11. La Segunda Guerra
Mundial(1939-1941)
La primera etapa de la guerra tuvo
como principales protagonistas a las grandes potencias europeas,
y se desarrolló fundamentalmente en territorio
europeo.
Los grandes beligrantes fueron: por un lado, Gran
Bretaña y Francia; por
el otro, Alemania y,
desde 1940, Italia.
La situación de la URSS fue especial. Neutral en la
guerra entre los grandes estados, emprendió acciones
diplomáticas o militares contra sus vecinos (Finlandia,
Estonia, Letonia, Lituania, Rumania) e intervino en la
ocupación de territorios polacos.
En este lapso perdieron su independencia
varios países: Polonia, repartida entre Alemania y la
URSS. Dinamarca, Noruega, Holanda, Bélgica, Grecia, los
primeros bajo ocupación alemana y el último bajo
ocupación italiana. Estonia, Letonia y Lituania, anexados
sin guerra por la URSS. Yugoslavia fue desintegrada en beneficios
de Alemania, Italia, Hungría y Bulgaria, dando origen
además a pequeños estados satelitales, Serbia y
Croacia. Otros países sufrieron la pérdida de parte
de sus territorios: Finlandia, cedió a la URSS el istmo de
Carelia; Rumania cedió a Hungría parte de
Transilvania, a Bulgaria la Dobrudja y la URSS la Besarabia;
Francia, después de la derrota, sufrió la
ocupación alemana en gran territorio nacional.
Hubo pocos neutrales: Suecia, Suiza, Portugal y España:
este último con una neutralidad benévola para con
los países del Eje.
Alemania aparece durante este periodo como la gran
vencedora, y Gran Bretaña permanece firmemente a la
defensiva.
El nuevo orden alemán
El nuevo orden europeo, mencionado oficialmente en el pacto
tripartito (Alemania, Italia, Japón) de septiembre de
1940, tuvo como base:
- El dominio
personal de
todo régimen por Adolfo Hitler - El dominio de Alemania por el partido nazi, las organizaciones
militarizadas SS y la policía secreta, Gestapo - El dominio de Alemania ("raza germánica superior"
"pueblo de amos") sobre un amplio espacio que llegaba desde los
Pirineos hasta el Cáucaso, y desde Escandinavia hasta el
Mediterráneo.
No existió una concepción perfectamente
elaborada acerca de cómo debía ser organizado;
simplemente algunas ideas contradictorias y variables de
Hitler y sus
teóricos, y resoluciones rápidas según las
circunstancias.
La política nazi con los
pueblos sometidos se basaba en la discriminación racial: los pueblos
germánicos serían asimilados a Alemania; los
pueblos considerados parientas (holandeses, flamencos,
escandinavos) serían objeto de tratamiento menos severo;
los pueblos estimados inferiores, particularmente los eslavos,
serían objeto de los mayores rigores y destinados a la
esclavitud o
al exterminio. Se proyectaban grandes desplazamientos de pueblos,
especialmente en territorios destinados a la colonización
alemana (Polonia, Estados bálticos, Crimea).
Para activar la represión se solía declarar
el "estado de
emergencia civil": tribunales presididos por oficiales de la SS
hacían procedimientos
sumarísimos, culminados las más de las veces con la
pena de muerte
sin que el acusado tuviese asistencia letrada.
Cuando la resistencia se
hizo mayor, fue introducido el principio de responsabilidad colectiva por sabotaje. Sobre esa
base se apresaban rehenes y se les ejecutaba como represalia.
Esta práctica llevaba a la ejecución del total de
la población local.
Luego, las deportaciones en masa y los campos de
concentración se hicieron sistemáticos. La lucha
contra la oposición se sumó así a la que
desde tiempo
atrás se realizaba contra los judíos,
haciéndolos las principales víctimas de la
discriminación racial. Los campos de concentración
(hubo más de mil) fueron dotados de elementos para el
rápido exterminio de todos aquellos que no resultaban
aptos para el trabajo;
son célebres las cámaras de gas del campo de
Auschwitz, Buchenwald, Dachau y Belsen, cuyos sobrevivientes
espantaron por su aspecto físico de desnutrición y decadencia moral a los
soldados que los liberaron al finalizar la guerra. Se calcula que
por esos campos pasaron más de siete millones de personas,
de las cuales dos tercios murieron allí. A esto se debe
agregar la muerte de
los prisioneros de guerra por falta de instalaciones adecuadas.
Particularmente durante la invasión de la URSS, de cinco
millones de prisioneros, se cuentan dos millones de muertos y un
millón de desaparecidos, más la mitad de tres
millones de civiles deportados a Alemania.
12. El Fascismo y su
dominio psicológico de las Masas
Introducción
Más allá de las razones políticas,
económicas y culturales que propiciaron el surgimiento del
fascismo -y del nazismo
especialmente-, se deben observar otras razones que no
necesariamente entran en la lógica
de un análisis racional de este fenómeno.
O en palabras del autor nacionalsocialista Wilhelm Stapel: "Dado
el carácter elemental del nacionalsocialismo, resulta
imposible atacarlo con ‘argumentos’. Los argumentos
sólo tendrían efecto si el movimiento se
hubiera impuesto con
ayuda de argumentos".
Si tomamos el caso de Alemania, la gigantesca
acumulación de poder que
ostentaba Adolf Hitler no estaba basada sólo en
coordenadas políticas dentro del III Reich: la
razón principal de este éxito fue el empleo de la
violencia
psíquica. La propaganda del
régimen nacionalsocialista se basaba sobre esta
Führerideologie (ideología del jefe). Renunciando a
toda argumentación objetiva, los llamamientos de Hitler al
pueblo alemán consistían en presentar a las masas
solamente "la gran meta final". El tipo de mando autoritario y
carismático (retomando el concepto de
Max Weber),
otra de las características distintivas del fascismo,
tiene una estrecha relación con esta situación de
presión propagandística basada en el miedo.
El propio símbolo gráfico del fascismo era el de
la violencia: el fascino, del latín fasces, haz de varas
que según la leyenda histórica tiene origen en el
primer cónsul de Roma, Brutus (VI
a.c.), quien hizo apalear públicamente a sus hijos y
acabarlos a hachazos por haber conspirado contra el Estado.
Este instrumento de castigo, inspirador de temor, se
convirtió en símbolo del poder en Roma: el haz de
varas ligadas con una cuerda alrededor de un hacha. Los lictores,
junto al cónsul, portaban este emblema para ejecutar en el
acto las sentencias de éste: flagelar, ahorcar o
decapitar.
Este símbolo, devenido en símbolo del fascismo,
tenía, en comparación con la cruz gamada de Hitler,
la desventaja de ser muy complicado y por ello no poder ser
dibujado en cualquier parte y por cualquiera, como sucedía
con la svástica, las tres flechas socialistas o la
cruz.
13. La psicología de masas
del fascismo
El estudio de la eficacia
psicológica de Hitler sobre las masas debía partir
de la idea de que un führer representante de una idea, no
podía tener éxito (no un éxito
histórico sino esencialmente pasajero) más que si
sus conceptos personales, su ideología o su programa se
encontraban en armonía con la estructura
media de una amplia capa de individuos integrados en la masa. Un
führer no puede hacer la historia más que si
las estructuras de
su personalidad
coinciden con las estructuras de amplias capas de la
población, vistas desde la perspectiva de la
psicología de masas. Dice Domenach: "es innegable que un
cierto número de mitos
hitlerianos correspondían o bien a una constante del alma
germánica, o bien a una situación creada por la
derrota, el desempleo y una
crisis
financiera sin precedentes".
