La agentividad sexual de las mujeres, una asignatura pendiente en el proceso de igualdad (página 2)
La perspectiva de género y
del sistema
sexo/género (Rubin Gayle, 1975), aún
contando con todas las reservas sobre posibles peligros de
naturalizar y dicotomizar el sexo y por
ende el género (Judith Butler, 1990), han permitido
afirmar que las diferencias de comportamiento
y de valor de las
mujeres como grupo sexual
con relación a los varones se deben a determinados
modelos y
estructuras
culturales, económicas, políticas,
religiosas,… que se sustentan en la creencia de la
supremacía (por orden divina, por naturaleza,
etc.) de los varones (adultos, blancos, de clase media y
occidentales, el arquetipo viril) sobre las
mujeres.
"La categoría
género […] se define como un
‘deber ser’ que se funda en definiciones sociales
relativas a las formas en que deben diferir mujeres y varones y
los espacios que deben ocupar. En ese sentido, el género
establece la asimetría entre los sexos pues, en todas
las culturas conocidas, las relaciones de poder se
establecen a partir del espacio normativo masculino. No
obstante, la investigación antropológica
informa que no hay dos culturas en que coincidan plenamente las
creencias sobre diferencias entre los sexos. No existe una
definición exclusiva de qué son y qué
contenidos tienen la masculinidad y la feminidad (del Valle,
1993; Stolcke, 1992)".
Las maneras en que mujeres y varones deben diferir con
respecto a sus conductas, actitudes,
expectativas, intereses, roles,… y muy especialmente en su
sensualidad, sexualidad,
placer y deseo sexual, están condicionadas por los
estereotipos de género que cada sociedad
divulga.
Los estereotipos de
género hacen referencia a las ideas
preestablecidas que se tienen de las características de
las personas en función
de su sexo. A la categoría mujer se
asocian ‘rasgos expresivos’ como pasividad,
sumisión, sensibilidad para las relaciones personales y
a la categoría hombre
‘rasgos instrumentales’ como actividad,
espíritu de competencia,
independencia y objetividad (Lorenzi-Cioldi,
1988).
Así, para las sociedades
occidentales y quasi desde la antigüedad
clásica, los varones "deben ser" independientes y las
mujeres dependientes. Este "deber ser" también orienta las
conductas en materia de
deseo, goce y satisfacción del placer sexual. Ambos,
varones y mujeres constreñirán-orientarán su
erótica sexual en función del marco normativo
propio de cada contexto. Así, aún cuando "la
orientación del deseo sexual pueda dar origen a cuatro
alternativas claramente diferenciadas tanto para las mujeres como
para los varones: las personas heterosexuales, las homosexuales,
las bisexuales y las "asexuales" la heterosexualidad coital se
torna en normativa y, salvo raras excepciones, los niños
desarrollarán una agentividad activa orientada a su
disfrute mientras que las niñas someterán su
impulso a las "futuras" exigencias-requerimientos de los varones
que les correspondan, por matrimonio o
concubinato,
por esposos.
¿Cómo se
inscribe y conforma la identidad
sexual?,¿Qué instancias y herramientas
sirven a la adscripción/aceptación del dimorfismo
jerarquizado entre los sexos propio del sistema
patriarcal?
"Todo sistema de dominación se ocupa de
socializar al dominado/a o al oprimido/a de manera que
consienta y asuma el papel que se le ha asignado"
Todos los seres humanos crecemos en sociedades que
disponen de universos simbólicos (lenguajes,
valores,
tradiciones, creencias, moda, costumbres,
..) dispositivos (pedagogía, leyes, instituciones,…) y herramientas (familia, escuela, medios de
comunicación,…), capaces de explicar su realidad y
las bondades de las normas e
instituciones que sustentan dicha realidad, con ello favorecen su
aceptación y el sentimiento de pertenencia.
Una de las herramientas fundamentales del proceso por el
que se asimila y acomoda la percepción del entorno a la
significación / interpretación social de la realidad es
el lenguaje. Mediante la interacción de lenguaje y
pensamiento se
capta, se construye y se comunica la "realidad". El lenguaje
carga cada palabra, frase, gesto, tono de voz, silencio,… de
significado, sustenta el universo
simbólico.
"El universo
simbólico se concibe como la matriz de
todos los significados objetivados socialmente y subjetivamente
reales. Toda la sociedad histórica y la biografía de un individuo se
ven como hechos que ocurren dentro de ese
universo".
