- La evolución
económica y social del medioevo - Un
aspecto del mundo medieval: las Cruzadas - Las
supervivencias de la cultura medieval
La evolución económica y social del
medioevo
En este primer punto me dedicaré exclusivamente a
la faz social y económica del medioevo y su herencia cultural
en este sentido a la posteridad moderna, haciendo referencia
continuamente por razones de necesidad práctica a lo
político como aspecto contenedor causal o consecuente de
lo económico o lo social.
Recorramos regresivamente la Edad Media
hasta las épocas en que los germanos (nombre conque,
generalizando, mencionaremos a los pueblos bárbaros de la
primera oleada invasora en el centro y sur de Europa) formaron
sus reinos –
antes de dicha invasión.
La razón fundamental para considerar los aspectos
culturales más sobresalientes de estos pueblos radica en
el hecho de que han dejado estructuras
políticas y sociales, sobre todo, que han
marcado realmente los procesos de
romanización posteriores y por ende la concreción
de las culturas occidentales de la actualidad.
Los germanos provenían del norte de Europa, eran
de lengua
indoeuropea y se dedicaban en general a la agricultura
Los rebaños eran su propiedad
privada – casi la única – y las parcelas de tierra eran
entregadas por los jefes de las tribus anualmente a los clanes en
forma de usufructo. Existían entre ellos un insipiente
comercios, sobre todo de artesanías, lo que provocó
una efímera estratificación social.
Más tarde, hacia el siglo II la tierra
había dejado de ser entregada a los clanes siendo
distribuida a personas concretas disminuyendo, por lo tanto las
redistribuciones, aunque todavía no existía la
propiedad totalmente establecido por lo que se provocaban
guerras y
litigios constantes en este sentido.
Se aprecia, en este análisis, que las formas de organización territorial y de la distribución de los bienes y las
riquezas que se dio detrás de ideologías concretas
del siglo XIX y XX en Europa, por ejemplo, no son del todo
originales y que en definitiva son renacimientos de viejas
tradiciones que habían quedado sepultadas en la historia, y que se
relacionan mejor con actitudes
propias de la vida social humana – en cualquier tiempo y
espacio –que con creaciones culturales de un período
determinado.
Los germanos se organizaban siguiendo una estructura
como la siguiente: existía un Consejo Permanente que
ostentaba el poder
estratégico – formado por una aristocracia hereditaria -,
una Asamblea General de Guerreros Libres que podían
rechazar sus iniciativas.
En algunos clanes surgían líderes
dinásticos que intentaban superar la autoridad del
Consejo y que constituían una clase
diferenciada con autoridad coactiva
institucionalizada.
Esta nueva relación existe debido a
vínculos de lealtad y provoca innumerables y reiterados
estallidos de luchas y enfrentamiento entre guerreros y jefes
nobiliarios para tomar el poder de la tribu.
Por otra parte la diplomacia romana, desacertada no en
pocas ocasiones lograba alentar dichos conflictos. A
principios del
siglo IV, por ejemplo uno de los pueblos germanos (los visigodos)
había invadido Dacia mientras que la Asamblea de guerreros
había desaparecido y un Consejo Federado de Optimates
(nobleza) ejercía autoridad sobre las aldeas. La
diferenciación social se agravó y –esto
sumado a la creciente complejidad de la
organización política y social y
una mayor productividad y
circulación de bienes, provocó un creciente aumento
de presión
sobre el imperio.
Los romanos, por su parte utilizaban un creciente
número de germanos en su ejército mientras que la
diplomacia había intentado rodear las fronteras del
imperio con un sistema de
federación con los jefes aliados como lideres
independientes que defendían a la vez los propios
intereses y los romanos. Esto lo realizaban a cambio de
subvenciones financieras, apoyo político para sus
campañas y protección militar.
Pero, hacia el siglo V, los Hunos presionaron a los
germanos y éstos ingresaron a territorio romano mientras
que la mayoría de las organizaciones
habían superado sus estructuras clásicas con una
nobleza reasegurada y sólida. En términos
económicos la posesión de la tierra había
reemplazado a la tenencia comunitaria con
redistribución.
En las invasiones de los bárbaros podemos
señalar dos fases: hacia el 406, los Suevos,
Vándalos y Alanos cruzaron la frontera del
Rin, arrasaron las Galias y se radicaron en Hispania.
