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Comprendiendo el cerebro: Una Guía Concisa para el Usuario y para el Aficionado (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

La
mente

Nuestra conceptualización moderna mantiene que la
mente es una función
del cerebro.
Así lo creemos, aunque no entendamos, con clara
precisión, los mecanismos que transforman actividad
neurotransmisora y eléctrica al nivel intracelular e
intercelular — dentro del encéfalo — en pensamientos,
ideas y acciones en la
diversidad de conceptualizaciones en que éstas se
manifiestan.

Anatomía cerebral

El cerebro humano está formado por células
llamadas neuronas, que se conglomeran en varias zonas delimitadas
que evolucionaron en distintas épocas geológicas
siguiendo el paso de la evolución filogenética de nuestra
especie. Cuando el cerebro de un antecesor génico nuestro
desarrollaba una nueva zona anatómica en su
progresión evolutiva y adaptiva, la Naturaleza no
descartaba las formaciones previas, sino que las retenía,
localizando la sección de evolución más
reciente encima de las arcaicas, ya en existencia.
Pasándola ontogénicamente a generaciones
futuras.

Para que nuestro cerebro creciera del modo que lo ha
hecho, nuestro organismo requeriría que cambios
extraordinariamente complejos sucedieran.

Cambios, algunos, que resultaron en la conversión
de nuestra estación de cuadrumana a bípeda.
Modificando, como resultado, la manera en que nuestras hembras
parían; porque para caminar en dos pies fue necesario que
la pelvis se estrechara. La conformación de nuestra
piel
también se modificó, para adaptarnos a climas
extremos.

Pero, nuestro cerebro no se constituyó, de
repente, en el órgano por nosotros hoy estudiado y hoy
conocido, sino que seguiría las líneas de la
evolución darvinista, cuyos orígenes se remontan a
un animal minúsculo de vida arbórea de la familia de
los reptiles.

Ese animal en millones y millones de años se
transformaría en mamífero, luego en antropoide y
luego en homínido, hasta llegar a nosotros.

Las partes primitivas del cerebro que aún
conservamos, continúan operando de acuerdo a un conjunto
de programas que
proceden tanto de los mamíferos — nuestros antepasados cercanos
— que habitaban las sabanas como — previo a éstos —
de los reptiles arbóreos que dieron origen a los
mamíferos.

 

Para lograr conocimiento
del cerebro es necesario entendernos a nosotros mismos, para,
entonces, poder formular
las preguntas requeridas para adquirir ese
conocimiento.

"El cerebro (se ha dicho) es el único
órgano que reflexiona sobre sí
mismo
…"

¿Por qué ese preámbulo de lograr el
auto-entendimiento para lograr captar la complejidad de un
órgano?

Porque lo que pretendemos hacer es lograr extender un
puente filosófico entre niveles del pensamiento
más abstracto y sus orígenes
físicos.

Algunas de las preguntas que nos haremos, algún
día, serán: ¿Dónde reside la religión? ¿El
gen de Dios? ¿La conciencia?
¿La verdad?

Por ello, para poder lograr estos fines debemos de
empezar con las fundaciones elementales de que el cerebro es un
órgano — evolucionado y, quizás, evolucionando en
estos mismos momentos — pero que es un órgano y nada
más.

Prosigamos

El microcosmos encefálico: El universo
orgánico e infinito que en nuestro cráneo se
asienta

En un cerebro humano existen miles de miles (billones)
de neuronas y aproximadamente diez veces más de otros
tipos de estructuras
celulares que no poseen funciones
computacionales establecidas.

Cada neurona se
conecta con las demás por medio de proyecciones, que nos
recuerdan a las ramas de los árboles, conocidas como axones y dendritas
— la mayoría de entre éstas terminando en
estructuras minúsculas llamadas sinapsis. Las sinapsis son
de especial interés,
ya que se cree que una considerable parte de la actividad del
cerebro ocurre al nivel de estas organizaciones.