Como todo movimiento reaccionario, el de Hitler se apoyaba en
varias capas de la pequeña burguesía. Se
caracterizaba a este segmento social mediante la metáfora
de un ciclista: "por arriba curva su espalda, por abajo
patalea"("Nach oben buckelt er, nach unten tritt er",
según lo citaba P. Reiwald). Con esto se quiere explicar
un componente psicoétnico del pueblo alemán: la
sumisión hacia quienes están encima y la brutalidad
para con los de abajo. Había también un componente
místico en las clases medias alemanas, que Hitler
aprovechó para proclamar que Alemania era la encargada de
cambiar el mundo. Esto, sumado a la proliferación de
corrientes intelectuales reaccionarias (Gobineau, Wagner,
Chamberlain, quienes ponían el acento sobre todo en la
cuestión racial, y otros que apelaban al espíritu
guerrero del pueblo alemán, magnificando las gestas
teutonas) a fines del siglo diecinueve, creó el caldo de
cultivo para la proliferación de este tipo de
fenómenos.
Hay algo evidente: cuanto más numerosa e influyente en
una nación es la clase media, más probable es que
haga su entrada en la escena política como fuerza social.
Por otra parte, las contradicciones intrínsecas del
fascismo no hacen más que reafirmar su base de masas de
clase media. Que los intereses subjetivos de estas masas hayan
sido aprovechados por Hitler al incluir en su plataforma la lucha
contra el gran capital, y que
el fascismo, en su función objetiva, se haya convertido en
defensor fanático del imperialismo y
pilar del orden económico del gran capital, son hechos que
llevan a la convergencia en el nacionalsocialismo.
Para comprender la ideología, la situación del
pequeño campesino, del funcionario y del comerciante medio
hay que tener en cuenta sus matices económicos, pero
fundamentalmente su identidad
familiar común. Si nos focalizamos en las clases medias
urbanas, vemos que la rápida evolución de la economía capitalista
en el siglo XIX lleva a la pauperización de los
pequeños comerciantes y artesanos. Ante las grandes
industrias, que
producen más barato y más racionalmente, las
pequeñas empresas
están destinadas a desaparecer. Esta situación los
llevaría tarde o temprano a confundirse con la gris masa
del proletariado.
La pequeña burguesía se rebeló, al fin,
contra el sistema,
encarnado en el "régimen marxista" de la socialdemocracia.
Pero dado el carácter competitivo de los estratos medios,
fundamentalmente de los funcionarios del estado, no se observa
una identificación de la pequeña burguesía
con sus pares o con los obreros industriales, un sentimiento de
solidaridad, lo
que Marx
acuñó como "conciencia de
clase".
La conciencia social del funcionario no está
determinada por el sentimiento de una comunidad de
destino con sus colegas, sino por la actitud cara a
la autoridad
establecida y a la "nación". Para el funcionario esta
actitud consiste en una identificación absoluta con el
poder estatal; súbditos con respecto a la autoridad, se
convierten en los representantes de esa misma autoridad en sus
relaciones con sus subordinados y, por este motivo, gozan de una
especial protección moral. Esta identificación con
la administración del Estado y la
nación, que puede resumirse en la fórmula: "Yo soy
el Estado", es una realidad psíquica que nos proporciona
uno de los mejores ejemplos de una ideología convertida en
poder material. Como resultante de su dependencia material, su
personalidad se transforma a imagen de la
clase dominante. En palabras de W, Leich: "Por tener los ojos
perpetuamente clavados en lo alto, el pequeño
burgués acaba por cavar una fosa entre su situación
económica y su ideología". Esta "mirada clavada en
lo alto" es lo que distingue esencialmente a la estructura
pequeño burguesa de la del obrero de la industria en
Alemania. En otros países, como EEUU, el "aburguesamiento"
de los trabajadores de la industria anula esta
distinción.
Para penetrar en el mundo obrero, el fascismo propone la
supresión de las clases, o sea la supresión del
proletariado, recurriendo al sentimiento de vergüenza que
sufre el trabajador manual (el
desprecio por este tipo de tareas es uno de los elementos
reaccionarios más importantes, al llevar a querer imitar
al empleado de oficina).
Sumémosle a esto que los trabajadores emigrados del campo
traen consigo una ideología de familia rural que
es el mejor caldo de cultivo para causas imperialistas y
nacionalistas. Otro elemento a tener muy en cuenta es la
importancia que revisten los pequeños hábitos
diarios, hecho sistemáticamente ignorado por el movimiento
revolucionario. Lejos de ser costumbres propias de este estrato
social, constituían la expresión visible de que se
acusaba recibo de la propaganda nacionalsocialista. La
represión de la mujer, el vaso
de cerveza bebido en
familia, el traje "elegante" de los domingos -todos ellos
símbolos del adocenamiento que se estaba produciendo-,
penetraban en cada rincón de la existencia cotidiana,
mientras que el trabajo de la fábrica y los panfletos
revolucionarios no actuaban más que durante unas
horas.
De este modo, cuando la crisis económica impactó
a esta capa social, su sensibilidad revolucionaria estaba
embotada producto de
decenios de estructuración conservadora. La
afirmación comunista de que la política de la
socialdemocracia le había abierto las puertas al fascismo
era exacta desde el punto de vista de la psicología de
masas. Afirma W. Leich que "a falta de organizaciones
revolucionarias, decepcionado por la socialdemocracia y
angustiado por la contradicción entre su empobrecimiento y
el pensamiento
conservador, el trabajador se arroja en los brazos del
fascismo".
La manipulación de las masas llevada a cabo por el
fascismo parece inconscientemente inspirada en la doctrina de
Pavlov y sus reflejos condicionados, leyes que rigen
las actividades nerviosas superiores del hombre. La
propaganda, considerada por Goebbels como un arma de guerra,
constituía el elemento fundamental con el que se
atraía nuevos adeptos a la causa del nacionalsocialismo.
La actividad propagandística tiene dos funciones
primordiales: inculcar un número elevado de ideas a un
grupo reducido
de personas y agitar a un gran número de personas mediante
un número reducido de ideas. Los que sucumben ante esta
estrategia son
pequeño-burgueses, presas fáciles del miedo que
resulta de una sugestión imperativa como la del
régimen hitleriano. El autor soviético Serge
Tchakhotine afirmaba que esta porción de la sociedad
poseía un sistema nervioso
inestable, y que a menudo se sentían contentas al verse
dominadas y guiadas.
Entre los factores visuales utilizados para atraer a las
masas, se observa el predominio del color rojo (al
que se le atribuye una acción fisiológica excitante
y es utilizado generalmente por partidos de izquierda o
pretendidamente "revolucionarios") y los uniformes militares de
colores vistosos.
Según palabras de Domenach: "la propaganda toma de la
poesía
la seducción del ritmo, el prestigio del verbo e incluso
la violencia de las imágenes".
Para actuar sobre los sentimientos de amor y
alegría, es decir sobre los sentimientos eróticos
sublimados, se debían utilizar los bailes públicos,
las tonadas populares, desfiles con la presencia de gimnastas o
flores.
En el aspecto social, Hitler copió las prácticas
de la Iglesia
Católica, en las que el incienso, la semioscuridad y las
velas encendidas crean un estado especial de receptividad
emotiva.
En los mitines, había que tener en cuenta la habilidad
de los oradores para alternar lapsos de tensión discursiva
con comentarios relajados, manteniendo así a la multitud
expectante. Las directivas para la "creación de
entusiasmo" en la multitud (arengar a la masa, entonar himnos
combativos, acompañar las consignas con movimientos del
cuerpo, por ejemplo el puño en alto, lo que
constituía la llamada "gimnasia
revolucionaria") son en buena parte acústicas; los
"tóxicos sonoros", como los llama De Felice. El ritmo y la
cadencia de los sonidos van acompañado de un bloqueo de la
conciencia, propiciando un estado de naturaleza
hipnótica. La música instrumental
es el más eficaz de estos tóxicos. En ella, los
instrumentos de percusión ocupan el lugar preponderante,
ya que son los encargados de llevar el ritmo. El timbre de
algunos instrumentos como la trompeta tiene la propiedad de
causar una exaltación general.
