Tratar de delimitar un campo de trabajo dentro de la
problemática de la Violencia
Familiar, no es tarea fácil. Como toda
delimitación, tiene algo de arbitrario y brinda
posibilidades y limitaciones. En general Predomina un criterio
Jurídico y Asistencialista, como el de Víctima de
Delito. Este modo
de pensamiento,
como brillantemente expone en su trabajo el Dr. Ezzat Fattah ()
marca
claramente el problema del voluntarismo de la Psicología
Conciencialista y militante. Esta militancia ha tenido
importancia desde el feminismo o el
diferencialismo, fundamentalmente en promover la relevancia,
frecuencia y gravedad del problema. Ha facilitado también
la empatía hacia el mismo. Pero no ha hecho aportes
sustanciales a la comprensión de las diversas modalidades
de formaciones de Conflicto,
desde una perspectiva del trabajo de Lo Inconsciente. Las
aproximaciones a la Violencia
familiar, dice Fattah se caracterizan por un enfoque centrado en
el Trabajo
Social.
El problema que esto plantea es el dejar de lado la
Investigación desde perspectivas en las que
se pueda cuestionar el pensamiento
militante. Este orden dogmático a nivel del conocimiento
limita la posibilidad de Investigación. Se expresión
más frecuente y agresiva es la exigencia en la inmediatez
pragmática de los resultados de la investigación,
como si esto fuera posible en un ámbito tan poco
conocido.
Cuando me refiero a Investigación incluyo la
posibilidad de elaboraciones teóricas, posibilidades de
elaboración de hipótesis, aún inventar
hipótesis.
Recordemos que las mediciones de las estadísticas, son en la realidad la
medición del constructo teórico elaborado por un
investigador acerca de lo que se quiere "medir". Esto no implica
una crítica a las estadísticas en sí, en tanto aportan
información, según el modo en que
sean interpretadas.
Las ideas teóricas, aún las intuiciones
pueden constituirse en hilos organizadores de tácticas y
estrategias
terapéuticas y, fundamentalmente, de prevención. De
cualquier manera esto no resuelve el problema de la
heterogeneidad de situaciones que se plantean y que ponen en
tensión el Dispositivo Institucional elaborado para
prestar un servicio, que
se organiza además, en torno a la
demanda
asistencial. El trabajo
inter o multidisciplinario se encuentra favorecido cuando se
parte de los problemas, de
las Prácticas y desde ese lugar se interroga a las
Teorías. El problema de mayor dificultad
consiste aquí en las particularidades y exigencias del
Discurso
Jurídico, su concepto de
"prueba", de hechos, es decir su modo de considerar la verdad.
Esto es particularmente notable en las posiciones del positivismo
extremo. Como discurso de un
orden dogmático la creencia, la credibilidad no se
sustenta en la coherencia – consistencia lógica
de un discurso, sino que se basa particularmente en los hechos,
en las pruebas, en lo
observable. Esto se manifiesta en la manera de evaluar las
lesiones en las mujeres que reciben golpizas, que luego de
numerosas denuncias sigue considerándoselas como
víctimas con daños leves. Aquí consideramos
importante poder insin
poder incluir
la noción de riesgo –
repetición. Como característica fundamental del proceso. Por
otra parte en lo relacionado con el abuso de niños es
particularmente difícil, si no hay lesión
anatómica, poder proteger al niño del abusador. Es
cierto que pueden existir falsas acusaciones de abuso, pero un
indicador importante para confirmar un diagnóstico es la existencia misma de
violencia, de
la cual el abuso es una forma más de expresión,
abuso hacia los mayores o los pequeños. Otra de las
características del discurso de un orden
dogmática es el tema de la temporalidad. Los tiempos
procesales no se corresponden a los tiempos que implican la
posibilidad de evaluar las características de un problema
y llevar a cabo el tratamiento. Esto es a veces inocentemente
medido como número de entrevistas o
tiempo
transcurrido. Otro problema grave consiste en la evaluación
de los resultados, que no necesariamente se "muestran" puesto que
pueden corresponder a cambios en las posiciones subjetivas, que
no se acompañan de "hechos" en el sentido común del
término. En este sentido resulta imprescindible considerar
que ninguna profesión da una formación adecuada
para impartir justicia, al
menos en el ámbito de Minoridad y/o Familia.
