- La fecha
natal - Sus
progenitores - La
familia Alvear - El
manuscrito de doña Joaquina - La
tradición oral - Testimonios que
pretendidamente hacen referencia a una herencia
indígena - Racismo y culto
al héroe - Inconclusión
- Bibliografía
Introducción
Sobre la vida del libertador de Argentina, Chile y
Perú, al igual que sobre otros personajes
históricos, se levantan una serie de vacíos, e
incluso incongruencias, en gran parte explicables por la carencia
de documentos que,
por una u otra causa, han desaparecido o no han sido hallados.
Hemos tratado, en un anterior trabajo, sobre
la enigmática carta del 29 de
agosto de 1822, conocida como la Carta de
Lafond, que constituye uno de los grandes enigmas en la vida de
San Martín, por las implicancias que suelen atribuirse a
su conducta frente a
este documento. Asimismo, en otro estudio, tratamos lo que
denominamos «el affaire Columbres Mármol», lo
que es muy importante conocer porque hay que estar prevenido
contra la falsificación de documentos llevada a cabo
persiguiendo un objetivo u
objetivos
determinados.
En este trabajo trataremos acerca de dos temas que,
reconozcámoslo desde el comienzo, no poseen la gravedad o
trascendencia que les están proporcionando algunos
historiadores y otros estudiosos, que sin tener esa
profesión, sin embargo, es justo también reconocer,
se han interesado por el personaje tratando de desmitificarlo y
obtener una imagen más
humana. Nos estamos refiriendo a la fecha de nacimiento y a los
progenitores de don José de San Martín.
Hemos señalado que consideramos que estos temas
no poseen la relevancia que pretenden algunos investigadores,
pero ello no significa que no merezcan ser analizados con suma
objetividad, utilizando las fuentes
primarias adecuadamente e intentar obtener algunas conclusiones.
Es cierto que su determinación en nada va a modificar lo
que sabemos acerca de San Martín, por lo menos no en lo
sustantivo. Esto es plenamente válido fundamentalmente en
lo que se refiere a la fecha del nacimiento.
En cuanto a la problemática referente a los
progenitores consideramos que incluso de llegar a probarse que
sus verdaderos progenitores no fueron Juan de San Martín y
Gregoria Matorras sino Diego de Alvear y Ponce de León y
la indígena guaraní Rosa Guarú, esto no
variaría tampoco sustancialmente lo que sabemos sobre la
vida, pensamiento y
obra de San Martín. Es necesario tener presente, algo que
se suele obviar o minimizar, que San Martín vivió
muy pocos años de su primera infancia en
suelo
americano. Que vivió, se educó y actuó como
un blanco español,
más allá de su tez un tanto morena (y de paso
recordemos que el blanco español no es el tipo rubio). Que
el haber pasado su infancia, juventud y
parte de su adultez en España al
lado de su auténtica familia tuvo que
marcarlo en forma indeleble como cualquier círculo
familiar condiciona a cualquier ser humano. Tener en cuenta que
al radicar en España, haber seguido la carrera militar, lo
cual era tradición familiar, y haber servido en el
ejército español y haber participado en acciones
contra ingleses, franceses y moros, tuvo que dejar una impronta
imborrable y que explica gran parte de su accionar tanto en el
viejo como en el nuevo mundo, antes y después de la gesta
emancipadora. Recordemos que San Martín permaneció
en América
tan solo doce años (1812-1824), los que le bastaron para
convertirse en el libertador de Argentina, Chile y Perú.
