El personaje y su psicología en la obra de Jean Paul Sartre: ¨La infancia de un Jefe¨ (página 2)
Subsistema
ideotemático
Existir es ser un ser que se elige a sí
mismo.
Vicente Fatone.
El artículo de Sara Vasallo: "Ser" escritor,
"Ser" criminal, "Ser" fascista, evidencia claramente en su
título "el deseo de ser" que logra una de sus formas
más elementales según la expresión
común "ser alguien" y señala como tema principal en
la novela
La infancia de un
jefe, la identidad
social (componente del elemento existencial). Este aspecto
circunda toda la obra aunque también se aprecian subtemas
como: la identidad sexual, genérica, el respeto a
la familia, la
jerarquía social, el odio a los extranjeros y no se debe
obviar la presencia de una crisis
existencial (la rabia de "no ser nadie") que por un instante cree
el protagonista poder
resolverla con el suicidio.
[…] Lo que hacía falta era un acto, un
acto verdaderamente desesperado que disipara las apariencias y
que mostrase a plena luz la nada del
mundo. Una detonación, un joven cuerpo ensangrentado sobre
una alfombra, unas cuantas garabateadas en una hoja de papel
«Me mato porque no existo. Y vosotros tampoco, hermanos.
Sois nada.» […]
Lucien, el protagonista, manifiesta conflictos
internos. Primero, en la etapa de la infancia, generados por el
trato afectivo que recibe en exceso y la vestimenta empleada,
hasta el límite de pensar que realmente es una
niña, una muñequita. Estos conflictos
continúan y varían extraordinariamente: se
manifiesta inconforme con su cuerpo (es el más alto de
todos los compañeros de su clase, un
«espárrago») que sumado a la crisis de
identidad sexual garantizan el nacimiento de un nuevo conflicto, el
existencial. La posible aparición de Bergére y el
vengativo Berliac lo comprometen, el odio a la clase judía
lo limita, pero sin lugar a dudas el mayor problema es el de
aprender a mandar a los obreros, imponer respeto como su padre,
ser un verdadero jefe (identidad social).
El argumento de la novela se
materializa con el tránsito de la vida del niño
hasta alcanzar la pubertad.
Lucien Fleurier es un muchacho que nace en el seno de una
familia
acomodada, como todo hijo único la familia lo mima
desmedidamente y trata de complacerlo en todo. La historia muestra los
pensamientos de Lucien desde su más tierna infancia,
cuando las amigas de su madre lo miraban con ternura y
decían que parecía una verdadera nenita, hecho que
empieza a causar una crisis de identidad en él. A medida
que Lucien empieza a crecer sus dudas existenciales son cada vez
mayores; un hecho importante que marca su vida es
el momento en que su padre lo lleva a la fábrica de la que
es dueño y le dice que algún día él
será patrón de todo, el jefe. Luego viene la
época escolar, las nuevas amistades, la adolescencia y
el despertar sexual inmaduro, así hasta llegar a adulto
donde comprende la necesidad de continuar la obra de su
padre.
Narrador y
narratario
La figura del narrador (instancia que nos guía y
cuenta la secuencia de acciones) es
la proyección ficcional del autor real en el texto, el cual
se erige como locutor de la voz narrativa, como autor ficticio
del discurso y,
dirigiéndose al lector, le presenta el mundo
narrado.
Se utiliza a un narrador no marcado, en tercera persona, para
narrarnos los sucesos de la novela. Este será entonces un
narrador-omnisciente (dios que todo lo sabe) que ocupa un espacio
distinto e independiente del espacio donde sucede lo que narra.
Este narrador asume la posición de un observador respecto
a los personajes, pero no los observa del modo en que lo
haría un personaje del relato. Puede ver más y
saber más. Logra estar en todas partes con los actantes, y
si no lo está, puede saber lo que pasó. Este relato
es ejemplo de omnisciencia limitada, pues el narrador no
está a la misma distancia de todos sus personajes sino
más cercano a uno de ellos, a la mente en la que entra. A
través de esta omnisciencia el autor puede moverse con
alguna libertad, pero
no del todo. No puede conocer lo que piensan todos los
personajes. Solo puede interpretar los pensamientos y las
acciones de un personaje específico y mirar a los otros
externamente. Observa con precisión microscópica,
pero no presume de alcanzar ninguna verdad universal. El autor no
pierde de vista los hechos objetivamente pero también
otorga el acceso a la mente del personaje.
