El fin: ¿de la historia, la historicidad o el historicismo? (página 2)
El término historia ha sido usado en
diversos contextos: Aristóteles (384-322 a de C.) lo
utilizó en su obra "Historia Animalium", en el sentido de
información adquirida mediante la
investigación o búsqueda. Francis Bacon
(1561-1626) lo uso en el sentido de conocimiento
de objetos determinados en el espacio y el tiempo, no de
las esencias o naturalezas, en donde se origina su
división: a) Historia de la naturaleza, b)
Historia del hombre, c)
Historia sagrada. En tiempos recientes se ha denominado
historiografía a las disciplinas históricas o
ciencia
histórica, diferentes de la historia propiamente dicha
(como ciencia) o realidad histórica (el hecho
histórico).
Vattimo nos dice que: una de las visiones más
difundidas y atendibles de la modernidad es la
que caracteriza efectivamente como la ‘época de la
historia’ (como también lo expresara Nietzsche)
frente a la mentalidad antigua dominada por una visión
naturalista y cíclica de curso del mundo. Es
únicamente la modernidad la que, desarrollando y
elaborando la herencia
judeocristiana (la idea de la historia como historia de la
salvación articulada en creación, pecado,
redención, espera del juicio final), confiere
denominación ontológica a la historia y da
significación determinante a nuestra colocación en
el curso de la historia. (1987; 11).
Filosofía de la historia: La filosofía de la historia ha sido denominada
también metahistoria (1). Es la parte de la
filosofía cuyo fin consiste en comprender la historia
desde los últimos fundamentos de ser y del conocer,
apoyada principalmente en la historia como ciencia, en la
antropología y, en general, en la metafísica. Ella ha sido dividida en:
Lógica
de la historia, que investiga los fundamentos, supuestos y
métodos de
la historia como ciencia. Metafísica de la historia, que
trata de indagar la causa y la esencia de la historia y, sobre
todo, de darle un sentido global. Los griegos ahondaron en
algunos temas como las llamadas teorías
de la decadencia o las del curso cíclico. San
Agustín (454-430) la enmarcó dentro del sentido
teológico, enunciada en su obra "La ciudad de Dios",
expone toda una filosofía del Estado, en la
que la historia depende de Dios. Para él, la historia de
la humanidad es, en su totalidad, la lucha entre el reino de Dios
y el reino del mundo (civitas dei-civitas terrena). Los
pensadores de la
Ilustración, como: a) Johann Gottfried Herder
(1744-1803) – fundador del pensamiento
filosófico-histórico alemán – ,
empezó con una visión del campo histórico
como un conjunto efectivamente infinito de hechos particulares,
cuyos orígenes se suponían totalmente incognoscible
por la razón (1959). Basado en extensos estudios que hizo
de la historia de varios pueblos, en especial de las culturas
antiguas, tanto europeas como orientales, analizó, en
primer lugar, el encuentro de esas culturas para explicar la
civilización europea de su época y, en segundo
lugar, desarrolló una doctrina del progreso de la historia
y del avance de la sociedad hacia
el humanismo,
basado en sus estudios acerca del progreso de la naturaleza, es
decir, definió como fin de esa evolución una sociedad que debe tener como
base la justicia y la
razón . b) Condorcet (1743-1794) en su teoría
de la historia, el imperio de la razón debe ser objeto de
la evolución histórica. Esta evolución puede
ser regresiva cuando el hombre no
se esfuerza en practicar la verdadera filosofía, que
consiste en la aclaración del saber en la moralidad. c)
Montesquieu
(1689-1755) afirmaba de que las leyes de cada
país son reflejo del pueblo que las obedece,
distinguió tres clases de constitución que se repiten en la historia:
despotismo, monarquía y república. d) Voltaire
(1694- 1778) – de él procede la denominación
"filosofía de la historia" (1765) – , planteaba una
confianza optimista, la lucha contra el mal y contra el
oscurantismo, contra el prejuicio y la
inútil frondosidad de la historia. Para él la
importancia de la historia en el campo de la filosofía era
la necesidad de buscar en la primera los escasos momentos en los
cuales se ha producido la unión de la debilidad del
espíritu con la fortaleza del déspota.
(1990).
Condorcet, Montesquieu y Voltaire, combatieron la
teologización de la historia e introdujeron ideas como la
de la causalidad, la de la influencia del medio social y
geográfico sobre el hombre y vieron el proceso
histórico como una unidad. Los Idealistas concibieron la
historia como la realización de una idea divina y los
naturalistas (por ejemplo, en el positivismo de
Comte), como un aspecto necesario de las leyes naturales.
Hegel la
concibió como un proceso único, sujeto a la
ley,
internamente necesario, del autodesarrollo del espíritu,
de la idea o curso deveniente del espíritu objetivo. Para
el marxismo, la
historia tiene sentido cuando se ajusta al desarrollo de
las fuerzas productivas del hombre que lo impulsa a una sociedad
sin clases.
