Pensar en una escuela que
estimule el desarrollo del
aprendizaje
significativo implica, para quienes, realizando tareas
educativas, analizan a fondo la
organización y los modelos
pedagógicos que predominan en ella y fuera de su
ámbito; por lo tanto, no debe ser concebido como una
fortaleza, sino como un sistema abierto,
con fuertes influencias del medio socio cultural en el que se
encuentra.
Es por ello que las buenas relaciones entre sus miembros
y con los demás sectores involucrados en el proceso
educativo, deben imponerse a todos en el desarrollo del mismo,
por cuanto sus actuaciones deben estar sujetas a normas
profesionales, morales y éticas.
Desde este punto de vista, podemos destacar trabajos
como la experiencia Alteridad en Educación (2006);
Escuchar al Otro dentro de Sí I, parte, de N Pérez
de Lara y Alteridad y Experiencia (R Foster, 2006), desde donde
se nos lleva a considerar ciertas reflexiones.
Tomando como marco de referencia estas
valiosísimas investigaciones
que profundizan cada vez más en el reconocimiento que
debemos tener al otro, como principio fundamental de la
alteridad.
Partiendo de la experiencia de Nuria Pérez de
Lara en su ensayo, se
puede afirmar que aborda la cuestión del otro desde
la perspectiva de la pedagogía de la diferencia sexual, porque
trasciende los saberes dados en la escuela a partir del corte que
la diferencia sexual ha producido en ellos.
Por una parte, un corte que acaba con el allanamiento de
las propuestas que la igualdad
impone y, por la otra, un corte que desarrolla el ilusorio
propósito salvador de los planteamientos de la Educación
Especial y la Educación
Social.
Creemos que estas áreas no deben ser separadas,
ni reducidas a las parcelas de las disciplinas del conocimiento,
sino que, por el contrario, deben ser abordadas a través
de la experiencia, único lugar del que puede nacer un
saber sin pretensiones de universalidad, mas sin embargo, es el
único saber que guarda dentro de sí la unidad de
las cosas de la vida. Es por ello que, a manera de
reflexión, debería imponerse un nuevo modelo
pedagógico que se fundamente en una visión diversa
del otro, capas de ir más allá de la
educación especial.
El no reconocimiento del otro implica exclusión,
por lo que debemos deslastrarnos de falsos prejuicios amparados
en la llamada educación especial, para hacer
énfasis a elementales principios de
alteridad y construir una escuela de todos, bajo la óptica
democrática y social de participación e
inclusión de todos sin otro atenuante que la realidad
implícita en sí mismo.
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