Basándose en los niveles narrativos, Genette,
ofrece cuatro tipos de narrador. De acuerdo con esto, en la
historia, cuando el narrador nos habla desde la tercera persona
gramatical se clasifica como
extradiegético-homodiegético: se encuentra
implícito y no participa en la historia que
cuenta:
[…] La clase de matemáticas del liceo Cordocet tenía
treinta y siete alumnos […]Los iniciados despreciaron a
Lucien hasta el primero de noviembre, pero el día de los
Santos , Lucien fue a pasearse con Garry, el más iniciado
de todos[…]
Entre las subcategorías (actitudes del
narrador) de este subsistema se aprecian: el privilegio hacia
Lucien (protagonista) mientras se aleja de los restantes
personajes; se expresa como un narrador neutral (el narrador se
calla los posibles comentarios, no opina). Su grado de conocimiento
corroboran su sabiduría: omnisciencia. Se desarrolla como
un narrador contemplativo, ya que no es personaje de la historia
contada. Este tipo de narrador (tradicional,
extradiegético) tiene necesariamente una visión
externa de los hechos. Además no se cuestiona él
mismo el hecho de narrar por lo que estamos ante un narrador
transitivo.
El narrador nos relata en un tono inestable la
diégesis (historia) en correspondencia con los estados de
ánimo del personaje protagónico: nos trasmite su
alegría, su odio, su inocencia, la inmadurez, su miedo
hasta llegar a la necesidad de responsabilidad. Por otra parte, de las cinco
funciones que
señala Genette sobre este subsistema, sólo se
manifiestan, la narradora y la comunicativa.
Según Prada Oropeza el narratario (el
interlocutor del narrador) se ubica en el polo de la
descodificación; así, como el narrador se
diferencia del autor real y del autor implícito, el
narratario se constituye conceptualmente como una entidad que no
debe confundirse ni con el lector real (ya que es ficticio o es
una función)
ni con el lector virtual o implícito, que es la imagen del lector
en función de la cual se ha codificado el texto, ni con el
lector ideal dotado de la máxima competencia que
un determinado texto pueda exigir. Es una función
presupuesta en todo texto aunque su presencia pueda no estar
marcada. Este es el receptor inmanente de un discurso narrativo
que justifica la "fenomenicidad" del mismo.
El narrador en tercera persona permite la presencia de
un narratario ausente, según el criterio de Prince (grado
de perceptibilidad), teórico norteamericano que se ha
interesado mucho en la existencia de este constructo ficcional
(quién es, cómo se identifica y qué tareas
narrativas realiza). Lo denomina ausente porque se encuentra
aparentemente implícito, no se marca su presencia dentro
del texto. Desde otro punto de vista es un narratario auditor
porque se le comunica un relato oral. Prada Oropeza, según
los niveles narrativos, lo caracteriza como narratario
extradiegético porque solo escucha y no está
involucrado en el relato:
[…]Lucien estaba a todas horas en sus faldas,
como de costumbre, y charlaba con ella como un verdadero
hombrecito. Le pidió que le contara Caperucita roja y
mamá lo subió sobre sus rodillas
[…]
Este narratario cuenta con un elevado grado de
conocimiento debido a su dependencia con el narrador
omnisciente.
Focalización
Por punto de vista se entiende el foco de percepción
que remite a la instancia perceptiva, a través de la cual
se enfoca el mundo de la ficción, que no tiene por
qué corresponderse con la instancia que narra. Este
aspecto depende del tipo de narrador.
Al apoyarnos en las definiciones de Genette, podemos
ubicar dentro de la ficción a un narrador omnisciente por
lo que se observa una ausencia de focalización (o
focalización cero), aquí el narrador (grado de
sabiduría) sabe más —o mejor, cuenta
más— de lo que saben los personajes. Es el caso,
frecuente en la novela hasta nuestro siglo, de relatos con
narradores omniscientes que cuentan todo lo que pasa y lo que
piensan los distintos personajes.
Como se observó anteriormente, Genette se basa en
el grado de conocimiento del narrador para determinar la
focalización; Prada Oropeza por su parte define lo
anterior como una focalización cero o
totalizadora.
Cronotopo
Mijail M. Bajtin define el "cronotopo", en sus propios
términos, como "lo que literalmente se podría
traducir por ¨espacio-tiempo¨:
la correlación esencial de relaciones espaciotemporales
asimilada artísticamente en la literatura".
En el caso específico del tiempo en la
narración: se respeta la linealidad temporal. El cuento sigue
un esquema ordenado como el argumento narrativo. El tiempo de la
trama (discurso) coincide con el tiempo de la historia
(diégesis).
