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Estrés Postraumático (página 2)



Partes: 1, 2

Síntomas y trastornos
asociados

Características descriptivas y trastornos
mentales asociados.

Los individuos con trastorno por estrés
postraumático pueden sentirse amargamente culpables por el
hecho de haber sobrevivido cuando otros perdieron la vida. En
otras ocasiones las actividades que simulan o simbolizan el
trauma original interfieren acusadamente con sus relaciones
interpersonales, lo que puede dar lugar a conflictos
conyugales, divorcio o
pérdida del empleo. Cuando
el agente estresante es de carácter interpersonal (p. ej., abusos
sexuales o físicos en niños,
peleas familiares, secuestros, encarcelamientos como prisionero
de guerra o
internamientos en campos de concentración, torturas),
puede aparecer la siguiente constelación de
síntomas: afectación del equilibrio
afectivo; comportamiento
impulsivo y autodestructivo; síntomas disociativos;
molestias somáticas; sentimientos de inutilidad,
vergüenza, desesperación o desesperanza;
sensación de perjuicio permanente; pérdida de
creencias anteriores; hostilidad; retraimiento social;
sensación de peligro constante; deterioro de las
relaciones con los demás, y alteración de las
características de personalidad
previas.

En este trastorno puede haber un mayor riesgo de
presentar trastorno de angustia, agorafobia, trastorno
obsesivo-compulsivo, fobia social, fobia específica,
trastorno depresivo mayor, trastorno de somatización y
trastorno relacionado con sustancias. También queda por
aclarar hasta qué punto estos trastornos preceden o siguen
al inicio del trastorno por estrés
postraumático.

Hallazgos de laboratorio. El aumento de la
activación (arousal) puede ser cuantificado
mediante estudios de actividad vegetativa (p. ej., frecuencia
cardiaca, electromiografía, secreción de las
glándulas sudoríparas).

Trastornos de ansiedad

Hallazgos de la exploración física y enfermedades médicas
asociadas.

A consecuencia del acontecimiento traumático
pueden aparecer enfermedades médicas (p. ej., traumatismos
craneoencefálicos, quemaduras).

Síntomas dependientes de la cultura y la
edad

Las personas que han emigrado recientemente de
áreas con disturbios sociales y conflictos civiles
importantes pueden presentar una mayor incidencia de trastorno
por estrés postraumático. Estos individuos pueden
mostrarse especialmente reacios a divulgar sus experiencias
relativas a torturas y traumatismos debido a la vulnerabilidad de
su status político como inmigrantes. Para
diagnosticar y tratar correctamente a estos individuos suele
requerirse una valoración específica de sus
experiencias traumáticas.

En los niños mayores las pesadillas perturbadoras
sobre el acontecimiento traumático pueden convertirse, al
cabo de varias semanas, en pesadillas generalizadas, donde pueden
aparecer monstruos, rescates espectaculares o amenazas sobre
ellos mismos o sobre los demás. Los niños no suelen
tener la sensación de revivir el pasado; de hecho, la
reexperimentación del trauma puede reflejarse en juegos de
carácter repetitivo (p. ej., un niño que se vio
implicado en un grave accidente de tráfico lo recrea en
sus juegos haciendo chocar sus coches de juguete). Puesto que
para un niño puede ser difícil expresar la
disminución del interés
por las actividades importantes y el embotamiento de sus
sentimientos y afectos, estos síntomas deben ser objeto de
una cuidadosa valoración mediante el testimonio de los
padres, profesores y otros observadores. En los niños la
sensación de un futuro desolador puede traducirse en la
creencia de que su vida no durará tanto como para llegar a
adulto. También puede producirse la
«elaboración de profecías», es decir,
la creencia en una especial capacidad para pronosticar futuros
acontecimientos desagradables. Los niños pueden presentar
varios síntomas físicos como dolores de
estómago y de cabeza.

Prevalencia

Los estudios basados en la comunidad
revelan que la prevalencia global del trastorno por estrés
postraumático oscila entre el 1 y el 14 %,
explicándose esta variabilidad por los criterios
diagnósticos empleados y el tipo de población objeto de estudio. En estudios
sobre individuos de riesgo (p. ej., veteranos de guerra,
víctimas de erupciones volcánicas o atentados
terroristas) pueden encontrarse cifras de prevalencia que van del
3 al 58 %.

Curso

El trastorno por estrés postraumático
puede iniciarse a cualquier edad, incluso durante la infancia.

Los síntomas suelen aparecer en los primeros 3
meses posteriores al trauma, si bien puede haber un lapso
temporal de meses, o incluso años, antes de que el cuadro
sintomático se ponga de manifiesto.

Con frecuencia, la alteración reúne
inicialmente los criterios diagnósticos del trastorno por
estrés agudo. Los síntomas del trastorno y la
predominancia relativa de la reexperimentación,
comportamiento de evitación, y síntomas de
activación (arousal) pueden variar ampliamente a lo
largo del tiempo. La
duración de los síntomas muestra
considerables variaciones; la mitad de los casos suele
recuperarse completamente en los primeros 3 meses; en otras
ocasiones todavía pueden persistir algunos síntomas
más allá de los 12 meses posteriores al
acontecimiento traumático.

La intensidad, duración y proximidad de la
exposición al acontecimiento
traumático constituyen los factores más importantes
que determinan las probabilidades de presentar el trastorno.
Existen algunas pruebas que
demuestran que la calidad del apoyo
social, los antecedentes familiares, las experiencias durante la
etapa infantil, los rasgos de personalidad y los trastornos
mentales preexistentes pueden influir en la aparición del
trastorno por estrés postraumático. Este trastorno
puede aparecer en individuos sin ningún factor
predisponente, sobre todo cuando el acontecimiento es
extremadamente traumático.

Diagnóstico diferencial

En el trastorno por estrés postraumático
el factor estresante debe revestir suma gravedad (p. ej., un
peligro para la vida). En cambio, en el
trastorno adaptativo el factor estresante puede tener cualquier
intensidad. El diagnóstico de trastorno adaptativo es
apropiado tanto cuando las respuestas a un desencadenante extremo
no reúnen los criterios diagnósticos del trastorno
por estrés postraumático (o cualquier otro
trastorno mental específico) como cuando el cuadro
sintomático típico de trastorno por estrés
postraumático aparece en respuesta a desencadenantes no
excesivamente importantes (p. ej., abandono del cónyuge,
pérdida del puesto de trabajo).

No todos los síntomas psicopatológicos que
aparecen en individuos expuestos a un factor estresante de
carácter extremo deben atribuirse necesariamente a un
trastorno por estrés postraumático.

Los síntomas de evitación, embotamiento
emocional y aumento de la activación (arousal)
previos al acontecimiento traumático no reúnen los
criterios para el diagnóstico de trastorno por
estrés postraumático y deben ser diagnosticados
como secundarios a otros trastornos (p. ej., un trastorno del
estado de
ánimo u otros trastornos de ansiedad). Es más, si
el cuadro sintomático, pese a aparecer como respuesta a un
factor estresante de carácter extremo, reúne los
criterios de otro trastorno mental (p. ej., trastorno
psicótico breve, trastorno de conversión, trastorno
depresivo mayor), en vez de un trastorno por estrés
postraumático, o además de él, debe
diagnosticarse el otro trastorno mental.

El trastorno por estrés agudo se diferencia del
trastorno por estrés postraumático porque el cuadro
sintomático del primero debe aparecer y resolverse en las
primeras 4 semanas posteriores al acontecimiento
traumático. Si los síntomas persisten más de
1 mes y reúnen los criterios de trastorno

por estrés postraumático, debe cambiarse
el diagnóstico de trastorno por estrés agudo por el
de trastorno por estrés postraumático.

