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Los diamantes de Monrovia (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

El individuo secuestrado se llama Bergman, de nacionalidad
alemana y su compañera o secretaria, es una muchacha
holandesa que responde al apellido Rijens. Ambos se han refugiado
en le Misión de Gbamga, administrada por unos frailes
católicos misioneros muy bien considerados y queridos en
la región.

Insisto que debe tratarse de algún negocio muy
importante, tenemos órdenes taxativas de mantener un
hombre en constante vigilancia en los alrededores de la
misión y, otro en el hotel se alojaban para protegerles del
individuo que raptó al alemán, el resto de los
agentes destinados al caso se dedican a rastrear en busca del
extranjero asesino-, concluyó.

-Eso está mejor, es una buena información, pero
sigue manteniendo tus ojos y oídos muy atentos, cualquier
cosa o suceso que puedas captar al respecto házmelo saber,
por poco importante que a ti pueda parecerte. Te aseguro que si
esto se desarrolla como estoy pensando, vas a llevarte una buena
tajada-.

Gnobo estrechó la mano de Thomas y se
marchó.

Mientras andaba a buscar su automóvil, Gnobo pensaba en
la posibilidad de dar caza al fugitivo extranjero personalmente,
naturalmente nada sabía de que Thomas ya conocía el
escondite de éste, pensó que de poderle detener le
podría significar un importante ascenso dentro del cuerpo
de la policía. Subió al automóvil y puso la
sirena del mismo en acción, la ponía siempre aunque
no tuviera ninguna llamada de urgencia, era la manera de poder
desplazarse rápido por el embarullado tráfico de la
ciudad.

Al llegar a la comisaría central, pidió al
departamento de Interior toda la información que se
dispusiera referente a la Misión católica de
Gbamga.

Por otra parte Thomas mandó traer su automóvil
BMW, le ordenó al coger habitual que se quedara, condujo
el mismo saliendo de laciudad, tomó la pista que llevaba a
Gbamga.

Por el camino su pensamiento fue tramando un plan a
seguir.

CAPÍTULO XXXVIº

Kieh llamó a Bergman al teléfono que le
había cedido. –Señor Bergman, soy Kieh, le
llamo para informarle que mañana por la mañana voy
a ir al Norte del país para recoger la primera
entrega-.

– Bien ,es una buena noticia , llamaré a mi socio para
que tenga todo preparado-, evitaban dar demasiados datos por
teléfono.

– He pensado que una vez haya recibido la mercancía ,
haré que me lleven a la Misión donde se halla usted
, así de este modo podré comprobar el producto y el
peso del mismo.

-Bien pero deberemos ser cuidadosos y discretos, esto es una
pacifica misión religiosa y nada saben de mis
negocios-.

-No se preocupe, seremos muy discretos, ¿dispone usted
allí de un lugar reservado para poder reunirnos?.

-Si dispongo de una habitación no demasiado confortable
pero podemos estar en ella,

Le presentaré como un amigo de negocios-.

-Bien, entonces calcule que estaré con usted al final
de la tarde, entonces hasta mañana-.

-Hasta mañana amigo Kieh-.

Carl marcó inmediatamente el número de Dieter,
desafortunadamente estaba fuera de servicio, luego marcó
el número marcó el número del
teléfono de la casa.

-¿Hallo?-, dijo una voz femenina.

-Herr Henricks bitte-.

-Eine moment bitte-.

Un largo minuto después otra voz femenina se puso al
aparato. -¿Quién llama a Dieter?-,
preguntó.

-Soy Carl, Carl Bergman, ¿eres Katerina?-.

-Oh Carl, como estás, Dieter acaba de ir al centro,
pero no tardará en regresar, le digo que te llame tan
pronto llegue-.

-Si, dile que es preciso que hable con él tan pronto
como le sea posible, le he llamado al celular y está fuera
de servicio-.

-Cierto, lo ha dejado en casa cargando la batería, pero
en menos de una hora estoy segura que regresará-.

-Bien, entonces hasta luego, te mando un beso-.
Colgó.

A Carl, le vino a la mente Eva, estaba allí en la
habitación contigua a la suya, se sentía defraudado
y descorazonado por todo lo que la muchacha le había
explicado, en su intimidad había hecho planes para con
ella, le había tomado algo más que aprecio, incluso
había pensado en ella como su compañera hasta el
fin de sus días, su primer y único matrimonio
había sido breve y por las circunstancias de la vida
penoso y dramático.

Valoraba la valentía con que se expresó para
explicarle su implicación en el tema, pensó si
debía darle otra oportunidad, quiso convencerse de que
debía concederle un poco de credibilidad a su
arrepentimiento.

Mientras aguardaba la llamada de Dieter, fue a la
habitación de Eva, llamó suavemente a la puerta, al
abrirse mostró la imagen de una mujer con los ojos
hinchados y enrojecidos, todavía unos gruesos lagrimones
descendían por sus sonrojadas mejillas, había
estado llorando todo el tiempo.

La imagen de Eva le partió el corazón,
abrió sus brazos a la muchacha, ésta al ver el
gesto de su amigo se echó a él para que la rodearan
con fuerza, seguía llorando desconsoladamente, Bergman
sacó un pañuelo del bolsillo para ayudarla a secar
las lágrimas, ésta le miró agradecida con la
cabeza apoyada sobre el pecho de Carl.

-Ven, vamos a mi habitación, vendrá en cualquier
momento Kieh a visitarme, vamos a hablar de negocios-.