Desde su nacimiento, las criaturas estás
sometidas a procesos de
interacción mediante los cuales adquieren e interiorizan
las conductas sociales propias de su entorno social. La
interacción con las instancias socializadoras: familia,
escuela, amistades, grupos
ideológicos (iglesia,
organizaciones
políticas) y medios de
comunicación de masas (radio, TV,
internet, SMS,..)
busca procurar a l@s nuevas generaciones los aprendizajes e
imaginarios (conductas, conocimientos, habilidades, actitudes,
creencias,…) favorables a la asimilación, la
adaptación y la aceptación de lo normativo. Lo
normativo en nuestra sociedad ha estado desde
hace siglos y aún está fuertemente generizado,
afectado por el género asignado a cada persona
según su genitalidad externa. .
Así, desde el nacimiento, la conducta
"adecuada" para la criatura estará especial y
singularmente condicionada y mediada por su asignación
sexual. La internalización de la pertenencia a uno u otro
sexo activará ciertos componentes generizados como las
características de personalidad,
la orientación sexual, la orientación y gestión
de los deseos, las motivaciones, los roles sociales, las
expectativas personales, … que conformarán de manera
más o menos perceptible, más o menos
metamórficamente la identidad sexual de aquella criatura,
al tiempo que
reprimirá, censurará las que no se adecuen a su
asignación sexual.
Los bebés captan una realidad significada, unas
conductas generizadas,… y acríticamente la interiorizan
y practican, cuando dichas conductas sean cuestionadas, el
pensamiento del niño o de la niña será
inicialmente reafirmarlas "porque son así y siempre lo
han sido". Las conductas socialmente aprendidas pasan a ser
naturales y desde los orígenes. Será menester que a
través de la formación cada joven pueda cuestionar
su comprensión acerca de lo natural e histórico de
sus conductas.
La desigual conducta erótico-sexual de varones y
mujeres en occidente ha devenido condicionada, para la
mayoría de las jóvenes, por la íntima
relación entre sexualidad y reproducción. Este hecho ha "condenado" a
las mujeres que no a los varones a vivir su sexualidad bajo tres
miedos paralizantes:
- Miedo al embarazo y
sus peligrosas consecuencias para la salud (muerte en el
parto de la
madre y/o de la criatura, muerte por aborto, muerte
por "limpieza" de la honra patriarcal,…), - miedo a la estigmatización social de las
madres solteras y sus consecuencias para las posibilidades y
condiciones de vida de las madres y sus criaturas - miedo al fuego eterno.
La mujer hasta finales del siglo XX no ha podido
desvincular sexualidad y reproducción. Sin contar con
métodos
anticonceptivos adecuados y accesibles, la única
manera "aceptable" que tenían las mujeres para gobernar
autónomamente su impulso sexual y también su deseo
reproductivo era negándolos, silenciándolos o
reprimiéndolos (celibato, soltería,…). "Durante
la Edad Media,
sin métodos
anticonceptivos salvo el coitus interruptus
y el periodo de lactancia, las
mujeres tenían bastantes hijos, los partos eran
peligrosos.".
Para llegar a gozar de la sexualidad sin temor a los
embarazos no deseados no sólo ha sido menester que las
mujeres accediese a la tecnología
anticonceptiva adecuada sino que además lo hiciesen libres
de prejuicios y culpas. "Juan Crisóstomo (354-407) en su
Homilía 24 sobre la Carta a los
romanos, condena el uso de los anticonceptivos. Lo interpreta
como asesinato". "A principios del
siglo XX se produjo un alzamiento feminista en apoyo a la
anticoncepción que insistía en que era innecesario
pagar el precio de de
la abstinencia sexual por la autodeterminación
reproductiva, y que la gratificación sexual era buena para
las mujeres".
La erótica de las mujeres, salvo la de algunas
mujeres singulares y poderosas (sacerdotisas, reinas,
cortesanas,…) quedaba constreñida por las exigencias del
matrimonio y por el cuidado de la honra patriarcal
(descrédito de la familia,
peligro de las alianzas, peligro sobre la integridad de la mujer…). La
niña activa sexualmente no resultaba adecuada para cumplir
con las prescripciones morales sobre la virginidad y la honestidad.
