- Resumen
- Desarrollo
- La
paradoja del mentiroso - La
paradoja de la teoría de los
términos - La
paradoja de la teoría de conjunto - Las
paradojas en la implicación material - Las
aporías del movimiento (primera parte): la
flecha - Las
aporías del movimiento (segunda parte): Aquiles, el de
los pies ligeros - La
antinomia de Eubúlides - La
paradoja del montón - La
antinomia de Grelling - Conclusiones
- Bibliografía
RESUMEN
El trabajo versa
sobre la crisis de la razón que surge en torno a la
existencia de las contradicciones en la realidad que tienen una
expresión formal en forma de contradicción
lógica, de cómo asumir el veto lógico formal
de la no-contradicción en relación a aquellas
contradicciones que son expresión objetiva de la
realidad.
INTRODUCCION
La razón
está en crisis, se nos dice. Veamos cómo refleja
esta crisis el filósofo español Diego Gracia en su
artículo "Democracia y bioética". El nos dice: "La
filosofía clásica creyó en la capacidad del
lógos o la razón para comprender la realidad en su
estructura interna. De ahí que definiera la verdad en
términos de homoíosis o adaequatio.
Recuérdese la definición clásica de verdad,
adaequatio intellectus et rei. Esta adecuación no
sólo es posible sino necesaria. La realidad, la
naturaleza, phýsis, tiene un orden interno, una
razón interna, un lógos, lo que los estoicos
llamaron el lógos spermatikós, cuyo conocimiento es
tarea del filósofo, y su aplicación del
político. Esto explica por qué Platón
consideraba que el gobernante debía ser a la vez rey y
filósofo. No se entiende la historia del mundo antiguo y
medieval, al margen de estas cuestiones.
Pero el mundo moderno empezó a tener razones muy
serias para desconfiar de que la naturaleza tuviera un logos tan
claro como el que los griegos postularon, que nosotros
fuéramos capaces de conocerlo y que la verdad debiera
definirse en términos de homoíosis. Comienza
así un segundo período en la historia del
pensamiento, en el que la verdad no se va a buscar fuera de
nosotros, en la naturaleza, sino dentro del ser humano, en su
razón. Las verdades por antonomasia son las verdades de la
razón. Esto va ha ser el gran intento de la
filosofía moderna, de Descartes a Hegel: reconstruir la
idea de verdad desde la razón y no desde la
naturaleza.
Lo que sucede es que esto terminó también
en fracaso. Es el fenómeno conocido en historia de la
filosofía con el nombre de "crisis de la razón".
Esa crisis se fue evidenciando poco a poco, desde la muerte de
Hegel, en 1831, hasta las primeras décadas del siglo XX.
El empirismo de los siglos XVII y XVIII demostró que los
juicios sintéticos de carácter universal carecen de
verdad, aunque sólo sea porque su base empírica no
es nunca universal, lo cual les priva de certeza y les dota
sólo de probabilidad. La única vía para
elaborar una metafísica con pretensiones de verdad, es
acudir a los otros juicios, los analíticos, que en
última instancia son los propios de Dios. Tal fue el
intento del racionalismo, que a la postre no fue otra cosa que
teología racional. El evidente fracaso de esta vía
llevó a los idealistas alemanes a probar otra salida, para
la que distinguieron dos niveles en el orden de los juicios
sintéticos: el específico del entendimiento y el
propio de la razón. Cuando esta vía también
se cerró, con la muerte de Hegel, empezó a cundir
la sospecha de que Hume tenía razón, que los
juicios de experiencia, sobre todo cuando tienen forma universal,
no pueden ser nunca verdaderos, no pueden ser del todo verdaderos
sino a lo sumo verosímiles. Esto lo fue corroborado en el
siglo XIX y tenemos hoy, la ciencia. Newton todavía pudo
pensar que sus leyes eran absolutamente verdaderas. Laplace, a
comienzos del siglo XIX, aún pudo decir que Dios
había creado un universo y Newton había descubierto
sus leyes. Casi nadie, cincuenta o cien años
después, se hubiera atrevido a repetir esas palabras. La
razón sintética se había ido haciendo
consciente de sus límites, que muchos vivieron como
fracaso.
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