1. El modelo
antropológico de dirección de
negocios.
2. La tecnología de la
información, causa de nuevos cambios.
3. El modelo antropológico, la
excelencia y la etica.
4. El liderazgo etico y la etica
empresarial.
5. Etica vs. Negocio. El significado de
la responsabilidad social.
6.
Conclusión.
1. El modelo
antropológico de dirección de negocios.
Las ideas que van más allá del Modelo
Antropológico de la dirección de negocios, no
están totalmente agotadas. De hecho, en El Salvador
aún es un tabú hablar de ética,
cuando en otras naciones se ha constituido en un verdadero
imperativo. El interés
particular en este modelo y en la aplicación ética a
las decisiones de negocios surge a raíz de la investigación académica que desarrollo
para optar al grado de Master en
Admón. Financiera en la Universidad de El
Salvador.
El estudio ha sido más que enriquecedor y se ha
constituido en una motivación
interior de gran fuerza en pro
de contribuir al esclarecimiento de vías que tiendan a
impulsar a las empresas en El
Salvador hacia senderos de mayor responsabilidad
social.
El modelo tiene sus antecedentes en la Escuela de las
Relaciones
Humanas surgida posteriormente a la segunda guerra
mundial, y descansa sobre los estudios históricos
erigidos en torno al
fenómeno de la "motivación
humana".
Precisamente, se basa en los avances de la Teoría
de la
motivación, desde las consideraciones de Abraham
Maslow
relativas a la pirámide de la jerarquía de las
necesidades; pasando por "el enfoque de motivación" de
Frederick Hersberg; "la teoría
de la equidad" de Porter y Lawler, el estudio de la teoría
"X" o "Y" de Douglas McGregor y la "teoría de la
motivación con base en las necesidades de David
McClelland. Teorías
en las que sus autores, han tratado de rectificar, ahondar o
superar los alcances de las que les precedieron.
En términos sencillos, el Modelo considera la
existencia de 3 tipos de motivaciones, que efectivamente se han
conocido en otros tiempos, éstas son: las externas, las
internas y las trascendentales.
Las motivaciones externas obedecen a fuerzas que inducen
a actuar con el fin de obtener una respuesta desde el exterior.
En ese sentido, generan la acción de las personas porque,
éstas, buscan una recompensa o desean evitar un castigo.
Su paradigma, es
el dinero.
Todo se traduce en que se estará mejor si se desarrollan
las labores sin protestar, y se deben hacer lo mejor posible,
porque eso garantizará nuestro bienestar. Con ello se
relacionan con la capacidad y la búsqueda de la eficacia en la
gestión
administrativa.
Las motivaciones internas, se refieren a las fuerzas que
inducen a que las personas actúen, porque al hacerlo
obtienen satisfacciones muy propias. Estas satisfacciones
impulsan a rechazar costos de
oportunidad que suelen ser económicamente racionales. Y da
razón de ser al argumento que expresa, "que no toda
decisión económica es, a veces, la mejor". Incluso
este tipo de motivación se encauza hacia el logro de
cierto tipo de aprendizajes que terminan cualificando más
a las personas. Estas motivaciones se relacionan con la
satisfacción que obtienen las personas al laborar para
cierto tipo de empresas, las cuales generan motivos que no
necesariamente son de orden económico y tienden a generar
compromiso de dichas personas para con sus organizaciones.
Las motivaciones trascendentales son muy importantes
porque revelan una fusión de
los dos primeros tipos de motivaciones y trascienden más
allá del alcance de ambas, ya que son las fuerzas que
impulsan a que las personas actúen considerando las
consecuencias de sus acciones sobre
otras personas. Generando en consecuencia toda una unidad
empresarial que gesta y alimenta un compromiso con
terceros.
El Modelo Antropológico en ese sentido, crea un
paradigma
antropológico en el cual se funden los tres tipos de
motivaciones, prevaleciendo las motivaciones trascendentales,
porque con ellas, las personas actúan en función de
la
organización, primeramente porque saben que con ello
satisfacen las necesidades de otras personas y segundo, porque se
sienten útiles sirviendo, porque al servir saben que
contribuyen al objetivo final
de la empresa a la
que pertenecen.
El objetivo final
es un objetivo que se conoce desde la génesis de la
historia
occidental, con el pensamiento
aristotélico, que cifra a la verdad de una forma
práctica, y que se traduce como "la conformidad del
intelecto con la buena voluntad" y que aplicado a los negocios,
significa que la buena voluntad se conceptualiza como servir, o
como "prestar servicio a la
sociedad".
