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San Martín. En torno a sus orígenes




Enviado por Jorge G. Paredes M.



Partes: 1, 2, 3

    1. La fecha
      natal
    2. Sus
      progenitores
    3. La
      familia Alvear
    4. El
      manuscrito de doña Joaquina
    5. La
      tradición oral
    6. Testimonios que
      pretendidamente hacen referencia a una herencia
      indígena
    7. Racismo y culto
      al héroe
    8. Inconclusión
    9. Bibliografía

    Introducción

    Sobre la vida del libertador de Argentina, Chile y
    Perú, al igual que sobre otros personajes
    históricos, se levantan una serie de vacíos, e
    incluso incongruencias, en gran parte explicables por la carencia
    de documentos que,
    por una u otra causa, han desaparecido o no han sido hallados.
    Hemos tratado, en un anterior trabajo, sobre
    la enigmática carta del 29 de
    agosto de 1822, conocida como la Carta de
    Lafond, que constituye uno de los grandes enigmas en la vida de
    San Martín, por las implicancias que suelen atribuirse a
    su conducta frente a
    este documento. Asimismo, en otro estudio, tratamos lo que
    denominamos «el affaire Columbres Mármol», lo
    que es muy importante conocer porque hay que estar prevenido
    contra la falsificación de documentos llevada a cabo
    persiguiendo un objetivo u
    objetivos
    determinados.

    En este trabajo trataremos acerca de dos temas que,
    reconozcámoslo desde el comienzo, no poseen la gravedad o
    trascendencia que les están proporcionando algunos
    historiadores y otros estudiosos, que sin tener esa
    profesión, sin embargo, es justo también reconocer,
    se han interesado por el personaje tratando de desmitificarlo y
    obtener una imagen más
    humana. Nos estamos refiriendo a la fecha de nacimiento y a los
    progenitores de don José de San Martín.

    Hemos señalado que consideramos que estos temas
    no poseen la relevancia que pretenden algunos investigadores,
    pero ello no significa que no merezcan ser analizados con suma
    objetividad, utilizando las fuentes
    primarias adecuadamente e intentar obtener algunas conclusiones.
    Es cierto que su determinación en nada va a modificar lo
    que sabemos acerca de San Martín, por lo menos no en lo
    sustantivo. Esto es plenamente válido fundamentalmente en
    lo que se refiere a la fecha del nacimiento.

    En cuanto a la problemática referente a los
    progenitores consideramos que incluso de llegar a probarse que
    sus verdaderos progenitores no fueron Juan de San Martín y
    Gregoria Matorras sino Diego de Alvear y Ponce de León y
    la indígena guaraní Rosa Guarú, esto no
    variaría tampoco sustancialmente lo que sabemos sobre la
    vida, pensamiento y
    obra de San Martín. Es necesario tener presente, algo que
    se suele obviar o minimizar, que San Martín vivió
    muy pocos años de su primera infancia en
    suelo
    americano. Que vivió, se educó y actuó como
    un blanco español,
    más allá de su tez un tanto morena (y de paso
    recordemos que el blanco español no es el tipo rubio). Que
    el haber pasado su infancia, juventud y
    parte de su adultez en España al
    lado de su auténtica familia tuvo que
    marcarlo en forma indeleble como cualquier círculo
    familiar condiciona a cualquier ser humano. Tener en cuenta que
    al radicar en España, haber seguido la carrera militar, lo
    cual era tradición familiar, y haber servido en el
    ejército español y haber participado en acciones
    contra ingleses, franceses y moros, tuvo que dejar una impronta
    imborrable y que explica gran parte de su accionar tanto en el
    viejo como en el nuevo mundo, antes y después de la gesta
    emancipadora. Recordemos que San Martín permaneció
    en América
    tan solo doce años (1812-1824), los que le bastaron para
    convertirse en el libertador de Argentina, Chile y Perú.
    Regresó a Europa en 1824 y
    allí moriría en 1850, es decir permaneció
    veintiséis años de su vida. Si añadimos a
    estos veintiséis años los veintinueve de su primera
    estadía nos encontraremos que de los setenta y dos
    años que vivió San Martín, cincuenta y cinco
    de éstos transcurrieron en el viejo mundo. Esto es algo
    sobre lo que también se suele minimizar para centrarse tan
    solo en su etapa americana, que innegablemente es la de mayor
    trascendencia histórica, pero ello no puede ser
    óbice para desconocer su raigambre europea, de una Europa
    de fines del siglo XVIII y de la primera mitad del XIX, que
    políticamente tiene un gran significado y que en gran
    parte explica su ideología política y su
    accionar en este campo y en el militar durante su etapa
    americana. San Martín es un hijo de su tiempo y de su
    entorno familiar y cultural. Esto está por encima de
    cualquier influencia genética,
    más allá de quienes fueron sus padres
    biológicos. Sabemos que la influencia de lo socio-cultural
    en el ser humano es mucho más importante que lo
    estrictamente biológico, sin desconocer ni desdeñar
    la influencia de esto último. El canciller argentino
    Rafael Antonio Bielsa con motivo de la condecoración de la
    canciller de Colombia,
    doña Carolina Barco Isakson, con la Orden del Libertador
    General San Martín, el 29 de octubre del 2004,
    señaló que, paradójicamente, podía
    considerarse al libertador y padre de la patria "un personaje
    que a los argentinos puede resultarnos, a fuerza de
    ciertas insistencias escolares, paradójicamente invisible
    y desconocido".
    En ese breve discurso habla
    las cuatro personas que se aparecen distintas bajo la
    personalidad única de don José de San
    Martín: el niño correntino que se va de su "patria"
    natal con apenas ocho años; el San Martín cuya
    niñez y juventud transcurre en y al servicio de
    España; el San Martín trascendente de
    actuación político-militar en Sudamérica; y,
    por último, el San Martín auto exiliado en Francia.