La omnipresencia y omnipotencia de los preceptos
religiosos en materia de moral sexual y
la subordinación jurídica de la mujer en las
sociedades patriarcales, ha organizado la sexualidad de la mujer
alrededor del orgasmo masculino. "la forma habitual, apresurada y
espasmódica de cohabitación…en la que la mujer es
un elemento pasivo" ,
La mirada androcéntrica y patriarcal ha
proyectado para las mujeres una dinámica sexual similar a la suya, esto
choca con la evidencia clínica del distinto recorrido y
ritmo de excitación de las mujeres con relación a
los varones, de ahí que, en la práctica coital
apresurada, las esposas quedasen generalmente insatisfechas
sexualmente.
Estos aspectos apuntan dos características
estereotipadas de la sexualidad femenina:
- La pasividad. Las mujeres "deben" negar o
silenciar su deseo y frenar su iniciativa – bien por
miedo al rechazo "conducta sospechosa", bien por miedo a ser
acusadas de "desconcentrarlo" y provocar la temida
eyaculación precoz, bien para autodefenderse de las
reiteradas insatisfacciones de actos sexuales
androcéntricos, bien por desconocimiento de su propio
placer,… La acusación de frigidez que tantas mujeres
han tenido que soportar por parte de sus parejas no era sino
fruto de una permanente constricción y
frustración sexual; las mujeres acababan "matando" su
deseo.
- La condescendencia y la resignación.
Las mujeres "deben" permitir el acceso sexual del esposo, han
de "dejarse hacer". Hasta el siglo XX era un precepto
católico que la esposa "atendiese" los requerimientos
del esposo con prioridad a cualquier otra consideración,
incluido el cuidado de las criaturas.
Es una sexualidad moldeada por el varón puede
conducir en la mujer a fingir satisfacción y deseo, a
mostrar total indeferencia por su sexualidad o rara vez a buscar
activamente el goce y el placer. La pasividad y condescendencia
sexual orientada a la satisfacción sexual del
varón, suele llevar a la mujer vivir su sexualidad como
una fuente de insatisfacción, de neurosis (tengo
deseo, tengo libido, tengo impulso sexual pero no
"debería" ni desear, ni gozar del placer sexual) y hasta
hace escasas cuatro décadas de sufrimiento y peligro por
los embarazos.
¿Cómo puede una mujer saberse-sentirse
igual en valor y dignidad al
varón cuando siente-sabe que su sexualidad, debe ser
activada, silenciada, constreñida, liberada,… en
función del deseo y del poder del otro?
La
España
de comienzos del siglo XXI y la asimetría en agentividad
sexual
En España hasta los años 70 del siglo XX,
la iglesia católica y los preceptos religiosos tuvieron un
poder determinante en la conformación de la ideología sexista y la prescripción
de los roles sexuales propios del patriarcado. La familia, la
escuela, los púlpitos y los confesionarios controlaron y
constriñeron las creencias y conductas de niños y
niñas, de jóvenes y menos jóvenes sobre la
sexualidad.
La iglesia católica y el régimen
franquista secuestraron y apresaron los cuerpos y las mentes en
crecimiento bajo los barrotes indelebles de lo pecaminoso y lo no
pecaminoso. Y aunque las tensiones homosexuales de los
niños fueron reprimidas y patologizadas, la sexualidad de
la niñas fue negada, castrada y endemoniada. Si eres
niña asociarás cuerpo con pecado: peca la
niña y hace pecar al varón y pecado con castigo:
embarazo, pérdida de la honra y estigmatización
social. Un cuerpo pecaminoso no puede ser un cuerpo de madre. Las
buenas niñas y jóvenes deben negarse y resistir el
acoso sexual
de cualquier varón que no sea su esposo y, por descontado,
no debe llevar la iniciativa, ni procurarse satisfacción
sexual.
A partir de los años 80 se ha mundializado el
movimiento de
las mujeres por lograr la igualdad entre
los sexos. Por lo que respecta a nuestro país, desde la
Constitución de 1977 y gracias
fundamentalmente al trabajo de las
feministas en relación al desarrollo del
artículo 9.2 hoy se recoge la igualdad y la no discriminación de las personas por
razón de sexo y la adopción
de medidas tendentes a paliar la desigual situación de
partida de varones y mujeres.
En las últimas tres décadas los avances
conseguidos por las mujeres en acceso a la educación, al
mercado laboral, a la
ciudadanía,… han sido tan generalizados y
potentes que se apuntan junto con la
globalización como esenciales en el emergente cambio de Era.
Ahora bien, mientras que la globalización está dirigida por las
instancias más poderosas de la Tierra
(empresas,
gobiernos, organizaciones ilegales fuertemente capitalizadas,…
) el proceso de igualdad real entre varones y mujeres está
siendo minado y las herramientas empleadas para la construcción de los simbólicos y de
las identidades de género no sólo no han
desaparecido sino que se han reforzado, ampliado y
enmascarado.