La heterogeneidad de problemas que abarca este campo,
implica una posibilidad descriptiva de trabajo y
reflexión, en la que se utilizan habitualmente niveles de
diagnóstico que atienden a situaciones de
crisis –
urgencia, lo que hace al Diagnóstico de Violencia
Familiar un concepto
operativo tendiente a tomar medidas de contención,
protección, en donde la información se articula con frecuencia con
ambas.
La importancia en la elaboración de estos
conceptos se revela en la observación de los Dispositivos
Institucionales que se m0ontan para llevar a cabo este
trabajo
A estos fines ha sido suficiente recurrir a nociones
dinámicas – descriptivas, bastante singulares de algunas
versiones psicoanalíticas de la madre patria,
especialmente las que han mostrado interés
por los problemas socioculturales, como las que se pueden
considerar con Erik H. Erikson (1). Consideramos
así lo que podríamos llamar sus polaridades
conflictivas en el desarrollo,
poniendo el énfasis en: Autonomía versus
Vergüenza y Duda, Iniciativa versus Culpa, Industria
(productividad–
trabajo) versus Inferioridad, Identidad
versus Confusión de Rol, Intimidad versus Aislamiento,
Generatividad versus Estancamiento e Integridad del Yo versus
Desesperación. En este sentido la Clínica,
entendida en un sentido amplio, nos enseña la actualidad,
en las situaciones de Violencia Familiar, de considerar los
problemas de pérdida de autonomía, sentimientos
profundos de vergüenza en tanto los "golpes" tocan por
contacto todos los aspectos más íntimos de la
persona
agredida, se siente profundamente expuesta; las dudas,
sustentadas fundamentalmente en la ambivalencia; el sentimiento
de culpa, las autoacusaciones que se espejan en él "algo
habrá o habré hecho" para que me golpeen. Las
personas pierden la iniciativa, pierden sus trabajos, como parte
de la estrategia de
aislamiento del agresor, con lo cual se refuerza notablemente su
sentimiento de inferioridad, la difícil pregunta sobre su
papel, puesto
en cuestión en la familia. En
la violencia si bien se puede pensar en un estancamiento, en un
desequilibrio altamente estable, la Clínica nos muestra que lo
frecuente es el incremento en las situaciones de violencia.
Resulta adecuado pensar con un criterio preventivo, es decir, que
estamos frente a algo que se detiene o se incrementa.
Esta comprensión de la dramática
implicó una posibilidad de anclaje operacional y
continúa siendo de utilidad. Pero
encontramos dos problemas, por una parte es aplicable a cualquier
problemática psicológica y no abre preguntas acerca
de la singularización en
lo que hace a la violencia familiar, se transforma
así en la práctica en una Técnica de
intervención útil, aún sofisticada, con
fines de contención e informativos. Por otra parte, y creo
que es este el problema más grave, no incluye el tema del
"otro" y por lo tanto es un modo más de sostener el
paradigma
construido sobre la base del prejuicio de la creencia en las
series: hombre:
demonio / violento / perpetrador; mujer: sin culpa/
pasiva /víctima. Paradigmás prejuiciosos,
maniqueos, que no se corresponden a la realidad, en tanto se
intenta particularizar las diversidades que presenta cada caso en
particular.
Si bien es cierto que vivimos en una sociedad
fundamentalmente machista, aunque patriarcalmente en franca
declinación hace ya muchos años, estos prejuicios
no nos permiten interrogarnos más allá de la
dramática, sobre dos temás centrales: el de la
Sexuación (diferencias de sexos) y el de la
Filiación (diferencia de generaciones), conceptos pilares
para poder llegar a construir teoría
desde la problemática de la Violencia Familiar como un
aporte Psicoanalítico posible y esperable. Los
interrogantes surgen frente a las dificultades y fracasos en los
tratamientos, en las tendencias a repetir las mismás
situaciones de violencia con nuevas parejas; por lo tanto es un
interés
sustentado en la posibilidad de implementar herramientas
de transformación más útiles que las
actualmente usadas.
