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República de Platón (página 2)



Partes: 1, 2

CAP. III

"Estas son- dije- las normas de las narraciones sobre
los dioses que, según nuestro parecer, conviene que oigan
o no oigan desde la infancia los que han de honrar a esos mismos
dioses y a sus padres y apreciar sobremanera la
amistad"

En su educación se deberán censurar los
mitos y fábulas ya que se las considera como mentiras y
que presentan a los dioses y a los héroes llorando,
riéndose incorrectamente, mintiendo, utilizando un
lenguaje injusto y lamentándose, las cuales son
peligrosas. Se les leerán los pasajes, en que los
héroes aparecen leales, valientes, templados,
desinteresados y dóciles a sus jefes, los cuales
serán sus modelos.

El sentimiento de lo bello es el que deben cultivar
desde muy temprano y desenvolver en el alma de los
jóvenes, para que aprendan, no solo a amar la belleza,
sino también ponerse con ella en el más perfecto
acuerdo.

Luego, Sócrates, le plantea:

"Después de la música, la educación
gimnástica ha de formar a los jóvenes."

Aceptando la necesidad de una gimnasia desde la infancia
y el curso de la vida, que ejercite el cuerpo una vez cultivada
el alma, sin exceso y de una alimentación sin condimentos,
los cuales traen desarreglos y enfermedades. Sócrates
aclara que cuando un Estado necesita médicos y jueces para
remediar los desórdenes del cuerpo y del alma, es una
señal de que el Estado carece de fuerza. Sí, es
necesario aceptar la medicina en casos de necesidad y jueces para
los casos de diferencias entre unos y otros, pero debe estar
compuesta de ancianos dotados de almas virtuosas y buena las que
no tendrán dificultad para para arreglar los
conflictos.

Acuerdan, que deben evitar el abuso de la música,
para no afeminar las almas y el exceso de ejercicios
físicos para no lograr temperamentos brutales. Es
necesario un acuerdo armonioso entre lo físico y lo moral
de los guerreros para lograr una educación
adecuada.

Propone además un régimen conveniente de
vida y alojamiento. En primer lugar, ninguno tendrá nada
que le pertenezca, excepto los objetos de primera necesidad;
segundo, ninguno tendrá casa donde no pueda entrar todo el
que quiera. En cuanto a sus alimentación recibirán
de los demás ciudadanos aquellos que puedan necesitar como
recompensa de la defensa que les prestan, sin que nada les sobre,
ni les falte. Harán vida en común y sus comidas
serán colectivas, como soldados en
campaña.

Ellos, entre todos los ciudadanos, son los únicos
que no podrán tocar ni oro ni plata, ni entrar en casas
donde los haya, ni llevarlos sobre sí, ni beber en vasos o
manejar utensilios de oro y plata. De esta manera podrán
salvarse ellos y ser la salvación de la ciudad.

CAP. IV

Adimanto, realiza la objeción que estos
guerreros, privados de todos los bienes que se refieren a la
vida, más semejante a auxiliares a sueldo, sin otra
misión que defenderla, no será muy
dichosa.

Sócrates responde:

"Sí , y además no ganan más paga
que el sustento, pues aparte de é1 no reciben salario
alguno, a diferencia de los otros ciudadanos, de modo que no
pueden salir de la ciudad por su propio placer, ni gastar el
dinero con cortesanas, ni emplearlo, aunque lo quisieran, en
tantas cosas en que lo usan aquellos que son tenidos por
dichosos."

A este fin se fijaran las leyes contra la opulencia y la
pobreza, contra la extensión de los límites del
Estado, contra las innovaciones en la educación y sobre
los hábitos y costumbres de los jóvenes. Aclara que
una generación bien formada y educada proporcionará
mejores padres para la próxima. Por lo tanto no creen
necesario dictar leyes sobre los convenios de compra y venta,
sobre las injurias, las demandas de justicia y los nombramientos
de jueces, sobre la fijación de impuestos y lo relativo al
mercado urbano o marítimo y otras cosas
semejantes.

