A pesar de que en la obra de M. Vitier, no es
común encontrar el problema de la formación
nacional cubana, incluyendo su proceso
identitario, como tema especial, desde el punto de vista
teórico-filosófico y pedagógico el asunto es
recurrente. Tanto en el análisis de figuras, como en el estudio de
la evolución de las ideas en Cuba, la
identidad como
expresión cultural del ser esencial cubano es objeto de la
reflexión discursiva del filósofo y pedagogo
cubano. Pero una identidad concebida como totalidad que presupone
la diferencia.
En Medardo Vitier, lo cubano y toda la cultura
engendrada por la actividad humana, en su totalidad aprehensiva
define el ser esencial cubano. Ser esencial, que en tanto "(…)
naturaleza
humana es tan rica en cualidades y tan complicada, que
necesita todos los cauces de la cultura para
revelarse".
Su filosofía humanista no sólo busca la
identidad como pueblo y nación,
sino como creciente humanidad que presupone la primera. Su
cosmovisión trasunta un humanismo
racional que privilegia al hombre en su
dimensión axiológica.
En 1948 sus preocupaciones humanistas toman cuerpo en su
artículo: Notas sobre una formación humana, cuyas
finalidades esenciales se dirigen a cultivar "bondad genuina en
el individuo y el
pensamiento
crítico frente a hechos y doctrinas". Se trata de un
programa de
carácter sociocultural
antropológico, capaz de orientar la formación del
hombre cubano. Por eso, al reflexionar sobre el
titulo:¿formación cultural?
¿Formación intelectual?, se decide por
formación humana, en tanto esto, lo humano, en su
criterio, cualifica la esencia verdadera del hombre bueno, digno,
solidario y honesto. Lo humano en Vitier es síntesis
de múltiples aprehensiones éticas,
estéticas, políticas
y culturales. Es el hombre en
su plenitud humana cuyas acciones y
comportamientos no hacen más que perfeccionar una
sólida cultura de los sentimientos y la razón. Esto
lo aprendió de Luz y Caballero,
de Varona; de Martí,
de la tradición cubana y de la cultura universal en
general de modo original y creador.
Vitier no concibe la formación cubana, incluidos
la conciencia y
la memoria
histórica, al margen de la persona humana.
El hombre, su humanidad, encarnados en un sentido de la vida y
apoyado en valores debe
presidir el proceso de desarrollo
nacional; y la tradición como pivote alimentador del
presente y memoria
histórica que lo actualiza y complementa se inserta al ser
nacional para cualificarlo en dirección al porvenir. Pero siempre
teniendo en cuenta que "(…) no es un compromiso total con el
pasado para repetir y perpetuar los criterios de antaño.
Amar la tradición –recalca Vitier- no implica
adherirse sistemáticamente a las normas de
períodos que tuvieron sus problemas, muy
diferentes de los nuestros. Significa sentir la continuidad de
los altas aspiraciones humanas y reconocer que ya antes que
nosotros hubo quienes se preocuparon por elevar la
condición del país. Significa sentirnos ligados en
el tiempo y en el
propósito a una obra de salvación nacional, aunque
con medios
distintos, y significa en fin, un tributo moral a la
virtud de los antepasados".
En la comprensión de la existencia cubana, del
ser y su proyección hacia la contemporaneidad, Vitier no
separa la historia y la cultura. El
devenir humano, social en esencia, lo realiza el hombre concreto en su
mundo cotidiano y en sus aprehensiones teóricas y
prácticas. La tradición media con fuerza el
proceso mismo. "De la tradición derivó Martí
gran parte de su fuerza apostólica y de su seguridad en el
destino de Cuba.
La tradición no es sólo recuerdo, es
fuerza animadora de acción
humana, pues sin ella, los pueblos son "colectividades
anónimas de la historia" que están obligadas a un
eterno comienzo. Y "Martí -señala Vitier-
realizó una Revolución
consciente, porque se apoyaba en los antecedentes de la mejor
tradición cubana, tanto en lo cultural como en los
intentos reformistas, y (tratándose del 68) en la voluntad
de Independencia.
"El, a su vez- enfatiza Vitier- se ha convertido en
tradición, la alta, la pura, la perenne, porque a
más de los episodios de nueva temporalidad, contiene la
lección escrita capaz de vivificar virtudes dormidas. Y
contiene más: la vida misma del hombre, su sentido de la
ciudadanía y de la misión
humana en el mundo."
La filosofía de M. Vitier, con sólidos
fundamentos ético-humanistas capta el ser esencial cubano
en su movimiento
histórico-cultural. Revela la esencia misma del proceso y
destaca los múltiples dimensiones en que se despliega. No
se queda en el pasado. Se dirige al presente con ímpetu de
futuro. Valora en su recto sentido la existencia cubana como un
proceso infinito de enriquecimiento humano. Se apoya en
Martí para cualificar lo sustancialmente humano que
preside el desarrollo del hombre cubano y la sociedad que
construye. Destaca el lugar de la educación en la
formación humana. Una educación capaz de
desarrollar la sensibilidad humana y con ello, la
revelación de valores, como "propensiones superiores del
hombre".
12.-Gramsci y su intelección compleja de la
Filosofía.
Gramsci fue un intelectual orgánico. Precisamente
su organicidad como hombre de pensamiento y acción se
funda en un profundo conocimiento
de la Filosofía y la Historia y una extraordinaria
sensibilidad cultural para captar la realidad y sus necesidades
con sentido político. En Filosofía, como en otros
ámbitos de la cultura la hondura de sus reflexiones
deviene legado necesario para la contemporaneidad.
Sus reflexiones críticas en torno a "El
materialismo
Histórico y la filosofía de Benedetto Croce", entre
otros, contiene profundas ideas esenciales sobre el devenir
filosófico, sus determinaciones, condicionamientos y las
múltiples mediaciones en que se conforma y despliega. El
filósofo marxista, descontento con la concepción
comúnmente aceptada de la historia de la
filosofía como historia de las ideas de los filósofos, expone un conjunto de tesis
sustancialmente enriquecedoras. Entre otras, sobresale la
connotación sociocultural antropológica que imprime
Gramsci a la historia de la filosofía. En su
intelección la historia de la filosofía no es
sólo historia del conocimiento, sino historia de la
actividad humana -que incluye momentos de carácter
gnoseológico, axiológico, práctico y
comunicativo- encarnada en la cultura. En este sentido, hacer
historia de la filosofía, es al mismo tiempo hacer
historia del despliegue cultural del hombre en las varias
expresiones de su ser esencial, sintetizados en la "historia
concreta y completa (integral) (….) y sus formas diversas de
combinación ideológica".
Ante las preguntas ¿Qué es preciso
entender por filosofía, por filosofía de una
época histórica? Y ¿Cuál es la
importancia y el significado de la filosofía, de los
filósofos en cada una de tales épocas?, la
revelación Gramsciana y su agudo discernimiento resultan
extraordinariamente sugerentes, tanto por los problemas que
aborda, como por el espíritu escrutador que conduce el
razonamiento. "Desde el punto de vista que nos interesa, el
estudio de la historia y la lógica
de las diversas filosofías no es suficiente. Por lo menos
como orientación metodológica, -enfatiza el
comunista italiano- es preciso atraer la atención hacia otras partes de la historia
de la filosofía, esto es, hacia las concepciones del mundo
de las grandes masas, hacia los más estrechos grupos dirigentes
(o intelectuales)
y, finalmente, hacia las relaciones existentes entre estos
distintos complejos culturales y la filosofía de los
filósofos. La filosofía de una época no es
la filosofía de tal o cual filósofo, de tal o cual
grupo de
intelectuales, de tal o cual sector de las masas populares: es la
combinación de todos estos momentos, que culmina en una
determinada dirección y en la cual, esa culminación
se torna norma de acción colectiva.."