-¿Crees que debo estar presente en la
conversación?-, apuntó Eva con cierto recelo.

-Naturalmente, he hecho propósito de olvidar todo lo
que me contaste al respecto, cuando nos conocimos tu estabas
realizando un trabajo que te habían encargado, luego te
comportaste con gran valor y honestidad. Ahora las cosas han
cambiado para nosotros, ¿es así?-.

-Si Carl, totalmente. He renunciado a mi compromiso con la
multinacional AMR Co.-.

Sentados en los pies de la sencilla cama, estuvieron hablando
por más de tres horas.

En el entretanto charlaban sonó el teléfono
celular, se trataba de Dieter. –Hola ¿Cómo
estás?-.

-Bien, me dijo Katerin que me habías llamado-.

-Si, era para informarte que Kieh vendrá a visitarme
durante esta tarde, él ahora se encuentra viajando con uno
los camiones del ejército para recoger la mercancía
que le tienen preparada, me ha in formado que como se halla no
demasiado lejos de dónde estoy, vendrá a visitarme,
así podré ver la "mercancía" comprobarla y
pesarla. Si te parece cuando le tenga aquí
¿Cómo tienes la entrega de la "otra"
mercancía?-.

-Bien, todo dispuesto-. –Oye Carl, para efectuar el
trueque sugeriría el siguiente procedimiento, veamos que
te parece; podríamos enviar la mercancía mediante
un avión bimotor que volaría desde las islas
Canarias hasta Monrovia, es un bimotor turbohélice A646,
algo antiguo, pero en perfecto estado de mantenimiento, es de una
compañía alemana, de las conocidas como "piratas",
no son miembros de IATA, los propietarios del avión
suprimieron en su día los 20 asientos que llevaba para
pasajeros y los¡ convirtieron en un carguero, sus tarifas
son siempre más bajas que las de las líneas
regulares. El presidente de la compañía propietaria
es un alemán antiguo piloto de la Luftwaffe, a
quién conozco bastante bien y podemos confiar-.

-En principio me parece muy aceptable, ¿Cuántos
metros de longitud de pista precisa este aparato para tomar
tierra?-.

-Para poder efectuar con seguridad las entregas, se
precisaría disponer de una pista de aterrizaje no inferior
de los 1000 metros de longitud y que no esté controlada
por las autoridades aduaneras del país. ¿Puedes
interesarte en ello?, tal vez este personaje que tú
conoces, el tal Kieh, pueda tener alguna solución-.

-Ha sido muy oportuno tu comentario, como ya te dije, Kieh
está viniendo para acá, lo consultaré y de
inmediato te digo algo al respecto, pero no dejes de pensar en
otras fórmulas para las entregas, no fuera a ser que la
que ahora propones no pudiera tener viabilidad-.

-¿Qué hay de tu joven secretaria?-, pregunto
algo socarronamente Dieter.

-Ah muy bien, la tengo aquí a mi lado, ha sido y es una
importante colaboradora-, respondió Carl mirando a su vez
a los ojos de Eva. Esta se sonrió ligeramente
devolviéndole una mirada de agradecimiento.

-Oye amigo-, dijo Dieter,-¿tiene porvenir esta
relación o acaso es circunstancial?-.

-Todavía no puedo decirte nada al respecto, ya se
verá vamos a darle tiempo-.

-Bien, llámame tan pronto tengas noticias a lo que
acabamos de comentar-.

Berkman guardó su teléfono en el bolsillo del
pantalón, se acercó a Eva y cogiéndola de la
mano la dijo:- ¿Te apetece salir a dar un paseo por los
alrededores de la Misión?-.

-Si me encantaría-.

Salieron de su habitación y buscaron al hermano Heinz,
lo hallaron en la enfermería enseñando a unos
adolescentes a efectuar vendajes y primeros auxilios.

Buenas tardes hermano Heinz, ¿le apetecería a
usted dar un paseo con nosotros y mostrarnos la
población?-.

-Si encantado en acompañarles, aguarden unos minutos a
que acabe el cursillo que imparto a estos muchachos, el
año que viene van a ser enfermeros auxiliares y su
colaboración será muy importante para esta
población, vamos a inaugurar otro ambulatorio de primeros
auxilios y ellos estarán al cuidado, aguarden unos pocos
minutos, pueden sentarse en este banco-, les dijo
señalando uno de madera.

-No tenemos prisa alguna, puede usted seguir impartiendo su
clase-.

Pocos minutos después, el hermano Heinz había
finalizado el cursillo, se acercó a sus amigos
acompañado de sus alumnos, -ahora que ya acabé,
estoy a disposición de ustedes, síganme-.

Salieron por la puerta principal acompañados de los
muchachos, allá fuera estaba también el chofer
Canuté limpiando su taxi, éste les saludó
sonriendo levantando una mano, enfilaron por la calle principal
de la población, las calles estaban pavimentadas con una
especie de adoquines planos así como también las
aceras, estaban provistas de alcantarillas, y en cada extremo de
las calles había una fuente publica. La mayor parte de las
casas eran de una sola planta construidas con ladrillos,
disponían de agua corriente, con los años aquellos
misioneros habían diseñado y construido un sistema
de almacenamiento para las abundantes aguas pluviales procedentes
de las tormentas tropicales, tan frecuentes en la zona, era
suficiente para abastecer a la población, ante el aumento
urbano incorporaron un sistema de extracción de aguas
mediante pozos con estaciones de bombeo que mantenían la
reserva hídrica necesaria, capacitaron a cinco nativos
para efectuar el mantenimiento y cloración, llegando a
tener unos de los abastecimientos de agua más efectivos y
modernos del país, aquel mísero poblado de

Antaño, se había convertido en una
próspera y activa población agrícola de unas
mil doscientas almas, que ni tan siquiera la próxima
ciudad de Gbanga podía competir con ella.