Sócrates dice:

"Si la idea de justicia, tal como acabamos de exponerla,
se aplica a cada hombre en particular, y la seguimos reconociendo
como justicia, tendremos necesariamente que aceptarla, pues,
¿qué más podríamos decir? EI caso
contrario, seguiremos investigando por otro lado. Pero, de
momento, terminemos la investigación en que venimos
ocupándonos persuadidos de que nos sería más
fácil reconocer la justicia en el hombre si antes
procuramos observarla en un modelo más grande que la
contenga. Ahora bien, nos pareció que ese modelo
más grande era la ciudad, y la fundamos lo más
perfecta posible porque sabíamos que la justicia se
encontraría en una ciudad bien organizada. Traslademos,
pues, al individuo lo que descubrimos allí; si existe
paridad entre una y otro, todo andará bien; pero si
encontramos alguna diferencia en el individuo volveremos de nuevo
a la ciudad para profundizar nuestra investigación, puede
que al compararlos y al frotarlos, por así decirlo, una
con el otro, logremos que brille la justicia como surge el fuego
de dos leños secos, y una vez que se manifieste podamos
confirmarla en nosotros mismos."

Estas virtudes, son necesarias también para la
perfección del individuo. Se comprueba por la existencia
en el alma de tres facultades que corresponden a las tres clases
que forman el Estado. Resulta obvio que el carácter que
atribuimos a una comunidad es el resultado de lo que son sus
integrantes. Lo difícil es determinar si obramos movidos
por tres principios diferentes o por uno solo, esto es, si el
alma, toda entera, interviene en cada uno de nuestros
actos.

CAP. V

"Para hombres nacidos y educados como los que hemos
descrito no hay, en mi opinión, otra recta norma de
posesión y trato de las mujeres y de los hijos que la que
se deduce de hacerlos seguir el camino que trazamos al principio.
Comparamos a esos hombres, creo, con los guardianes de un
rebaño."

Sócrates, opina, que las mujeres y los
niños de los guardianes se convierten en bienes comunes.
En primer lugar enseña que las mujeres poseen las mismas
capacidades que los hombres, aunque generalmente en grado menor;
por lo tanto, nada se opone a que participen de la misma
educación y ocupaciones que los guardianes. Hombres y
mujeres pueden colaborar y trabajar para el mismo fin.

Se trata de una ciudad ideal o modelo, en la cual se
supone que todo es perfecto porque sus diversas partes
contribuyen al debido equilibrio, contra aquellos que la critican
desde una realización concreta en un mundo de seres
imperfectos que no se ajustan ni pueden ajustarse a su
cumplimiento integral.

A continuación, Sócrates, se propone
averiguar que defectos impiden las otras ciudades la ser
gobernadas como la que plantea y cual es el cambio que debe
introducir para que se asemejen a lo que han
organizado.

" En tanto que los filósofos no reinen en las
ciudades, o en tanto que los que ahora se llaman reyes y
soberanos no sean verdadera y seriamente filósofos, en
tanto que la autoridad política y la filosofía no
coincidan en el mismo sujeto, de modo que se aparte por la fuerza
del gobierno a la multitud de individuos que hoy se dedican en
forma exclusiva a la una o a la otra, no habrán de cesar,
Glaucón, los males de las ciudades, ni tampoco, a mi
juicio, los del género humano, y esa organización
política cuyo plan hemos expuesto no habrá de
realizarse, en la medida de lo posible, ni verá
jamás la luz del sol. He aquí lo que desde hace
tanto tiempo vacilaba en decir por darme cuenta de que repugna a
la opinión general. Para la mayoría de las
personas, en efecto, es difícil concebir que la felicidad
pública y privada no pueda alcanzarse en una ciudad
diferente de la nuestra."