En el trastorno obsesivo-compulsivo hay pensamientos
intrusos de carácter recurrente, si bien el individuo los
reconoce como inapropiados y no se relacionan con la experiencia
de un acontecimiento traumático. Los flashbacks
típicos del trastorno por estrés
postraumático deben distinguirse de las ilusiones,
alucinaciones y otras alteraciones perceptivas que pueden
aparecer en la esquizofrenia,
otros trastornos psicóticos, trastorno del estado de
ánimo con síntomas psicóticos, delirium,
trastornos relacionados con sustancias y trastorno
psicóticos debidos a enfermedad médica.

Cuando están por medio de compensaciones
económicas, selecciones o determinaciones forenses, debe
descartarse siempre la simulación.

Relación con los Criterios
Diagnósticos de Investigación de la
CIE-10

Los Criterios Diagnósticos de
Investigación de la CIE-10 para el trastorno por
estrés postraumático proponen un criterio distinto
para valorar el carácter estresante de una
situación o acontecimiento determinados: éstos
deben tener una «naturaleza
extraordinariamente amenazadora o catastrófica,
susceptible de provocar un malestar permanente en
prácticamente cualquier individuo».

El diagnóstico de la CIE-10 difiere del propuesto
en el DSM-IV, ya que el Criterio D de este último (es
decir, síntomas por aumento de la activación) no se
considera indispensable, pudiendo ser sustituido por la
incapacidad de recordar aspectos importantes del trauma. A
diferencia del DSMIV, los Criterios Diagnósticos de
Investigación de la CIE-10 no establecen una
duración mínima de los síntomas.

Criterios para el diagnóstico de Trastorno por
estrés postraumático

A. La persona ha estado
expuesta a un acontecimiento traumático en el que han
existido.

(1) y (2):

(1) la persona ha experimentado, presenciado o le han
explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por
muertes o amenazas para su integridad física o la de los
demás.

(2) la persona ha respondido con un temor, una
desesperanza o un horror intensos.

Nota: En los niños estas respuestas pueden
expresarse en comportamientos desestructurados o
agitados.

B. El acontecimiento traumático es
reexperimentado persistentemente a través de una (o
más) de las siguientes formas:

  1. Nota: En los niños pequeños
    esto puede expresarse en juegos repetitivos donde aparecen
    temas o aspectos característicos del
    trauma.

  2. recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos que
    provocan malestar y en los que se incluyen imágenes, pensamientos o
    percepciones.

    Nota: En los niños puede haber
    sueños terroríficos de contenido
    irreconocible.

  3. sueños de carácter recurrente sobre el
    acontecimiento, que producen malestar.
  4. el individuo actúa o tiene la sensación
    de que el acontecimiento traumático está
    ocurriendo (se incluye la sensación de estar reviviendo
    la experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios
    disociativos de flashback, incluso los que aparecen al
    despertarse o al intoxicarse).

Nota: Los niños pequeños pueden
reescenificar el acontecimiento traumático
específico.

(4) malestar psicológico intenso al exponerse a
estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan
un aspecto del acontecimiento traumático.

(5) respuestas fisiológicas al exponerse a
estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan
un aspecto del acontecimiento traumático.

C. Evitación persistente de estímulos
asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del
individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o
más) de los siguientes síntomas:

(1) esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o
conversaciones sobre el suceso traumático

(2) esfuerzos para evitar actividades, lugares o
personas que motivan recuerdos del trauma

(3) incapacidad para recordar un aspecto importante del
trauma

(4) reducción acusada del interés o la
participación en actividades significativas

(5) sensación de desapego o enajenación frente a los
demás

(6) restricción de la vida afectiva (p. ej.,
incapacidad para tener sentimientos de amor)

(7) sensación de un futuro desolador (p. ej., no
espera obtener un empleo, casarse, formar una familia o, en
definitiva, llevar una vida normal)

D. Síntomas persistentes de aumento de la
activación (arousal) (ausente antes del trauma),
tal y como indican dos (o más) de los siguientes
síntomas:

(1) dificultades para conciliar o mantener el
sueño

(2) irritabilidad o ataques de ira

(3) dificultades para concentrarse

(4) hipervigilancia

(5) respuestas exageradas de sobresalto

E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios
B, C y D) se prolongan más de 1 mes.

F. Estas alteraciones provocan malestar clínico
significativo o deterioro social, laboral o de
otras áreas importantes de la actividad del
individuo.

Especificar si:

  • Agudo: si los síntomas duran menos de 3
    meses
  • Crónico: si los síntomas duran 3
    meses o más

Especificar si:

  • De inicio demorado: entre el acontecimiento
    traumático y el inicio de los síntomas han pasado
    como mínimo 6 meses.

Referencia: (DSM IV). Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales. (American Psychiatric Association).

1.3 Tipos de
víctimas

A pesar de que la variedad de estímulos que
pueden desencadenar un TEP es muy amplia, existen varios que
merece la pena destacar por su elevada prevalencia. El tipo de
tratamiento que se utilice con unas personas u otras no
variará esencialmente, sin embargo, las
características diferenciales de algunos tipos de
víctimas y estresores harán necesario tener en
consideración una serie importante de matices.

Víctimas de agresiones
sexuales:

Éste es el grupo de
población más afectado por el TEP. Hemos de tener
en cuenta que según los datos
epidemiológicos de los que se dispone (4), entre un 15 y
un 25% de las mujeres es objeto de una agresión sexual en
algún momento de su vida. De todas ellas, más de la
mitad desarrollan síntomas de TEP.

El acercamiento terapéutico difiere según
se trate de un hecho sucedido recientemente o de un abuso
ocurrido tiempo atrás, incluso durante la infancia de
sujetos ya adultos.

Víctimas recientes:

En este caso, prima un acercamiento preventivo. Se
tratará de evitar que llegue a desarrollarse el trastorno
completo o evitar que éste se cronifique si ya ha
aparecido. El objetivo
principal será que el paciente vuelva a su vida cotidiana
y afronte sus problemas
más inmediatos.

Foa et al. (8) han desarrollado un programa de
intervención cognitivo-conductual de un mes de
duración con sólo cuatro sesiones de dos horas. Los
componentes principales de este programa son:

Ø La información sobre las reacciones
psicológicas normales tras una agresión.
Ø El entrenamiento en
relajación y respiración.

Ø La exposición en imaginación a
los recuerdos del abuso.

Ø La exposición in vivo a las situaciones
evitadas que no entrañan riesgo.
Ø La reestructuración cognitiva en relación
con las creencias irracionales sobre la peligrosidad del mundo y
la carencia de control sobre los
hechos que les ocurren a las personas.

Según el autor, de un grupo de diez mujeres que
fueron sometidas a este tratamiento, sólo una
desarrolló finalmente el TEP.

Echeburúa (8) también ha creado un
programa de tratamiento para este tipo de víctimas que
consta de cinco sesiones individuales de una hora de
duración, que se aplican con periodicidad semanal. Su
programa incluye:

-Expresión y apoyo emocional.

-Reevaluación cognoscitiva.

-Entrenamiento en habilidades de
afrontamiento:

-Relajación y respiraciones profundas.

-Habilidades de afrontamiento en situaciones
específicas:

Asertividad
ante la policía y el juez.

Comunicación de la confidencia al entorno
íntimo de la víctima.