De ahí que este objetivo final, propugnado por el
Modelo Antropológico tienda a ir mucho más
allá que el objetivo financiero de "crear valor para los
accionistas" a través de "la generación de mayor
valor de
mercado posible
para los titulares de capital de
riesgo". A
juicio de Termes, el objetivo final va más allá del
objetivo tradicional, pero no necesariamente son opuestos o
antagónicos. De hecho, el objetivo instrumental u
operativo, de crear más valor para la empresa, alimenta
el objetivo final de "servir a la sociedad".
Siendo así, ¿cómo se sustenta que
el objetivo final de toda empresa sea el de
servir a la sociedad? La respuesta viene siendo estudiada y
difundida por la misma realidad económica que se cierne
sobre la dinámica de las empresas. Y dicha realidad
gira en torno al rol que
actualmente está jugando la "Ética
Empresarial"
Para Termes, la Ética se basa en la
aplicación de la verdad, ya que esta genera credibilidad,
confianza y lealtad. Pero la aplicación de la verdad
requiere por parte del cuerpo gerencial una capacidad
estratégica, para que la empresa sea
eficaz; una capacidad ejecutiva para que se genere el compromiso
de los empleados para con la empresa misma; pero
fundamentalmente, se requiere de la aplicación o presencia
de un liderazgo
ético, porque el líder
que actúa éticamente no es un obstáculo para
que las personas trasciendan cuando quieran y deban hacerlo; y al
mismo tiempo les
enseña a captar el valor real de sus acciones,
predicando siempre con el ejemplo de sus acciones.
Siendo así la aplicación de la
Ética derivará en mayores niveles de productividad, y
lo que es más importante en la construcción de más permanencia para
la empresa u organización. En concreto,
contrario al pensamiento
del enriquecimiento desmedido de corto plazo, deriva en diferir
el rendimiento del corto al mediano y largo plazo, si con ello se
garantiza la permanencia y el desarrollo de
la empresa en el tiempo.
Pero, ¿Qué ha provocado un interés
por la aplicación de la Ética a los negocios?
¿Por qué se está estudiando dicha tesis desde la
década de los años ochenta en Universidades como la
de Harvard, en los Estados
Unidos?
2. La tecnología de la
información, causa de nuevos
cambios.
Los cambios del entorno actual se han convertido en
impulsores de hechos y acciones, que hace unos 30 años
parecían inconcebibles. Basta con observar que el inmenso
desarrollo de la Tecnología
de la información se encauzaba hacia la
veneración de una deidad tecnológica, que signaba
su razón de ser en el establecimiento de una distancia que
separaba a los negocios de los principios
éticos, considerados en el pasado como irrelevantes y
entorpecedores para una adecuada toma de
decisiones, recayendo la dirección de negocios en
gerentes que se esforzaban por diferenciarse, siendo en extremo
competentes con los números y datos; su
actitud era de
alta seriedad, y mientras más lejos se ubicarán del
contexto que rodeara a los demás, mejor. La visión
que se tenía en el pasado reflejaba a dirigentes
pragmáticos, preparados intensamente en sus campos
académicos que los individualizaban y alejaban de su mismo
entorno. De ahí que se esperara que un Gerente en los
tiempos actuales tuviera la capacidad para administrar todos los
recursos sin
involucrarse directamente en las operaciones.
Ejemplo de ello, lo demuestran las oficinas gerenciales de
directivos en las que se ubicaban televisores que constantemente
transmitían imágenes
de las acciones o actividades desarrolladas por los
colaboradores; o la ubicación de las oficinas de los
Gerentes, con vidrios polarizados y con una amplia visión
del territorio laboral que se
constituían en su dominio
jerárquico.
Pero la dinámica social giró y
contrariamente a lo esperado, la actividad empresarial
derivó, paradójicamente, en algo contrario y
totalmente diferente a lo que se esperaba años
atrás. Las teorías
empresariales de la dirección de negocios fueron
transformándose, de una teoría "X " se pasó
a una "Y", o a una teoría "Z", dándose una
explosión de técnicas
que derivaron en postulados sobre el Liderazgo y la
capacidad para decidir y actuar. Y el hecho sorprendente fue el
regreso hacia posiciones impensables, como la necesidad de actuar
verdaderamente de forma ética, que se ha venido
constituyendo en la única manera que le va quedando a las
empresas para seguir teniendo permanencia en el largo
plazo.