CAP. VI

Los amantes de la verdadera filosofía
están destinados al gobierno del Estado ideal, porque se
consagran a las ideas abstractas y a una concepción
sistemática y coherente de la vida.

El diálogo se desarrolla luego con la
objeción de que la mayoría de los que se llaman
filósofos no son capaces de gobernar ni aptos para ello.
La culpa no está en la filosofía. Muchas son sus
virtudes, pero también se halla expuesta a
múltiples tentaciones: la riqueza, la belleza, etc., o el
halago de la multitud.

No considera verdaderos filósofos a aquellos cuya
ciencia consiste en conocer y complacer los instintos, los gustos
de la multitud heterogénea que se reúne para
satisfacer sus instintos, opinando sobre ciencia, pintura,
música o política.

Es así como la filosofía, abandonada por
los verdaderos sabios, cae en poder de personas indignas,
deslumbradas por los hermosos nombres que se le aplican y sus
brillantes apariencias. Por descalificada que esté,
comparada con otras profesiones, proporcionará
todavía gran prestigio entre los hombres

No basta el método, que se aplica generalmente,
de definir las tres virtudes en relación con las tres
facultades del alma. Hay un camino más largo que
está obligado a seguir, aquellos que quieren lograr el
más elevado de todos los conocimientos, esto es, la idea
del Bien. El bien es la base de la ciencia, la ética y la
política. El hombre común se maneja con
conocimientos prácticos pero el filósofo tiene que
estar en condiciones de explicar razonadamente por qué es
"bueno" o deseable ser valiente, casto, etc.

Tal razón se basa a la postre en una
concepción del sumo bien. La actitud del filósofo
en relación al sumo bien, según Platón, se
resume en poseer un concepto adecuado, estar en condiciones de
definirlo, demostrar su superioridad con argumentos y defenderlo
contra los opositores y, por último, en poder deducir
sistemática Y evidentemente sus consecuencias
éticas y prácticas

CAP. VII

Tal es la condición del Estado perfecto: los
gobernantes no han de buscar el gobierno con miras al provecho
propio; en cambio, condescienden a hacerse cargo del mismo,
renunciando a su pesar a una vida más elevada.

Sócrates plantea la educación que deben
recibir:

"Será pues necesario dedicarlos desde la infancia
al estudio de los números, de la geometría y de
toda la educación propedéutica que debe impartirse
antes que la dialéctica, pero sin obligarlos a aprender
por la fuerza."

Describe luego las ciencias a que debe consagrarse el
que está destinado a gobernar el Estado. Se trata de
elevarlo de la zona de las tinieblas a la realidad. La
aritmética es la ciencia más adecuada para ello, y
también aquellas otras relacionadas con la
aritmética, como la geometría, plana y
sólida, y la astronomía.

Presentan contradicciones aparentes que invitan a la
reflexión; presuponen y desarrollan la facultad de
concebir abstracciones y razones en forma consecuente, lo cual es
indispensable para la aprehensión del "bien".

Pero estos estudios no son sino preparatorios para la
dialéctica, que corona la educación propia del
filósofo. Es la única que nos proporciona una
visión sinóptica de todo saber.

El filósofo debe ser capaz, al renunciar a las
imágenes sensibles y a las hipótesis, de elevarse,
por medio de las ideas puras de la razón, a la idea del
bien (pues éste es el más elevado principio) y de
allí descender a lo particular de los sentidos.

