FILOSOFÍA METAFÍSICA
La filosofía metafísica
intenta ir más allá de la experiencia humana
inmediata, de la experiencia de la vida diaria, incluyendo la
experiencia en laboratorios, juzgados y galerías de
arte, para
encontrar unos principios
fundamentales y responder a unas preguntas básicas:
¿qué es lo que fundamenta las regularidades que se
descubren y describen en física?;
¿cuál es la esencia de la belleza?;
¿cuáles son los rasgos de la naturaleza
humana universal que no estén capturados en la ciencia
médica, en la fisiología celular o en la psicología?;
¿cuál fue la "primera causa" del universo?;
¿la
personalidad humana sobrevive a la muerte del
cuerpo?; ¿cuál es la naturaleza de
la mente humana, y ésta, como interactúa con el
cuerpo en aparente contradicción con las leyes
físicas?
Estos temas han invitado a la especulación, pero
no todas las especulaciones han sido metafísicas. Como A.
E. Taylor
señalaba en 1903, la metafísica tiene "cierta
afinidad con la religión, así
como con la literatura imaginativa",
pero difiere de ambas en su espíritu y método".
Añadía: "la metafísica es un espíritu
puramente científico; su objeto es satisfacción
intelectual, y su método no se basa en la intuición
inmediata o en el sentimiento no analizado, sino en el análisis crítico y
sistemático de nuestras concepciones". En el campo de
la
educación no siempre se ha delimitado la
distinción Taylor, y la reflexión especializada
sobre educación se ha confundido a menudo con la
filosofía de la educación.
Otros filósofos no están muy de acuerdo
con la demarcación de Taylor de la metafísica.
Karl Popper,
por ejemplo distingue claramente la ciencia de la
metafísica, y mantiene que las afirmaciones
científicas son refutables, en principio, mientras que las
metafísicas no los son. Otros filósofos con una
indicación más positivista, irán más
lejos que Popper aún, según ellos, debido a que las
afirmaciones metafísicas carecen de posibilidad de
demostración, también carecen de
significado.
FILOSOFÍA NORMATIVA
Los filósofos, con el apoyo de las conclusiones
alcanzadas con sus investigaciones
metafísicas, a menudo han querido establecer normas,
estándares o pautas para conducir los asuntos humanos. Los
filósofos de la educación son normativos cuando
extienden los objetivos de
la educación, como lo siguiente ejemplifica: "la meta principal
de la educación es la conquista de la libertad
interior y espiritual por parte de cada persona".
FILOSOFÍA ANALÍTICA
A lo largo de la historia de la
filosofía, también ha habido siempre una
voluntad analítica, quizá de una manera no tan
acentuada, pero, sin embargo, crucial. Se han aclarado conceptos
centrales para los importantes líneas de investigación, se ha expuesto las
suposiciones que se hallaban escondidas.
Los filósofos analíticos de la
educación contemporáneos, se preocupan por el
concepto de
justicia; pero
también han hecho un intento de aclarar conceptos tales
como el de "igualdad",
"enseñanza", "castigo", "adoctrinamiento",
"inteligencia"
y la propia "educación".
Estas tres tradiciones de actividad filosófica no
están definidas claramente en la practica, estas se
combinan entre sí durante el tratamiento de un problema,
pudiendo el filósofo cruzar silenciosamente las barreras
entre uno y otra.
OTROS ENFOQUES
REFLEXIÓN ESPECIALIZADA SOBRE LA
EDUCACIÓN
Las tres categorías tratadas hasta ahora
metafísica, normativa y analítica son suficientes
para caracterizar la variedad de los escritos filosóficos
sobre cuestiones educativas. Sin embargo, no hacen completa
justicia a todas las actividades que, históricamente, se
han incluido bajo la filosofía de la educación. A
lo largo del curso de la historia, la gente
etiquetada de filósofos de la educación ha
trabajado en una o más de las tres actividades, aunque, a
veces, se han dedicado a otra actividad, importante pero no
filosófica.
