El hombre que terminó la vida conversando como un héroe clásico: Rubén A. Martínez Villena
Resumen:
De todos los revolucionarios y marxistas de Cuba y
América
Latina Rubén Martínez Villena constituye uno de los
más originales y prácticos. La realidad socio
– histórica en la cual se forma, su actividad
revolucionaria y su producción intelectual han sido objeto de
análisis por parte de la
historiografía y por personalidades de las letras y las
ciencias
sociales en detrimento de su faceta humana y de un
acercamiento a su labor como intelectual.
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Y él, que sembró su
sangre en
rojas sementeras,
debe esperar que alcen su luz las
primaveras.
Manuel Navarro Luna.
Introducción:
Grandes hombres ha dado América, sobre todo
Nuestra América, la del indio, la del criollo, la
del mestizo, la que habla español y
se ha dedicado a perder a lo largo de su Historia, al decir de
Eduardo Galeano. Entre esos gigantes, aquellos que en el siglo XX
hicieron suyos los presupuestos
de la filosofía marxista-leninista, aquellos que
germinaron influenciados por la Revolución
Socialista de Octubre de 1917, merecen un lugar especial, porque
fueron ellos los que le dieron al obrero y a los olvidados
los métodos de
lucha, en algunos casos, hasta los medios;
nombres como los del peruano José Carlos
Mariátegui, el cubano Julio Antonio Mella, el mexicano
Diego Rivera, el argentino, nacionalizado cubano, Ernesto Guevara
de la Serna, el chileno Salvador Allende y el también
cubano, más contemporáneo, Fidel Castro,
dan fe de la labor de la izquierda marxista en el continente; sin
embargo muchas veces omitimos un nombre y un hombre que
está junto a la figura de Mella y es contemporánea
con Mariátegui, alguien que trascendió por encima
de todo por su sencillez y modestia, el cubano: Rubén
Martínez Villena.
¿Dónde está Rubén
después de 108 años de su nacimiento?
¿Cómo se relacionan Rubén con el futuro?
Estas y otras preguntas rondan el mito que se ha
trazado alrededor de un hombre que vivió en sus 34
años la dicotomía de llevar en sí al
escritor, al poeta y al revolucionario comunista.
Lamentablemente una de los grandes carencias que existen
alrededor de esta figura es que se ha concebido para unos como un
nuevo intelectual romántico, un soñador, mientras
que para otros está sentado en el trono de figura
cívica, de comunista radical, olvidando que, antes que
todo, Rubén Agnelio Martínez Villena es un ser
humano, es un hombre de su época que nació,
creció y vivió bajo el estigma de la
frustración de lo que él llamó el
sueño de mármol de José Martí, o
sea la pesadilla de aquella república no soñada que
nació el 20 de mayo de 1902 bajo la sombra de los Estados
Unidos.
Por tanto no es de extrañar que aquel joven, cual
quijote tropical, llevara también su carga contra los
molinos de viento de su tiempo. Sirva
este sencillo artículo para rendir un póstumo
homenaje, una vez más, al héroe, al poeta, al
periodista, que fue Villena, pero sobre todo al
hombre.
El
revolucionario:
Rubén Agnelio Martínez Villena nace en el
20 de diciembre de 1899 en Alquízar, en el seno de una
familia de
origen pequeño – burgués, típica de la
mal llamada clase media de
principios del
siglo XX cubano, la cual retorna del exilio que motivó la
última guerra por la
independencia
entre 1895 y 1898, será el primer hijo varón de un
matrimonio
encabezado por un destacado profesor que
llegará a ser posteriormente Decano de las Facultades de
Educación,
Filosofía y Letras de la Universidad de la
Habana y Secretario de Educación en 1935, por lo que se
desenvolvió desde niño en un clima donde se
respiraban aires de intelectualidad y donde se escuchaban las
anécdotas de glorias pasadas, epopeyas patrióticas
y las críticas frustrantes por la intervención
norteamericana en la casi ganada guerra contra España.
Su adolescencia y
juventud
transcurren entre el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana y los estudios de
Derecho en la Universidad de la capital
cubana, lugar donde se atesoran grandes tradiciones
patrióticas que datan desde el siglo XIX cuando el
patriota Ignacio Agramonte se graduó de esa misma carrera
hasta el más reciente protagonismo del ilustre Enrique
José Varona, crisol de la nacionalidad
cubana con sus más de 90 años.
Se graduó en 1922 con excelentes resultados,
comenzando a trabajar en el Bufete del sabio y antropólogo
cubano Fernando Ortiz, donde se empapará de ideas
revolucionarias y de progreso, autodescubriéndose, en
contacto con otros jóvenes y personalidades no
comprometidos con los partidos
políticos tradicionales, entre ellos Pablo de la
Torriente Brau, Jorge Mañach, Ramiro Guerra, Julio Le
Riverend y Emilio Roig de Leuschering, como revolucionario y
antiimperialista; encausándose en pos de qué
hacer para cambiar la deformación que sufría la
República de la Virtud que sucumbía tras
casi un cuarto de siglo de existencia.
Precisamente en la casa y el Bufete de este insigne
abogado y antropólogo empírico, conocido como el
tercer descubridor de Cuba, se exacerbó su
patriotismo y su sentido de pertenencia para con la identidad
cultural cubana, y descubre las raíces de la cubanidad
antiimperialista y combativa que se había formado tras
treinta años de heroica lucha anticolonialista, frustrada
con la intervención, en nombre de la "libertad", del
naciente imperialismo
estadounidense en 1898.
Guiado por los principios y las convicciones antes
señaladas se le encuentra desplegando su labor en el
año 1923, al protagoniza la Protesta de los Trece,
ante el corrupto acto de la venta del
convento de Santa Clara, hecho que lo lanza a la palestra
pública como intelectual de vanguardia;
funda el Grupo Minorista, posteriormente
radicalizándolo al definir su concepción sobre el
papel social del arte, con el
surgimiento de la Falange de Acción
Cubana, .
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