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Cultura medieval (apuntes)



Partes: 1, 2

    1. La evolución
      económica y social del medioevo
    2. Un
      aspecto del mundo medieval: las Cruzadas
    3. Las
      supervivencias de la cultura medieval

    La evolución económica y social del
    medioevo

    En este primer punto me dedicaré exclusivamente a
    la faz social y económica del medioevo y su herencia cultural
    en este sentido a la posteridad moderna, haciendo referencia
    continuamente por razones de necesidad práctica a lo
    político como aspecto contenedor causal o consecuente de
    lo económico o lo social.

    Recorramos regresivamente la Edad Media
    hasta las épocas en que los germanos (nombre conque,
    generalizando, mencionaremos a los pueblos bárbaros de la
    primera oleada invasora en el centro y sur de Europa) formaron
    sus reinos
    antes de dicha invasión.

    La razón fundamental para considerar los aspectos
    culturales más sobresalientes de estos pueblos radica en
    el hecho de que han dejado estructuras
    políticas y sociales, sobre todo, que han
    marcado realmente los procesos de
    romanización posteriores y por ende la concreción
    de las culturas occidentales de la actualidad.

    Los germanos provenían del norte de Europa, eran
    de lengua
    indoeuropea y se dedicaban en general a la agricultura
    Los rebaños eran su propiedad
    privada – casi la única – y las parcelas de tierra eran
    entregadas por los jefes de las tribus anualmente a los clanes en
    forma de usufructo. Existían entre ellos un insipiente
    comercios, sobre todo de artesanías, lo que provocó
    una efímera estratificación social.

    Más tarde, hacia el siglo II la tierra
    había dejado de ser entregada a los clanes siendo
    distribuida a personas concretas disminuyendo, por lo tanto las
    redistribuciones, aunque todavía no existía la
    propiedad totalmente establecido por lo que se provocaban
    guerras y
    litigios constantes en este sentido.

    Se aprecia, en este análisis, que las formas de organización territorial y de la distribución de los bienes y las
    riquezas que se dio detrás de ideologías concretas
    del siglo XIX y XX en Europa, por ejemplo, no son del todo
    originales y que en definitiva son renacimientos de viejas
    tradiciones que habían quedado sepultadas en la historia, y que se
    relacionan mejor con actitudes
    propias de la vida social humana – en cualquier tiempo y
    espacio –que con creaciones culturales de un período
    determinado.

    Los germanos se organizaban siguiendo una estructura
    como la siguiente: existía un Consejo Permanente que
    ostentaba el poder
    estratégico – formado por una aristocracia hereditaria -,
    una Asamblea General de Guerreros Libres que podían
    rechazar sus iniciativas.

    En algunos clanes surgían líderes
    dinásticos que intentaban superar la autoridad del
    Consejo y que constituían una clase
    diferenciada con autoridad coactiva
    institucionalizada.

    Esta nueva relación existe debido a
    vínculos de lealtad y provoca innumerables y reiterados
    estallidos de luchas y enfrentamiento entre guerreros y jefes
    nobiliarios para tomar el poder de la tribu.

    Por otra parte la diplomacia romana, desacertada no en
    pocas ocasiones lograba alentar dichos conflictos. A
    principios del
    siglo IV, por ejemplo uno de los pueblos germanos (los visigodos)
    había invadido Dacia mientras que la Asamblea de guerreros
    había desaparecido y un Consejo Federado de Optimates
    (nobleza) ejercía autoridad sobre las aldeas. La
    diferenciación social se agravó y –esto
    sumado a la creciente complejidad de la
    organización política y social y
    una mayor productividad y
    circulación de bienes, provocó un creciente aumento
    de presión
    sobre el imperio.

    Los romanos, por su parte utilizaban un creciente
    número de germanos en su ejército mientras que la
    diplomacia había intentado rodear las fronteras del
    imperio con un sistema de
    federación con los jefes aliados como lideres
    independientes que defendían a la vez los propios
    intereses y los romanos. Esto lo realizaban a cambio de
    subvenciones financieras, apoyo político para sus
    campañas y protección militar.

    Pero, hacia el siglo V, los Hunos presionaron a los
    germanos y éstos ingresaron a territorio romano mientras
    que la mayoría de las organizaciones
    habían superado sus estructuras clásicas con una
    nobleza reasegurada y sólida. En términos
    económicos la posesión de la tierra había
    reemplazado a la tenencia comunitaria con
    redistribución.

