1.
Introducción
2.
Digestión
animal
4.
Faringe
5. El
estómago
6. Anatomía comparada del
estómago
7. Digestión
intestinal
8. Intestino
delgado.
9. Anatomía comparada del
intestino de los
vertebrados
10. Afecciones
intestinales
11. Recto y
ano
12.
Bibliografía
13.
Conclusion
1. Introducción
Los fenómenos mecánicos de
impulsión y fragmentación de alimentos, los de
naturaleza
química y
los de absorción de principios
nutritivos constituyen el fundamento fisiológico del
sistema que tiene
como función
regular la asimilación y la eliminación de alimentos en los
organismos animales.
El aparato digestivo
está constituido por el conjunto de órganos y
humores que intervienen en el proceso de
transformación de nutrimentos, para adaptarlos de forma
que puedan ser asimilados. Más que ningún otro
sistema del
cuerpo humano,
los órganos digestivos nos hacen ser conscientes cuando
entran en acción y funcionan bien, y cuando están
alterados y necesitan atención. El hambre y la necesidad de
vaciar los intestinos son dos de los mensajes que no podemos
ignorar por mucho tiempo. Una serie
de trastornos corrientes, como gastritis, el síndrome del
intestino irritable, el trastorno del intestino inflamatorio y
las úlceras pépticas tienen un importante
componente psicológico, y su tratamiento puede suponer
intervención tanto psicológica como física. No es por
ello nada sorprendente que los problemas
digestivos sean tan corrientes. La comprensión de estos
trastornos ha avanzado mucho durante las dos últimas
décadas. Por ejemplo, el reconocimiento de una dieta rica
en fibra ha permitido disminuir la importancia del problema del
estreñimiento. Otro avance importante es la
identificación de la causa bacterial de las úlceras
pépticas, lo que ha permitido curarlas con medicamentos.
Recientemente se ha transformado por completo la gama de pruebas de
diagnóstico de las que disponen los
gastroenterólogos. Actualmente, la endoscopia o examen de
los órganos internos por medio de tubos de visión,
constituye el principal método
para inspeccionar zonas como el esófago, el
estómago, los intestinos y los conductos biliares. Esta
técnica permite reconocer cánceres en una fase
inicial.
Los alimentos son imprescindibles para cualquier
organismo animal, puesto que proporcionan la energía que
requiere el cuerpo y constituyen la fuente de nutrimento a partir
de la cual se registran el crecimiento y la regeneración.
Una vez ingerido, el alimento se descompone en sustancias
químicas simples por el proceso de la
digestión y, posteriormente, los compuestos
químicos nutritivos pasan por absorción a las
células
del cuerpo y a los tejidos, en los
que habrán de ser aprovechados mediante el mecanismo
fisiológico denominado metabolismo.
Los sistemas
digestivos de los diferentes animales
varían en función de los tipos de alimento, del
modo de vida y de otros múltiples factores. Sin embargo,
los aparatos digestivos de los animales tienen en común la
finalidad de percibir el alimento desde el ambiente
externo y ponerlo en contacto con las superficies membranosas
internas, en las que tienen lugar la digestión y la
absorción.
Conforme aumenta la escala evolutiva
animal, se incrementa la complejidad de la
organización estructural del cuerpo y, en
consecuencia, la de los órganos que lo integran. En los
protozoos, animales unicelulares o de células
análogas que no constituyen tejidos, no suele
existir una estructura
permanente que tenga la función de ingerir el alimento y
digerirlo. Así, por ejemplo, la ameba emite prolongaciones
denominadas seudópodos, encargadas de englobar y rodear el
alimento para a continuación formar una vacuola en la que
es digerido, la llamada vacuola digestiva Otros, por el
contrario, presentan una estructura
permanente llamada surco oral, hacia el que atraen las
partículas alimenticias que luego pasan a vacuolas
digestivas; tal es el caso del paramecio. En los celenterados
(corales, hidras, etc.) se aprecia una boca comunicada con una
cavidad digestiva con forma de saco y que tiene las paredes
cubiertas de una capa de células digestivas. Por su parte,
los gusanos planos presentan a continuación de la apertura
bucal un tubo digestivo que se ramifica por todo el cuerpo. No
obstante, éste es un sistema digestivo
incompleto, ya que el alimento entra por el mismo orificio por el
que se expulsan los residuos de la digestión. En los
anélidos, gusanos articulados en segmentos, como la
lombriz de tierra, el
aparato
digestivo es completo, ya que el alimento penetra por la
boca, pasa por varios órganos en los que se digiere y los
residuos se expulsan por el ano, situado en el extremo opuesto a
la boca. En otros grupos más
evolucionados de invertebrados se desarrollan mandíbulas
con dientes y piezas bucales modificadas para la
masticación o la succión.
