- Resumen
- Etnomedicinas
y enfermos - Antropología
aplicada a la salud y etnomedicinas. Cómo pueden
complementarse para mejorar la vida de quienes padecen largo
tiempo problemas de salud - Así
hablan los propios enfermos - Punto
final - Bibliografía
RESUMEN
Las vivencias son individuales y diferentes. Cada cual
refiere su experiencia del dolor y de la enfermedad. Los
llamados enfermos crónicos son personas cuya experiencia
del malestar se ha convertido en algo habitual en sus vidas. Las
etnomedicinas suelen tener un enfoque amplio e interrelacionado
de los problemas,
dirigiendo su mirada a los enfermos a la vez que a los males que
padecen. El objetivo de
este trabajo es
considerar el valor de los
sistemas
tradicionales y naturales de atención y cuidado de la salud (perfectamente
combinables con la medicina
convencional) como ayudas para mejorar la calidad de
vida de los enfermos crónicos; y el valor de la
antropología aplicada como coordinadora de
planes interdisciplinares e interculturales y como disciplina
capaz de proponer soluciones.
El presente artículo es una versión
revisada y ampliada de otro precedente que publiqué en
Gazeta de Antropología con el título: La
antropología aplicada y los sistemas naturales de cuidado
de la salud: una ayuda intercultural para los problemas
crónicos. Considero que en el mundo actual, el
contacto cada vez mayor de unas gentes con otras conlleva el
trasvase de ideas, formas y elementos culturales de unas sociedades a
otras. Muy por encima de criterios exclusivistas o racistas que
defienden la diferenciación y la separación, creo
que las mezclas
enriquecen si no son el resultado de acciones
invasivas. Nuestras sociedades actuales son sociedades,
más/menos, interculturales. Por ellas circulan muchos
símbolos; en ellas se funden ideas de
Oriente y Occidente. Lo que antes era curioso y exótico,
ahora es cotidiano (a nivel gastronómico, a nivel
literario, a nivel de cuidado del cuerpo y ejercicios
físicos, a nivel de gustos musicales, a nivel de
conversación corriente). Las enfermedades no son
exclusivas de un grupo o de una
cultura. Todos
los seres humanos sufrimos más o menos, de una u otra
forma. Se puede entender el malestar como algo circunstancial que
no nos impide desarrollarnos como personas (a nivel afectivo, a
nivel laboral-profesional, a nivel social) en nuestro
medio (lo cual se vería como algo normal) o se puede
entender como la imposición de una circunstancia que
permanece y que nos distrae, nos aleja de nuestras obligaciones y
gustos y nos quita la ilusión de vivir; o, al menos, de
vivir como vemos que viven los que nos rodean,
normalmente.
La idea del presente artículo la presenté
y expliqué en el VII Congreso de la Sociedad
Española de Antropología Aplicada (Santander 2006).
Sumo aquí algunos testimonios más de informantes
con los que vengo trabajando desde hace ya algunos años
cuyas opiniones nos dan a entender que los problemas
crónicos no se solucionan unilateralmente. De hecho, en la
mayoría de los casos, no se solucionan, por eso son
crónicos. Sin embargo, al enfermo padeciendo largo
tiempo un mal
le ayuda que le atiendan en conjunto, que le escuchen, que le
consideren, que se consideren importantes cosas a las que
él da importancia y que pueden pasar desapercibidas a la
observación externa. Es cierto que hay
diferentes tipos de problemas crónicos (y de personas que
los padecen). Algunos se entremezclan con alteraciones
psicológicas que se escapan del control del
propio sufriente. Nuestro artículo es, pues, una
aproximación a ese mundo entendiendo, como entienden
nuestros informantes, que el malestar instalado no es deseado y
que toda propuesta de ayuda para eliminarlo o minimizarlo, es
bien recibida; más, si en otros ha dado
resultados.
Lo peor para alguien que sufre es perder la esperanza.
El dolor y el sufrimiento son experiencias humanas. Cada persona tiene las
suyas; pero todas te quitan de disfrutar de la vida cuando
el tiempo pasa y el mal permanece (Sr.
Fernández, informante).
Desde la óptica
de uno de los modos de curar más antiguos del mundo, la
medicina tradicional china, los
males se entienden como imágenes
clasificables dentro de un sistema bipolar
de ordenamiento del mundo: el esquema Inn-Iang, teniendo
en cuenta que Inn-Iang son maneras de hablar, formas de
clasificación de los fenómenos, procedimientos
explicativos de los hechos y de la naturaleza,
métodos
dialécticos para ordenar el pensamiento (Aparicio, 2004). Inn-Iang,
como tales, sólo existen a nivel mental, pero todo puede
ser Inn-Iang. Así, en la tradición china,
hablando de manera básica y general, las
enfermedades se pueden clasificar, por su duración,
por la intensidad de sus manifestaciones y por el modo de
vivirlas, en: agudas y crónicas. Teniendo en cuenta que la
terapéutica oriental prefiere hablar de enfermos
más que de enfermedades, no existe un catálogo
amplio, como en Occidente, que defina desequilibrios concretos
(manifestaciones, expresiones patológicas a la occidental)
susceptibles de ser observados en toda la población. Se habla de síndromes o
categorías amplias en las que podemos incluir los males
observados individualmente, correspondientes a procesos
básicos y principales en el funcionamiento de la
persona (en relación con su medio y entendida ésta
como unidad formada por el cuerpo, la mente, Shen, y otros
constituyentes comprensibles dentro de la tradición china)
alterados, cuyas manifestaciones pueden ser muy diversas. Por esa
razón prefiero hablar de: "personas con padecimientos
crónicos", mejor que de: "enfermedades crónicas"
(expresión más propia de la ciencia
occidental). Los sistemas terapéuticos tradicionales se
dirigen a las personas, no a sus males (o, a la vez que a sus
males). Tienen muy en cuenta la opinión que de sus
problemas dan los que los padecen.