-Recuperación de las actividades
cotidianas.

-Superación de los pensamientos
intrusos:

-Parada de pensamiento y
aserción encubierta.

Técnicas
de distracción cognoscitiva.

Este programa fue efectivo con todos los pacientes, de
una muestra de tan sólo diez, para reducir los
síntomas del TEP.

Las muestras utilizadas en estos dos estudios no tienen
el tamaño adecuado como para que las conclusiones tengan
una significación estadística apropiada. Sin embargo, los
resultados resultan cuando menos muy alentadores.

Víctimas de abusos pasados:

Según Echeburúa (8), el entrenamiento en
inoculación de estrés y las técnicas de
exposición se han mostrado eficaces en la reducción
de los síntomas del TEP. Sin embargo, existe una
diferencia importante entre ambas técnicas.

A corto plazo, la inoculación de estrés es
superior a la exposición; sin embargo, a medio plazo (en
un seguimiento de tres meses y medio) la exposición es
superior a la inoculación de estrés.

El entrenamiento en inoculación de estrés
es útil a corto plazo porque está constituido por
un conjunto complejo de técnicas orientadas al control de
la ansiedad. Precisamente por su complejidad, los pacientes
tienden a abandonar el uso de estas técnicas a medio
plazo.

Por el contrario, la exposición puede generar un
cierto grado de malestar inicial, pero a largo plazo se
constituye como una estrategia
efectiva de afrontamiento.

Echeburúa (8) ha utilizado técnicas de
exposición y de reevaluación cognoscitiva que se
han mostrado eficaces tras un seguimiento de un año de
duración. En esta investigación, la
exposición estaba referida a los estímulos evitados
y a los pensamientos intrusos, más que a los recuerdos
traumáticos.

Los componentes de este programa son algo distintos a
los del programa utilizado con víctimas
recientes:

-Expresión y apoyo emocional.

-Reevaluación cognoscitiva.

-Técnicas de exposición:

-Exposición a estímulos evocadores de
ansiedad y evitación en la vida cotidiana.

-Exposición gradual a actividades evitadas y
gratificantes.

-Exposición en imaginación a las
pesadillas por medio de la grabación en cinta o -de la
escritura
repetida es éstas.

-Exposición gradual a las conductas sexuales
evitadas.

También en este trabajo, Echeburúa asegura
que los síntomas del TEP desaparecieron en todos los
pacientes tratados, pero el
haber utilizado una muestra de tan sólo diez sujetos hace
que tengamos que moderar el optimismo a la hora de valorar la
efectividad de este programa.

Tratamiento en población
infantil:

El abuso sexual
infantil puede llegar a afectar a un 15% de la población y
los niños pueden ser tanto víctimas como agentes de
estas agresiones. De hecho, el 20% de los abusos a menores son
perpetrados por otros menores. Las consecuencias de estos hechos
pueden ser devastadoras para el funcionamiento psicológico
de la víctima, sobre todo cuando el agresor es un miembro
de la misma familia (33).

De acuerdo con Blanca Mas (34), los factores
fundamentales que configurarán la respuesta del menor al
abuso sufrido son las características individuales del
propio niño y de su familia antes de que ocurriera dicho
abuso, las peculiaridades del mismo y las reacciones posteriores
de la familia y
de las personas cercanas.

En el tratamiento del TEP en población infantil
se han venido utilizando diversas técnicas
cognitivo-conductuales como la desensibilización
sistemática, la práctica negativa, la
inundación, la reestructuración cognitiva, la
parada de pensamiento, el entrenamiento en relajación
utilizado en situaciones de roleplaying o las
autoinstrucciones.

Las técnicas conductuales se han dirigido a la
exposición del sujeto a los estímulos
(exposición gradual o brusca, en imaginación o en
vivo, con modelado participativo), al control de la
activación fisiológica (relajación,
instrucciones de habilidades de afrontamiento, inoculación
de estrés) y al manejo adecuado de las
contingencias.

El diseño
de la intervención debe realizarse siempre de acuerdo a la
edad y capacidades del niño y las áreas
primordiales de actuación terapéutica han de
ser:

Ø Intervención sobre los problemas
relacionados con la ansiedad y otras emociones (rabia,
ira, aflicción, tristeza o confusión).

Ø Intervención sobre los flashbacks y
síntomas disociativos.

Ø Discusiones focalizadas en el abuso y la
comprensión del niño de lo que
ocurrió.

Ø Intervención sobre sus creencias y
atribuciones.

Ø Educación
sexual

Ø Prevención de abusos futuros.

Ø Terapia familiar.

Dado el amplio rango de posibles problemas, la evaluación
debe implicar al mayor número de personas y situaciones
relacionadas con el niño, e implicará una
exploración global y amplia, con un análisis detallado de los problemas
particulares.

El tratamiento, aunque deberá atender a los
problemas específicos de cada niño, de forma
general tendrá como objetivo el procesamiento general del
acontecimiento traumático, sin olvidar realizar una
educación
sexual adecuada y prevenir futuros abusos. Siempre que sea
posible, conviene implicar a la familia en el
tratamiento.

Víctimas de malos tratos:

Las mujeres maltratadas, independientemente de que el
maltrato haya sido físico o psicológico, forman un
grupo de población gravemente afectado por el TEP. Se
estima que el porcentaje de estas mujeres que terminan por
desarrollar el trastorno oscila entre el 50 y el 60%
(8).

Estas personas comparten algunas características
diferenciales. Por ejemplo, el comienzo temprano en la historia de la
relación o la cronicidad de los malos tratos. La tolerancia a esta
situación aversiva se explica por razones
económicas (dependencia económica del marido),
sociales (el aislamiento o la opinión de los
demás), y familiares (la protección de los
hijos).

En cualquier caso, existen también variables
psicológicas como la minimización del problema como
resultado de una cierta habituación, el miedo, la
vergüenza, la indefensión generada, la resistencia a
reconocer el fracaso de la relación o el temor a vivir el
futuro en soledad (35).

Los objetivos
terapéuticos se han centrado en el tratamiento de la
culpabilidad,
del déficit de autoestima, en
la mejora de las relaciones sociales, en la expresión
adecuada de la ira y en la terapia de los síntomas
específicos presentados. El objetivo último es el
establecimiento de una nueva forma de vida, enfocada a la
autonomía personal y a la
recuperación de la sensación de control.

Las técnicas mas frecuentemente utilizadas son la
reestructuración cognitiva, el entrenamiento en
habilidades de comunicación y de solución de
problemas y la inoculación de estrés, orientadas
todas ellas a identificar y cambiar las creencias distorsionadas
y a facilitar la adopción
de respuestas más adaptativas a la experiencia de
maltrato.

Estos programas se han
aplicado habitualmente en grupo y dirigidos por mujeres
terapeutas, con sesiones semanales y una duración total de
diez a doce semanas.

Echeburúa (8) propone un programa
cognitivo-conductual de aplicación individual que consta
de:

Ø Expresión emocional.

Ø Reevaluación cognoscitiva.

Ø Estrategias de
afrontamiento.

En una muestra de 62 víctimas obtuvo una
reducción efectiva de los síntomas en un 95% de los
casos, que se mantuvo en el seguimiento de un año de
duración.

De todas las mujeres que acuden en busca de ayuda
terapéutica por este motivo, algunas acaban por separarse
de sus maltratadores antes, durante o inmediatamente
después del tratamiento. Sin embargo, otras mantienen su
relación después de la intervención. En
estos casos será necesario reforzar el tratamiento
llevando a cabo una intervención sobre el maltratador e
incluso con una terapia de pareja o de familia.

