- Resumen
- Introducción
- Origen
de las naciones y el nacionalismo - Las
visiones académicas: sus teorías y enfoques del
nacionalismo - Las
visiones geopolíticas: sus tesis y doctrinas del
nacionalismo - A manera
de síntesis: el análisis del nacionalismo desde
una visión de la totalidad - Anexo:
una nota imprescindible - Bibliografía
básica
Resumen
En este artículo, que es parte de investigación mayor, se pretende realizar
un análisis desprejuiciado y objetivo del
nacionalismo y
las diferentes visiones que han sido utilizadas para explicar
este fenómeno. En este sentido, primero se comienza por
hacer una revisión de los diferentes abordajes realizados
por algunas disciplinas de las ciencias
sociales en torno a los
problemas de
definir el concepto, tipos,
tareas y el contexto histórico del nacionalismo. De igual
forma, se intenta revisar algunas de las principales doctrinas
geopolíticas desarrolladas sobre este tema. Tales
doctrinas son las que han sido elaboradas por: 1) el eurocentrismo,
2) el marxismo, 3)
el imperialismo,
4) el reformismo liberal y, 5) el proyecto popular
revolucionario. Luego, se ofrece una síntesis
de las proposiciones teóricas más destacadas y
pertinentes, pero esta vez procurando interpretarlas desde una
visión de la totalidad. Pero el propósito de la
investigación no es sólo buscar una
explicación objetiva del nacionalismo, sino también
contribuir a aclarar sus reales dimensiones e importancia para el
momento presente, al mismo tiempo que se
desmantelan equivocadas o tal vez mal intencionadas propuestas en
este terreno. Un estudio serio de esta materia
podría facilitar la formación de una conciencia social
y nacional, tan necesarias en este momento de evidentes
tendencias globalizadotes en las relaciones
internacionales, pero también de peligrosas
pretensiones imperialistas.
Introducción
Con cierta frecuencia oímos o leemos a algunos
teóricos afirmar que cuando se habla de los conceptos de
nación, nacionalismo o soberanía
nacional, "ahora que nos encontramos en la Era de la
globalización", se está incurriendo en un
anacronismo y una pérdida de tiempo. En verdad, estos
conceptos significan realidades que tienen un tiempo
histórico, por lo tanto, no son eternos. En el caso del
nacionalismo, éste ha funcionado además como una
idea multipropósitos. Así, si bien ya
existían con anterioridad expresiones más
sentimentales que ideológicas de patriotismo (de
"protonacionalismo" según Hobsbawm, o "nacionalitarias" en
Vilar), se afirma que las naciones y el nacionalismo surgieron en
Europa a mediados
del siglo XVIII como efecto del desarrollo
capitalista y el deseo de la burguesía en ascenso por
apropiarse y unificar el Estado,
para que éste a su vez permitiera la unificación de
territorios y pueblos dispersos del régimen feudal en una
sola nación
y un mercado propio. A
continuación, vino la expansión de ese mercado y
entonces sirvió para justificar las guerras de
conquista de naciones (que es como decir de otros mercados), el
colonialismo y más tarde el imperialismo, todo en nombre
de un supuesto destino histórico de las naciones
desarrolladas. Posteriormente, al terminar la Segunda Guerra
Mundial, se constituyó en el fundamento teórico
para los movimientos de liberación de los países
colonizados del Tercer Mundo. Más reciente, y en especial
en América
Latina, también fue utilizado como excusa por los
partidos demagógicos y clientelares para concentrar todas
las riquezas en el Estado y luego
poder meter
sus manos en las arcas nacionales. Finalmente, hoy el
nacionalismo representa, por una parte, la natural
aspiración de independencia
y reafirmación nacional de los pueblos que luchan por
salir del neocolonialismo, la dependencia y el subdesarrollo,
y por la otra el objetivo a aniquilar por parte del neoliberalismo
y las políticas
hegemónicas de los grandes centros de poder
mundial.
