Capítulo I
Introducción al Mundo Zigzagueante de la
Descentralización
La descentralización como tal, da
oportunidades de solventar problemas que
estén relacionados o que mantengan una estrecha
vinculación con sus funciones dentro
de un marco de acción,
es decir, se convierte en una fórmula mediante la cual una
instancia de gobierno superior
le confiere una atribución a otra que
jerárquicamente se encuentra por debajo de la primera,
para que ésta asuma una determinada competencia o la
prestación de un servicio. De
esta forma la descentralización no es una
condición, sino un proceso. Este
hecho complejo hace que cualquier comparación de niveles
de descentralización entre países sea peligrosa
dados tanto la multiplicidad, complejidad y subjetividad de los
elementos que pueden ser considerados en la definición de
un indicador explicativo del fenómeno objeto de estudio, o
mejor aún, el área, región o localidad a la
cual se pretende desarrollar, ya que cuando se piensa en
descentralización a nivel de gobierno, se piensa en
desarrollo de
una región o de una localidad, así pues, la mejor
manera de estudiar el fenómeno de la
descentralización es trascender los análisis estáticos y dinamizar el
análisis, de modo que se puedan observar tendencias en las
instituciones,
la concentración del poder, el
comportamiento
del sector
público, etc.
Este dinamismo del que tanto se habla y se comenta es lo
que le da impulso al proceso de descentralización, este
impulso se ve reflejado en las acciones que
se llevan a cabo dentro de las instituciones encargadas de darle
sentido al proceso dentro de una región o localidad,
entiéndase región como espacio
geográficamente definido dentro de un país, y cuya
relación con las localidades que interactúan dentro
de este espacio físico es determinante para dicha
región, en pocas palabras, se podría hacer
mención de uno de tantos conceptos que de ella se han
derivado, y el cual indica que la descentralización
contribuye a un mejor desempeño gubernamental al reducir la
sobrecarga administrativa, aumentar la sensibilidad de la
burocracia
hacia las condiciones locales y permitir la coordinación de las actividades
gubernamentales en un marco territorial.
Dentro de este amplio espectro de posibilidades de
acción que puede brindar la descentralización,
ésta constituye como tal una tendencia mundial desde hace
ya bastante tiempo,
especialmente después del derrumbe de la Unión
Soviética y de los países socialistas de Europa Oriental a
mediados de la década pasada. En tal sentido, la
trayectoria que sigue Venezuela
repite, en una medida importante, la ruta de otras naciones
latinoamericanas y europeas, que desde finales del siglo XIX y
comienzos del actual, comenzaron a fortalecer los poderes locales
y a acercar el gobierno a los ciudadanos. Los grandes estados
centralizados y autoritarios, concentradores de un Poder
omnipotente, han perdido vigencia. Ahora la propensión se
dirige a fortalecer instancias de gobierno local, con centros
decisorios capaces de adoptar medidas importantes para la vida de
las comunidades.
En este constante ir y venir se van planteando
alternativas que dan cuenta de las múltiples acciones a
seguir por dicho proceso, pero lo más importante no es
quedarse en un nivel abstracto, sino más bien llevarlo a
la realidad, y es por ello que tenemos que pensar que la
descentralización no es unidireccional ni libre de
obstáculos, sino que es contradictoria y sometida a la
resistencia de
las burocracias y los intereses existentes. Es por ello que la
descentralización, como efecto gratificante, se ha
presentado como una reivindicación progresista, la
realidad de la idea es más conflictiva y poco tiene que
ver con mayor o menor democracia,
libertad o
progresividad, como se ha venido pensando hasta ahora sino
más bien como factor de alerta sobre el posible
clientelismo o la insolidaridad que otros sistemas
más centralizados han logrado permanecer en las sociedades
latinoamericanas por muchas décadas.
Si nos adentramos un poco más dentro del mundo de
la descentralización podemos afirmar que la misma parece
ser una característica de los esfuerzos de gran
número de países en sus procesos de
reforma estatal. Son casos excepcionales los que no han iniciado
cambios en cuanto al papel y naturaleza
estatales; de hecho, se podría afirmar que en mayor o
menor medida las nuevas condiciones económicas, políticas
y sociales impulsan hacia un reacomodo inminente de las estructuras
nacionales e internacionales. Esta ha llevado a la
búsqueda de esquemas más abiertos, competitivos y
participativos; sin embargo, todavía no se pueden observar
sino como iniciativas o propuestas que dan más una idea de
transición que de reacomodo definitivo.
En este escenario las políticas
descentralizadoras constituyen esfuerzos encaminados, al menos, a
dos grandes objetivos: I)
imprimir mayor agilidad y eficiencia al
aparato estatal; y II) legitimar la acción del Estado ante la
sociedad. A
este afán de reacomodo, las políticas
descentralizadoras que han querido aplicar en distintos naciones
latinoamericanas, han surgido como respuestas a una demanda por
parte de las regiones y grupos de la
sociedad o como una iniciativa propia del Estado central ante los
rendimientos decrecientes del modelo
centralizador, buscando mayores niveles de eficiencia y
oportunidad de la acción estatal.
La evolución que pueden tener las
políticas descentralizadoras, adoptadas por el Estado,
como mecanismos de defensa contra el agobiante sistema
centralista, es variada y depende del escenario en el que se
esté dando. Unos de los escenarios posibles y quizá
el de mayor relevancia sea el de las constantes demandas, tanto
por parte de las instancias locales de gobierno como de agentes y
agencias de la sociedad civil
que manifiestan su deseo de mayores espacios de decisión y
participación. En estos casos, si el proyecto
descentralizador adoptado por el gobierno central no va al ritmo
de las exigencias sociales y regionales, se generará un
esquema de ingobernabilidad en el corto o mediano plazo; este
caso se presenta cuando la toma de
decisiones es de arriba-abajo, y no como plantea Boisier, de
abajo-arriba, de esta forma las condiciones para adoptar una
estrategia de
este tipo tienen que ver con el grado de madurez del sistema
democrático, de la cultura de
participación, y la confianza en una red institucional
(gubernamental y no gubernamental) plenamente
consolidada.
Como es bien sabido, la pérdida del poder por
parte de un gobierno con una muy marcada trayectoria centralista,
se le dificulta un poco el hecho de tomar decisiones a la hora de
otorgarle poderes a niveles inferiores de la cadena de mando, es
por ello que esta estrategia descentralizadora, tiene la
pretensión de ser un proceso controlado plenamente, por
cuanto en un escenario de este tipo se asume que perder el
control es perder
la gobernabilidad, de esta forma ratifico lo dicho anteriormente,
es un proceso que hay que tomarlo con la mayor seriedad posible.
En esta situación es previsible que la fase de
desconcentración administrativa sea una fase muy
prolongada en el tiempo, dado que se busca un incrementalismo
cuidadoso por mantener la capacidad de control.
En esta etapa de transición en la cual han estado
envueltos la gran mayoría de los países
latinoamericanos, y que poco a poco han ido saliendo del
atolladero en el cual estaban sumergidos, gracias a la toma de
decisiones coherentes que les han permitido alcanzar lo que hoy
en día llamamos desarrollo, el cual está
estrechamente ligado a la buena planificación, pero junto con ello entramos
en polémica cuando nos referimos a dos paradigmas,
cruciales ambos para nuestro estudio, el primero "del centro
hacia abajo" y "de abajo hacia arriba" que se refieren a estilos
y estrategias de
desarrollo regional. En el primer caso, las políticas de
desarrollo regional presentan marcadas características de
centralismo y
se basan en procesos de gran escala,
predominantemente urbanos, y altamente selectivos desde el punto
de vista territorial. En el segundo, las políticas se
generan de manera descentralizada y están más
directamente asociadas a los recursos
regionales y a las escalas apropiadas a cada región,
ofreciendo mayores oportunidades de participación a la
población local.