Víctimas de terrorismo:

En general, todo atentado terrorista supone una quiebra del
sentimiento de seguridad y una
sensación de indefensión profunda, así como
una readaptación personal y familiar a la nueva
situación, sin descartar la pérdida del rol
personal o social anterior, como sucede en los casos en los que
policías o militares han resultado mutilados, con la
consecuente incapacitación para seguir llevando a cabo su
anterior trabajo (8).

La respuesta de la víctima suele caracterizarse
por una reacción inicial de sobrecogimiento y un cierto
enturbiamiento de la conciencia, que
puede variar desde una leve sensación de flotamiento hasta
un embotamiento total.

Conforme la víctima se va haciendo más
consciente de su situación, tienden a aparecer las
reacciones emocionales más intensas, como el dolor, la
indignación, la rabia, la impotencia, el miedo, la culpa
(por lo que pudo haber hecho y no hizo) o el deseo de
venganza.

Echeburúa (8) propone como tratamiento el
entrenamiento grupal en inoculación de estrés. La
modalidad grupal presenta varias ventajas:

Ø Se supera la resistencia de las víctimas
a hablar del atentado o a hacerlo con una típica
desconexión emocional entre lo ocurrido y lo
sentido.

Referencia:

Astin,M.C.y Resick, V.E. (1997): Tratamiento
cognitivo- conductual del tratorno de estrés
postraraumático
. Manual para el tratamiento
cognitivo-conductual de los trastornos
psicológicos.

Articulo: Estrés Postraumático.
http://www.clinicadeansiedad.com/02/82/

Tratamiento_del_Estrés_Postraumático.htm

1.4 Modelos
Explicativos

Modelo Conductual

Según este modelo, los
estímulos condicionados a la situación
catastrófica llegan a provocar respuestas de ansiedad a
través de un proceso de
condicionamiento por contigüidad temporal o física.
Ciertos estímulos cognitivos como contar lo ocurrido a un
amigo pueden actuar como estímulos condicionado. El aprendizaje
instrumental explicaría la generalización de las
respuestas de ansiedad a otros estímulos nuevos y la
ampliación, por tanto, del número de
estímulos generadores de miedo.

Modelo de Indefensión Aprendida y
Evaluación Cognitiva

La teoría
de la Indefensión Aprendida entiende que las
víctimas de acontecimientos estresantes se encuentran
expuestas a situaciones aversivas que perciben como
incontrolables y en las que su conducta no tiene
consecuencias exitosas. La intensidad de esta indefensión
viene modulada por las atribuciones que el sujeto realiza; cuanto
más internas, estables y globales sean éstas,
más probabilidad
se tiene de experimentar un agravamiento del cuadro.

Modelo de Procesamiento de la Información
(MPI)

Este modelo permite explicar la reexperimentación
persistente del acontecimiento traumático. Según el
MPI, un suceso catastrófico conduce a una sobrecarga de
información que el sujeto no puede procesar adecuadamente
con su esquema cognoscitivo, interfiriendo por tanto en la
integración cognitiva y emocional de otras
experiencias. El miedo patológico reflejaría la
existencia de una amenaza percibida que no tiene porqué
coincidir necesariamente con la existencia de una amenaza
real.

Referencia:

García, B., et al, (2000). Trastorno por
Estrés Postraumático.
Elsevier España:
Masson.

Mas Esquerdo, J., & Fernández Mesas, S.
(2000). Trastorno por estrés postraumático en el
traumatismo craneoencefálico: presentación de un
caso clínico. Revista
Electrónica de Psicología , 3
(3).

  1. Evaluación
    Psicológica
  1. Instrumentos
  • Mississippi Escala de
    Lucha contra el relacionado con el trastorno de estrés
    postraumatico.
    (Keane, TM, 1988)

DescriptThe M-PTSD is a 35-item self-report
measure that assesses combat-related PTSD in veteran
populations.DeDe acuerdo al DSM-IV, algunos síntomas de
trastorno de estrés postraumático pueden asociarse
con el uso indebido de sustancias, tendencias suicidas, y
depresión. Respondents are asked to rate
how they feel about each item using 5-point, Likert-style
response categories. El instrumento mide como se sienten los
encuestados por medio de una escala tipo Likert. Ten positively
framed items are reversed scored and then responses are summed to
provide an index of PTSD symptom severity which can range from
35-175. Diez temas enmarcados positivamente se invierten y luego
se anotan las respuestas y se proporciona un índice de de
los síntomas del trastorno, que pueden oscilar entre
35-175. Cutoff scores for a probable PTSD diagnosis have been
validated for some populations, but may not generalize to other
populations.

Sample Item Reactivo (Ejemplo)

"Before I entered the military I had more close friends
than I have now." "Antes de entrar el ejército tuve
más íntimos amigos que tengo ahora". (Respondents
are asked to rate item from 1 = "not at all true" to 5 =
"extremely true.") (Los encuestados deberán responder a
partir del 1 = "no es cierto en absoluto" a 5 = "muy
cierto.")

  • Escala de Trauma de Davidson. (Davidson, J,
    1997)

Esta escala está constituida por 17 ítems
que corresponden y evalúan a cada uno de los 17
síntomas pertenecientes a los criterios B, C y D,
recogidos del DSM IV para el diagnóstico de Trastorno por
Estrés Postraumático. Se trata de una escala de
autoinforme, en la que el sujeto debe puntuar dos aspectos de
cada ítem: la frecuencia de presentación y la
gravedad utilizando una escala Likert de 5 puntos (de 0, nunca o
gravedad nula, a 4, a diario o gravedad extrema). El marco de
referencia temporal que los sujetos deben considerar es la semana
previa.

  • Cuestionario de Acontecimiento
    Traumáticos.
    (Davidson J, 1990)

Esta escala está conformada por un listado de 17
experiencias traumáticas más frecuentes a las que
el sujeto ha de ir respondiendo si alguna vez las sufrió
en su vida. Si no ha sufrido ninguno de los acontecimientos del
listado, pero sí otro, tiene un espacio reservado para
anotar la naturaleza del mismo.

  • Escala revisada del Impacto del
    Acontecimiento.
    (Weiss D, 1997)

Consta de 22 ítems, 15 de los cuales
evalúa dos de los tres criterios sintomatológicos
del trastorno por estrés postraumático
(intrusión y evitación). Weiss y Marmar (1997)
incorporaron 7 ítems más para evaluar los
síntomas de hiperactivación. Se trata de una escala
de autoinforme en la que el sujeto califica el malestar o
estrés generado por cada uno de los ítems. Es una
escala tipo Lickert en la que los valores
oscilan entre 0 (nada en absoluto) y 4 (extremadamente). El marco
de referencia temporal que los sujetos deben considerar es la
semana previa.

  1. 3.1 Tratamientos Específicos del
    Estrés Postraumático

    Los tratamientos que han demostrado una mayor
    eficacia en
    el tratamiento específico del estrés
    postraumático son los basados en procedimientos cognitivo-conductuales, si bien
    es un ámbito en el que se requiere mucha más
    investigación. Se ha de tener en cuenta, no obstante,
    que el tratamiento puede presentar diferencias ostensibles de
    un caso a otro, no sólo, como es natural, en función de las características
    de las personas, sino también en función de los
    hechos traumáticos desencadenantes: no produce los
    mismos efectos una agresión sexual, que una
    catástrofe natural, o el choque de dos trenes. He
    aquí una relación de aquellas técnicas
    consideradas más efectivas:

    Disposición de recursos
    de contención
    , que lleven al paciente a sentirse
    atendido y entendido, expresarse libremente, o poder
    depositar, y en cierto modo descargarse, sus miedos o
    inquietudes.