La existencia de este cuarto ámbito ha conducido
a la confusión sobre el ámbito de la disciplina de
la filosofía de la educación y también a la
pregunta de si se trata realmente de una disciplina de la
filosofía de la educación y también a la
pregunta de si se trata realmente de una disciplina o no. Para
ponerle una denominación mejor, este cuarto tipo de
actividad han acordado llamarle "reflexión especializada
sobre educación. También es concebida como la
versión educativa de la actividad que proviene de la
religión y la literatura imaginativa.
Lo que complica la situación es que los
filósofos a veces se ocupan de este tipo de
reflexión educativa, pero los que habitualmente se han
dedicado a ésta rara vez, sino nunca, han escrito sobre
educación en ninguno de los tres modos
filosóficos.
Bajo esta perspectiva, en muchas partes del mundo de
habla inglesa, la filosofía de la educación se
enseñaba, por lo general, en cursos para la formación
de maestros, impartidos por profesores sin una
formación filosófica específica., pero que
eran educadores reflexivos y experimentados. A menudo, se trataba
de antiguos directores de escuela e
inspectores o administradores. Esta tendencia se vio reflejada en
los libros de
texto que
aparecieron durante los años 40 y 50. Había
numerosas colecciones sobre pensamientos acerca de la
educación, de personajes famosos de todos los tiempos, con
independencia
del mérito filosófico de estos pensamientos, y
también libros que discutían sobre una u otra
panacea o programa, de una
manera reflexiva, pero no filosófica. También los
filósofos han escrito sobre educación no
filosóficamente como John Locke, G.
W. F. Hegel y Bertrand
Russell.
EL ENFOQUE DE LOS ISMOS
Resulta evidente que no existe sólo una manera de
llevar a cabo la investigación filosófica sobre
educación. Los filósofos metafísicos no se
ponen de acuerdo entre ellos, y tampoco con las diferentes
escuelas de filósofos analíticos. Sin embargo,
durante varias décadas de mediados del siglo XX, se
prefirió una manera de enfocar la filosofía de la
educación, que trascendía las fronteras
tradicionales. Tuvo sus comienzos en la Europa
continental, así como en el mundo de habla inglesa, y
algunos filósofos analíticos de la educación
y los de tradición metafísica lo
adoptaron.
Se sostenía que las perspectivas
filosóficas o religiosas, llamadas ismos, podían
servir como puntos de partida, desde los cuales deducir tesis o
prescripciones sobre educación. Según decía
un comentarista: "un método común de construir la
filosofía de la educación es derivarla de alguna
postura filosófica como el idealismo, el
tomismo, el pragmatismo o
el existencialismo. De este enfoque surge la
pregunta: ¿Qué implica para la educación una
postura determinada?"
Este enfoque se popularizó en Estados Unidos
para los años 50, al igual que en otras partes del mundo,
y tuvo un gran atractivo para aquellos filósofos que
estaban ayudando a formar maestros.
Parecía que todo lo que se tenía que hacer
era exponer ciertas posturas filosóficas a los estudiantes
para que éstos escogieran, o bien, presentar la postura
que al maestro le parecía correcta. Entonces uno
podía dedicarse a la tarea relativamente simple de trazar
lógicamente las implicaciones educativas. Con el tiempo, sin
embargo, este enfoque resultó ser ingenuo en el mejor de
los casos, y, en el pero, se vio que contenía graves
errores filosóficos.
No hay una simple correspondencia directa entre los
compromisos filosóficos profundos de cada persona, por
ejemplo, idealismo, realismo o
pragmatismo, con sus creencias y sus acciones
diarias. En general, es imposible decir qué "istmos"
filosóficos acepta una persona por su comportamiento. Así un realista no trata
los objetos cotidianos (mesas, pupitres, tizas, niños)
de una forma diferente a como lo hace un idealista.
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