1. Analice y compare el concepto de
legitimidad en Max Weber con
los de historia y
contrahistoria en Foucault.
La legitimidad de una dominación debe
considerarse sólo como una probabilidad, la
de ser tratada prácticamente como tal y mantenida en una
proporción importante.
La adhesión puede fingirse por individuos y
grupos enteros
por razones de oportunidad, practicarse efectivamente por causas
de intereses materiales
propios, oportunidad, o aceptarse como algo irremediable en
virtud de debilidades individuales y desvaleamiento decisivos
para una dominación.
Existen tres tipos puros de dominación
legítima: el carácter racional, el carácter
tradicional y el carácter carismático.
La dominación en virtud de legalidad es tal como
la ejercen el moderno "servidor del
Estado" y
todos aquellos otros elementos investidos de poder que en
este aspecto se le asemejan.
En el carácter tradicional la autoridad del
pasado, de la costumbre consagrada por una validez inmemorial y
por la actitud
habitual de su observancia, tal como lo han ejercido el patriarca
y el príncipe patrimonial de todos los tipos.
Por último, la autoridad del
don de gracia personal
extraordinario (carisma) el heroísmo y otras cualidades de
caudillaje del individuo: dominación carismática
tal como la ejercen el profeta o el príncipe guerrero
escogido, el gran demagogo y jefe político de un
partido.
Por otra parte Foucault define
los conceptos de historia y contrahistoria.
El discurso
histórico, en tanto práctica consistente en contar
la historia ha permanecido por mucho tiempo
emparentado con los rituales del poder, es
decir, parece que el discurso de lo
histórico puede ser entendido como una especie de
ceremonia, hablada o escrita que debe producir en la realidad una
justificación y un reforzamiento del poder existente. La
historia siempre está escrita por los vencedores. El
discurso histórico tiene una doble función: por un
lado se propone ligar jurídicamente a los hombres a la
continuidad del poder a través de la continuidad de la
ley, que se
muestra
justamente dentro del poder y de su funcionamiento; por el otro,
se propone fascinarlos mediante la intensificación de la
gloria de los ejemplos de poder y de sus gestas. La historia es
un operador, un intensificador del poder.
La contrahistoria no es sólo la lucha de razas,
sino que es también y quizás sobre todo infringir
la continuidad de la gloria y dejar ver que la fascinación
del poder no es algo que pretifica, cristaliza, inmoviliza el
cuerpo social en su integridad y lo mantiene por tanto en el
orden. Pone de relieve que se
trata de una luz que en
realidad divide y que –si bien ilumina un lado- deja empero
en la sombra o rechaza hacia la noche, a otra parte del cuerpo
social.
La contrahistoria que nace con el relato de la lucha de
razas, hablará justamente de parte de la sombra.
Será el discurso de los que no poseen la gloria, o
habiéndola perdido se encuentran ahora en la oscuridad y
en el silencio.
El nuevo discurso opuesto al histórico
será una irrupción de la palabra, un llamado, un
desafío: "No tenemos detrás continuidad alguna y no
poseemos la grande y gloriosa genealogía con la cual la
ley y el poder
se muestran en su fuerza y en su
esplendor. Nosotros salimos de la sombra. No teníamos
derecho y no teníamos gloria y justamente por eso tomamos
la palabra y comenzamos a relatar nuestra historia".
Lo que el discurso de la lucha de razas hace emerger es
justamente esa ruptura que hará de la antiguedad otro
mundo. Afloran a la conciencia
acontecimientos que hasta ese momento no habían sido sino
inciertas y vagas peripecias incapaces de lesionar la gran
unidad, la gran legitimidad.
Por lo tanto, lo que ambos autores tratan de alcanzar a
través de su análisis es explicar de qué manera
el poder se logra legitimizar.
2. Explique la relación entre los conceptos de
diferenciación sistémica e incertidumbre. Conecte
con los temas de inclusión-exclusión, comunicación y corrupción. Apoye su exposición en
los textos de Luhmann, Corsi, De Giorgi y
Colabella.
Inclusión y exclusión son nociones que se
aplican tanto a países en la sociedad del
mundo como a los individuos en los diferentes subsistemas de la
sociedad. A la
posibilidad de configurar distintos subsistemas, se lo llama
diferenciación sistémica.
