Don
Felipe Ricardos:
La política de Arriaga
fue interrumpida por las instrucciones que traía el nuevo
gobernador, don Felipe Ricardos, consistentes en restablecer la
Compañía y castigar a los responsables. Ante las
medidas represivas, León se levantó en armas en 1751,
apoyado par las gentes de la provincia de barlovento, valles de
Aragua y de la costa. A pesar de todo estos sucumbieron ante la
política represiva de Ricardos, quien condenó a
muerte a
muchos de los comprometidos y llenó las cárceles de
presos. Viendo su causa fracasada León se entregó.
Se le confiscaron sus bienes, y su
casa fue destruida y sembrada de sal. Enviado a España fue
condenado a servir junto con su hijo Nicolás en el
África. No tardó en ser perdonado y su hijo
Nicolás regresó a tomar posesión de sus
bienes.
Juicios acerca del movimiento de
León:
El primero de nuestros clásicos,
Baralt, dice al respecto: "El fin a que entonces se
aspiraba la supresión de la Compañía: gran
número de habitantes de los pueblos del tránsito y
de toda la provincia se habían asociado
espontáneamente a la empresa; la
gente rica de las ciudades la fomentaban con promesas y dinero, aunque
sin dar la cara: y, en suma, las clases pobres y trabajadoras,
las hacendadas, los indios, habían convertido una
insignificante y humilde solicitud en un grande y solemne
empeño nacional. Así se forman, modifican y
triunfan las revoluciones verdaderamente populares; porque el
instinto general, siempre seguro, conoce el
mal, lo llama por su nombre u le pide el remedio conveniente,
descartando embozos y tardanzas". Para concluir en que
León no era el hombre para
realizar un movimiento popular por respecto a la ley y a las
autoridades.
Don Arístides Rojas tiene el
mérito de haber sido el primero en estudiarlo como un
antecedente del movimiento de la Independencia
y encontrar en él la cuna de la revolución
americana. Le asigna entonces carácter eminentemente
político.
Gil Fourtoul lo concibe más como un
movimiento político, un movimiento económico de la
oligarquia territorial, que utilizó a León de
instrumento: "Las turbulencias de 1749 a 1752 nacieron y se
alimentaron de una pretensión egoísta y nada
patriótica de la oligarquía territorial; porque los
grandes propietarios de la Colonia, que lanzaron a León en
su aventura, y lo abandonaron cobardemente en la desgracia, no se
proponían ningún fin de progreso político,
antes sólo conservar intactos, con la expulsión de
los guipuzcoanos, los privilegios que como señores de
la tierra y
amos de los esclavos tenían desde los tiempos de la
conquista; privilegios que rara vez usaron en fomentar la
agricultura,
ni el comercio, ni
en mejorar la triste condición de la clase
menesterosa".
Augusto Mijares lo analiza como un
movimiento nacional, de mantuanos, tenderos y hasta oficiales de
milicia. A este respecto dice: "Más que sus intereses, en
sentido estricto, fue, sin duda, una verdadera susceptibilidad
nacionalista la causa inicial de la posición de nuestra
oligarquía a los abusos de la Compañía
Guipuzcoana; además, la supieron enlazar
enérgicamente a los interés
del pueblo, y, sobre todo, a los de la patria naciente, y de
allí que el movimiento adquiriese un verdadero
carácter nacional y culminase en los resultadas que desde
el principio se señalaron".
Consecuencias del Movimiento de
León:
El movimiento de Juan Francisco de
León, aún cuando fue vencido, significó la
cercenación de muchos privilegios detentados por la
Conquista. Tuvo la virtud de alertar a España sobre los
abusos de ésta y sus posibles consecuencias. De
allí que la Corona no tardara en tomar medidas, dentro de
las cuales resaltan las siguientes:
- Anulación de todas las concesiones dadas a la
Compañía y retorno a las condiciones del contrato
original de 1728. - Garantía para cosecheros y comerciantes
venezolanos del comercio con Veracruz y otros
países. - Sede obligatoria del consejo de la
Compañía en Madrid y no
en San Sebastián como venía aconteciendo.