    Otro aspecto criticable en la polémica surgida en
    torno a estos
    temas es la reaparición del culto al héroe,
    fundamentalmente en lo que concierne al tema de los progenitores.
    Resulta difícil de aceptar que aún se pretenda
    considerar tabú a ciertos personajes. Y esto no
    sólo vale para este polémico tema, sino sobre
    ciertos rasgos de la personalidad
    del libertador, sobre posiciones políticas,
    decisiones trascendentes de su vida, como su retiro del
    Perú o su apoyo al dictador Rosas frente a la
    posición que éste adoptó frente a Inglaterra y
    Francia. Por no señalar la aún sobreviviente
    inquina entre sanmartinianos y bolivarianos que la encontramos no
    solo entre historiadores de ambas nacionalidades.

    Todo esto es lo que nos ha impulsado a divulgar esta
    problemática y tratar de que sea conocida no desde una
    posición concreta sino presentándola desde las
    diversas argumentaciones que se esgrimen, tratando de obtener una
    mejor comprensión de los temas en discusión y
    poder llegar a
    ciertas conclusiones válidas de acuerdo a la documentación fidedigna de la cual se
    dispone. Consideramos que los historiadores interesados en estos
    temas deben preocuparse por hallar la verdad más
    allá de los prejuicios, de los temas tabúes. Debe
    tenerse la convicción que conocer la verdad de hechos
    supuestamente afrentosos en nada alteraran la grandeza de un
    personaje histórico, máxime si esos hechos no
    tienen nada que ver con su conducta, la cual es la que realmente
    habla de la estatura moral de un
    personaje.

    La
    fecha natal

    En 1935 don José Pacífico Otero
    publicó una obra titulada "El año natal de San
    Martín". Con la maestría que lo caracterizara, don
    José Pacífico trató con meticulosidad este
    tema, que luego tocaría en otras de sus obras dedicadas al
    libertador. También lo analizó don Augusto Barcia
    Trelles, en su "José de San Martín en
    España" (1941), en el capítulo II titulado
    Dónde y cuándo nació San Martín (Tomo
    II de Antecedentes para estudiar la personalidad y la obra de
    José de San Martín). Como se puede apreciar de esta
    referencia a estos clásicos historiadores de San
    Martín, el problema no es nada novedoso. Aunque la fecha
    de 25 de febrero de 1778 como la del nacimiento de San
    Martín ha adquirido casi unánime aceptación,
    considerándosela como una fecha realmente documentada
    históricamente, cuando en verdad no lo es.