Dando un paso hacia delante, hemos demostrado que se nos
hace casi imposible desligarnos del mal llamado centralismo,
entendido este como factor de dominación, sin privarlo de
sus funciones, más bien podemos llegar a pensar que tal
dominación que ejerce el estado central no necesariamente
frena el crecimiento
económico de la región o regiones que
están subordinadas. Por el contrario, la dominación
suele estimular la industrialización y precisamente en
algunos casos, los resultados cuantitativos en cuanto a
diversificación industrial, ocupación generada y
productividad,
llevan a calificar de exitosos a determinados programas de
desarrollo regional, por tanto, si la descentralización es
la última fase por la cual un Estado delega
responsabilidades a instancias regionales para que se desarrollen
éste nunca va ha perder el control de las mismas, siempre
va ha existir una estrecha relación entre el centro y la
periferia.
En consecuencia, el amplio mundo de la
descentralización no es visto ahora de manera zigzagueante
como se pensaba, tampoco es vista no sólo como un problema
técnico orientado a dar racionalidad al proceso de toma de
decisiones y de asignación de recursos, es también
un proceso a través del cual se busca una mayor
participación de los gobiernos regionales y del ciudadano
común, a fin de hacer más transparente y eficiente
el manejo de los servicios,
acercar las decisiones que su administración implica a los sitios donde
realmente se prestan y, disponer de un marco más apropiado
de controles sobre la eficacia y
eficiencia de su funcionamiento. Bajo esta fórmula, el
proceso continúa, no sin vaivenes, hacia el diseño
de instrumentos técnicos y legales de carácter operativo: mecanismos de financiamiento, términos de referencia para
la elaboración de los convenios y programas en marcha,
propuestas sobre la definición de las responsabilidades
para cada nivel de gobierno y proyectos de
fortalecimiento de las capacidades gerenciales e institucionales.
Estos mecanismos configuran la muestra
más representativa de las últimas labores que
organismos e instancias nacionales y regionales, vienen
desarrollando en apoyo al proceso; en algunos casos, con la
participación de organismos de cooperación y
financiamiento bilateral o multilateral.
Pasando de un discurso
pesimista a un discurso más alentador, tenemos que todos
los cambios que se dan con este proceso descentralizador no son
tan caóticos ni carentes de sentido, si nos acercamos un
poco más en el tiempo y por un momento nos sentamos a
pensar en la situación actual de nuestro país nos
podemos dar cuenta que las instancias gubernamentales
subnacionales tienen problemas para actuar en consonancia con los
objetivos nacionales; y como las instancias funcionales enfatizan
más la eficiencia que la participación,
algún tipo de balance debe ser logrado entre centralización y descentralización
en sociedades que funcionan como democracias representativas;
Dicha propuesta arrojaría como resultado final una
compleja trama de relaciones entre funciones centralizadas y
descentralizadas en equilibrio
inestable. Dándole sentido a lo expresado anteriormente
podemos deducir que si no se actua en consonancia con la
ciudadania, permitiéndoles participar dentro de los
procesos, escuchando sus demandas, ya que a nivel local son
muchas las demandas que se presentan, estuviésemos
logrando democratizar las instituciones gubernamentales y en un
mejor caso se le estaría dando salida a toda o casi toda
la problemática que acoge a la ciudadanía.
Otro aspecto importante a tomar en cuenta dentro del
mundo zigzagueante de la descentralización, es el debate que se
presenta en al área financiera, es el flujo de capitales
que se movilizan para emplearlo en un posible desarrollo de una
región o de una localidad; pero lo interesante está
en como está planteado para el gobierno central esa
transferencia de capitales, bajo qué esquema o
patrón se guía el gobierno para realizar este
movimiento
monetario. Pues bien éste ha sido uno de los mayores
problemas que se le han presentado a este proceso en nuestro
país, y con ello la cuantía de recursos que ella
exige en relación con los medios y
fuentes
disponibles, particularmente en estos momentos cuando Venezuela
presenta dificultades de orden fiscal. Dentro
de este contexto se necesitan recursos para: i) Financiar la
transferencia de competencias;
ii)Adaptar y fortalecer las estructuras gerenciales e
institucionales existentes y de sus sistemas de apoyo; iii)
Mantener y ampliar la infraestructura que sirve de soporte a los
servicios prestados y iv) Efectuar pagos por concepto de
pasivos laborales al personal que
será transferido o liquidado en el proceso de hacer
efectiva la transferencia de un nivel a otro.
Las previsiones establecidas en la Ley de
Descentralización (estrategía resultante, producto de un
proceso iniciado en 1989, con la aprobación de la Ley
Orgánica de Descentralización, Delimitación
y Transferencia de Competencias del Poder Público a los
Estados [LOD]) para estos fines resultan insuficientes. Pues, de
acuerdo con ellas, sólo se transfieren los recursos
presupuestarios relacionados con la operación de los
servicios. Esta previsión hace referencia
básicamente a los programas presupuestarios asociados al
gasto corriente, los cuales, además, deberán
calcularse tomando como referencia el costo que
representaba para el nivel nacional antes de producirse la
transferencia.
Por otra parte, el actual esquema fiscal de los estados
no les permite generar los recursos propios necesarios para su
financiamiento estable. Adicionalmente, el autofinanciamiento por
la vía del cobro o de la actualización de las
tarifas de los servicios, tiene serias restricciones de
carácter social y político, que dificultan la
puesta en práctica de este tipo de esquemas. Finalmente,
las transferencias del nivel central hacia los estados y
municipios son cada vez más limitadas; tomando en cuenta
que se han aprovechado los vaivenes del precio del
petróleo y que ello a contribuido,
quizá a la mejora de algunas áreas de interés
nacional, pero todavía persiste la necesidad del gobierno
de asignar importantes recursos para atender problemas en el
sistema
financiero.
Atendiendo toda la problemática que se ha
planteado con respecto a los pro y contras de la
descentralización, también biene aunado el problema
de la planificación regional, y hay que plantearse la
siguiente pregunta, ¿hasta que punto la
planificación ha sido tomada en cuenta por nuestros
gobiernos, es decir, se le ha dado la importancia que se merece?.
Una posible respuesta a la pregunta es que la preocupación
por definir acciones de específica incidencia regional
tiene su origen y fundamento en la existencia de ciertos aspectos
que se presentan con intensidad diversa en distintas partes de un
determinado territorio nacional y que son percibidos como
problemas por algunos de los agentes con responsabilidad en el proceso de
planificación. Tales problemas se vinculan con los
obstáculos a la transmisión de los impulsos del
desarrollo a través del espacio y el fracaso en el
establecimiento automático del equilibrio en la distribución de la población, los
recursos y las actividades económicas.
Los planteamientos expuestos anteriormente están
sujetos al ordenamiento urbano y sus vínculos con la
planificación regional, el cual es por todos aceptado
desde hace algún tiempo, ya que el tratamiento de la
ciudad trasciende los límites de
su estructura
interna, así el ordenamiento urbano se ha visto en la
necesidad de ser suplantado por el planeamiento
metropolitano. Este último, "puede ser reconocido como un
tipo particular de planeamiento regional" y corresponde con lo
que se está haciendo en la actualidad.
Es importante señalar que el análisis de
la ciudad en su contexto regional tiene necesariamente que ser
enfocado más allá del estudio del uso de la tierra,
como clásicamente se hacía, para dar lugar al
análisis de las categorías económicas y
sociales. Citando a Marshall Wolfe "…desarrollo describe un
proceso inteligible que puede promoverse mediante la
acción racional dentro del marco de las naciones-Estados,
es decir, mediante la planificación"; dentro del marco de
la descentralización convergen infinidad de posturas,
dichas posturas apuntan hacia lo que podríamos llamar
desarrollo
sustentable, si poniendo en práctica dentro de una
región, al establecer mecanismos que no se rijan por los
lineamientos centrales de planificación, sino que adopten
posturas propias, es decir, con capacidad de tomas decisiones con
cierto grado de autonomía, así sea en los
ámbitos políticos, económicos y sociales, se
estaría dando un gran paso hacía lo que
podría llamarse desarrollo auto-sustentable, pero para
ello se necesita de un marco jurídico-político
estable, en donde las condiciones de permanencia en el tiempo de
los proyectos regionales sea indefinido.