Sinapsis

Por su parte, cada una de nuestros cien billones de
neuronas hace de 1 a 10.000 conexiones sinápticas con
otras neuronas. Lo que significa que el número en teoría
de los patrones de interconexiones posibles dentro de un solo
cerebro es de un 40, 000, 000, 000, 000,
000––– ó cuarenta
cuatrillones.

Para la actividad en la sinapsis, el cerebro cuenta con
sustancias químicas conocidas como neurotransmisoras de
las que, hasta ahora catalogadas, contamos cincuenta y tres,
diferentes.

En su proceso de
cambios adaptivos, el cerebro humano evolucionó de la base
hacia arriba. El más arcaico es el cerebro reptil, centro
de comando para las funciones básicas de la vida. A
éste le sigue el sistema
límbico o el cerebro paleo-mamífero que regula
memorias y
emociones y,
finalmente, el cerebro neo-mamífero o la corteza cerebral
donde residen las funciones de la abstracción y el
razonamiento.

El cerebro reptil

La parte más remota de nuestro cerebro, el
llamado "cerebro reptil" controla las tendencias básicas
que garantizan nuestra supervivencia — el deseo sexual, la
búsqueda de comida y las respuestas agresivas del tipo de
la reacción: "huye o pelea".

Esta respuesta (en inglés:
fight-flight response), asimismo conocida como la
respuesta hiperestimulada o la respuesta del estrés
agudo. Fue descrita por la primera vez por el fisiólogo
Walter Canon en el 1915.

Su teoría sostiene que los animales
reaccionan a las amenazas percibidas por medio de una descarga
general del sistema nervioso
simpático, preparándolo para que huya o se defienda
combatiendo por su vida. Esta respuesta se reconocería
más adelante como parte de un síndrome de
adaptación general que regula las reacciones al
estrés entre los vertebrados y otros
organismos.

Huye o pelea

En los reptiles, las respuestas automáticas al
objeto sexual, a la comida o al predador potencial permanecen
reflejas y programadas como fueran durante la evolución.
En nuestro caso, la corteza cerebral, con sus capacidades para
analizar opciones y seleccionar pautas de conducta
deliberadas, brinda posibilidades a nuestra especie que
están ausentes en esos animales.

Sin embargo, muchos experimentos han
demostrado que gran parte del comportamiento
humano se origina en zonas profundamente soterradas dentro
del cerebro — éstas son las mismas que hace mucho
tiempo
dirigieron los actos vitales de nuestros antepasados.

"Aun tenemos en nuestras cabezas estructuras cerebrales
muy parecidas a las del caballo y el cocodrilo", dice el
neurofisiólogo Paul MacLean, del National Institute of
Mental Health
(NIMH). De MacLean, continuaremos hablando
más adelante en este capítulo.

Nuestro cerebro primitivo de reptil, que se remonta a
más de doscientos millones de años en la
evolución de nuestro género,
aún rige y controla nuestros mecanismos para el cortejo,
el acoplamiento sexual, la búsqueda de albergue y
seleccionar líderes — lo que hace con la
participación activa de las otras regiones.

El sistema límbico o cerebro
emocional

Este representa el segundo cerebro en su
progresión durante la evolución de nuestra especie.
También se conoce como mesencéfalo o cerebro medio.
Consiste en la porción del encéfalo situada
inmediatamente debajo de la corteza cerebral, y que comprende
centros importantes como el tálamo, el hipotálamo,
el hipocampo, y la amígdala cerebral — así
llamada por su forma de almendra, y que debe de ser distinguida
de su homónima, la amígdala palatina, situada en la
faringe.

Estos centros nerviosos ya funcionaban en los
mamíferos, siendo el asiento de respuestas afectivas como
son el temor o la agresión.

 

Sistema límbico

En el ser humano, estos son los focos de la emotividad,
donde se procesan las distintas respuestas afectivas y donde se
registran penurias, angustias o alegrías.

El rol de la amígdala como centro de control de las
emociones está bien establecido. Pacientes con la
amígdala lesionada no son capaces de reconocer la
expresión de un rostro o determinar el estado de
ánimo de otra persona — en
otras palabras, tienen un déficit de empatía —
hallazgos característicos en quienes sufren del autismo y del
síndrome de Asperger.