Hay una dialéctica inmanente en las concepciones
histórico – filosóficas de A. Gramsci que recoge
esencialmente lo más valioso aportado por el marxismo y
otras corrientes del pensamiento universal. Una dialéctica
con sentido integrador y voluntad cultural que no admite la
filosofía como puro pensar de hombre iluminado con
espíritu de profeta. En su concepción, la
filosofía como actividad humana y resultado de ella,
encarna la cultura en sus expresiones económicas,
políticas, jurídicas, éticas,
estéticas, etc. y en los niveles cotidianos,
psicológicos e ideológicos, integrados en una
especial concepción del mundo que da cuenta de la
existencia humana en su devenir progresivo en la historia. Por
ello, explica Gramsci: "la filosofía de una época
histórica no es, por consiguiente, otra cosa que la
"historia" de dicha época (…) Historia y
filosofía son indispensable, en ese sentido forman un
bloque". Un bloque en tanto formas diversas de
"combinación ideológica" que compendia a manera de
síntesis" (…) los elementos filosóficos
propiamente dichos, en todos sus diversos grados: como
filosofía de los filósofos, como concepciones de
los grupos dirigentes (culturales filosóficas) y como
religiones de las
grandes masas (….)".
Gramsci no niega el valor de la
filosofía de los filósofos, lo que sí
rechaza es que se eleve y estatuya como única
filosofía, al margen de sus fuentes
nutricias (realidad, cultura, formas ideológicas) y los
otros saberes producidos por las masas en sus diversas
manifestaciones, que en última instancia, todos conforman
la totalidad filosófica en forma de concepción del
mundo.
Al mismo tiempo, concibe la importancia histórica
de una filosofía por la "(….) eficiencia
"práctica" que ha logrado ( y " práctica" debe ser
entendido en sentido amplio). Si es verdad que toda
filosofía es la expresión de una sociedad.
-enfatiza Gramsci- debería reaccionar sobre la sociedad,
determinar ciertos efectos, positivos y negativos. La medida en
que reacciona es la medida de su importancia histórica, de
su no ser "lucubración" individual, sino hecho
histórico".
El filósofo de la praxis exige a
la filosofía y a su movimiento histórico, ser
conciencia crítica, si quiere cumplir la función de
autoconciencia de la cultura y fermento epocal; y al
filósofo, ser un hombre comprometido con su tiempo si
desea seguir los latidos de la realidad y nutrirse de su savia
histórica. De lo contrario, habrá filosofía,
pero estéril y huérfana de identidad, es decir,
carente de numen creador y vocación universalizadora. Una
historia de la filosofía en el sentido gramsciano debe ser
una empresa
cultural, sin reducirse a una historia de la cultura. Una
historia capaz de reflejar el devenir humano, conceptualmente
estructurado y en su naturaleza
sistémico- procesual", (….) como lucha cultural por
transformar la mentalidad popular y difundir las innovaciones
filosóficas que demuestren ser "históricamente
verdaderas (….)
Se trata además de una intelección con
elan sociocultural antropológico, que sin convertirse en
historia antropológica, hace del hombre y su subjetividad,
centro del quehacer histórico-filosófico. Pero no
del hombre concebido abstractamente, sino del hombre real, cuya
esencia, concreta las relaciones sociales formadas en el praxis.
Esta concepción, sí bien está presente en el
legado marxista, Gramsci lo enriquece con su aprehensión
de la relación base -superestructura como bloque
histórico y la dimensión cultural de la
filosofía en su historia.
En la obra de Gramsci, la filosofía es producción espiritual del hombre que sin
perder su espíritu cogitativo integrador, asciende de la
realidad y desciende a ella para subvertir el presente y
preludiar el futuro creadoramente. Según su criterio,
"hasta la filosofía clásica alemana, la
filosofía fue concebida como una actividad receptiva, a lo
sumo, ordenadora; es decir, fue concebida como el
conocimiento de un mecanismo que funciona objetivamente fuera
del hombre. " Sin embargo la filosofía de la praxis sobre
la base de los aportes de la filosofía clásica
alemana" (…) plantea la inexistencia de una "realidad" fija por
sí misma, sino solamente en relación
histórica con los hombres que la modifican,
etc.
Las premisas gramscianas de partida sirven de pivoles
teórico-prácticos para nuevos discernimientos de
las mediaciones internas y externas de la filosofía y su
naturaleza específica. El gran teórico marxista
penetra con audacia en el proceso interno de la filosofía
y revela múltiples aristas ínsitas en su
lógica especial, pero no se queda aquí. Distingue
la filosofía especializada, de elaboración
individual y sistemática, de la propia del sentido
común. Muestra el
momento de negación o superación dialéctica
de ambas y sus recíprocas implicaciones a partir de la
filosofía de la praxis que asume como resultado superado
de la cultura antecedente y superador del mundo cultural
existente y sus expresiones en el sentido común que
profesan las grandes masas. Sencillamente, "en la
filosofía sobresalen especialmente los caracteres de la
elaboración individual del pensamiento; en el sentido
común, en cambio, los
caracteres difusos y dispersos de un pensamiento genérico
de cierta época y de cierto ambiente
popular. Pero toda filosofía – continúa Gramsci-
tiende a convertirse en sentido común de un ambiente, si
bien restringido (de todos los intelectuales). Se trata por lo
tanto, de elaborar una "filosofía que, teniendo ya
difusión o difusividad por encontrarse conectada a la vida
práctica, implícita en ella, se convierta en un
renovado sentido común, con la coherencia y el nervio de
los filosóficos individuales. Esto no puede lograrse si no
se siente permanentemente la exigencia del contacto cultural con
los "simples"
Sólo en esta dirección, en opinión
de Gramsci, la filosofía deviene realidad, deviene
"histórica", se depura de los elementos intelectualistas
de naturaleza individual y se hace vida".
En su concepción, estos propósitos
están contenidos en la filosofía marxista y debe
asumirlos con eficacia, en
tanto filosofa de la praxis, devenida autoconciencia
crítica de la cultura, pues (…) en el trabajo de
elaboración de un pensamiento superior al sentido
común y científicamente coherente, no se olvida
jamás de mantener el contacto con los "simples" y, antes
bien halla en dicho contacto la fuente de los problemas que
estudiar y resolver".
En sus apuntes para una introducción y una iniciación en el
estudio de la Filosofía y de la Historia de la cultura,
además de enfatiza la función cosmovisiva de la
filosofía y por extensión la demostración de
su tesis de que todos los hombres son "filósofos", expone
ideas sugerentes: " Hay que destruir el prejuicio muy
difundido de que la filosofía es algo muy difícil
por el hecho de que es la actividad intelectual propia de una
determinada categoría de científicos especialistas
o de filósofos profesionales y sistemático. "Por lo
tanto, hay que demostrar preliminarmente que todos los hombres
son "filósofos ", defendiendo los límites y
las características de esta "filosofía
espontánea, propia de "todo el mundo", esto es de la
filosofía que esta contenida: 1) en el lenguaje
mismo, que es un conjunto de nociones y de conceptos determinados
y no solamente de palabras gramaticalmente vacías de
contenido; 2) en el sentido común y buen sentido; 3) en la
religión
popular y por lo tanto en todo el sistema de
creencias, supersticiones, opiniones, modos de ver y actuar que
se revelan en aquello que generalmente se llama "folklore".
El filosofo de la praxis, revela
filosofía-sentido cosmovisivo-en el lenguaje, en
el sentido común y buen sentido y en la religión
popular y todos los sistemas de
creencias, subrayando las funciones
criticas, metodológica y práctica de la
filosofía, en tanto aprehensión práctico-
espiritual de la realidad por el hombre.
Apela al "conócete a ti mismo socrático,
como proceso iniciador de todo filosofar. Destaca el valor del
lenguaje y su contenido filosófico-cultural.
Muestra la conexión entre el sentido
común, la religión y la filosofía, y
establece diferencias. "La filosofía es la crítica
y la superación de la religión y del sentido
común y en ese sentido coincide con el "buen sentido" que
se contrapone el sentido común"
Niega la existencia de una filosofía en general.
En su criterio "existen diversas filosofía o concepciones
del mundo y siempre se hace una elección entre ellos." Se
opone a separar a la filosofía política, pues" (…)
la elección y la crítica de una concepción
del mundo es, también ello, un hecho
político"
Es indudable que estamos en presencia de un rico legado
teórico-metodológico gramsciano en torno a la
filosofía. Una herencia poco
aprovechada por los historiadores y profesores de la
filosofía. Este trabajo no
agota la multiplicidad de contribuciones al tema objeto de
estudio. Sólo se aproxima a algunos que requieren de
sistematización y despliegue; y otros, ni apenas se
esbozan. Ambos forma parte de un proyectado libro que
espero sea realizado.