Heinz les fue explicando la evolución que a
través de los años aquel suburbio de Gbanga
había ido experimentando de la mano de los
múltiples misioneros que fueros destinados a aquel
rincón del mundo. Carl y Eva estaban impresionados,
jamás podrían haber adivinado que una iniciativa
tan pobre en recursos, aquellos sacrificados hombres buenos,
pudieran haber alcanzado metas tan efectivas y sociales.
Así se los expresaron a su acompañante.

Poco a poco fueron regresando a la misión, en la puerta
de la misma había un automóvil Mercedes Benz negro
estacionado, Carl pensó inmediatamente que con toda
probabilidad se trataba de Kielh que había llegado,
llamaron a la campanilla y en instante se abrió la media
hoja del portón. Dentro de una salita estaba Kieh.

Carl se acercó a éste y estrechándole la
mano le dio nuevamente las gracias por sus desvelos. Le
invitó a entrar en su habitación,
acompañándoles Eva, no sin antes haber presentado
al hermano Heinz.

-Le estamos muy reconocidos por toda la ayuda en este
lamentable suceso, en especial la señorita Eva a la que
usted le prestó el primer apoyo-, dijo Carl.

-No tiene importancia alguna-. Junto a él sobre el
asiento de una silla inmediata, tenía un
pequeños¡ saquito de yute blanco que cerraba el lazo
de una cinta de cuero. Lo cogió entregándoselo a
Carl.-Tenga, cójalo y ábralo-.

Carl cogió el saquito y deshizo el lazo, abrió
con ambas manos la boca del envoltorio, en la estancia no
había demasiada luz, se acercaron los tres a la ventana
que daba al exterior, metió la mano hasta el fondo del
mismo, palpó algunos objetos que le parecieron unas
piedras frías, como si fueran canicas de vidrio,
agarró un puñado de ellas y las sacó al
exterior, abrió la mano y allí estaban unas cinco
piedras transparentes, algo parecidas a los cristales de cuarzo,
de diversos tamaños, la mayor no media más de ocho
milímetros de altura en una de sus caras, extendieron
sobre una mesita un pañuelo blanco que llevaba Eva en su
bolso y depositaron allí a todas ellas, Carl volvió
a poner su mano dentro del saquito y sacó el resto, unas
seis piezas más, todas eran de un ligero tono amarillo,
pero una destacaba sobre las demás, era la más
grande de todas, andaría rondando los 12 milímetros
de diámetro pero la particularidad que les
distinguía del resto, era el color, era totalmente negra y
brillaba mucho más que el resto a pesar de no haber sido
tallada.

Carl, al verla, pegó un respingo, no se pudo contener,-
Dios mío-, exclamó,- es un diamante negro, una de
las escasas rarezas de la naturaleza, vale tres veces más
que cualquiera de los otros-.

Kieh, sacó una balanza electrónica de
precisión que llevaba dentro de un maletín, la
depositó en la mesita y se dispusieron a pesar aquellas
preciosas piedras una a una. Venían a pesar algo
más de 350 gramos, una fortuna. Anotaron el peso en un
pequeño cuaderno que Eva llevaba.

-¿Qué le parece Carl?, de me su
opinión-dijo Kieh.

-Estoy realmente sorprendido, no pensaba que pudieran
obtenerse piedras de este tamaño veamos que dice nuestro
socio y experto Devries, el es una autoridad en la materia, es un
inicio perfecto. Voy a llamar a Dieter ahora mismo-.

Carl estaba algo excitado ante la perspectiva de negocio que
adivinaba, con unas diez entregas como aquella les
convertirían en inmensamente ricos. Cogió de nuevo
el teléfono para llamar a su socio.

-Dieter, el señor Kieh acaba de mostrarme la
mercancía-Carl estaba algo excitado.

-Y bien ¿qué impresión has sacado?-.

-Fantástica, pero en especial una de las piezas es de
color negro, tiene un brillo inusual a pesar de no haber sido
tallada todavía que la distingue de todas las
demás-,

Siguió diciendo Carl.

-Eso que me dices es muy bueno, pero el dictamen de las
calidades y la valoración real de mercado lo deberá
efectuar Devries, él es el experto.

-Si, naturalmente. Aguarda un minuto voy a consultar a Kieh lo
de la pista de aterrizaje.

-Señor Kieh, mi socio me propone efectuar la primera
entrega de armas transportándolas con el avión de
una línea aérea de un amigo nuestro, mañana
podría estar aquí, pero me pide si es posible
hallar una pista de aterrizaje privada el avión pertenece
a una de estas líneas que podríamos llamar
"piratas", en una palabra que no es miembro de IATA y, de hacerlo
en el aeropuerto de Monrovia quizás pudiera tener
algún problema de documentos con las autoridades-.

-Déjeme que piense-, dijo Kieh. Unos segundos
después dijo : -Existe una pista forestal que tiene una
recta de varios kilómetros, no muy lejos de aquí,
en la llanura de Muntogo, esta pista fue abierta hace muchos
años para que los camiones de Firestone transportaran las
cosechas de látex hasta las factorías de proceso,
eran pistas bastante anchas y el firme se cuidaba con bastante
frecuencia, ya que los transportes eran muy pesados, hace
bastante tiempo que no paso por allí, no se que tal
estará, últimamente las utilizaba el
ejército para aproximarse a las montañas donde se
refugia la guerrilla rebelde. Aguarden un poquito, tengo buenas
amistades en el ejército, llamaré a uno de los
capitanes de las patrullas para que me informe-.