En controversia con ciertas posturas, la CEPAL plantea
un desarrollo sustentable, entiéndase desarrollo
sustentable de una región o de una localidad a la forma en
que se llega a establecer una especie de sinergia entre
los factores, ya sea económicos, políticos o
sociales, los cuales actúan en consonancia con los
requerimientos que exigen los individuos, es decir, a la manera
de cómo los individuos perciben un mejoramiento de la
calidad de
vida de la población, pero en cierta forma tenemos
otra visión sobre estos planteamientos, la cual hace
referencia al papel del Estado como ente regulador, y es por ello
que podemos expresar lo siguiente: la administración
pública como "disciplina"
acusa también una pérdida de confianza y una
diversificación de recetas, unidas a una tenaz
convicción de que debe significar algo generalizable y
aplicable a la racionalización de lo que el estado hace en
nombre de la sociedad. Un crítico ha replicado: "Si la
planificación lo es todo, quizá no sea nada",
dentro de este contexto, la descentralización debe ser
tomada con extremada cautela , ya que los sistemas regionales
deben contar con un equipo planificador, el cual debe estar
encargado de planear los pasos, es decir, el cómo debe
funcionar, que tipo de actividades deben ser desarrolladas, etc,.
Esto es quizá la manera de modificar la forma en que se
encontraba estructurado el Estado, es decir, pasar de un esquema
o estructura piramidal a una horizontal, en donde las funciones
sean distribuidas de manera que cada subregión pueda
dominar dentro de su ámbito y así dejar al Estado
sus funciones primordiales, suena esto un poco descabellado, pero
en cierta forma representa una salida viable a los
múltiples problemas que acogen a las regiones y que el
Estado como tal no puede solucionar.
Cabe destacar entonces que el progreso regional derivado
del esfuerzo arduo de muchos en incentivar los mecanismos
descentralizadores, depende de proyectos políticos
nacionales, técnicamente viables y socialmente
legítimos: apoyar la concepción y la puesta en
marcha de estos proyectos es, en suma, el papel de una nueva
planificación. Y esto, actualmente, requiere algo
diferente a la mera elaboración de un prolijo plan–libro: esto es
una última percepción
tan necesaria como oportuna.
Cabe destacar que en muchos países de América
Latina, después de que las propuestas descentralizadoras
aparecían como indiscutiblemente portadoras de mensajes de
democratización y desarrollo, en los últimos
años se han elevado algunas voces para prevenir contra los
efectos perversos o contra los posibles peligros de la
descentralización, pero sin duda no podemos llegar a
pensar que tal proceso produzca avatares o mejor dicho,
vicisitudes o cambios dentro de una región, y de esta
forma y en consonancia con la afirmación anterior se puede
expresar como lo indica Chi-yi Chen, "el desarrollo regional ha
muerto, viva el desarrollo regional"(Chi-yi Chen,1989:15),
podríamos indicar entonces que el proceso de
descentralización ha muerto, que viva la
descentralización, estoy haciendo referencia al autor
cuando señala que no se trata de un desarrollo regional,
sino de una nueva forma de ver el proceso de desarrollo regional
y con ello el de la descentralización; es por ello que a
nivel nacional, así como de otras naciones
latinoamericanas, la reforma administrativa es un reclamo de
todos los tiempos, ya que la sociedad, sus comportamientos y su
manera de pensar sufren modificaciones importantes de acuerdo con
el nivel de desarrollo y de conocimiento
alcanzado.
Con lo expresado anteriormente podemos indicar que "las
reformas sociales siempre encuentran opositores, quienes
defienden, por inercia o por instinto de conservación, las
estructuras tradicionales", estas estructuras tradicionales al
estar en contra del proceso de descentralización apuntan
lo siguiente como puntos críticos que pueden dañar
o desmejorar el sistema: i) los procesos descentralizadores no
tendrían otro efecto que abrir aún más las
puertas a la penetración del gran capital
multinacional, frente al cual las sociedades locales no
serían capaces de oponer mecanismos de defensa del
interés local; ii) aumentarían las desigualdades
entre los grupos y las regiones, al suprimir mecanismos centrales
de compensación; iii) el debilitamiento del control
central traería la constitución de un poder local arbitrario
frente al cual el ciudadano no tendría posibilidades de
defensa. Esto nos debería llevar a la reflexión y
pensar que ese esfuerzo que se está haciendo en pro de un
beneficio para las regiones nos permita situar la
temática, de modo que el debate se vuelva útil y
persevere en el tiempo como salida posible, y no como un simple
adorno
literal.
En la actualidad en nuestro país se habla con
insistencia de los problemas regionales, del cómo hacer
que las comunidades participen, se desarrollen, creen puestos de
trabajo, de la
ineficacia del modelo centralista que está tomando
vigencia con el gobierno actual, de la necesidad de regionalizar
la inversión pública, etc. En
conclusión todos estos problemas exigen alguna
precisión y sistematización para su
comprensión y estudio, pero una cosa es estudiar lo
regional y otra es analizar al Estado como tal, en cada caso el
análisis se realiza de manera diferente, y es por ello que
podemos conceptualizar ambos términos, en el caso de la
problemática regional, son todos aquellos problemas que
"aparecen directamente ligados al desarrollo desigual de una
formación económico-social y que están
determinados por la forma específica que asume la
organización territorial"; y en el segundo caso cuando
hacemos referencia al Estado o los problemas del mismo es cuando
a nivel regional los problemas no tienen solución, es
decir, sobrepasan la capacidad del mismo para resolverlos y por
ello recurren a instancias mayores, en este caso "se transforma
en un problema nacional que exige una resolución política en el que se
involucran las fuerzas sociales actuantes" esta
caracterización de los problemas es fundamental para poder
entender la temática a la cual estamos haciendo
referencia, es decir, entender el porqué del
análisis de la descentralización y cuales son a
grosso modo sus complicaciones o mejor dicho las ventajas o
desventajas a la hora de hacer un análisis de la
misma.
Si lo que queremos lograr a futuro es que seamos un
país que posea un nivel de desarrollo a nivel regional
estable, es decir, equitativo y con un componente de
sustentabilidad, es necesario definir desde un primer momento lo
que queremos hacer, pero como este análisis se adelanta un
poco al punto en el cual quiero hacer énfasis,
señalaré algunos aspectos importantes en cuanto al
proceso de descentralización; En este caso para dar una
premisa según Boisier "la descentralización bien
podría optar a una categoría similar en el sentido
de una apelación a rituales y recetas casi mágicas
en el plano de las relaciones políticas, y por tanto de
poder, entre el Estado y la sociedad civil", para explicar un
poco, se trata de que se contemplen funciones específicas
tanto para las regiones como para el Estado, y que dichas
funciones permitan o los guíen al desarrollo, es por ello
que dentro del proceso de descentralización es necesario
hacer énfasis en lo que podríamos llamar la
revolución
científica y tecnológica como un fenómeno
que a través de sus efectos en la esfera de la producción, de la información y del transporte
está produciendo un nuevo paisaje industrial o una nueva
geografía
industrial, es decir, se tiene que crear un parque industrial que
movilice o dinamice el aparato productivo y de esta forma genere
empleo en las
regiones.
Otro aspecto importante es el proceso de
reestructuración política del Estado y del
área administrativa, ya que de esta manera se puede
conseguir cierta estabilidad jurídica para fortalecer la
inversión, ya que la misma descentralización genera
democracia o se da mejor dicho dentro de un ámbito
democrático, y con ello generar sinergia en las regiones
y, por último, otorgarles como hice referencia
anteriormente, darle a la sociedad civil voz dentro del
ámbito de la toma de decisiones, ya que de esta manera
estaremos ampliando los espacios para autorealización y
autosustentabilidad; En conclusión podríamos decir
que una reacción social sensata es tratar de aprovechar
positivamente tales tendencias para ponerlas al servicio de
objetivos en torno a los
cuales hay poca discusión: más democracia, mejor
balance geográfico del desarrollo y más confianza
en las capacidades de la sociedad civil.