Además, se le obligó a garantizarle a la
Península el cacao necesario para su consumo. - Formación de una Junta Fijadora de Precios,
compuesta por el gobernador, un regidor y un representante de
la Compañía, que debía fijar anualmente el
precio de
los productos
agrícolas. - Participación de los venezolanos en la
Compañía. Para fines de 1752 fueron admitidos y
se asignaron 300 acciones
para la Provincia de Caracas y 100 para la de
Maracaibo. - Concesión de la sexta parte de la capacidad de
las bodegas a los vecinos de las provincias.
Fin de la
Compañía:
Para 1757 la Compañía se dirigió a
la Corona exponiéndole su penosa situación como
consecuencia del contrabando, y
pidiéndole el cambio de
gobernador, la abolición de la Junta fijadora de precios y
permiso para reinstalar en San Sebastián la sede de la
Compañía. La situación económica de
la Compañía no se debía a sus negocios
coloniales, sino a las aventuras económicas en las cuales
se vio envuelta en la metrópoli.
En 1776 los puertos de La Guaira y Maracaibo quedaron
comprendidos dentro de las reglas de comercio libre de las cuales
gozaban Cartagena y La Habana.
La guerra con
Inglaterra en
1779 determinó el fin de la Compañía. La
Corona permitió el libre comercio de
Venezuela con
los puertos habilitados en España, así como
también se permitió el comercio con Curazao y otras
colonias.
En 1781 por decisión real fue rescindido el
contrato con la Compañía. En 1785 la
Compañía se disolvió y se refundió en
la Compañía de Filipinas. Sin embargo esta
compañía todavía controló
durante algún tiempo el
comercio de la colonia.
Juicios sobre la Guipuzcoana:
Los historiadores discrepan acerca de la influencia de
la Compañía Guipuzcoana en la vida económica
de Venezuela. Aun cuando la mayoría se inclina a reconocer
que desempeñó un gran papel en su evolución económica y en la
formación de una clara conciencia de
clase en los terratenientes criollos que identificaron la defensa
de sus intereses de la provincia.
Don Arístides Rojas considera que
la Compañía Guipuzcoana "siembra los
gérmenes de la riqueza venezolana e interviene durante una
centuria como principio político, en la suerte de
Venezuela". Contrasta el elogio que hace de su labor con la
condena que anteriormente hace del monopolio al
analizar el movimiento de Francisco de León.
Gil Fortoul, partiendo de un punto de
vista errado, como es el de la pobreza de la
provincia venezolana, antes de la llegada de los guipuzcoanos,
error ratificado por Arcila Farías, considera que la
Compañía fue beneficiosa para el comercio de
España y de Venezuela. Además que crearon otras
fuentes de
producción con la plantación de
nuevos cultivos y desarrollo de
otros, como algodón, el añil, el café,
el tabaco, el
dividive y el aumento de la producción del
ganado.
Andrés Bello considera que "la
creación de la Guipuzcoana fue el acto más
memorable del reinado de Felipe V en las
Américas".
Arturo Uslar Pietri juzga que: "Su
importancia en la evolución económica es
extraordinaria. Creó una agricultura rica, moderna y
pujante. Los Campos se cubrieron de plantaciones y de aldeas en
las valles de Aragua y del Tuy. Quedaron establecidos los
primeros sistemas de
crédito. Todavía cien años
más tarde los visitantes extranjeros admiraban los
sistemas e riego artificial usados en las haciendas venezolanas.
Con los usos refinados de una vida más fácil y
culta, los hombres y buques de la Guipuzcoana trajeron las
inquietudes del siglo de las luces. Mucha filosofía
política francesa vino en las naves de cacao, patrocinada
por los próceres de las Sociedades
amigas del País. La Venezuela que conocieron y los
viajeros de fines del siglo XVIII, tan llena de la dulzura de
vivir y tan distante de las ásperas rancherías de
los buscadores de
Manoa, era en gran parte la obra de la Guipuzcoana. Para estos
años la población venezolana se acerca a los
ochocientos mil habitantes, y la exportación alcanza un valor de
veinte millones de bolívares".