Monos a quienes les fueran extirpadas la amígdala
manifiestan un comportamiento
social alterado. Pierden la sensibilidad para reconocer las
reglas complejas de comportamiento social en su manada. La
respuesta maternal y las reacciones afectivas frente a otros
simios asimismo se ven afectadas.

Investigadores en la Universidad de Yale, aportaron
pruebas de que
la capacidad de aprendizaje y
la memoria
requieren, igualmente, la presencia de una amígdala
intacta. Lo determinaron poniendo a unos chimpancés
delante de dos platos de comida. En uno había un bocado
tentador, mientras que el otro estaba vacío. Luego
cubrieron los cuencos. Al cabo de unos segundos se
permitió a los animales tomar uno de los recipientes
tapados. Los animales sanos tomaron sin titubeos el tazón
que contenía el apetitoso bocado, mientras que los
chimpancés con la amígdala lesionada eligieron al
azar — ya que el bocado apetitoso no había despertado en
ellos ninguna estimulación de la amígdala y por
ello tampoco lo recordaban.

Pero, como hemos indicado, los sistemas
cerebrales no funcionan de maneras aisladas o independientes de
los otros.

El sistema límbico está en constante
interacción con la corteza cerebral. Una
transmisión neural de señales
permite que el sistema límbico y el neo palio se activen
juntos, lo que permite que logremos ejercer control racional
sobre nuestras emociones, aun ante el peligro.

Hace aproximadamente cien millones de años,
época en que aparecieron los primeros mamíferos
superiores; la evolución del cerebro
simultáneamente experimentó un salto
cuántico. Por encima del bulbo raquídeo y del
sistema límbico apareció el neo palio, la
región que constituye el cerebro racional.

A los instintos, impulsos y emociones se
añadió, con esta nueva estructura, la
capacidad de pensar de forma abstracta e independiente de la
primacía del momento presente — evolucionándose
simultáneamente, la capacidad de comprender las relaciones
abstractas presentes y pasadas, con vistas al futuro, y de
desarrollar un ego consciente dotado de una compleja vida
racional y emocional.

Actualmente la corteza cerebral, la más reciente
y la más importante zona del cerebro humano, recubre y
engloba las más viejas y primitivas. Esas regiones no han
sido eliminadas, sino que permanecen subyacentes, sin ostentar
más el control total de nuestros comportamientos, pero
permaneciendo activas.

La corteza cerebral

La corteza cerebral no solamente es el área
más accesible del cerebro, sino que también
representa la más distintivamente humana. La mayor parte
de nuestro pensamiento o proyecciones, como también del
lenguaje, la
imaginación, la creatividad y
la capacidad de abstracción, dependen de esta
región específica.

Así, pues, el neo palio nos capacita no
sólo para solucionar ecuaciones de
álgebra, para aprender una lengua
desconocida, para estudiar la Teoría de la Relatividad,
para componer una sinfonía o para desarrollar un sistema
filosófico, sino que proporciona a nuestra vida emocional
una dimensión de intelectualidad abstracta.

Amor y venganza, altruismo e intrigas, arte y moral,
sensibilidad y entusiasmo van mucho más allá de los
ásperos modelos de
percepción y de comportamiento cuasi
espontáneos del sistema límbico.

Los lóbulos prefrontales y frontales juegan un
rol especial en la asimilación neocortical de las
reacciones emocionales. Como módulos de nuestras
emociones, asumen dos importantes tareas:

  • En primer lugar, moderan nuestras reacciones
    emocionales, regulando las señales procedentes del
    cerebro límbico.
  • En segundo lugar, elaboran planes de actuación
    concretos para situaciones de emergencia. Mientras que la
    amígdala del sistema límbico proporciona los
    primeros
    auxilios en situaciones de excitación extremas, el
    lóbulo pre-frontal se ocupa de la delicada coordinación de nuestras respuestas
    apropiadas.