Un rasgo característico de la propaganda hitleriana era
crear alrededor del nombre del líder
una especie de leyenda de héroe nacional, para mantener a
las masas en un estado de esclavitud psíquica. Hitler
afirmó en su libro "Mein
Kampf" ("Mi lucha") que "la propaganda política es el
arte esencial
de guiar políticamente a las grandes masas". Y en el
congreso de Nuremberg de 1936 exclamó: "la propaganda nos
ha llevado hasta el poder, la propaganda nos ha permitido
conservar desde entonces el poder; también la propaganda
nos concederá la posibilidad de conquistar el mundo".
Si se trata de teorizar acerca del rol de la propaganda en el
III Reich, nadie mejor que los propios involucrados. Goebbels
decía al respecto que "la propaganda debe tender a
simplificar las ideas complicadas". Hitler precisa en su libro
(transcripto en su mayor parte por su adláter Rudolf Hess
en prisión luego del fallido Putsch de Munich en 1923):
"hay que reducir tanto más el nivel intelectual de la
propaganda cuanto mayor es la masa de hombres a los que se quiere
llegar".
La propaganda hitleriana se valía del sentimiento
nacional del pueblo alemán, de su tendencia chauvinista.
Otros aspectos de este fenómeno eran la persecución
antisemita (encarada con una brutalidad tal desde la propaganda
hasta convertirse en su talón de Aquiles en el exterior) y
la demagogia social desenfrenada en el orden interno. Uno de los
atributos característicos del fascismo, la
valoración positiva del uso de la violencia, se refleja en
las siguientes palabras de Hitler: "la primera de las condiciones
para el éxito consiste únicamente en la
aplicación perpetuamente uniforme de la violencia". La
"persuasión por la fuerza", campañas
propagandísticas cuya base era el miedo, era el
denominador común. Rara vez en los discursos del
führer dejaba de haber un llamamiento a la violencia, una
amenaza velada o una apología de la fuerza militar.
Domenach decía que "el hitlerismo corrompió la
concepción leninista de la propaganda e hizo de ella un
arma en sí, de la que servirse indiferentemente para todos
los objetivos. Las
consignas leninistas tenían una base nacional, aunque se
adhieran en definitiva a unos instintos y a unos mitos
fundamentales. Pero cuando Hitler lanzaba sus invocaciones sobre
la raza y la sangre a una
muchedumbre fanatizada, que le respondía con sus
‘Sieg Heil ’, sólo le preocupaba sobreexcitar
en lo más hondo de ella el deseo de poderío y el
odio. Esta propaganda no designa unos objetivos concretos: se
vierte en forma de gritos de guerra, de imprecaciones, de
amenazas y de vagas profecías, y si hay que hacer
promesas, éstas son tan insensatas que sólo pueden
llevar al ser humano a un nivel de exaltación en el que
éste contesta sin reflexionar".
Otra regla es la de no hablar nunca en condicional.
"Sólo la afirmación indicativa o imperativa nutre
la psicosis de
poderío y la psicosis de terror entre los enemigos. ("Mein
Kampf "). Por otro lado, Hitler le asignaba a la unidad de mando
el éxito de cualquier propaganda política, ya que,
según él, "el fuerte es más fuerte cuando se
queda solo". Constantemente en sus discursos se repetía
que los nazis eran los vencedores -o que vencerían-, para
"provocar la fuerza de sugestión que procede de la
confianza en uno mismo". Este precepto está estrechamente
ligado a otra característica de la propaganda hitleriana:
el empleo de la mentira.
Lo que Hitler comprendió a la perfección -sin
conocer la teoría
de los reflejos condicionados- en lo que refiere a las
condiciones del éxito de su propaganda, fue la regla de su
repetición. Dice al respecto: "todo el genio desplegado en
la
organización de una propaganda no lograría
éxito alguno si no se tuviera en cuenta, siempre con el
mismo rigor, un principio fundamental: debe limitarse a un
número reducido de objetos y repertirlos constantemente.
La perseverancia es la primera y más importante
condición del éxito". Por esta razón
machacaba sin cesar en las masas sus slogans o
"divisas-microbio", sus símbolos sonoros y escritos.
16. Goebbels y sus estrategias
propagandísticas
Joseph Goebbels -quien paradójicamente había
sido criado en una casa de tradición judía al igual
que su mujer, Magda- fue
quizás el único verdadero intelectual de los altos
mandos nazis. A cargo del Ministerio de Propaganda, se
convirtió en el principal aliado de Adolf Hitler en su
tarea de obnubilar a las masas mediante tácticas
maquiavélicas de manipulación de información y control absoluto
sobre prensa
gráfica, radio, cine, arte,
literatura e
incluso teatro.
La información acerca de los alemanes era obtenida
mayormente de la Sicherheist-Dienst (SD) de la policía
secreta. Además, Goebbels dependía de sus propias
Oficinas de Propaganda del Reich, de funcionarios alemanes y de
contactos con civiles o soldados. Los datos sobre
países aliados, neutrales o enemigos eran recopilados a
partir de espías, conversaciones telefónicas
interceptadas e interrogatorios de prisioneros.
En la línea del centralismo de
poder nazi, Goebbels concentraba en su figura la mayor cantidad
de funciones posibles dentro de su Ministerio. Esto llevó
a roces con titulares de otras carteras (el Ministerio de Asuntos
Extranjeros incluso el Ejército).
Un asunto muy importante en estos menesteres era el de la
credibilidad: sólo ésta debía determinar si
los materiales de
la propaganda habrían de ser ciertos o falsos. Para
Goebbels lo importante era lo expeditivo y no lo moral. Para
mantener la credibilidad, sin embargo, la verdad debía ser
utilizada con la mayor frecuencia posible. Por ende, las mentiras
eran útiles cuando no podían ser desmentidas.
No se tenía el menor escrúpulo respecto del uso
de la censura. "La política de las noticias
-aseveró Goebbels- es un arma de guerra; su
propósito es el de hacer la guerra y no el de dar
información". La política habitual consistía
en suprimir materiales considerados indeseables para el
público alemán para luego usarlos como propaganda
en el exterior si eran apropiados. Por ejemplo, las historias
referentes a un supuesto canibalismo de los rusos eran difundidas
en países extranjeros, pero no en Alemania para no
aterrorizar a los familiares de los soldados.
Un elemento manejado con maestría por parte de Goebbels
era la llamada "propaganda negra". Se denominaba así a
aquel material cuya fuente quedaba oculta para la audiencia. Se
presumía que el hecho de desperdigar rumores para que
actuaran por sí solos como propaganda tendría
más posibilidades de ser creído si las autoridades
alemanas no estaban relacionadas con él. También se
utilizaban medidas negras para combatir rumores indeseables
dentro del Reich, ya que una desmentida oficial, según
Goebbels, no haría más que reforzarlos.
Otra metodología significativa era etiquetar los
acontecimientos y las personas con frases y consignas distintas
pero fácilmente retenibles. La tarea de Goebbels
consistía en vincular los sucesos con los cliché
verbales que iban a adquirir un especial significado. Estas
denominaciones debían ser utilizadas una y otra vez, pero
sólo en las situaciones apropiadas. "Prohibo utilizar la
palabra Führer en la prensa -dijo Goebbels- cuando es
aplicada a Quinsling, pues no considero justo que se aplique el
término Führer a ninguna otra persona que no
sea el propio Führer".
Otro de los principios
propagandísticos de Goebbels cuya comprensión ayuda
a explicar el fenómeno de persecución y exterminio
de minorías (judíos, gitanos) era el que rezaba que
"la propaganda debe facilitar el desplazamiento de la
agresión, especificando los objetivos para el odio". En
general, la táctica era desplazar la agresividad alemana
hacia algún grupo marginal como los antes citados.