Para Briceño Iragorri con "La
Compañía Guipuzcoana se cambia el orden
económico de la provincia y ello aflora, como es natural,
en el propio curso de la política. La
Compañía vino a ser una nueva fuerza en la
estructura
social y entabla con ella una lucha entre los intereses de
los explotadores, Apoyados por sus socios y beneficiados en la
Corte, y la ya permanente de los terratenientes coloniales. Se
abulta un proceso de
reconquista de tipo imperialista. Sobre la capa social, ya densa
de dos siglos, se erige un nuevo elemento de explotación
factoril. Nuestro proceso económico hasta 1730
había sido obra de una lenta expansión
agrícola, con fines preferentes a las necesidades de la
tierra y con
su lógica
miranda hacia los mercados
exteriores. Desde 1730 en adelante la agricultura se subordina a
los intereses fundamentales del monopolio. Deja de ser municipal
para convertirse en agricultura de fondos de barcos. Como la
Compañía mantiene el ritmo del comercio, no ve bien
lo que la provincia produce sin posibilidades de mercado
extraño. Exportar e importar en gran escala es su
misión.
Nada le duele si merca acá lo que ella puede traer. Le
interesa sólo agrandar la producción que vaya a
otros mercados. Con la Compañía mejoran muchos
renglones agrícolas, pero surgen vicios que roen la propia
moral de las
autoridades.
De otra parte la Compañía busca el
predominio del blanco europeo sobre el criollo que porfía
ha influir en la dirección del gobierno local. Y
el europeo gana a su contendor indígena. Para ello va el
cacao y tabaco a los almacenes de
Pasajes y los señores de la Corte ven crecer sus doblones
y reciben con ello más confianza y honores. La
Cédula Real llamada de alternativa, mete en el cabildo
cada segundo año un europeo. Esto no satisface al criollo
ya arrogante, que busca el Cabildo como la torre del homenaje
donde hallan seguridad, su
altanería y fuerza a sus privilegios".
J.L. Andara en su libro "La
Evolución Social y Política de Venezuela", enjuicia
así la labor de los guipuzcoanos: "Esa
Compañía que monopolizó el comercio de
Venezuela, y fue de consecuencias desastrosas para la
producción del país, provocó al fin con sus
excesos una revolución popular. Todo lo dominaba, pues con
su oro
influía decisivamente en los personales poderosos,
obtenía así la mayor parte de los nombramientos
para oprimir a los productores del país y tenía la
exclusiva para la importación de
mercancías".
Arcila Farías dice que "La
Compañía influyó mucho, por su
carácter representante de capital
español
más exclusivista y ávido de ganancias, en que se
creara, por reacción el sentimiento de nacionalidad:
es un hecho que desde el preciso momento de su llegada se
comenzó a hablar de los opresores, aludiendo a los
comerciantes españoles; y las revueltas que se produjeron
en Venezuela durante el siglo XVIII se encaminaban a sacudir, si
no la dependencia política, si el yugo económico,
ya que aquella nunca fue demasiado pesada, y los coloniales ni se
quejaron, ni hicieron alusión a ella sino en las
postrimerías del siglo y en los primeros años del
siguiente, cuando la revolución estaba en marcha, y cuando
se comprendió que para librarse de ese yugo
económico era preciso obtener también libertad
política. Basta considerar que los cabildos
disponían de facultades que no tenían los de
España, pues mientras en la metrópoli, se iniciaban
con la centralización monárquica de la
decadencia del régimen municipal, en América
los municipios iban adquiriendo cada vez mayor autonomía.
Las actas del cabildo caraqueño, las numerosas
representaciones enviadas a España, los frecuentes y
agitados litigios establecidos entre las autoridades de que estos
gozaban y de los excesos de palabras que se permitían en
su trato con los gobernadores e intendentes a los que no
temían contrariar en la práctica".
Marco guerrero
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