3. El modelo
antropológico, la excelencia y la
etica.
El Modelo Antropológico de la dirección de
negocios sostiene que el cambio existe
siempre, y como tal, la calidad
(excelencia) es un fin que no tiene límites,
en consecuencia siempre se debe mejorar. Pero para ello se debe
actuar en extremo rigor, de forma ética. Los valores
éticos se han impregnado en el acontecer empresarial y se
está experimentando un retorno de la espiritualidad, en el
sentido de impregnarse de valores
morales que reflejen un comportamiento
más integral, pero este regreso hacia una posición
particular no obedece a un signo de carácter
religioso puro, sino que a un signo exclusivamente empresarial,
que se relaciona con el fin último de toda empresa, el
cual es el de servir a la sociedad donde se inserta y que se
rodea de fines operativos importantísimos ligados
estrechamente a la obtención y generación de
más valor para las empresas mismas. En consecuencia, el
objetivo de los Gerentes de que sus empresas sean más
valiosas, se supedita a una actitud y a un
comportamiento
de todos sus dirigentes que se liga, a su vez, con la permanencia
en el largo plazo. En suma, el actuar éticamente no
obedece a un puritanismo de los nuevos dirigentes, sino que a una
necesidad para la obtención de mayor valor para sus
empresas. Este valor se traduce en mayor competitividad, mayor productividad,
mejor atención de clientes y
proveedores y
consecuentemente, posicionamiento,
que implica ganar una mayor participación de mercado.
La creación de valor en las empresas.
La base del "valor" reside en la forma como los nuevos
gerentes dirigen los negocios. Ya no basta con ser un "gerente
competitivo" sino que se debe experimentar una
transformación a "líder";
que ante todo sabe, que es una persona y que
está rodeado de personas. Ello implica en ocasiones el
perder la condición de Gerente "parco" y aceptar la de ser
el eje central de las actividades que desarrollan todas las
personas en la empresa que dirige.
Consecuentemente, el Modelo Antropológico
sitúa en el centro a las personas, ya no como un recurso
"más", sino como seres que merecen el mejor y mayor de los
respetos. Estas personas son los accionistas, los directivos, los
proveedores,
los empleados y los clientes. Y
tratarlos como personas equivale a generar un clima propicio
para el logro de la más alta de las productividades que se
refleja en el logro inevitable de los más altos
rendimientos mercadológicos, económicos y
financieros.
De ahí que el actuar éticamente sea una
necesidad, no porque se prescriba en textos místicos, sino
porque con ello estamos preparados para alcanzar éxitos
financieros que conducen al crecimiento y desarrollo permanente
de las empresas.
Esta actitud, del quehacer ético, está
ligada al intenso desarrollo de la tecnología de la
información, y a pesar de que siempre
existe corrupción, fraudes y engaños, ahora
es mucho más fácil detectarlos y es en la
actualidad que ahora se vive, que se sabe, que más
temprano que tarde, la verdad será conocida.
El líder sabe que la empresa es, ante todo, una
conjunción de varias personas, los accionistas; los
ejecutivos; los proveedores; los clientes; los empleados y todos
se acoplan a la dirección que él, como dirigente,
realiza por él mismo, o a través de sus
funcionarios o ejecutivos. Y todos deben de trabajar en
unión para alcanzar el objetivo final de la empresa,
precitado, que por un lado es crear o adicionar riqueza (valor
económico) y por otro prestar un verdadero servicio a la
sociedad en la cual se ubica la
organización. Es decir, que la creación de
riqueza se debe complementar con la búsqueda del bien
común, con el que se realizan las aspiraciones de todas
las personas que intervienen en la actividad
económica.
Pero la consecución del valor económico es
uno de 3 valores que
realizan las empresas, los otros se denominan: el valor
psicológico y el valor ético. Con el valor
económico, todos los que hicieron aportes a la actividad
productiva reciben su compensación que les
permitirá satisfacer sus necesidades. Con el valor
psicológico, los que participan del proceso
productivo logran asimilar el aprendizaje
para la toma adecuada de decisiones que afectan a otros o a ellos
mismos de forma directa o indirecta. Y con el valor ético,
se aduce al cambio que se
produce en el interior de las personas.