Regresó a Europa en 1824 y
allí moriría en 1850, es decir permaneció
veintiséis años de su vida. Si añadimos a
estos veintiséis años los veintinueve de su primera
estadía nos encontraremos que de los setenta y dos
años que vivió San Martín, cincuenta y cinco
de éstos transcurrieron en el viejo mundo. Esto es algo
sobre lo que también se suele minimizar para centrarse tan
solo en su etapa americana, que innegablemente es la de mayor
trascendencia histórica, pero ello no puede ser
óbice para desconocer su raigambre europea, de una Europa
de fines del siglo XVIII y de la primera mitad del XIX, que
políticamente tiene un gran significado y que en gran
parte explica su ideología política y su
accionar en este campo y en el militar durante su etapa
americana. San Martín es un hijo de su tiempo y de su
entorno familiar y cultural. Esto está por encima de
cualquier influencia genética,
más allá de quienes fueron sus padres
biológicos. Sabemos que la influencia de lo socio-cultural
en el ser humano es mucho más importante que lo
estrictamente biológico, sin desconocer ni desdeñar
la influencia de esto último. El canciller argentino
Rafael Antonio Bielsa con motivo de la condecoración de la
canciller de Colombia,
doña Carolina Barco Isakson, con la Orden del Libertador
General San Martín, el 29 de octubre del 2004,
señaló que, paradójicamente, podía
considerarse al libertador y padre de la patria "un personaje
que a los argentinos puede resultarnos, a fuerza de
ciertas insistencias escolares, paradójicamente invisible
y desconocido". En ese breve discurso habla
las cuatro personas que se aparecen distintas bajo la
personalidad única de don José de San
Martín: el niño correntino que se va de su "patria"
natal con apenas ocho años; el San Martín cuya
niñez y juventud transcurre en y al servicio de
España; el San Martín trascendente de
actuación político-militar en Sudamérica; y,
por último, el San Martín auto exiliado en Francia.
Otro aspecto criticable en la polémica surgida en
torno a estos
temas es la reaparición del culto al héroe,
fundamentalmente en lo que concierne al tema de los progenitores.
Resulta difícil de aceptar que aún se pretenda
considerar tabú a ciertos personajes. Y esto no
sólo vale para este polémico tema, sino sobre
ciertos rasgos de la personalidad
del libertador, sobre posiciones políticas,
decisiones trascendentes de su vida, como su retiro del
Perú o su apoyo al dictador Rosas frente a la
posición que éste adoptó frente a Inglaterra y
Francia. Por no señalar la aún sobreviviente
inquina entre sanmartinianos y bolivarianos que la encontramos no
solo entre historiadores de ambas nacionalidades.
Todo esto es lo que nos ha impulsado a divulgar esta
problemática y tratar de que sea conocida no desde una
posición concreta sino presentándola desde las
diversas argumentaciones que se esgrimen, tratando de obtener una
mejor comprensión de los temas en discusión y
poder llegar a
ciertas conclusiones válidas de acuerdo a la documentación fidedigna de la cual se
dispone. Consideramos que los historiadores interesados en estos
temas deben preocuparse por hallar la verdad más
allá de los prejuicios, de los temas tabúes. Debe
tenerse la convicción que conocer la verdad de hechos
supuestamente afrentosos en nada alteraran la grandeza de un
personaje histórico, máxime si esos hechos no
tienen nada que ver con su conducta, la cual es la que realmente
habla de la estatura moral de un
personaje.
La
fecha natal
En 1935 don José Pacífico Otero
publicó una obra titulada "El año natal de San
Martín". Con la maestría que lo caracterizara, don
José Pacífico trató con meticulosidad este
tema, que luego tocaría en otras de sus obras dedicadas al
libertador. También lo analizó don Augusto Barcia
Trelles, en su "José de San Martín en
España" (1941), en el capítulo II titulado
Dónde y cuándo nació San Martín (Tomo
II de Antecedentes para estudiar la personalidad y la obra de
José de San Martín). Como se puede apreciar de esta
referencia a estos clásicos historiadores de San
Martín, el problema no es nada novedoso. Aunque la fecha
de 25 de febrero de 1778 como la del nacimiento de San
Martín ha adquirido casi unánime aceptación,
considerándosela como una fecha realmente documentada
históricamente, cuando en verdad no lo es.