En los vertebrados, el aparato digestivo alcanza su
máxima complejidad y está constituido por
órganos diferenciados. En todo el gran grupo de los
vertebrados se diferencian dos fundamentales glándulas
digestivas: el hígado y el páncreas, que son
esenciales en la producción de enzimas y jugos
necesarios para la digestión.
En el hombre, el
aparato digestivo consta de un conducto a lo largo del cual se
disponen diversos órganos y estructuras,
que son atravesados por el alimento durante su proceso de
transformación, más las partes por las que pasa la
porción sólida de los alimentos que es expulsada
como desecho. Asimismo lo integran otros órganos que
intervienen en los procesos
digestivos aportando los jugos necesarios para tal fin. Los
constituyentes básicos del aparato digestivo humano son la
boca, la faringe, el esófago, el estómago, el
intestino delgado y el intestino grueso. Por su parte, las
glándulas que segregan los jugos digestivos son las
glándulas salivales, las glándulas
gástricas, el páncreas, el hígado y,
asociados a esteúltimo, la vesícula biliar y los
conductos biliares.
Estructura del tubo digestivo
El tubo digestivo está formado por:
la boca, faringe, esófago, estómago, intestino
delgado, intestino grueso, y ano. y la faringe musculosa. El
tracto digestivo es un tubo muscular que se extiende desde la
boca, a través del estómago y los intestinos, hasta
el ano. Su función es descomponer la comida en sustancias
que puedan ser absorbidas en la corriente sanguínea para
su distribución a las células, y
eliminar los productos de
desecho. Las glándulas salivales, el páncreas y el
sistema biliar conectan con el tubo digestivo y producen
sustancias esenciales para una digestión sana. gracias a
los movimientos peristálticos, que son contracciones
rítmicas de las fibras musculares lisas del aparato
gastrointestinal. Las contracciones son iniciadas por el sistema nervioso
parasimpático. Esta actividad muscular puede ser inhibida
por el sistema nervioso
simpático. Se trata básicamente de una
tubería procesadora de unos nueve metros de longitud. Las
estructuras
asociadas incluyen tres partes de glándulas salivales, el
páncreas, el hígado y la vesícula biliar con
sus conductos asociados. Cada uno de estos órganos juega
un papel
importante en la digestión. En cambio no
tiene función conocida el apéndice, un tubo corto y
sin salida, adherido a la primera parte del intestino
grueso.
Digestión bucal
La boca conforma la apertura anterior del aparato
digestivo y es la cavidad por la que penetra el alimento. El
órgano presenta funciones
relacionadas con la fisiología de la digestión y la
respiración e interviene también en
la articulación de palabras. El orificio anterior que la
constituye se encuentra delimitado por los labios, cuyo movimiento es
a su vez regulado por las mejillas y el músculo
esfínter oral. Los huesos maxilares
sostienen, por su parte, las arcadas dentarias, a las que compete
la masticación del alimento. El límite externo de
las arcadas lo constituyen las encías, en las que se fijan
los dientes. La cavidad bucal queda delimitada por el paladar en
la parte superior y la lengua,
móvil y dotada de papilas gustativas, en la inferior. En
el fondo, la
comunicación con la faringe se produce a través
de la cavidad que forman las amígdalas, la base lingual,
el límite posterior del paladar, el velo palatino y la
úvula, campanilla carnosa que pende de este último.