Historicidad: Este vocablo utilizado para indicar la
razón que eleva un suceso a historia y constituye
ésta en cuanto tal. Es importante subrayar que el concepto difiere
del de historia, pues la historicidad se refiere a aquello que le
da fundamento al cambio
histórico e involucra al ser (como ser histórico);
por tanto, la historicidad se constituye en un paso previo a la
historia como tal. Pensadores, a quienes se llamó
historicistas, como: Wilhelm Dilthey (1833-1911), Karl Mannheim
(1893-1947) y Ernst Troeltsch (1865-1923); ahondaron en este tema
y consideraron que sólo en este proceso se revelan las
posibilidades ocultas de la naturaleza
humana. (2). Martin Heidegger
(1889-1976), planteó el problema de la historicidad en un
sentido ontológico-existenciario, consideró a la
historia como un resultado de ésta y enmarcó el
concepto de historicidad dentro de la posibilidad de construir la
historia; en otras palabras, el ser-ahí (dasein) no es
temporal por estar en la historia, sino que existe
históricamente por ser temporal (1968).
Historicismo: Es una tendencia dentro de la
explicación de los hechos, a atribuir el primer lugar a la
historia. El término se refiere al conocimiento de los
fenómenos históricos y sus nexos con las
condiciones que los determinan. Muchos filósofos han sido historicistas en lo que
se refiere a sus análisis del ser y de su trascendencia como
tal. El historicismo es una corriente de pensamiento que reconoce
el supremo valor de la
historia como componente fundamental de la naturaleza y del
sujeto humano. Esta doctrina o corriente tiene antigua
raíces, entre ellas, a los sofistas griegos y a
Giambattista Vico
(1668-1744) quien soñó y creyó haber
encontrado, una poética de la historia, principios de una
nueva ciencia (1978) -adelantándose a Bachelard y a
Feyerabend-. Los historicistas, plantearon la importancia de la
historia para comprender la sociedad; pero adquirió una
especial relevancia en el siglo XIX, con el desarrollo del
nacionalismo.
Dilthey es el principal historicista dentro de la
filosofía de nuestro tiempo; escribió
también varias obras de carácter histórico y numerosos
análisis de la filosofía de la historia (1944a
– 1944b). Describe al hombre como un ser cuya lucha
primordial se desarrolla en el campo de la historia con el
propósito primordial de que el mundo sea dominado por el
espíritu. El
conocimiento del hombre se basa en el conocimiento de
sí mismo, ya que nuestras propias vivencias son
susceptibles de ser investigadas. Este conocimiento debe hacerse
mediante un estricto método
analítico, ni metafísico ni apriorístico,
que sólo puede lograr la psicología: la
estructura del
hombre interior revela y explica los cambios históricos y
la conexión existente entre los fenómenos diversos
de la historia. También la filosofía está
determinada en su evolución por los cambios externos a
ella misma, por el concepto histórico que permite fijar
posiciones y utilizar elementos que se dan a partir de las
interpretaciones propias de cada una de las formas que adopta
cada civilización; lo único que proporciona al
pensamiento especulativo unidad es la voluntad de definir
claramente la posición del hombre para poder
establecer su propia supremacía. A partir de la tesis
desarrollada por Dilthey se despertó un creciente interés
por el análisis de los problemas que
presenta el método de la historia y el significado de la
misma, del cual formaron parte importantes filósofos e
historiadores como: Max Weber
(1864-1920) su sociología es a la vez una filosofía
de la historia, en la cual se intenta comprender cada
período combinando el examen empírico de la
construcción del tipo ideal (1958. 1974).
Oswald Spengler (1880-1936) describe la historia como una
sucesión de culturas, en las que la fuerza es el
único factor que determina el triunfo de una sobre otra, y
que están constituidas, tal como un organismo
biológico, por culturas abocadas al desgaste y la
decadencia; esta interpretación de la cultura y de
la historia es relativista y naturalista.
El concepto de historicismo admite diferentes
interpretaciones, y debe ser matizado en cada uno de sus usos.
Conviene tener en cuenta que una de las doctrinas más
significativas que se hacen contra el historicismo proviene de su
carácter relativista: al estar todo condicionado por la
evolución histórica, no parece posible defender una
verdad sustancial de tipo determinado. Del análisis al
historicismo que Karl Raimund Popper (1902-1994) hizo en su obra
La miseria del historicismo, se desprende que: "… no podemos
predecir el curso futuro de la historia humana… No puede haber
una teoría científica del desarrollo
histórico que sirva de base para la predicción
histórica…" (1981,12).
Historiadores modernos. Como es sabido, la Modernidad se
instaura sobre las "cenizas" de la antigüedad. La
visión que hemos tenido hasta ahora, de la denominada
Edad Media o
medioevo ha sido a través de los ojos parcializados del
Renacimiento,
éste, aunque nunca se lo propuso, fue el puente entre la
Edad Media y la denominada Modernidad.