Kieh cogió el teléfono celular y llamó a
un número de Monrovia, estuvo hablando unos minutos con
una lengua que los presentes desconocían, guardó el
teléfono en el bolsillo y se dirigió de nuevo a
Carl, -Me han informado de que la pista en cuestión,
está en un estado de conservación bastante regular,
que un vehículo rodado puede utilizarla con bastante
seguridad, pero ignoro si puede ser apta para ser utilizada por
un avión-.

-Voy a comunicarlo ahora mismo a Dieter, vamos a ver que
solución nos aporta-. Bergman cogió el
teléfono y marcó un número de Berlín.
Acudió al teléfono su socio :- Dieter, estamos
viendo cómo solucionamos lo de la pista de aterrizaje. Hay
una pista forestal con una recta de varios kilómetros en
una zona llana al Norte del país, fue en su día
transitada por camiones de gran tonelaje, nos han informado que
su estado de conservación es regular, actualmente es
utilizada en algunas ocasiones por el ejército-.

-Bien, pienso que puede sernos útil, pero voy a
intentar haber si pillo todavía a mi amigo el propietario,
el puede tener medios de localizarla a través de Internet
con algún programa que conecta vía satélite.
Os llamo tan pronto haya podido hablar con él-.

Dieter llamó a un número de Canarias, tuvo la
fortuna que su amigo todavía se hallaba en la oficina y
pudo exponerle el presunto problema de la pista.

-Aguarda Dieter-, le dijo mientras , -hablaban estoy abriendo
el programa de Internet que tengo en mi PC, ya estoy en el
satélite, me dices que se halla al norte del país
¿no?-.

-Si, esto es lo que me han informado-.

-Ya la tengo, aguarda, estoy aumentando la imagen para poder
ver el pavimento, ya lo veo, es de tierra, no está mal,
presenta algún bache pero no son demasiado peligrosos,
podríamos darla por aceptable, diles a tus amigos o
clientes que es afirmativo, ya he tomado nota de las coordenadas
a través del GPS y en cuanto me lo ordenes puedo volar
hasta allí, únicamente deberán de disponer
de un transporte a pie de pista para cargar la mercancía
que les llevaremos, la descarga y carga, deberá efectuarse
con suma rapidez y eficacia , ya que deberemos levantar el vuelo
inmediatamente, los motores del aparato permanecerán
encendidos y, antes de proceder a la descarga, el aparato
efectuará la maniobra de emplazamiento para despegar por
cuestiones de seguridad, no quisiera tener dificultades con las
autoridades del país, ya que no disponemos de licencia
para entrar en su espacio aéreo-.

-Entendido, más tarde tendrás noticias
mías-. A continuación el berlinés
llamó a Carl.

-Carl, acabo de hablar ahora mismo con el director de la
compañía aérea, está de acuerdo en
poder tomar tierra en la pista propuesta, la ha identificado
fácilmente por Internet, me ha dado algunas instrucciones,
breves pero concisas que ahora te cito:.Debemos darles una fecha
exacta para el lugar de la recogida y entrega, el vuelo
partirá de un aeroclub de Canarias, alrededor de las 9.00
horas de la mañana, la duración del vuelo
será alrededor de unas cinco horas, quiere decir que la
gente en Liberia deberá estar dispuesta en la pista una
hora antes de lo previsto. En el caso de que durante la maniobra
de acercamiento el comandante de la nave avistara alguna
anomalía en tierra y, que a su criterio considerara que
pudiera ser peligroso para el aterrizaje, abortaría
éste y se marcharía a algún país
vecino para repostar y volver a intentarlo al día
siguiente-.

-Entendido, ahora le voy a explicar al señor Kieh y
más tarde te llamamos-.

-Bergman contó a su interlocutor la parte de la
conversación mantenida con su socio que éste no
había podido oír, Kieh entendió
perfectamente las instrucciones, se quedó unos instantes
meditabundo, luego se sentó en la silla y le dijo a
Carl:.-Puede dar usted confirmación y aceptación a
las instrucciones que le ha dado su socio, podemos fijar como
fecha para la operación ; pasado mañana a partir de
las nueve horas locales, tendré junto a la pista,
camuflado entre árboles, un camión del
ejército con cinco soldados de mi entera confianza,
será el mismo que utilizaremos luego para transportar las
armas al lugar de entrega, allá en las
montañas-.

-Bien luego le voy a llamar para decírselo y
posteriormente le informo a usted-, apunto Carl.

Kieh estrechó la mano a Carl y Eva, se despidió
y le acompañaron hasta la puerta. A la salida de la
Misión, Kieh pudo advertir un automóvil estacionado
discretamente a unos cien metros de distancia con un hombre de su
misma raza en el interior, se trataba de uno de los agentes que
había encargado mantener en constante vigilancia del lugar
y protección de sus huéspedes. Subió a su
automóvil para regresar a la capital.

CAPITULO XXXVIIº

Karoli se despertó temprano, echó un vistazo a
su alrededor, todo estaba normal. Sentado al borde del camastro
en el que había dormido se desperezó, cogió
un cubo de plástico y se fue a por agua al río, por
el camino encontró un árbol de mangos, cogió
algunos que le parecieron maduros y los metió en el
bolsillo de sus pantalones.