Así podemos observar que el nacionalismo es
atacado en diversos frentes. En primer lugar, por algunos
importantes "intelectuales
de acción", es decir, funcionarios y asesores
del "establishment" gubernamental y de ciertas organizaciones
privadas en los países centrales. Entre sus más
elaboradas teorías
está la que presenta a la democracia
neoliberal como la expresión más acabada de un
pretendido fin de la historia, de las fronteras
nacionales, de las ideologías y, por supuesto, de la lucha
de clases (ejem: Fukuyama, 1992). Por otra parte, el ataque viene
desde un antropologismo absoluto que deifica el concepto de
cultura, en
especial la de una civilización occidental, moderna y que
supuestamente todo el mundo quiere imitar (ejem: Huntington,
1996). Según este antropologismo, el impacto de esa
"cultura-mundo", y junto a ella el multiculturalismo regional,
"hacen estallar los conceptos equivalentes de identidad y
nación"
(Barbero, 2001). Otro frente se ubica en las posiciones de los
teóricos gerencialistas que conciben a la globalización como un proceso
"irresistible e irreversible" ante el cual los estados nacionales
deben doblegarse. También, acompañando estas
posiciones, vemos a ciertos intelectuales de "izquierda" (no
podían faltar a la cita) quienes asumen como propias las
definiciones convencionales de aquellos mandarines de la
globalización (véase al respecto: Boron, 2004). Por
ultimo, se encuentran las posiciones de los escépticos y
anarquistas quienes partiendo de experiencias singulares (algunas
ciertamente negativas) siempre terminan por dudar o negarlo todo:
el Estado, la Nación, el nacionalismo, etc.
¿Por qué esta "cayapa" ideológica
en contra del nacionalismo, especialmente el del Tercer Mundo?
¿A qué intereses responde ese deseo de desmantelar
los estados nacionales y desintegrar la identidad y la cultura de
sus habitantes? ¿Será de verdad que se pretende que
todos los pueblos del mundo acepten la existencia de un estado
transnacional, único regente de todas las leyes y poseedor
de la más absoluta soberanía global? Y si esto es así,
entonces, ¿a qué viene ese gesto de los proponentes
de andar cantando himnos patrios y arropándose con el
pabellón nacional?
No obstante, esas descalificaciones y ataques contrastan
con la experiencia histórica de los dos últimos
siglos donde siempre el nacionalismo ha jugado, para bien o para
mal, un papel estelar. También contrastan con el
reconocimiento que hacen otros investigadores a la vigencia de
este fenómeno: Por ejemplo, para los filósofos R. McKim y J. McMahan (2003, p.
17): "Resulta incontestable que el resurgir del sentimiento
nacionalista en muchas zonas del mundo es uno de los más
importantes y menos previstos fenómenos de la política
internacional contemporánea". Asimismo, el conocido
filósofo Charles Taylor afirma que
el "Nacionalismo no puede comprenderse como una reacción
atávica" [sino que] "Es un fenómeno que representa
la quintaesencia de la modernidad"
(Ibíd., p. 69). Por su parte Anthony Smith,
catedrático de sociología en la Universidad de
Londres y autor de una de las más amplias investigaciones
sobre el tema, concluye que: "A estas alturas debería
resultar evidente que las probabilidades de superar la
nación y reemplazar al nacionalismo en la actualidad son
escasas"; dado que "un cosmopolitismo creciente no entraña
por sí solo la decadencia del nacionalismo" así
como "el nacimiento de áreas de cultura regionales no
merma la influencia de las identidades nacionales" (A. D. Smith,
1997, p. 159). Y estas no son expresiones de algunos
intelectuales "tercermundistas".
Entonces, frente a esta discusión surgen las
siguientes preguntas: ¿Qué es realmente el
nacionalismo? ¿Existen al mismo tiempo diversas fuentes y
tipos de nacionalismos o el término se refiere a un
único fenómeno social? Y, por supuesto,
¿tienen sus tesis alguna
justificación histórica? Estas interrogantes han
ocupado la atención de diferentes pensadores en el
campo de las ciencias
sociales y humanas a lo largo de los dos últimos
siglos. Veamos, para comenzar, lo que dicen algunos autores
acerca del origen del problema que aquí nos
ocupa.
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