    EMDR: La Desensibilización y Reproceso
    por el Movimiento
    de los Ojos
    . La aplicación de esta técnica
    parte de la premisa, para el Trastorno de Estrés
    Postraumático (PTSD), de que la ansiedad se debe a que
    la información acerca del evento traumático
    permanece sin haber sido procesada, manteniendo bloqueados
    las cogniciones, conductas y sentimientos acerca del evento.
    La EMDR facilitaría el reprocesamiento del recuerdo
    traumático, mediante la reconstrucción
    cognitiva del evento, asociada a la inducción en el paciente de movimientos
    oculares, y otras formas de estimulación
    bilateral.

    Información al paciente sobre la
    naturaleza del estrés postraumático
    :
    mecanismos básicos, funcionalidad y disfuncionalidad,
    explicación sobre los síntomas y su alcance,
    relaciones entre pensamiento, emoción y acción.

    Medicación: normalmente en
    combinación y como apoyo del tratamiento
    psicológico. Los medicamentos que hasta la fecha han
    demostrado una mayor eficacia, tanto en el periodo inicial de
    estrés agudo, como posteriormente, son los inhibidores
    selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) y
    los antagonistas de receptores 5-HT2 (nefazodona). El
    tratamiento farmacológico ha de estar siempre
    prescrito y supervisado por el médico.

    Identificación y neutralización
    del procedimientos contraproducentes
    , utilizados por el
    paciente para regular su problema, pero que, en realidad,
    contribuyen, no a la solución, sino al mantenimiento del problema. Para más
    información sobre estos procedimientos puede
    consultarse el apartado Ir de mal en peor del menú de
    la izquierda.

    Entrenamiento en relajación:
    respiración diafragmática lenta y
    relajación muscular progresiva.

    Exposición controlada y progresiva a
    situaciones temidas
    , normalmente de forma imaginaria. La
    exposición en un primer momento activa el miedo
    presente en los recuerdos traumáticos, después
    permite al paciente tener una experiencia correctora en
    ausencia de consecuencias aversivas.

    Técnicas cognitivas:
    reestructuración interpretaciones
    catastróficas, control pensamientos
    automáticos, manejo de la culpabilidad,
    sobreestimación de la probabilidad de ocurrencia de un
    hecho negativo. Para favorecer estos cambios es frecuente
    utilizar ejercicios estructurados,"experimentos
    conductuales", cuestionamiento de hipótesis mediante "diálogo socrático" o contrastes
    con la evidencia, etc.

    Optimización de los apoyos sociales y
    afectivos.
    Comunicación de los hechos y vivencias
    traumáticas.

    Desarrollo de habilidades de afrontamiento para
    situaciones específicas
    . Poner el acento en lo que
    se quiere que pase, más que en evitar lo que no se
    desea que ocurra, en una situación dada.

    Grupos y o materiales
    de autoayuda
    , como complemento de la terapia.

    Estos son algunos de los recursos
    terapéuticos más conocidos y probados en el
    tratamiento del estrés postraumático. Se ha de
    tener en cuenta no obstante, que estos trastornos pueden
    venir asociados a otros problemas, que requieren
    también un abordaje, en el contexto de un tratamiento
    integrado y convenientemente articulado. El tratamiento, en
    rigor, no lo es del estrés postraumático, sino
    de la persona que lo padece, en relación,
    naturalmente, con la demanda
    que efectúa.

    Los tratamientos suelen desarrollarse
    individualmente, aunque en algunos en ocasiones, en
    función del caso y del momento, puede estar indicada
    la terapia grupal. La duración de los tratamientos
    oscila normalmente entre seis meses y un año, si bien
    en algunos casos pueden ser más largos, dado que
    algunos casos se cronifican.

    Las manifestaciones de estrés
    postraumático suelen aparecer varias semanas
    después de la ocurrencia de los hechos
    desencadenantes. Diversos estudios indican que si, en ese
    periodo previo, los afectados reciben asistencia, se reduce
    drásticamente la posibilidad de desarrollar el
    trastorno.

    Referencia:

    Astin,M.C.y Resick, V.E. (1997): Tratamiento
    cognitivo- conductual del tratorno de estrés
    postraraumático
    . Manual para el tratamiento
    cognitivo-conductual de los trastornos
    psicológicos.

    Articulo: Estrés Postraumático.
    http://www.clinicadeansiedad.com/02/82/

    Tratamiento_del_Estrés_Postraumático.htm

    Tratamientos psicológicos

    Los tratamientos más ampliamente utilizados y
    validados actualmente son los que comparten una
    orientación cognitivo-conductual.

    Estas teorías se basan en los principios
    del condicionamiento clásico y operante, como la
    teoría bifactorial del aprendizaje
    de Mowrer, que postula que el miedo se adquiere durante el
    trauma a través de un proceso de condicionamiento
    clásico, para posteriormente mantenerse debido a la
    evitación de los estímulos que provocan el
    miedo.

    También intentan explicar el TEP otros
    modelos,
    como el de la indefensión aprendida de Seligman o,
    más recientemente, los relacionados con el
    procesamiento de la información.

    Los diversos acercamientos cognitivos exploran
    aspectos tales como las creencias sociales, los sistemas
    de procesamiento de la información y las estrategias
    de afrontamiento relacionadas con el trauma. Las terapias
    cognitivo-conductuales incluyen diversas estrategias, pero no
    todas son igualmente efectivas.

    Terapias basadas en la
    exposición:

    Según Báguena (7), las revisiones
    realizadas hasta el momento concluyen que las terapias
    basadas en la exposición son las más eficaces
    para reducir la sintomatología de los pacientes con
    TEP.

    Se asume que la efectividad de estas técnicas
    se debe a que la exposición continuada rompe la
    asociación entre el estímulo y la respuesta
    emocional condicionada, lo que promueve la extinción
    de las respuestas inadaptadas y la habituación a los
    estímulos ansiógenos.

    Otras formulaciones más recientes apelan a
    conceptos relacionados con el procesamiento de la
    información.

    Concretamente, Jaycox y Foa sugieren que la
    exposición a los recuerdos traumáticos
    conducirá a una reducción de los
    síntomas porque el individuo aprende que los
    estímulos que le recuerdan el trauma no le causan
    daño, que la experiencia de ansiedad no
    concluye en la pérdida de control temida y, por otro
    lado, que existe una habituación de la ansiedad
    mientras el individuo permanece próximo a los
    recuerdos temidos (7). Desde este punto de vista, la
    exposición daría lugar a la mejora a causa de
    la habituación de la ansiedad y del aprendizaje de que
    la exposición no conducirá a la amenaza
    temida.

    Cualquier estímulo relacionado con el trauma,
    ya sea interno, como un recuerdo, o externo, como un ruido
    imprevisto, un entrono solitario o un aniversario, puede
    poner en marcha la reexperimentación del suceso y
    llevar al sujeto a adoptar conductas inesperadas de
    protección y de defensa, ya que el trauma se percibe
    como una amenaza para la vida o para la integridad de una
    persona, sea ésta física, psicológica o
    una mezcla de ambas.

    Para reducir la ansiedad condicionada y los
    recuerdos relacionados con el trauma, la terapia de
    exposición utiliza diversos procedimientos que
    varían en función de si el método de presentación de los
    estímulos temidos se lleva a cabo en la
    imaginación o de forma real, y también
    según si la exposición a estos estímulos
    es o no gradual.