Por último, el propio Goebbels reconocía seis
situaciones en las que la propaganda era impotente o tenía
muy escaso margen de acción:
- Impulso básico sexual
- Impulso básico del hambre
- Intentos de aumentar la producción industrial
- Alteración de impulsos religiosos
- Ataques aéreos enemigos
- Situación militar desfavorable
Fue ante estos acontecimientos -principalmente los dos
últimos-, generalizados a lo largo del territorio
alemán a partir de 1943, que el régimen nazi
comenzó a desmoronarse hasta la capitulación a
principios de 1945. Posteriormente, como es sabido, se suicidaron
Adolf Hitler, Heinrich Himmler (a cargo de la
consolidación de las Schutzsaffel, conocidas como SS, la
GESTAPO y la red de campos de
concentración) y Joseph Goebbels, quien junto con su
esposa envenenó a sus hijos para posteriormente quitarse
su propia vida..
Notas finales
A grosso modo, la propaganda hitleriana esta caracterizada
principalmente por tres elementos:
- Renuncia a las consideraciones morales.
- Apelación a la emotividad de las masas.
- Empleo de reglas racionales para la formación de
reflejos condicionados conformistas en las masas.
Es imprescindible el análisis a fondo de la propaganda
fascista y su impacto en las masas para así comprender
cómo las masas fueron engañadas, desorientadas y
sumidas a influencias psicológicas.
En Alemania, tanto Hitler y Goebbels, las dos personalidades
más notorias del movimiento nazi, como sus
adláteres (entre los que se destacan Hermann Göering,
quien sólo estaba detrás del Führer en la
cadena de mando; Hjalmar Schacht, quien manejaba el Reichsbank y
la cartera de Economía; Baldur von Schirach, líder
del movimiento juvenil nazi; Ernst Roehm, quien formó las
Sturmabteilung o SA y fue asesinado durante la llamada "Noche de
los Cuchillos Largos" en 1934) son los referentes ineludibles de
este fenómeno. Mussolini, por su parte, sólo
contaba con un Ciano a su disposición para estos fines,
pero fue el inspirador de muchas de las técnicas adoptadas
por Hitler durante su estadía en el poder.
Quizás una de las dinámicas inherentes a las
técnicas propagandísticas, el bluff en todo momento
y lugar, haya sido uno de los factores que contribuyó al
derrumbe de esta parafernalia -y luego del propio régimen-
al volverse contraproducente en momentos de reveses
bélicos e incertidumbre en la población civil.
La era de la república
Alemania sucumbió al fascismo mucho después que
Italia, debido a que las fuerzas del nacionalismo y
el militarismo habían pasado por un período de
temporario descrédito a raíz de la derrota sufrida
por la nación alemana en la primera Guerra
Mundial. De 1918 a 1933,Alemania fue una república. La
revolución
que derrocó al Káiser llevó al poder a una
coalición de socialistas, centralistas y demócratas
liberales. En 1919, los dirigentes de los tres partidos
redactaron la constitución de Weimar. Estipulaba el
sufragio universal, el régimen de gobierno
ministerial y una Carta de derechos que garantizaba no
sólo las libertades de derechos tradicionales, sino el
derecho del ciudadano a disponer una ocupación, a recibir
una educación y a estar protegido contra los
riesgos de la
sociedad industrial.
Los reaccionarios y otros extremistas conspiraban
infatigablemente contra ella. El caos económico que
había sido el amargo saldo de la paz impuesta por los
aliados, hubieran minado la confianza popular en cualquier
régimen. A todo esto, el pueblo alemán tenía
muy poca experiencia en materia del
gobierno democrático. La república de Weimar era el
fruto de una revolución impuesta por la fuerza a la
nación alemana en la hora de la derrota.
Causas determinantes del triunfo del nazismo en Alemania: la
derrota en la guerra
Los factores que llevaron al triunfo final del nazismo
alemán fueron variados. El primero fue el sentimiento de
humillación nacida de la derrota. El pueblo alemán
no podía creer que sus invencibles ejércitos
hubieran sido vencidos realmente en el campo de batalla. No
tardó en crecer y alimentarse la leyenda de que la
nación germana había sido arteramente
"apuñalada por la espalda" por los socialistas y
judíos del gobierno.
La inflación de 1923
El segundo factor entre cuantos condujeron al nacimiento y
desarrollo del
movimiento nacionalsocialista, fue la rápida
inflación de 1923; producto en buena parte de la
invasión y ocupación del valle de Ruhr por un
ejército francés. Los franceses sostuvieron que los
alemanes estaban deliberadamente eludiendo satisfacer el pago de
las reparaciones de guerra y que la única manera de
obligarlos a cumplir con lo pactado era introducir fuerzas
militares en su territorio. Alentados por el propio gobierno, los
trabajadores se declararon en huelga. El
gobierno alemán trató de apoyarlos emitiendo
enormes cantidades de papel moneda.
El marco alemán había sido ya desvalorizado a
raíz de los pagos por reparaciones de guerra y la continua
fuga de las reservas de oro, pero a partir de ese momento el
proceso de
desvalorización de la moneda se precipitó en un
verdadero tobogán. La carrera de desvalorización
adquirió una velocidad
fantástica, hasta que llegó al fondo del pozo en
noviembre de ese año.
Debido a que los agricultores no podían seguir
aceptando el marco en pago de sus productos, al
gobierno no le quedó otro remedio que emitir un nuevo
circulante respaldado con riqueza tangible. Los efectos de esta
formidable inflación y el consiguiente repudio del pueblo
alemán, fueron desastrosos para ciertas clases. Los
miembros de la pequeña burguesía, que
obtenían sus ingresos de
salarios o rentas
fijas, se vieron de la noche a la mañana reducidos a la
miseria.
Por otra parte, miles de astutos especuladores medraban a
costa de la situación y se hacían ricos
rápidamente; en unos casos especulando sobre las
fluctuaciones del marco y en otros casos comprando por centavos
grandes negocios y
saldando el remanente de la deuda con circulante desvalorizado.
Algunos eran judíos, pero abundaban también los
alemanes de pura raza aria que no vacilaron en hacerse una
fortuna por ese medio. Lo cierto es que, la avidez de los
especuladores ejerció un desastroso efecto entre los
despojados miembros de la pequeña burguesía,
acentuando su descontento.
Del militarismo y el terror al bolcheviquismo
Entre otros factores que contribuyeron al nacimiento del
nacionalsocialismo cabe el hecho de que Alemania había
sido siempre un Estado militar, imbuido de las más
profundas tradiciones de orden y disciplina.
Las virtudes de subordinación, disciplina y obediencia,
características de la vida militar, eran las virtudes
cardinales de la moral
nacional, caras por ello mismo al alma del pueblo. En
consecuencia, muchos patriotas comenzaron a demostrar su
preocupación por la irresponsabilidad y el relajamiento
que parecían caracterizar al régimen republicano de
gobierno.
Otras de las causas concurrentes era el temor general al
comunismo. Los
marxistas alemanes dieron en llamarse a sí mismos
espartaquistas. Luego habrían de adoptar el nombre
tradicional de comunistas. En las elecciones presidenciales de
1932, el Partido Comunista Alemán consiguió
más de la séptima parte del total de votos
escrutados. Tal como sucediera en su momento en Italia, muchos
capitalistas y propietarios comenzaron a dar señales de
alarma ante el auge de lo que consideraban un inminente peligro
de revolución bolchevique y, secretamente, empezaron a
apoyar a los nazis.
Los efectos de la depresión
El factor más importante que precipitó el
triunfo final del nazismo, fue la gran depresión.