La saliva, líquido alcalino viscoso que se mezcla con el
alimento, es aportada por las glándulas salivales,
diferenciadas entre sublinguales, submaxilares y
parótidas.
La boca aparece rodeada por unos pliegues de la piel, llamados
labios. Dentro de la boca se encuentran los dientes cuya
función es cortar, trocear y triturar los alimentos
(digestión mecánica) En la boca encontramos
también la lengua, que
tiene una gran cantidad de papilas gustativas, cuya
función es la de mezclar los alimentos y facilitar su
tránsito hacia el esófago. En la cavidad bucal
desembocan las glándulas salivales, que segregan saliva,
cuyas funciones
son:
- actuar de lubricante
- destruir parte de las bacterias
ingeridas con los alimentos - comenzar la digestión química de los glúcidos mediante
una enzima, la amilasa o ptialina, que rompe el
almidón en maltosa.
La saliva
Está formada, en un 95% por agua y el 5%
restante por solutos tales como iones sodio, potasio, cloruro,
bicarbonato y fosfatos. Hay además una sustancia serosa
llamada mucus y dos enzimas: La
amilasa salival y la lisozima
Dientes
Estructuras duras, calcificadas, sujetas al maxilar
superior e inferior de los vertebrados y algunos animales
inferiores, cuya actividad principal es la masticación. En
algunos animales los dientes tienen también otras
funciones, como roer, cavar o ser utilizados en la lucha. En el
curso de la evolución se han desarrollado distintas
formas de dientes, desde las simples hileras escalonadas de
dientes cónicos que poseen los tiburones hasta las
estructuras más complejas habituales en los mamíferos.
Es la faringe un conducto muscular membranoso que
comunica la boca con el esófago. También pone en
contacto la nariz con la laringe, por lo que se considera que la
faringe es el punto en el que convergen los sistemas
digestivo y respiratorio. El tejido de la zona superior de la
faringe es similar al que constituye el resto de los
órganos de la respiración, mientras que en su
porción inferior tiene más semejanza con el del
sistema
digestivo. La entrada de alimento a las vías
respiratorias es impedida por la epiglotis, que es un
cartílago situado al principio de la laringe que la cierra
cuando se traga el alimento, para que éste pase al
esófago.
En el hombre mide
unos 13 cm y queda delante de la columna vertebral. Alberga las
amígdalas y, en los niños,
los ganglios adenoides. Como arranca de la parte posterior de la
cavidad nasal, su extremo más alto se llama nasofaringe.
La inferior u orofaringe ocupa la zona posterior de la boca.
Termina en la epiglotis, un pliegue cartilaginoso que impide la
entrada de alimentos en la tráquea, pero no obstaculiza su
paso al esófago. Las llamadas trompas de Eustaquio
comunican la faringe con el oído medio
y equilibran la presión
del aire a ambos
lados del tímpano. La faringe es un tubo muscular que
comunica el aparato digestivo con el respiratorio. Para que las
vías respiratorias permanezcan cerradas durante la
deglución, se forma en la faringe un repliegue, llamado
epiglotis , que obstruye la glotis. De esta forma se impide que
el alimento se introduzca en el sistema
respiratorio.
Al tragar comida esta abandona la boca y viaja por la faringe o
garganta para entrar en el esófago.
Esófago
Se denomina esófago al conducto que une la
faringe con el estómago. Mide aproximadamente unos 25 cm
de largo por 4 cm de diámetro y es un órgano
musculoso encargado de conseguir que el alimento pase desde la
faringe hasta el estómago mediante contracción
muscular.