La antropología que estudia la salud reconoce
la realidad variada de los males (según las culturas y
las individualidades) así como los sistemas
terapéuticos surgidos a lo largo y ancho del mundo y de la
historia. La
medicina convencional, occidental, científica, impuesta
hoy en todo el mundo, se puede compaginar con las medicinas
tradicionales (dependiendo de la cultura en la que nos situemos)
dentro de programas o
planes concebidos desde la antropología aplicada a la
salud. La antropología teórica estudia, analiza,
expone. La antropología aplicada propone soluciones e
intervenciones. La antropología resulta una ciencia
armonizadora de tendencias culturales distintas: interlocutora,
bisagra de sistemas y modos diversos de entender y conseguir el
bienestar.
Dentro de las medicinas tradicionales y modos de
atención y cuidado natural de la salud, la forma de
abordar el estudio y las propuestas de ayuda para quienes sufren
desde hace largo tiempo problemas físicos o
psicológicos son diferentes a las propuestas hechas para
quienes padecen males agudos. Los problemas crónicos se
entienden, en la mayoría de las visiones tradicionales,
como males instalados en el interior de la persona. Para
llegar a donde están han necesitado tiempo. El presente y
el futuro del llamado "enfermo crónico" se hallan ligados
a numerosos factores, no sólo a la evolución del mal específico que
padece, y a las medidas de corrección puestas en
práctica. La mayoría de los sistemas naturales y
etnomedicinas abordan la ayuda y la atención cuando el
enfermo las reclama. En algunas sociedades tradicionales, la
prevención no es una iniciativa de los Estados sino de la
gente. Cuando realicé mi posgrado en Beijing, lo vi. En
China hay personas que acuden a los hospitales y consultas cuando
están sanas para saber más sobre ellas mismas y
sobre los problemas que, por su naturaleza, por su forma de ser y
por sus circunstancias, pueden sufrir con más
frecuencia.
Para entender y solucionar el problema endémico
de la malaria en Cerdeña, en la obra de Peter Brown (1998)
se propone, desde la antropología, conjugar distintas
ópticas y recursos,
incluidos los modos de ver la enfermedad y las
terapéuticas locales. Desde la antropología
aplicada a la salud se va a tener en cuenta no sólo lo
observable y cuantificable de las desarmonías
crónicas sino también la experiencia narrable de
quienes las padecen. Las adaptaciones y modificaciones de ayudas
y planes se van a hacer conforme a datos
biológicos, opiniones de los profesionales de la salud,
observación, aportaciones de los propios enfermos sobre su
relación vivencial con el entorno (físico-natural,
social y cultural) y opiniones de terceros. La proximidad en los
planteamientos teóricos de la antropología y de la
terapéutica tradicional-natural (concepción amplia
de salud, como un todo relacionado y en equilibrio)
hace posible la compaginación de métodos de ambas
especialmente en la comprensión y aporte de ayuda para
personas que tienen alteraciones relacionadas directamente con la
percepción y vivencia del propio mal, es
decir, con la cultura (enfermedades de nosología
indígena, pero también cualquier experiencia de
malestar susceptible de ser narrada en todas las sociedades). La
visión global del problema y de la persona enferma, en la
medicina tradicional china o en la medicina tradicional mexicana,
llevan a la especificación de los males como una
experiencia individual. Los condicionantes de cada cual, ligados
al factor tiempo, hacen que sean analizados los casos teniendo en
cuenta las singularidades de las personas. Este principio,
característico de las medicinas tradicionales y de los
sistemas de atención y cuidado natural de la salud, casa
con uno de los pilares de asiento de la ciencia
antropológica que es el reconocimiento de la diversidad
(diversidad de expresiones individuales de las dolencias). Las
personas soportando largo tiempo un problema de salud conviven
con un sufrimiento físico y moral. El
tiempo les "pesa". Pueden vivir, pero "arrastran una cadena" de
dolor, en muchos casos "soldada" a ellos mismos. Un problema
crónico es aquél que no se ha solucionado y que
continúa. Los recursos terapéuticos aportan ayudas
diversas y variadas, dependiendo no sólo del recurso sino
de quien lo recibe y gestiona; y de cómo se proporciona.
La antropología aplicada a la salud, por principio, es
capaz de variar y readaptar constantemente sus visiones y
propuestas. Las medicinas tradicionales y los sistemas naturales
del cuidado de la salud aportan las ayudas estimadas para que la
persona encuentre su equilibrio, adaptándose a los
cambios permanentes del ambiente, de
la enfermedad y de la relación del enfermo con su mal y
con su entorno. Llevados a la práctica, estos presupuestos
proporcionan la posibilidad de afinar y ajustar las correcciones
y ayudas a la circunstancia y momento que vive el enfermo
crónico.
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