1.
Introducción
2.
Una aproximación a la historia del desarrollo
económico
4. El perfil del nuevo tipo de
empresa
5. Tendencia a aumentar el contenido de
información en los
productos
6. La situación industrial y la
inversión en I & D en la
región
7. Experiencias de la
región
8. Aprendizaje de las experiencias en la
región
9. La asimilación de un
modelo
10. La
financiación
11.
Definiendo
objetivos
12. Aprendiendo de las
lecciones
13 . El papel del
Estado
14. Resumen de las políticas a
aplicar
15. Recomendaciones prácticas para el
SELA
Con el nombre de empresas de
base tecnológica se denomina en forma genérica un
nuevo tipo de empresas de la etapa más reciente del
desarrollo
industrial en el mundo moderno. Esta denominación
engloba múltiples interpretaciones. No se puede decir
con propiedad
que detrás de este concepto se
defina algo homogéneo y con características particulares. Esta es una
de las principales dificultades al aproximarse al estudio de
este tema. En apariencia es un concepto novedoso, pero en el
fondo no expresa una categoría que pudiéramos
asir de manera precisa.
La aproximación que se tendrá en este
análisis, sobre la factibilidad
del desarrollo de esta figura en Latinoamérica, se
hará desde varios enfoques. El propósito es
ubicarse en el contexto adecuado de aparición de esta
modalidad empresarial. Intentemos, en primer lugar y a manera
de introducción, una aproximación dentro del
marco de la historia de la economía.
2. Una aproximación
a la historia del desarrollo
económico
A lo largo de su historia las sociedades
humanas han desarrollado distintas formas de producción de bienes y
servicios.
Hoy, la denominación genérica de la forma
dominante de producción es la de sistema
capitalista. La génesis de este sistema data ya de
varios siglos. Pero sus hitos más destacados comienzan a
reseñarse a partir de la Revolución
Industrial, durante la segunda mitad del siglo
XVIII.
La expansión y evolución de este sistema ha originado en
cada uno de los entornos donde ha prosperado múltiples
características. Los estudiosos del tema han propuesto
diversas teorías. Desde el siglo XVIII, con la
aparición de la Economía Política en
Inglaterra y
en Francia, se
han abordado distintos tipos de análisis sobre el
crecimiento de la riqueza de las naciones, para utilizar la
preocupación central de uno de los primeros
teóricos que se ocupa de estos temas: Adam Smith
(1776). Desde esos tiempos y hasta el presente,
múltiples han sido entonces las aproximaciones para
comprender la dinámica de esta forma de producir bienes
y servicios en la mayoría de los países del mundo
entero.
Sin embargo, lo que parece ser constante en casi todos
los análisis es que este sistema vive en permanente
crisis. Para
unos, detrás de estas crisis se encuentran las razones
que llevarán a su desaparición. Para otros, ellas
son la expresión de los síntomas de la capacidad
que tiene el sistema para renovarse de forma continua y de
nutrirse de manera periódica.
Estas crisis han sido caracterizadas, en cuanto a su
duración, de distintas maneras. Unos autores han hablado
de ciclos cortos (períodos de más o menos diez
años) y otros de ondas largas
(50 a 60 años). Uno de los autores que han desarrollado
teorías sobre los ciclos largos se encuentra Kondratieff
(1935). Este estadístico ruso de principios del
siglo actual propuso una teoría bastante atractiva de
explicación de los fenómenos que aparecían
en el desarrollo del sistema.
A pesar de su temprana y prematura desaparición,
Kondratieff hizo un aporte fundamental para la
comprensión de la dinámica del sistema. Aporte
del que múltiples economistas occidentales son deudores.
La presentación de los rasgos fundamentales y de manera
esquemática de los principales aspectos del desarrollo
de esta teoría pueden ser de mucha utilidad para
enmarcar nuestro objeto de estudio.
Kondratieff propone que el sistema desde la Revolución Industrial ha vivido varias
crisis estructurales. Quienes han desarrollado esta
teoría señalan que el primer ciclo u onda larga,
denominado el primer Kondratieff, comienza con el desarrollo de
la industria
textil y la invención de la máquina de vapor,
durante la segunda mitad del siglo XVIII. La aparición
de la gran industria constituyó el paradigma
económico de la época. El trabajo
artesanal y la manufactura
fue sustituido por la máquina. Esta nueva forma de
producir para la época origina la existencia de mano de
obra barata, uno de los factores claves del modelo
instaurado. Esta onda culmina en las décadas 30 y 40 del
siglo XIX con otra nueva crisis que se caracteriza por la
aparición de carbón como fuente de energía
económica y el ferrocarril como medio de transporte
masivo. El sistema pasa de ser un modo de producción a
nivel nacional (Inglaterra, Francia) para expandirse a otras
regiones.