Ello resulta del hecho de que el Partido Nacionalsocialista
jamás había podido obtener más de 32 bancas
en el Reichstag antes de las elecciones de 1930. Después
de 1929 consiguió el apoyo de los campesinos, los
estudiantes universitarios, de millones de desocupados y de los
agricultores; con la esperanza de ver aliviada su
situación al borde del colapso.
Todas las profesiones estaban saturadas de graduados con un
título abajo del brazo y ninguna perspectiva visible de
progreso. Jóvenes que jamás habían
conseguido un empleo y que no podían por lo tanto aspirar
ni siquiera a las compensaciones gubernamentales por desempleo,
fueron fácil presa de las activas promesas de los
agitadores nazis. Los más viejos cayeron a su vez,
víctimas del juego. La
mayoría de la población no se había
entregado al nazismo, pero la desesperación general rea
tan grande que habría de llevarlos fatalmente a hacharse
en brazos del primero que prometiera liberarlos de la
confusión y el miedo. Para la mayoría de ellos, la
pérdida de libertad
política e intelectual era un sacrificio mínimo
comparado con los beneficios representados por la prometida
seguridad
económica.
La revolución nazi comenzó de una manera al
parecer inofensiva. En el verano de 1932, el régimen
parlamentario se había desmoronado. Ningún
canciller podía conservar el apoyo de la mayoría en
el Reichstag, pues los nazis se negaban sistemáticamente a
apoyar a cualquier ministerio que no estuviera encabezado por
Hitler, y los comunistas, por su parte, eran opuestos a colaborar
con los grupos
socialistas. En enero de 1933, un grupo de reaccionarios
compuestos por industriales, banqueros y junkers presionaron al
presidente von Hindenburg para que designara canciller a
Hitler.
Estaba dispuesto que sólo habría tres nazis en
el gabinete. Pero los auspiciadores del plan no supieron
advertir el tremendo renacimiento de
los sentimientos nacionalistas que respaldaban el movimiento
nazi. Hitler no perdió el tiempo y aprovechó al
máximo ésta oportunidad. Procedió a
intimidar a sus opositores con todas las armas que
poseía, suprimiendo las organizaciones gremiales y tomando
enérgicas medidas contra comunistas y socialistas.
Persuadió a von Hindenburg para que disolviera el
Reichstag y convocara a nuevas elecciones el 5 de marzo.
Los nazis obtuvieron menos de los votos populares necesarios
para asegurarse la mayoría, con un porcentaje de apenas
288 bancas sobre el total de 647. Pero, sumando los 52
representantes elegidos por sus aliados, Hitler obtuvo los votos
necesarios para que se le acordaran poderes prácticamente
ilimitados.
Consolidación del régimen nazi
En el término de pocos mese, otros cambios más
drásticos y radicales habrían de sobrevenir.
Alemania altamente centralizado a partir de la destrucción
del principio republicano federal. Todos los partidos
políticos, con excepción del
nacionalsocialista, fueron declarados fuera de la ley. El control
totalitario se extendió a la prensa, la educación,
la actividad cinematográfica y teatral, la radio y muchas
ramas del comercio y la
industria. Comenzaron a tomarse drásticas medidas contra
los judíos, que fueron eliminados de los puestos
públicos, privados de su ciudadanía y proscritos de
toda actividad teatral y editorial, excluyéndoselos al
mismo tiempo de las universidades.
Los radicales del partido se fueron envalentonando, hasta
exigir que se prestara más atención a los aspectos
"socialistas" del programa nazi. Una facción interna,
acaudillada por Ernest Roehm comenzó a criticar la
política del gobierno, tildándola de excesivamente
conservadora, hecho que movió a Hitler a acusarlo de
conspirar para derrocarlo. El resultado fue que Roehm y por lo
menos un centenar de sus partidarios fueron asesinados por
Hitler, Goering y la policía secreta. Con el correr de los
años, todo el régimen pareció desplazarse
hacia una orientación cada vez menos radical.
Los elementos de debilidad
El imperio nazi, a pesar de su aparente fortaleza,
sería derrotado; ante todo por la formidable
coalición que pudo ser organizada en su contra, pero
también porque detrás de las apariencias
impresionantes escondía importantes elementos de
debilidad. En primer lugar, los propios de todo imperio que,
llegado un grado de crecimiento, ve aumentar proporcionalmente
las dificultades de organización y de represión de las
oposiciones que suscita. Agréguese la incapacidad de
ganarse la buena voluntad de los aliados y las rivalidades
internas entre la SS, la Gestapo, el ejército y los
principales dirigentes que rodeaban a Hitler y pugnaban por
desplazarse los unos a los otros. Súmese igualmente al
carácter di Hitler, personalista, reacio a los
asesoramientos y proclive a conducir la política o las
operaciones
militares dejándose llevar por factores irracionales; su
concepción de la guerra relámpago impidió
una preparación industrial para grandes plazos y una
movilización mejor de sus grandes recursos
potenciales. Y el panorama se completa con la resistencia cada
vez mayor de las poblaciones sometidas y la organización
de movimientos de rebeldía que se transformarían en
una verdadera guerra de guerrillas.
El fascismo alemán comparado con el fascismo italiano.
El racismo.
En cuanto a su filosofía, puede decirse que el fascismo
alemán tenía una manifiesta afinidad con su
congénere italiano. Ambos movimientos eran esencialmente
colectivistas, autoritarios, nacionalistas, militaristas y
románticos por definición (en el sentido de su
antiintelectualismo). Pero mediaban, no obstante, algunas
diferencias manifiestas. El fascismo italiano nunca tuvo una base
racial. Si bien es cierto que después de la
formación del eje Roma–Berlín, Mussolini
promulgó algunos decretos antisemitas, la mayoría
de ellos parecen no haber sido cumplidos al pie de la letra. Por
el contrario, el nacionalismo hizo del factor racial el pilar
central de su teoría, argumentando que la raza aria
tenía en los nórdicos sus más perfectos
exponentes, era la única en todo el género humano
que había hecho contribuciones realmente significativas al
progreso de la humanidad. Sostenían además, que las
grandes obras y las cualidades intelectuales de un pueblo eran
fatalmente determinadas por la sangre. Deducían de ello
que ninguna ciencia,
literatura i música judía podrían
representar jamás a la verdadera nación alemana.
Pero la verdadera razón por la que los nazis persiguieron
a los judíos parece radicar en el hecho de necesitar
imperiosamente una víctima propiciatoria sobre cuyas
espaldas descargar la responsabilidad de los graves problemas que
afligían a la nación.
Otra de las diferencias entre el fascismo alemán e
italiano, reside en el hecho de no haber sido plenamente
desarrollado en Alemania el Estado en su forma corporativa. Por
supuesto, una y otra forma de fascismo implicaban por igual la
abolición del derecho de huelga y el absoluto sometimiento
de las actividades económicas al control político,
pero en Alemania no existía ninguna forma de
representación directa de los intereses económicos
en las altas esferas del gobierno. Los miembros del Reichstag
siguieron siendo elegidos por el sistema de distritos
geográficos y el Estado conservó su carácter
exclusivamente político. Finalmente, puede decirse que el
nacionalsocialismo era mucho más vehemente y
fanático que el fascismo italiano.
El gobierno del Tercer Reich
A pesar de los profundos cambios teóricos del nuevo
régimen, se permitió que perduraran muchas de las
formas tradicionales del antiguo régimen.
Técnicamente, la nación seguía siendo una
república. Hitler añadió inmediatamente a la
autoridad que ya poseía como canciller, la de presidente,
y con el consentimiento de la nación, manifestado a
través de un plebiscito, adoptó el título de
Fuehrer und Reichskanzler (líder y canciller del Reich).
El parlamento alemán fue también conservado, aunque
pasó a ser un cuerpo unicameral reducido exclusivamente al
Reichstag.