Para los renacentistas la Edad Media fue eminentemente
oscura, fanática, religiosa en extremo, atrasada,
intolerante entre otros calificativos peyorativos. Cuando en
honor a la verdad, si bien los cambios fueron lentos, fue un
transito histórico necesario de la civilización
occidental. El Renacimiento
(como transición) supuso un cambio súbito de
actitud frente
al mundo. Pero más aún frente al pasado inmediato;
durante el Renacimiento el imaginario colectivo pareció
darse cuenta de que ha habido una ruptura de la continuidad
vivida hasta entonces. Ese pasado inmediato era necesario
borrarlo en la memoria y
la mejor manera era ver sólo lo negativo del
período anterior. Giacomo Marramao (1989), nos dice al
respecto: La idea de la ruptura renacentista como
eliminación del distanciamiento medieval del hombre de la
civitas terrena y del mundo natural, y por tanto como retorno a
la formula clásica, ha constituido como es sabido, un
topos historiográfico ampliamente difundido y que ha
perdurado largamente.
Para Kant (1983), en
la Edad Media el dogmatismo reinaba como un déspota, pero
como ha quedado demostrado, en la Modernidad quien ha reinado
como un déspota ha sido la razón. No solamente la
razón (que explica y ordena al mundo) ha reinado; el modo
de pensar estuvo, caracterizado también por: el orden, la
jerarquía, la universalidad, la certidumbre, la verdad, el
progreso, un pensamiento único y disciplinario, el
dominio de la
naturaleza y los paradigmas
como estaciones de saberes (positivismo, marxismo…). La
Modernidad se ha identificado con el primado del sujeto, el
humanismo y el historicismo.
Federico Nietzsche (1979), expresaba que nuestra
época esta orgullosa de su sentido histórico.
Durante la Modernidad "… fue realizado el traspaso del concepto
de transcendencia desde el campo de la religión al de la
historia, y por supuesto, al de la política, como medio
de realización de la historia, en dirección de una utopía
pre-establecida…" (Mires, 1996; 162). La historia
judeo-cristiana, hegelianismo, positivismo, progresismo,
evolucionismo (…), todos los cuales aspiraban a conducir a la
humanidad a una salvación única y segura (Hottis,
199; 447). Vattimo caracteriza a la Modernidad como:
…un fenómeno dominado por la historia del
pensamiento, entendida como una progresiva ‘iluminación’ que se desarrolla
sobre la base de un proceso cada vez más lento de
apropiación y reapropiación de los
‘fundamentos’, los cuales a menudo se conciben como
los ‘orígenes’, de suerte que las
revoluciones, teóricas y prácticas de la historia
occidental se presenta y se legitiman por lo común como
‘recuperaciones’, renacimientos, retornos… (1987;
10).
Los historiadores modernos lucharon durante siglos para
que la historia fuera considerada una disciplina
científica, por todos los medios
trataron de demostrar la objetividad absoluta de la historia y
del historiador. La investigación histórica
comenzó a seguir al pie de la letra los pasos
científicos, inclusive llegaron a proponer leyes
históricas, pasando a ser más naturalistas que los
naturalistas; siendo la historia la primera ciencia social que
lograra una existencia autónoma en la
república de las ciencias.
La historia moderna ha girado en torno a la idea
del progreso, tanto positivistas como marxistas fijaron al
progreso como su objetivo terminal o meta. De acuerdo a Hannah
Arendt "… la idea de progreso no denota cualidad objetiva de la
historia o la naturaleza: es el resultado inevitable de la
acción
humana…" (1996,73).
La Modernidad será la época de la legitimación metafíco-historicista;
la historicidad lineal, progresiva y la fenitud fundarán
la contextura del saber moderno. Los historiadores cuando definen
la historia siempre coinciden en considerarla como una ciencia
encargada de estudiar el pasado. Pero no consideran que el pasado
es una construcción hecha en el presente, con toda su
carga de prejuicios y de valores
preestablecidos, cada generación de historiadores
dará su versión del pasado. Entre las definiciones
más conocidas se tienen: La historia se ocupa de las
acciones
humanas en el pasado (Collingwood, 1990). La historia es el
estudio del pasado humano (Aron, 1989). La historia apunta a las
actividades humanas en el pasado – y el historiador debe
estar allí donde está la carne humana –
(Bloch, 1987). La historia no se ocupa del hombre sino de las
sociedades
humanas, de los grupos
organizados (Febvre, 1975). La historia engloba y registra todo
lo que hemos hecho, los seres humanos que den finalmente en
averiguar mediante sucesivas aproximaciones muestra lo que la
especie ha llevado a cabo, y por qué (Novack, 1975). La
historia será: un proceso continuo de interacción entre el historiador y sus
hechos, un diálogo
sin fin entre el presente y pasado (Carr, 1973). La historia no
es sino un fragmento de un conjunto que abarca también el
presente y el porvenir. No es más que un caso particular
del problema general del hombre (…) tanto mayor conoce el
hombre su pasado, menos es su esclavo. Allí reside la
verdadera grandeza de la historia (Halkin, 1968). La historia es
el registro de
las creaciones del espíritu humano en cada terreno, tanto
teórico como práctico. Y estas creaciones
espirituales están siempre en los corazones y mentes de
los hombres de genio, los
artistas, los pensadores, los hombres de acción, los
reformadores morales y religiosos (Novack, 1975). La historia
significa nada menos que conocer los cimientos de nuestra vida
actual, saber de dónde venimos, quienes somos y aumentar
las probabilidades de saber a donde vamos (Tuñón,
1981).