Para no quedar excluídos ante la nueva globalización, nuestros países
tienen que emprender reformas económicas y políticas:
apertura económica, desmantelamiento del Estado
empresario y limitación de sus poderes o facultades,
desregulación económica, etc. La inclusión
no significa homogeneidad. Por otro lado la exclusión no
significa expulsión de los componentes al ambiente de
los sistemas
sociales, sino inaccesibilidad de parte de los componentes a las
prestaciones
de algunos subsistemas. En la ausencia de referencias externas,
la sociedad moderna realiza la inclusión real de todos a
través de la exclusión de cada exterioridad, a
través de la exclusión de cada determinación
que no sea propia de su estructura.
Universal es esta sociedad porque universal es la forma de la
inclusión. Ninguno está fuera de la sociedad, nadie
es excluído. La universal inclusión genera
universal exclusión. No hay alternativa si no es en la
exclusión. Las llamadas subjetividades no son propiedades
naturales, ni mucho menos espirituales: estas son producidas en
la inclusión. Sólo la práctica de la
inclusión genera las diferencias. La diferencia entre
inclusión y exclusión no consiente intervenciones
dirigidas, no puede ser compensada ni regulada, se produce por
sí misma. Esta es la verdadera dificultad que se encuentra
cuando se afronta el problema de la exclusión. Ser
excluídos significa vivir en la incertidumbre indistinta,
no tener posibilidades de elección, afrontar cada
día el problema de la supervivencia.
En nuestros países la debilidad institucional y
la corrupción
generalizada han hecho del Estado y de las organizaciones
(por ejemplo los sindicales en Argentina) una
caricatura de las democracias consolidadas. Para educarse hay que
estar bien nutrido, con el cuidado de la salud garantizado y residir
en un habitat adecuado. La respuesta a las necesidades la tiene
la política:
que es lo primero que hay que reformar , lo cual a su vez nos
devuelve el nivel micro, son los ciudadanos los que tienen que
hacerse cargo en primer lugar de sus problemas y de
los problemas
colectivos, exigiendo individual y grupalmente la
efectivización de sus derechos, si queremos que la
noción de participación no se pierda en el
vacío de la utopía.
Las redes de la exclusión
obscurecen la visibilidad de las personas, interrrumpen la
comunicación, impiden toda forma de expectativa
positiva recíproca. Los excluídos son percibidos
como una masa indistinta, de frente a la cual se siente
principalmente temor: temor de la violencia,
temor físico no comunicativo. La humanidad de los
excluídos permanece visible en las investigaciones
de los antropólogos, en las fotos o
filmaciones de quien va a observarlos de cerca. Pero queda una
humanidad que se ofrece a la percepción, no a la
comunicación. Los excluídos permanecen
excluídos también después de que se sabe que
existen y también después de haber visto las caras
que tienen. Observar significa distinguir e indicar. El
observador mientras efectúa la observación es el tercero excluído.
Al observar no puede verse a sí mismo. El observador es el
no observable
3. Relacione la critica de Laclau a la noción
de sujeto ontológicamente determinado con los temas de
antagonismo y hegemonía. ¿Podría dar
algún ejemplo de actualidad leído desde esta
interpretación?.
Hegemonizar a un conjunto de sectores es
construír una relación estructuralmente nueva y
diferente de la relación de clases.
La identidad de
clase se constituye a partir de las relaciones de producción, es alli, en el interior de esta
estructura
primaria, donde surge para la ortodoxia el antagonismo entre
clase obrera y burguesía. El privilegio ontológico
acordado a la clase obrera por el marxismo ha
sido transferido de la base social a la dirección política del movimiento de
masas.
La lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del
proletariado, la cual no es más que la transición a
la abolición de todas las clases y a una sociedad sin
clases. El PO no sigue caracterizando a Rusia como un Estado
obrero degenerado en disolución, ha empezado a
caracterizarlo asi a partir de la perestroika y de la victoria de
Yeltsin.
La centralidad atribuída a la clase obrera no es
una centralidad práctica, es una centralidad
ontológica, sede a su vez de un privilegio
epistemológico: en su calidad de clase
universal el proletariado es el depositario de la ciencia. El
campo de la recomposición hegemónica es un campo de
profundización y expansión de la práctica
política socialista. Sin hegemonía, la
práctica socialista sólo puede concentrarse en las
reivindicaciones e intereses de la clase obrera, por el
contrario, en la medida en que el desajuste de etapas obliga a la
clase obrera a actuar en un terreno de masas, ella debe abandonar
su ghetto clasista y transformarse en el articulador de una
multiplicidad de antagonismos y reivindicaciones que la
desbordan.