El
concepto del
cerebro triuno: Las contribuciones de Paul
MacLean

Los trabajos del neurólogo Paul MacLean
destacaron la hipótesis original de que nuestro
cráneo contiene no uno, sino tres cerebros distintos, cada
uno representando un estrato evolutivo separado que creció
sobre la capa precedente como sucede en la formación de un
sedimento arqueológico. Él lo designó el
"cerebro triuno".

En su esquema MacLean sostiene que los tres cerebros
operan como tres computadoras
biológicas interconectadas, cada cual funcionando con su
propia inteligencia,
su subjetividad propia, su propio sentido de tiempo y espacio, y
su propia memoria.

MacLean se refiere a estos tres cerebros separados
como:

  • La neo-corteza o el cerebro
    neo-mamífero
  • El sistema límbico o
    paleo-mamífero
  • Y, el cerebro reptil, constituido por el tronco
    cerebral y el cerebelo.

Cada cerebro se conecta por medio de fibras nerviosas
con los otros dos, aunque cada uno opera como mecanismo
independiente con sus capacidades distintas.

Esta hipótesis se ha
vuelto un paradigma muy
influyente en la neurociencia, porque nos ha obligado a
reconsiderar la manera de cómo el cerebro
funciona.

Se asumía de antes, que el neo palio domina los
dos niveles inferiores. Pero, MacLean ha demostrado que este no
es el caso, y que el sistema límbico, que controla las
emociones, puede secuestrar las funciones superiores cuando la
situación lo requiere.

Es de interés que algunas tradiciones
espirituales esotéricas enseñaban hace mucho tiempo
las mismas nociones de los tres planos de la conciencia y de la
existencia de tres cerebros diferentes. George Gurdjieff
solía hacer referencia al hombre como,
"el ser con los tres cerebros".

Había un cerebro para el espíritu, uno
para el alma y otro
para el cuerpo.

Ideas similares pueden encontrarse en el platonismo, la
cábala y en muchas otras filosofías con la
asociación de: espíritu — cabeza — el cerebro
propio, el alma — el corazón,
— y el cuerpo en el abdomen.

En lo último se encuentra el paradigma de chacra
— la idea de que existen puntos por todo el cuerpo y en la
columna vertebral que constituyen nódulos de la
conciencia, relacionados en orden ascendentes de importancias, de
simples a complejos.

Aquí ofrecemos un bosquejo del cerebro triuno
como lo concibiera MacLean

  • El cerebro reptil

También conocido como el "arquipalio" o cerebro
primitivo (reptil) o cerebro basal. A éste MacLean
designó como el "Complejo-R". Que incluye el tronco
cerebral y el cerebelo, siendo el más antiguo de los
tres.

Esta área consiste de las estructuras del tronco
cerebral, la médula oblongada, el puente de Varolio, el
cerebelo, el mesencéfalo, los núcleos basales, el
globo pálido y los bulbos olfatorios.

En ciertos animales, como en los reptiles, el tronco
cerebral y el cerebelo todo lo dominan, por ello se lo conoce
como "el cerebro reptil". Este posee los mismos programas de
comportamientos que caracterizan las culebras y los
lagartos.

Este sistema es rígido, obsesivo, compulsivo,
ritualista y paranoico. Está repleto de memorias
atávicas. Continúa repitiendo los mismos
comportamientos persistentemente, nunca aprendiendo de las
experiencias vividas — correspondiendo a lo que Sri Aurobindo
llamara la Mente Mecánica.

Este cerebro, asimismo, controla los músculos, el
equilibrio y
las funciones autonómicas como son la función
cardíaca y la respiración.

De importancia adicional es que esta parte del cerebro
siempre está activa, aun durante el sueño
más profundo.

  • El Sistema Límbico (o el cerebro
    Paleo-mamífero)

En el 1952 MacLean acuñó el nombre del
"sistema límbico" para la parte media del cerebro.
También se le ha llamado el paleo-palio o el cerebro
intermedio.

Este, en conjunto con el cerebro reptil, corresponde al
cerebro de la mayoría de los mamíferos,
especialmente de los más primitivos.