    Desensibilización
    sistemática:

    Esta técnica se ha utilizado poco y con muy
    escaso control en el tratamiento del TEP. Los estudios
    realizados hasta el momento sugieren, no obstante, que la
    desensibilización sistemática posee efectos
    beneficiosos en veteranos de guerra, en personas que han
    sufrido un accidente de automóvil y en mujeres
    víctimas de violación (7).

    Exposición prolongada:

    La mayor parte de la evidencia empírica
    procede de estudios que emplean el procedimiento
    de exposición en la imaginación (7). La
    exposición prolongada, así como la
    desensibilización sistemática, pueden llevarse
    a cabo en la imaginación o de forma real, sin embargo,
    por cuestiones tanto éticas como del propio
    estímulo (e.g., una violación, un terremoto o
    un accidente aéreo), la exposición suele
    hacerse en imaginación a los pensamientos e
    imágenes temidos y en vivo para los estímulos
    inocuos relacionados (8).

    La exposición en vivo influye especialmente
    en los aspectos de evitación fóbica del
    trastorno. Sin embargo, cuando el mismo tipo de
    exposición se lleva a cabo sólo en la
    imaginación se reduce la capacidad de la
    técnica para influir en este componente
    específico de la respuesta.

    Desensibilización y reprocesamiento por
    movimiento ocular (DRMO):

    Esta terapia fue creada por Francine Shapiro a
    raíz del descubrimiento casual de que sus pensamientos
    problemáticos se "solucionaban" cuando sus ojos
    seguían el movimiento acompasado de las hojas al caer
    de los árboles, durante un paseo por el parque
    (8). Esta nueva forma de terapia ha traído consigo
    mucha controversia.

    Originalmente concebida de forma específica
    para el tratamiento del TEP, la DRMO consiste en la
    combinación de los principios de la terapia de
    exposición con maniobras rítmicas de los ojos
    que imitan los movimientos sacádicos del sueño
    REM, siglas que significan Rapid Eye Movement (Movimiento
    Ocular Rápido).

    Se cree que estos movimientos producen una
    estimulación cerebral bilateral que facilita el
    reprocesamiento de los pensamientos perturbadores produciendo
    cambios en las estructuras de la memoria
    y en las respuestas asociadas.

    Los detractores de la técnica aseguran que la
    estimulación bilateral, que se supone que es la base
    de la efectividad de la técnica no tiene absolutamente
    ningún efecto (9).

    La efectividad de esta técnica ha quedado
    probada en numerosos estudios (10-16), sin embargo, ninguno
    de ellos ha logrado aportar datos experimentales de
    relevancia para probar el efecto diferencial de añadir
    la estimulación bilateral a la mera
    exposición.

    Por tanto, parece ser que, si bien la técnica
    se ha mostrado eficaz, no lo es por las razones esgrimidas
    por sus defensores, sino que más bien parece deberse
    al efecto terapéutico del componente de
    exposición en la imaginación de esta
    técnica.

    Terapia cognitiva:

    Desarrollada por Beck, se basa en el supuesto de que
    la interpretación del suceso, más
    que el suceso en sí, es lo que determina los estados
    emocionales. Los pensamientos desadaptativos y las
    distorsiones cognitivas que los producen provocan las
    respuestas patológicas, por lo que la terapia
    cognitiva se plantea como objetivo identificar dichas
    distorsiones y cambiar los pensamientos por otros más
    adaptativos.

    Para las teorías del procesamiento de la
    información, la exposición prolongada a los
    estímulos ansiógenos posibilita la
    reestructuración cognitiva, ya que durante la
    exposición la persona aprende que las creencias
    fundadas en el miedo no poseen una base real. Mediante esta
    técnica se enseña a los pacientes a identificar
    sus pensamientos desadaptativos, evaluar la validez de los
    mismos, y a cambiar los que resulten erróneos y
    sustituirlos por otros más lógicos o
    beneficiosos.

    Desde esta perspectiva, se ha incidido en la
    reestructuracción de los pensamientos relacionados con
    la peligrosidad del mundo y la falta de control sobre los
    acontecimientos futuros (8).

    Tanto la terapia cognitiva como la exposición
    prolongada son tratamientos efectivos para el TEP (17). No
    obstante, existen varios estudios que sugieren que el
    resultado terapéutico es aún mejor si se
    combinan ambas terapias (7, 18). Sin embargo, otros autores
    (19, 20) han encontrado que los beneficios obtenidos no eran
    significativamente distintos con la presentación
    conjunta de las dos técnicas, por lo que serán
    necesarios más estudios para aclarar si es posible que
    se den efectos de interacción entre estas técnicas
    y en qué circunstancias ocurre.

    Terapia para el control de la
    ansiedad:

    Existen varios programas de entrenamiento para el
    manejo de la ansiedad, pero el entrenamiento en
    inoculación de estrés (EIE) es el que
    más se ha utilizado para reducir los síntomas
    de ansiedad en el TEP.

    Este método fue desarrollado por Meichenbaum
    y tiene como objetivo la adquisición y
    aplicación de habilidades de afrontamiento e incluye
    fases de educación, relajación muscular
    profunda, control de la respiración,
    representación de roles, modelamiento,
    detención de pensamiento y entrenamiento
    autoinstruccional.

    El EIE se ha mostrado eficaz en el tratamiento del
    TEP en mujeres víctimas de violación.
    También se ha empleado en el control de la ira, que es
    una respuesta habitual en el TEP y es muchas veces, de hecho,
    un obstáculo para el funcionamiento eficaz del
    tratamiento.

    Las investigaciones realizadas en este campo
    sugieren que, mientras que la EIE promovería una
    reducción de los síntomas a corto plazo, la
    exposición prolongada produciría sus beneficios
    a largo plazo, debido a que las redes de miedo son
    activadas y modificadas (7).

    Hipnosis:

    La utilización de la hipnosis en el
    tratamiento del TEP está plenamente justificada en
    muchos casos, ya que aumenta la efectividad de los
    acercamientos terapéuticos habituales y se ha
    comprobado que los pacientes con síntomas de TEP
    tienden a ser altamente hipnotizables. Además,
    presentan síntomas disociativos que suelen responder
    al tratamiento hipnótico (21).

    Lamentablemente, aunque existe una
    investigación relativamente amplia sobre la hipnosis
    en el contexto de los estudios de laboratorio, no puede
    decirse lo mismo de su empleo como tratamiento
    terapéutico para el TEP. En este campo apenas ha
    habido estudios sistemáticos sobre su eficacia (22).
    Aunque es probable que estas técnicas sean eficaces en
    el tratamiento del TEP, se necesitan aún más
    estudios que lo confirmen (23).

    Desde un punto de vista terapéutico, la
    hipnosis cumpliría la función de recuperar el
    material traumático disociado, reconectar el afecto y
    el material recordado y trasformar los recuerdos
    traumáticos.

    Aunque Brom et al. (7) realizaron un estudio en el
    que la hipnosis resultó igualmente beneficiosa que la
    desensibilización sistemática y que la psicoterapia psicodinámica en el
    tratamiento de la sintomatología postraumática,
    la mayor parte de los estudios realizados hasta el momento
    carece del rigor metodológico suficiente como para
    considerar que la hipnosis sea un tratamiento de eficacia
    probada en casos de TEP.