En el ser humano tiene una longitud que oscila entre los 23 y los
25 cm, y su función principal es el transporte del
alimento hacia el estómago. Está formado por varias
capas que desde el exterior hacia el interior son: adventicia,
muscular (con fibras longitudinales y circulares), submucosa (con
tejido conectivo, vasos sanguíneos y glándulas
mucosas) y mucosa, que también contiene este tipo de
glándulas. El alimento progresa por el esófago
hacia el estómago mediante movimientos musculares
involuntarios denominados movimientos peristálticos; se
originan debido a la capa muscular y están controlados por
el bulbo raquídeo. El peristaltismo supone una serie de
contracciones y relajaciones del esófago que en forma de
ondas se
desplazan hacia abajo y propulsan el bolo alimenticio hacia el
estómago, proceso que se ve facilitado por el moco
secretado por las glándulas mucosa.
La mayoría de los animales, al igual que el hombre,
tienen sólo un estómago, mientras que las aves y los
rumiantes tienen órganos digestivos formados por dos o
más cámaras. La superficie externa del
estómago es lisa, mientras que la interna presenta
numerosos pliegues que favorecen la mezcla de los alimentos con
los jugos digestivos y transporta este material a través
del estómago hacia el intestino. Parece que en el
estómago sólo se absorben agua, alcohol y
ciertos fármacos. La mayor parte de la absorción de
alimentos tiene lugar en el intestino delgado.
Localización del estómago En el hombre, el
estómago está situado en la zona superior de la
cavidad abdominal, ubicado en su mayor parte a la izquierda de la
línea media. La gran cúpula del estómago, el
fundus, descansa bajo la bóveda izquierda del diafragma;
el esófago penetra por la zona superior, o curvatura
menor, a poca distancia bajo el fundus. La región
inmediata por debajo del fundus se denomina cuerpo. La parte
superior del estómago, que recibe el nombre de
porción cardiaca, incluye el fundus y el cuerpo. La
porción inferior, o pilórica, se incurva hacia
abajo, hacia adelante y hacia la derecha, y está formada
por el antro y el conducto pilórico. Este último se
continúa con la parte superior del intestino delgado, el
duodeno. Tejido Los tejidos del estómago incluyen una
cubierta externa fibrosa que deriva del peritoneo y, debajo de
ésta, una capa de fibras musculares lisas dispuestas en
estratos diagonales, longitudinales y circulares. En la
unión del esófago y el estómago, la capa
muscular circular está mucho más desarrollada y
forma un esfínter, el cardias. La contracción de
este músculo impide el paso de contenido esofágico
hacia el estómago y la regurgitación del contenido
gástrico hacia el esófago. En la unión del
píloro y el duodeno existe una estructura similar, el
esfínter pilórico. La submucosa es otra capa del
estómago formada por tejido conjuntivo laxo en el cual se
encuentran numerosos vasos sanguíneos y linfáticos,
y terminaciones nerviosas del sistema nervioso vegetativo. La
capa más interna, la mucosa, contiene células
secretoras; algunas segregan ácido clorhídrico, que
no sólo neutraliza la reacción alcalina de la
saliva, sino que proporciona un carácter
ácido al contenido gástrico y activa los jugos
digestivos del estómago. Estos jugos están
secretados por un tipo diferente de células. Las enzimas
que se encuentran en el jugo gástrico son pepsina, que en
presencia de ácido fragmentan las proteínas
en peptonas; la renina, que coagula la leche, y tal
vez lipasa, que rompe las grasas en ácidos
grasos y glicerol. Un tercer tipo de células producen
mucosidades para proteger al estómago de sus propias
secreciones. Los tejidos del estómago, e incluso la
mucosidad, son digeribles por los jugos gástricos. Sin
embargo, en condiciones normales, el revestimiento mucoso se
renueva con más rapidez que se elimina. Cuando un
trastorno psicosomático o patológico impide la
secreción adecuada de mucosidad, la mucosa gástrica
se erosiona y se forma una úlcera. Si la úlcera
evoluciona se puede perforar la pared del estómago y
permitir que el contenido gástrico pase hacia la cavidad
abdominal produciendo una peritonitis. Digestión La
