1.
INTRODUCCIÓN
A este tercer milenio lograron llegar los
"más fuertes", los "más resistentes", los que mejor
se adaptaron a los desafíos naturales y culturales de toda
la humanidad. Uno de esos héroes que atravezó
exitosamente la línea que separa la vida de la muerte, es
el Idioma Guarani. Por ello, podemos afirmar que el
guaraníes una lengua
maravillosa, valiente y viva; lo que no que quiere decir que
sea la única. Ya sé -como suele ser habitual- que
este escrito traerá cola a partir de dicha
afirmación. Lo más seguro es que se
crucen en el camino los pocos colonialistas y
antiguaranistas a intentar -vanamente- pisotear, retrucar,
romper, tironear o borrar lo que aquí expongo; y como
también ya se hizo costumbre, no faltarán quienes
me traten de fanático o xenofóbico o
nacionalista a ultranza o contrera del progreso y la
civilización y otros disparates más, a los que
ya estoy acostumbrado y que dicho sea de paso no me vienen ni me
van.
Creo que la condición de lengua maravillosa y
valiente siempre trajo problemas al
Guarani; ya que desde la Colonia lo convirtió -en esta
parte de América– en "competencia" del
imperialismo
castellano y
portugués. Es así que durante la época de la
Colonia, el guaraníse convirtió en el
akârasy (dolor de cabeza) de los conquistadores,
particularmente de los misioneros; que -tras mucho insistir por
todos los medios,
incluidos los violentos, para imponer el castellano- tuvieron
que, muy a pesar de sus intenciones originales, valerse del
guaranípara reducir físicamente (no
lingüísticamente) al indígena. De hecho,
solamente lo hicieron con unos pocos por que la gran
mayoría se mantuvo en el monte, en su hábitat
tradicional. No olvidemos que cuando los jesuitas
fueron expulsados (seis generaciones después = 150
años), los indígenas abandonaron las
reducciones y ni cortos ni perezosos retornaron a
su vida montés, el único sitio donde la
libertad les fue y les sigue siendo posible. Con el
tiempo las
reducciones se convirtieron en ruinas,
constituyéndose en el derrumbado y mudo testimonio de la
opresión y la represión.
Posteriormente, el guaraníllegó a ser la
principal preocupación de la Triple Alianza,
durante la guerra librada
de 1865 a 1870. La cuestión esencial era: eliminemos al
guaranípara así eliminar al Paraguay: no
existe otro camino. Idéntica cosa ocurrió de
1932 a 1935, durante la Guarra del Chaco, ya que el
Guarani, a no dudarlo, fue el más valioso aliado de las
tropas paraguayas. En el Chaco, varias batallas se ganaron en
Guarani.
Pasado
el período colonial y los dos enfrentamientos
bélicos, y a pesar de los pesares, el
guaranípermaneció firme, heroico y sobre
todo victorioso. Una lengua enclenque o débil, incompleta,
torpe y imperpecta, no hubiera resistido lo que el
avañe’ê resistió. El
guaraníes una lengua soberana, maravillosa, valiente y
heroica, americana. No le falta nada y tiene de todo y para
todos los gustos. Y mi afirmación subirá de tono al
sentenciar que la Cultura guaranífue y es una
cultura perfeccionista. El solo hecho de concebir o
tener la noción de lo perfecto o de la
perfección, ubica a los "nativos" guaraníen una
posición de vanguardia. La
palabra perfecto o perfección existe en
guaraníy es katu (y su variante
ngatu que se utiliza con las palabras
nasales). Esto no es un invento actual o una concesión
graciosa del Castellano para enriquecer la Cultura
Guarani. No. La palabra katu (amóva hekokatu)
pre-existió a la conquista. Es más, un intento de
borrar ese concepto fue el
uso postcolonial de la expresión tekoporâ
(amóva hekoporâ).
Los guaraníaplicaron la concepción de lo
perfecto a muchas circunstancias de su vida cotidiana, como
por ejemplo, al uso de la palabra. Ellos se consideran
ñe’êngatu (ñe’ê =
palabra + ngatu = perfecta); es decir, emiten palabras
perfectas; y por consiguiente, dicen solamente lo que
deben decir, de manera objetiva. Para ellos, la
palabra es sagrada. Solamente hablan cuando tienen
algo que decir. En esencia, el indígena guaraníno
miente; y por consiguiente, la lengua tampoco.
El concepto de la perfección es algo que les apasiona. Es
su razón de ser. Basta recordar que en el Alto Parana y
Kanindeju viven los Ava guaranío Avakatu o
Avakatuete (donde ete es superlativo), es decir,
personas perfectas o plenas. Debemos aclarar que ellos
-entre sí- se autodenominan de esa manera y no aceptan la
denominación de Ava Chiripa, nombre con el cual se
los bautizó, desde afuera. Resulta claro que ellos no
vienen a especular con aquello de que somos perfectibles o que
debemos vivir procurando el camino de la perfección.
Es por ello que los Avakatu o Ava guaraníestán
obligados moral y
éticamente a practicar lo correcto, el error solo puede
ser una casualidad.
La imperfección siempre fue una
molestia para el indígena. De allí
también la tradición del tera’o
(quitarse o cambiar el nombre). Esta notable práctica se
daba y se da cuando la persona comete
una infracción moral. Ocurrida la imperfección, el
siguiente paso será ponerse un nombre nuevo, con lo
que la persona recupera su tekokatu (teko = vida + katu =
perfecta). Pero ¡ojo!, la cuestión no pasa por
andar cambiando de nombre a cada rato. El tera’o es
prácticamente un acto de humillación social. Por
otra parte, tampoco perdamos de vista que el indígena
guaraníestá seguro que puede llegar a la
plenitud de la perfección: el aguyje
(estado de
gracia, que nada tiene que ver con nuestro cotidiano "muchas
gracias"). Estos ejemplos no son invenciones sino hechos ciertos.
Así fueron y así son (los ya pocos indígenas
que aún quedan viviendo intensamente sus
tradiciones milenarias y consuetudinarias). Lo de milenario
tampoco es un invento. Los restos fósiles (enterrados en
las tradicionales urnas funerarias guaraníllamadas
"japepo") encontrados durante las excavaciones de la
Represa Itaipu y analizados con la técnica del carbono 14,
tienen hasta diez mil años de
antigüedad.
Pese a 500 años de haber sufrido todo tipo de
agresiones (una más violenta que la otra), la
morfología
(estructura) y
la sintaxis (funcionalidad) de la lengua
guaranípermanecen invariables e incorruptibles,
pese también a los varios intentos de degradación y
de destrucción que -sistemáticamente-
sufrió. El Guarani, en su estructura profunda,
sigue siendo Guarani. No existe el jopara. El
jopara o jehe’a es apenas una ilusión. El jopara no
es el cáncer
ni el sida del
Guarani… es apenas un susu’a. El jopara o
jehe’a es la demostración de la pereza mental del
paraguayo, no del indígena: dueño y usuario
original del Guarani, quien aunque no contó ni cuenta con
un sofisticado y moderno soporte académico y
tecnológico de transmisión, supo mantener la
esencia profunda de la Lengua Guarani.
Página siguiente |