Complejidad de los fundamentos de la importancia
histórica del fascismo
La importancia histórica del fascismo en cualquiera de
sus dos manifestaciones, italiana o alemana, sigue siendo un tema
de controversia que divide a los estudiosos de la historia
moderna. Algunos argumentan que sólo se trató de un
movimiento de entronización de la fuerza por parte de los
grandes capitalistas empeñados en rescatar el derrumbe a
su agonizante sistema. Pero ni el fascismo de Mussolini ni el
nacionalsocialismo alemán mostraron en sus comienzos
ninguna inclinación por proteger los interese de los
monopolios. El propósito que los animaba era
diametralmente opuesto; aunque no debemos olvidar que la toma del
poder en ambos casos dependía en alguna medida del apoyo
de los terratenientes y capitanes de la industria. Otra de las
interpretaciones de fascismo pretende explicarlo como una
reacción de los deudores contra sus acreedores.
Otros historiadores del movimiento lo interpretan como una
rebelión contra el comunismo. Lo más probable es
que el fascismo haya sido una combinación de todos esos
factores y de otros que no figuran en la lista. Se podría
decir que era un producto del orgullo nacional y de una demanda de
fuerza y eficacia para solucionar los problemas de una sociedad
caótica, indescriptiblemente complicada por la segunda
revolución
industrial y por la desilusión y el colapso
económico que sucedieron al estallido de la primera
Guerra
Mundial.
19. Consecuencias de la Segunda
Guerra Mundial
Las víctimas
El número de muertos (según las cifras
más aceptadas) llegó a 50 millones. A esta pavorosa
cifra hay que sumar las perturbaciones de los prisioneros, las
secuelas de los campos de concentración, la
desorganización familiar, el hambre y le esfuerzo de
adaptación de los soldados vueltos a ala vida civil.
La destrucción
Desaparecieron ciudades, vías férreas,
carreteras, puentes y plantas
industriales, así como se afectaron los campos más
fértiles.
Los vencidos:
Alemania debió aceptar la rendición
incondicional y los aliados dividieron su territorio en cuatro
zonas de ocupación (norteamericana, inglesa, francesa y
soviética). La ciudad de Berlín, situada en la zona
rusa, también fue dividida en cuatro zonas de
ocupación. El tratado de paz firmado entre los E.E.U.U. y
algunos de sus aliados con el Japón, no fue suscrito por
la U.R.S.S.
Alemania sufrió el desmantelamiento de su aparato
industrial.
Los cambios territoriales
Austria y Checoslovaquia recuperaron su autonomía. La
frontera polaca siguió la línea del Order-Neisse;
en consecuencia, Alemania perdió la Prusia Oriental y los
territorios ubicados al este de dicha línea. Los aliados
de Alemania (Bulgaria, Hungría, Rumania y Finlandia)
firmaron tratados de paz
con los aliados, imponiéndose las condiciones dictadas por
los soviéticos que ocupaban esos países.
Italia perdió su imperio colonial; Trieste fue
entregada a una comisión internacional, en tanto que l
Venecia Julia pasó a manos de Yugoslavia. Japón
perdió sus conquistas. China
recuperó Formosa, y la U.R.S.S., Salajín. Los
E.E.U.U., por su parte, ocuparon posiciones estratégicas
en el Pacífico, y Corea quedó ocupada por fuerzas
norteamericanas y soviéticas.
Los cambios políticos
Europa perdió el poder global que conservaba de la
guerra. Nació una "bipolaridad" del poder encarnado por
dos superpotencias: E.E.U.U. y U.R.S.S. Algunas monarquías
cedieron paso a regímenes republicanos: tales los casos de
Italia, Yugoslavia, Albania, Rumania y Bulgaria. El "mundo
comunista" extendió su influencia sobre Europa Oriental y
los Balcanes. Se planteó un nuevo conflicto
ideológico: por un lado los cumistas y, por otro, las
democracias occidentales. Nació la "era nuclear" y,
paulatinamente, fue imponiéndose un nuevo "equilibrio del
terror".
La Naciones Unidas:
un instrumento creado para servir la paz internacional
Las divergencias y los diferentes puntos de vista entre las
naciones no impidieron buscar una fórmula de compromiso
que analizara las relaciones entre los países.
Cuando culminaba la guerra (ya próximas a ser
derrotadas las potencias del Eje), los aliados determinaron
integrar un organismo internacional para afianzar la paz y la
colaboración entre las naciones.
Esta nueva organización venía a reemplazar a la
malograda Sociedad de las Naciones, surgida luego de la Primera
Guerra Mundial. Las bases de esta entidad internacional se
elaboraron en la Conferencia
realizada en Dumbrton Oaks (E.E.U.U.) entre agosto y octubre de
1944 con la presencia de delegados de los E.E.U.U., la U.R.S.S.,
Francia, Gran Bretaña y China.
La carta de la Organización de las Naciones Unidas
(O.N.U.) fue redactada en San Francisco, por los representantes
de 50 naciones, entre abril y junio de 1945. La
constitución oficial se produjo al firmarse la Carta, el 24
de octubre del mismo año.
Estas naciones comenzaron un gigantesco esfuerzo, primero
defensivo, luego ofensivo, que no terminaría hasta el
día de la victoria.
El tono de la vida política de 1942-1945 se hizo
distinto:
- Hubo tregua entre los grandes partidos y se formaron
gobiernos de unidad nacional en los que la responsabilidad era
compartida por mayorías y minorías. - Los partidos comunistas de Occidente cambiaron de actitud,
no sólo con respecto a la guerra –a la que hasta
1941 habían considerado imperialista- sino con respecto
a la lucha de clases, que fue postergada por el objetivo
primordial de vencer al nazismo. - El antifascismo se convirtió en la gran consigna de
la hora. El anticomunismo, que había tenido hasta
entonces considerable influencia en la vida política de
Occidente, quedó eclipsado por una corriente de
simpatía hacia la resistencia de la URSS frente a la
invasión nazi. - En los tres grandes Estados se produjo, de hecho, una gran
concentración de poder en manos de los principales
estadistas del momento: Roosvlet, Churchill, Stalin. - El régimen soviético, con respecto a cuya
solidez interna se habían planteado tantas dudas en el
momento de la invasión alemana, dio un rotundo
mentís a aquellas especulaciones con la unidad y
determinación mostradas en el rechazo del invasor. - Los grupos dirigentes de preguerra se eclipsaron en muchos
países, dando paso a elementos más eficaces y
dinámicos; de los movimientos de resistencia
surgió una corriente de renovación de la vida
política. - Tanto en los documentos
públicos como en las manifestaciones de los estadistas
surge la promesa de un mundo de futuro distinto, con cambios
políticos, sociales y económicos profundos. Estos
propósitos fueron enunciados por primera vez en un
documento internacional en la Carta del Atlántico
(Roosvelt-Churchill, el 14 de abril de 1941). Se proclamaba en
ella el respeto por
el derecho de autodeterminación de los pueblos, el deseo
de que existan en el futuro "normas
mejoradas de trabajo, desarrollo
económico y seguridad
social", y la confianza de que "después de la
destrucción final de la tiranía nazi…los
hombres puedan vivir libres de temor y la necesidad". Los
documentos posteriores reafirmaron y desarrollaron estos
principios con la adhesión de loa otros Estados de la
coalición. Y los movimientos populares, particularmente
los de resistencia, los proclamaron como objetivos primordiales
de la guerra junto a la derrota del nazismo.
Propósitos fundamentales de la O.N.U
- Mantener la paz y la seguridad internacional.
- Fomentar relaciones amistosas entra las naciones y la
solidaridad internacional. - Promover la cooperación internacional para la
resolución de problemas de orden económico,
social y cultural.