Estos dos últimos valores son
subjetivos pero su influencia es decisiva para la
generación del valor económico. Supone un costo de
oportunidad porque probablemente se renuncia a ciertos beneficios
en el corto plazo, pero se ha demostrado que las mejores
alternativas se concretan en el largo plazo, porque permiten el
desarrollo integral de las personas.
De ahí que algunos académicos ratifiquen
que el objetivo final de toda empresa "consiste en prestar
servicio a la sociedad, el propio de cada empresa, y generar
rentas suficientes para la satisfacción de todos los que
integran la empresa, mediante actuaciones que, en todo momento y
circunstancias, sean congruentes con la dignidad de las personas
que integran la empresa, o están en contacto con ella
desde el exterior". Esta es la verdadera razón de la
creación de valor en las empresas.
4. El liderazgo etico y
la etica
empresarial.
El "Liderazgo Ético" es entonces una necesidad
que hace mejor y más rica a la empresa. Por el contrario,
si se busca el enriquecimiento acelerado y sobre bases
ilícitas, la empresa se condena a sí
misma.
Ya en estos tiempos, nadie puede negar la importancia de
la inteligencia
emocional para la toma de
decisiones en las empresas; que el cliente es cada
día más y más exigente y más
difícil de engañar; que el mundo entero se ha
reducido por efecto del inmenso desarrollo de las telecomunicaciones y que el temor a una demanda por
efecto de un error que afecte a terceros, es ahora muy latente en
todos.
Es por eso que la ética empresarial está
teniendo, hoy más que nunca, una presencia determinante en
la dinámica de las empresas modernas. Ya no es el tiempo
de las glorias pasadas, alcanzadas sobre pedestales
débiles o falsos. Es el momento de valorizar o revalorizar
las actitudes y
valores gerenciales, de tal manera que se comprenda que la
ética empresarial es ahora una necesidad y no una virtud.
Ciertamente, estudios actuales revelan que las empresas
internacionales están sometidas a una creciente presión
para que las conductas de sus líderes de negocios se
adecuen a comportamientos éticos. Y los hechos confirman
que las actitudes
relacionadas con malos manejos gerenciales están siendo
castigados severamente, sino basta con ver las multas impuestas a
grandes empresas, cantidades millonarias que tras ellas llevan la
semilla que margina a dichas empresas del entorno de los
negocios.
Más profundamente la ética empresarial,
tiene mucha relación con el acatamiento de las leyes,
independientemente de los países en que se aplican. Y
aún en aquellas naciones donde existe la impunidad, la
ética debe correr la suerte de emerger, para ubicarse
sobre los pilares de la corrupción, el tráfico de
influencias y otras desviaciones mayores o menores que atentan
contra la vida y dignidad de las personas. Es por ello que pocos
se atreven a negar la importancia y el alto significado que tiene
la ética en la dirección de los
negocios.
En el pasado, era relativamente fácil
engañar y estafar, de tal manera que se creía que
con la aplicación de estas falsas cualidades se
podía alcanzar el éxito
en los negocios. Es obvio que quienes lo aplicaron se lucraron, a
costa de ver cómo sus empresas fenecían en el largo
plazo. Actuar de esta manera ya no es tan fácil, a pesar
de todas las argucias a que recurren quienes así lo hacen.
En la actualidad, hasta el gerente más pragmático
necesita actuar con ética, porque el actuar ético,
está demostrando, que le da vida permanente a los
negocios, todo porque se adquiere credibilidad y confianza, y las
personas terminan siendo leales a los productos o a
las marcas. Eso lo
demuestra el caso de la empresa norteamericana Jhonson and
Jhonson en 1982, cuando ordenó retirar del mercado 31
millones de frascos de las gotas Tylenol, debido a que una
persona
llenó con cianuro una pastilla y murieron varias
personas.
¿A cuánto ascendería la
pérdida para esta empresa? Sin embargo, dos años
después, su producto
estaba nuevamente posicionado en el mercado, y la sentencia de la
Jhonson and Jhonson: "el respeto a la vida
de una sola persona debía prevalecer sobre el negocio", se
hizo famosa y modificó los parámetros con que los
consumidores responderían con su lealtad.
Concluyentemente, todo significa que el valor financiero
de las empresas debe medirse en función de los
intangibles, y entre ellos se encuentra la relación con
los empleados, clientes, proveedores, la comunidad y
finalmente con los accionistas. El problema es que el valor bajo
este concepto es
difícil de medir y las empresas prefieren obviarlo por lo
tradicional. En ese sentido, se minimiza la valoración de
las empresas mismas.