Hacia el 410, los Visigodos invadieron la
península itálica, saquearon Roma y,
más tarde se establecieron en el Sur de las Galias y luego
en Hispania. También los Anglos, Jutos y Sajones, ocuparon
Inglaterra, y los
Francos la parte del norte de las Galias. Los Vándalos
recorren la Galia, Hispania y, finalmente, se establecen en la
parte norte de África.
Hacia el 480, se establece un primer sistema de estados
barbarizados con los Burgundios en Saboya, los Visigodos en
Aquitania, los Vándalos en África y los Ostrogodos
en el norte de Italia.
Ya para esta época, la unidad
política-militar y económica del Imperio Romano
Occidental, había quedado irreversiblemente desarticulada,
aunque esas organizaciones germánicas no eran capaces de
sustituirlo por un nuevo orden político
coherente.
Señalaré algunas de las
características de estos pueblos recién asentados.
En primer lugar poseían estructuras sociales muy simples y
ninguno conocía la estructura del estado
territorial. En otro sentido eran paganos o en el mejor de los
casos arrianos, lo que perjudicaba la relación con los
romanos. En general eran pueblos que no utilizaba la escritura. Y,
por otro lado, hay evidencias de
que ninguno de estos pueblos migratorios fueran demasiado
numerosos por lo que debieron hacer uso de las estructuras
remanentes del imperio romano en decadencia. Con respecto al
planteo económico relativo a la posesión de la
tierra se resolvió en parte mediante el sistema de
hospitalitas por el cual se otorgaban a os nuevos vecinos parte
de las tierras para su explotación. Por supuesto, cabe
aclarar, la posesión de la tierra quedó en manos de
los optimates (nobles) en calidad de
arrendatarios o de pequeños propietarios libres. Los
arrendatarios se igualaron, con el tiempo, con la nobleza romana
de las provincias dominando a los pequeños
propietarios.
La formación del Estado se produjo mediante un
proceso que se
inicia con el control de los
guerreros y se basó en un dualismo fuerte entre los
germanos con monarquías rudimentarias y sistemas
sucesorios apoyados en los cuerpos de la guardia real o
séquitos domésticos y los guerreros y campesinos
comunes separados del resto de la población.
Por su parte los romanos conservaron sus estructuras
administrativas y su propio sistema jurídico en manos de
los terratenientes provinciales.
Esto nos muestra
claramente la persistencia de dos órdenes
jurídicos: el romano y el germánico (este ultimo
con un elemento de fuerte raigambre consuetudinaria). En el
aspecto religioso coexisten dos religiones: la cristiana y
la arriana tomando en cuenta la mayoría de las poblaciones
respectivas de romanos y germanos. En lo económico se
evidencia una decadencia de la vida urbana y se mantiene casi
inalterable la estructura agraria con presencia de esclavos y
colonos.
La segunda fase de la invasión se produjo entre
los siglos VI y VII, en la que se pueden reconocer tres episodios
principales: la conquista de Galia, la ocupación
anglosajona de Inglaterra, la ocupación de Italia por
parte de los Lombardos.
En esta fase el poblamiento fue más consistente
produciéndose cambios lingüísticos importantes
y desapareciendo el dualismo marcado de la etapa anterior dejando
paso a una incipiente pero firme fusión
entre las dos culturas. Esta fusión permitió la
aparición de un sistema agrario sin hospitalitas. Y con
comunidades aldeanas mientras decaen las villas como unidades de
producción con un aumento de la
anarquía y la inseguridad.
Aparecen fincas en manos de nobles germánicos, con
tenencias dependientes y pequeñas propiedades campesinas.
Existen a la vez ciertas tierras comunales y esclavitud
rural.
Pero esta fusión fue lenta y trabajosa, sobre
todo por la entrada de los musulmanes desde África que
terminan con el reino visigodo de España e
imponiendo su propia organización jurídica y
política (organización del Califato de Al-Andaluz)
Los servicios
administrativos se encontraban centralizados en la ciudad de
Córdoba y la conducción estaba a cargo de un visir.
A su vez, las provincias estaban gobernadas por un valí y
los territorios de frontera por un jefe militar o
Cadi.
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