Para Wright Mills (1974) la tarea del historiador
consiste en mantener completo el archivo humano;
pero esta es, verdaderamente, una simple y engañosa
declaración de propósitos. El historiador
representa la memoria
organizada de la humanidad, y esa memoria, como historia escrita,
es enormemente maleable. (1974; 158)
El problema del estudio del pasado en la historia
será resuelto por Enrique Moradiellos, cuando
señala:
En su calidad de
ciencia humana, la Historia (mejor: las disciplinas
históricas en plural) tiene un campo de trabajo
peculiar que no es, ni puede ser, el "pasado". Y ello porque el
pasado, por definición, no existe, es tiempo finito,
perfecto acabado y como tal incognoscible
científicamente porque no tiene presencia física actual y
material. De ahí deriva la imposibilidad radical de
conocer el pasado tal y como realmente fue (en frase memorable
de Leopold von Ranke) y la consecuente incapacidad para
alcanzar una verdad absoluta sobre cualquier suceso
pretérito… (1994, 7).
Es evidente que la labor del historiador no es una mera
descripción de los hechos del pasado. El
final del siglo XX se ha caracterizado por un cambio del panorama
de la concepción de la historia tanto teórica como
práctica. A sí que:
"… La época de las grandes propuestas
paradigmáticas, las del marxismo, de Annales, del
estructural-cuantitativismo, a la que hemos asistido entre los
años cuarenta y ochenta, ha dado paso a una época
de crisis de
paradigmas y de búsqueda de formas nuevas de
investigación y de expresión…" (Aróstegui,
1995; 129). La crisis de los paradigmas ha originado el
planteamiento del fin de la historia, pero este fin no es
patrimonio de
los llamados posmodernos ya que entre algunos modernos y
tardomodernos encontramos dicho planteamiento; aunque otros lo
niegan: "No acepto la polémica contra la modernidad. Me
parece fruto del resentimiento, y el resentimiento es desde luego
la primera de las malas pasiones del ser humano (Negri;
2000).
EL FIN DE LA HISTORIA
Es necesario iniciar este punto con lo expresado por
Rigoberto Lanz:
Se puede precisar con claridad lo que no es la
metáfora del ‘fin de la historia’: 1ro. No
es el fin de las valoraciones, las elecciones éticas o
los intereses. 2do. No es la desaparición del tiempo
como coordenada básica de toda práctica social.
3ro. No es la liquidación de la memoria colectiva
(‘pasado’) sin la que resultaría
incomprensible cualquier fenómeno sociocultural. 4to.
No es la supresión de todo horizonte de
‘mañana’, sin lo cual la vida inerte
implosionaría por efecto de su tediosa circularidad.
(1999; 2).
Modernos. Pensadores de la modernidad, cuestionaron la
Ilustración. Kant realizó una
crítica
al iluminismo e hizo un esfuerzo en establecer los límites de
la razón. Hegel no dejó de hacer críticas a
la Ilustración. La misma Iglesia a
través de Pio IX criticó a la Ilustración y
al modernismo.
La modernidad: Se puede caracterizar, como un
fenómeno dominado por la idea de la historia del
pensamiento, entendida como una progresiva
‘iluminación’ que se desarrolla sobre la base
de un proceso cada vez más lento de apropiación y
reapropiación de los ‘fundamentos’ , los
cuales a menudo conciben como los ‘orígenes’,
de suerte que las revoluciones, teóricas y
prácticas, de la historia se presenta y legitiman por lo
común como recuperaciones, reconocimientos, retornos.
(Vattimo, 1987; 10).
Georg Wilhelm F. Hegel (1770-1831): La historia es, para
Hegel, la evolución de espíritu objetivo en su
proceso hacia la conciencia de su
propia libertad y en
ella se realiza la tesis de la racionalidad de lo real y de la
realidad, de la racional: las pasiones de la historia no son
más que astucias de la razón. Consideraba que le
pasado que podemos recoger de la cima de nuestro presente es la
totalidad, es decir, la historia total y la verdad total.
(1980).