Con la aplicación de valores éticos, por
parte de un nuevo tipo de liderazgo, las empresas tienen la
posibilidad de sobrevivir los embates del mercado en el corto
plazo y de tener una permanencia en el largo plazo. Los estudios
en ese sentido, siguen confirmando que la aplicación de la
ética no es un lujo sino una necesidad, debido a que sin
valores éticos se ronda el fracaso y contrariamente, con
valores sólidos, se puede enfrentar con más
opción, a los mercados
internacionales. Esa es la tendencia que se está marcando,
por ejemplo, en E.E.U.U. y se refleja en el hecho de que la
mayoría de las empresas que se asocian a la revista
"Fortune"; y que más del 60% de las principales empresas
de Inglaterra,
tengan en cuenta los dilemas éticos en las decisiones de
negocios.
La aplicación de la ética a los dilemas en
los negocios entonces, llevará a la cúspide la
polémica de sí se atiende a la responsabilidad individual o si se revalúa
dicha responsabilidad en pro de convertirla o
transformarla en una responsabilidad
social hacia adentro o hacia afuera de las mismas
empresas.
5. Etica vs. Negocio. El
significado de la responsabilidad social.
Antes se creía que los negocios eran la
negación misma de la ética, y el acontecer de los
últimos años se ha empeñado en demostrar lo
contrario. Y hoy más que nunca la cuestión
ética ha adquirido una significativa
importancia.
En toda época y realidad se plantea la disyuntiva
de actuar correctamente, es decir, en función de principios
éticos. Cuando se trata de los negocios se plantean serias
polémicas que aún en nuestros días resultan
difíciles de dirimir. Sin embargo, estas polémicas
resultan interesantes, dadas las condiciones que se viven en la
actualidad. Y precisamente, por ello, se deben hacer esfuerzos
por comprender el entorno bajo el cual las empresas se
desenvuelven.
La polémica fundamental se cierne sobre la
vigencia o negación de la "responsabilidad social" de las
empresas. Milton Friedman fija una posición "los negocios
sólo tienen una responsabilidad social: emplear sus
recursos y
emprender actividades encaminadas a aumentar sus utilidades,
siempre que se mantengan dentro de las reglas del juego, es
decir, en competencia libre
y abierta sin engaños ni fraudes". Desde esta
posición, las empresas y en especial, quienes las dirigen
deben servir a los accionistas y procurar la obtención de
utilidades bajo el marco de principios éticos marcados por
el cauce del respeto a la
ley. No les es
permitido derrochar los recursos que no les pertenecen en
actividades ajenas al giro del negocio, en ese sentido, no pueden
participar directa ni abiertamente en actividades de
índole social, porque con ello se dilapidan los recursos y
se termina por imponer a la misma empresa de un "impuesto" que
erosiona sus utilidades. Con esta posición se mantiene el
argumento de que "los ejecutivos corporativos son empleados de
los dueños de los negocios. Son directamente responsables
ante sus empleadores. Esa responsabilidad consiste en manejar el
negocio de acuerdo con los deseos de los dueños, que
generalmente serán ganar tanto dinero como
sea posible, ciñéndose a las reglas básicas
de la sociedad, tanto las que están incorporadas en las
leyes como las
que están incorporadas en las costumbres
sociales…".
¿Pero que sucede, cuando en las sociedades
actuales predomina el irrespeto por el marco jurídico? Es
obvio que la posición señalada por el Friedman no
encaja con la realidad. Primero, porque presupone un sistema
económico de libre y abierta competencia, sin
engaños ni fraudes, lo cual no existe; y segundo, porque
considera que a pesar de que el objetivo es la consecución
de riqueza, (válido en todo sistema de libre
empresa y propiedad
privada), dicho objetivo lo adhiere al principio ético del
respeto a la legalidad y la costumbre de la sociedad. En ese
sentido, es concluyente que aún el objetivo de
obtención del máximo lucro se debe acompañar
de principios éticos, en este caso del respeto a la
ley.
La segunda posición, la esgrime el Dr. Kenneth H.
Blanchard; la cual expresa que al buscar utilidades a cualquier
costo, se
riñe con los principios éticos más
fundamentales, y afirma por el contrario, que "las empresas
exitosas a largo plazo tienden a ser empresas éticas", en
consecuencia, el logro de los máximos rendimientos no
debería ser la más alta prioridad de las empresas.