La más elevada educación debe reservarse a
los que se mostraron más capaces y dignos de aquella
durante la juventud; de lo contrario, la filosofía
quedará expuesta al ridículo y a la vergüenza.
En la infancia, la instrucción será grata, algo
así como un juego para discernir la capacidad natural de
los niños. Durante los años consagrados a los
ejercicios gimnásticos, se deben intercalar estudios
más severos. Sólo a los veinte años se
llevará a cabo una selección de los mejores
discípulos, con la supervisión de la
relación y conexión de los estudios ya realizados.
Finalmente, a los treinta años tiene que hacerse una
selección definitiva, de la cual surjan los que se
consagrarán a la dialéctica. Siguiendo este proceso
selectivo, no se corre el peligro de perturbar la moral y la
religión al discutirse sus problemas por mentes inmaturas.
Una inteligencia sobria y desarrollada no se intoxicará
con discusiones, sino que distinguirá entre la
investigación de la verdad y una heurística
capciosa. Cinco años se consagrarán al estudio de
la dialéctica. A Los treinta y cinco años, quienes
hayan completado estos estudios, de nuevo descenderán a la
"caverna" y participarán durante quince años en las
tareas de la paz y de la guerra. Aquellos que surjan triunfantes,
a la edad de cincuenta años, se convertirán en los
verdaderos gobernantes y guardianes del Estado. Fijos sus ojos en
la idea y modelo del bien, procurarán realizarlo en su
propia vida y en el gobierno de la ciudad, dedicándose
principalmente a la filosofía, pero participando
también en el servicio del Estado. Así, una vez
muertos, partirán a la isla de bendición y
recibirán los honores debidos a los dioses.

CAP. VIII

Sócrates, le aclara, que la ciudad esté
bien organizada, en las deben ser comunes las mujeres, los hijos,
la educación, las ocupaciones de los
gobernantes.

Sócrates, desde el Estado ideal o aristocracia,
muestra cómo, por sucesivas corrupciones, se desciende a
la tiranía. Todo esto con miras a resolver la
cuestión que se ha planteado previamente: la relativa
felicidad del hombre justo o del injusto. El entendimiento,
explica, no alcanza a comprender las causas de la
degeneración, si desconoce aquella enseñanza de las
musas de que todo lo que tiene un principio está sometido
también a un fin. En el Estado perfecto, por descuido o
por imposibilidad de control de los guardianes, pueden surgir
personas ineptas para el gobierno. Si llegan a gobernar,
vigilarán menos la pureza del Estado.

La timocracia, entonces, engendra la oligarquía.
Es una forma de gobierno en la cual los ricos mandan, desplazando
a los pobres. Hay una oposición fatal entre la virtud y
las riquezas; cuanto más se estiman las riquezas, menos se
aprecia la virtud. El afán de riqueza suscita la
violencia, y unos pocos, en perjuicio de la mayoría, se
convierten en dueños del Estado. Para asegurar sus
privilegios se valen de las armas, y los ciudadanos
desposeídos viven expuestos a su capricho. Si la
oligarquía conserva cierta respetabilidad aparente y no
abusa en exceso de su situación, es por miedo a peores
consecuencias.

El abuso de las riquezas provoca la democracia. Ansiosos
de aumentar sus ganancias, los oligarcas ignoran la existencia de
hombres valientes que se hallan sumidos en una desesperada
pobreza. No existe ley alguna que prohíba la indebida
adquisición de riquezas. Los que están al frente
del Estado se entregan a los placeres hasta que los pobres, que
llegan a observarlos de cerca, comprenden que si no se apoderan
del gobierno es porque no quieren.

Esto basta para que estalle la revolución.
Triunfante el pueblo, se establece la democracia, luego de
eliminar algunos ricos y obligar a los restantes a vivir en pie
de igualdad.

Acuerdan, Sócrates y Glaucón:

"Ahora nos queda por tratar la más hermosa forma
de gobierno y el hombre más hermoso, o sea la
tiranía y el tirano."

