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Educación ambiental sostenible



Partes: 1, 2

    1. Resumen
    2. Los enfoques tradicionales vs el
      paradigma de la sustentabilidad
    3. Didáctica
      para una educación ambiental
      sustentable
    4. Conclusiones
    5. Bibliografía
      citada

    Resumen

    El grave problema medioambiental que padece la especie
    humana ha derivado en una verdadera crisis
    planetaria, la cual se ha visto enmarcada por intensos debates a
    nivel internacional. A este respecto los esfuerzos en lo
    individual y lo colectivo no han propiciado un verdadero cambio en las
    formas y estilos de pensar, sentir y manejar dicha
    situación problemática. La génesis del
    problema se sitúa en las vertientes del proceso
    educativo, el cual sólo ha servido para estructurar un
    discurso
    oficialista que en nada contribuye al necesario equilibrio
    social, humano y ecológico. Es la falta de propuestas
    educativas coherentes con esta realidad la que no han permitido
    llevar a las sociedades
    actuales a la adecuada alfabetización científica y
    tecnológica que se precisa, y mucho menos al logro del
    sustrato cognitivo, afectivo e ideológico que exige un
    cambio de paradigma que
    apunte a la sostenibilidad.

    Introducción

    A la entrada del nuevo siglo el estigma de la
    supervivencia parece ser el denominador común. El grave
    conflicto
    medioambiental que padece la especie humana fue en su momento
    destacado por diversos investigadores, destacando entre ellos
    Bybee (1991), quien lo denominó como una auténtica
    emergencia planetaria. Para adecuarse a este nuevo escenario,
    inédito por sus formas, la humanidad enfrente un complejo
    proceso de transformación, el cual precisa de la construcción de nuevos paradigmas
    bajo los que pueda enmarcar su quehacer social. Este hecho exige
    incursionar en intensos debates teóricos y conceptuales,
    los cuales incorporen el cúmulo de rituales, mitos y
    leyendas,
    formas y usos, hábitos y costumbres, que en asombrosa
    sinergia han
    dado vida a lo largo del tiempo a los
    modelos de
    organización socio-cultural. A este
    respecto, la dinámica de estos tiempos aciagos, llamados
    por algunos como "del conocimiento"
    han incorporado un caudal de información, mucha de la cual solo ha
    contribuido a la confusión bajo la que actualmente se
    tratan estos temas.

    En este orden de ideas, organismos como la UNESCO han
    impulsado una política
    internacional de concienciación, instituyendo la
    "Década de la Educación Para el
    Desarrollo
    Sustentable (2005-2014)", la cual define por sí misma
    la necesidad de educar pensando en un futuro común, sin
    que hasta la fecha se haya podido cualificar y cuantificar los
    beneficios de esta iniciativa, la cual corre el riesgo de
    diluirse en medio de debates políticos e intereses
    comerciales, tal como ha ocurrido con las cumbres de Río
    (Cumbre de la Tierra,
    1992) y Johannesburgo (2002). Suerte similar ha corrido el
    Tratado de Kyoto y el tan conocido informe
    Brundtland sobre el desarrollo
    sostenible (Comisión Brundtland: Comisión
    Mundial del Medio Ambiente
    y del Desarrollo,
    1983), entendiendo este paradigma como aquel que satisface las
    necesidades de las actuales generaciones sin comprometer la
    supervivencia de las futuras descendencias, privilegiando el
    equilibrio social, económico y ecológico; dicho de
    otra manera: alcanzar la justa medida entre la actividad humana y
    la estabilidad ecológica. A la postre la percepción
    que se tiene en el imaginario colectivo es que se trata de
    simples epístolas cargadas de buenas
    intenciones.

    A todo lo anterior se suma la falta de propuestas
    educativas que lleven al logro de una alfabetización
    científica y tecnológica efectiva, derivando su
    ausencia en la consolidación de sociedades carentes de los
    sustratos cognitivos, afectivos e ideológicos que permitan
    su arraigo cultural. Este podría explicar el por
    qué del fracaso de muchas iniciativas locales o regionales
    (ejemplo: diseño
    de ecotecnologías), mismas que han quedado en esfuerzos y
    éxitos focalizados y de bajo impacto social. Incluso entre
    los docentes,
    responsables de operar las estrategias
    pedagógicas que lleven al cambio radical en las escalas de
    valores de sus
    estudiantes (y por ende en el de sus actitudes),
    quienes no han podido concretar una mediación efectiva,
    debido en parte a que ni ellos poseen las percepciones y los
    comportamientos necesarios para modelar su discurso, quedando su
    participación en triviales respuestas de carácter localista (Edwards et al.,
    2004), definidas como atomistas, de corte cartesiano.