[…]Miró con desconfianza al matorral de
ortigas, bien se veía que era un lugar prohibido. En
general Lucien era un niño muy obediente, pero ese
día tenía ganas de desobedecer. Miró con
desconfianza […]
En el ejemplo anterior se observa, basándonos en
el criterio de Genette, la narración ulterior (es la que
narra lo que ha sucedido). El narrador se sitúa en el
presente para narrar hechos que han ocurrido en el pasado
(mediato o inmediato). Emplea para esto los tiempos:
pretérito y copretérito, aunque en el texto abundan
también el pospretérito y otros tiempos compuestos
que trasmiten al lector una imagen del pasado.
El tempo narrativo (dinámica dentro de la narración) es
rápido, fluido. Las técnicas
de desarrollo
presentes tales como, el uso de disgreciones del narrador y
descripciones, son tan sutiles que en el caso de las segundas la
única descripción sólida es la fotografía
del cuarto de Bergére mientras que se perciben
características muy breves de los personajes.
Se debe señalar en la novela la presencia de
escasos y efímeros diálogos (pausas cortas) en
estilo directo que detienen el tempo narrativo
momentáneamente. La mayor aceleración se logra a
través del empleo de las
elipsis o saltos temporales: reflejan un tiempo que pasa en la
historia, pero que no se cuenta. Estas producen lagunas
temporales de conocimiento en el lector y dan sensación de
ritmo dinámico en la narración, expresiones como:
¨al jueves siguiente¨, ¨dos días más
tarde¨, ¨los meses siguientes¨ (elipsis
explícita e indeterminada) y ¨poco tiempo
después¨ (elipsis explícita e indeterminada).
Esto, sumado a fechas que corroboran el tránsito de
períodos temporales y algunos resúmenes donde el
narrador en pocas líneas aglutina una serie de acciones
(no se especifica con nivel de detalle la vida del protagonista)
facilitan el ritmo apresurado.
Respecto a la acepción lingüística, es decir la forma en que
se manejan los tiempos verbales, se ve la presencia del modo
indicativo (tipo de relato efectivo).
Según Raúl Aguiar, y ya fuera del tiempo
entendido como cronología o duración, se puede
decir que los hechos se relatan en pasado, se utiliza el
pretérito perfecto simple (perfectividad) en mayor grado
que el pretérito perfecto compuesto (regularidad,
continuidad). El primero sitúa el acontecimiento en el
pasado cortándolo del momento de la enunciación,
cual sea la distancia temporal que los separa (en este caso el
número de años); con el segundo la postura del
locutor ante el acontecimiento cambia, se modifica. Hay en la
forma compuesta la expresión de los sentimientos
implicados, de lo que afecta, mientras que el pretérito
perfecto simple acentúa el carácter caduco y la ausencia de
relación con el momento presente. La noción de
« duración » es efectivamente uno de los
efectos de significado del pretérito imperfecto, pero no
es el único. Mientras que el pretérito perfecto
simple da una visión global del hecho y puede producir un
efecto de significado de instantaneidad.
En el caso del aspecto espacial: los personajes, y
específicamente el protagonista, se desarrollan en
Francia
(espacio nominado). Lucien vive inicialmente en un lugar
campestre (Ferolles) y más tarde se muda a la ciudad de
París con sus padres, luego viaja a Inglaterra pero
regresa a su país natal. Los espacios referenciales o
toponímicos (físicos) ,de modo general, son
múltiples. Se detallan calles como: Petit champs o la
calle Raynociard. Sartre nos
remite desde un liceo (Saint Louis) hasta un burdel (de la calle
Cordeliers) o a un simple jardín. Hay gran exactitud y
marcado realismo en
los lugares que emplea el autor implícito, por lo que
estos espacios garantizan la verosimilitud del texto. Las calles
y el jardín representan espacios abiertos, exteriores; las
escuelas, las casas, el bar, el prostíbulo y el hotel constituyen espacios cerrados e
interiores. Se evidencia también el paradigma
espacial urbano-rural (infancia y adolescencia del protagonista).
Entre los espacios de transición (fronteras entre dos
espacios bien delimitados) se encuentran las avenidas y las
puertas.
Personajes
«Un ser humano adulto no puede ni debe estar
defendiendo sus defectos en hechos ocurridos durante su infancia,
eso es mala-fe y falta de madurez».
