- Hablemos, entonces, en favor de
Judas Iscariote, el mismo que en el Cenáculo se sienta
junto a Jesús - Veamos lo que
aprendemos de Marcos - Entonces, es el
suicidio - El beso de la
traición que cambió la
historia… - ¿Quién
no lo reconocería? - En
resumen
Es muy difícil para muchos defender a Judas, como
también lo sería para casi todos los niños
en mucho de Latinoamérica; quienes acostumbran a quemar
en efigie este apóstol renegado, el mismo Día de la
Resurrección, al cierre de la Semana Santa — Igualmente
sería muy difícil para algunas viejas beatas, para
quienes el ser amigo de judíos
es anatema, "porque ellos mataron, escupieron y vilipendiaron a
Dios" — y lo que justifica, en sus mentes piadosas, que a los
judíos se los escupa sin resquemores, dondequiera que se
los encuentre.
Hablemos,
entonces, en favor de Judas Iscariote, el mismo que en el
Cenáculo se sienta junto a Jesús
Argumentos en contra de él son bien conocidos…
Judas traicionó al mismo Jesús. Lo
traicionó por dinero y lo
hizo por odio. Así se explica la actitud de
este "discípulo infiel" — pues Judas era un
ladronzuelo.
Antes de exponer los argumentos en su defensa, debemos
ignorar completamente que fue Cristo quien eligiera a este
discípulo para que lo traicionara, y que lo seleccionara
como colaborador y amigo querido, sabiendo que lo iba a
entregar.
Sería una execración decirlo así, porque se
admitiría que Jesús puso a un hombre, a
sabiendas, en una situación en la que le era
inevitable cometer el delito de privar
a otro ser humano de su vida — de matar — un pecado que va
contra lo estipulado en las mismas Tablas de la Ley. Pero, de
haberlo sido así significaría desconocer el
designio primordial de Cristo que predicaba para la
salvación de todos los seres humanos y no su
perdición. Jesús lo señaló para que
lo acompañara y para predicar sus buenas
nuevas.
Judas no pudo traicionar a Cristo, porque Cristo, que
todo lo intuía, o lo preconocía, le hubiese evitado
toda una eternidad de llamas.
Además, nada indica en los Evangelios que Judas Iscariote
(único de los discípulos propiamente Judío y
no Galileo) desempeñara su misión de
manera menos digna que los demás. Por el contrario, Judas
fungiría como contador del grupo.
Esto hubiera sido imposible si Judas no hubiera gozado
de una buena fama, reputación de ser honesto y
aceptación por parte de los discípulos y del mismo
Jesús.
Pensar que Judas fue un traidor desde el principio, no es cierto
— veamos.
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