    En las invasiones de los bárbaros podemos
    señalar dos fases: hacia el 406, los Suevos,
    Vándalos y Alanos cruzaron la frontera del
    Rin, arrasaron las Galias y se radicaron en Hispania.

    Hacia el 410, los Visigodos invadieron la
    península itálica, saquearon Roma y,
    más tarde se establecieron en el Sur de las Galias y luego
    en Hispania. También los Anglos, Jutos y Sajones, ocuparon
    Inglaterra, y los
    Francos la parte del norte de las Galias. Los Vándalos
    recorren la Galia, Hispania y, finalmente, se establecen en la
    parte norte de África.

    Hacia el 480, se establece un primer sistema de estados
    barbarizados con los Burgundios en Saboya, los Visigodos en
    Aquitania, los Vándalos en África y los Ostrogodos
    en el norte de Italia.

    Ya para esta época, la unidad
    política-militar y económica del Imperio Romano
    Occidental, había quedado irreversiblemente desarticulada,
    aunque esas organizaciones germánicas no eran capaces de
    sustituirlo por un nuevo orden político
    coherente.

    Señalaré algunas de las
    características de estos pueblos recién asentados.
    En primer lugar poseían estructuras sociales muy simples y
    ninguno conocía la estructura del estado
    territorial. En otro sentido eran paganos o en el mejor de los
    casos arrianos, lo que perjudicaba la relación con los
    romanos. En general eran pueblos que no utilizaba la escritura. Y,
    por otro lado, hay evidencias de
    que ninguno de estos pueblos migratorios fueran demasiado
    numerosos por lo que debieron hacer uso de las estructuras
    remanentes del imperio romano en decadencia. Con respecto al
    planteo económico relativo a la posesión de la
    tierra se resolvió en parte mediante el sistema de
    hospitalitas por el cual se otorgaban a os nuevos vecinos parte
    de las tierras para su explotación. Por supuesto, cabe
    aclarar, la posesión de la tierra quedó en manos de
    los optimates (nobles) en calidad de
    arrendatarios o de pequeños propietarios libres. Los
    arrendatarios se igualaron, con el tiempo, con la nobleza romana
    de las provincias dominando a los pequeños
    propietarios.

    La formación del Estado se produjo mediante un
    proceso que se
    inicia con el control de los
    guerreros y se basó en un dualismo fuerte entre los
    germanos con monarquías rudimentarias y sistemas
    sucesorios apoyados en los cuerpos de la guardia real o
    séquitos domésticos y los guerreros y campesinos
    comunes separados del resto de la población.

    Por su parte los romanos conservaron sus estructuras
    administrativas y su propio sistema jurídico en manos de
    los terratenientes provinciales.

    Esto nos muestra
    claramente la persistencia de dos órdenes
    jurídicos: el romano y el germánico (este ultimo
    con un elemento de fuerte raigambre consuetudinaria). En el
    aspecto religioso coexisten dos religiones: la cristiana y
    la arriana tomando en cuenta la mayoría de las poblaciones
    respectivas de romanos y germanos. En lo económico se
    evidencia una decadencia de la vida urbana y se mantiene casi
    inalterable la estructura agraria con presencia de esclavos y
    colonos.

    La segunda fase de la invasión se produjo entre
    los siglos VI y VII, en la que se pueden reconocer tres episodios
    principales: la conquista de Galia, la ocupación
    anglosajona de Inglaterra, la ocupación de Italia por
    parte de los Lombardos.

    En esta fase el poblamiento fue más consistente
    produciéndose cambios lingüísticos importantes
    y desapareciendo el dualismo marcado de la etapa anterior dejando
    paso a una incipiente pero firme fusión
    entre las dos culturas. Esta fusión permitió la
    aparición de un sistema agrario sin hospitalitas. Y con
    comunidades aldeanas mientras decaen las villas como unidades de
    producción con un aumento de la
    anarquía y la inseguridad.
    Aparecen fincas en manos de nobles germánicos, con
    tenencias dependientes y pequeñas propiedades campesinas.
    Existen a la vez ciertas tierras comunales y esclavitud
    rural.

    Pero esta fusión fue lenta y trabajosa, sobre
    todo por la entrada de los musulmanes desde África que
    terminan con el reino visigodo de España e
    imponiendo su propia organización jurídica y
    política (organización del Califato de Al-Andaluz)
    Los servicios
    administrativos se encontraban centralizados en la ciudad de
    Córdoba y la conducción estaba a cargo de un visir.
    A su vez, las provincias estaban gobernadas por un valí y
    los territorios de frontera por un jefe militar o
    Cadi.

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