El sistema límbico se involucra con las emociones
y los instintos, comer, luchar, escapar peligros y
comportamientos sexuales. MacLean ha enfatizado que todo lo que
atañe a este sistema es o agradable o desagradable. La
supervivencia misma depende en evitar el dolor y procurar el
placer.

Experimentalmente, cuando esta parte del cerebro se
estimula por medio de una descarga eléctrica leve, varias
emociones desde la rabia hasta el placer se producen, de modo
artificial, y se constatan, aunque éstas ocurren sin
estímulo visible.

Parece ser que el sistema límbico en su totalidad
surge como el asiento principal de las emociones, de la atención y de memorias cargadas de
afectos.

Fisiológicamente esta área incluye el
hipotálamo, el hipocampo y la amígdala.

En su estructura el sistema límbico, posee
amplias conexiones con el neo-córtex, lo que resulta en
que las funciones cerebrales no son ni puramente límbicas
ni puramente corticales, sino que son una mezcla de
ambas.

MacLean sugiere haber
encontrado en el sistema límbico una base física para las
tendencias al dogmatismo y a la paranoia. En otras palabras una
base biológica para la tendencia de subordinar la
razón a los sentimientos; de esa manera, racionalizando
ciertas tendencias, aunque las últimas fueran
ilógicas. Para él existen grandes peligros posibles
resultados de ese poder del sistema límbico. Como
él lo postula es que, este mamífero inferior del
sistema límbico tiende a ser el sitio desde donde emanan
nuestros prejuicios; en lugar de originarse en la neo-corteza
capaz del pensamiento abstracto y lógico.

  • La Neo-corteza

El cerebro propio, la corteza, el neo-palio asimismo
conocido como el neo-mamífero o cerebro racional.
Comprende casi la totalidad de los dos hemisferios
cerebrales.

Corresponde al cerebro de los primates y, por
consecuencia, a nosotros, ya que pertenecemos a la misma
categoría de mamíferos avanzados. Es en esta
corteza donde residen las características que distinguen
al ser humano de otros animales. MacLean se refiere a esta
región como: La madre de la invención y el padre
del pensamiento abstracto.

En el ser humano, el neo-córtex toma dos terceras
partes de la masa total del encéfalo. A pesar de que otros
animales están dotados de un área similar, las de
ellos son muy rudimentarias en estructura, complejidad y desarrollo.

La corteza se divide entre los hemisferios derecho e
izquierdo. Los famosos cerebros derecho e izquierdo. La mitad
izquierda de la corteza controla el lado derecho del cuerpo y
viceversa.

También el cerebro derecho es más
espacial, abstracto, musical y artístico; mientras que el
izquierdo es más lineal, racional y verbal.

Eso resume los tres cerebros

Sus aplicaciones

Nuestros entendimientos de nuestra naturaleza, cada vez
más se fundamentan en el estudio de las funciones de
nuestro cerebro y de sus actividades adaptivas.

De acuerdo al ganador del Premio Nobel, Gerald Edelman,
el cerebro que aquí describiéramos de modo
esquemático, se aproxima más a un sistema
ecológico que al órgano que es. Ya que sus sistemas
constituyentes están en competencia
constantes entre sí mismos, durante la totalidad de
nuestras vidas. Fenómeno que Edelman llamara "el
darvinismo neural".

En resumen

Esta síntesis
refleja los conocimientos básicos para entender esa
estructura maravillosa con la que todos debemos
familiarizarnos.

Ahora: Usémoslo… Y usémoslo
bien…

Bibliografía

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    History of the Pioneers and their Discoveries

    Oxford
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    History of Explorations into Brain Function

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  • Larocca, F. E. F: (2007)
    ¡Médico…! en varios portales del
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  • Larocca, F. E. F: (2008) La Neurociencia del
    Ego
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  • Solms, M: (2002) The Brain and the Inner World: An
    Introduction to the Neuroscience of Subjective Experience

    Other Press

 

Dr. Félix E. F. Larocca

Partes: 1, 2
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