Particularmente, las sabias reflexiones de Gramsci, como
historiador de la filosofía marxista exigen especial
atención. Su labor creadora como crítico de las
tergiversaciones del marxismo resulta de gran valía y
transcienden nuestro tiempo. Sus notas críticas sobre una
tentativa de "Ensayo Popular
de Sociología", por sí solas muestran
la riqueza dialéctica del marxismo de Gramsci, en
oposición a las tendencias de corte dogmático y
positivista que se hacen llamar marxistas. Su trabajo sobre
"Problemas para el estudio de la filosofía de la praxis",
aporta varias ideas para la comprensión del marxismo en su
génesis y desarrollo y como proceso de continuidad y
ruptura que corona una nueva cultura que hace patente el valor
del hombre, y la subjetividad humana en la radiación
social.
En fin, la obra de Gramsci tiene mucho que hacer en los
tiempos que corren. La riqueza conceptual metodológica,
teórica y práctica en sus concepciones
filosóficas es imprescindible, tanto para el estudio de la
filosofía en general, como para la historia de la
filosofía marxista en particular.
En los momentos actuales, cuando la realidad sólo
es registrable y aprehensible en su complejidad, se exige de un
pensamiento complejo con posibilidades infinitas de asumir lo
esencial sin ignorar los detalles. Un pensamiento encarnado en la
historia y la cultura, con fuertes raíces identitarias y
vocación ecuménica. Aún Gramsci tiene mucho
que decir, aunque lo dicho sean simples sugerencias, pero con luz
de estrellas y cargadas de utopías.
13.-
Platón
y su visión compleja del filosofar.
Platón de Atenas (427-347 a.n.e.), representa una
excelsa figura de la filosofía clásica griega. De
origen noble y discípulo de Sócrates
(469-399 a.n.e), desarrolló un sistema filosófico
idealista, cuyos temas principales refieren a cuestiones
ontológicas gnoseológicas, políticas y
éticas. Hace objeto de su análisis el ser, el mundo
y su origen, el alma y el
conocimiento, incluido el matemático, la sociedad, la
división del trabajo, el arte, la
educación. Como su maestro, Sócrates, las
categorías verdad, belleza y bien, ocupan un lugar central
en su discurso
filosófico, y en su despliegue se convierten e identifican
recíprocamente.
En su sistema filosófico su teoría
de las ideas o especies, ocupa un lugar central, así como
el conocimiento que concibe como recuerdo.
En su filosofía, el mundo verdaderamente
existente es el de las ideas, en tanto estable y esencial. El
mundo de las cosas sensibles resulta cambiante, inestable y
falso. Su esencia auténtica, sus causas son las formas
incorpóreas no sensibles, captadas por la mente, es decir
las ideas o especies. A cada clase o grupo
de objetos sensibles corresponde en el mundo no sensible
(incorpóreo) una determinada especie o idea. Las ideas son
causas, modelos,
según las cuales los objetos sensibles fueron creados,
fines a que aspira lo sensorialmente existente.
Las ideas son el ser y condicionan a las cosas, pero
dado el carácter cambiante pasajero de estos
últimos, para poderlos explicar, requieren del no ser
(materia), es
decir, del ámbito que integra el movimiento y cambio
existentes. Así, las especies se proyectan en la materia y
se transforman en la diversidad de cosas sensibles, diferenciadas
entre sí por el lugar que ocupan en el espacio.
Las ideas (especies) son modelos o arquetipos de las
cosas. El mundo sensorialmente perceptible resulta el dominio
intermedio entre el ser (ideas) y el no ser (materia). Lo que
tienen del ser se lo proporcionan las especies, como sus causas y
demiurgo y su carácter perecedero, mutable le está
dado por sus nexos con el "no ser" (materia)
Establece al mismo tiempo una jerarquía entre las
ideas, semejante a una pirámide, en cuya cúspide se
encuentra la idea del bien, que condiciona el conocimiento y la
existencia de los objetos.
Su teoría de las ideas tiene por base desde el
punto de vista ontológico y gnoseológico la
teleología y el a priorismo. Se trata de una doctrina,
donde las ideas o especies existen a priori y llevan en sí
un fin inmanente que condiciona el devenir de lo sensorialmente
perceptible.
El saber no es un resultado de la relación sujeto
objeto, mediado por la actividad humana, sino recuerdo
(anamnesis). Sencillamente el alma ante de encarnarse en los
objetos permaneció en el cielo y contempló la
existencia real. Al unirse con el cuerpo olvida cuanto
sabía, pero continúa guardando en la memoria lo que
antes contempló. La aprehensión de los objetos
materiales, de
la realidad, resulta entonces, recuerdo de los conocimientos
olvidados. En fin de las ideas o especies (no olvidar la
crítica de Aristóteles a la teoría de las ideas
de Platón).
Las ideas son conocidas por la intuición de la
mente y las cosas sensoriales se reflejan en las opiniones, no
son conocimiento verdadero. Los objetos matemáticos se
perciben a través de la reflexión.
Si bien Platón, bajo la influencia de los eleatas
define el ser auténtico, como idéntico e inmutable,
en su madurez -recordemos los diálogos Sofista y
Parménides, asume de que los géneros supremos- el
ser, el movimiento, el reposo, la identidad y el cambio, son al
mismo tiempo lo uno y lo otro, son y no son, igual y no igual a
sí mismo. Admite ahora la contradicción, pero la
reduce a la opinión y la ubica en la parte inferior del
alma, sin embargo, es condición necesaria que impulsa al
alma a la reflexión. Este proceso lo denomina
dialéctica, es decir, el arte de mover a la
reflexión, revelando las contradicciones que le son
inmanentes, propios, en las representaciones y
opiniones.
Sin embargo, "la dialéctica consistirá en
el ejercicio paciente y riguroso que permitirá pasar de
los nombres a las realidades, de la opinión a la ciencia, no
modificando las formulaciones de la teoría, sino
transformando la actitud del
individuo frente a los contenidos de esas formulaciones. Es la
transición de la creencia al saber. Es en este sentido en
el que el Parménides constituiría el punto
culminante de una confluencia entre la purificación del
sujeto y la pureza del objeto que Platón había
buscado a través de diálogos como el Fedro, el
Banquete o el Fedón.
Y es que Platón, en su afán
filosófico, sus aprehensiones críticas, devienen
síntesis filosóficas desplegadas en forma de
hipótesis dialógicas y
críticas que ascienden y superan su propio
objeto.
Respecto a la esperanza de una vida más
allá de la muerte.
Según Pérez Ruiz "Platón ve
íntimamente ligadas la existencia después de la
muerte y la
vida filosófica antes de ella. Para él una vida
así es inconcebible sin un horizonte que supere el
límite de la muerte (…) la necesidad de tomar en
serio la vida filosófica no es una mera consecuencia de la
existencia de la otra vida. Esa necesidad es algo que se le
impone directamente, pero al mismo tiempo es algo que sólo
se puede explicar verdaderamente con ese horizonte trascendente.
Así pasa tanto respecto del conocimiento de la verdad como
de la práctica de la virtud, aunque de formas distintas.
Un ser que se siente llamado a buscar la verdad con una plenitud
imposible en esta vida es un ser que tiene un horizonte que
supera los límites de esta vida y en su búsqueda
sincera de la verdad afirma existencialmente la realidad del
horizonte que hace posible esa búsqueda. Respecto de la
virtud ha insistido Platón con toda fuerza en el
desinterés completo al practicarla, pero al mismo tiempo
ha visto la imposibilidad de un divorcio
definitivo entre virtud y felicidad. No ha afirmado la
retribución inmediata en esta vida. Esta afirmación
con experiencias concretas que él conocía y
además pondría fácilmente en peligro el
desinterés de la virtud. Contra la retribución
trascendente de que él nos habla no valen esas
objeciones…..Platón sabe que esa realización
tiene que ser fruto de la vida que se lleva en este mundo y por
eso lo que aconseja no es simplemente huir de él, sino
adornar al alma con los verdaderas virtudes viviendo como se debe
".
El filosofar de Platón y su concepción de
la filosofía no es tan abstracto como a veces se entiende.
Vio con profundidad su tiempo histórico y expuso
conclusiones metafísicas profundas que hicieron de su obra
fuente imprescindible del decursar filosófico
subsiguiente, incluyendo la modernidad.
En su filosofía se percibe la decepción y
el desencanto. El programa ético de Sócrates no se
había realizado, la corrupción
desintegra la polis. Funda la academia y se refugia con sus
discípulos a hacer filosofía para salvar al
individuo. Tres doctrinas fundamentales revela su filosofar: la
trasmigración de las almas, la teoría que ve en el
cuerpo una cárcel del alma, y la teoría de la
reminiscencia.
