La evaluación en contextos significativos:paradigma cuantitativo vs paradigma cualitativo
Resumen:
Este ensayo pone de
presente ciertas prácticas que se dan o pueden darse en el
aula cuando se intencionan evaluaciones desde paradigmas
cuantitativos y cualitativos.
Distintas formas de ver la evaluación
que pueden derivar a su vez en dinámicas particulares al
interior del sistema
educativo. Por un lado se expone la percepción
que el autor tiene de la evaluación de acuerdo a su
práctica docente, lo que lleva a considerar a la
generalidad de las instituciones
escolares dentro de un paradigma
cuantitativo.
Se propone establecer los alcances de una
evaluación, que además de cualitativa, se espera
sea construida desde los estudiantes, donde estos son
protagonistas de un proceso que
intenta una transición desde la heteronomía a la
autonomía. Se toma como referente el aprendizaje
significativo, en función de
validar los conocimientos que el estudiante puede llevar al aula,
y que lo hacen importante, buscando generar en estos posiciones
reflexivas de sus realidades.
Palabras Clave: Evaluación, paradigma
cualitativo y cuantitativo, aprendizaje,
examen, alternativa, relaciones.
Introducción
La evaluación desde un paradigma cuantitativo
domina la escena escolar dejando el estudiante al margen, aun
cuando él debiera ser el centro de la misma.
Exámenes memorísticos que se postulan
objetivos,
juicios de valor
cuantitativos que por numéricos reclaman validez,
profesores rígidos que utilizan la evaluación como
objeto de poder, han
dejado huella en los estudiantes y una cultura de la
evaluación por la evaluación, como si esta sirviera
a sus propios fines.
Lo anterior es evidente principalmente en lo que Vain
(2000:) denomina el currículo oculto; así las
instituciones escolares son ejemplo de practicas evaluativas que
muestran a estudiantes y profesores poniendo en juego sus
cartas. Lanzar
la mejor en el momento adecuado es importante para ganar;
las apuestas más altas se dan, durante los periodos en los
cuales se realizan exámenes parciales o finales, que
asumen un valor totalizante, asumiendo quizás que el
resultado numérico de una prueba da una media
inequívoca del estado
cognitivo del estudiante, por lo que se podría pensar que
se hace uso indiscriminado de calificar y evaluar.
Se observa así, un contexto con situaciones
conflictivas, tales como discusiones, fuertes llamados de
atención, ánimos caldeados, sonrisas
amables que buscan consideración, telefonemas de padres
preocupados, charlas informales entre coordinador y profesores en
relación con los resultados de las pruebas
escritas, decisiones administrativas en los consejos de
evaluación, en fin, hechos que terminan restando valor
pedagógico a la evaluación
¿Pero quién gana en todo esto ?
Quizás la mayoría pierde. El estudiante por cuanto
la calificación toma un valor tan alto, que la
discusión crítica, el disfrutar del descubrimiento,
la capacidad de sorprenderse con lo que hasta ese momento era un
misterio y otras, que hacían de la escuela un lugar
ideal para el disfrute y el juego, pierde ese carácter socializante y sobre todo
lúdico.
Paralelamente, hay un efecto concomitante cuando la
evaluación se convierte en una forma de castigo, cuando no
se aprueba la asignatura,
el bimestre o el año y por supuesto con el efecto,
expresado en situaciones conflictivas de índole personal,
familiar y social. Así, para el estudiante la
calificación se vuelve su ser y su nada, una
cosmovisión escolar,
desde dónde explicar la razón de estar en la
escuela.
Por supuesto pierde el docente, quien utiliza la
evaluación para diversos fines y quizás el
pedagógico es el menos favorecido. Entre otros, se utiliza
como forma de selección,
es decir con un fin clasificatorio; este último
quizás el que genera un valor, si se le puede decir,
agregado, por cuanto el docente termina siendo instrumento de
discriminación del sistema,
estimando necesario que unos ganen, los capaces y otros pierdan,
lo menos favorecidos. De esta forma es posible establecer un
paralelo con la biología, cuando
Darwin propone
utilizar el concepto de
selección natural, de allí que Niño (2000)
en su artículo la evaluación docente en las
políticas evaluativas y la
administración institucional, refiriéndose
a la evaluación, anota que:" llega a ser, incluso,
mecanismo de selección para justificar la exclusión
y la negación de oportunidades, haciendo parte de una
especie de "Darwinismo Social" …"
Claro, también se afecta el aprendizaje,
pues un estudiante que memoriza y reproduce en un examen,
adquiere una relación con el
conocimiento completamente utilitaria e instrumental. Es una
relación que deja de lado la reflexión, la
crítica y la reconstrucción de saberes. Por
supuesto es un aprendizaje que carece de significado, en la
medida en que tanto el examen como la planeación
de los contenidos vienen prediseñados y el estudiante se
relaciona con los contenidos en forma mecánica, lo cual se puede expresar en
respuestas simuladas, pensadas según lo que el maestro
espera, de allí que Vain (2000) citando a Foucualt diga :
… "la superposición de las relaciones de poder y saber
asumen en el examen su máximo poder"
En este orden de ideas, se tiene expresado en nuestro
sistema educativo un paradigma que se caracteriza por sustraer al
estudiante de las formas de evaluación. Es decir responde
a una forma de ver la realidad y de explicarla, donde se estudia
al objeto sin que éste ni quien lo estudia se relacionen,
tal como se pretende desde el paradigma cuantitativo, lo que trae
como consecuencia que instrumentos de evaluación, como la
prueba escrita, adquieran una connotación positivista y
protagonista en los procesos de
evaluación. En conformidad Suárez (2000) dice "En
este paradigma no está el estudiante presente como sujeto
sino como tercera persona, como
objeto atemporal de análisis y descripción por parte del evaluador en
relación con parámetros previamente
establecidos"
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