Después de asearse y desayunar, volvió a coger
la motocicleta para ir hasta Gbamga, no sin antes dejar
preparadas unas ingeniosas trampas en las ventanas y la puerta
para cerciorarse de que alguien pudiera haber entrado en su
ausencia, en el suelo esparció puñados de harina
que encontró en la despensa de la cocina, con el fin de
poder detectar las posibles huellas que pudiera dejar un
intruso.

Arrancó para regresar a la pista forestal que le
indicaron en el mapa, luego siguió en dirección
norte tal y como venía señalado en lápiz
rojo. Procuraba no excederse en la velocidad, por diversas
razones, la primera y principal; por que el estado de la pista no
permitía desarrollar demasiada velocidad so pena de
jugarse la vida, desplazarse moderadamente y no exigirle a la
motocicleta toda su potencia, generaba ésta mucho menos
ruido, no le interesaba al serbio anunciarse demasiado,
debía pasar completamente desapercibido y otra
razón no menos importante era que a menos velocidad, menos
consumo de carburante, necesitaba mantener la mayor reserva
posible de gasolina.

Pasó cerca de algo que le pareció ser una aldea
habitada, se olía a madera quemada y se podía
apreciar algo de humo, evitó acercarse a ella,
desconocía como reaccionaban aquellas gentes ante la
presencia de un extraño si además éste era
de raza blanca, había oído contar historias
truculentas de aquel país. Cuando llegó por primera
vez a él le extraño lo avanzado que éste
estaba, desde su ignorancia africana siempre había
creído que en Africa solo era selva, desierto y
cabañas llenas de negros salvajes caníbales, a
excepción de Sudáfrica que contenía una
amplía población de raza blanca dominante.
Había creído que Liberia era uno de estos
países lleno de salvajes, algo así como
había visto de jovencito en alguna película de
Tarzán.

La primera sorpresa la tuvo en el aeropuerto, que aunque
pequeño era bastante moderno, luego la ciudad, algo
descuidada, estaba bastante bien organizada, la huella americana
de los negros libertos que fundaron el país estaba
presente en sus calles, se distinguía de algunas ciudades
europeas por sus árboles y colorido así como el
bullicio y suciedad que reinaba en sus calles.

Algunos kilómetros más adelante la pista quedaba
cortada por un ancho río, consultó el mapa,
allí estaba, era un afluente de uno de los grandes
ríos del país, el Sant Paul que bajaba desde las
montañas del norte del país en sus límites
con Guinea Conakry y, discurría suavemente por la
prolongada y suave pendiente hasta fundirse en sabana a su
llegada a la ciudad de Monrovia.

El río no dejaba de ser un inconveniente,
desconocía la profundidad del mismo. Dejó la
motocicleta entre unos matorrales de la orilla de la pista, se
descalzó arremangándose las perneras del
pantalón hasta las rodillas y acercándose a la
orilla se metió con sumo cuidado dentro del agua.
Ésta estaba a una temperatura bastante agradable,
alrededor de unos 25º C, miró a su derecha e
izquierda, nada de particular, no olvidaba del susto que aquel
cocodrilo le había dado un par de días antes cerca
de la cabaña.

El caudal transcurría lentamente, la profundidad no
sobrepasaba, por el momento, los cuarenta centímetros,
siguió adelante, casi había llegado a la otra
orilla y la profundidad seguía siendo la misma.

Dio media vuelta para regresar al lugar de partida,
pensó que podría vadearlo con la motocicleta,
restableció en su lugar el bajo de su pantalón y se
puso los zapatos. Sacó la motocicleta del escondrijo y
después de ponerla en marcha inició la aventura de
cruzar el río. Lo hacía con gran lentitud, el agua
no llegaba más allá del eje de las ruedas, se puso
de pié sobre las estriberas de la montura para aumentar el
equilibrio, tal como si estuviera haciendo Trial, finalmente
llegó a la otra orilla y continuó por la pista
forestal.

Casi una hora después, comenzó a divisar a pocos
kilómetros algunas casitas típicas de la zona, y
algunos campos de cultivo, cosa que le sorprendió,
jamás hubiese podido imaginar que en aquella
inhóspita tierra pudieran haber cultivos como los que los
campesinos europeos venían efectuando desde siglos.
Algunos campos anegados de agua eran arrozales, la comida
básica africana, también maizales y cafetales, a su
izquierda un verdadero bosque de árboles frutales de
distintas familias, bien alineados y cuidados, frutos todos ellos
tropicales, más allá a su derecha unos pastizales
en los que se podía ver ganado vacuno pastando, se trataba
de cebús. Estaba sorprendido.

La pista desembocaba en una calle del suburbio de la ciudad de
Gbanga, aminoró el paso de su vehículo e
inició la circulación por aquella calle, que estaba
enumerada, al estilo de muchas de las ciudades de los EE.UU. de
Norteamérica, esta era la Quinta. Circulaba con suma
precaución, y procuraba no hacer demasiado ruido, no
sabía si allí todavía le andaba buscando la
policía. Era todavía muy temprano y la
población aún no estaba en plena actividad, en
alguna ocasión pudo ver a algún campesino empujando
un carrito con aperos propios de trabajo en el campo.