El exceso de libertad engendra la tiranía.
Intoxicada por el abuso, la democracia denigra a los que quieren
que se observen la ley y el orden. Desaparece toda disciplina y
subordinación, hasta el extremo de que no hay respeto por
ninguna ley, ya sea escrita o impuesta por la tradición.
En medio de esa anarquía los más enérgicos y
laboriosos se presentan ante el pueblo, como los defensores de
sus derechos. De ese medio surge el conductor o jefe. Amenazado
por los que disfrutan del gobierno, corre el peligro de ser
asesinado, en caso de no convertirse en un lobo dispuesto a
defenderse en cualquier forma. El pueblo, halagado por sus
promesas, le presta su adhesión y lo protege Se impone,
entonces, sobre sus enemigos, que se ven obligados a descerrarse,
si no quieren sufrir la muerte. AI principio de su gobierno, el
tirano es cauto, pródigo en sonrisas y promesas. Pero, una
vez afirmado en el poder, provoca guerras para que el pueblo
comprenda que necesita un dirigente, si no quiere exponerse al
peligro de perder la libertad. Si alguien se opone a sus
pretensiones, es eliminado. Es así como el Estado se priva
de los mejores ciudadanos y el tirano utiliza los servicios de
personas ruines. Día tras día necesitará
más guardias y mercenarios, gente que lo rodee y proteja,
obedeciendo incondicionalmente a sus caprichos. Durante un
tiempo, se comportará con cierta aparente honestidad,
hasta el día en que exprima a1 pueblo para que soporte y
pague sus propios caprichos y los de la banda que lo
rodea.

El tirano se transforma en un déspota
licencioso.

CAP. IX

El diálogo se inicia con la descripción
del tirano. Este se vale del artificio, el fraude, la violencia,
todos los medios le parecen acertados para llegar al fin que se
propone.

La ciudad tiranizada es la peor; lo mismo pasa con el
tirano.

Sócrates, les pregunta, si el tirano no es el
más desgraciado porque su alma esta sometida a las peores
pasiones. Un alma en estas condiciones ignora lo que quiere
realmente. A pesar de que es incapaz de gobernarse a sí
mismo, se ve obligado a gobernar a los demás. Es un
esclavo y un cobarde, desconfiado, sin amigos, sin
alegría, una maldición para sí y para el
mundo.

A partir de esto puede proclamar quien es el gobernante
más feliz. El verdadero aristócrata o
filósofo, que empieza por reinar sobre sí mismo. Y
el más miserable es el tirano, reverso del
filósofo, esclavo de sus pasiones, que intenta esclavizar
a los demás.

Una segunda razón abona la mayor felicidad del
que primeramente ha aprendido a gobernarse a sí mismo; y
es que el amante de la sabiduría, en cuanto hombre, ha
experimentado y sabe en qué consisten los deleites de los
sentidos y la ambición.. Además, el filósofo
enriquece su experiencia con otros dos criterios de su sano
juicio: la inteligencia y el discurso de la razón o el
logos.

Finalmente, como tercer argumento, expone la falta de
solidez y la relatividad de los goces inferiores. El hambre y la
sed son indicios de la debilidad del cuerpo, así como la
estupidez y la ignorancia son indicios de una especie de
vacío del alma. Pero el cuidado del alma participa
más de la verdad y proporciona un deleite mucho más
auténtico que los placeres insatisfactorios de los
sentidos.

El alma del filósofo, en la cual las facultades
disfrutan del placer propio de cada una de ellas, obtiene el
verdadero placer al realizar las funciones que le son
propias.

El sabio conserva la armonía en su alma, mediante
el buen orden de las facultades. Gozará del don de la
verdadera ponderación

CAP. X

Sócrates expresa:

"-Y en verdad, aunque me atengo a muchas razones para
creer que estamos fundando la ciudad más perfecta posible,
lo afirmo, sobre todo, al considerar nuestro reglamento sobre la
poesía.

-¿Qué reglamento?
-preguntó.

-El que no admite en forma alguna que sea imitativa.
Ahora, después de haber precisado con claridad las
diferentes partes del alma, esta prohibición me parece de
una necesidad mas absoluta y evidente."

Aquí vuelve a remitirse lo que trató en
los libros II y III. Por eso, al referirse a la poesía,
expresa que los únicos poemas que deben admitirse son los
himnos en honor a los dioses y los elogios de los grandes
hombres.

