unidos y los países
occidentales, al tiempo que se reforzaba la relación con
la Unión Soviética.

La movilización bélica sirvió
también para impulsar el espíritu revolucionario
característico de la ideología maoísta, que
tendría su expresión en las frecuentes
campañas masivas de movilización social. Estas
campañas recurrían a carteles
propagandísticos y lemas sencillos para inculcar en la
población el espíritu de sacrificio necesario para
alcanzar los objetivos políticos fijados por el
régimen.

Así, al movimiento de apoyo a la guerra en Corea
se le llamó la campaña de "Resistir a Estados
Unidos y ayudar a Corea". Durante la misma, además del
apoyo militar al régimen de Corea del Norte, se
persiguió a numerosos ciudadanos extranjeros instalados en
China, acusados por lo general de espionaje. Esta
persecución de extranjeros, en particular occidentales,
que abandonarían el país, sería una
manifestación más del aislacionismo internacional
del nuevo régimen.

Durante la Guerra de Corea, tendrían lugar otras
tres campañas de masas. En 1951, se lanza la
campaña de "Eliminación de los
Contrarrevolucionarios", en la que se perseguiría a
pequeños empresarios y propietarios de tierras acusados de
no colaborar con el Partido Comunista.

A finales de ese mismo año, otra campaña
de masas, el Movimiento de los Tres Anti (anticorrupción,
antidespilfarro y antiburocracia), orientada a los cuadros del
Partido, se extendía a todo el país, después
de haber sido lanzada en Manchuria. Esta campaña se vio
complementada por el Movimiento de los Cinco Anti, dirigida a la
burguesía urbana, que pretendía erradicar los
sobornos, la evasión fiscal, el
robo de la propiedad estatal, el incumplimiento de contratos y la
revelación de secretos económicos del
Estado.

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