Pero el análisis de la descentralización y
su amplio espectro, si lo vemos de la forma quizá
caricaturesca como zigzagueante o para decirlo de otra forma, de
los propios vaivenes que el mismo proceso produce dentro de un
contexto de desarrollo regional es muy comprometedor, ya que el
mismo otorga libertades y a su vez reprime las acciones,
¿pero acciones tomadas por quién?, será por
la sociedad misma, será por el Estado para no verse
acorralado, para no perder el control total cuando dentro de
sí lo que reina es una visión centralista, para no
dejar de ser omnipotente y capaz de generar mecanismos de
coacción cuando se ve amenazado por problemas de
índole regional, todo esto conduce a una toma de conciencia cuando
hablamos de descentralización y es por ello que el
gobierno busca la canalización y dispersión de
estas presiones, a fin de desviarlas del aparato central del
Estado.
Es por ello que nos hemos planteado una forma de
alcanzar este objetivo y es
como lo indica Boisier "…ofrecer una instancia intermedia, es
decir, la regionalización y su aparato institucional, en
donde se diluyan algunas reivindicaciones y se logren
otras"(Boisier,1981:25), esto nos conduce a otra duda, de que
forma el Estado delega responsabilidades a instancias menores, en
donde la visión intermedia o mediatizada de los problemas
ofrezca una solución inmediata de los mismos, es
ahí cuando observamos que va aumentado paulatinamente, y
me atrevería a afirmar en el caso actual de Venezuela el
grado de centralización con que se maneja el proceso de
planificación regional, y a pesar de la tendencia o mejor
dicho de la supuesta tendencia descentralizadora que nos hacen
ver los políticos, todo ello está enmarcado dentro
de un contexto para emplear el control del desarrollo regional
como instrumento de descentralización en la toma de
decisiones; Y siguiendo con la tónica centralista el
proceso de desarrollo regional esta enmarcado dentro del paradigma del
centro hacia abajo, cosa que desfavorece a gran escala la
visión de las localidades a la hora de lograr un
desarrollo autosustentable.
Para el Estado nacional sería perjudicial, a mi
parecer, optar por mantener un control total sobre las regiones,
en principio por el díficil manejo del presupuesto que
sería asignado a cada región para su desarrollo,
tomando en cuenta que existen regiones con necesidades
prioritarias y por la imposibilidad del mismo Estado de destinar
recursos significativos a todas las áreas de
interés, este dilema pone en tela de juicio al Estado al
señalar si éste ha sido eficiente en lo que
respecta a la planificación regional, si el papel del
planificador dentro del ámbito social ha generado
beneficios a gran escala, de esta forma entraríamos en
otro campo de igual interés para el planificador regional,
cuando hacemos referencia al desarrollo
social, entendido éste como un proceso de
transformación vinculado a la ampliación de las
oportunidades de autorrealización de las personas ya sea
como individuos o como miembros de grupos. En ese sentido,
presupone una distribución determinada de los resultados
de la actividad económica y un acceso generalizado a los
servicios sociales colectivos.
Si la afirmación anterior nos conduce a realizar
una evaluación
exhaustiva acerca de cúal ha sido el papel que ha cumplido
el Estado en cuanto al desarrollo social de los individuos,
también nos guía a evaluar si el permanecer dentro
de un régimen centralista o autoritario condujese a las
regiones a alcanzar su posible desarrollo, éste
análisis nos llevaría a otros entretelones
más complicados y que más adelante, en los
capítulos siguientes podre explicar con mayor claridad, lo
importante ahora es tratar de entender todo lo que se deriva de
la planificación regional y a su vez hacia dónde
está encaminado nuestro desarrollo, si cada región
posee o ejerce un efecto de dominación sobre otras, y de
qué manera éstas, las regiones dominantes, ejercen
control sobre las más débiles y menos
influyentes.
Se puede indicar que dentro de nuestro Estado,
así como otros Estados latinoamericanos existen regiones
que ejercen ese tipo de fuerza sobre
otras, pero a nivel social, a nivel de desarrollo social, como es
visto ese efecto de dominación, es que acaso se ve
reflejado en el espejo de la política o del aspecto
económico, sería pues un poco arduo y escabroso el
camino que tendríamos que transitar para poder determinar
cúal de estos factores ejerce el mayor control, para dar
una respuesta quizá tentativa por el momento, en el caso
de la política, la descentralización otorga poder
político a las regiones, capacidad de tomar decisiones,
les otorga autonomía, en este primer caso sería
necesario "incorporar un proyecto nacional descentralizador"
(Boisier, 1995:13), y con respecto a lo económico,
sería buscar zonas de cooperatividad económica, es
decir, zonas en donde se realicen intercambios comerciales
interregionales y a su vez intraregionales, de manera que las
zonas más desposeidas se beneficien de este intercambio y
no queden excluídas del mercado nacional,
o para expresarlo de otra manera, crear zonas o ejes de
desarrollo, los cuales actúan como moderadores de las
regiones, y de esta forma establecer redes o mecanismos de
retroalimentación, donde se extraigan de
cada una las potencialidades de mercado, lo que permitiría
el poder negociar internamente y con el exterior.
Otra de las grandes oportunidades que brinda el proceso
de descentralización es que puede contribuir a mejorar la
sustentabilidad del desarrollo al posibilitar una
asignación de los recursos políticos y
económicos más equitativa, lo que podría
reducir por ende la presión
existente entre los recursos de una localidad o región y
de esta forma permitir un acceso a las comunidades locales de
tecnologías y procesos que regulen y coordinen su
formación, de esta forma se estaría alentando y
desarrollando una cultura de progreso en los
individuos.
El único problema que hasta ahora se ha
convertido en una gran molestia para los diseñadores de
esta gran obra que llamamos descentralización es el
predominio de políticas y normativas centralizadas,
indiferenciadas territorialmente, las cuales han contribuido al
debilitamiento de la identidad de
la población con sus localidades y regiones; En
oposición a esta visión de control absoluto del
poder, predomina por encima de todo la visión de
desarrollo, y se ve reflejado en las sociedades cuando comienzan
el arduo y escabroso transito de ser "sociedades rurales o
atrasadas" y pasan a ser "sociedades urbanas o modernas"(Boisier,
1992:61), esto indica que la esencia reinante dentro del pensamiento
del individuo o
los grupos organizados es darle un sentido de importancia a lo
"local", de esta forma la descentralización puede
contribuir a superar esta deficiencia, y por esa vía,
progresar en materia de
focalización de políticas sociales, que ayuden a
mejorar la calidad de vida
de la población.
Entrando un poco más en lo que podríamos
llamar desarrollo, que a su vez proviene de esa grande y compleja
estructura que llamamos descentralización, muchos autores
han querido darle sentido a lo que en realidad es la base misma
de su sustentación, y es así como Buarque sostiene:
"O desembolvimento local dentro da globaliçao é uma
resultante directa da capacidade de os autores e da a sociedade
locais se estruturarem e se mobilizarem, com base na suas
prioridades e especificidades, buscando a competitividade num
contexto de rápidas e profundas
transformaçoes".
Interpretando las palabras del autor antes mencionado,
nos hace pensar que debemos mezclar lo local con el proceso de
globalización que actualmente y de mucho
tiempo atrás está recorriendo nuestras naciones
para darles alternativas y posibilidades de desarrollo, y es como
afirma que un desenvolvimiento de lo local dentro del proceso de
globalización, es una resultante directa de las
capacidades de los autores y de las sociedades locales para que
se estructuren y se movilicen, con base en sus potencialidades
dentro de una matriz
cultural, de esta forma señala, para que las mismas
sociedades definan y exploren sus prioridades y especificidades,
buscando así más competitividad
dentro de un contexto de rápidas y profundas
transformaciones.
Esto nos indica o nos señala que no podemos
quedarnos únicamente con las posibilidades remotas que nos
brinda el proceso de descentralización, tenemos en cierta
forma que ampliar el campo visual y adoptar medidas cambiantes
que mejoren nuestra situación y de esta forma logremos
insertarnos o montarnos en ese gran tren que llamamos
globalización; Y siguiendo con esta tónica y
quizá como reflexión, es necesario sentar las bases
en las cuales nos queremos apoyar para así poder construir
un mejor panorama del que estamos palpando actualmente, y
así no poder seguir dándonos tropiezos y
sobresaltos que no nos conducen a nada, y es por ello que
podríamos llegar a pensar que nuestros gobernantes
así como muchos que ya han pasado por este tipo de
problemas que acarrea el enfrentar el proceso de
descentralización sin tener conocimientos del mismo, les
ha faltado visión de futuro y se han quedado con la mirada
corta y vacilante por muchas décadas, esperando que un
milagro los ilumine y los conduzca a la verdad, sin percatarse
que aún queda mucho trabajo por realizar.