Al final del diálogo señala cuál
será el destino de los justos y de los injustos. La mayor
recompensa para la virtud consiste en la inmortalidad.

La justicia, como ha demostrado antes, recibe ya su
recompensa por sí misma en este mundo; pero todavía
le aguarda una zona de fe y confianza, el premio definitivo. Para
que lo último resulte comprensible, expone el mito de Er.
Los tiranos y responsables de injusticias reciben el castigo
merecido por sus actos.

Según se deduce de la fábula, todas las
almas son iguales; serán durante su existencia terrena lo
que ellas elijan. Por orden, cada una de ellas expresa su
preferencia; pero, incluso para la última en elegir, si lo
sabe hacer con discreción, se le presenta una vida amable.
De esta preferencia previa depende la suma de bienes y de males
que le esperan.

El alma, es lo bastante fuerte para tolerar todos los
bienes y todos los males; sin embargo, guiada por la
inteligencia, debe seguir el camino del bien y practicar la
justicia, para que cada uno sea el mejor amigo de sí mismo
y de los dioses, haciéndose acreedor a una verdadera
inmortalidad.

EXPLICACIÓN DE LA
OBRA

ORGANIZACIÓN IDEAL DE LA
SOCIEDAD

En el texto nos habla de la cómo se debe
organizar la sociedad para que el gobierno de la polis sea
satisfactorio. Para ello, Platón divide a la
población en tres estamentos o grupos, que son: los
artesanos, los guardianes, y los gobernantes.

Para Platón era necesario que cada clase social
cumpliera con su función de manera adecuada.

TEMAS CITADOS Y RESALTADOS

  1. Justicia: Es una de las virtudes máximas que
    constituye un fin en sí mismo, independientemente de su
    utilidad. Es el orden estable de todo. Moralmente se consigue
    armonizando nuestras tres partes del alma: el alma racional ha
    de gobernar y guiar el alma irascible (que se hará
    así valerosa), y ambas controlar las tendencias y
    pasiones del alma apetitiva.
  2. Clase (Social): Según Platón, la
    sociedad estaba dividida en tres clases sociales, las cuales
    tenían que cumplir su función en la polis para el
    correcto funcionamiento de ésta. Las clases sociales
    existentes eran: los artesanos, los guardianes y los
    gobernantes, en este orden.
  3. Estado: Según Platón, existía la
    un tipo de Estado, que denominaba "Ideal", el cuál se
    basaba en la Educación, en la selección de los
    mejores, y en un gobernante (rey-filósofo), educado para
    dirigir el gobierno de la polis de manera correcta.
  4. Gobierno: Para Platón, la forma de Gobierno
    más válida era la Aristocracia, ya que era el
    gobierno de los mejores, de los más válidos, de
    los más ricos en Sabiduría, no en modo
    económico. La tiranía era la peor forma de
    gobierno para él.

VALORACIÓN
GLOBAL Y OPINIÓN CRÍTICA

Nos parece fundamental que cada persona cumpla con una
función y la realice correctamente, pero ¿es
éste el verdadero ideal de justicia? Creemos que la
Justicia es la virtud que inclina a juzgar y a obrar teniendo en
cuenta como guía a la verdad, y dando a cada uno lo que se
merece, como por ejemplo educación, leyes, obligaciones y
derechos.

Se introduce el problema de la justicia.
¿Consiste en decir la verdad, en dar a cada uno lo que le
pertenece, o tal vez, en determinados casos, en hacer lo
contrario? Polemarco, al replicar a Sócrates, le dice que,
de acuerdo con Simónides, la justicia consiste en dar a
cada uno lo que se merece; a los amigos el bien, a los enemigos
el mal. Adoptada en el manejo del dinero, para volver de nuevo a
la definición, la justicia consistiría en el arte
de robar a favor de los amigos y en perjuicio de los
enemigos.