Pero en la crisis y
urgencia presiona la prisa, cuestión que no debe quedar
sin ser interrogada, puesto que se contrapone, podemos afirmar
que de manera violenta, a la posibilidad de reflexión. La
prisa es un importante indicador de la presencia del Imaginario,
en tanto pone en acción las identificaciones secundarias
alienantes, la búsqueda de la buena forma o pregnancia
guestáltica en donde la comprensión se pretende
sólo fundada en la empatía. Si esto es así
nada nuevo podrá surgir, ningún descubrimiento
singular podrá efectuarse y se tomará partido
inevitablemente, pero no se podrá eludir el conflicto
entre la seducción (hechizo, encantamiento) y la
agresividad que caracterizan las relaciones violentas con su
potenciamiento destructivo. Desde esta perspectiva sólo
queda como respuesta posible entrar en el juego de
seducción-agresión ayudando a inclinar la balanza
en una dirección, con los riesgos que esto
conlleva.
Existe, además, una vieja consideración
Institucional, acerca de que las mismás suelen conformarse
acorde al problema que intentan resolver. El "acorde " puede ser
incorporar la violencia al trabajo y en este sentido hay que
prever el contagio que pueden implicar algunas modalidades
identificatorias que merecen analizarse, particularmente en los
modelos
asistencialistas, en los que se privilegia únicamente la
prisa. Si bien los réditos políticos inmediatos
aparentemente justifican este enfoque, resulta ser de alto
riesgo para la
Institución porque producen efectos de Neurosis
Traumática entre sus miembros. En la línea de las
identificaciones, recordemos por otra parte, que tanto en el
ámbito de la familia
violenta como de la "familia"
institucional las identificaciones tienden a llevarse a cabo con
las figuras más fuertes, hasta culminar con la
identificación con el agresor (concepto de Ferenczi). Esto
se conoce comúnmente como "quemarse", es decir aparecen
manifestaciones típicas de Neurosis
Traumáticas, mencionadas anteriormente, en los terapeutas.
Las secuelas son el rechazo, el abandono y el olvido.
Las intervenciones en relación con la modalidad
diagnóstica prevalente, que corresponden a la
dramática, tienen un corto alcance. Aunque no trabajamos
con seguimientos,
resultan notables las consultas que se suceden a
través de los años, por la persistencia
(Repetición) de las relaciones violentas o su
reaparición y desarrollo en
nuevas relaciones (diversas modalidades de violencia entre los
adultos y de maltrato y/o abuso sexual
en los niños).
A pesar de la prisa y de los innumerables trabajos que
aportan información (papers), que resultan de utilidad, es
conveniente recordar que la información es solo un aspecto
del proceso
cognitivo, pero es necesario tener en cuenta que es aún
más importante lo que se juega en su procesamiento y/o
posibilidades de conceptualización. Corresponden a una
modalidad de Discurso tranquilizadora, puesto que lo que no
sabemos terminará haciéndose transparente, es
decir, llegaremos a saber todo. Esta reducción
terapéutica a tarea de aprendizaje se
transforma en algo monótono y repetitivo. No da lugar, no
deja el espacio para la sorpresa y el descubrimiento en cada caso
singular. Nos posicionamos como Amos / Maestros, que tenemos
poder y sabemos, lo cual no es necesariamente rechazable en
sí, con la salvedad de que podamos interrogarnos sobre el
lugar que estamos ocupando.
Pensamos que solamente una adecuada articulación
Teórico, Metodológica y Técnica
permitirán intervenciones con posibilidades de
transformación de estas situaciones violentas, en donde
"el otro-Otro" es también Sujeto de su propio
recorrido.
Tenemos suficientes elementos para trabajar con la vieja
"sugestión" que renace siempre con un nuevo rostro. Que
algo de inevitable tiene aún con la Transferencia, con
nuevos nombres llama permanentemente al engaño. A la
sugestión la podemos procesar desde las transferencias y
el trabajo
inverso no da resultados. Se trataría de una
cuestión de sometimiento – poder, jugándose en la
relación terapéutica.