Jean Paul Sartre
León Surmelian designa al personaje como la
fuerza motriz
en la ficción. Dice además que su
caracterización es un arte complejo y
esquivo y no puede reducirse a reglas exactas o a una exposición
comprensible; afirma que cuanto más hablamos de ello,
más nos parece que dejamos algo fuera, pues la
personalidad humana es aún un misterio, sujeta a
fuerzas oscuras, es un universo en
sí misma, y nosotros somos unos extraños aun para
nosotros mismos.
El texto narrativo es ávido en personajes. El
principal (activo) o protagonista es Lucien Fleurier, este cumple
funciones decisivas en el desenvolvimiento de la acción,
cambiando sus estados de ánimo e incluso su personalidad;
la madre, su primo Riri, Berthe, la criada Germaine, los
compañeros de estudios primarios, el abate, la hija de un
obrero que va a trabajar a la casa, Guigard, la hermana de este y
Maud, entre otros: son personajes terciarios (no juegan un papel
determinante en la novela). La mayoría son
episódicos (sirven para la representación del medio
social, del ambiente o
para complementar la caracterización del protagonista).
Por otro lado, el padre (señor Fleurier), Bergére y
su imitador Berliac, constituyen no solo personajes
episódicos sino también secundarios (pasivos).
Estos últimos suelen ser el recubrimiento
isomórfico simple y llano de un actor más el papel
que asume: el amigo, el progenitor, y aunque su función
sea de relleno no por eso es menos importante.
El narrador omnisciente caracteriza a los personajes
primarios y secundarios físicamente pero no se inserta en
el interior de estos, incluso no analiza su evolución desde el aspecto
anatómico. Estos personajes son estáticos por lo
que responden a los patrones arquetípicos, modelos
sociales. El personaje estático (según Foster, los
personajes planos -flat- no cambian a lo largo de la
acción) atraviesa experiencias, pero sus cambios no borran
o corrigen la decisión con que han sido
trazados.
La mayor atención se ubica en el protagonista, en su
desarrollo corporal y mental. A través del proceso de
caracterización externa se observa a un Lucien (personaje
dinámico) con un carácter que va evolucionando,
moldeándose con el paso del tiempo y a través de la
trama. Este tipo de personaje según otro criterio se
evidencia como redondo (round).
Varios elementos influyen en la psicología de
señorito Fleurier , estos se van acumulando desde la
niñez y muchos inciden mayormente por el grado de
inmadurez y la inocencia del muchacho, el cual posee una mente
manipulable.
El autor implícito logra revelarnos el mundo
interno del adolescente, sus ideas, cómo reacciona ante
los distintos conflictos que padece, como yerra,
brindándole así al lector la posibilidad de
conocer, sin necesidad de monólogos interiores, el
pensamiento
del personaje.
Lo interno puede rebelarse a través de la
apariencia externa- especialmente aspectos dinámicos como
el habla y los gestos-.
[…] Lucien sentía un voluptuoso placer en
cambiar con ellos palabras llenas del más grosero sentido
común […]
El contacto con el surrealista Bergére y Berliac
van transformando su lenguaje y su
forma de pensar, esto marcará las futuras expresiones que
utiliza como: maricón, cabrón sobaco,
etcétera. La vestimenta que usa en su infancia
(¨vestidito de ángel¨) le provoca dudas acerca de
su verdadero género. El
ser tan lindo permite que lo llamen: muñequita, nena y lo
traten como a una niña. Las palabras de su tía,
refiriéndose a su comportamiento
con Riri, le ocasionan una crisis existencial (se manifiesta
seguidamente por varios motivos), piensa que el mundo no existe,
que él no existe, se siente defraudado y observa la muerte como
una solución.
El carácter se puede observar mejor mediante la
conducta
(dígase actividad). Es decir la interrelación
dialéctica entre lo que el personaje piensa, siente,
quiere y cómo se comporta. Este proceder se revela con la
unión de tres categorías: la ideológica, la
psicológica y la
moral.
En lo ideológico influye en gran medida el
proceso de guerra mundial,
período cercano a la creación de la obra literaria.
Esta cosmovisión del escritor se evidencia en la construcción del personaje invadido por el
existencialismo, la presencia de la angustia y la
búsqueda de la muerte. En la
obra se resaltan la actividad de los alemanes (bombardeos),
motivo por el cual Riri y su mamá vienen a vivir con
Lucien. Se realizan también algunos criterios valorativos
sobre estos. El protagonista utiliza una conducta agresiva contra
los judíos
debido al marco social donde se desarrolla y se realiza una aguda
división entre los franceses y extranjeros
(judíos).