El inmenso y formidable poder de las agencias de
la
comunicación audio-visual están acelerando la
destrucción de valores e identidades culturales y
"aplanando encefalogramas" para el triunfo del capitalismo
feroz y la sociedad de consumo. La
apabullante eficacia de las
factorías publicitarias y de los mass media (televisión, video juegos,
revistas juveniles, internet,…) en la difusión y
modelado de estilos de vida se deja sentir en el impacto de esos
modelos en la construcción acrítica y acultural de
los significados que conformarán las identidades en
niñ@s y adolescentes.
"la diferencia sexual parece estar presente en cómo
construimos el significado; forma parte de la lógica
que preside la escritura…"
(Laqueur, 1994:37).
Aunque el modelo
tradicional burgués de familia patriarcal (mujer ama de
casa y madre /dependiente, varón proveedor /
independiente) haya dejado de ser el hegemónico, la
ideología sexista que inscribe en la mente de niños
y niñas la supremacía económica, política, familiar,
social y también sexual de los varones se mantiene aunque
maquillada. "Si el hombre
encarna la nueva figura del individuo libre, desligado,
dueño de sí, a la mujer se la sigue concibiendo
como un ser dependiente por naturaleza, que vive para los
demás e inserta en el orden familiar".
El sexismo, como conjunto de creencias del
patriarcado relativas a los roles, las características,
los comportamientos, etc. apropiados para varones y mujeres, ha
evolucionado y se ha adaptado a los cambios sociales (mujer
trabajadora, igualdad formal,…).
"La nueva cara del sexismo, identificado como sexismo
moderno o neosexismo, se articula desde una perspectiva
más sutil y encubierta y con ello más perniciosa
para los objetivos de
igualdad. […] Este sexismo aunque está en contra de la
discriminación abierta contra las
mujeres, considera que éstas ya han alcanzado la
igualdad y que no necesitan ninguna medida política de
protección impidiendo con ello la igualdad real.
.)
Así las nuevas actitudes hacia los sexos devienen
de dos líneas de fuerzas, unas divergentes de
independencia y autonomía en el contexto social y otras
convergentes de dependencia y heteronomía en el
ámbito relacional. […] El más moderno sexismo, el
sexismo ambivalente de Glick y Fiske (1996) operativiza
elementos con cargas afectivas antagónicas las positivas
del denominado sexismo "benevolente" y las negativas del
sexismo hostil. El hostil caracteriza a las mujeres como
grupo subordinado y legitima el control de los
varones sobre ellas. El "benevolente" se basa en la
tradición patriarcal burguesa que idealiza a la mujer como
esposa, madre u objeto bello y romántico, pero que
presupone la inferioridad de las mujeres al reforzar la idea de
que la mujer necesita de un hombre para que la cuide y
proteja.
El gran peligro del sexismo ambivalente se evidencia
tanto por la escandalosa cifra de mujeres víctimas de
violencia de
género como en los resultados obtenidos por los
observatorios para la detección de las actitudes sexistas
entre la población adolescente de nuestro
país de los que se deduce que la juventud tiene
perfectamente interiorizados los modelos tradicionales de
masculinidad / feminidad y que es muy probable que reproduzcan
esos roles.
¿Qué
actitudes y conductas sexistas deben ser cuestionadas en la
España del siglo XXI para favorecer la agentividad sexual
de las mujeres favoreciendo a la vez la igualdad?
- – Las semejanzas o diferencias en materia de
sexualidad. Recientes investigaciones de meta-análisis confirman la ausencia de
diferencias apreciables en esta materia. Sin embargo existe
un reforzamiento o una disminución de la autoestima
según el comportamiento de chicos y chicas se mueva
dentro de la orientación agente o comunal. Hay que
cuestionar el sexismo latente en esta dualidad de
comportamientos, ¿por qué ellos no sienten
reforzada su autoestima cuando son empáticos y fieles
y ellas cuando sienten satisfacción consigo mismas?.