Es desde estos diversos problemas, interrogantes y
puesta en cuestión de nosotros mismos que nos planteamos
el retorno a ciertos textos, que seguimos considerando
fundamentales como aporte a la comprensión de los
problemas que nos ocupan, para rescatar del "olvido" ciertos
Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis, acerca de los cuales,
recordamos, principalmente: Inconsciente, Transferencia,
Pulsión y Repetición. Son considerados los Cuatro
Conceptos Fundamentales (2).
La cuestión de la Sexuación y
Filiación se articulan con modos de pensar lo que llamamos
Familia que hace al devenir de lo másculino, lo femenino,
el padre, la madre, los hijos, etc. En este caso desde una
perspectiva de procesos
Inconscientes. La sexuación en lo que hace a la diferencia
de los sexos y la filiación a la diferencia entre las
generaciones.
En un trabajo de 1919 (3) Freud formula
acerca de la familia perspectivas a las que considera en una
doble vertiente. Intentaremos, en este breve trabajo, poner el
énfasis en una de ellas: acerca de "Lo Ominoso", "Lo
Siniestro". Hasta ese momento, en el pensamiento freudiano,
predominaron ciertos aspectos de La Familia con relación a
los deseos edípicos, elaborados fundamentalmente en la
línea del Complejo Paterno, es decir en la constitución de la subjetividad
másculina. A grandes líneas esto constituye un
trabajoso descubrimiento en la construcción del concepto de Padre, que
toca el tema del Padre de la Horda (padre hordálico) que
prohibe a los hijos pero sin estar sometido él mismo a la
ley (él
es la Ley), hasta el
Padre Edípico, que parte de la problemática de la
prohibición del incesto pero que transmite una ley a la
que él mismo está subordinado. Hablar de Edipo es,
desde el Psicoanálisis, referirse a las
múltiples formás de organización que llamó Familia,
considerada como diversos modos de expresiones de Conflicto entre
Sistemás o Instancias a partir de la cual se funda y
transmite la secuencia Pulsión, Deseo, Fantasma,
Narcisismo, Elección de Objeto. Si dejamos, para otra
oportunidad el rico campo de "los modos previos de la
elección de objeto", caracterizados por el devoramiento y
apoderamiento del otro, la posibilidad de Amor implica
acceso a lo simbólico mediado por las Identificaciones al
Ideal, lo que se adquiere como posibilidad de ser
humanos-hablantes, productores de vida y de creaciones
éticas y estéticas.
Lo que encontramos como antecedentes, citados con
frecuencia, respecto de conductas violentas (golpes y otros modos
graves de manifestaciones de la violencia en la familia),
refieren en última instancia, siempre a situaciones de
abandono o graves dificultades en la constitución de la Subjetividad,
dificultades en la constitución narcisística del Yo
y de Identificaciones que otorguen una filiación,
pertenencia y sean marcas de
diferencias de las generaciones así como de la diferencia
de los sexos. La heterogeneidad descriptiva que encontramos como
referencias constantes parecen indicar vivencia de privaciones
que se vivieron con mucho dolor u horror y no pudieron tener
registro
psíquico "inscripciones", en escenas, huellas, etc. Esta
observación que nos proponemos hacer nos
permite, entre otras cosas, no adscribir el problema de la
violencia en la familia a una determinada estructura
psicopatológica. Pudiendo presentarse en organizaciones de
tipo neurótico, perverso o psicótico.
Puede ser conveniente, en este punto, poner el
énfasis en los que llamamos "Actos Psicopáticos",
como un paso a la acción, compartidas, hasta casi en un
50% por la violencia diádica en las parejas
(4), según trabajos de Meta – Análisis de Investigaciones
Psicológicas llevadas a cabo en E.E.U.U. de 1941 a 1994.
En nuestro medio, por razones culturales, es probable que esta
cifra sea menor. Esto si solamente tomamos golpes en sentido de
violencia simétrica. La Clínica muestra que no es
menor, si tomamos conductas agresivas en un sentido amplio de
parte de los dos miembros de la pareja.