Hay que agregar, finalmente y en relación a este
nuevo escenario contextual, que ya no es posible pretender ser
competitivo como país, con estructuras decisionales
centralizadas, y por tanto, la descentralización comienza
a ser llamada al centro del debate por consideraciones
estrictamente macroeconómicas. Ello configura, por
supuesto, una situación novedosa e imprescindible para
nuestro análisis.
Capítulo II
El
Desarrollo Regional: pilar fundamental de la Planificación
o una simple panacea literal
El Desarrollo Regional no podemos verlo como un problema
al estilo puramente Kafkiano, es decir, un problema que es visto
de manera irresoluble por todos los sentidos por
los cuales se le analice, sino más bien hay que verlo de
una manera un poco quizá más concreta y objetiva, y
es ahí donde la planificación juega un papel
fundamental dentro de un marco de múltiples opciones o
posibilidades, las cuales actúan de manera independiente,
pero siempre buscando como fin último el
desarrollo.
En este sentido, para lograr el cambio de
rumbo que se requiere para alcanzar la sostenibilidad, es
necesario incluir elementos ambientales, sociales, culturales, y
económicos en la planificación de un nuevo tipo de
progreso: el desarrollo
sostenible. La conciliación y harmonización de
las preocupaciones e intereses específicos de diferentes
grupos representa uno de los mayores desafíos de este
proceso. Sin embargo, ello puede abordarse apropiadamente a
través del desarrollo y aplicación de un enfoque
participativo con respecto a estos intereses y problemas comunes.
Como resultado, los principales sectores de la sociedad
deberán trabajar estrechamente con los gobiernos y las
organizaciones
de la sociedad civil, así como con otros sectores de la
comunidad
mundial, para construir el cimiento de la sostenibilidad a nivel
local, nacional y global.
A.- Primeros avances en Planificación
Regional.
Es claro que el origen de la planificación se
encuentra en los países socialistas, inicialmente en la
Unión Soviética, cuando el plan se utiliza para
reemplazar el mecanismo del mercado como procedimiento de
asignación de recursos y de distribución de
productos.
Este montaje les indica a los países subdesarrollados la
posibilidad igualitaria que representa la planificación,
especialmente cuando entra en crisis en 1929
la bolsa de
valores de Nueva York, lo cual produjo intensos desajustes a
nivel social, político y económico, y como lo
indica Mario Testa, la vía de la planificación es
eficaz para la transformación del atraso y la pobreza en
nuevos modelos de
riqueza y madurez.
En este primer intento por reconstruir como ha sido la
forma en que la planificación regional a cobrado
importancia en los países latinoamericanos, y examinar el
cómo estos países subdesarrollados, hoy en
"vías de desarrollo", han dado la posibilidad de estudio,
siendo estos mismos capitalistas y dependientes, y siguiendo una
trayectoria centralista, aunque podría citar el caso de
Brasil, que en
materia de desarrollo regional quizá lleve la batuta,
sólo por nombrar este caso en especial, pero que hay de
aquellos que todavía ven en el Estado central su porvenir
como nación,
es decir, un Estado con la capacidad de controlar sin mayores
problemas el desenvolvimiento de sus cúpulas, las cuales
actúan en forma continua y de manera vertical, siguiendo
un orden piramidal en cuanto a la cadena de mando.
La concepción de "Estado" como lugar de
articulación de las clases
sociales choca radicalmente con otras interpretaciones del
mismo, choca en especial con la concepción del Estado como
una representación directa y única de una clase que es,
por definición, la clase dominante, aún en la
versión atenuada de esta concepción mediante la
aceptación del concepto de "autonomía- relativa",
concepto que ha sido atribuido a las regiones como base para
lograr un posible desarrollo. Dicha autonomía relativa a
traído marcadas diferencias a nivel de gobierno, es decir,
cuando se está enmarcado dentro de un régimen
autoritario o semi-autoritario.
Pues bien, en términos que abarcan la
planificación regional y con ella el desarrollo,
encuadrado éste como resultado directo de las acciones
tomadas por los planificadores, en el ejercicio perfecto de la
profesión, sería conveniente indicar que el
resultado del "desarrollo" es que una minoría privilegiada
ha incrementado grandemente sus fortunas, mientras que aquellos
que realmente necesitan ayuda quedan más desamparados que
antes. Claro está, si el propósito del desarrollo
es brindar ayuda a aquellos que más la necesitan, cada
"región" o "distrito" dentro del país necesita su
propio desarrollo. Esto es lo que se quiere decir por un enfoque
"regional", es decir, buscar la manera de no ser tan dependientes
del Estado central.
En este sentido, el Estado, como concepto
histórico, ya no es el depositario del poder absoluto que
una clase dominante le concede, sino que existe un poder
compartido no sólo entre las clases sino entre fracciones
de las mismas con intereses conflictivos. La
administración no puede resolver los novedosos
problemas que plantea la emergente organización social. La reproducción de la sociedad en base a los
parámetros conocidos no sirve ante la crisis de
articulación que reclama una transformación de las
estructuras sociales.
Pero que papel juegan los planificadores regionales
cuando hablamos de profundizar la democracia, cuando hablamos de
mejorar el balance geográfico del desarrollo y a su vez de
incrementar la confianza en las capacidades de la sociedad civil,
en este caso es un poco más complicado el análisis,
sin embargo y como apunta J. Borja y M. Castells. "..los procesos
de democratización política y de
descentralización del Estado revalorizaron durante la
pasada década el papel de las ciudades y los gobiernos
locales. Sin embargo las limitaciones de estos mismos procesos,
los efectos sociales de las políticas de ajuste que se
añadieron a las desigualdades y marginalidades heredadas,
etc, han retrasado la emergencia de las ciudades como
protagonistas…", ese atraso evidenciado en los gobiernos
locales ha provocado ciertas diferencias y choques que se
manifiestan en las políticas adoptadas por sus
gobernantes, introduciendo de manera radical lo que hoy
podríamos llamar ingobernabilidad.
Pero introduciéndonos un poco más en el
tema de la planificación, es cierto que es estudio propio
de los planificadores el crecimiento demográfico, la
extensión de la ciudad "no legal", el peso de la marginalidad
social, el déficit de infraestructura moderna y la
debilidad de los gobiernos locales, todo ello aunado a un
condicionante como es la reestructuración o la
reorganización de las estructuras regionales y
locales.
Finalmente, la ciudad entendida no solamente como
territorio que concentra a un importante grupo humano y
una gran diversidad de actividades, sino también como un
espacio simbiótico (poder político-sociedad civil)
y simbólico (que integra culturalmente y da identidad
colectiva a sus habitantes y que tiene un valor de
marca o de
cambio hacia el exterior) se convierte en un ámbito de
respuesta posibles a los retos económicos,
políticos y culturales de nuestra época; es por
ello que los gobiernos regionales con una eficiente
planificación debería dar respuestas integradas y
no sectoriales a los problemas de empleo, educación, cultura,
vivienda, transportes, etc., y crear por supuesto la
configuración de nuevos espacios y mecanismos que
estimulen la participación política, faciliten la
relación entre administraciones y administrados y
promuevan la organización de grupos
sociales altamente preparados para desempeñar
funciones dentro de un marco de estrategia regional.
B.- Proyecto Ciudad: ¿Utopía o una
realidad de la planificación regional?.
La definición o la finalidad de un proyecto de
ciudad a futuro sólo será eficaz si se movilizan
desde hoy a los actores urbanos tanto públicos como
privados y se concreta en actuaciones y medidas que puedan
empezar a implementarse inmediatamente. Sólo así se
verificará la viabilidad del plan, se generará
confianza entre los agentes que lo promueven y se
construirá un consenso ciudadano que derive en cultura
cívica y patriotismo de ciudad.
