Hay hombres que viven contentos
aunque vivan sin decoro. Hay otros que padecen como en
agonía cuando ven que los hombres viven sin decoro a su
alrededor. En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro,
como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay
muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en
sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se
rebelan con fuerza
terrible contra los que le roban a los pueblos su libertad, que
es robarle a los hombres su decoro. En esos hombres, van miles de
hombres, va un pueblo entero, va la dignidad
humana.
RESUMEN
Está por más decir que por la
dimensión que pretende, este trabajo
siempre se encontrará en proceso de
edificación. Se hace con mucho amor con el
deseo de dar a conocer el aporte de José Martí a
las letras hispanoamericanas y a la historia a través de
su sacrificio por Cuba.
Es, pues, un trabajo educativo, donde esperamos que
muchos maestros y estudiantes puedan acudir a beber de su obra
fértil.
INTRODUCCIÓN
En La Habana, Cuba, entonces provincia española
de ultramar, nació, el 28 de enero de 1853, José
Julián Martí
Pérez. Hijo de Mariano Martí Navarro, natural de
Valencia y de Leonor Pérez Cabrera, de Tenerife, islas
canarias. Su porte era pequeño, como el de las islas y su
estatura intelectual y humana, que fue la masa que formó
su hombradía, era continental, con galanura de universo.
Varias veces es el mismo rostro devenido imagen serena y
recia: mirada grave de ideales puros, imposible la sonrisa si la
patria sufre. Acaso la esperanza guardada en daguerrotipos,
renovada, engrandecida con dedicatorias fervientes, cual si
cupiera todo el patriotismo, las ansias de emancipación,
en ilustraciones que también narran la vida del
Apóstol.
Con más de un centenar de retratos, la iconografía
constituye una de las principales fuentes para
el estudio biográfico de José Martí. Existen
fotos
disímiles referidas no sólo a su persona,
también relacionadas con la familia, el
que hacer revolucionario, los incontables viajes que
efectuó..
Algunas hablan de los lugares en que vivió, los elegidos
para su prédica a favor de la guerra
necesaria. Otras, las más tristes, claman sobre la
caída en Dos Ríos, sus restos mortales, los
monumentos erigidos en su honor. Todas ellas, incluso las que se
sumaron después del fallecimiento (pinturas, caricaturas,
fotocopias de escrituras archivadas), son la prueba más
fidedigna de un obrar intenso, que no cesó el 19 de mayo
de 1895.
DESARROLLO
La primera fotografía
que se conoce corresponde al año 1865. Contaba
Martí con 12 años y asistía entonces al
colegio de San Anacleto. De su juventud
existen muchas otras. Vale destacar la foto hecha en Madrid, en la
que el patriota aparece junto a los hermanos Eusebio y
Fermín Valdés Domínguez. En su dedicatoria
rezaba: "Hermano.-Cuando te he visto a mi lado no he suspirado
por mi madre. J. Martí. Madrid, 19 de septiembre de 1872".
Por esa fecha cursaba la carrera de Leyes en la
Universidad de
Zaragoza y ya había sufrido la cárcel y el
destierro por causa de sus ideales. También dedicado a
Fermín Valdés, un esbozo de 1870 mostraba su figura
vestida de presidiario, colgándole de la cintura las
cadenas del grillete.
En diversas ocasiones, a lo largo de su vida, se retrató
con diversos amigos: el General Serafín Sánchez
(Tampa, 1893); José Dolores Poyo (Tampa, 1893); Teodoro
Pérez (Cayo Hueso, 1894), quien hospedara al Maestro
muchas veces en su casa; Manuel Mantilla (Cayo Hueso, 1894);
"Panchito" Gómez Toro (1894), acompañante suyo en
la gira proselitista por Norteamérica; y aunque puesta en
duda su autenticidad, también se conserva la única
foto en que aparece Martí al lado del General
Máximo Gómez (1894).
Tal vez por ser esta la etapa más relevante de su
accionar, los fotograbados más conocidos del
Apóstol datan de la primera mitad de la década de
los ’90 del siglo XIX. En 1891, el artista sueco Herman
Norman gana una medalla de oro en el
Salón de París, con la exposición
de una pintura que
representa al poeta sentado en su escritorio con la pluma en la
mano. Fotos de ese tiempo
corroboran el parecido entre el Martí del retrato premiado
y el real.
De Jamaica y los Estados Unidos
nos llegan imágenes
como las tomadas en Kingston, en reunión con los miembros
del Cuerpo de Consejo de dicha ciudad; o aquellas en las que se
agrupan decenas de tabaqueros y familiares en el sur de la
Florida. En 1892, al fundarse el Partido Revolucionario Cubano,
el acontecimiento queda impreso con la figura del Delegado en el
centro de los demás fundadores.
Grabados de sus padres y hermanas, del pequeño
hijo José, de la esposa Carmen Zayas Bazán, de
María Mantilla y María García Granados (la
Niña de Guatemala),
forman parte de este repertorio gráfico. Las
representaciones de lugares por los que transitaran sus restos
mortales, de Remanganagua a Santa Ifigenia en Santiago de Cuba;
de las exhumaciones realizadas; facsímiles de documentos en los
que las palabras conservan fuerza y frescura, permanecen como
testimonio auténtico de su trascendencia.
José Martí era dueño de una
presencia imponente, henchida de vitalidad y optimismo. No es
difícil identificar sus estampas con el excelente literato
y revolucionario que supo ser. Su iconografía resulta una
profunda evidencia histórica de su paso indeleble por
la
Tierra.
José Martí, el genial patriota cubano,
tenía los ojos zarcos (azul, claro y puro) pero no se
percibe en las pocas fotos que existen de él.
En el club San Carlos, de Cayo Hueso, en una conferencia, una
investigadora norteamericana (miembro del staff del club),
mencionó durante la lectura de
un detallado retrato literario, los ojos zarcos de José
Martí; publicado allí por su primera visita (Enero
3, 1892) para recaudar fondos en la ciudad-islote; ya pujante
emporio de fábricas de tabaco y familias
enteras de cubanos expertos en las muchas y delicadas fases de la
confección de "habanos".
En una conversación con el Dr. Santiago Rey
Pernas (eminente orador, Senador de la
República y Gobernador de la Provincia de Las Villas)
en un pequeño restaurante de la calle 8, en Miami…, le
preguntaron por los ojos azules de Martí. El ya anciano
rostro se iluminó al recordar con deleite: "… Yo no
conocí a Martí, pero sí…, "Azulitos", me
decía el general Loynaz del Castillo, quién
sí lo conoció."
Todavía hoy, se tiene en estas tierras que amo, a
este coloso del pensamiento,
de las letras, la política, el arte, la pedagogía y la filosofía. Fue el poeta que abrió,
con nuevos giros y tonalidades, antes que Rubén
Darío, el camino al movimiento
modernista. Pero Martí fue más que un modernista,
fue un visionario de su tiempo y un iluminador del futuro, que
nos llega hasta hoy casi con la misma frescura y omnipresencia de
entonces
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