Es un hecho reconocido que los obreros de todo el mundo
defienden la propiedad
estatal, incluso cuando ésta tiene un carácter
claramente capitalista. En Argentina los
telefónicos fueron a la huelga contra
la privatización de Entel estatal, al igual que los
ferroviarios, los aeronaúticos, etc. Lo mismo ha sucedido
en América
Latina y en Europa. El punto
es que los obreros de la URSS no consideraban a ésta como
propia, y por lo tanto no era un estado obrero. La defensa de
Entel por los telefónicos significa que los obreros
consideraban a la telefonía estatal como propia y a la
Argentina estatizada como un estado obrero.
El proceso
revolucionario sólo puede concebirse como
articulación política de elementos
disímiles: no hay revolución
sin una complejización social exterior de antagonismo
entre las clases, o en otros términos no hay revolución
sin hegemonía. Una situación de hegemonía
sería aquella en la que la gestión
de la positividad de lo social y la articulación de las
diversas demandas democráticas, han llegado a un
máximo de integración. Toda posición
hegemónica se funda en un equilibrio
inestable: se construye a partir de la negatividad, pero
sólo se consolida en la medida en que logra
constituír la positividad de lo social.
Para Gramsci una clase no toma el poder del Estado, sino
que deviene Estado. Aparentemente están reunidas aqui
todas las condiciones para lo que hemos llamado práctica
democrática de la hegemonía. La hegemonía de
la clase no es enteramente práctica y resultante de la
lucha, sino que tiene en su última instancia un fundamento
ontológico. La infraestructura no asigna a la clase obrera
su victoria, sino que ésta depende de su capacidad de
liderazgo
hegemónico, pero a una falla en la hegemonía obrera
sólo puede responder una reconstitución de la
hegemonía burguesa.
Desde el punto de vista socialista, la dirección de las luchas obreras no es
uniformemente progresiva, ella depende tanto como cualquier otra
lucha social, de sus formas de articulación en un contexto
hegemónico determinado. Por la misma razón una
variedad de otros puntos de ruptura y antagonismos
democráticos pueden ser articulados a una "voluntad
colectiva" socialista en un mismo pie de igualdad con
las demandas obreras. La era de los "sujetos privilegiados"
–en el sentido ontológico, no práctico- de la
lucha anticapitalista ha sido definitivamente superada. La
completa exterioridad existente entre dos sistemas de
organización social, generaba la
división del espacio social en dos campos que es la
condición de todo antagonismo. El antagonismo puede
también emerger en otras circunstancias, cuando por
ejemplo son derechos adquiridos los que
están puestos en cuestión, o cuando relaciones
sociales que no habían sido construídos bajo la
forma de la subordinación comienzan a serlo bajo el efecto
de ciertas transformaciones sociales.
La forma del antagonismo en cuanto tal es
idéntica en todos los casos. Es decir, se trata siempre de
la construcción de una identidad
social, sobre la base de la equivalencia entre un conjunto de
valores que
expulsan y exteriorizan aquellos otros a los que se
oponen.
Todas las revueltas obreras en la URSS y en toda
Europa
oriental – desde el levantamiento de Berlín en 1953 a las
actuales huelgas mineras de Siberia – tuvieron, sin
excepción, un contenido social anticapitalista. Los
obreros se opusieron sistemáticamente a la
aplicación de las normas de
producción y de confiscaciones propias del
capitalismo
que pretendía imponerles la burocracia. El
mayor ejemplo fue la huelga general
polaca de 1980 contra los intentos de Gierek de aplicar los
planes dictados por el FMI. La
revolución polaca fue detonada por los agentes del
FMI.
Algo similar parecería estar sucediendo en
Argentina, si tomamos en cuenta que la última huelga
general impulsada por el líder
sindicalista Moyano fue precisamente para protestar en contra de
los ajustes económicos que el gobierno
argentino realizó por recomendación casi obligada
del FMI.
4. Precise las nociones de microfísica del
poder y plebe que desarrolla Foucault y contraponga con otras
nociones modernas de poder y subjetividad.
