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Curso fundamental de Cristología



Partes: 1, 2

    Recensión Jesús el
    Cristo. Maximino Arias Reyero

    Es un curso fundamental de cristología donde el
    autor en 12 lecciones hace un recorrido presentando la persona y la obra
    de Jesús así como lo dan a conocer en el Nuevo
    Testamento y la fe de la Iglesia.

    Maximino Arias Reyero es desde 1971 profesor de
    Teología Dogmática de la Facultad de
    Teología de la Universidad
    Católica de Chile y en el Seminario
    Diocesano. Realizó los estudios de Teología en las
    Universidades de Salamanca, Innsbruck (Austria), Münter,
    Tübinga y Ratisbona (Alemania). Es
    Doctor en Teología por la Universidad de Ratisbona. Es
    fundador del Seminario Latinoamericano-Documentación (SELADOC), que se dedica al
    estudio de la Teología y Religiosidad Popular
    Latinoamericana.

    El libro
    está compuesto en 12 lecciones, distribuidas en tres
    partes, tiene 349 páginas y una abundante bibliografía. Este libro es
    parte de la colección "Teología y pastoral" y es de
    Ediciones Paulinas, impreso en 1982.

    Aunque según el mismo Arias no tiene pretensiones
    científicas, quiere dar una respuesta válida a las
    preguntas de América
    Latina.

    Las tres primeras lecciones son la introducción, se trata de reflexionar sobre
    el estudio de Jesús de Nazareth donde la primera pregunta
    que se plantea es ¿porqué estudiar a Jesús
    de Nazareth? Un personaje histórico que puede ser
    estudiado desde las ciencias:
    historia,
    psicología, política, religión, etc, y de
    hecho a lo largo de la humanidad muchos lo han hecho, este
    interés
    de los científicos por el encuentro con personas que
    afirman que Jesús, su vida y doctrina, es para ellos
    significativo, imprescindible, el supuesto para encontrar sentido
    a la vida, esta realidad que se llama Iglesia que hace referencia
    al pasado y presente de Jesús. El principio de la
    comprensión cristiana presupone la fe, la confianza, la
    entrega, el seguimiento.

    Las ciencias por su mismo método no
    llegan a preguntarse lo más esencial sobre Jesús.
    Tienen que aceptar otros puntos de vista. Hay dificultades para
    pasar de la ciencia a
    la confianza, de un estudio científico de la vida de
    Jesús a una adhesión de fe.

    Jesús es buscado desde la misma experiencia de la
    vida, el Nuevo Testamento hace ver que se recurre a Jesús
    y se pregunta por él en las diferentes situaciones
    humanas, las preguntas por el sentido de la vida las que nacen
    del corazón
    acongojados, las que nacen del agradecimiento y la
    alegría, las de las juventud
    idealista y frágil, de los niños,
    ingenuos pero profundas, pueden ser contestadas por Jesús
    pero a su manera, no a la nuestra, va a otro ámbito de la
    vida, para llegar consecuentemente a dar solución a todos
    los problemas
    personales y sociales.

    Arias exhorta a que hay que estudiar a Jesús
    creyendo en él para la evangelización. Para los
    cristianos el conocer fundamento de su fe -que no es otro que
    Jesús- es lo mismo que amar. El que ama a una persona
    quiere conocerla más y más. Hay algunos llamados a
    profundizar más y a explicar a otros teólogos y
    catequistas, sacerdotes y laicos.

    Por tanto conocer es ser conocido; preguntar es una
    respuesta. Las dimensiones universales, personales y eclesiales
    de la pregunta por Jesucristo que se hacen hoy surgen de su deseo
    de igualdad,
    libertad,
    progreso y paz, al ver caminos sin salida, se ven los caminos que
    muestra la
    Iglesia.

    Jesús desde su misma vida va mostrando
    cómo se puede ir aceptando la contestación que
    él les ofrece y cómo se rehace el hombre de
    manera insospechada cuando la acepta, por eso sus
    discípulos permanecen con él. A partir de nuestra
    situación personal y social
    el Evangelio nos provoca para hacer una pregunta que es humana,
    Jesús la contesta asumiéndola y superándola,
    nos muestra en su vida la realización humana de esta
    respuesta.