Después de Hegel, la derecha hegeliana acepta la
trascendencia del absoluto en el mundo de la historia; y, la
izquierda hegeliana la niega. La izquierda hegeliana,
transformó el sistema hegeliano
en algo bien diferente, e impregnado de gran espíritu
crítico, y trasladó su interés a quien
consideraron como verdadero protagonista del proceso de la
historia: el hombre individual. Es con Hegel cuando se comienza a
hablar de historicismo en sentido estricto. Él
decía que la historia del mundo es el juicio del mundo, en
tal sentido se tiene que:
Esto quiere decir que es la historia misma la que se
erige en juez de los asuntos humanos, que el supremo
‘tribunal’ de la realidad esta constituido por el
curso de los acontecimientos (…) es el propio acontecer
histórico el que, con su proceder, absuelve o condena,
separando a los que tenían razón de quienes
estaban equivocados. Pero queda por explicar qué es este
acontecer histórico, qué se entiende por
historia. Para Hegel, la historia era una teofanía, un
relevarse progresivo de Dios en el mundo. Vale decir que para
Hegel el proceso histórico era la ejecución de
los decretos de la Divina Providencia. Visto de este modo, el
que la historia del mundo se erija en tribunal del mundo
equivale a decir que Dios se comunica en la historia con los
hombres y les notifica su voluntad a través de lo que
acaece. (Sartori, 2000; 24-25).
Fue Hegel quien primero escribió que en principio
la historia ha terminado. Y excluía de la verdadera
historia a todos los pueblos de Asía, del Africa y de las
Américas. Los pueblos Orientales son geografía,
naturaleza, pero no son ni tienen historia. Ranke
expresaría también que China y la
India no
tenían historia; su condición pertenece más
bien a la historia natural (1979). De manera apodíctica
Hegel (1989), nos dice que: "América
debe ser eliminada del ámbito en el que se ha movido hasta
hoy la historia mundial. Lo que allá ha sucedido hasta
ahora es sólo un eco del viejo mundo". Concepción
eurocentrista de la historia, mantenida hasta la actualidad por
muchos historiadores. "Y como tierra del
futuro no nos interesa en absoluto. Pues en la historia tenemos
que ver con lo que ha sido y lo que es, y en la filosofía
no con lo que sólo ha sido y sólo será, sino
con lo que es y es eternamente: con la razón. Y con
ésta ya tenemos suficientemente que hacer". Aquí se
desprende que para Hegel la historia es simplemente pasado y
presente, lo que ha sucedido y lo que sucede. Con respecto al
"Nuevo Mundo" es interesante acotar lo siguiente:
El ‘Nuevo Mundo’ está
geográficamente separado del Viejo Continente por el
océano Atlántico. Sin embargo, el autentico
‘Nuevo Mundo’ no es América, sino la
modernidad, y el océano más grande no es el
Atlántico, sino la división
histórico-metahistórica entre lo premoderno y lo
moderno. (Heller, 2000; 215).
Francis Fukuyama: Aunque muchos piensan que es
posmoderno, por haber planteado el fin de la historia y de hablar
de una época poshistórica. Pero su pensamiento y su
obra están ubicados en la modernidad. La tesis de Fukuyama
se encuentra en Hegel y es explotada por un hegeliano
francés llamado A. Kojéve. Fukuyama define la
historia como la pugna humana por encontrar el sistema
político más razonable; la democracia
liberal capitalista, que, según él, siempre ha sido
la mejor opción a seguir. Y al llegar a su punto optimo la
democracia liberal, el sistema de libre empresa y en
neoliberalismo
económico la historia ha llegado a su final. Dicho final
es el de la historia real y no el de la ciencia
histórica. Solamente falta que dicho sistema se extiende
en todo el planeta, por que ya no hay nada nuevo que
inventar.
Derrida ataca de una manera contundente la
posición de Fukuyama, en tal sentido expresa: "En lugar de
cantar el advenimiento del ideal de la democracia y del mercado
capitalista en la euforia del fin de la historia, en lugar de
celebrar el fin de las ideologías y el fin de los grandes
discursos
emancipatorios, no seamos negligentes jamás con esta
evidencia macroscópica hecha de innumerables sufrimientos
singulares". (1994 b).
Tardomodernos: Los tardomodernos asumen ante la
modernidad una posición sumamente crítica, pero no
rompen con la modernidad. Están conscientes que se
está viviendo una modernidad tardía y que existe
una crisis paradigmática, pero su pensamiento no parte de
cero ya que sus raíces se encuentran en los pensadores
modernos.
Jacques Derrida. (El-Bihar, Argelia 1930): El
método adoptado por Derrida se ha denominado
"deconstrucción", que consiste en fragmentar o deconstruir
los textos de la tradición filosófica, acentuando
el carácter no representativo del lenguaje.
Según él, el lenguaje
tiene que disolverse para dar lugar a la escritura. El
saber de la escritura, la gramatología, es un saber de lo
que está escrito, y esto es independientemente del logos
(palabra, concepto, discurso,
expresión, pensamiento, habla) y de la verdad, ya que no
se trata de elaborar una ciencia, sino de hacer aparecer el
horizonte histórico en el cual la escritura tiene lugar.