Es preciso apoyar a las chicas que armadas de razones y
sentimientos luchan, igual que ellos, por vivir con
agentividad y plenitud su sexualidad. Cuando la pareja tiene
una vida sexual igualitaria en iniciativas, cuidados,
variedad, satisfacción,…etc. el varón se ve
"liberado de la soledad del poder" y premiado con una
sexualidad más plena. Así, también se
dificultará que despliegue actitudes sexistas en otros
ámbitos de la vida.Desde que son bebés los niños sienten
reconocido el valor de su genitalidad, su pequeño pene
es objeto de bromas, caricias, besos, etc. Las niñas
son afeadas o recriminadas cuando acarician sus genitales y
cuando crecen llegan a sentir la censura de sus progenitores
y demás personas significantes cuando sus posturas no
respondan a los parámetros de ocultación y
contención de su cuerpo.La sexualidad de las chicas sigue
percibiéndose como fuente de peligroso, sufrimiento y
segregación – marginación social
(riesgo de
embarazo, de enfermedad, de muerte – 1600 mujeres
mueren diariamente en el mundo por causas relacionadas con la
maternidad-). La ideología sexista sigue contaminando
la mirada, la razón y hasta la sensación
erótico-sexual de las niñas que para ser buenas
madres y cuidadoras de la familia deben "coherentemente"
focalizar su sexualidad como más afectivo-relacional
que la de los niños que estará más
directamente relacionada con la excitación y el placer
sexual, aunque ninguno de estos dos aspectos está
ausente en el otro. (Friederich, Grambsch, Broughton, Kupier
y Neilke, 1991). - -El binomio sexualidad
femenina/reproducción. La persistencia de este
binomio resulta paradójica dados los actuales avances en
anticoncepción. Aunque hoy día no hay
ningún motivo para que las chicas vean
constreñida su sexualidad por los posibles embarazos no
deseados, la realidad es que se mantienen activadas todas las
alertas y se "justifica" el silencio, el control y la
represión del auto-descubrimiento y cultivo de la
sexualidad de las chicas. - – La diferente orientación para la vida
adulta. Es manifiesto el sexismo que socializa a las
niñas en la doble orientación: hacia la
maternidad y la familia ‚
hacia el ejercicio profesional, en tanto que la los chicos se
les socializa en la unicidad de su desarrollo
personal, familiar y profesional. Ello provoca
escisión emocional e identitaria, neurosis vital,
segregación profesional, etc. en las mujeres que no en
los varones socializados en una única
orientación, la profesional. Las actuales condiciones
de vida en materia nutricional, de habitabilidad, confort,
servicios
sanitarios, guarderías,…etc. favorecen que tanto
varones como mujeres puedan llevar a cabo el cuidado y la
crianza de las criaturas. Hay pues que denunciar el sexismo
en esta diferente socialización y favorecer la
construcción y la emergencia de nuevos modelos de
pareja asentados en la igualdad, la diversidad y el aprecio
por el goce íntimo y cómplice y la
corresponsabilidad y el compromiso con la familia.La facilidad con la que hoy se difunden modelos y se
sugestionan las mentes más infantiles está
favoreciendo un proceso involutivo de cosificación y
degradación de las mujeres como seres íntegros
dotados también de inteligencia, sensibilidad, creatividad, valentía, …. Esto no es
gratuito y tiene consecuencias perversas. El beneficio que
obtienen las empresas que gravitan alrededor de la imagen de
la mujer (moda, cosméticos, clínicas de
estética, SPAS, dietistas,..) se hace a
costa de la salud física y mental
de las propias mujeres y genera una muralla contra el
activismo feminista.La paradoja del culto al cuerpo se esconde tras el
sentimiento de insatisfacción o desagrado por el
cuerpo real que cada mujer tiene. La publicidad
se ceba en un público acrítico, preadolescente
y adolescente, que consume desaforadamente con la vana
pretensión de acercarse a la imágen idolatrada
de cuerpo imposible y estética de evento. Las
jovencitas reciben mensajes contradictorios, unos llenos de
glamour y éxito y otros llenos de cotidianidad y
esfuerzo pero, ambos se orientan en la misma dirección: agradar al varón,
lograr ser la "elegida". Mientras puedan mantenerse cerca de
lo "bello" o brillante se resistirán a aceptar los
claroscuros para llegar al mismo objetivo:
entre todas las otras iguales a tí. Entre tantas
chicas debes ser tú la que atraigas la mirada, la que
llames la atención del chico que se acerca al
escaparate de los objetos de "regalo" y, si te gusta, debes
lograr con tu imagen y tus actitudes generizadas
(simpatía, encanto, "saber estar",..) que se decida
por tí.Los modelos virtuales fabricados por las poderosas
multinacionales de la comunicación de masas
(películas, series televisivas, publicidad,
videoclips,…) están "normalizando" y "naturalizando"