La Guerra
Fría: tensión entre las potencias
La derrota del totalitarismo nazi-facista no garantizó
las buenas relaciones entre las potencias vencedoras. Los
enfrentamientos ideológicos, mantenidos latentes entre los
"tres grandes" durante la guerra, afloraron apenas ésta
terminó. El año 1947 se señala como el de la
iniciación de la "guerra fría", expresión
usada para definir la tensión entre los bloques opositores
(la U.R.S.S. y las llamadas "democracias populares" frente a las
democracias occidentales). Ambos bloques iniciaron una carrera
armamentista que llegó al borde de a "guerra caliente",
mediante un espionaje internacional organizado, permanentes
reclamos diplomáticos, y una eficiente propaganda.
La "Doctrina Truman"
Muerto el presidente Roosevelt, quien mantuvo una
política de concesiones frente a la U.R.S.S., las
relaciones ruso-norteamericanas fueron variando. Truman
replanteó la política de su país: para ello,
tuvo en cuenta los exitosos avances soviéticos sobre
Europa Oriental y Central y en ciertas regiones de Asia, que
perturbaban peligrosamente el equilibrio del poder. En
consecuencia, la "doctrina Truman" buscó reforzar una
política de contención de la influencia
soviética.
El bloqueo de Berlín
Un episodio culminante de la "guerra fría" tuvo lugar
en la ciudad de Berlín, situada dentro de la zona
soviética; pero ocupada por norteamericanos, rusos,
franceses y británicos. De hecho, esta ocupación se
agrupó en dos sectores: el occidental (norteamericano,
británico y francés) y el oriental
(soviético). Las diferencias culminaron cuando los rusos
retiraron su delegado ante el Estado Mayor Aliado y dispusieron
el bloqueo de la ciudad hacia Berlín Occidental (23 de
junio de 1948). Cerrados todos los accesos, los aliados se vieron
obligados a instrumentar un "puente aéreo", que
permitió el abastecimiento de la ciudad y, con el cual, se
eludió el bloqueo. La situación se tornó muy
tensa hasta el 12 de mayo de 1949, fecha en que los rusos
levantaron el bloqueo.
El mundo al borde de otra guerra
En Cuba
triunfó una revolución encabezada por Fidel Castro
contra el dictador Fulgencio Batista (1956). En 1961, el
líder cubano proclamó la República
Socialista y se adhirió al marxismo-leninismo. La asistencia
económica, técnica y militar de la U.R.S.S. fue,
cada vez, más efectiva.
En 1962, ante la evidencia de la instalación de misiles
atómicos (de origen soviético) en aquella
nación antillada, los E.E.U.U., a través de su
presidente John F. Kennedy, exigieron el retiro del armamento.
Tras angustiosas tratativas, que colocaron al mundo al borde de
una nueva guerra, los rusos se vieron forzados a desmantelar su
aparato bélico.
El "Plan Marshall": la asistencia económica
norteamericana
Finalizada la guerra, los países europeos presentaban
un cuadro económico ruinoso que amenazaba provocar serios
conflictos
sociales. Ante la presunción de que tales perturbaciones
pudieran ser aprovechadas por el comunismo, los E.E.U.U.
estudiaron la posibilidad de efectivizar un crédito
para sus aliados.
En 1947, el Secretario de Estado norteamericano, general
George Marshall, presentó un proyecto de ayuda
económica al cual se le adhirieron 16 países
europeos.
Cómo funcionó
el plan Marshall:
- Los E.E.U.U. fijaron la cantidad de 17 mil millones de
dólares para distribuir en cuatro años. El 80%
sería entregado en donativos, y el 20%, en
préstamos. - Los países más beneficiados fueron Gran
Bretaña y la república Federal Alemana. - El gobierno norteamericano compraba mercaderías y
las donaba a los países beneficiarios; éstos las
revendían en el mercado
interno. Los recursos obtenidos debían utilizarse en
promover el desarrollo interno y en la lucha contra la
inflación.
Sistema de alianzas militantes
Los aliados reforzaron sus vínculos entre sí y
con los E.E.U.U. al promover un sistema de alianzas
militares:
- Organización del Tratado del Atlántico Norte
(O.T.A.N.): Suscrito al 4 de abril de 1949 por los E.E.U.U.,
Gran Bretaña, Francia, Italia, Holanda, Bélgica,
Luxemburgo, Noruega, Dinamarca, Portugal, Canadá e
Islandia. Posteriormente, se adhirieron Gracia, Turquía
y la República Federal Alemana.
Mantiene un ejército común con el aporte de
todos los países miembros. La comandancia queda reservada
a un militar norteamericano.
- Organización del Tratado del Sudeste Asiático
(S.E.A.T.O.), suscrito en Filipinas en 1954 por los E.E.U.U.,
Gran Bretaña, Francia, Australia, Nueva Zelanda,
Filipinas, Paquistán y Tailandia. Es su finalidad
contener la creciente influencia comunista de la
República Popular China. - Pacto de Bagdad (febrero de 1955). Tratado de defensa mutua
suscrito, inicialmente, por Irak y
Turquía. Luego se incorporaron Gran Bretaña,
Paquistán, Irán y Los E.E.U.U.
La réplica comunista: El Pacto de Varsovia
Desde el punto de vista geopolítico, este sistema de
alianzas procuraba cercar a la unión Soviética y a
la República Popular China.
La réplica comunista se concretó en el pacto de
Varsovia (mayo de 1955), integrado por Albania (separada en
1962), Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, República
Democrática Alemana, Polonia, Rumania y Unión
Soviética. La República Popular China, Corea del
Norte y Vietnam del Norte tenían delegados
observadores.
Sistemas de alianzas económicas
También en el orden económico se crearon
organismos de cooperación. Los más importantes
fueron:
- Organización Europea de Cooperación
Económica (O.E.C.E.) vinculada al Plan Marshall. - Benelux, suscrito por Bélgica, Holanda y Luxemburgo
(enero de 1948), con la intención de crear una
unión aduanera. - Comunidad Económica Europea o Mercado Común
Europeo (marzo de 1957). Creado con la intención de
fortalecer las relaciones económicas de los Estados
miembros y eliminar la competencia de
otros países a través de la imposición de
tarifas comunes y de la liberación de las aduanas.
Las grandes potencias occidentales
- E.E.U.U.: al finalizar la Segunda Guerra
Mundial, este país se constituyó en el
verdadero vencedor. Su territorio no fue tocado por la
conflagación y su economía prosiguió un
notable ritmo expansivo, ya que su industria de guerra se
convirtió en una industria de paz estimulada por la
demanda interna y por el pedido de mercaderías
destinadas al Plan Marshall.
Así, los E.E.U.U. se convirtieron en el Estado
más rico del mundo: con el 7% de la población
mundial, consume el 45% de sus riquezas.
- Europa occidental: Las dos superpotencias (EEUU y URSS)
desplazaron a los países de Europa occidental de la
conducción política del mundo, tarea que
detentaban desde varios siglos atrás.
El principal esfuerzo de los Estados Occidentales se
canalizó hacia la reconstrucción y al
restablecimiento de la producción. Desde el punto de vista
político mantuvieron el sistema de gobierno que
tenían antes de la guerra (activas democracias
parlamentarias).
En Francia, se instauró la IV República (1947)
y, ocho años después, luego de superar una grave
crisis, el general Charles De Gaulle dio nacimiento a la V
República.
En Gran Bretaña, el Partido Conservador, conducido por
Winston Churchill, fue derrotado por el Partido Laborista, de
tendencia socialdemócrata, que encabezaba Clement
Attlee.
Alemania quedó dividida en dos estados: la
República Democrática Alemana (tendencia comunista)
y la República Federal Alemana (adherida a las democracias
occidentales). Este último país se recuperó
rápidamente y comenzó a gravitar en Europa,
incorporándose al sistema de alianzas.