    Los enfoques
    tradicionales VS el paradigma de la
    sustentabilidad

    Es así como no existe un arquetipo educativo que
    pueda ser empleado más allá del nivel escolar de
    que se trate, discurriendo los niveles de intervención
    educativa, inmersos en los múltiples diseños
    curriculares internacionales, entre los siguientes abordajes
    modélicos:

    1. Conservacionista. Enfocado a la
      preservación de los recursos
      naturales, sin que se considere su aprovechamiento con
      fines comerciales. Se asume como una actitud
      pasiva ante el medio ambiente, de
      carácter contemplativo, cuyos referentes se
      sitúan en los enfoques místicos y espirituales
      con los que el hombre
      primitivo veneraba a la naturaleza.
      Su abordaje es básicamente empírico, centrando el
      proceso de enseñanzaaprendizaje de
      la Educación
      Ambiental en saberes tradicionales (construcciones
      sociales). Se destaca su presencia en países
      latinoamericanos.
    2. Ecologista. Centrado en el estudio de los
      recursos
      naturales a partir del dominio
      teórico-conceptual que posee el ser humano de su entorno
      biótico y abiótico. Define su nivel de
      intervención a partir del conocimiento que se tiene de
      la naturaleza, sus ciclos y estadios. Su abordaje es
      disciplinar y su perspectiva didáctica se sustenta en el estudio de la
      ecología
      como ciencia
      rectora, sin profundización social y
      económica.
    3. Ambientalista. Asocia aspectos del saber
      tradicional con el ecológico, producto
      éste último de la divulgación
      científica. Obedece a un neoanalfabetismo ilustrado, el
      cual determina abordajes educativos, conceptuales y
      metodológicos, situados, tales como sembrar árboles, pintar letreros, limpiar fincas,
      etc. Se puede entender como interdisciplinar en tanto su
      abordaje didáctico se concentra en todas las disciplinas
      que contempla el currículo. Intenta el reconocimiento de
      la diversidad biológica con sentido social.
    4. Medioambientalista. Conjuga el "saber
      común" con el "saber científico". Se integra a
      partir de las llamadas Ciencias
      Naturales. Se admite bajo una conjunción de objetos
      de estudio separados de acuerdo a las distintas disciplinas que
      lo integran. Su enfoque es multidisciplinar y su didáctica sienta sus raíces en los
      abordajes por "módulos".
    5. Holista. De corte integrador, se adjudica el
      estudio de los fenómenos bajo una óptica que asocia todo tipo de
      conocimiento (tradicional, común, ecológico,
      científico, etc.), aceptando la subjetividad de lo
      objetivo,
      entendiendo que el ser humano es parte de aquello que dice
      estudiar. Tal como lo afirma Ruiz (2000: 11) "Integrar no es
      sumar ni conjuntar, sino que presupone la interconexión
      de las cosas sobre la base de que entre ellas no existe la
      separabilidad (sic) con que insistimos en percibirlas". Esto se
      resume en que la educación, para este caso ambiental, debe
      ser para la vida, en la vida y de por vida (Ruiz, 2000:14).
      Contiene una dimensión ética y
      afectiva, con amplio sentido social. Se entiende como
      transdisciplinar, dado que impregna todo el
      currículo.
    6. Sustentable o Sostenible. Orientado hacia lo
      que se ha definido como un nueva visión
      pedagógica (González, 2007), propugna por una
      cosmovisión que afirma que si bien es necesario
      enseñar desde la naturaleza, esto no basta, aun cuando
      ésta se constituya en una excelente objeto de
      aprendizaje; es necesario educar para un medio ambiente
      dinámico y cambiante, el cual exige adoptar una actitud
      proactiva ante él. Partiendo de lo que se sabe sobre el
      medio ambiente se debe estructurar una ética en torno al rol
      que el ser humano debe cumplir, considerando sus relaciones,
      límites y alcances. En el plano educativo
      se habla de estimular la formación de sociedades
      benéficamente justas y ecológicamente
      equilibradas, que conserven entre sí una relación
      de interdependencia y diversidad (González, 2007). Por
      ello tiende a ser un abordaje mixto, que propende a la
      transversalidad del currículo.

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