En su concepción, el amor (Eros)
por la belleza conduce al hombre al mundo de las ideas, a la
belleza misma. "La filosofía es esto, un amor, un
afán siempre creciente de saber. El amor es una fuerza
intermedia entre el mundo terrestre y el mundo de las ideas, una
especie de dominio entre lo humano y lo divino. Debido a que en
el hombre habita el Eros, este puede ascender hasta el mundo de
los dioses. El amor es el camino que conduce hacia el mundo
ideal.
Las decepciones políticas no logran matar la
razón utópica de Platón. En la academia su
filosofar sigue cultivando la espiritualidad, como único
medio de salvación del hombre. "Habiendo abandonado las
solicitudes humanas,- dirá en el Fedro- atento a las cosas
divinas, el vulgo se mofa de él como de un loco, sin
advertir que se halla poseído por Dios".
Concibe la sabiduría y el bien como las cosas
más bellas del mundo, y al filósofo como al
más afanoso en su búsqueda, por haber dominado el
mundo de los apetitos y dirigirse al de las ideas para su
salvación. El fin de la República será un
proyecto
educativo de salvación individual.
La filosofía, como la más alta
ascensión de la
personalidad y la sociedad humana por medio de la
sabiduría, será su capital
instrumento. Y su principal principio de búsqueda: el sumo
bien, idea suprema de su jerarquía piramidal, coincidente
con la verdad y la belleza, en tanto ser.
Erróneamente, a veces se ha intentado reducir al
extremo, la concepción platónica del ejercicio del
filosofar. No se debe olvidar que el amor por la sabiduría
-en el sentido socrático que asume Platón- encierra
un extenso universo con
inusitada hondura. Según Abbagnano- gran autoridad en
el tema – "el concepto
platónico del filosofar es el más alto y más
amplio que se haya nunca afirmado en la historia de la
filosofía. Fuera de él no hay ninguna actividad
humana. Platón quiere que la búsqueda se extienda
"a las figuras rectas o circulares y a los colores, al bien,
a lo bello y a lo justo, a todo cuerpo artificial o natural, al
fuego, al agua y a todas
las cosas del mismo género, a
cualquier especie del ser viviente, a la conducta del
alma, a las acciones y a las pasiones de cualquier suerte"
(342b). Y de toda cosa precisará conocer lo verdadero y lo
falso, porque únicamente de su confrontación
podrá sacarse la verdad del ser (344b). La
indagación en que el filosofar se realiza no consiste en
la formulación de una doctrina: Cualquier tarea humana
ofrece al hombre la posibilidad de alcanzar la verdad y juntarse
con el ser".
Para Platón, el ejercicio del filosofar se
despliega en todos las vertientes del Universo y del cosmos
humano. Lleva implícito la razón utópica, el
carácter crítico, la solidaridad, la
tolerancia, el
sacrificio desinteresado, la libertad, y la
sinceridad (…) La indagación no puede desenvolverse en
el mundo cerrado de la individualidad. Es obra de hombres que
"viven juntos" y "discuten con benevolencia", sin permitir que la
envidia les sugiera las preguntas y las respuestas. Supone, en
consecuencia, el abandono de la pretensión de creerse en
posesión de la verdad y de no creer aprender nada de los
demás, la sinceridad consigo mismo y con los demás
y el esfuerzo solidario. El filosofar no es una actividad que
encierre al individuo en sí mismo, antes bien, es la vida
que le abre a los demás y le armoniza con los
demás. Por eso el filosofar no es sólo inteligencia,
sino también, saber de vida, saber vital. (…) El ser,
objeto último de la indagación, haciendo converger
hacia sí como a un centro único de los esfuerzos
individuales, determina la solidaridad libre y laborante de los
individuos".
En Platón el ejercicio del filosofar no excluye
ninguna arista del universo y el hombre. No se trata de una
ciencia
objetiva, sino, (…) del problema mismo que la ciencia es para
el hombre (…), vuelve así, hacia el fin de su vida, al
problema de Sócrates: el problema de hallar para el hombre
el camino de acceso a la ciencia, y, a través de la
ciencia, al ser en sí ‘.
Hoy, cuando tantas voces exigen a la filosofía
ser autoconciencia teórica de la realidad epocal,
histórico-cultural, cuyo filosofar sea síntesis
concreta de conocimiento, valor, praxis y comunicación, la obra de Platón
sigue alumbrando como símbolo de obligatoria referencia.
Su filosofar que no separó conocimiento y valor e hizo de
la bondad, la verdad y la belleza una indisoluble unidad para la
ascensión humana, dijo mucho y continúa
diciendo.
14.- El ensayo como
literatura de
ideas, en Marinello.
La gran obra no se cualifica por la dimensión
cuantitativa de conocimientos e información, sino ante todo por lo que dice
y suscita para el presente y la posteridad. Precisamente el
ensayismo Marinelliano hizo mucho y dijo
más…
Se trata de un ensayismo ansioso de humanidad, que no da
la espalda al drama humano, porque está consciente que la
cultura es por antonomasia sensibilidad humana y rica
espiritualidad para bien del hombre.
La concepción de la cultura como ser esencial del
hombre y medida de su ascensión humana, acompaña
como "duende"inquieto los ensayos de
Marinello. Son en sí mismos vuelos cogitativos en perenne
búsqueda de bondad, verdad y belleza, Relámpagos
iluminadores desplegados con fuerza en el espacio para captar
horizontes que esperan, desesperan y guían lo porvenir que
queremos y preludiamos.
El ensayo, como literatura de ideas, es en Marinello, su
oficio vital como escritor, coloreado por una misión
redentora que lo convierte en letra con filo. Un ejercicio
meditador que fluye sin cesar por cauces insospechados y
tortuosos en pos de alumbrar, más que cerrar.
Es un discurso buscador, abierto, que con infinita
fidelidad al género, no dispone, no impone, sino propone
para poner, agregar, añadir y decir, siendo. Por eso,
más que el tratamiento sistemático del tema, el
contenido se impregna de subjetividad y sello personal.
Pensar la subjetividad, dando riendas sueltas al
espíritu, es constante vocación del ensayismo de
Marinello. Por eso pensó bien a Martí y con hondura
accedió a su "selva" de ideas y premoniciones.
La ensayística marinelliana es amplia, vasta y
exuberante, pero donde más frutos aporta, en mi criterio,
es en la revelación de Martí como totalidad
trascendente. Es aquí donde se hará énfasis
especial.
En correspondencia con lo anterior, este ensayo dirige
su atención particular a dos momentos esenciales, a
saber:
*La especificidad de la ensayística
marinelliana.
*Y su rica concreción en "Martí, escritor
americano".
Este ensayo no pretende agotar un tema tan rico en
aprehensiones, pues su intento mismo, ipso facto, lo
descalificaría como tal. Es sólo una
búsqueda que propone (…) para acercarnos a la
"selva" ensayística del grande martiano.
I. El ejercicio ensayístico como misión
y oficio.
El ejercicio ensayístico de Marinello abre
camino, porque es camino mismo, no término. Alumbra,
porque es luz en sí mismo. Penetra con hondura, porque va
a la raíz del hombre con ímpetu
cultural.
En su obra no concibe el oficio y la misión del
hombre separados. Eso explica por qué asume el ensayo como
literatura de ideas. Si bien sobresale como poeta de alto vuelo,
el ensayo le brinda más posibilidades para unir en un solo
haz la política y la literatura. Por eso ante la
afirmación de Luis Báez: "Posteriormente usted
deriva hacia el ensayo", Marinello responde: "El introducirme
más profundamente en las luchas políticas,
lógicamente, me tiene que inclinar o me tiene que acercar
al conocimiento de problemas
sociales, políticos, de otro tipo. Es decir, problemas
que tienen una mayor magnitud de meditación que de
inspiración.
Entonces ya parece natural que vaya derivando, como
muchos de los escritores de mi tiempo, hacia el ensayo. El ensayo
ha sido, después, la forma permanente de expresarme;
porque encontré en él, debo decirlo, algo
así como la unión de la preocupación por los
problemas de nuestro tiempo con la inclinación por el
trabajo literario.