Súbitamente le pareció oír el sonido de
unas campanas, no muy lejos de donde se hallaba, frenó y
paró el motor del vehículo para poder oír
con mayor claridad y orientarse, estaba seguro que
procedían de la Misión, se hallaba en un
país en que predominaba la religión musulmana, por
lo tanto pocas iglesias y campanarios podrían haber en la
ciudad, le pareció que los tañidos procedían
del sur de la población, no lejos de donde él se
hallaba, volvió a poner en marcha la motocicleta y
enfiló cuidadosamente una calle central algo más
ancha que la anterior, unos trescientos metros después
divisó el blanco campanario de la misión. Unos cien
metros después estacionó la motocicleta
apoyándola en le tronco de un grueso árbol y se
puso a caminar arrimándose a las paredes de las
construcciones. Le llamó su atención el tipo de
construcción de las casas, eran de total diseño
europeo, de una sola planta y con paredes de ladrillo cocidos.
Caminaba con cautela mirando en todas direcciones, se
cruzó con dos mujeres que llevaban algunos fardos sobre
sus cabezas.

Casi al tocar las paredes de la misión vio un
automóvil negro estacionado a pocos metros de la puerta
principal, se acercó con cautela para inspeccionar de
más cerca su interior, dentro se hallaba un hombre de raza
negra adormilado sobre el volante, aprovechó que estaba
dormido para mirar con atención, sobre el asiento
posterior había una gorra de blanca con visera de hule
negro que tenía un escudo prendido en su arte frontal,
pertenece a la policía, se dijo entre si, dio media vuelta
y fue a rodear el edificio, quería inspeccionar los puntos
débiles del mismo, vio en la parte posterior de la
edificación algunas ventanas fáciles de acceder.
Luego regresó donde había dejado la motocicleta y
se marchó con ella fuera de la población, pensaba
regresar a la caída de la tarde.

CAPÍTULO XXXVIIIº

El bimotor despegó del aeropuerto canario alrededor de
las ocho de la mañana, previamente el piloto, un joven
alemán de unos treinta y cinco años había
presentado el plan de vuelo, los libros del avión y los de
los motores para que le fueran certificadas las horas de vuelo.
Mientras se entretenían en esta operación, unas de
las compañías de servicios aeroportuarios cargaba
cinco grandes cajas en la bodega de la aeronave. El copiloto se
responsabilizó de la sujeción de la carga en el
interior del avión, la mercancía debía
quedar firmemente sujeta, un corrimiento de ésta en pleno
vuelo podía ser muy peligroso.

Una vez se hubieron acabado todos los trámites,
procedieron a efectuar las maniobras necesarias para el despegue.
Abrieron el manual de procedimiento del avión siguiendo
rutinariamente todas las instrucciones, finalmente pusieron en
marcha los dos motores turbohélices que rugieron al primer
intento produciendo un ligero temblor en la nave.

Suavemente se situaron en la cabecera de la pista aguardando
que desde la torre les dieran la orden de despegue. No demoraron
demasiado la autorización, aceleraron los motores y
soltaron los frenos, la nave experimentó un fuerte
empujón iniciando su rodadura por la pista, al llegar por
la mitad de la misma el aparato inició la
elevación, los motores en aquellos momentos eran
requeridos en toda su capacidad de potencia, al llegar a la
altitud deseda, fijaron el piloto automático,
introduciendo las coordenadas que correspondían a la pista
forestal donde debían tomar tierra : 6º
23´19.73" Norte y 10º 41´00.06 Oeste.

Ministras en Liberia, Kieh tenía dispuesto un
camión del ejército junto a una espesa arboleda
vecina a la pista, el personalmente supervisaría toda la
maniobra de entrega. Un jefe de la guerrilla, destinatario final
de la mercancía, le acompañaba.

Alrededor de las trece horas se oyó el rumor cadencioso
y lejano del bimotor, cinco minutos más tarde
aparecía sobre la pista a unos 300 metros de altitud, dio
una vuelta de reconocimiento, el piloto Meter Wisert no
observó nada anómalo que le infundiera
desconfianza, uno de los soldados salió a la pista con un
lienzo blanco en señal de que no había nada que
impidiera la toma de tierra, el piloto efectuó un
movimiento lateral a un lado y otro con el aparato en
señal de asentimiento, acabó la maniobra de
aproximación y tomo tierra sobre aquel irregular firme
levantando una formidable nube de polvo rojo. Recorrió
unos doscientos metros y dejó el aparato en
posición de despegue y los motores al relantí.
Mientras el camión salió de la espesura
acercándose con rapidez a la escalerilla de la compuerta
que uno de los pilotos había abierto.

En un santiamén bajaron las cajas y las depositaron en
la parte posterior del transporte militar, no tardaron más
de diez minutos en ello, unos nubarrones que aparecieron durante
la descarga comenzaron a descargar agua con bastante fuerza, la
clásica tormenta tropical, el piloto subió la
escalerilla y cerró rápidamente la compuerta del
avión, le requirió toda la potencia a los motores y
despegó a toda prisa, este tipo de tormentas inundan el
suelo con gran rapidez y podría encontrarse atrapado por
el barro, tomó velocidad recorrió unos trescientos
metros de la pista y acto seguido el aparato levantó el
morro e hizo el resto de operaciones de replegado del tren de
aterrizaje al mismo tiempo que iniciaba la maniobra de tomar el
rumbo de regreso a Canarias, no sin antes hacer una escala por el
camino para repostar.

El camión se dirigió al Norte del país en
la zona de montañas para entregar la carga que llevaba.
Las armas fueron revisadas y comprobado el funcionamiento de cada
una de ellas, el resultado fue satisfactorio, Kieh fu felicitado
por ello por el propio jefe de la guerrilla.