José Francisco de San Martín y Matorras
nació en el pueblito de Yapeyú, en aquellos tiempos
perteneciente a la provincia de Misiones (actual provincia de
Corrientes), en el sétimo decenio del siglo XVIII. La
fecha tradicional le atribuye como fecha de nacimiento el 25 de
febrero de 1778, pero realmente se sabe que no existe base
documentaria que respalde esta fecha porque como tal no puede
invocarse una supuesta partida de bautismo inexistente que es
citada, en estos últimos tiempos, por la historiadora
Patricia Pasquali. De acuerdo a este, por decir lo menos,
enigmático e inexistente documento, José Francisco
fue bautizado por el padre Francisco Pera, párroco de
Yapeyú. Según la misteriosa acta se trataba de "un
párvulo blanco" e "hijo legítimo" de Juan de San
Martín y de Gregoria Matorras. Este documento fue
encontrado, según versión del sacerdote dominico
Saldaña Retamar, en la Curia de Buenos Aires,
como una copia del supuesto documento original de Yapeyú.
Para envolver en más misterio el supuesto hallazgo que
ponía punto final a la fecha del nacimiento de José
Francisco, el edificio donde se encontraba el documento
desapareció, en 1955, como consecuencia de un incendio
aparentemente intencionado fruto del enfrentamiento entre la
Iglesia
Católica y el gobierno de
Perón.
La historia de este
fantasmagórico documento realmente se retrotrae a
septiembre de 1921, fecha en la cual Fray Reginaldo de la Cruz
Saldaña Retamar la publica en la revista
Ensayos y
Rumbos. Dicha publicación fue de lo más informal,
por decir lo menos. No se tuvo en cuenta los requisitos
mínimos que se exigen para la publicación de un
documento histórico, toda vez que no aportaba ninguna
referencia al manuscrito que, supuestamente, debió servir
de base para su transcripción. Era ostensible que se
estaba frente a una superchería. Sin embargo, los
más desprevenidos la aceptaron como un documento realmente
histórico y es por ello que en 1950 es nuevamente
reproducida por Virgilio Martínez de Sucre en "La educación del
Libertador San Martín". En 1961 el dominico Rubén
González vuelve a hacer mención de ella, nada menos
que en una conferencia dada
en el Convento de Santo Domingo, muy probablemente tomada de la
obra de Virgilio Martínez de Sucre.
El documento de marras es el siguiente:
"En veinte y seis días del mes de febrero de
mil setecientos y setenta y ocho años, yo el infrascripto,
fray Francisco de la Pera, Orden de Predicadores, cura doctrinero
del pueblo de Ntra. Sra. de los Reyes de Yapeyú, misiones
del Uruguay,
bauticé, puse óleo y crisma al párbulo
blanco Franc. Josseph, nacido en el día de ayer, hijo
legítimo del capitán y teniente gobernador de este
departamento y su jurisdicción por S. Mag. (q. D. gde.)
don Juan de San Martín, natural de villa de Cervatos, en
el reino de León, y de doña Gregoria Matorras,
natural de Buenos Aires. Fueron sus padrinos, don
Cristóbal Aguirre y doña Josefa de Matorras, a
quienes advertí de su cognación espiritual. Por
verdad firmo"
Fray Francisco de la Pera.
Obtenido en el Convento de Buenos Aires de la Orden
de Predicadores por Fray Reginaldo de la Cruz
Saldaña.
Referente a este imaginario documento, toda vez que
nunca se habló y mucho menos se mostró el original,
en realidad tenemos que hablar de una supuesta copia de un
pretendido documento histórico, el cual a todas vistas
carece y careció de existencia real. Queda por determinar
quién fue el padre de esa patraña. ¿La
responsabilidad sólo recae sobre Fray
Reginaldo de la Cruz Saldaña Retamar? Por lo menos podemos
inferir que el objetivo era dar una base documental a la fecha
tradicional del nacimiento de San Martín. Su
elaboración no debió resultar difícil toda
vez que era relativamente fácil determinar quien
debió ser el sacerdote que bautizó a José
Francisco, partiendo del supuesto que Yapeyú fuera el
lugar de su nacimiento y que el nacimiento se hubiera producido
entre 1777 y 1778, cosa que tampoco goza de la unanimidad de
opinión de los estudiosos, aunque valgan verdades es mucho
menor la discusión sobre este punto
En un trabajo de la Orden Predicadores – Provincia
Argentina, presentado en el Primer Congreso Internacional
Sanmartiniano, Buenos Aires, 1978, con el título "El padre
Francisco Cano de la Pera O.P. bautizador del general San
Martín", publicado en las Actas I, Buenos Aires, 1979, pp.