Refiriéndonos a lo psicológico se debe
precisar la autoridad del
psicoanálisis de Freud. Este marca
una etapa en la vida del personaje principal que se acrecenta
cuando conoce a Berliac y posteriormente al surrealista. La
personalidad del muchacho va cambiando pero antes tropieza con el
fantasma de la pederastía (homosexualidad). La inseguridad lo
torna vulnerable y se deja manipular con facilidad.
Bergére lo hace leer a Rimbaud, al marqués de Sade
(novela erótica), le habla a menudo del desorden
sistemático de los sentidos y le
llama incluso invertido (utiliza como símbolo la figura de
Rimbaud). El carácter, la emotividad y la sensibilidad de
Lucien buscan respaldo en los consejos y el trato afectivo de
Bergére por lo que el primero manifiesta una
regresión (el pasado retorna al presente, recuerda su
infancia). Su voluntad sede y complace al surrealista sexualmente
pero después se arrepiente.
Por otro lado la actitud
moral es una
forma definida de la conciencia social
que refleja las relaciones
humanas en las categorías del bien y del mal. Lucien
no soporta a los judíos y siente desprecio hacia esa clase
social. Su rectitud y principios no le
permiten saludar al judío que le presenta Guigard y decide
retirarse de la fiesta.
Analizando las palabras de George Lukacs: la
categoría central, el criterio fundamental de la
concepción realista es el tipo. Este se vuelve tipo no por
su carácter medio, y mucho menos solo por su
carácter individual, por mucho que sea profundizado, sino
más bien por el hecho de que en él confluyen y se
funden todos los momentos determinantes, humanos y socialmente
esenciales de un período histórico. Lucien es un
personaje tipo. Pues representa claramente la época en la
que vive desde la perspectiva social y
psicológica.
La descripción de la crisis existencial de Lucien
evoca una auto-parodia de Sartre, ya que Fleurier intenta
escribir un Tratado sobre la Nada, como en Las Palabras; debe
jugar a ser alguien por lo que piensa que está harto de
jugar a ser Lucien. Busca las raíces que le darán
un arraigo social: se dice a sí mismo que Lucien Fleurier
es un nombre de campesino, un
nombre bien francés. Cuestiona su identidad sexual y se
llama pederasta ("se contempla un rato en el espejo: «Soy
un maricón» se djjo y se sintió hundido").
Sale de la crisis forjándose un "ser". Seducido por
la lectura de
los Déracinés de Barrès, invitado a
militar en el grupo
nacionalista Acción Francesa, ataca y hiere a un
judío en el ojo durante una manifestación, en
presencia de un grupo de amigos. Las dudas y las angustias
anteriores terminan por encontrar una respuesta: "Soy un jefe"
(auto-afirmación de su rol de patrón, rechazo de
toda ambigüedad social o sexual, antisemitismo).
El personaje antagónico lo constituye sus propios
conflictos internos, más que el miedo a la presencia de
Bergére o Berliac. Es un antihéroe que logra salir
al final de su frustración. Por lo que representa la lucha
contra la
contaminación existencial.
Aspecto
estilístico
A pesar de no contar con técnicas narrativas el
texto engancha con facilidad. No se pierde el interés ya
sea por la compleja psicología que inunda la mente del
protagonista o bien a través de los recursos
expresivos. Estos últimos cubren de lirismo y belleza a la
obra. Entre ellos se pueden citar: ojos de gacela
(epíteto), pesado silencio (sinestesia), ojos como flores
(símil), ojos fríos (metáfora), piernas
abiertas como labios, placer amargo, etcétera.
Análisis semiótico de fragmentos
significativos
Del texto se deben extraer cuatro fragmentos
importantes: primero cuando el padre de Lucien explica la
importancia de su destino: ser un jefe, más tarde su
crisis existencial donde la obra acentúa este
término. Luego del incidente con Bergére en el
hotel viene el cuestionamiento sobre la identidad sexual y
finalmente el relato se cierra con un sentimiento de seguridad que lo
protege de la angustia. A la carencia de ser de la crisis
inicial, el personaje responde llenando su falta con una
identificación simbólica: ser jefe.