nuevos estereotipos para la masculinidad/feminidad que
continúan alimentando el sexismo: la mujer es por y
para el varón (también a la inversa en una
minoría de situaciones muy aireadas por la prensa
rosa) .Es urgente desmarcarse del sexismo hostil que se
esconde tras la cosificación a la que están
siendo sometidas las mujeres, la presión que reciben
por su imagen es como para sentir nauseas: acaso son muchos
los varones que ven afeada su conducta cuando vocean
groserías e insultos sobre la anatomía, la manera de vestir, de
andar, de mirar, de comportarse, de hablar, de
gesticular,..etc. de cualquier mujer que pase por delante de
sus ojos, vean en TV, etc.?.Ese micromachismo encubierto de "normalidad" es muy
peligroso para el autoconcepto y la autoimagen de las
adolescentes. La salud de muchas mujeres se quiebra
cuando sugestionadas por las presiones externas hacen de su
cotidianidad una lucha obsesiva por lograr esta o aquella
imagen y mantenerla. Es fundamental denunciar y desprestigiar
esta cosificación de la mujer por antigua y por
perversa. Las mujeres al igual que los varones son
muchísimo más que un cuerpo.En los últimos años la importancia de
la imagen corporal ha alcanzado también a los varones,
pero sin que condicione su integridad personal. Por
muy devaluada que esté la imagen física de un
chico, éste siempre tendrá una serie de valores
añadidos por ser varón en una sociedad
patriarcal: será trabajador, inteligente, bueno,
cariñoso, atento, valiente,… Tal vez si se
investigasen los devastadores efectos que produce en los
varones la devaluación de sus atributos sexuales
(tamaño del pene, impotencia sexual, incontinencia
sexual,…) y se comparase con los estragos que sufren las
mujeres por la devaluación de su imagen corporal, a
muchos varones les resultaría más impactante y
cercano el fenómeno de la cosificación. Tan
cruel y gratuito es el daño que se infringe a un adolescente
cuando se pone en entredicho su vigor sexual como cuando se
cuestiona la incapacidad del cuerpo de una chica para generar
deseo, para atraer la mirada del otro.El cuerpo de las mujeres como "deleite", fuente de
deseo, de prestigio, de envidia, de valor y de poder, no
sólo favorece las estrategias del dominador (competitividad entre mujeres frente a
complicidad de las mujeres, infravaloración de la
mujer como ser integral, sumisión como
alternativa,…).sino que hace cómplices del sistema a
muchas mujeres, torna anecdótica la emergencia de
mujeres feministas en lugares y cargos tradicionalmente
"reservados" a los varones y relentiza su
incorporación a la lucha por la igualdad entre los
sexos. - -Sobre los atributos de valor. Es brutal el
aumento de a presión social sobre los atributos
físicos de las personas y muy especialmente los de las
mujeres La imagen
corporal (belleza, juventud, delgadez,…) como valor
superior para el triunfo en la vida de las mujeres viene a
sumarse a las exigencias de la doble orientación y
ello a partir de la preadolescencia y durante todas las fases
de su vida.La asignatura de la educación sexual no ha ido más
allá de la mera descripción del proceso reproductivo y
de la genitalidad asociada al mismo pero ha favorecido la
creencia de que ya se vive la sexualidad con libertad e
igualdad. La realidad es bien distinta, la liberación
sexual no es más que un espejismo.La sexualidad como componente consustancial de los
seres humanos a través de la que pueden disfrutarse
sensaciones placenteras y orgásmicas no ha sido objeto
de educación sino de deformación.
El choque entre: el modelo de sexualidad dominante, el modelo
coital inscrito y "prescrito" en el imaginario
socio-religioso y descrito por los medios de
comunicación de masas, ‚ la creencia de que se vive en un
estado de libertad e igualdad sexual y ƒ la percepción y significación de la
experiencia sexual vivida; suele devenir en conflicto
que en muchísimos casos acarrea frustración y
sufrimiento.A las mujeres se las mal educa en su sexualidad
desde el mismo momento que se les oculta o niega el derecho a
indagar y descubrir su cuerpo como fuente del propio placer;
cuando perciben su cuerpo como objeto para la
excitación y el disfrute del otro; cuando su
sexualidad queda constreñida a los deseos del otro y
sin derecho a reclamación o insumisión si ese
otro se siente "legitimado", con derecho sobre ella, por
cualquier tipo de compromiso (relación formal de
pareja, contrapartida económica,…).A la mujer se la mal educa en su sexualidad cuando
ésta debe someterse a los deseos y los límites que le impone el otro, sometido
a su vez a la "tiranía del pene erecto"; nada debe
perturbar este proceso tiránico ya que podría
devenir en eyaculación precoz, pene flácido,
anorgasmia,…y por ende en pérdida de su
masculinidad, falta de autoestima, patologías, etc).