La aparición del sistema de libre competencia
marca el
comienzo del segundo Kondratieff. Este ciclo se cierra con una
nueva crisis en los años 80-90 del siglo pasado. Tenemos
entonces el inicio del tercer Kondratieff con el acero como
factor clave del paradigma tecno-económico del ciclo que
se inaugura (Pérez, 1983). Los oligopolios
tendrán un papel
fundamental que jugar en la dinámica del sistema de
producción de este período.
A finales de los años veinte y comienzos de los
treinta de la actual centuria una nueva crisis marca el fin de
este tercer ciclo y el inicio del cuarto Kondratieff. Sus
rasgos más resaltantes son: una nueva y más
barata fuente de energía, la fósil (el
petróleo) y materias primas baratas, el desarrollo
de la industria petroquímica y química
orgánica, la producción en masa, la
aparición de economías de aglomeración y
de escala. Se crea
la moderna ciencia de
la administración, con Fayol (en
Francia) y Taylor (en
EE.UU) como sus principales exponentes en la teoría y de
Ford (en EE.UU) en la práctica. El tipo de empresa de este
período es la empresa
transnacional que aprovecha las ventajas a su alcance, como son
las economías de escala, para desarrollar sus mercados.
Aparece con mayor presencia la intervención del Estado
central en la economía. El sistema se hace mundial y se
disputa mercados en cualquier región del mundo. Es el
ciclo del sistema que más conocemos en
Latinoamérica y en el cual aún hoy vivimos en la
región.
Con la aparición de la microelectrónica y
la informatización (del microprocesador en los EE.UU.) y de un nuevo
modelo de organización de la empresa (en
Japón), a mediados de la década de los setenta de
este siglo, se inaugura el comienzo del fin del cuarto
Kondratieff y la aparición de un nuevo patrón
tecnológico mundial (Pérez, 1995). Con esta nueva
etapa se inicia en la pasada década de los ochenta el
quinto Kondratieff, el actual. La producción flexible,
la información barata, la aparición
de redes y las
economías de especialización, son los rasgos
fundamentales de esta transición. Lo que se ha dado por
llamar globalización, la lucha por la
liberación de los mercados, la redefinición del
papel del Estado, son los aspectos socio-institucionales de
esta nueva etapa.
3. Una hipótesis sobre el desarrollo
empresarial
De esta breve y preliminar aproximación se puede
desprender, en principio, la siguiente hipótesis: a
cada onda o ciclo largo corresponde un tipo
característico de empresa. Es claro que la
afirmación anterior puede ser matizada al señalar
que las distintas formas empresariales se van acumulando en el
tiempo; es
decir, coexisten aún empresas de los ciclos u ondas
anteriores. Debe quedar claro, también, que todas ellas
han tenido su área de dominio
tecnológico, a lo largo de la historia ello se puede
demostrar con más detalle. Es decir, siempre se ha
dispuesto del saber cómo hacer las cosas (la tecnología) y cómo ir incorporando
conocimiento
a la producción. No en vano un polémico pensador
del siglo pasado denominó la moderna "ciencia de la
tecnología" al resultado de la actividad
científica transferido a la producción de
mercancías (Marx, 1867).
Pero formulemos de otra manera la hipótesis: lo que
subyace detrás de todos estos cambios es la
evolución y dominio del hombre, a
través del conocimiento, sobre la naturaleza
(la ciencia)
y de cómo utilizarlo en su provecho (la
tecnología).
La denominación de empresas de base
tecnológica es un término que se refiere al nuevo
tipo de empresas que se ha venido desarrollando en la
transición al nuevo ciclo del sistema capitalista en el
ámbito mundial. Son empresas inscritas en el nuevo
modelo o paradigma tecno-económico. Nuevas empresas que
aprovechan la microelectrónica barata y la informática como factor clave para
desarrollar sus mercados. Nuevas empresas que se basan en el
dominio intensivo del conocimiento
científico y técnico para mantener su
competitividad.
Este fenómeno se expresa, incluso, en una forma
física
de aglomeración de estas nuevas empresas. Es lo que se
ha dado por llamar los parques tecnológicos, las
incubadoras de empresas, o para decirlo en otras palabras las
ciudades de la ciencia o tecnópolis.
Desde hace ya algunas décadas la figura es
conocida en los países desarrollados. El Silicon Valley,
en California, o la Ruta 128 en Boston, ambos en los EE.UU.,
son antecedentes importantes de la expresión de las
nuevas minas y nuevas fundiciones de la economía
informacional. La imagen es por
demás sugerente. Lo que en un inicio ha sido una
manifestación espontánea de un nuevo tipo de
industrialización, desde la última década
se ha convertido en la nueva modalidad de intervención
del Estado en la economía. A tal punto que para
Japón, por ejemplo, el único asunto considerado
de Estado para los primeros años del próximo
siglo es el relativo a la innovación científica y
tecnológica. Son de este país los esfuerzos
más importantes en planificar este nuevo tipo de
desarrollo industrial, como veremos más adelante al
analizar este caso.