En este sentido lo que queremos llamar como proyecto
ciudad, que lejos de ser una utopía, pasa a convertirse en
un plan
estratégico, el cual debe tener como finalidad
modificar la imagen que la
ciudad tiene de sí misma y tiene en el exterior, aparte de
mejorar la imagen como señalamos anteriormente, mejorar
los problemas
sociales que se derivan de la ineficiencia administrativa, es
decir, el mal manejo de los presupuestos.
En la medida en que este proyecto ciudad se lleve a cabo con
formalidad y una excelente planificación, estaremos dando
respuesta a las continuas sensaciones de crisis que prevalecen en
nuestras ciudades y a su vez en las comunidades que habitan en
ellas; lo que dicho proyecto promueve es el establecimiento de
la
comunicación y la capacidad de movilización y
toma de decisiones de la ciudadanía.
Todo proyecto de ciudad altamente planificado se mueve,
en consecuencia, entre las exigencias teóricas de la
competitividad y las dinámicas prácticas generadas
por la competencia entre grupos y territorios en la era de
la
globalización; de nuevo entra en juego el tema
de la globalización, que sin poder escaparse de él,
los gobiernos regionales parecen estar encaminados a continuar
dando respuestas a este proceso. Hay, y existe sin embargo, una
demanda de ciudad, la cual plantea según Borja y Castells
tres tipos de exigencias: i) De Competitividad; ii) De calidad de
vida y iii) La gobernabilidad; Dichas demandas de ciudad expresan
también una demanda de democratización, de gobierno
de proximidad (o subsidiariedad, entendida ésta como la
tendencia favorable a la participación subsidiaria del
Estado en apoyo de las actividades privadas o comunitarias), de
descentralización y desburocratización, de
participación cívica y de cooperación
social. Los autores concluyen entonces que el objetivo principal
de este proyecto ciudad o política urbana es hacer
ciudad.
Claro está que el sólo hecho de hacer
ciudad no es tarea fácil, es necesario que exista un
proyecto económico planificado, que exista cohesión
social, que haya sinergia entre los grupos, que el factor
comunicación siempre esté presente
en todos los procesos. Es por ello que al principio parece
mostrar una imagen utópica del asunto sin menospreciar los
esfuerzos que se han hecho en materia de planificación
regional, es por ello que el papel que juegan los gobiernos
nacionales en la política urbana tienden a cambiar de
naturaleza formal, es decir, no se definen tanto por su
competencia legal, así como por su competencia
económica o política. Su relación con el
gobierno local es más contractual que
jerárquica.
Dentro de la planificación regional debe existir
como finalidad última el hacer que estos proyectos de
ciudad se conviertan en ejemplos para otras zonas
geográficas, en donde prevalezca el factor asociativo, en
donde otros territorios organizados, en forma libre, voluntaria y
democrática, sometiendo la asociación al
único requisito como lo es la proximidad geográfica
(regiones contiguas), generen regiones de mayor tamaño,
denominadas estas según Boisier regiones asociativas. El
planteamiento de regiones asociativas nos permite entablar
acuerdos con otras regiones, acuerdos de tipo económico,
intercambio de tecnología, etc., lo
que facilita el intercambio comercial sin tener que depender de
la mano rectora del Estado central como regulador de la economía nacional y
regional. Como conclusión es alcanzar la independencia
regional y a su vez la independencia
política, sin caer en las pretensiones de ser otro
estado soberano.
A grandes rasgos esto de la independencia significa que
el principal problema para toda región que desee acelerar
su crecimiento o dar el salto cualitativo hacia el desarrollo,
consiste en cómo romper su relación de
dominación / dependencia, para reemplazarla por otras
modalidades, y sólo por nombrar una, cooperativas.
Esto de cooperatividad interregional conlleva al análisis
previo de establecer los parámetros por los cuales las
regiones pueden o deben tener autonomía política,
es decir, si las regiones como tales poseen leyes que les
permitan actuar dependiendo de las necesidades internas de cada
una. En un primer intento por responder dicha afirmación,
tenemos que pensar en la existencia de un proyecto nacional
descentralizador, y en un segundo aspecto, sería mediante
la creación de poder político, algo que se logra
mediante el consenso político, el pacto social, la cultura
de la cooperación y la capacidad de crear colectivamente
un proyecto de desarrollo.
Para Boisier el problema de la autonomía
política es bien clara: si los nuevos gobiernos regionales
desean ser actores verdaderamente relevantes desde el punto de
vista de un bien entendido desarrollo de sus propias regiones,
deberán crear nuevas formas de
gobierno que permitan acceder a recursos de diferente
naturaleza, pero de creciente importancia en el desarrollo, y
nombra el recurso psicosocial. Es probable que el elemento
psicosocial tenga estrecha relación con la solución
de problemas de índole relacional, pero como es posible
que el tema de la autonomía política pueda coaptar
con la problemática social y a su vez con el amplio campo
de la planificación. En otros términos, la teoría
de gobierno en el subdesarrollo
(capitalismo
dependiente, periférico, o como quiera llamárselo)
es débil, en el sentido que ninguna proposición
existente tiene el consenso requerido para formar parte del
paradigma de las ciencias
sociales .
En el caso de crear o elaborar un proyecto ciudad,
tomando en cuenta que una ciudad o las ciudades hoy día
son plurimunicipal o metropolitanas, con tendencia a estructurar
funcionalmente un espacio regional discontinuo o
asimétrico, es decir, actualmente es muy difícil
determinar la población urbana residente, ya que los
usuarios de la ciudad central pueden ser más numerosos
aún que los propios pobladores, lo que conlleva a un
riguroso examen de las ventajas o desventajas que le
acarrearía a la ciudad convertirse en eje principal de las
actuaciones político-económicas que en ella misma
se desarrollan. Dentro de este proyecto ciudad, lo más
importante a tener en cuenta es crear conciencia
democrática, y este es quizá el aspecto más
importante que deben asumir los gobiernos regionales; si bien es
cierto que es importante, también lo es el hecho de crear
o incentivar la participación ciudadana, la
cooperación social y por supuesto la integración de las políticas
urbanas.
Si bien es cierto que existe una crisis en las ciudades
con respecto a las identidades colectivas y por ende en la
participación en las instituciones representativas y en
los partidos
políticos, pero para ello es necesario crear un marco
adecuado para experimentar y desarrollar nuevas fórmulas
electorales, dejando atrás los prehistóricos
sistemas electorales, crear nuevas fórmulas de
descentralización territorial, de participación en
la gestión
y ejecución de programas o proyectos, en la
formación de centros capaces de brindar apoyo a las
comunidades para que puedan elaborar proyectos y a su vez los
lleven a cabo, de facilitar a la población en la
obtención de recursos para su desarrollo, es decir, con
esto no se pretende aumentar el índice de trabajadores que
actualmente se dedican a la economía informal, sino
más bien, en la elaboración, evaluación y
ejecución de proyectos de índole productivo, en
donde se registren beneficios y se creen puestos de trabajo, y en
la capacitación a su vez de la
población para elaborar proyectos de
inversión social, que son tan necesarios para su
desarrollo.
A este respecto no son suficientes las políticas
públicas puesto que nunca dispondrán, en el peor de
los casos, de todos los recursos necesarios ni pueden construir
unos modos de gestión adecuados a estas demandas sociales.
De todas formas no podemos apocar las intenciones que los
gobiernos regionales tienen para sus conciudadanos, de esta forma
las políticas públicas deben apoyar y estimular la
iniciativa social, y no permitir que siga prevaleciendo esta
dinámica contradictoria existente entre el
aspecto económico y el carácter social,
especialmente cuando se trata de determinar la calidad de vida de
la población.
C.- El balance geográfico del desarrollo como
punto crítico de la planificación
regional.
En este apartado podemos llegar a pensar que nos
encontramos en un punto álgido en el cual se nos
entrecruzan ciertos factores determinantes para nuestro
análisis, los cuales a su vez determinan el papel del
planificador a la hora de distribuir geográficamente las
zonas de desarrollo de una nación.
