La cultura política hispanoamericana y rioplatense (apuntes)
- El Cabildo como plataforma para
el ejercicio de la libertad política
Elementos de la cultura barroca en la cultura política
iberoamericana
El pensamiento ilustrado en la cultura política
iberoamericana- Las
"dos Españas" y la evolución histórica
rioplatense
El Cabildo como
plataforma para el ejercicio de la libertad
política.
- El cabildo de la América hispánica presentó
características propias y diferentes a los concejos
municipales de la península. - En primer lugar, constituyó un escenario
concreto
donde se evidenció el relajamiento de las leyes indianas,
lo que amenguó considerablemente la aplicación de
la política reduccionista de las libertades impuesta por
la corona española. - En el ámbito religioso fue el cabildo un
ámbito donde se ensayo la
tesis
escolástica, otorgándoles un poder que
iba más allá de lo meramente
administrativo. - Con sus altibajos, la autoridad y
la presencia del cabildo se mantuvo en la escena municipal e
incursionó, reiteradamente, en el uso de las facultades
extraordinarias que llegaban incluso a cubrir la acefalia
gubernamental.
En otro orden, más cotidiano, se encargaba de
todos los asuntos locales. Precisamente a este último
tópico volveré más adelante para concluir
este análisis.
Efectivamente, el Cabildo Regular y su forma
administrativa ampliada y extraordinaria: el Cabildo Abierto,
aunque con rasgos esencialmente aristocráticos –
sobre todo desde mediados del siglo XVIII – ha constituido,
si bien no el mejor, el único escenario posible para la
participación vecinal en los asuntos políticos. Si
esto no se admite, resulta muy difícil interpretar la
manera tan singular con que el Cabildo de Buenos Aires, por
ejemplo, cobra tan relevante protagonismo durante los
acontecimientos de mayo de 1810.
Es evidente, por otra parte, que el Cabildo sentó
las bases para la autoridad y autonomía municipales. En
efecto esta autonomía del cabildo se hace patente en el
ejercicio del poder eleccionario para con sus magistrados,
miembros del Concejo Municipal y representantes de la ciudad ante
otras instancias políticas
y judiciales.
Del ejercicio de la política autónoma
– sin barreras normativas insalvables y con comunicaciones
lentas e imprecisas, surge el localismo que le es propio a los
cabildos hispanos del naciente siglo XIX.
En ese horno ultramarino y distante de la
metrópoli, se cocinaban los caldos de cultivo de la
emancipación americana. Ingredientes tales como las
pretensiones de los criollos, el prestigio que los inmigrantes
del norte de España
otorgaron a los cargos municipales y la política
restrictiva de la Corona para los que no fueran peninsulares,
avivaron el fuego independentista.
El localismo que se gestó, un poco por necesidad,
otro tanto por dignidad, otro
por intereses creados, le dio al cabildo, como dijimos, un
protagonismo único e irremplazable en los procesos
políticos que sobrevendrían a la caída de la
corona española en manos francesas a principios del
siglo XIX.
Se puede apreciar en algunos documentos como
en el Acta del Cabildo Abierto del 22 de mayo, cómo este
protagonismo se va haciendo cada vez más evidente, el
Cabildo Abierto, aun sin consenso absoluto, fue el útero
del juntismo porteño. La historia que siguió
es bien conocida.
Elementos políticos actuales, como la
elección por el sistema de
jurisdicciones plurinominales – conocida vulgarmente como
"la lista sábana" – o la dirigencia
indiscriminadamente verticalista de los partidos
políticos, la amnesia repentina de algunos
representantes (que olvidan rápidamente quien los
eligió) y confunden los intereses de los sufragantes con
las mezquindades partidarias, nos invitan a reflexionar sobre las
soluciones a
la falta de credibilidad por parte del pueblo en sus instituciones
políticas.
El sistema de lista uninominal, por ejemplo, es una
alternativa válida del actual, que permite que en
pequeñas jurisdicciones se elija un solo candidato o
representante. Esto garantizaría que los sufragantes
eligieran a un personaje reconocido por su honestidad. Pero,
por supuesto este sistema iría en desmedro de los grandes
partidos que verían como una importante cantidad de
partidos locales llegan con sus representantes al Congreso,
desplazando a sus propios candidatos.
Es un secreto gritado a viva voz que a lar enormes
corporaciones partidarias no les interesa estimular el localismo,
esos localismos que, como dijimos, caracterizaban a los cabildos
hispanoamericanos.
Consultando la Carta
Orgánica de Municipalidades de la Provincia e Buenos Aires
nos asalta la duda: ¿Ejerce el Municipio todas las
facultades que le son propias o descansa, en general,
cómodamente instalado en un organigrama de
dependencia provincial que, por otra parte, parece exceptuarlo de
trabajar por el pueblo de su localidad? ¿Es el municipio
un simple repartidos de dádivas provinciales o es un
verdadero gestor de emprendimientos locales?
Es indudable que si consultáramos sobre el actual
papel que desempeñan los municipios en el desarrollo
local a los antiguos alcaldes y regidores o a los vecinos del
Cabildo Abierto, nos mostrarían su desagrado por esta
política dependentista.
Si se me pregunta cuál es la
característica de los antiguos cabildos que me
gustaría ver encarnada en mi ciudad es precisamente
ésa: la capacidad de mirar menos el horizonte esperando
ayuda y pisar con orgullo y certeza que la tierra que
sostiene nuestra identidad
local
Sin caer en actitudes
chauvinistas y sin perder la esencia nacional. Creo que es
necesario empezar a cambiar las cosas desde nuestro propio patio
interno.
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