Según esta posición, la actitud de lograr
beneficios a toda costa como fin máximo, puede generar un
crecimiento desmedido en el corto plazo y éste a su vez,
entrar en serias contradicciones con la legalidad y las
costumbres sociales. De hecho, considera que las empresas que
anteponen el enriquecimiento por sobre todo, son empresas que
tenderán a desaparecer porque olvidan el entorno, es
decir, el medio
ambiente, la sociedad misma y más
específicamente, olvidan a sus empleados y a los que son
más importantes, a sus clientes. Desde esa perspectiva, el
afán de lucro impedirá que se reflexione si al
cliente se le
engaña o no; si nuestros empleados están o no
contentos con su trabajo. Incluso se basará en el trabajo
directriz de Gerentes "complacientes" que sólo les
interesará estar bien ellos y nada más, llegando
incluso a despreciar el trabajo de
sus competidores, de sus proveedores, de sus clientes y hasta de
los que realmente son su soporte vital, sus propios
subalternos.
Bajo esta óptica,
las dos posiciones son discrepantes, debido a que en la
mayoría de naciones del mundo no se da la libre y abierta
competencia ni mucho menos está exenta de los
engaños y fraudes. Pero la realidad socioeconómica
actual, parece tomar distancia de la primera posición y
enfatiza más el afán empresarial que se liga cada
vez más al compromiso de la "responsabilidad social", que
se relaciona con la posición del liderazgo
transformacional y privilegia la anteposición de los
derechos de la
sociedad y la naturaleza, a los
derechos de
consecución de los rendimientos excesivos de los
empresarios, con base en la predominancia del mercado.
Lo anterior conduce a la Ética a considerar el
compromiso con la "responsabilidad social", puesto que en el
fondo, no riñe con la obtención del máximo
rendimiento posible, siempre y cuando se logre, primero, en un
marco de abierta y libre competencia en el que prevalezca el
respeto a la ley; y segundo, que el accionar de las empresas se
rija por una serie adicional de principios éticos que
tienen que ver con el entorno, con los proveedores, con los
clientes y con los empleados. Su aplicación y fomento
continuo es lo que puede hacer que el éxito empresarial
perdure y le dé larga y plena vida a los
negocios.
El Modelo Antropológico de Dirección de
Negocios, enfatiza el valor de la Ética empresarial y del
Liderazgo Ético, y se fundamenta en el impulso de las
motivaciones humanas trascendentales y se cierne
sólidamente sobre el paradigma antropológico que en
la actualidad es considerado como el único paradigma
completo que se relaciona directamente con la responsabilidad
social que deben tener las empresas.
Es un modelo que centra su eje en la persona, sea
ésta directivo, ejecutivo o empleado. Es una forma
organizacional mediante la cual la empresa es capaz de lograr la
eficiencia
competitiva que el variante y globalizado entorno exige cada vez
más.
Considera que la empresa es una "comunidad de
personas" relacionadas entre sí y que además,
interaccionan con otras personas del mundo exterior. Este
conjunto de personas se conciben tratadas como corresponde a la
dignidad de seres racionales y libres.
Es indispensable que se conozcan sus motivaciones, para
que la empresa alcance su objetivo prioritario, que no es
exclusivamente economicista. De hecho, el modelo
antropológico expresa concluyentemente que "nada se opone
a que todas las acciones encaminadas a crear valor sean tomadas
teniendo en cuenta los aspectos éticos" y entre estos es
fundamental el papel del
líder, de quien depende que la empresa trascienda los
niveles normales de crecimiento y desarrollo. El liderazgo que
desarrollan los empresarios y ejecutivos bajo este modelo es
así, integralmente ético, porque está
impulsado a preocuparse no tan solo de que se hagan ciertas cosas
que convienen a la organización para que sea eficaz, ni
tampoco de que esas cosas sean más o menos atractivas para
las personas que las realizan, sino que buscará, sobre
todo, que las personas actúen por una motivación
trascendental. Generando un ambiente
interno y externo altamente motivado por la intencionalidad de
ser útil a los demás agentes económicos que
interactúan con la empresa.
Como contribución al desarrollo del 1er.
Encuentro de la Red Centroamericana de
Antropología realizada del 21 al 23 de
febrero del 2001 en el campus de la Universidad
Tecnológica. San Salvador, El Salvador.
Trabajo enviado por
Mauricio Alfredo Paz Manzano