Primer fragmento:
[…]«¿También yo
llegaré a ser un jefe?» preguntó Lucien
«Pues claro hijo mío para eso te he hecho»
[…]
Lexía1: «¿También yo
llegaré a ser un jefe?»Preguntó
Lucien
Lexía2«Pues claro hijo mío para eso
te he hecho»
En la primera lexía se observa mediante la
incógnita, un código
enigmático. El protagonista pregunta a su padre si
logrará ser como él, pues ve en el antecesor el
modelo social
a seguir. La palabra jefe constituye un código
simbólico, esta connota: madurez, respeto por sí
mismo, presencia de derechos (se aprecian
finalizando la novela), superioridad (imagen social) y sobre
todo, sentido de existencia. El código narrativo domina la
obra en su integridad por lo que se plasma también en esta
parte. La segunda lexía se usa para dar respuesta a la
anterior. Se define en ella, según la opinión del
padre, el fin del protagonista: nacer para ejercer esa importante
función.
Segundo fragmento:
[…]«¿Quién soy yo?
[…]Me llamo Lucien Fleurier, pero eso no es más que
un nombre[…]Nunca seré un jefe».Pensó
con angustia[…]
Lexía1: ¿Quién soy yo?
Lexía2:Me llamo Lucien Fleurier, pero eso no es
más que un nombre.
Lexía3: Nunca seré un
jefe».Pensó con angustia
En estas lexías, él código
enigmático se mantiene, pero esta vez conduce hacia un
problema existencial. Al personaje principal lo invade el
pesimismo, la angustia y siente que su nombre y él no
representan nada. En la segunda lexía el nombre propio
favorece la presencia de un código socio-étnico,
pues Lucien Fleurier es un nombre de origen campesino y
francés. En la tercera lexía niega ser un jefe,
coloca de está forma una barrera con respecto a esa meta
social (código simbólico).
Tercer fragmento:
Lexía1: «Soy un maricón» se
djjo y se sintió hundido
Esta lexía es víctima de un lenguaje
informal que de cierta manera le brinda realismo al texto. El
protagonista sigue vencido por la crisis existencial, la cual se
trastoca en un problema de identidad sexual.
Cuarto fragmento:
Una hora antes, un adolescente grácil e inseguro
había entrado en aquel café.
Era un hombre el que
de él salía, un jefe entre los
franceses.
Lexía1: Una hora antes, un adolescente
grácil e inseguro había entrado en aquel
café
Lexía2: Era un hombre el que de él
salía, un jefe entre los franceses.
La primera lexía comienza con un código
cronológico con el que se precisa detalladamente el tiempo
que ha transcurrido. Esta oración anuncia el fin de una
metamorfosis reflexiva en la conciencia del personaje principal.
La segunda corrobora la aceptación de su futuro
(decisión final). Se presencia otra vez el código
simbólico y se cierra el enigma.
Conclusiones
Este trabajo
corrobora el acceso a la psicología del personaje
protagónico a través de un análisis
hermenéutico-narratológico, cumpliéndose los
tres objetivos
destacados en la introducción. La infancia de un
jefees una novela que siguiendo como idea central la
identidad social señala otros pensamientos importantes: la
crisis existencial y la identidad sexual de Lucien. La historia
es contada por un narrador omnisciente, desde la tercera persona
del singular, el cual utiliza un tono variable para relatarle a
un narratario ausente los sucesos.
Este narrador utiliza una focalización cero o
totalizadora. Nos ubica en Francia, trasladándonos desde
un pueblo en el campo hasta la ciudad de París. Muestra
con exactitud cada espacio permitiendo la verosimilitud del
texto. El relato transcurre fluidamente debido a la brevedad de
los diálogos y descripciones, además por la
presencia de resúmenes y elipsis. En la novela se
desdoblan numerosos personajes pero se indaga con mayor
profundidad en el principal y sobre todo en la psicología
del mismo, durante las facetas observadas de su vida ( se
analizan los aspectos psicológicos, ideológicos y
actitud moral), para lo cual se fracciona el discurso en cuatro
momentos importantes, entre ellos el inicial (conversación
de Lucien y su padre que marca la importancia de ser jefe) y el
último (mutación donde toma la decisión de
enfrentar su destino) que nos remiten al tema central del
relato.
También se trata el aspecto estilístico
mediante el cual se evidencia la maestría del escritor.
Sartre no se vale de técnicas narrativas pero logra atraer
la atención de cada lector insertando su filosofía
para la culminación de novelas donde la
existencia de los hombres es simplemente «pasión
inútil».
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(2001-2003): Glosario alfabético de términos
usados en narratología en E:Materiales
de Consulta NarratologíaGlosario
Narrat.mht. 5/12/07.
Autor:
Arián Laverdeza Reyes
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