399-412, se trata con mucha meticulosidad la vida del padre
Francisco Cano de la Pera, a quien se le reconoce como el
bautizador del libertador. Después de historiar la
actuación de las órdenes religiosas que
reemplazaron a los jesuitas en
las treinta misiones guaraníes (dominicos, franciscanos y
mercedarios) se señala que el 19 de julio de 1768 la Orden
dominicana tomaba a su cargo Yapeyú. Precisan que Juan de
San Martín, que había llegado a Buenos Aires en
1764, en mayo del año siguiente era destinado a la Banda
Oriental con el cargo de comandante de los partidos de las
Víboras y de las Vacas. Él fue el funcionario real
encargado de hacer cumplir la orden de expulsión de la
Compañía de Jesús, en julio de 1767,
razón por la cual a su cargo estuvo la incautación
y posterior administración de la gran estancia de la
Calera de las Vacas, situada en el partido de este nombre, que
pertenecía al colegio de Nuestra Señora de
Belén, de la capital del
Plata, y más tarde se denominará Real Calera de las
Vacas y también Calera de las Huérfanas. El 1 de
abril de 1769 don Juan de San Martín era nombrado ayudante
mayor de la Asamblea de Infantería de Buenos Aires. El 1
de octubre de 1770 contraía enlace, por poder, en esta
ciudad, con Gregoria Matorras. En cuanto al nacimiento y bautizo
de los tres primeros hijos del matrimonio San
Martín-Matorras, leemos en el trabajo que
estamos siguiendo casi al pie de la letra:
"En la Real Calera de las Vacas verían la
luz los tres
primeros hijos del matrimonio. El 18 de agosto de 1771
nacía la primogénita, María Elena, y el 20
la bautizaba el dominico Francisco Cano de la Pera,
capellán de la estancia. Según expresa don Juan en
una solicitud al obispo de la Torre, en ocasión de su
visita a la Real Calera de las Vacas en noviembre de 1772, el
padre Cano de la Pera le dio certificado, que él
entregó al Pbro. Manuel de Salazar, cura interino de la
parroquia de las Víboras, en cuya jurisdicción se
encontraba la estancia, pero no fue asentado en los libros
parroquiales. Por lo cual el dominico debió extender una
nueva constancia un año después, el 19 de agosto de
1772, la que asentó en el libro
correspondiente el secretario de la visita episcopal, Pbro.
Hermenegildo de la Rosa, el 26 de noviembre, devolviéndole
el original a don Juan. El segundo hijo, Manuel Tadeo, nacido el
28 de octubre de 1772, recibió el bautismo el 9 de
noviembre, de manos del obispo de la Torre, que hacía su
primera y última visita pastoral a los pueblos de la otra
banda y que había llegado a la Real Calera el día
anterior. … El tercer vástago, Juan Fermín
Rafael, que vino al mundo el 5 de febrero de 1774, fue bautizado
al día siguiente por el mayordomo del obispo de la Torre,
Pbro. Juan Rodríguez Cisneros. No resulta fácil
establecer si éste se encontraba de casualidad en la Real
Calera o si su presencia respondía a otro móvil,
que pudo ser la amistad personal o un
encargo del diocesano, que en abril de 1773 había viajado
a Charcas para asistir al concilio a celebrarse en aquella
ciudad, de donde no regresaría, pues falleció
allí el 20 de octubre de 1776".
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