Su pensamiento es un pensamiento histórico, sus conceptos
claves están todos del lado de la historicidad: huella,
signo, la verdad como conservación, tradición,
escritura, texto, etc.
Derrida expresa: "Todas las cuestiones a propósito de ser
o del no ser (…) son cuestiones de herencia (…) Somos hechos
(…) El ser de lo que somos es, ante todo, herencia, lo que
queremos o no, lo sepamos o no. (1994 b). Derrida ha criticado el
logocentrismo occidental, pero ha sido bien claro en afirmar que
sólo podemos criticar la razón utilizando la
razón. Crítica la posiciones escatológicas
(3) asumida por los posmodernos:
… El Occidente ha estado dominado por un poderoso
programa que
ha sido también un contrato
intransgredible entre los discursos sobre el fin. Los temas del
fin de la historia y de la muerte de la
filosofía no aparecen sino bajo las formas más
globales, masivas y concentradas. (…) Y cualquier otro
vendrá a refinar aún más, a anunciar lo
mejor de lo mejor, o sea el fin del fin, el fin del final,
porque el fin siempre ha comenzado ya, porque hay que
distinguir aún entre la clausura y el fin, ya que
aquella habría de participar, quiéralo o no, en
el concierto, puesto que se trata, además del fin del
metalenguaje a propósito del lenguaje
escatológico. Aunque también cabe preguntarse si
la escatología es un tono, y no la voz
misma. (Derrida, 1994 a; 48-49).
Con respecto al llamado fin de la historia, plantea dos
afirmaciones: Que hay un fin de la metafísica de la
historia. Que no se puede renunciar a la historia, sin ella no
hay futuro. "De lo que hay que desconfiar, repito, es del
concepto metafísico de historia. El concepto de la
historia como historia del sentido" (1977; 74).
Gilles Deleuze. (1925-1995). En 1972, a raíz de
su colaboración con Felix Guattari, se inauguró una
nueva fase del pensamiento deleuziano referente a lo
múltiple y a lo intempestivo. En el texto "Antiedipo:
capitalismo y
esquizofrenia", ambos autores se fijaron en el
psicoanálisis, que devuelve la fuerza del
deseo a la única instancia del Edipo, pedestal invariable
de la neurosis.
Opinaban, en cambio, que el deseo es la creación de vida,
fuerza de invención y de experiencia, quebranto de las
normas. La
filosofía de Deleuze, supone un elogio y permanece atenta
a los movimientos singulares de los cuerpos en el espacio social,
un cuerpo sin órganos en el espacio liso del cual emana.
No renuncia al concepto de la historia, dibuja una historia que
no es hegeliana sino fundamentalmente nietzscheana-marxista; en
donde se expresan las relaciones de poder que toman centro
alrededor del estado y del capital.
Michel Foucault
(1926-1984): Desde su perspectiva, el saber, en la medida en que
es capaz de inventar la verdad, se hace poder y éste avala
la verdad inventada. Su antihumanismo califica como
arqueológico el estudio del hombre y su saber; éste
es una invención reciente en la historia del pensamiento,
un repliegue cuya desaparición ya está insinuada
(muerte del hombre); el estudio del hombre y tiene un objeto que
depende de las estructuras
epistemológicas en que se originan los momentos
históricos y sociales, las cuales se transforman bajo
reglas o leyes propias. Así se generan historias
diferentes con ritmos diferentes; debido a estas rupturas y
cambios es necesario analizar lo específico y constitutivo
del cambio o transformación. Esta concepción de la
historia lo sitúa en el ámbito del
antihistoricismo. Michel Foucault
considera que la historia es el eje de lo que él denomina
episteme del siglo XIX, pero que estaría a punto de
concluir para entrar en algo que aún no sabemos. Dibuja un
concepto de historia alejado del hegelianismo. Una historia de
rupturas, discontinuidades, no lineal ni finalista, sino
contengentista y dibujada según diagramas de
fuerza que dominan periódicamente. No se trata, como ya se
dijo, de la historia hegeliana, sino de la historia efectiva de
quien también habla Nietzsche. La genealogía es
desarrollada como un método histórico. Expresa que
no se hace la crítica del logos desde fuera del logos.
"Cuando un pensamiento prevé el fin de la historia, el
otro anuncia lo infinito de la vida" (1981, 293). La obra de
Foucault es toda ella historia, no se opone a la historia sino a
cierta forma de historiografía (evolucionista y a la
hegeliana), a una historia unilineal, teleológica, fundada
unilateralmente en la idea de progreso. Rechaza el determinismo
mecanicista y en su lugar privilegia el azar: "Las fuerzas
presentes en la historia no obedecen ni a un destino, ni a una
mecánica, sino al azar de la lucha". (1978;
20). Encuentra líneas históricas con ritmos de
desarrollo desigual: una acelerada de la política, otra de
las ideas científicas, otra de las reflexiones
filosóficas y otra de la civilización material. Con
esta posición está reconociendo lo planteado por
historiadores de la escuela francesa
de los Annales, quienes modifican el concepto de tiempo, que ya
no es considerado como un movimiento
unidimensional del pasado al futuro, no existe ya un solo tiempo,
sino tiempos muy diversos; encontrándose un tiempo
estacionario (geográfico), uno lento (estructuras sociales
y económicas) y el tiempo rápido (acontecimientos
políticos).
