- Concepto
- Causas
- Medidas contra la
deflación - La
deflación en la actualidad - El caso del
Japón - Conclusiones
- Bibliografía
INTRODUCCIÓN
La deflación es el fenómeno contrario a la
inflación, es decir, la bajada continuada y sustancial en
los niveles de precios. Se
trata de un grave problema económico porque, al disminuir
los precios y si se mantienen constantes los costes y los
salarios, las
empresas
obtienen menos beneficios y se reducen entonces la inversión y el empleo. Se
genera así un auténtico círculo vicioso pues
con menos empleo hay menos rentas y menos compras que
vuelven a hacer que se reduzcan los beneficios, la
inversión y el empleo.
1.
Concepto
La deflación es la caída generalizada del
nivel de precios de bienes y
servicios en
una economía.
Es el movimiento
contrario a la inflación.
Esta situación económica en que los
precios disminuyen es producida por una falta de demanda, y es
mucho más peligrosa y temida por los Gobiernos que la
inflación.
La deflación puede desencadenar un círculo
vicioso: Los comerciantes tienen que vender sus productos para
cubrir al menos sus costes fijos (entendiendo que el precio ya no
alcanza para pagar los costes variables),
por lo que bajan los precios. Con precios bajando de forma
generalizada, la demanda se disminuye más, porque los
consumidores entienden que no merece la pena comprar si
mañana todo será todavía más barato.
En la inflación, sin embargo, ocurre todo lo contrario,
dado que los consumidores prefieren comprar antes los bienes de
larga duración, para anticiparse a subidas de
precios.
Dado este círculo vicioso, la deflación se
convierte en causa y efecto de la falta de circulación del
dinero en la
economía, porque todos prefieren retenerlo.
Al final, la economía se derrumba, dado que la
industria no
encuentra salida a sus productos y sólo consigue
pérdidas.
Históricamente es normal que los tipos de la
deuda más bajos acompañen subidas de la Bolsa o, lo
que es lo mismo, que el precio de ambos activos
evolucione de la mano. Los tipos bajos suponen un menor coste de
capital, y
ello hace más valiosas las acciones. De
hecho, es lo que ha ocurrido en 125 de los últimos 150
años, según Credit Suisse.
Antes de que comenzase la crisis, en
1998, la relación se invirtió. Primero por el
descenso de la inflación, que tiró a la baja los
tipos mientras la Bolsas subían. Después porque los
mercados cayeron
en picado mientras los tipos de interés de
la deuda hacían lo propio, lastrados por los agresivos
recortes de tipos practicados por la Fed. Es algo habitual en
situaciones extremas, de burbuja o de crisis, y tiene mucho que
ver con el flujo de capital de un activo a otro. Ahora bien, el
comportamiento
reciente del mercado rompe
esta última tendencia y abre una pregunta a los
inversores: ¿Pueden subir la Bolsa y los bonos?
En la situación actual, la subida paralela de
ambos activos refleja una aparente contradicción: mientras
la deuda recoge las expectativas de debilidad económica,
bajadas de tipos, e incluso deflación, la subida
bursátil cotiza la recuperación
económica.
'En parte, es consecuencia de las palabras de
Greenspan', señala Antonio Villarroya, de Merrill Lynch.
'Comentó que la situación económica no es
mala, lo que ayudó a la Bolsa, pero que hay riesgo de
deflación, por lo que los tipos permanecerán bajos
por un tiempo'. En
todo caso, esta mezcla de expectativas no es sostenible a medio
plazo, señalan tanto Villarroya como otros expertos. La
situación se romperá, ya sea por un repunte de los
tipos a largo, ya sea por un nuevo descenso
bursátil.
'Si el crecimiento
económico en el segundo semestre no responde a las
expectativas, no se cumplirán las previsiones de
beneficio. Los tipos de los bonos se mantendrán bajos y la
Bolsa corregirá. Es el escenario de Merrill Lynch. Ahora
bien, otras firmas consideran que en el segundo semestre el
crecimiento de EE UU repuntará y, en este contexto, los
tipos de la deuda subirán'.
Credit Suisse espera que o bien el índice
Standard & Poor's 500 asciende a 960 puntos (ayer cotizaba en
torno a 930) y
los tipos también suben, o bien éstos se mantienen
y el S&P 500 se acerca a 780. 'Pero vemos poco
verosímil que la Bolsa y los bonos suban de la mano',
concluyen. El banco no se
decanta a las claras por ningún modelo, pero
en la mayor parte de sus informes
espera que los tipos sigan bajos.
Goldman, optimista, señala que esta ruptura
demuestra que el alza de la Bolsa se debe al descenso de la prima
de riesgo en vez de a una mejora de las percepciones y que, por
ello, es sostenible.
A juicio de Credit Suisse, la razón que motiva la
ruptura actual en las correlaciones es la esperanza de que la
Reserva Federal compre bonos de forma masiva, una posibilidad
sugerida últimamente por la autoridad
monetaria.
Los movimientos de Bolsa y bonos están
íntimamente relacionados con la evolución del dólar y, por supuesto,
con la dicotomía inflación-deflación. Al fin
y al cabo, lo que fija los precios de los bonos son las
expectativas de precios. Los fantasmas de
deflación han tumbado los tipos de la deuda porque, aunque
este escenario sea sólo una posibilidad, parece claro que
no hay inflación. Y las expectativas de tipos bajos han
ayudado a la caída del dólar.
Greenspan cambia de táctica y opta por la
guerra de
guerrillas
Greenspan ha rebajado los tipos de interés del
6,5% al 1,25%. Ha sido el movimiento más agresivo de la
historia de la
Reserva Federal. Pero el armamento convencional de la autoridad
monetaria no ha surtido efecto, de modo que Greenspan ha optado
por la guerra de guerrillas. Es consciente de que adelantar una
nueva rebaja de tipos y ponerla en práctica no
surtiría efecto, y de que, con un déficit
presupuestario de 400.000 millones, el margen de maniobra es
escaso. Ante la incertidumbre posbélica prefiere ocultar
las pocas armas que le
quedan en un esfuerzo por aumentar su eficacia.
Tiene tres opciones. Bajar tipos, recomprar deuda o
garantizar un máximo de tipos de interés para los
próximos años que mantenga bajo el coste del
endeudamiento. Greenspan no ha optado por ninguna de las
vías y sí por las tres a la vez. Con el comentario
que acompañó a la última reunión de
la Fed dio motivos para el optimismo, pero consiguió
disipar cualquier expectativa de futuras subidas de tipos al
apelar a la deflación. También ha sugerido, a
través siempre de segundos espadas, la posibilidad de
recomprar deuda, y no pocos rumores de Wall Street señalan
que ya lo está haciendo. De forma paralela, el Tesoro no
emite bonos a 30 años a pesar del déficit fiscal.
Ha surtido efecto, y los tipos de interés
están bajos tanto en los plazos cortos como en los largos.
Ello reduce los costes de financiación de empresas y
particulares sin que la Fed haya tenido que bajar los tipos
oficiales a menos del 1% y sin gastarse dinero en recompras de
deuda. El mercado hace la labor por Greenspan y, si hace falta
porque la deflación es una posibilidad cercana,
usará una de las tres armas de la forma más
inesperada posible, para multiplicar el poder de su
última bala.
Unos lo ven como una sabia manera de administrar los
escasos recursos de que
dispone. Otros creen que, simplemente, pedalea para no
caerse.
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