Kieh regresó a Gbanga con el mismo transporte militar,
llegó bien entradas las ocho de la tarde, cuando el sol
indicaba su rojo ocaso. Ordenó a los soldados que
regresaran a Monrovia, él regresaría con el
automóvil del policía que tenía destinado a
proteger la misión.

Tiró de la cadenilla de la puerta de la misión
que hacía sonar la campanilla, al poco le habían
franqueado el paso al interior.

El muchacho que abrió el portalón ya le
conocía y le acompañó hasta la puerta de la
habitación de Carl, llamó a la puerta y
abrió el propio ocupante, éste al ver a Kieh no
pudo reprimir su alegría, había estado todo el
día intranquilo pensando en la entrega de las armas.

-Pase amigo Kieh, pase usted y cuénteme cómo se
ha desarrollado todo-, le dijo.

-Mejor imposible, todo se ha desarrollado a la
perfección, la entrega se ha efectuado en menos de quince
minutos, mayor rapidez imposible. Es un placer trabajar con
ustedes, nada que objetar-.

-No puede imaginarse cuanto me complace oír de usted lo
que acaba de contarme, en nombre de mi socio y mío, le
quiero expresar nuestro agradecimiento por todas las atenciones
que ha tenido con nosotros y su lealtad, y también con la
señorita Rijens en todos los sucesos acaecidos-.

Carl le propuso celebrar el buen fin de la entrega yendo a
cenar fuera, llamó al hermano Heinz, vino al momento.
–Hermano, no se si conoce usted al señor Kieh-, le
dijo a modo de presentación.

-No personalmente, me había hablado usted de él
en varias ocasiones-, dijo acercándose a Kieh para
estrecharle la mano, sea usted bienvenido a esta sencilla casa y,
personalmente le agradezco cuanto ha hecho por nuestro amigo y
compatriota mío.

-Hermano Heinz, ¿existe en la población
algún restaurante donde podamos ir a cenar?.

-Si hay uno no demasiado lejos de la Misión,
está en el casco de la ciudad antigua, sirven comida
típica del lugar, o sea africana, creo que les puede
gustar si sus estómagos toleran el picante, Canuté,
el taxista podrá llevarles, conoce bien el lugar-.

-¿Le apetecería acompañarnos?-, le
preguntó Carl.

-Oh, gracias es usted muy amable, pero hoy precisamente tengo
una reunión con los padres de mis alumnos que me impide
poder acompañarles, en otra ocasión
será-.

-Voy a llamar a la señorita Rijens, no se vaya
todavía hermano Heinz, le necesito solo unos minutos-.

Heinz y Kieh se miraron algo sorprendidos mientras Carl
salía de la habitación en busca de Eva. Carl
regresó con ella manteniéndola cogida de la mano.
–Hermano ¿podría usted casarnos mañana
por el rito católico?-.

Eva se quedó de una sola pieza, no estaba preparada
para ello, al igual que los otros dos ocupantes de la
habitación. –Pero Carl, no se que decir, es una
sorpresa que no esperaba-, dijo casi balbuceando y sonrojada.

-No te había dicho nada hasta ahora, he estado
meditándolo por mucho tiempo, tengo pensado regresar a
Europa pasado mañana y me agradaría hacerlo en tu
compañía y para siempre-, le dijo Carl con una
sincera sonrisa, -¿qué me respondes?-.

-Me halaga y me emociona tu propuesta, que sin duda sale de tu
corazón, pero me gustaría poder hablarlo contigo en
privado-, repuso Eva con cierto rubor.

-Estoy de acuerdo, discúlpame quizás no he
estado oportuno en el momento para pedirte en matrimonio y,
considero justo lo que tu dices de hablarlo privadamente. Bien
ahora nos vamos a cenar fuera con el señor Kieh, es un
pequeño obsequio que deseo hacerle para mostrarle mi
gratitud a todas sus atenciones, el hermano Heinz nos ha
recomendado un restaurante típico africano en la
población-.

-Gracias, pero vayan ustedes, tengo una fuerte jaqueca y
posiblemente no sería una compañía demasiado
animada, quizás les fastidiaría la fiesta-, dijo
Eva con naturalidad.

Carl se quedó algo cortado, pero reaccionó con
prontitud: -no debes preocuparte, acuéstate si ello va a
mejorar tus dolores y mañana seguimos con lo que se ha
interrumpido ahora-.

Eva se despidió y se excusó de Samuel Kieh, con
un –hasta mañana- lo hizo de Bergman.

Los dos hombres salieron del recinto y tomaron el taxi de
Canoute.

Eva fue de nuevo a su habitación para ducharse y luego
meterse en la cama para descansar y meditar sobre lo que Carl le
acababa de proponer.

Tumbada sobre la cama y algo más relajada, entró
a considerar varios aspectos a valorar; éste hombre que al
principio de conocerle le había considera un producto, un
producto del proyecto de investigación que le encargaron,
luego fueron precipitándose los acontecimientos. Eva
había ido tomándole afecto a su relación con
Carl, incluso había llegado a admitir vivir una temporada
con él en calidad de amiga-am,ante, pero jamás le
pasó por la cabeza un matrimonio con Carl ni con
ningún otro hombre.

La naturaleza había sido sumamente generosa en su
aspecto físico, la había dotado de un aspecto
propio de una diosa rubia del Olimpo griego, un cuerpo casi
perfecto, sin embargo con condición sexual era ambigua, en
el internado universitario había tenido sus primeros
escarceos sexuales con algunas de sus compañeras de curso
en la intimidad de su habitación, habían sido algo
así como satisfactorias, también había
probado con alguno de los muchachos del campus, que anhelaban
medio embobados, que Eva les permitiera salir con ella, se
había sentido decepcionada, eran muchachos jóvenes
e inexpertos y poco delicados, no le habías dado el trato
sensible y cariñoso hallado con las compañeras
femeninas.