Jean Baudrillar (1929 Reims). Para Baudrillard no se da
un fin de la historia, sino una simulación
de ese final; el final de la historia ya ha ocurrido,
simuladamente. Después del final de la historia quedan dos
alternativas: – La simulación, mirar en retrospectiva, en
realidad una forma de repetición.- La seducción,
uno mismo llega a ser objetivo, uno mismo se pierde en objeto,
solo seducir es mejor que retornar.
Disimular es fingir no tener lo que no se tiene.
Simular es fingir tener lo que no se tiene. Lo uno remite a una
presencia, lo otro a una ausencia. Pero la cuestión es
más complicada, puesto que simular no es fingir (…)
Así , pues, fingir, o disimular, dejan intacto el
principio de realidad: hay una diferencia clara, sólo
que enmascarada. Por su parte la simulación vuelve a
cuestionar la diferencia de la ‘verdadero’ y de lo
‘falso’, de lo ‘real’ y de lo
‘imaginario’. (Baudrillard, 1993; 12).
Posmodernos: Para Eagleton (1998) La palabra
posmodernismo remite generalmente a una forma de la cultura
contemporánea, mientras que el término posmodernidad
alude a un período histórico específico.
"…Podría decirse que la posmodernidad es la
pérdida de la inocencia de una cultura que tiene la
sensación ‘epigonal’ de saber que todo ha sido
ya y que no es posible decir y hacer algo nuevo sin pecar de
ingenuidad…" (Cano, 1997; 260). "… El pensamiento posmoderno
se liberó de la obsesión de unidad y totalidad. La
posmodernidad comienza donde el todo termina…" (Welsch,
1997;39). Ágnes Heller, recomienda entender el
término postmodernidad
como equivalente a la conciencia histórica
contemporánea de la Edad Moderna.
Lo postmoderno no es lo que sigue a la era moderna, sino lo que
sigue a la evolución de la modernidad. (2000;
213).
Las hipótesis básicas de los posmodernos
serían: el final de la historia, el final de la
modernidad, el final de la Ilustración, el final de los
metarrelatos. Pérdida de la certidumbre y de la fe,
caída del racionalismo
moderno, de la fe en el progreso histórico y la
utopía de la revolución. Derrida (1994 a) ha denominado
a esta tendencia de nuestro tiempo de poner fin a muchas cosas
como el Apocalipsis o el tomo apocalíptico de nuestra
época. Para los posmodernos el final de la historia se
refiere al ocaso del metarrelato historicista. Es pues, un tipo
de discurso, de ideología, que ha configurado el saber
humano desde hace cerca de dos siglos. El historicismo se
aplicó a todas las ramas del saber humano. Y el final de
la historia significa el final del metarrelato
historicista.
Los posmodernos en su crítica del historicismo,
toman en cuenta que la idea de la historia
universal ha funcionado como una ideología
occidentalista, en una historia eurocentrista (totalitarismo
historiográfico). Si no hay una historia única
universal, entonces se infiere que hay muchas historias; la
historia de cada pueblo, de cada cultura, de cada nación,
es decir, infinidad de historias, de lenguas y de
formas de vida. Privilegiando: la diversidad, la especificidad,
la contingencia y las localidades: las formas de vida en toda su
autonomía.
Rescatar las tradiciones orales que muestran la
importancia de constituir la historia como diálogo entre
la pluralidad de voces, como
mirarse así mismo. Aunque las tradiciones no representan
la complejidad de la vida, ella sirve para hacer conscientes a
los pueblos de su propia historia y de la memoria colectiva como
suma de individualidades que les constituye como diferencia. Para
(Aronowitz-Giroux 1991),
la historia colapsa en el vértigo de las imágenes
electrónicas que sustituyen a la realidad. En lugar de la
historia se rescata la contramemoria y se destacan los valores de
la vida cotidiana como fuente de potenciación.
Jean F. Lyotard. (1924-1998): La obra de Lyotard es
considerada ecléctica, una especie de fusión
de las fronteras existentes entre la ética, la
política y la estética (la ley, la forma, el
acontecimiento) las tres apuntadas bajo un claro enfoque
teórico que sigue los pasos de Kant. En la
condición posmoderna (1979) analizó la caída
de lo universal y constató una nueva discusión
sobre el pensamiento de Hegel y Marx en el siglo
XX. Propuso una política favorable a las memorias y
postuló un horizonte que conduciría a rechazar toda
forma de terror y de totalitarismo. Para Lyotard la historia es
un metarrelato, el metarrelato moderno por excelencia. En ese
metarrelato, según él, cayeron sobre todo Hegel y
Marx, y sus seguidores; pero no Kant, quien consideraba que la
historia es una "novela en
formación" (1987), y el entusiasmo revolucionario una
locura. Y la filosofía de la historia, es una
ilusión nacida de la apariencia de que los signos son
ejemplos o esquemas.