FRASES QUE MAS ME GUSTARON DE LA
OBRA

  1. "Ahora nos queda por tratar la más hermosa
    forma de gobierno y el hombre más hermoso, o sea la
    tiranía y el tirano."
  2. "Por supuesto que en la mejor, o sea, entre aquellos
    bienes que hay que amar por sí mismos y por sus
    consecuencias, si quiere uno ser feliz."
  3. La más elevada educación debe
    reservarse a los que se mostraron más capaces y dignos
    de aquella durante la juventud;
  4. "La ciudad que hemos descrito me parece
    en verdad prudente, por ser acertada en sus
    deliberaciones."
  5. "Si admites una justicia para el individuo,
    ¿no admites también otra justicia para la ciudad
    entera?"
  6. "Para hombres nacidos y educados no hay, en mi
    opinión, otra recta norma de posesión y trato de
    las mujeres y de los hijos que la que se deduce de hacerlos
    seguir el camino que trazamos.
  7. "Después de la música, la
    educación gimnástica ha de formar a los
    jóvenes."
  8. "¿Será fácil encontrar una mejor
    que la establecida entre nosotros desde hace largo tiempo y que
    consiste en educar el cuerpo por la gimnasia y el alma por la
    música?"
  9. "En cuanto a la cualidad que se llama valor, y a la
    parte de la ciudad en que reside, no me parece difícil
    descubrirlo."

    CONCLUSIÓN

    1. Platón nos ha parecido un filósofo
      adelantado a su tiempo, y todas sus teorías merecen
      el respeto, independientemente de que se compartan o no, de
      todo aquel que las estudie.
    2. "La República" de Platón ha
      generado polémicas entre otras cosas porque: Aprueba
      la posesión comunitaria de bienes.
    3. Para Platón, el Estado Ideal es importante
      porque: Es un modelo de sociedad válido en todas
      partes y en cualquier momento histórico, Pero
      platón se olvida de la realidad nacional de cada
      cultura y pueblo.
    4. Para Platón, el gobernante ideal es aquel
      que conjuga: Las virtudes del filósofo y las del
      hombre de Estado, pero no todo político es
      filosofó es más un político lo que
      hace de la política es ensuciarla con su
      mediocridad.
    5. En "La República" se plantea que la
      justicia se basa en el hecho de que los ciudadanos: Hagan
      lo que su capacidad natural les permita
  10. La riqueza tiene sus ventaja que es la de pagar
    deudas, tanto a los dioses como a los hombres. Pero no es la
    cuestión de la riqueza o de la pobreza la que preocupa a
    los hombres, sino la conciencia de haber sido justo o injusto
    durante su vida.

BIBLIOGRAFÍA

  • PLATÓN

La república. 2da
edición – agosto del 2002

Lima – Perú. Ediciones cultura
peruana

  1. Dedico este trabajo a amistades las cuales me
    ayudaron con su apoyo incondicional a ampliar mis
    conocimientos y estar más cerca de mis metas
    profesionales, gracias a los intercambios y exposiciones de
    ideas con mis compañeros y amigos de estudios durante
    el proceso de aprendizaje. No quisiera dejar a mi profesor
    quien me inspiro a continuar en los momentos frágiles.
    También especialmente a dos personajes nuevos en mi
    vida CERNA NARCISO, Angélica, (Universidad privada san
    Pedro), TREJO FRUCTUOSO, Ada. (Universidad nacional de
    callao), quienes supo ayudarme en los momentos mas
    difícil / la lectura… Dios los bendiga!!

     

     

    Autor:

    ARANIBAR REGALADO, Nelson
    Martín

    UNIVERSIDAD NACIONAL

    "SANTIAGO ANTUNEZ DE MAYOLO"

    Facultad De Ciencias

    ING. SISTEMAS E INFORMÁTICA

    Profesor : OLIVA ASCATE,
    Hipólito

    Curso : Seminario De
    Filosofía

    HUARAZ * PERU

  2. DEDICATORIA:
Partes: 1, 2
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