    José Francisco de San Martín y Matorras
    nació en el pueblito de Yapeyú, en aquellos tiempos
    perteneciente a la provincia de Misiones (actual provincia de
    Corrientes), en el sétimo decenio del siglo XVIII. La
    fecha tradicional le atribuye como fecha de nacimiento el 25 de
    febrero de 1778, pero realmente se sabe que no existe base
    documentaria que respalde esta fecha porque como tal no puede
    invocarse una supuesta partida de bautismo inexistente que es
    citada, en estos últimos tiempos, por la historiadora
    Patricia Pasquali. De acuerdo a este, por decir lo menos,
    enigmático e inexistente documento, José Francisco
    fue bautizado por el padre Francisco Pera, párroco de
    Yapeyú. Según la misteriosa acta se trataba de "un
    párvulo blanco" e "hijo legítimo" de Juan de San
    Martín y de Gregoria Matorras. Este documento fue
    encontrado, según versión del sacerdote dominico
    Saldaña Retamar, en la Curia de Buenos Aires,
    como una copia del supuesto documento original de Yapeyú.
    Para envolver en más misterio el supuesto hallazgo que
    ponía punto final a la fecha del nacimiento de José
    Francisco, el edificio donde se encontraba el documento
    desapareció, en 1955, como consecuencia de un incendio
    aparentemente intencionado fruto del enfrentamiento entre la
    Iglesia
    Católica y el gobierno de
    Perón.

    La historia de este
    fantasmagórico documento realmente se retrotrae a
    septiembre de 1921, fecha en la cual Fray Reginaldo de la Cruz
    Saldaña Retamar la publica en la revista
    Ensayos y
    Rumbos. Dicha publicación fue de lo más informal,
    por decir lo menos. No se tuvo en cuenta los requisitos
    mínimos que se exigen para la publicación de un
    documento histórico, toda vez que no aportaba ninguna
    referencia al manuscrito que, supuestamente, debió servir
    de base para su transcripción. Era ostensible que se
    estaba frente a una superchería. Sin embargo, los
    más desprevenidos la aceptaron como un documento realmente
    histórico y es por ello que en 1950 es nuevamente
    reproducida por Virgilio Martínez de Sucre en "La educación del
    Libertador San Martín". En 1961 el dominico Rubén
    González vuelve a hacer mención de ella, nada menos
    que en una conferencia dada
    en el Convento de Santo Domingo, muy probablemente tomada de la
    obra de Virgilio Martínez de Sucre.

    El documento de marras es el siguiente:

    "En veinte y seis días del mes de febrero de
    mil setecientos y setenta y ocho años, yo el infrascripto,
    fray Francisco de la Pera, Orden de Predicadores, cura doctrinero
    del pueblo de Ntra. Sra. de los Reyes de Yapeyú, misiones
    del Uruguay,
    bauticé, puse óleo y crisma al párbulo
    blanco Franc. Josseph, nacido en el día de ayer, hijo
    legítimo del capitán y teniente gobernador de este
    departamento y su jurisdicción por S. Mag. (q. D. gde.)
    don Juan de San Martín, natural de villa de Cervatos, en
    el reino de León, y de doña Gregoria Matorras,
    natural de Buenos Aires. Fueron sus padrinos, don
    Cristóbal Aguirre y doña Josefa de Matorras, a
    quienes advertí de su cognación espiritual. Por
    verdad firmo"

    Fray Francisco de la Pera.

    Obtenido en el Convento de Buenos Aires de la Orden
    de Predicadores por Fray Reginaldo de la Cruz
    Saldaña.

    Referente a este imaginario documento, toda vez que
    nunca se habló y mucho menos se mostró el original,
    en realidad tenemos que hablar de una supuesta copia de un
    pretendido documento histórico, el cual a todas vistas
    carece y careció de existencia real. Queda por determinar
    quién fue el padre de esa patraña. ¿La
    responsabilidad sólo recae sobre Fray
    Reginaldo de la Cruz Saldaña Retamar? Por lo menos podemos
    inferir que el objetivo era dar una base documental a la fecha
    tradicional del nacimiento de San Martín. Su
    elaboración no debió resultar difícil toda
    vez que era relativamente fácil determinar quien
    debió ser el sacerdote que bautizó a José
    Francisco, partiendo del supuesto que Yapeyú fuera el
    lugar de su nacimiento y que el nacimiento se hubiera producido
    entre 1777 y 1778, cosa que tampoco goza de la unanimidad de
    opinión de los estudiosos, aunque valgan verdades es mucho
    menor la discusión sobre este punto