Richard Rorty
(1931 Nueva York): Rorty se inclinó por la
filosofía analítica y se adhirió al llamado
giro lingüístico. Posteriormente, el pensamiento
antirrepresentacionalista de él ha desembocado en el
pragmatismo,
según el cual la objetividad no debe ser ligada a
ningún tipo de trascendencia, sino que debe ser
interpretada, más bien, como intersubjetividad y solidaridad, de
manera que se abra el camino hacia una práctica
democrática. Para Rorty el conocimiento histórico,
no es simplemente la acumulación de hechos observados del
pasado; más bien, representa un examen del pasado en
función
de los intereses actuales, como los derechos humanos
y la autonomía individual. Por tanto, el pasado se moldea
en función preocupaciones actuales, pragmáticas.
Rorty es fundamentalmente pragmático, al asumir una
concepción de la verdad haciendo hincapié en la
función del individuo a la
hora de alcanzar el conocimiento, al menos, en parte en el
contexto.
Gianni Vattimo (Turín 1936): Ha hecho una gran
contribución al conocimiento de la hermenéutica de Hans-Georg Gadamer
(4), planteamiento en el cual se basa para delinear los
fundamentos de una "ética de la interpretación" a
partir de la disolución de la metafísica y el
carácter histórico de la existencia humana.
Considera que la tarea actual del pensamiento consiste en
repensar la filosofía a la vez de una concepción
débil del ser: movimiento, devenir, interpretación,
historia es lo que se ha dado en llamar "pensiero debole"
(pensamiento débil). Para Vattimo la historia es historia
de palabras, la historia es un acontecer que consiste en
mensajes. O sea, él interpreta la idea de la historia de
acuerdo con su subido idealismo
lingüístico:
Se hace cada vez más urgente mantener las
relaciones con el pasado, construir una continuidad de la
experiencia que es la única capaz de darle sentido. Los
a priori lingüísticos que hacen posible nuestra
experiencia del mundo no son estructuras eternas de la
razón, sino justamente actos de palabra, trans-misión
de mensajes que nos llegan del pasado, de la cultura, y
sólo respondiendo a ellos podemos dar sentido a la
experiencia vivida actualmente (1989; 9).
En última instancia la historia son fábulas
(1987) que es necesario, mantener por una piedad hacia nosotros
mismos, pues es en esas fábulas donde encontramos nuestra
precaria identidad. La
historia siempre ha sido fábula la diferencia es que ahora
tenemos esas fábulas y sabemos que son fábulas,
aunque tengamos que aferrarnos a ella por piedad hacia nosotros:
"Lo que queda tras la civilización del mundo verdadero no
es el mundo aparente como único mundo – y, por lo
tanto, como mundo verdadero a su turno- sino la historia de las
fabulaciones" (1991).
NOTAS
(1). Meta (metá). Voz griega a la que se
dio diversos significados: cambio, mutación, más
allá, posterior (después), por el medio. En general
se usa para designar el propósito final que se persigue
alcanzar por medio de ciertas acciones conducentes al
cumplimiento de tal propósito. Los metarrelatos son
discursos totalizadores en los que los miembros de una encuentran
legitimación y justificación de sus instituciones,
sociales, económicas y políticas.(2). Historicistas en
general fueron denominados a los de la escuela de Baden,
desarrollada desde principios del siglo XX, hasta aproximadamente
1914, sirvió de base al Neokantismo, junto con la escuela
de Hamburgo sus iniciadores fueron Wilhelm Windelband y Heinrich
Rickert. El campo principal de reflexión fue el de las
ciencias de la cultura y la historia. Dilthey: Su obra
añade al neokantismo una tentativa por comprender la vida,
la historia y el mundo, que integra toda cosmovisión en la
evolución histórica. Mannheim: Representante del
historicismo influenciado por Hegel, Marx, Dilthey y Weber.
Considerado representante de una sociología radical del
saber. Troeltsch: Parte de su obra estuvo dirigida al tema. "El
historicismo y sus problemas" (1922). "El historicismo y su
superación" (1924). (3). Para Derrida lo
escatológico significa ESKHATON, el fin, o más bien
el extremo, el límite, el término, lo
último, aquello que viene in extremos a clausurar una
historia, una genealogía o simplemente una serie nombrable
(1994 a; 21). (4). Realizó una exploración
hermenéutica del ser histórico manifiesto en el
lenguaje. La hermenéutica es para Gadamer un acontecer
histórico y, en especial, un acontecer de la
tradición.
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Autor:
Luis Rafael García
Jiménez
(Doctor en Ciencias Sociales)
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