    Ejercicios escritos de expresión
    emocional:

    Escribir sobre experiencias autobiográficas
    traumáticas parece ser beneficioso para la salud
    mental y física. Pennebaker y Smyth (24) sugieren
    que escribir sobre las emociones y el estrés puede
    incluso estimular el sistema
    inmunológico.

    Según Lange et al. (25), llevar a cabo
    ejercicios estructurados de escritura es terapéutico
    en pacientes con TEP. Para ello, los sujetos deben escribir
    sobre los sucesos traumáticos que han vivido siguiendo
    unas normas
    determinadas de estilo, localización, frecuencia y
    tiempo dedicado.

    En un estudio realizado por Smyth (26), se
    calculó que el efecto adicional de añadir esta
    técnica a la terapia suponía una mejora del 23%
    en el bienestar subjetivo del paciente.

    Aunque todavía no haya suficientes estudios
    metodológicamente adecuados, parece que el componente
    de exposición en imaginación que aporta esta
    técnica, puede ser útil desde el punto de vista
    terapéutico.

    Terapia a través de Internet:

    La terapia a través de Internet puede ser muy
    útil para personas que vivan en lugares remotos o de
    difícil acceso, pacientes físicamente
    discapacitados con movilidad restringida o individuos que
    temen buscar una forma de terapia cara a cara por ansiedad o
    por temor a la estigmatización.

    Una terapia basada en los ejercicios escritos de
    expresión emocional puede realizarse perfectamente a
    través de este medio.

    En un estudio realizado por Lange et al. (25) la
    terapia constaba de diez sesiones divididas en tres fases:
    auto-confrontación (cuatro cartas),
    reevaluación cognitiva (cuatro cartas), y compartir
    (la información) y ritual de despedida (dos
    cartas).

    La conclusión de este estudio fue que el
    efecto de la terapia era significativo. Más del 80% de
    los pacientes mostraron una mejora fiable de su
    sintomatología ansiosa, funcionamiento
    psicológico general y estado de
    ánimo.

    No obstante, se trata de una terapia poco estudiada
    hasta el momento y se hacen necesarias más
    investigaciones para confirmar su eficacia.

    Reducción de incidentes traumáticos
    (RIT):

    La reducción de incidentes traumáticos
    (traumatic incidet reduction) es una nueva forma de terapia,
    desarrollada por Frank Gerbode en 1989, para el tratamiento
    del TEP (27).

    Se trata de un procedimiento simple y altamente
    estructurado que consiste en que el consultante recorra
    mentalmente el episodio traumático de forma repetida.
    Al final de cada recorrido mental, le describe al terapeuta
    el suceso.

    La intervención del profesional está
    altamente pautada. El protocolo
    consiste en una serie de preguntas fijas que conducen al
    paciente a entrar en contacto con la situación
    traumática, así como con sus sentimientos,
    sensaciones y cogniciones. El terapeuta no ofrece
    intervenciones ni interpretaciones, sino que éstas son
    hechas espontáneamente por el mismo consultante
    (28).

    Por la forma en la que se recuperan los recuerdos
    del suceso traumático y por las creencias que
    mantienen algunos de los terapeutas que utilizan esta
    técnica, no sería extraño que en muchos
    casos sus pacientes fueran víctimas de un trastorno
    poco conocido, pero no por ello menos importante, denominado
    "síndrome de la memoria
    falsa".

    En el síndrome de la memoria falsa los
    pacientes recuerdan sucesos traumáticos que nunca les
    han sucedido, a causa de la presión terapéutica por
    "recordar" los acontecimientos que a priori se cree que
    están causando los síntomas del
    paciente.

    Otras terapias
    psicológicas:

    En los últimos años han surgido otras
    terapias similares para personas que han sido expuestas a
    sucesos traumáticos. Entre éstas, cabe citar la
    terapia del campo del pensamiento (thought field therapy) del
    psicólogo Roger Callahan y el informe
    del estrés del incidente crítico (critical
    incident stress
    debriefing) desarrollado por Jeffrey Mitchell y George
    Everly, si bien este último no se presenta como una
    forma de terapia, sino como un sistema de intervención
    en crisis que
    es usado comúnmente por los servicios
    de Emergencias, Bomberos y Policía en los Estados
    Unidos, Canadá y Gran Bretaña
    (29).

    La terapia del campo del pensamiento es un
    tratamiento autoaplicado que utiliza "puntos de
    energía" y estimulación bilateral
    óptico-cortical mientras se fija la atención en los síntomas.
    Pretende ser efectiva en el tratamiento del TEP, entre otros
    muchos trastornos (30).

    El llamado "informe del estrés del incidente
    crítico" sería una parte de un programa
    más amplio llamado "control del estrés del
    incidente crítico" (critical incident stress
    management). Aquél consiste en grupos
    estructurados de discusión, habitualmente llevados a
    cabo entre uno y diez días después de la
    crisis. Estos grupos están diseñados para
    mitigar los síntomas agudos, valorar la necesidad de
    seguimiento y, si es posible, procurar una sensación
    de "cierre psicológico" post-crisis (31).

    Los sistemas que han sido considerados en estos dos
    últimos apartados, al igual que la DRMO de Shapiro han
    despertado encendidas pasiones tanto entre los que los apoyan
    como entre aquellos que los critican (32). La otra
    característica que comparten es que adolecen de
    estudios sistemáticos metodológicamente
    adecuados.

    Referencia:

    Latorre, JI; Moles, B; et. Al. (2007). Articulo:
    Tratamientos psicológicos del trastorno por
    estrés postraumático.
    http://www.psiquiatria.com/articulos/estres/29494/

  2. Intervención
    Psicológica
  3. Estudio de
    caso

Caso # 1:

Se presenta el caso de un paciente del sexo masculino
de 52 años de edad, casado, con 2 hijos, 12mo grado de
escolaridad, sin vínculo laboral en el momento de la entrevista,
con antecedentes de múltiples afecciones somáticas,
de nacionalidad
cubana y padeciendo de estrés pos traumático desde
hace 18 años a raíz de haber sido caravanero en
Angola por 22 meses de su vida los cuales marcaron la misma
impidiéndole ser el mismo de antes.

Refiere que ha venido presentando episodios de ansiedad
y depresión. Se ha ingresado en varios centros
hospitalarios, con tratamiento antidepresivo y
ansiolítico, y diferentes diagnósticos, el paciente
refirió tener ansiedad, tristeza, trastorno del
sueño (pesadillas), poco o ningún deseo de hacer
las cosas, revive con frecuencia los acontecimientos
experimentados en Angola, en forma de imágenes muy
vívidas experimenta malestar psicológico intenso al
exponerse a situaciones que en alguna medida simbolizan el
acontecimiento traumático y se aísla de los que le
rodean .- Tiene por ello dificultades en sus relaciones
familiares porque se siente incomprendido y no logra estabilidad
en su trabajo.

A el paciente se le realizó un examen
físico, psiquiátrico y una evaluación
psicológica, el diagnostico obtenido cumple con los
criterios diagnósticos tanto de la Clasificación
Internacional de Enfermedades como con los criterios
diagnósticos de la cuarta edición
del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders
(DSM-IV) de la Asociación Psiquiátrica
Norteamericana.

En seguida se muestra un cuadro que refleja los
resultados obtenidos de la evaluación del paciente
mostrando que padece del trastorno de estrés pos
traumático.