Es una cosa muy explicable. Esos ensayos-
continúa Marinello-han sido biografías, recuerdos
de hombres notables, sobre problemas sociales, políticos,
y, claro, más que todo, sobre problemas de la actividad de
creación literaria, de crítica
literaria. Porque en ello se combina la necesidad de expresar
criterios sobre problemas vitales de la literatura de nuestro
tiempo, en la que coinciden la preocupación
política con la inclinación hacia la
expresión artística"
Se trata de un ensayismo comprometido, cuyo autor no
desdeña su oficio como literato, sino que lo une a la
política, en tanto misión humana redentora. En esto
hay mucho de Martí, pues el tema de la unidad
misión- oficio, es recurrente en la revelación
martiana de Marinello. Es difícil encontrar un trabajo
suyo sobre Martí, donde no haga énfasis en esta
arista del pensamiento del Apóstol.
Es que la propia condición de hombre en la
concepción de Marinello se funda en el "mirar" el entorno
con ojos humanos, en no hacer de su oficio sólo un medio
de vida, al margen de la sociedad y sus problemas. Para
Marinello, evadir la realidad dramática del hombre, en
provecho propio, es traicionarse a sí mismo como hombre.
Es negar su propia naturaleza cultural y humana.
Su ensayística, independientemente del tema que
trate, no olvida al hombre. Su método
sociocultural antropológico, nacido en agónicas
batallas, determina un color especial a
su discurso, y Martí y la realidad nacional son sus
fuentes nutrientes principales. Su referencia a Martí da
cuenta de ello: "¿Se sobrepone el Apóstol al
genio?"¿Hubiera sido genial Martí sin vaciar su
fuerza inigualada en un empeño apostólico? Lo que
en último término maravilla en él no es su
obra de escritor, de orador, de poeta, sino la capacidad egregia
para adecuar esa obra a la obtención, a la
realización práctica, de un ideal (…) Por un
momento parece que vive en Martí el postulado gordiano, la
conciencia de la imposible exteriorización del momento
poético. Pero coloca bien pronto frente al secreto
impenetrable e ilimitado del grande artista, el secreto
también oculto, también inmensurable, de los
pueblos."Ellos leen lo que no se escribe-dice-,. Ellos oyen lo
que no se habla". Y si para él no tiene significado la
vida que no se vierte en la de los demás y había
dicho "que el deber de un hombre está allí donde es
más útil", el poeta queda forzado, fatalmente, a
proyectar su obra en bien del mundo".
Este modo de concebir en el hombre, la misión y
el oficio en estrecha unidad, imprime un numen especial al
ensayismo de Marinello. El discurso se torna humanista por
excelencia y los valores,
insertados en la cultura, encauzan sus aprehensiones y
discernimientos por nobles propósitos. Sencillamente, es
el hombre, pensando al hombre a través de la axiología de la acción, que a veces
con ribete agónico y dramático, hace del deber, su
consagración humana, y al hombre mismo, eterna
vocación de servicio.
Así, dirá de Mariátegui "Mariátegui
fue un hombre dramático en un coro de hombres
trágicos. Afirmó mientras todos dudaban. De
ahí su fuerza. Hundió las manos con dolor de
creación en carne angustiosa. De las palpitaciones de esa
carne hizo su ritmo. De ahí la validez permanente de su
mensaje (…) La virtud dramática de
Mariátegui lo cambia de artista en político
(…) Para Mariátegui no habrá arte nuevo sino
arte actual, es decir, revolucionario. Arte en que se traduzca
adecuadamente la inquietud política y el anhelo
social".
Lo que dijo con su prosa poética sobre
Mariátegui, le es aplicable a él. Su mensaje
también es y será de validez permanente. Su
discurso abierto, el relieve de las
ideas, el tono conceptual y metafórico de su decir, la
búsqueda constante del alma humana, el estilo subjetivo-
no subjetivista – con que discurren sus discernimientos, para
atrapar la trama humana y buscar salida al drama del hombre,
hacen del ensayismo de Marinello un cosmos inagotable de riqueza
aprehensiva. Un discurso complejo, en pos de la subjetividad
humana.
II. "Martí, escritor americano", como ensayo
de ensayos.
"Martí, escritor americano"", la obra cumbre de
Marinello, según José A. Portuondo, consagra a su
autor como el martiano mayor. Al ensayista de profundo
pensamiento y sensibilidad, que con miraje de hondura y alto
vuelo revelador, descubre en la "selva" del Maestro una trinchera
de ideas para todos los tiempos. "Frente a las magnas tareas
presentes cobra suprema actualidad aquella estampa en que
Martí dibuja al escritor cabal que ha de nacerle a sus
pueblos: "Así digno y libre, independiente y sabio,
conocedor de los demás y de sí mismo, a la par
instruido de inspirado, así ha de ser el que en nuestros
días quiera robar una estrella más al cielo para
dejarla en la tierra
perpetuamente unida a su nombre". Admitamos la sentencia, de
lindo romanticismo
martiense, y fijemos los ojos en los fundamentos de su mandato.
Sigámoslo en su advertencia dialéctica que ordenaba
seguir los rumores del tiempo, superando los rumores
vencidos".
Un discurso proteico, expresado en imágenes
conceptuales o en conceptos ansiosos de vuelo, presente en la
totalidad de la ensayística de Marinello, cobra relieve
destacado en "Martí, escritor americano". Ensayo de
ensayos, capaz de pensar la subjetividad del Maestro en su
profunda intimidad, y revelar en ella, todo un universo
pletórico de bondad, verdad y belleza, y al mismo tiempo,
al hombre de pensamiento y acción.
En "Martí, escritor americano", la crítica
literaria y el ensayo, a veces marchan unidos- no olvidar que los
límites genéricos son relativos-, pero se impone
con soberana autonomía el segundo.
El tema central es Martí, y el Modernismo,
una mediación esencial que le sirve de base para revelar
las esencias martianas. Un discernimiento de aprehensiones
varias, cuya primera parte descubre la relación de
Martí con las literaturas europeas, particularmente la
española y la francesa, incluyendo las influencias
francesas en los escritores de América. También su agudo
análisis se detiene en la búsqueda de un camino
propio americano, la especificidad de la poesía
lírica del Apóstol y con acento especial, lo que
diferencia a Martí del Modernismo.
En la segunda parte, la personalidad
de Martí, en sus dimensiones varias, es objeto central de
la ensayística marinelliana. Énfasis especial
adquiere la dilucidación de las causas principales que
distinguen a Martí del esteticismo abstracto del
Modernismo o de algunos modernistas, porque Marinello
también establece diferencias. Aborda a Martí como
un creador de inusitada genialidad literaria, comprometido con el
destino del hombre, y las consecuencias que se derivan de dicho
proceder revolucionario para su magna obra con ansia de
altura.
Sin embargo, mi propósito no es adentrarme en la
polémica Martí- Modernismo, pues aunque no acabada,
mucho se ha dicho y hecho después de escribirse
"Martí, escritor americano", incluyendo al propio autor.
El objetivo es
otro: revelar la grandeza ensayística en esta obra,
haciendo hincapié en las especificidades que lo cualifican
como un ensayo de
ensayos, donde el género literario brilla con propia luz,
tanto por la forma como por el contenido.
Es un discurso, como en la gran mayoría de sus
ensayos, de entraña martiana. Tanto penetró en sus
exégesis martianas, que a veces las similitudes
estilísticas son empíricamente registrables, sin
menoscabar lo propio suyo y su consagrada autonomía como
escritor.
"Martí, escritor americano", es una joya
ensayística literaria, con excepcional vuelo
filosófico- cultural. En él están presentes
las características más pronunciadas del ensayo
como género de búsqueda y
creación:
*Acento propio del escritor. Su discurso
inquieto, que espera, desespera y alza el vuelo, movido por
convicciones humanistas que aspira convencer y concretar, deviene
mensaje penetrante de su yo interno. Algo así como una
hermenéutica del sujeto que se afana en
realizar, sin supuestos preconcebidos, las necesidades, los
intereses y los fines que dicta su subjetividad. Por eso a veces
semeja "aguaceros de ideas" con potentes alas y en perenne
asechanza, expresadas en letras con filo: "Para encontrar la otra
poesía, la de más ancha lealtad americana, no
importan el tema y el estilo, tenemos que saltar de los poetas de
la Independencia, que tan genuinamente vibran con la voluntad de
su tiempo, a los poetas postmodernistas, pasando, desde luego,
por la abundancia fiel de José Martí. El
enfrentamiento de la realidad como problema y conflicto,
como dilema trágico, – enfatiza Marinello con acento
crítico- no es virtud modernista y con esto queda dicho
que el movimiento no apunta a lo más alto. Que a veces se
rompe la consigna, se quebranta la limitación, es exacto:
son las ocasiones excepcionales que confirman la ley. Escritores
de tantas dotes y curiosidades no podían quedar inmunes a
las cuestiones capitales de su día. Los vientos de la
calle los inquietan alguna vez y suenan en sus cantos; pero le
son vientos ingratos, y pronto vuelven a guarecerse tras los
vitrales historiados".