Lo que importa, en este caso, acerca del paso a la
acción es que se trata de una expresión motora que
sustituye a las palabras. Frente a esta situación nos
planteamos el interrogante acerca de la posibilidad de trabajo
interpretativo. ¿Cómo podría ser
interpretado en relación con una acción
simbólica?. Este tipo de conductas es conocido en la
bibliografía Inglesa como "acting" y se relaciona
estrechamente con la transferencia, en el sentido freudiano del
"agieren", poner en acto "mostrar", "actuar", en lugar de
verbalizar algo. Es un hacer en lugar de un decir. Reproduce un
cliché o guión inconsciente. Pero acerca de este
hacer, que tiene algo de teatral, puede ser posible llegar a
hablar, hacer producir asociaciones que conduzcan a una
interpretación. Este paso a la acción deberá
ser diferenciado del Pasaje al Acto que indicaría una
falla en la simbolización. En este sentido la
Acción en lugar del Lenguaje, es
lo que le da a la descarga un carácter explosivo, la
impulsividad que resulta de la ausencia de elaboración
mental de la pulsión. Esto abriría una línea
de pensamientos e interrogantes acerca del aporte lacaniano en
relación con la satisfacción pulsional, el problema
del goce, más allá del principio de Placer. El
Pasaje al Acto implica una posición subjetiva que no opera
como transferencia, la avidez afectiva (urgencia) no constituye
una verdadera demanda, no
hay una identificación con el otro que padece. El
término pasaje al acto, en psiquiatría indica la
violencia o la brusquedad de diversas conductas que crean
cortocircuitos en la vida mental y precipitan al sujeto en una
acción: agresión, suicidio,
delito, etc.
Es de un empleo
peyorativo, sin especificidad Psicoanalítica. Lacan
(5) ha tratado de delimitarla mejor
identificándola con una salida de escena en la que, como
una defenestración o un salto al vacío, el sujeto
queda reducido a un objeto excluido o rechazado. Esto no excluye
entonces que haya puesta en acto del deseo del Otro. Pero
aquí el acto no sería "algo que quiere decir", y
correspondería a una ruptura del marco del fantasma y a
una expulsión del sujeto.
El pensar estos problemas, tomando en cuenta diversas
modalidades de organización posible de la Subjetividad y
de las ligazones Inter – Subjetivas, nos permite obviar las
clasificaciones rígidas, particularmente las que
guían hacia el camino sin salida de las clásicas
"Psicopatías". En esta dirección intentamos aportar con nuestro
trabajo y trataremos de concluir algo al respecto por un
recorrido que implica rescatar, como habíamos mencionado
anteriormente, textos fundantes de campos teóricos. Esto
es lo que llamamos método
específico de investigación: "trabajo de textos",
que incluye, entre otras cosas la consideración de los
con-textos y las implicaciones transferenciales en
relación con los mismos.
En el sentido en que estamos trabajando implica romper
una comprensión circular de Trauma: causa ⇒ efecto.
Toda situación vivencial humana, con posibilidades o
potencialidad traumática va a implicar, por lo menos dos
tiempos: 1) El momento del acontecimiento y 2) El momento de la
significación, que es siempre "a posteriori". Es decir, el
tiempo no
tiene un transcurrir lineal, secuencial o genético, sino
que impone las propias lógicas de Trabajo del
Inconsciente.
Además de lo temporal en relación con el
Trauma, es necesario incluir lo Pulsional y la cuestión
del Deseo, particularmente en el sentido de deseo de muerte del
Otro. Esto lleva al deseo a límites difíciles de
pensar, aunque una manera posible de representarlo serían
las numerosas maneras de exclusión social sin
alternativas, en donde se denomina desde el otro como "marginal",
"de la calle", "vago", hasta formas más atenuadas de
discriminación y/o exclusión social.
Considerar la cuestión desde el Otro – otro, es
condición necesaria para incluir las ligazones afectivas o
las disparidades inter-subjetivas en los problemas de violencia,
agresión. Me refiero a una conceptualización social
del problema. El otro hace referencia especialmente a lo
especular e Imaginario en donde se juega esencialmente la
relación con el "semejante". El Otro introduce la
dimensión Simbólica del lenguaje, del
lugar del código, que sostiene al anterior y funda a su
vez el paso del "semejante" al "prójimo" como otro
radicalmente diferente.