Cuadro. Criterios
diagnósticos

Criterios

Grupo de síntomas

Síntomas

B (1)

Reexperimentación

Pesadillas

C (3)

Evitación

•  Restricción de la vida
afectiva
•  Evitar lugares que le recuerden el
acontecimiento
•  Evitar seriales de televisión relacionados con la
guerra
•  Sensación de desapego

D (2)

Aumento de la activación

•  Insomnio
•  Irritabilidad
•  Respuesta exagerada de sobresalto

Díaz, L; (2006). Articulo: "A propósito
de un caso con estrés postraumático en el medio
militar"
. Revista Cubana de Medicina
Militar. H ttp://scielo.sld.cu/scielo.php?

script=sci_arttext&pid=S0138-65572006000200010

Caso # 2:

Se presenta el caso de un paciente llamado Carlos,
quién se desempeña como policía. En el
año de 1985, fue objeto de un atentado terrorista por
medio de una bomba-lapa, colocada en su automóvil. Debido
a que ahora es blanco de actos terroristas, Carlos es colocado
junto con su esposa en un lugar alejado, escondido. Carlos
comenta que ahora se siente como un objetivo fácil para
los terroristas y que mejor hubiese preferido que lo mataran. Las
personas a su alrededor dejaron de hablarle, sus
compañeros de trabajo, su anterior jefe. Creía
estarse volviendo loco, hubiese deseado morir en el atentado o
resultar herido.

Entre sus compañeros, comenzó a escuchar
comentarios, que aseguraban que él mismo había sido
quién puso el artefacto. Carlos no concebía tanta
maldad, quienes hace algunos días le pedían favores
y lo saludaban afectuosamente, comenzaban a darle la espalda.
Cada día que pasaba, se ponía más nervioso,
sin que nadie lo supiera incluso su esposa, tomaba Tranxilium,
para disminuir su preocupación.

Ahora se sentía como un riesgo para sus
compañeros, como un claro objetivo de la banda terrorista
E.T.A., ya que el atentado había sido dirigido
directamente contra él, y de acuerdo a las funciones que
desempeña, era absolutamente fácil
localizarlo.

Algunos de los pensamientos continuos que Carlos por
esos días tenía: "El mundo se hunde para mí.
Es indescriptible lo solo que se puede llegar a sentir uno, a
pesar de estar rodeado de gente".   
Después de algunos meses, el cansancio físico era
evidente, dolores de estomago, difícil poder concentrarse,
tensión, temores, dolores de cabeza, vómitos, mareos,
dolores en el pecho, pérdida del conocimiento
en breves segundos, etc.

A lo largo de los días, Carlos fue perdiendo
peso, los malestares se presentaban más a menudo, sin
imaginar que eran los síntomas del estrés
postraumático (enfermedad que padece en la
actualidad).  

Estaba totalmente desorientado, perdido, con sólo
ganas de morir. Dormía mal, soñaba con atentados,
con bombas, con
terroristas, con enfrentamientos armados; hasta un ligero
estallido lo sobresaltaba, el pulso se acelera. En ocasiones
pensó en quitarse la vida, pero no lo hizo por su familia,
esposa e hijo. Aun contando con su familia no tenía con
quien hablar, con quién compartir sus sentimientos y
problemas.

Al ser enviado a otra localidad por razones de trabajo,
los síntomas anteriores se agravaron. Teniendo en cuenta,
que Carlos pesaba 65 kilos, comienza a perder peso hasta llegar a
los 55 kilos. Entonces comenzó a beber y raro era el
día que no se iba a la cama ebrio. Había periodos
en los que estaba relativamente bien y otros de total
decaimiento, pero tampoco se sabía el por qué.
Posteriormente, acudió al médico en varias
ocasiones y al no encontrar algo físico, fue canalizado al
Psiquiatra, quién le dijo que lo que venía
arrastrando era un problema psicológico como consecuencia
del atentado

Iniciadas las visitas con el Psiquiatra, es cuando
empieza a comprender muchas cosas, que le hacen recordar cuando
se sucedían los episodios y, curiosamente, todos o la gran
mayoría, se presentaban ante el
conocimiento por su parte de algún atentado
terrorista, bien con víctimas o sin ellas; normalmente
eran más invalidantes estos episodios cuando había
víctima, no importaba de quién se
trataba.

Aun presenta algunas dificultades como temblor en las
piernas y manos, sensación de taquicardia, dolor de pecho,
sequedad de boca casi permanente. Dificultad al concentrarse,
expresarse y hablar. Inseguridad al
viajar en autobús, estar sólo o recorrer distancias
largas. Actividad Sexual nula, sin erecciones ni
apetencias.

A lo largo, de estos 7 años, no consigue seguir
técnicas de relajación, su vida social, familiar y
laborar nunca han vuelto a ser como antes, debido a no ser
diagnosticado a tiempo. Carlos padece estrés
postraumático crónico de incierta reversibilidad y
una incapacidad absoluta para todo tipo de profesión u
oficio, como consecuencia de atentado terrorista; así como
una incapacidad del 50% de sus funciones.

Díaz, L; (2006). Articulo: "A propósito
de un caso con estrés postraumático en el medio
militar"
. Revista Cubana de Medicina Militar.
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0138-5572006000200010

5.
Prevención del Estrés

Algunos autores defienden que a los niños se les
deben enseñar estrategias de afrontamiento para
anticiparles y ayudarles a superar las circunstancias vitales
estresantes habituales.

Este método se basa en analizar los problemas y
estudiar los comportamientos mediante un autorregistro con los
pensamientos no adaptativos, para poner en práctica a
continuación estrategias de afrontamiento tales como la
resolución de problemas, la relajación y diversos
tratamientos conductuales.

Estas aproximaciones de carácter preventivo y
generalizado se han utilizado para preparar a los niños
que iban a ser sometidos a procedimientos médicos y
quirúrgicos en hospitales. (Bobes, et al,
2000).

García, et al, (2000). Trastorno por
Estrés Postraumático.
Elsevier España:
Masson.

Mas Esquerdo, J., & Fernández Mesas, S.
(2000). Trastorno por estrés postraumático en el
traumatismo craneoencefálico: presentación de un
caso clínico.
Revista Electrónica de
Psicología , 3 (3).

Para muchos sobrevivientes, las relaciones con la
familia y los amigos son muy benéficas, pues el amor, la
compañía y el sentido de pertenencia son un
antídoto al aislamiento, a la
depresión y a la culpa. Además importante tomar en
cuenta ciertos aspectos que pueden ayudar a prevenir el
trastorno.

  • Involucrarse en relaciones positivas, en trabajo
    productivo y tener pasatiempos que verdaderamente se
    disfruten.
  • Compartir los sentimientos honesta y abiertamente,
    con una actitud de
    respeto y
    compasión.
  • Mantener abiertos los canales de comunicación
    entre la familia.

Carero, I., (2008). Artículo: "El trastorno
por estrés postraumático y la
familia".

http://www.emdrmexico.org/mostrar.php?id=familia

Existe la evidencia de que las personas traumatizadas
que reciben apoyo psicológico y consejo especializado
inmediatamente después de sufrir el episodio
desencadenantes son menos propensas a padecer el síndrome
de estrés postraumático, comparadas con las que no
reciben ningún tipo de ayuda. Por eso se recomienda que
tras un trauma se recurra a algún profesional
especializado.

 

 

 

Autor:

Colin Andrade Naomi

Cortés López Monserrat

Penieres Blanco Mitzi

Trujillo Zapata Olga Guadalupe

Velázquez Guerrero Linda Dayana

09 mayo 2008

Dr. Luis Oblitas Guadalupe

Psicología 8º semestre

UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA

Escuela de Psicología

Partes: 1, 2
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