La simple lectura del
fragmento identifica al autor, en cuanto a modo subjetivo de
expresión se refiere. La naturaleza ideológica de
sus ideas da cuenta de sello personal: el modo propio y a veces
directo, sin rodeos, con que asume la crítica, los
criterios y las ideas están envueltos en su aura personal
y comunicativa, porque quieren persuadir al otro, proponiendo. El
estilo se torna libre de convenciones, porque su fin es develar
raíces para bien del hombre. Defiende su verdad con
fuerza, pero soslayando los autoritarismos y las intolerancias,
por eso la crítica es a veces dramática y
ríspida, pero sin dejar de reconocer los valores del otro.
Al referirse a Rodó su discurso obra con mesura. "Cede, en
parte a los hierros que lo oprimen, pero le sobran fuerzas y
honestidad para
denunciar la opresión. Rodó es víctima de
sus rectores ideológicos (…). Pero el noble maestro
uruguayo vive en su medio latinoamericano, al que ama y quiere
servir. Son muy conocidos sus ensayos en busca de una literatura
consustanciada con las necesidades y apetencias de la que
él llamó magna patria. Por otro lado, no puede
librarse de la "Torsión ética" que
Alfonso Reyes adjudica como virtud permanente al pensamiento
americano, ni menos de una activa tradición que empuja a
hacer de la literatura una tarea de fecundidad
social".
El acento propio de Marinello como ensayista de alta
estirpe, lo hace inconfundible, tanto por la subjetividad de su
escritura,
como por el relieve de las ideas, la gracia expresiva y su tono
coloreado y vibrante, en fin, por la gracia estética que imprime a sus ensayos, y por
estar insertos en la cultura. Es que discurre, como "(…)
una crítica poemática, individual e intuitiva, a la
que no podemos pedir el dato cierto, la dialéctica
rigurosa, la expresión precisa, ni las conclusiones
categóricas, sino la agudeza y originalidad del juicio
personal y la belleza de la forma creadora"
Es que Marinello, como escritor se vierte todo en su
obra. Su personalidad, hecha al mismo tiempo oficio y
misión, encuentra en el ensayo ricos cauces aprehensivos
para que su pensamiento y sensibilidad traduzcan con eficacia las
necesidades del hombre.
*Tratamiento no sistemático del tema. Es
un rasgo definitorio del ensayismo en general, y en Marinello
cobra relieve destacado. El fluir de las ideas aladas se resiste
al rigorismo sistemático. Busca cauces y se despliega con
libre autonomía. La exposición, su forma elocutiva por
antonomasia, si bien se auxilia de la narración, la
descripción, la argumentación, etc.,
siempre mayorea, predomina y se impone, en correspondencia con la
razón de ser del género. Como no existen barreras
infranqueables entre los géneros
literarios, en la ensayística marinelliana, de modo
episódico aparecen otros, pero para darle color, fuerza y
vitalidad al devenir de su discurso libre, ondulante, atrevido y
buscador. Más le interesa el sentido de las cosas que su
apariencia misma, pues como bien él afirma, siguiendo a
Martí, "(…) el sentido de las cosas arranca siempre
de sus relaciones comprobables y de su realidad más
profunda".
El tratamiento libre, no sistemático del tema
asumido, brilla por su presencia en "Martí, escritor
americano". Basta sólo mirar el índice de los
ensayos que lo estructuran para notar la ausencia de sistema. Los
epígrafes más que dirigirse a informar,- y por
supuesto, la información no está reñida con
el ensayo- le interesa suscitar. Esto se puede ilustrar con el
primer capítulo o ensayo: "El Modernismo". Su contenido,
con mano maestra y cincelante, Marinello lo despliega en siete
epígrafes, a saber.
1. Lo nuevo.
2. Actitud.
3. Testimonio.
4. La cárcel de la sensualidad. Realidad y
apariencia.
5. Absentismo, apoliticismo.
6. La coincidencia concluyente.
7. Un juicio decisivo.
Hay una voluntad expresa que no puede resolver el
tratado, sino el ensayo, que propone y abre con toda libertad.
Por supuesto, el mismo tema puede ser abordado por un tratado
didáctico, pero en función de enseñar,
organizar los contenidos, etc. El ensayo de Marinello se mueve
por otros cauces y con otros propósitos: exponer un
movimiento literario y suscitar nuevas aprehensiones, a partir de
su propia meditación del problema y con vivas reflexiones,
en torno a las varias aristas del tema. Por eso el tratado
enseña, informa, organiza, sistematiza y con ello, al
mismo tiempo, impone, inmoviliza. El ensayo, suscita, dialoga y
cultiva con el sesgo espiritual que le imprime el escritor
al discurso. Es que el torrente discursivo de ideas no puede
encerrarse, porque pierde su sentido de búsqueda y
creación.
Al mismo tiempo, el tratamiento no sistemático
del problema asumido, no guarda relación de antítesis con la coherencia lógica.
Hay en "Martí, escritor americano" una lógica
impecable, pero no rigorismo sistemático. La lógica
deriva y se construye del objeto especial trabajado, y del
contexto real que se analiza. Una lógica abierta, flexible
y tolerante que establece diferencias, porque se funda en la
historia y la cultura. Por eso del Modernismo dirá:
"Captar la vida y el ambiente de los pueblos de América,
traducir sus inquietudes, sus ideas y sus esperanzas, a eso
tendió el Modernismo en su etapa final, sin abdicar por
ello de su rasgo característico y principal: trabajar el
lenguaje con arte".
En Marinello, como grande ensayista, la asunción
no sistemática de los temas tratados,
más que empobrecer su intelección de los problemas
que convierte en objeto de estudio, se enriquece. En
"Martí, escritor americano", además de mostrar su
genialidad literaria y gran oficio como ensayista, sus
discernimientos dan cuenta de su maestría para alumbrar
caminos con las implicaciones estéticas,
filosóficas y políticas que deriva de sus
análisis críticos.
* Vocación de atisbos y gérmenes.
"Martí, escritor americano"es una fuente inagotable de
atisbos y gérmenes. Marinello piensa el ser americano, si
quedarse en él. Dirige su pensamiento con sentido
utópico, a veces "romántico", y también
realista, tras las huellas martianas, con impulso de inquietud.
Con miraje profundo, contempla el horizonte para asirse a
él, preludiar lo por venir y acercarlo a nosotros. Es un
hombre de alma política, comido de humanidad, que sabe muy
bien el papel que le corresponde a la intelectualidad, en la
revelación del ser esencial de nuestra América. Por
eso exige mirar nuestro mundo con ojos humanos, es decir, ser
sensible a sus problemas y a la obra por hacer..
La luz martiana lo alumbra y encauza, para penetra en su
"selva"y ver más lejos. "Cuando Martí compone una
de sus grandes oraciones políticas o literarias no tiene
en su mente realizar una obra de novedad alquitarada, y menos
amoldar sus potencias a determinadas corrientes. La
creación queda dominada todo el tiempo por la
intención generosa. Es el impulso cordial el que manda la
resonancia varia y el hallazgo propio"
Es que los atisbos y gérmenes, propios del
discurso de los grandes ensayistas, encauzan la creación y
dinamizan la actividad en pos de ella, y Marinello fue un
creador.
La razón utópica, que todo lo mueve, es
inmanente al ensayismo de Marinello, por eso su obra hizo mucho y
dijo más. Y por lo mismo, seguirá
diciendo.
* Dignidad de
las ideas. En "Martí, escritor americano", como en
toda la ensayística de Marinello, la dignidad de las ideas
matiza con fuerza la expresión discursiva. A la facundia
desbordante y a la elocuencia robusta le acompaña el don
de la palabra grande, noble, con ímpetu de altura para
comunicar mejor. Es como si la bondad, la verdad y la belleza se
unieran en estrecho haz para construir un discurso sincero y
leal. La sinceridad y la lealtad imprimen dignidad a las ideas.