Con Carl todo fue nuevo, la trató siempre con suma
delicadeza, respeto y cariño, había sido diferente
a todo lo demás. No podía obviar la reacción
tan humana que Carl tuvo cuando ella le relató, a verdad
de su comportamiento respecto a él, había recibido
una gran lección cuando después de todo le
abrió los brazos para acogerla. Con estos pensamientos se
quedó felizmente dormida.

El sol había llegado al ocaso en tu totalidad, le
substituía una lechosa luna llena que esparcía sus
albos rayos sobre la población agigantando las sombras del
arbolado. Reinaba un silencio casi palpable interrumpido de vez
en cuando por el chillido de algún animal de pluma
incómodo con el lugar elegido para pasar la noche.

Una silenciosa sombra humana fue acercándose a la
misión con cautela, aprovechaba cualquier rincón o
sombra para desaparecer del campo de visión del
policía que vigilaba desde dentro del
automóvil.

La sombra pertenecía al serbio Karoli que había
permanecido todo el tiempo oculto en un bosquecillo cercano a uno
de los campos de labranza de la población, aguardó
a que anocheciera, éste pegó su espalda al muro
posterior del edificio justo debajo de dos ventanas que no
estaban provistas de rejas, ambas estaban abiertas de par en par,
la noche era calurosa, únicamente una ligera tela
metálica evitaba que los mosquitos y otros dañinos
insectos pudieran penetrar impunemente.

Intento alcanzar el borde de una de las ventanas haciendo
puntillas, pero le faltaban algo más de treinta
centímetros, miro a su alrededor y pudo distinguir un poco
más allá una gruesa piedra, fue a por ella y como
pudo la cargó entre sus brazos, evidentemente era un
individuo dotado de una fuerza descomunal, aquella piedra
posiblemente pesara algo más de setenta kilos.

Por fortuna a sus intereses, el muro posterior del edificio
estaba en el lado contrarío

a la dirección de los rayos lunares por lo que la luz
allí estaba sumamente mermada, depositó la piedra
debajo de una de las ventanas, se subió en ella y
comprobó que alcanzaba perfectamente el pequeño
rellano que ésta tenía.

Apoyó ambas manos en las esquinas del rellano y de un
ágil salto de encaramó en él, echó
mano a un cuchillo que llevaba en uno de sus bolsillos y lo
desplegó, de un tajo cortó la malla antiinsectos
que le permitió entrar libremente en el recinto. Ya en su
interior comprobó que las dos ventanas daban a un largo
corredor que tenía algunas puertas cerradas, reinaba un
silencio absoluto, anduvo unos pasos por el corredor, al llegar a
la primera puerta, la abrió procurando efectuarlo en el
más absoluto silencio, la habitación le
pareció que estaba casi vacía, reinaba la oscuridad
en ella y no era demasiado fácil distinguir los objetos
que contenía, la cerró de nuevo y continuó
su andadura, unos pasos más allá otra puerta,
ésta estaba acristalada y un cartel pegado al vidrio
ponía : Enfermería, la abrió efectivamente
el olor a medicamentos que desprendía avalaban el
rótulo, no se entretuvo, tenía ansiedad para hallar
a las dos personas a las que iba a quitar la vida luego
desaparecería del país.

El final del corredor deba a una escalera de madera que
llegaba al piso superior, Kalori apoyó el pie sobre el
primer peldaño, pero sus zapatos producían algo de
ruido, se descalzó, mantuvo ambos con su mano izquierda,
en la derecha sostenía el cuchillo con el que había
rajado la mosquitera de la ventana. Inició el ascenso
hasta llegar a una sala de la que tenían acceso varias
puertas. –Podían tratarse de las habitaciones-,
pensó el intruso, abrió una de ellas y
efectivamente vio en ella una cama vacía y una mesita de
noche, la siguiente era otra habitación, sobre la cama,
había un individuo adulto durmiendo a pierna suelta,
prendió un segundo la linterna para poder identificar al
sujeto y la apagó de inmediato, había podido
comprobar que no se trataba de ninguna de las dos personas que
andaba buscando, rápidamente cruzó la sala para
inspeccionar el resto de las puertas , abrió la
última, allá estaba, ara la habitación que
Eva utilizaba, entró cerrando luego la puerta, dejó
sus calzado en el suelo, junto a la puerta y sobre sus puntillas
se acercó al lecho.

Prendió por un momento la linterna pudiendo comprobar
que se trataba de uno de sus objetivos, luego girando sobre si
mismo iluminó el resto de la habitación, vio en una
de las paredes una ventana abierta, se asomó a ella y pudo
distinguir que daba a un pequeño patio cerrado por una
empalizada de troncos verticales y montoncitos de leña
cortada para utilizar en las cocinas.

De nuevo dirigió su atención a la cama,
allí estaba dormida la muchacha que le había
gastado aquella jugarreta, cuya consecuencia había
provocado el enojo de su cliente, se situó muy cerca del
borde de la cama, en aquel momento Eva, que estaba acostada sobre
su lado derecho, fue a cambiar de posición, el serbio
interpretó que iba a despertarse, de un salto subió
sobre ella tapándole a su vez la boca con una de sus
manazas.

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