Pienso que los "golpes", al menos las golpizas "reales",
son formás de lograr algún modo de
inscripción de la pulsión, en este caso en un
registro muy
particular: el "real" del cuerpo del otro. Se trataría de
un registro diferente, en este caso en el "otro", como "marcas" o
"escritura"
visible, continuando con la idea de lo que se muestra, se pone en
acto, de aquello que resulta del retorno con relación a
una falla de ligaduras o investimiento de representaciones. Es lo
que retorna compulsivamente, que "no cesa de no escribirse". En
el ámbito de la Compulsión de Repetición,
más allá del Principio de Placer. Recordemos que el
principio de Placer tiene una función homeostática,
ligada a la repetición simbólica. Cuando no hay
inscripción, representación o huella se nos plantea
esto siniestro que lleva la marca de lo
"automático", de siempre lo mismo, de lo inevitable.
Incluso podemos decir que hay situaciones en donde se "provoca"
su desencadenamiento, porque la expectativa angustiada se hace
intolerable. Por otra parte en estos períodos de
intervalos puede primar la "indiferencia" como sentimiento
primario hostil de rechazo, que puede ser aún más
intolerable que los golpes. Podemos pensar que hay personas que
prefieren los golpes a la indiferencia. El decir popular: "porque
te quiero te aporreo" tiene algo de verdadero, aunque no
explicita nada sobre estos modos "previos" del amor de
características muy narcisísticas y ambivalentes.
Modos de "apropiación" y "consumo" del
otro.
Lo Siniestro, que es también lo familiar, es
entonces la marca de aquello que debería haber permanecido
en secreto, pero que se devela abruptamente, que no puede ser
cubierto por un velo. Algo no velado. No representacional, no
fantasmatizado. Esto se muestra brutalmente y para atenuar lo
siniestro se deberá volver luego al secreto. En este
sentido resulta clara la insuficiencia conductual-cognitiva de
explicar el problema del secreto por el miedo. Si se nos permite
una analogía diríamos que si hay dictaduras hay
miedo, pero además "consenso" en el cual se
sostienen.
El interrogante acerca de estas modalidades pulsionales
o deseantes, de lo simbólico o de lo automático de
la repetición se orienta en el sentido de diferenciar
conductas que puedan ser interpretables o no puedan serlo. Si se
trata de acciones
sintomales (actos sintomáticos), simbólicas, se
trata de algo de lo inconsciente que puede ponerse en palabras, a
partir del trabajo del recuerdo, de hacer consciente lo
inconsciente, aunque esto pueda presentar muchos
obstáculos. Si se trata de pasajes al acto, del
automatismo, será necesario recurrir a construcciones, a
llevar a cabo un entretejido de palabras y de intervenciones,
muchas veces de inclusión de terceros (policía,
justicia,
personajes con influencia en el ámbito familiar o laboral, etc.)
que puedan posibilitar algún anclaje representacional a la
conducta
violenta.
La Clínica tiende a confirmar estas suposiciones,
en tanto ya desde la Psiquiatría clásica se
señala al "golpeador psicópata", como alguien que
no puede poner en palabras o sentimientos la situación que
se relaciona con el momento de los golpes, relatando solamente
sensaciones corporales muy diversas. Las palabras se dan a
posteriori como justificativo o intento de explicación de
lo ocurrido. Al mismo tiempo considero que puede ser
significativo, para diferenciar la conducta de
golpes como síntoma o pasaje al acto, la
consideración posterior del daño al "otro" en el
discurso justificativo o de inútil culpabilización
posterior. Cuando puede pensarse en el daño ocasionado hay
un pasaje del Otro al otro, la culpa implicaría solamente
un juego
Imaginario, necesario en pequeña medida, "lo suficiente
como para no ser un canalla" (J. Lacan).
El Trabajo cotidiano con Víctimas de delitos nos
plantea innumerables problemas, que se encuentran estrechamente
relacionados con la perspectiva "Asistencialista" frente al
problema, que se constituye en un obstáculo excluyente a
la "Investigación" necesaria que permita articulaciones
Teóricas, Metodológicas y Técnicas en la
elaboración de estrategias y
tácticas asistenciales y preventivas.
Autor:
Ruben E. Musicante
Profesor Titular Psicoanálisis B. Facultad de Psicología. Univ.
Nac. de Córdoba.
Jefe de Departamente, Centro de Asistencia a la Víctima
del Delito.