penetración en el estómago de fragmentos de carne,
cereales cocinados y productos
proteicos digeridos en parte estimula la secreción de jugo
gástrico. Estos agentes originan la formación en el
extremo pilórico del estómago de una hormona, la
gastrina. Cuando la gastrina se absorbe, estimula las
glándulas secretoras. La secreción gástrica
se puede estimular también por la simple visión u
olor de la comida. Esto se denomina estimulación refleja o
cefálica. Las paredes del estómago vacío
están en contacto una con otra. Cuando el alimento entra
en el órgano, las paredes se expanden y la cavidad aumenta
sin que se produzcan cambios en la presión
intragástrica. La porción cardiaca del
estómago almacena la comida ingerida. Las ondas de
contracción del músculo circular que van precedidas
por ondas de relajación (peristaltismo) se inician cerca
de la zona central del cuerpo del estómago, se propagan
hacia abajo y finalizan justo antes de alcanzar el conducto
pilórico. Tales ondas de contracción, que pueden
suceder a una frecuencia de tres por minuto, maceran y mezclan
por completo el alimento con el jugo gástrico. El alimento
pasa periódicamente desde el estómago hacia el
duodeno; esto se debe a la contracción de los
músculos de la pared del estómago. Estos
músculos están inervados por el nervio vago que
estimula la contracción de la musculatura gástrica
y permite la apertura del esfínter situado entre el
estómago y el duodeno, el píloro. Debido a que la
sección de estos nervios conduce a una parálisis en
sólo unos días, el estómago, al igual que el
corazón, se debe considerar como un
órgano automático. Se desconoce si el automatismo
está determinado en la musculatura o en un mecanismo
nervioso intrínseco. Las fibras nerviosas
simpáticas en los nervios esplácnicos tienen
efectos opuestos a los del nervio vago e impiden el vaciamiento
gástrico. Hambre. Se sabe que en el ser humano, las
contracciones del estómago vacío están
asociadas con espasmos de hambre. Sin embargo, el mecanismo del
hambre es más complicado y sólo está
relacionado de forma secundaria con el estómago.
Trastornos gástricos Muchos de los síntomas que se
atribuyen a enfermedades del
estómago pueden estar originados por trastornos
psicosomáticos, enfermedades
sistémicas generales o enfermedades de órganos
vecinos, como el corazón,
hígado o riñones. Además de las
úlceras y el cáncer,
las alteraciones gástricas incluyen: dispepsia
(indigestión gástrica), gastritis y estenosis,
además de las originadas por las cicatrices de las
úlceras curadas. El tratamiento de las dispepsias
(molestias pospandriales) es el de la entidad causal. En el caso
de trastornos orgánicos (gastritis, úlceras) se
establece una pauta terapéutica atendiendo al tipo de
alteración específica; así, se combina una
dieta (absoluta, blanda) con fármacos del tipo
antiácido (almagato, magaldrato) y bloqueantes de los
receptores H2 (cimetidina, ranitidina) y de la bomba de
hidrogeniones (omeprazol). Se ha demostrado en estudios
recientes, la existencia de una bacteria (Helycobacter pilorii)
que vive en el estómago de las personas que presentan
úlcera gástrica. Es resistente a la acidez del jugo
gástrico y se piensa que es el agente causante del 70% de
las úlceras gástricas.
El estómago es un depósito que recibe los
líquidos y los sólidos ingeridos que provienen del
esófago. Se ubica a la izquierda del organismo, en la zona
superior del abdomen, y presenta forma de saco redondeado en su
parte más alta, aplanada en la porción media y
cónica en la terminal. Tiene dos orificios: el cardias,
que lo comunica con el esófago, y el píloro, que lo
une al intestino delgado. Las paredes del estómago son
musculosas y su interior se encuentra revestido de numerosas
glándulas gástricas que segregan ácido
clorhídrico y enzimas (proteínas
cuya presencia hace aumentar la velocidad de
las reacciones
químicas). La función de tales sustancias
consiste en favorecer la digestión de los alimentos y
hacer que éstos adquieran consistencia líquida,
para pasar a continuación al intestino delgado.
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