Con plena propiedad del
que sabe decir y decir bien con grandeza de ideas, asume a
Martí como paradigma. "En
la gran encrucijada debe ser Martí una fuerza definidora.
Tiene para nuestros escritores, la autoridad de la obra, el
poder del
ejemplo letrado. Martí (…) es el caso del artista
que logra las mayores alturas en obediencia a sus criterios
primordiales, con lo que deja confirmada la autenticidad de su
magisterio (…). Su verso- síntesis de su escritura
siempre poética- crecerá en la obra americana. Y,
como quiso y esperó, la huella de su vida, su integrada
lección, crecerá también bajo la hierba. En
una germinación libertadora, digna de sus pueblos, digna
de su genio atormentado y generoso".
Es una ensayística sustanciada y "adornada" por
el porte elegante de las ideas y la nobleza de la palabra
sincera, amorosa y humana, con evidente resonancia martiana. Un
bello decir y hacer, comprometido con los destinos del
hombre.
* El encanto de la
comunicación. Con sorprendente espontaneidad, el
discurso de Marinello comunica al grado de la conversión,
por su encanto inusual. Su ensayismo como literatura de ideas,
deviene espacio comunicativo. Como siempre parte del hombre,
y su subjetividad, concretada en la cultura, su expresión
discursiva llega al hombre, hasta identificarse con el mensaje
que piensa y siente suyo. Su discurso es comunicativo, porque
está hecho de entrañas nobles y porque en sí
mismo, es leal, no traiciona. Hay acción comunicativa,
además, porque las ideas están cargadas de
humanidad, traducidas, tanto en la teoría como en la
praxis. La fuerza de la palabra se agiganta, cuando está
pivoteada por el ejemplo. Sin ello, el decir, aunque sea muy
bello, resulta huérfano de ideas.
Por eso cuando su exégesis martiana se despliega
sin fronteras, muchas similitudes encontramos.
Sería herir su extremada modestia, pero es así. "De
esa circunstancia, de esa doble condición de inventor de
un estilo y regidor de un mundo literario, arranca su riqueza de
vaticinio y su precisión asombradora. El hombre vigilante
de la libertad, de la riqueza y justicia de la
América Hispánica, pudo penetrar como nadie en los
dominios sutiles de la creación artística, sin
olvidar un punto su deber político, pero sin poner de lado
una sola vez los caminos palpitantes de la encarnación
personal. Los que miraron hacia él pidiéndole
fidelidad a su tarea orientadora encontraron que cumplía
con su deber, predicando con el ejemplo de su prosa. A los que,
gentes de su cuerda imaginativa, le admiraron la rica
originalidad, le mostró con ella, el rumbo
inexcusable".
"Martí, escritor americano", resume un ensayismo
fecundo, y el encanto de la comunicación que lo impregna,
consagra a su autor como ensayista mayor de nuestra
América. En él se reúnen muchos valores
estéticos y sobre todo, humanos. La acción
comunicativa es eficaz porque está afincada en hondas
raíces: sentido cultural (humano) del discurso,
subjetividad desbordante, gracia, tono, aire aprehensivo
suscitador y relieve de las ideas.
* Mentalidad concentrada del ensayista. Los
grandes ensayistas poseen el don de la concentración
mental, y Marinello en "Martí, escritor americano", hace
gala de ello. Su concentración es tal que
inconscientemente se mete y bucea en cuerpo y alma en el asunto
que trata. Absorto, y sin necesidad de un plan prefijado
como haría el tratadista, se vierte todo su discurso para
"ver" con las palabras y "hablar" con los colores, con un
discurso incluyente que emplea las varias formas aprehensivas de
que dispone el hombre, ya sea el concepto, el símil, la
metáfora, etc. Lenguaje directo y tropológico
"juegan"y se concilian, sin mengua de la verdad que busca.
Sólo interesa la meditación profunda para
captar la realidad en su complejidad real y en sus mediaciones
dialécticas. Su ejercicio literario es meditativo, por
antomasia, y con ello, esencialmente filosófico. El elan
filosófico- cultural, es inmanente al ensayismo
Marinelliano. Hace filosofía en la literatura y en
ésta filosofía.
Su discurso es de vuelo cósmico en su base. Su
cosmovisión unitaria del ser, como en Martí,
encauza sus análisis. Sencillamente, como su
intelección parte del hombre inserto en la cultura, los
eternos problemas y preguntas filosóficas emergen sin ir
tras ellos. Son parte consustancial de su "mirar" al hombre en
relación con el mundo, particularmente el suyo, nuestra
América. "Para Martí – y para él
también, pues su concentración mental lo hace
cómplice- aparecía indispensable ofrecer su
América como un todo profundo, dinámico y
victorioso. Urgía dar "vida a la América", hacer
"resucitar la antigua, fortalecer y revelar la
nueva"…Mídase el tamaño del empeño.
Para nuestro héroe, dar vida a la América
significaba entenderla y exponerla como un gran proceso unitario
en que lo antiguo se prolongase orgánicamente en el
presente y hacia el futuro. "Resucitar el pasado" suponía
usufructuar un caudal de grandezas impresionante y útiles;
como fortalecer y revelar lo nuevo aludía a una obra de
esclarecimiento y presencia en el escenario universal. Esta
concepción martiana- donde hay tanto de enjuiciamiento
histórico como de previsión política-
expresa cómo se desarrolla en nuestro escritor la idea de
integración americana que está en
los libertadores de todo el Continente".
La concentración mental de Marinello, con su
discurso ondulante, complejo, no sistemático, a veces
apotégmico, pero siempre meditador, "hizo camino al andar"
y no permitió que los "árboles
impidieran ver el bosque".Por eso su "Martí, escritor
americano", además de presentarnos a Martí y su
revelación americana como totalidad trascendente, califica
como ensayo americano de alta estirpe.
En fin, El discurso ensayístico de Marinello, muy
a lo martiano en su esencia, sigue alumbrando y continuará
abriendo caminos.
Conclusiones
inconclusas:
En síntesis, los rasgos que cualifican al ensayo
como género literario son los siguientes:
- Sello personal del autor.
- Tratamiento no sistemático del
tema. - La exposición como modo elocutivo por
excelencia, sin que esto inhabilite otras formas
(narración, descripción, etc.), pero
subordinadas, como casos pasajeros o
episódicos.
Estos tres rasgos son centrales, pero no agotan la
riqueza compleja y expresiva del ensayo, pues el concepto es
abundante en implicaciones estéticas y filosóficas,
a saber:
- Impulso de inquietud. El discurso remueve y aviva con
vocación de atisbo y gérmenes, según M.
Vitier. - Gracia, tono, en fin, gracia estética. Gracia
estética que, sin proponérselo el escritor,
subyuga al lector, por la elocuencia, el tono, el color, el
calor y el
relieve y vitalidad de las idas. Unido a la coherencia del
discurso, la armonía, la sinceridad y nobleza
expresivas. El ensayo Cecilio Acosta, de Martí, subyuga,
paraliza, nos hace cómplice y concentra la
atención: "Ya está hueca, y sin lumbre, aquella
cabeza altiva, que fue cuna de tanta idea grandiosa; y mudos
aquellos labios que hablaron lengua tan
varonil y tan gallarda; y yerta, junto a la pared del
ataúd, aquella mano que fue siempre sostén de
pluma honrada, sierva de amor y al mal, rebelde. Ha muerto un
justo: Cecilio Acosta ha muerto. Llorarlo fuera poco. Estudiar
sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato a
las grandes naturalezas y digno de ellas. Trabajó en
hacer hombres; se le dará gozo con serlo.
¡Qué desconsuelo ver morir, en lo más recio
de la faena, a tan grande trabajador!
Sus manos, hechas a manejar los tiempos, eran capaces de
crearlos. Para él el Universo fue
casa; su Patria, aposento; la Historia, madre; y los hombres,
hermanos; y sus dolores, cosas de familia que le
piden llanto. El lo dio a mares (…) Cuando tenía que
dar, lo daba todo; y cuando nada ya tenía, daba amor y
libros (…)
Él, que pensaba como profeta, amaba como mujer."