En Italia, un plebiscito realizado en 1946 abolió la
monarquía e instauró la República.
El Bloque Oriental: La U.R.S.S. y las "Democracias
Populares"
Al terminar la guerra, la política exterior
soviética impuso "Estados satélites"
que bordearon sus fronteras:
- Bulgaria y Polonia fueron las primeras en
sovietizarse. - Luego de la participación de Alemania, lo hizo la
República Democrática Alemana. - Después de ofrecer una enérgica resistencia,
Hungría, Checoslovaquia y Rumania, integraron en la
órbita marxista. - Yugoslavia y Albania ingresaron al bloque oriental: pero
luego se separaron para iniciar una política comunista
desvinculada de las directivas de Moscú.
1956. En Hungría estalló un movimiento popular
antisoviético que fue reprimido sangrientamente, mediante
la intervención de las fuerzas rusas.
1968. En Checoslovaquia, el gobierno intentó
liberalizar su política comunista. Las fuerzas coligadas
en el Pacto de Varsovia penetraron en territorio checo e
impusieron un gobierno pro-soviético.
El Bloqueo de los "No Alineados"
Entre la bipolaridad occidental y oriental, algunos Estados de
África, Asia y América
latina, constituyeron el bloque de países "no
alineados". Estos países tienen, en general, algunos
rasgos comunes:
- Son subdesarrollados o en vías de desarrollo.
- Muchos de ellos son naciones coloniales, independizadas
después de la guerra. - Tienen un conjunto de problemas
sociales y económicos más o menos
semejantes. - Sin embargo, no constituyen un grupo homogéneo, como
prueba la presencia de naciones tan diferentes como India,
Arabia Saudita, Congo, Túnez, Ghana o Yugoslavia.
En la actualidad, el grupo de los "no alineados" contaba con
un buen número de votos en la ONU, y por lo
tanto, desempeñaba un papel cada vez más importante
en la política internacional.
La descolonización: El "Mundo Colonial" se
conmociona
El fin de la guerra trajo como consecuencia la decadencia de
los imperios coloniales, creándose las condiciones que
favorecieron al proceso de descolonización.
Las potencias colonialistas comprendieron los riesgos que
significaba enfrentar las tendencias emancipadoras y debieron
ceder a las pretensiones de sus colonias.
La prédica de la O.N.U., fue favorable a la
descolonización. En sus asambleas generales se expresaron,
a favor de este movimiento, E.E.U.U., U.R.S.S., los países
latinoamericanos y los Estados árabes, asiáticos y
africanos que habían ido incorporándose.
Hubo dos períodos de descolonización: gran
oleada en Asia (llegó hasta la década del 50') y
segunda oleada (a partir de 1955, que tuvo por centro la
región africana).
Entre amabas etapas se ubica la Conferencia de Bandung
(Indonesia), celebrada en 1955, con la participación de
casi una treintena de Estados asiáticos y africanos. Tuvo
el histórico significado de permitir expresarse a pueblos
hasta hacía poco dependientes, deseosos de "afirmar su
dignidad y su existencia ante las grandes potencias de ayer y de
hoy".
Independencia de la India, Ceilán, Birmania y Malasia:
duro golpe al colonialismo inglés
- En la India, el movimiento nacionalista fue conducido por
Ghandi (1869-1948), partidario de la técnica de "no
cooperación" con los ingleses dentro del principio de la
no violencia. Finalmente, el 3 de junio de 1947, el enviado
británico Lord Mountbatten propuso un plan de
partición de la India en dos Estados siguiendo un
criterio de separación religiosa. Surgieron así,
la Unión India (cuyo gobierno fue asumido por el Patido
del Congreso, dirigido por Ghandi) y Paquistán
(integrado por musulmanes). - La isla de Ceilán también obtuvo su
independencia de Gran Bretaña en diciembre de 1947. - Birmania, ocupada durante la guerra por los japoneses,
volvió a ser ocupada por los británicos.
Surgió, entonces, una Liga Antifascista por la
Independencia del Pueblo, integrada por partidos de diversas
tendencias. Esta Liga condujo las negociaciones que culminaron
con la independencia (4 de enero de 1948). - En Malasia la descolonización fue más lenta
debido a los intereses económicos ingleses (plantaciones
de caucho y minas de estaño). Por otra parte, no
existía una población homogénea (40% de
chinos, 40% de malayos y 20% de indios), hecho que acentuaba
los conflictos raciales.
Loa británicos comenzaron por reconocer a la
Federación Malaya (1948); pero esto no significó la
independencia, pues los resortes del poder permanecieron en manos
inglesas. Ante el continuo estado de insurrección, Gran
Bretaña decidió reconocer a la Federación
Malaya como un Estado independiente (agosto de 1957).
De esta manera podemos observar que concluyeron los
regímenes fascistas en Italia y Alemania, pero no en
España, dado que Franco continúa con éste
régimen hasta la década del 70’.
Realmente no tenemos una idea concreta de cómo
organizar y explicar lo que sentimos al terminar nuestro trabajo.
La ira nos invadía mientras analizábamos la
información, como por ejemplo los 50 millones de
asesinatos provocados por una ideología tan asquerosa como
ridícula, y nos seguimos preguntando cómo una
doctrina completamente vacía de argumentos racionales
puede traer las consecuencias que hoy en día seguimos
sufriendo cuando vemos cruces svásticas dibujadas en las
calles.
Si bien entendimos el significado de la palabra fascismo y
analizamos el contexto histórico de su desarrollo, no
logramos todavía comprender ni aceptar que esto realmente
ocurrió, y que no es producto de la imaginación de
ningún escritor.
Nos quedan más preguntas que respuestas, y pensamos que
la única forma de encontrar las respuestas es no olvidando
e intentar de a poco combatir las secuelas que dejó la
enfermedad fascista en el período entre la 1ra y 2da
Guerra mundial.
21. Bibliografía
consultada
- Diario "Clarín, suplemento Cultura y
Nación. Domingo 18 de octubre de 1998 - Diario "Clarín", revista
VIVA. Domingo 18 de octubre de 1998 - Diario "Clarín", suplemento Zona. Domingo 6 de
febrero de 2000 - Diario "El Radar". Viernes 12 de marzo de 1998
- "El período entre dos guerras"
(cuaderno n° 20) de Alfredo Traversoni. Edición
Cincel-Kapeluzs. Año 1990 - "Enciclopedia Encarta" Año 1998
- "Enciclopedia Hispánica" (Tomo 5, 6, 9 y 10).
Año 1992 - "Historia
Universal de las Civilsaciones" (Tomo V) de Edward Mc Nall
Burns y Philip
Lee Ralph. Edición: El Ateneo. Año 1966.
- "La Segunda Guerra Mundial" (cuaderno n°31) de Alfredo
Traversoni.
Edición Cincel-Kapeluzs. Año 1988
Direcciones WEB:
- http://www.monografias.com/trabajos/aconseguemun/aconseguemun.shtml
- http://www.monografias.com/trabajos/conseguemun/conseguemun.shtml
- Leich, W., "Psicología de masas del fascismo".
- Doob, Leonard W., "Goebbels y sus principios
propagandísticos" - Toland, J., "Adolf Hitler".
Lucía Catsap. 15 años, estudio secundario en
Instituto Libre de Segunda Enseñanza (UBA)-
Año 2000
Resumen:
En este trabajo los principales conceptos descriptos tratan de
el nazismo y el fascismo, su desarrollo histórico
basándose en la Primera y Segunda Guerra Mundial, con sus
causas y consecuencias.
Palabras claves:
Nazismo, fascismo, 1ra Guerra Mundial, 2da Guerra mundial,
Psicología del fascismo y nazismo, Mussolini, Hitler,
evolución y revolución fascista y nazi, ONU,
etc.
Autor:
Daniel
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