Esta visión se ha visto truncada en un primer momento y
como lo habíamos especificado anteriormente por la
característica centralista en la cual estaban sumidas
algunas naciones latinoamericanas, pero hoy en día podemos
darle un nuevo respiro y centrarnos en el papel que deben jugar
las regiones con el fin de alcanzar un posible desarrollo
dependiendo de sus potencialidades tanto económicas,
políticas y sociales.
Dichos factores que son determinantes al momento de
darle alguna explicación o significado al momento de
denotar o hacer ver como ha progresado el análisis del
balance geográfico a nivel regional, dichos factores
según Marshall Wolfe, y sin seguir un orden
específico de importancia cumplen un papel fundamental a
la hora de analizar lo regional: i) Dirigentes políticos;
ii) Planificadores y demás tecnócratas
públicos; iii) Otros burócratas; iv) Capitalistas y
empresarios; v) Gerentes y otros tecnócratas privados; vi)
Oficiales militares; vii)Jueces y abogados; viii) Dirigentes
sindicales; ix) Dirigentes de asociaciones de profesionales; x)
Propietarios de medios de
comunicación, xi) Académicos, intelectuales,
la opinión "ilustrada" en general, xii) Dirigentes y
portavoces de movimientos y organizaciones religiosas; xiii)
Dirigentes de organizaciones estudiantiles; xiv) Dirigentes e
ideólogos que rechazan la economía orientada al
mercado y el orden internacional dominante; xv) Dirigentes de
movimientos de los pobres rurales y urbanos, esta larga lista de
actores directos e influyentes dentro del proceso de desarrollo
regional está marcada por la influencia que cada uno le
inyecta al proceso, otros más otros menos, pero siempre
tratando de marcar la pauta que determine que categoría es
la más representativa dentro de este proceso el cual
determina el mejor balance geográfico que debería
poseer una región.
Dentro de este amplio marco de posibilidades que se nos
presentan tenemos que abordar las más significativas, de
manera que tendremos que vincular el problema territorial con el
paso de una sociedad heterogénea a otra más
homogénea; en ese sentido, Boisier recalca lo siguiente:
"[…] los aspectos más patentes de esta heterogeneidad
son la distribución del ingreso entre personas o sectores,
el acceso a los servicios sociales colectivos, la capacidad de
participación, igualmente diferenciada en procesos
políticos y las diferencias urbano-rurales" […] "algunos
aspectos (de esa) heterogeneidad están vinculados al
espacio geográfico y la solución del problema
implica el manejo de variables
definidas territorialmente" .
Esta característica de heterogeneidad que le
imprime el desbalance administrativo y a su vez el descontrol
gubernamental, es producto de seguir políticas
económicas en donde el Estado es el único encargado
de asignar recursos a las regiones, en otros términos
estaríamos hablando de una economía autoritaria, es
por ello que el análisis de lo regional necesita
homogeneizar la población en función de
índices con los que se comparan los promedios regionales,
y es así como en la actualidad en Venezuela se habla con
insistencia de los problemas regionales, de los problemas de la
provincia, del modelo centralista, tan ya caduco para nuestra
época, de la no participación de la
población que vive en las regiones, de la necesidad
imperiosa que tiene el gobierno de regionalizar la
inversión pública, la cual hasta ahora ha dado
pocos resultados.
Una posible solución al problema del desbalance
geográfico sería aplicar un plan
estratégico, el cual se define como un proyecto de ciudad
que unifica diagnósticos, concreta actuaciones
públicas y privadas y establece un marco coherente de
movilización y de cooperación de los actores
sociales urbanos, en esta área la planificación
tiene hasta ahora mucha tela que cortar si se trata de reordenar
el territorio sin crear disyuntiva dentro de la población,
cabe señalar que el reordenamiento regional es una idea
vieja más no caduca en nuestra época, ya que el
gobierno a pesar de sus inoperantes e ineficientes intentos de
darle respuesta a la población para así aliviar un
poco la crisis que está produciendo el exceso de
población en la región centro-norte-costera, en el
caso venezolano específicamente, ha ideado planes de
desconcentración, con la creación de ejes de
desarrollo, los cuales pretenden ubicar o desplazar un gran
número de la población, ubicadas en estas zonas
antes mencionadas, todo ello sería posible si se
destinaran fondos para la inversión y a su vez con la
creación de un parque industrial capaz de soportar este
proceso de desconcentración de la
población.
La gravedad de los problemas generados por los
desequilibrios regionales en Venezuela (estancamiento,
migraciones, marginalidad, pobreza y
deterioro ambiental) es hoy foránea a la discusión
sobre nuestro modelo de desarrollo, víctima de las
generalizaciones implantadas por el "pensamiento único"
que prevalece, el cual no concibe otras argumentaciones que las
macroeconómicas, ni otro ordenamiento social que el
producido por el "libre" mercado. El continuo deterioro de la
situación territorial del país, producto de la
irresponsabilidad de los últimos gobiernos de no tener una
política al respecto, nos ha llevado a una encrucijada que
puede ser fatal si no se actúa pronto con inteligencia y
decisión. Ello obliga a recuperar el tema y convertir su
tratamiento en una alta política del estado.
La excesiva concentración y el descuido a la
acción planificadora del Estado venezolano es una
problemática que está en la raíz de la casi
totalidad de los problemas económicos, políticos y
sociales que padecemos. En períodos anteriores la
inclinación al análisis de los fenómenos
urbano-regionales en el contexto físico, con evidente
abstracción o tratamiento insuficiente de los
parámetros económicos, sociales y ambientales y
políticos en su expresión territorial, condujo a
formular escenarios irreales e imágenes
objetivo, frustrante de sinceros esfuerzos de
planificación del territorio nacional. Surge entonces la
necesidad de profundizar el proceso de descentralización
mediante una estrategia descentralizadora. Es necesario entonces
aprovechar, a través de la descentralización, las
potencialidades del país para lograr una
distribución equilibrada y sostenible de las actividades
productivas, las inversiones y
la población en el territorio nacional.
A este respecto es necesario profundizar en la idea de
crear o fomentar una dinámica regional, basada en la
estrategia de desconcentración, la cual
privilegiará las actividades productivas de acuerdo a la
vocación y el potencial propios de cada región. De
este forma la inversión estará dirigida hacia
áreas con significativo potencial de desarrollo, haciendo
la distinción entre aquella inversión destinada a
aprovechar y mejorar el potencial de desarrollo de las regiones,
y aquella inversión destinada a mejorar las condiciones de
la población y la fuerza laboral de tal
manera que los ciudadanos puedan competir por los nuevos trabajos
que se generen en las áreas de
desconcentración.
En síntesis,
podríamos coincidir en que estamos ante una
cuestión regional cuando: "[…] estamos en presencia de
un conflicto
social (actual o potencial) de base territorial, reproductible,
cuya resolución afecte la correlación de fuerzas en
el orden nacional (directa o indirectamente), que tenga
raíces profundas en las estructuras de la sociedad civil o
nacionalidades y/o grupos étnicos relativamente
autónomos y que afecte a la sociedad en su
conjunto".
D.- La Globalización y la Planificación
Regional: dos vertientes y un mismo objetivo (el
desarrollo).
Lejos de parecer dos ideas con significados y fines
diferentes, más bien persiguen dentro de sí un
mismo fin, el desarrollo, aunque la manera de llegar a
él contengan ideas o parámetros diametralmente
opuestos. En todo caso el análisis que debemos seguir debe
estar ajustado de acuerdo a las coyunturas propias de cada
nación, en este caso específico, el venezolano,
cuyas características internas nos hacen profundizar
aún más dentro del análisis de estos
procesos, es decir, como es interpretado el proceso de
globalización dentro de la planificación regional,
y que beneficios le trae consigo para alcanzar el
desarrollo.
Uno de los factores que quizá por su
condición de catalizador de las regiones es capaz de
impulsar y promover el desarrollo en las mismas, es la
competitividad, la cual es planteada por lo que podríamos
llamar, la globalización económica, y en donde
el aspecto regional no queda excluido de sus efectos, más
bien lo integra, de manera que la competitividad ya no depende de
los recursos
naturales o energéticos de las regiones, de la base
industrial de la misma, de la posición geográfica,
de la acumulación de capital o de la voluntad
política de un estado protector, como nos quieren hacer
ver, esta basado más bien en el factor de Gobernabilidad
del territorio y en la cohesión social y en la
participación cívica de los individuos que habitan
en una región específica.