Esta situación está muy lejos de ser
irrelevante o un asunto menor. ¿Acaso no es enfermiza
la práctica de ciertas mujeres que lejos de sentir
satisfacción sexual se ven en la "obligación"
de llegar/fingir el orgasmo en el mismo momento milagroso en
que sus parejas eyaculan para que no se lesione su
autoestima, para no frustrar su masculinidad?Muchas jóvenes sienten el despertar de su
sexualidad pero reprimen su satisfacción ya que la
manifestación del deseo o la iniciativa en el juego
sexual puede producir sospechas sobre su honestidad y "buena
conducta". Paradójicamente frente a esta
contención del deseo, muchas chicas se sienten
presionadas a acceder a las demandas sexuales del chico que
quieren para novio. Este modelo aparentemente igualitario
esconde un gran engaño para la agentividad sexual de
las chicas. Si la sexualidad es lograr la eyaculación
–tiranía del pene erecto- con penetración
o sin ella, las chicas se sentirán impelidas a
sentirse satisfechas satisfaciendo al tirano. Este modelo no
sólo les niega la vivencia de su propia sexualidad,
del disfrute sosegado o acuciante de su propio orgasmo, sino
que las "obliga" a fingir placer cuando en realidad
están perplejas, frustradas, acomplejadas,
etc.A veces esta realidad se ve agravada por el
contradictorio sentimiento de gratitud que algunas mujeres
tienen hacia sus parejas por las migajas de placer que pueden
obtener de esa modelo sexual. Puesto que ellos son los
agentes sólo ellos pueden procurarles algún
placer e incluso la plena satisfacción aunque casi
siempre el final sea frustrante.La ausencia de agentividad erótico-sexual de
las mujeres, su dependencia respecto de la sexualidad de los
varones y la sumisión de éstos a la
tiranía del modelo sexual hegemónico
heterosexual y coital conforma la médula espinal del
sexismo y del maltrato en las relaciones de pareja,
¿cuántos chicos y chicas que logran vivir su
sexualidad con plenitud e igualdad van a conducirse de manera
sexista en otras facetas y ámbitos socio-familiares?,
¿cuántas chicas educadas en su derecho a
conocer y decidir sobre su cuerpo, a explorar, a tomar la
iniciativa, a satisfacer y proporcionar placer
,…podrían aceptar la sumisión de una
relación de pareja sexista y no
corresponsable?. - – Sobre la libertad y
la igualdad sexual. En las últimas décadas la
norma, la escuela y la publicidad han favorecido una actitud
más abierta y libre sobre la sexualidad siempre que se
desarrollase dentro del territorio de la "normalidad", esto es,
dentro de la heterosexualidad, reproductiva y
coital. - – Sobre el modelo de sexualidad sin afecto, el
sexo como consumo. En España se ha instalado un
negocio formidable en torno a la
sexualidad. El juicio y la mirada de los varones jóvenes
y menos jóvenes está siendo reorientado hacia un
consumo desaforado de sexualidad. Obtener placer sexual sin
otra exigencia que la monetaria no sólo es posible sino
que socialmente es bastante tolerado e incluso justificado por
la "irrefrenable" naturaleza sexual de los varones y
también para eludir el "examen de calidad
orgásmica" al que algunas novias "exigentes" les someten
cuando ellos hacen uso "su derecho" a la satisfacción
sexual. El modelo sexual dominante está perdiendo su
componente afectivo, su parte de compromiso emocional y
está quedando reducido al sexo. Así las relaciones
sexuales descarnadas de sentimientos resultan saciantes en
un primer momento pero no satisfacen plenamente por lo que al
poco tiempo reaparece la sensación de deseo y necesidad
sexual.. Esta sexualidad desprovista de afecto deviene en una
sexualidad consumista que al tiempo que favorece el negocio de
la prostitución y la pornografía está generando en los
varones rechazo o retraso en el compromiso de
pareja.
Ante la falta de compromiso por parte de muchos
jóvenes, las chicas pueden optar por seguir el modelo
masculino de sexualidad desprovista de afecto, sexualidad de
usar y tirar, sexualidad consumista.