    Para conocer al verdadero Jesús hay que tener la
    visión histórica del problema, donde el punto de
    partida de la problemática actual está en la
    diferencia que existe entre el testimonio de Cristo y la vida de
    los cristianos. Además la constatación de que los
    Evangelios defieren entre sí, aun cundo refieran los mismo
    hechos. Por lo tanto, entre la historia y la narración se
    da una diferenta que hay que tener en cuenta. Así va a
    surgir lo que se conoce con el problema del Jesús de la
    Historia y el Cristo de la Fe.

    El autor expone que la norma cristiana es la fe de los
    cristianos, lo que funda el cristianismo
    no es la historia de Jesús de Nazaret, sino la presencia
    de Cristo en la predicación. Es el Evangelio: la Buena
    Noticia se hace hoy presente. Lo que importa es lo que los
    discípulos y evangelistas han visto en ella, lo que de
    ella es transmisible, lo que impacta la vida de las
    personas.

    La nueva pregunta por Jesús surge a partir de
    1953 cuando se vuelve a proclamar la importancia de Jesús
    histórico para la recta predicación del Evangelio,
    mostrar la identidad y
    continuidad entre el Jesús de la historia y el Cristo de
    la fe, entre el Jesús pre-pascual y el Cristo pos-pascual.
    Surge así un compromiso socio-político haciendo un
    cambio en la
    orientación cristológica, se pregunta por la
    importancia de Jesús para transformar la sociedad y
    hacerla más justa.

    Los intentos para descubrir el originario rostro de
    Jesús y su primigenia doctrina son muchos. Ninguno de
    estos sistemas excluye
    los puntos de vista de los otros, pero dan mayor importancia a
    uno u otro aspecto. La Escritura es
    para algunos el único punto de partida válido y
    suficiente para conocer a Jesús; para otros la Fe y la
    Vida de la Iglesia es el punto de arranque para conocer a
    Jesús; otras formas de conocer a Jesús parten desde
    fuera de la Escritura y de la Iglesia, como todo proceso de
    humanización, a través de una reflexión
    trascendental, comprendiendo al hombre como
    existencia que realiza decisiones y la cristología
    política que comprende al hombre como ser social y
    político. Concluye este apartado con las tareas de la
    cristología que son: comprender y explicar la identidad de
    Jesús y de la predicación de la Iglesia sobre
    él. Expresar la relevancia de Jesús para nuestro
    tiempo.

    Al hablar sobre el camino para un encuentro con
    Jesús, Maximino lo hace proponiendo la Sagrada Escritura,
    la Fe de la Iglesia y el Horizonte Personal y Social. En la
    Escritura se transmite el verdadero Jesucristo, pero se han de
    tomar en cuenta las formas de narrar, todos los textos son
    necesarios, aunque de distinta manera, lo que dice cada
    evangelista no se puede desechar pues todos aportan algo novedoso
    y fundamental. La Fe de la Iglesia es vital pues al margen de la
    adhesión de fe no se da un conocimiento
    adecuado de la Persona y Obra de Jesús de Nazareth, para
    escribir estos textos fue necesaria la fe, para comprenderlos es
    necesaria también. La adhesión de la fe no termina
    ni en Jesús ni en el Espíritu, sino en el Padre.
    Otro presupuesto es la
    interna correspondencia entre la doctrina de Jesús, la fe
    de la Iglesia y la edificación fraternal del mundo en que
    vivimos. El
    conocimiento de Jesús hay que hacerlo desde un
    interés y un compromiso por el mundo que lleva a conocer
    la importancia de la fe y del amor.

    La segunda sección contiene siete lecciones, con
    ellas se desea abarcar lo principal de la vida de Jesús,
    tal como lo transmite el Nuevo Testamento. Al estudiar a
    Jesús en Israel se
    consideran algunos documentos
    históricos no cristianos de origen romano que refieren
    algo de lo que los cristianos dicen acerca de Jesucristo, son
    pocos aunque muy significativos, entre ellos de Plinio el joven
    (62-113), Suetonio Tranquilo (65-135) menciona la
    expulsión de los judíos
    de Roma, Cornelio
    Tácito (54-119) dice que Nerón culpó a los
    cristianos por el incendio de Roma.

    Otros documentos que al autor menciona son los textos de
    origen judío de Flavio Josefo (37-132) que emprende la
    redacción de una historia del pueblo
    judío. Las fuentes
    religiosas judías anteriores al año 220 (Misna,
    Talmud, Midrashim) contienen también
    testimonios.

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