- Nuestra visita… y un
poco de historia - Gobierno
- Su
importancia de estudio para nosotros - Génesis,
distribución y vestimenta - Las
relaciones sociales e interpersonales - Correr y
comer… - En
resumen - Bibliografía
Conocimos a Carlos Verteramo y a Alfredo Martínez
durante nuestro internado rotatorio en Washington DC. Ambos eran
médicos mexicanos y ambos llegarían a convertirse
en íntimos amigos nuestros. Amigos, cuya amistad ha
perdurado por mucho tiempo.
Nos conocimos en Washington, nos veríamos en
México, en
Tampico, Tamahulipas, en VeraCruz y nos juntaríamos en
Saint Louis. Teníamos que mantenernos al tanto, porque en
aquél entonces comenzábamos una misión que
nos trasladaría físicamente a apreciar la manera
cómo existen algunas tribus, cuyos miembros desconocen esa
palabra nefasta de nuestra invención: La
gordura.
Habiendo oído, por
nuestros amigos, acerca de los tarahumaras. Queríamos ser
parte de la vida de esos indios cuyas tendencias los
hacían correr carreras interminables siguiendo bolas
rústicas, de su elaboración propia, por toda la
Sierra Madre.
Nos preguntábamos — si tanto corren —
¿existirían los gordos entre los
tarahumaras?
Necesitábamos la respuesta a esta pregunta de
importancia crucial, porque el sobrepeso ha sido nuestra
área de interés
científico/cultural.
Para los fines de nuestro proyecto, nos
asociábamos entonces con otro ciudadano de México.
Nicolás Cámara Peón ("Nico"), quien,
además de sus conocimientos, ofreciera su hogar, tesoro
histórico norteamericano, para que en éste nuestra
boda se celebrase — hace casi cincuenta años.
Nico era mayor que nosotros. Oriundo de Yucatán.
Se hizo médico en Johns Hopkins y allá mismo se
entrenó como psiquiatra. Fue, dentro de su especialidad
que también nos sirvió de inspiración para
seguir su modelo y para
conocer, por su medio, muchos de los nombres de mayor prestigio
en este campo, entonces, residentes en
Washington/Baltimore.
Nico no sólo fungiría como iluminación y mentor sino que nos
alentaría a seguir la ruta que los tarahumaras
trazaron.
Finalmente, el día llegaría cuando los
arreglos se completaron para hacer nuestra visita al dominio de los
tarahumaras, procediendo por tierra, desde
nuestra base en Saint Louis.
Nuestra
visita… y un poco de historia
En el punto mismo donde la Sierra Madre Occidental se
torna más agreste y accidentada viven los tarahumaras o
tarahumares, que se llaman a sí mismo
rarámuri (los de los pies
ligeros).
Hace unos 300 años este grupo aborigen
se disgregaría de un grupo nómada que viajaba por
la costa occidental de México rumbo al sur. Conforme el
grupo avanzaba, se iba dispersando. A los que llegaron al sur de
la sierra se les conoció como huicholes y coras, y los que
se establecieron en Sonora y Sinaloa formaron más tarde
los grupos yaqui y
mayo. Se cree que otro grupo viajó hacia arriba, por
profundas barrancas, atravesó la Sierra Madre Occidental y
habitó las planicies cercanas a la actual ciudad de
Chihuahua. Con la llegada de los españoles, los
tarahumaras se refugiaron en las montañas y barrancas de
la sierra, buscando proteger sus hábitos y sus
costumbres.
Todavía allí residen, se trata de un
pueblo muy resistente a las adversidades, que vive en
pequeños núcleos tribales.
Su resistencia
física se
debe a sus habilidades insuperables.
Los visitamos y mucho aprendimos de su vida — como
tanto hemos aprendido de tantas tribus cuyas costumbres, en
búsqueda de conocer, asimismo hemos
compartido.
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