Como es bien sabido, la globalización es un
proceso multifacético, sistémico, que tiene las
características Shumpeterianas de destrucción y
creación simultánea. Apoyada en innovaciones
tecnológicas, principalmente en la microelectrónica
y en nuevas condiciones políticas, crea nuevas estructuras
políticas en una escala supranacional, debilita aquellas
de escala nacional, refuerza antiguas o nuevas estructuras a un
nivel subnacional, modifica y homogeiniza el discurso de la
política
económica en todos los países, aumenta la
incertidumbre, etc., de esta forma, plantea cambios
significativos en todas las áreas de interés, tanto
nacional como internacional, agregándole desde luego un
factor de incertidumbre a los procesos que se encuentran ligados
al mismo.
Es por ello que Jordi Borja y Manuel Castells (1997)
entran en el debate sosteniendo la importancia estratégica
de lo local como centro de gestión de lo global (piensa
global, actúa local fue la fórmula inventada por
Robert Robertson y que él mismo resumió en el
neologismo glocal) en el nuevo sistema
tecno-económico y en sus tres ámbitos principales:
el de la productividad y competitividad económicas, el de
la integración socio-cultural, y el de la
representación y gestión
políticas.
Pues bien, siguiendo la tónica que nos plantean
dichos autores es necesario indicar que dentro del aspecto
económico, el contexto territorial es ahora decisivo en la
generación de competitividad de las unidades
económicas insertas en la globalización. Por otro
lado, en un mundo de globalización de las comunicaciones, en la tan planteada "aldea global
", es esencial el mantenimiento
de identidades culturales diferenciadas a fin de estimular el
sentido de pertenencia cotidiana a una sociedad concreta, de esta
forma los gobiernos locales adquieren un papel político
revitalizado al igual que las regiones, y es por ello, que entran
en consonancia con la crisis estructural de competencias y poder
con que se encuentran los estados nacionales en el nuevo sistema
global; estados nacionales, como lo sugiriese Samuel Huntington,
"demasiado pequeños para atender asuntos globales y
demasiado grandes para atender asuntos locales".
Uno de los rasgos centrales de lo que podremos llamar
"globalización" es una reconcentración del control
de los recursos de producción y del Estado que pone
término a un período de amplia
desconcentración y, en buena medida, de
redistribución de ambos resortes de poder societal. En
este sentido el concepto de Globalización es
polisémico, es decir, con diferentes significados, desde
la generalización del acceso a la información,
hasta la integración de los mercados de
bienes,
servicios, capitales y trabajo. En este caso se considera que lo
que permitirá el desarrollo será la
globalización de las economías, pero cabe
preguntarse que sucede con aquellas naciones en donde el
bienestar de la economía es relativa, es ahí donde
radica la diferencia entre "norte" y "sur", esa brecha que va
cada día en aumento, y en donde quedan excluidos los de
menor productividad, abriéndose una distancia social
compleja.
No obstante, el papel del Estado en América
Latina ha estado determinado por la protección del
mercado interno y la promoción de esas industrias a
través de la inversión directa del público
en ella o en la infraestructura industrial relacionada
económicamente o subsidiando a consumidores y productores
dentro del mercado doméstico. Y es quizá de esta
forma que a través de la protección del mercado (y
su distorsión), como debieron haber llevado al desarrollo.
Pero no obstante si pensamos en que la Globalización es
vista como la migración
de bienes, servicios, capitales y personas más allá
de las propias fronteras, entonces ¿qué papel
podría jugar el proceso de Globalización cuando
hablamos de desarrollo regional?, de ser cierta tal
migración porque no pretender retener dichos factores
aplicando políticas que permitan el desarrollo de los
mismos y de esta manera fortalecer los vínculos entre
ellos, en respuesta a dicha afirmación podríamos
indicar que de nada serviría avanzar en la
aplicación de las políticas económicas de
ajuste, si no se fortalece la capacidad de la sociedad para
influir sobre las decisiones que afectan la vida cotidiana de las
comunidades, sobre la prestación de los servicios
públicos, sobre la educación y la
salud. Tres
factores que se encuentran estrechamente ligados al proceso de
desarrollo, pero que ni las políticas económicas ni
los planificadores regionales han logrado subsanar.
Si el sólo hecho de repensar lo global y lo
regional como entes estrechamente ligados tanto en forma como en
contenido, ya que ambos le inyectan al proceso de desarrollo esa
mágica dosis de contenido teórico, sería
inútil deducir que el pensamiento latinoamericano no es
capaz de pensar, valga la redundancia, de comprender y explicar
el devenir y los fenómenos históricos de sus
países desde América Latina, ya que dicho contenido
está pasando actualmente por una etapa de contradicciones,
es decir, ya que los actuales procesos dominantes
conceptualizados como globalización tienden precisamente a
eliminar las distancias o diferencias entre lo macro y lo micro,
entre centralidades y periferias, así como también
a la misma categoría de distancia y diferencia entre lo
propio y lo ajeno, externalidad e internalidad de los procesos.
Es por ello que no podemos desligar lo global de todos aquellos
procesos que se encuentran inherentes al mismo, si no más
bien incluirlos de manera que se haga más sencillo su
análisis e interpretaciones.
El hecho de la globalización, en cuanto paradigma
explicativo, no puede ser ignorado ni negado; como tampoco el
hito que marca y la nueva fase histórica que diseña
e interpreta. Y un regreso al modelo de expansión
económica de posguerra, basado en la posición
central del Estado-nación en los asuntos
económicos, políticos y culturales,
presupondría insostenibles regresiones intelectuales. Como
lo explica Sánchez-Parga es necesario que no exista
resistencia por parte de los procesos que ven en la
globalización un mecanismo divisorio de posibilidades que
conlleven a un posible desarrollo, y es ahí donde la
planificación regional debe extraer al máximo todas
las potencialidades que le brinda la globalización, que
aunque se presenten discrepancias están llamadas a
funcionar inevitablemente al servicio de las nuevas condiciones
de la globalización, aunque pretendan ofrecer una
vía alternativa, de escape o liberación.
En conclusión podemos indicar que la
integración tanto de los modelos de desarrollo regional
así como las diferentes conceptualizaciones que se le dan
al proceso de globalización, deben ir en concordancia con
las políticas que se adopten a nivel de regiones, es
decir, crear sinergia entre los entes responsables de alcanzar el
desarrollo regional tomando en cuenta las vertientes y la amplia
gama de posibilidades en materia económica,
política y social que le brinda el proceso de
globalización a los estados latinoamericanos,
especialmente el Estado venezolano, el cual ve actualmente a la
globalización como un obstáculo, sin tomar en
cuenta los beneficios que este proceso le podría brindar,
en todo caso, tendríamos que pensar de nuevo en la
posibilidad de crear estrategias que nos lleven al
análisis, como lo indican Borja y Castells, "pensar desde
lo global y actuar desde lo local", que en todo caso no
sería más que la moderna versión del
principio político de Aristóteles: "una teoría de lo real
para una práctica de lo posible".
En definitiva cada día parece más claro
que dentro de las perspectivas que se tienen con respecto al
proceso de globalización y planificación regional,
habría que agregar que el éxito
de las políticas tendientes a atenuar las desigualdades
existentes, por la vía del mejoramiento de la
situación de las partes más atrasadas y pobres de
cada territorio nacional, estará directamente
correlacionado con la existencia en éstas de una
organización técnica y política que les
permita desarrollar una capacidad negociadora, capacitadora y de
coordinación de manera real y efectiva, es por ello que es
necesario y eso lo veremos en el siguiente capítulo, la
necesidad imperiosa de preparar a los responsables de llevar a
cabo el desarrollo de las regiones así como de las
localidades, de una manera técnica con la finalidad de
poder evaluar y hacerle seguimiento a los diferentes programas o
proyectos que sean presentados por las comunidades a lo largo de
sus gestiones administrativas; lo que si hay que tener muy claro
es que el desarrollo no se compra ni se alquila, se hace, se
diseña, se planifica.
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