    En un trabajo de la Orden Predicadores – Provincia
    Argentina, presentado en el Primer Congreso Internacional
    Sanmartiniano, Buenos Aires, 1978, con el título "El padre
    Francisco Cano de la Pera O.P. bautizador del general San
    Martín", publicado en las Actas I, Buenos Aires, 1979, pp.
    399-412, se trata con mucha meticulosidad la vida del padre
    Francisco Cano de la Pera, a quien se le reconoce como el
    bautizador del libertador. Después de historiar la
    actuación de las órdenes religiosas que
    reemplazaron a los jesuitas en
    las treinta misiones guaraníes (dominicos, franciscanos y
    mercedarios) se señala que el 19 de julio de 1768 la Orden
    dominicana tomaba a su cargo Yapeyú. Precisan que Juan de
    San Martín, que había llegado a Buenos Aires en
    1764, en mayo del año siguiente era destinado a la Banda
    Oriental con el cargo de comandante de los partidos de las
    Víboras y de las Vacas. Él fue el funcionario real
    encargado de hacer cumplir la orden de expulsión de la
    Compañía de Jesús, en julio de 1767,
    razón por la cual a su cargo estuvo la incautación
    y posterior administración de la gran estancia de la
    Calera de las Vacas, situada en el partido de este nombre, que
    pertenecía al colegio de Nuestra Señora de
    Belén, de la capital del
    Plata, y más tarde se denominará Real Calera de las
    Vacas y también Calera de las Huérfanas. El 1 de
    abril de 1769 don Juan de San Martín era nombrado ayudante
    mayor de la Asamblea de Infantería de Buenos Aires. El 1
    de octubre de 1770 contraía enlace, por poder, en esta
    ciudad, con Gregoria Matorras. En cuanto al nacimiento y bautizo
    de los tres primeros hijos del matrimonio San
    Martín-Matorras, leemos en el trabajo que
    estamos siguiendo casi al pie de la letra:

    "En la Real Calera de las Vacas verían la
    luz los tres
    primeros hijos del matrimonio. El 18 de agosto de 1771
    nacía la primogénita, María Elena, y el 20
    la bautizaba el dominico Francisco Cano de la Pera,
    capellán de la estancia. Según expresa don Juan en
    una solicitud al obispo de la Torre, en ocasión de su
    visita a la Real Calera de las Vacas en noviembre de 1772, el
    padre Cano de la Pera le dio certificado, que él
    entregó al Pbro. Manuel de Salazar, cura interino de la
    parroquia de las Víboras, en cuya jurisdicción se
    encontraba la estancia, pero no fue asentado en los libros
    parroquiales. Por lo cual el dominico debió extender una
    nueva constancia un año después, el 19 de agosto de
    1772, la que asentó en el libro
    correspondiente el secretario de la visita episcopal, Pbro.
    Hermenegildo de la Rosa, el 26 de noviembre, devolviéndole
    el original a don Juan. El segundo hijo, Manuel Tadeo, nacido el
    28 de octubre de 1772, recibió el bautismo el 9 de
    noviembre, de manos del obispo de la Torre, que hacía su
    primera y última visita pastoral a los pueblos de la otra
    banda y que había llegado a la Real Calera el día
    anterior. … El tercer vástago, Juan Fermín
    Rafael, que vino al mundo el 5 de febrero de 1774, fue bautizado
    al día siguiente por el mayordomo del obispo de la Torre,
    Pbro. Juan Rodríguez Cisneros. No resulta fácil
    establecer si éste se encontraba de casualidad en la Real
    Calera o si su presencia respondía a otro móvil,
    que pudo ser la amistad personal o un
    encargo del diocesano, que en abril de 1773 había viajado
    a Charcas para asistir al concilio a celebrarse en aquella
    ciudad, de donde no regresaría, pues falleció
    allí el 20 de octubre de 1776".

    Partes: 1, 2, 3

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