Este modelo de sexualidad no está siendo
cuestionado por cuanto no pone en tela de juicio el modelo
patriarcal dominante, heterosexual y coital y puede resultar
especialmente interesante para quienes rechazan el discurso
sobre la necesidad de socializar por igual a niñas y
niños en la agentividad, la libertad y el derecho a
descubrir y satisfacer su deseo y su placer sexual.
Si pensamos en el formidable negocio que se mueve
alrededor de los estereotipos de mujer que se derivan del
espejismo de libertad e igualdad sexual, de la idolatría
de la sociedad de consumo por la imagen corporal y de la
alabanza de las mujeres que aceptan sin queja desempeñar
el rol tradicional de esposa y madre, no nos
extrañará que se mantenga prácticamente
intacta la diferente socialización de niños y
niñas en cuanto a su sexualidad
El cuerpo de la mujer como recurso para hacer dinero
-pornografía, prostitución, publicidad, explotada
doméstica, …- , como impulso para ganar dinero
-consumista de promesas de belleza y juventud-, como fuente de
riqueza reproductora de seres humanos, .. En nuestro
país la prostitución mueve 50 millones de euros
cada día, el trabajo
de las amas de casa se valora en 2 billones de euros
anuales,…
La confluencia de los factores señalados forma
un cocktail corrosivo para la
emergencia de la mujer no subordinada ni alienada por
razón de su sexo biológico. Aún a costa de
parecer poco mesurada en el análisis, considero que
ciertos indicadores
son tan alarmantes como la primera tala de pinos en la costa
mediterránea. La actitud de muchos padres y madres de
aceptación, resignación, estimulación de sus
hijas adolescentes hacia la anorexia o el
consumo de cirugía estética para exagerar aquellas
partes del cuerpo que la moda difunde como los mayores atributos
sexuales a los ojos de los varones (senos, labios, nalgas,..) es
uno de esos potentes indicadores. Es cierto que una sociedad como
la nuestra, con una de las tasas de natalidad más baja del
mundo, tanto los hijos como las hijas son tesoros en los que hay
que invertir para facilitarles el mejor porvenir, sin embargo la
balanza de inversión sigue siendo sexista, no tanto
porque en las niñas se invierta menos capital, sino
porque la inversión se sigue orientando en su faceta de
ser dependiente que debe procurarse un esposo.
Si se socializa por igual a chicas y chicos para que
sean libres, independientes y agentes de su propia historia personal, social y
profesional será imprescindible que se deconstruya el
modelo de sexualidad hegemónica (heterosexual y coital) y
se socialice y forme también en la agentividad sexual de
las chicas, en su derecho a conocer y gozar de cada
centímetro y de cada suspiro de su ser. . El "desde
siempre" y el "como siempre" sólo pueden rechazarse a
través del cuestionamiento, el conflicto, la duda,…
sobre esas "verdades" que difunde el sexismo y que se va
inscribiendo en la piel de cada
uno y cada una de nosotras. Problematizar la sumisión y la
dependencia de la erótica y el placer sexual de las chicas
y mujeres es una buena estrategia, un
buen revulsivo contra la asimetría.
Cuando los cuerpos obtengan y proporcionen todo el
placer que les sea posible sin importar cuál sea su
adscripción sexual estaremos más cerca de vencer el
sexismo en la vida de pareja, romper los techos de cristal, salir
del suelo
pegajoso,…de pensar, sentir, decidir y actuar con libertad por,
para y sobre nosotras mismas.
Socializar y formar a
las jóvenes para su agentividad sexual es abonar de
igualdad las relaciones entre los sexos y favorecer su
liberación del sexismo por muy "benevolente" que sea su
disfraz
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Instituto de la Mujer del Ministerio de Trabajo y Asuntos
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Autora:
Consuelo Debón Hernández
(Neus)
Nací en Valencia (España) en 1954. Trabajo
en educación y desde hace más de dos décadas
en formación de personas adultas . Soy madre de una hija
de 23 años. Estoy comprometida desde la adolescencia
con las luchas por la justicia y la
libertad de pueblos y personas y por la igualdad entre mujeres y
varones.
Formación: Profesora, psicopedagoga e
investigadora por la Facultad de Pedagogía de la
Universidad de Valencia. Alumna del Master en Género y
Políticas de Igualdad del Instituto de Estudios
Universitarios de la Mujer de la Universidad de
Valencia.
ESPAÑA, VALENCIA, Septiembre, 2007
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