Estamos en presencia -por supuesto, ante un ensayo
literario-, pero la belleza ensayística expresiva no
está reñida con el tema de objeto discursivo. La
sensibilidad del escritor, su creciente humanidad y el devenir en
sus cauces culturales, imprime razón estética. La
coherencia armónica y su consecuente gusto estético
como están insertos a una cultura de la razón y de
sentimiento, despierta esa bondad, verdad y belleza que el hombre
lleva dentro, que sólo espera por cauces humanos para
revelarse. ¿Quién puede negar la bondad, la verdad
y la belleza de un ensayo científico, cuando un escritor
con profesionalidad y oficio es capaz de insertar el discurso a
la cultura, pues la cultura, más que acumulación de
conocimiento, es sensibilidad humana para captar lo
pequeño, lo grande y lo absoluto con sentido
histórico, acorde con el presente y lo por venir, sin
olvidar la buena tradición del pasado que sirve de
raíz?
- Relieve de las ideas
- Es un género elocuente, por eso encuentra y
despierta empatía. - Dignidad de las ideas.
- Encanto de la comunicación.
- Despierta semillas dormidas con el polvo inasible del
misterio humano. - Como medio literario de la subjetividad, la
acentúa y revela. - El autor, en criterio de M. Vitier, se vierte todo
él con su desasosiego personal. No es cosa de
erudición, sino de sugestión. - Abre cauces dóciles a la subjetividad, y las
ideas, sin mengua de sus perfiles, viven envueltas en el aura
personal, comunicativa, que nos torna propenso a la
conversión, enfatiza M. Vitier. - No hay objetividad pura, limpia de vetas
personales. - No renuncia a la misión didáctica, pero su estilo posee mayor
riqueza de movimiento que el tratado o la monografía, recalca M.
Vitier. - Enseña, mas no trasmite un cuerpo de nociones
aceptadas. No supone la seguridad de su docencia, es
un poco aventurero, enfatiza M. Vitier, de ahí el modo
ondulatorio de su prosa. - M. Vitier, recomienda el empleo del
ensayo en el aprendizaje
escolar, pues la enseñanza necesita matizarse con la lectura
de no rigurosa didáctica. El ensayo responde a ese
menester espiritual, porque saca el juicio del plano de
seguridad a que lo conduce el tratado; lo sacude y lo planta
solo, en medio de una tesis, donde puede ser más de uno
el camino de la verdad", es decir, educa porque invita e incita
al pensamiento propio, creador. - El ensayo en sí mismo, es complejo y opera con
complejidades. - Posee sentido cultural en su esencia y
propósitos. - Es literatura de ideas, y por lo mismo,
comunicativo y tolerante. - Se resiste a las convenciones de normas
absolutas, porque busca la verdad. . "Bueno es
dirigir, pero no es bueno -enfatiza Martí- que llegue el
dirigir a ahogar (…) Garantizar la libertad humana -dejar a
los espíritus su frescura genuina, no desfigurar con el
resultado de ajenos prejuicios las naturalezas (puras y
vírgenes)- ponerlos en aptitud de tomar por sí lo
útil, sin ofuscarlas, ni impelerlas por una vía
marcada, he ahí el único modo de poblar la tierra
de una generación vigorosa y creadora que le falta. Las
redenciones han venido siendo formales; es necesario que sean
esenciales. La libertad política no estará
asegurada mientras no se asegure la libertad espiritual. Urge
libertar a los hombres de la tiranía, de la
convención, que tuerce sus sentimientos, precipita sus
sentidos y sobrecarga su inteligencia con un caudal pernicioso,
ajeno, frío y falso. Este es uno de esos problemas
misteriosos que ha de resolver la ciencia humana (…)" Y el
ensayo tiene mucho que decir y hacer ante esta convocatoria
martiana.
El ensayo como literatura de ideas, es un género
complejo rico en cauces estéticos y filosóficos, al
mismo tiempo de relativa brevedad, carácter
sintético, libertad meditativa y expresiva, de desbordante
subjetividad, de variedad temática y de belleza literaria
sin límites.
Los límites entre los géneros no son
absolutos. Hay relatividad, como en la vida misma, sin embargo,
de las propias características esbozadas anteriormente, se
comprende sus diferencias, respecto a otros géneros
literarios.
* El tratado: Prosa didáctica, estudia a
fondo toda una materia, hasta agotarla. Su finalidad es de
carácter instructivo El tratado o manual refiere a
un estudio sistemático, con rigurosa lógica
expositiva. Enseña, organiza la mente, en sí misma,
instruye, pero no educa el pensamiento, no cultiva la
razón crítica, porque no enseña a pensar con
sentido cultural y complejo. El objetivismo, no le permite pensar
la subjetividad en sus mediaciones plurales. El tratado dispone.,
impone. El ensayo propone, suscita, comunica; por eso, pone,
agrega, cultiva. El ensayo no intenta "agotar" su objeto y se
desarrolla libremente el discurso subjetivo, para descubrir
nuevas orientaciones y aprehensiones.
* El artículo: Es una escritura breve, con
tema de actualidad, predomina el estilo de nivel
periodístico. Su función principal es informar. Hay
trabajos, considerados artículos que son verdaderos
ensayos, y viceversa.
* Crítica: Hay rasgos similares, pero en
su esencia, se trata de análisis fríos, de
indispensables erudición y de método severo, que
sopesan lo positivo y lo negativo, con determinada impersonalidad
o distanciamiento. En fin, la crítica aprecia y valoriza
haciendo constar méritos y defectos. El ensayo
también valora, pero sin tener en cuenta tanto las
técnicas, como las normas aceptadas por el
criterio general, Si la crítica informa, depura el gusto,
orienta la cultura, divulga las buenas obras y fomenta ideales
estéticos, el ensayo fortifica el gusto del
espíritu por la especulación intelectual y por la
percepción de la belleza. Por eso
cultiva.
* Monografía: Sea histórica,
científica, jurídica, artística, etc. agota
un tópico dentro de una materia. Profundiza con finalidad
informativa y sirve para la amplificación de los
conocimientos. El ensayo profundiza, pero no agota el
tópico ni lo explica orgánicamente, sino que gira
en torno a él, sin finalidad informativa, ni amplifica
conocimientos, sino para comunicarle al tópico nuevos
cauces o enfoques.
* La poesía: Su discurso, rimado o no, es
poético por antonomasia. Predomina el lirismo y posee un
carácter muy sintético- integrador. Existe la
poesía ensayística. Hay poemas
filosóficos y de otros perfiles que son verdaderos ensayos
poéticos. También existen poemas que se aferran
tanto a las normas hasta cerrar el discurso. Son poemas
huérfanos de vuelo, de ideas, y por tanto,
estériles.
* La narrativa, novela. Obra
literaria en que se narra un hecho o acción y se describen
lances interesantes, caracteres y costumbres.
Episódicamente pueden estar presentes momentos
ensayísticos. Esto es propio de muchas novelas.
En síntesis, "(…)en el ensayo hay la
hondura de la monografía, la valoración de la
crítica, la divulgación del tratado, la brevedad y
la síntesis del periodismo, la
variedad de la oratoria, la
emotividad de los géneros subjetivos y la elegancia de
cualquier estilo literario. Tiene como sugiere Vitier,
"función de enseñanza y función de cultura",
"remueve y aviva", porque al saborearlo, se remueven o avivan los
conocimientos que ya teníamos sobre el tema enfocado".
Para Andrenio Gómez de Vaquero, el ensayo "es la
didáctica hecha literatura", porque reemplaza "la
sistematización científica por una
ordenación estética, acaso sentimental, que en
muchos casos puede parecer desorden artístico."
Todo lo anterior se deriva, principalmente, de una
característica cualificadora del buen ensayo: su
razón compleja. Es un discurso abierto, sugestivo, que
propone. Una manera de buscar la verdad, sin a priori, ni
absolutos. Por eso el siglo XXI se augura como el siglo del
ensayo. "Luego de las experiencias realizadas por las ciencias y la
filosofía en el siglo XX, -señala Edgar Morin,
destacando el lugar del ensayo como método-nadie puede
fundar un proyecto de aprendizaje y
conocimiento en un saber definitivamente verificado y edificado
sobre la certidumbre. Tampoco se puede tener la pretensión
de crear un sistema absoluto de proposiciones posibles o el
sueño de escribir el último libro que contenga la
totalidad de la experiencia humana"
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Dr. Rigoberto Pupo
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