Foucault intentó mostrar que las ideas
básicas que la gente considera verdades permanentes sobre
la naturaleza
humana y la sociedad cambian a lo largo de la historia.
Aportó nuevos conceptos que desafiaron las convicciones de
la gente sobre la cárcel, la policía, la seguridad, el
cuidado de los enfermos mentales, los derechos de los
homosexuales y el bienestar.
Las principales influencias en el pensamiento de
Foucault fueron los filósofos alemanes Friedrich Nietzsche y
Martín Heidegger. Foucault exploró los modelos
cambiantes de poder dentro de la sociedad y cómo el poder
se relaciona con la persona.
Investigó las reglas cambiantes que gobiernan las
afirmaciones que pueden ser tomadas de forma seria como
verdaderas o falsas en distintos momentos de la historia. En
todos los libros del
último período Foucault intenta mostrar que la
sociedad occidental ha desarrollado un nuevo tipo de poder, al
que llamó bi-poder, es decir, un nuevo sistema de
control que los
conceptos tradicionales de autoridad son incapaces de entender y
criticar. En vez de ser represivo, este nuevo poder realza la
vida. Foucault anima a la gente a resistir ante el Estado del
bienestar desarrollando una ética
individual en la que cada uno lleve su vida de tal forma que los
demás puedan respetarla y admirarla.
La cuestión del ejercicio del poder se piensa hoy
corrientemente en términos de amor (al
maestro) o del deseo (de las masas por el fascismo). El
poder es entonces representado como prohibición, la ley
como forma y el sexo como
materia de la
prohibición.
En todo lugar donde hay poder hay resistencia, es
preciso también reconocer que las formas de resistencia
pueden ser extremadamente variadas.
Si en el curso de los siglos ha habido múltiples
formas de resistencia de las mujeres a la dominación
masculina, es sólo bajo ciertas condiciones y formas
específicas que ha podido nacer un movimiento
feminista que reivindica la igualdad. Un
tipo de acción cuyo objetivo es la
transformación de una relación social que construye
a un sujeto en relación de
subordinación.
No es conveniente concebir "la plebe" como el fondo
permanente de la historia, objetivo final
de todos los sometimientos, núcleo jamás apagado
totalmente de todas las sublevaciones. No existe sin duda la
realidad sociológica de la plebe. La plebe no existe sin
duda, pero hay de la plebe en los cuerpos y en las almas , en los
individuos, en el proletariado y en la burguesía, pero con
unas formas, unas energías, una extensión
distintas.
Haciendo del poder la instancia del no, se está
avocado a una doble "subjetivación": el poder, del lado en
el que se ejerce, es concebido como una especie de gran Sujeto
absoluto que articula la prohibición: soberanía del padre, del monarca, de la
voluntad general. Del lado en el que el poder se sufre, se tiende
igualmente a subjetivarlo determinando el punto en el que se hace
la aceptación de la prohibición, el punto en el que
se dice "si" o "no" al poder. Un soberano cuyo papel es el de
prohibir y por otra un sujeto que debe de algun modo decir
sí a esta prohibición. El análisis contemporáneo del poder en
términos de libido está siempre articulado con esta
vieja concepción jurídica.
El derecho no es ni la verdad, ni la
justificación del poder. Es un instrumento a la vez
parcial y complejo. La forma de la ley y los efectos de la
prohibición que ella conlleva deben ser situados entre
otros muchos mecanismos no jurídicos. Asi el sistema penal no
debe ser analizado pura y simplemente como un aparato de
prohibición y de represión de una clase sobre otra,
ni tampoco como una justificación que encubre las
violencias sin ley de la clase dominante, permite una gestión
política y económica a través de la
diferencia entre legalidad e ilegalismo.
Resumen:
El trabajo consistía en cuatro preguntas de
relación, acerca de legitimidad, sujeto
ontológicamente determinado, los términos de
inclusión y exclusión, historia y contrahistoria,
diferenciación sistémica, comunicación, etc.
Trata de varios temas y toma a muchos autores, principalmente:
Laclau, Foucault, Max Weber,
Marx,
etc.
Autor:
Puppio, Natalia
Facultad de Psicología, materia de
Problemas Sociológicos.
Natalia.Puppio[arroba]sits.com.ar