A lo largo del presente documento se estudian las
experiencias más resaltantes de estas nuevas expresiones
de industrialización. O mejor dicho, de los procesos de
reindustrialización sobre la base de la alta
tecnología. Se ilustra lo que han sido las experiencias
tanto en países industrializados de larga data como en
los llamados países de más reciente
industrialización. Visto de otra manera, se centra en el
examen de aquellos países representativos del desarrollo
industrial, así como en lo que se ha dado por llamar,
países en vías de industrialización, es
decir, principalmente los países de la región
latinoamericana.
El objetivo
final es diseñar un programa de
estímulos de creación de la base empresarial
vía la creación de este nuevo tipo de empresas en
la región. Se examinan para ello las condiciones
necesarias para delinear una política para la
creación de este nuevo tipo de conglomerados. Se
examinan los objetivos de
desarrollo de este tipo de empresas o conglomerados de
empresas. Se analiza la conveniencia de utilizar esta modalidad
empresarial como instrumento de reindustrialización de
algunos países de la región. O para utilizarlo
como instrumento de desarrollo de aquellas localidades
más deprimidas en otros países. O, en fin, como
instrumento para desarrollar ambientes o medios
innovadores en otros países.
Como lo han señalado Castells y Hall (1994) en su
lúcido estudio sobre el tema, la creación de
estos complejos industriales puede tener estos objetivos de
acuerdo al nivel de desarrollo en que se encuentre determinado
país. Pero lo que es condición sine qua
non es que estos nuevos complejos deben cumplir con unas
características muy particulares para lograr su adecuado
funcionamiento.
4. El perfil del nuevo
tipo de empresa
Pero antes de pasar a examinar las experiencias de los
países industrializados dejemos claro, aunque sea de
manera esquemática, cuál es el perfil de este
nuevo tipo de empresa basada en el
conocimiento. De acuerdo a como lo formula con
precisión C. Pérez (1986), la empresa de nuevo
tipo posee rasgos característicos del nuevo paradigma
tecno-económico, ellos son:
5. Tendencia a aumentar el
contenido de información en los productos
Mayor capacidad de incorporar nuevas trayectorias en la
mejora de los productos tradicionales, generando nuevos
desarrollos de forma incremental. En este sentido, el nuevo
tipo de empresas tiene una mayor capacidad para introducir
más rápidamente cambios en el diseño de productos y procesos, con
nuevos rasgos en términos de tamaño,
versatilidad, adaptabilidad y programabilidad. No existe la
rigidez de la producción masiva. Se trata en el nuevo
paradigma, de una inteligencia
distribuida.
Los requerimientos e insumos materiales
del nuevo tipo de empresa, constituyen una fuente motora de
innovaciones radicales. Este rasgo es característico en
la industria de componentes microelectrónicos, en la que
la difusión de sus aplicaciones impulsa múltiples
innovaciones radicales en productos, generándose
prácticamente una red de innovaciones
sucesivas.
En el nuevo tipo de empresa la flexibilidad constituye la
óptima práctica productiva. El carácter
programable de los equipos permite superar la rigidez de las
viejas plantas
reduciendo la importancia de las economías de escala
basadas en técnicas intensivas en capital de
producción en masa, ya que se independiza la escala de
producción de la escala de mercado.
La especialización de los equipos, permite
modificaciones más rápidas en los planes de
producción, altísimos niveles de eficiencia en
la fabricación de productos distintos, diversos modelos y
volúmenes variables.
Es característico en este nuevo tipo de empresa,
el ahorro de
energía y materiales, el reciclaje y
la diversificación. El modelo ideal lo constituye la
planta de ciclo cerrado, multiproducto sin efluentes,
resolviendo el problema del agotamiento de los recursos
naturales del paradigma anterior.
El nuevo tipo de empresa, tiene un mayor dinamismo
tecnológico, pudiendo integrarse el diseño al
proceso
productivo. La ingeniería de diseño, es ahora una
función integrada al proceso productivo y constituye un
factor clave en la productividad y
en la competitividad de la empresa. Ello implica una integración entre los centros de investigación, desarrollo e
ingeniería de diseño, ahora asociados
estrechamente al proceso productivo jugando un papel crucial en
la gerencia
estratégica de la empresa.
Otro rasgo característico del perfil de la nueva
empresa, es la adaptación de la producción a la
demanda,
desarrollándose las condiciones para que la diversidad
de la propia demanda multiplique la oferta de
productos, y la posibilidad de inversión "aguas abajo" abriendo nuevos
mercados, y "aguas arriba" en el diseño de equipos,
componentes y factores motrices de crecimiento.
La empresa basada en conocimiento tiene también un
nuevo esquema organizativo. La
organización tiende a la red integrada de los
procesos, con marcado énfasis en las conexiones y en los
sistemas de
interacción y orientada a la coordinación
tecno-económica global. Esta integración se
extiende hacia el mercado con una mayor flexibilidad en la
producción. Se logra así una adaptación en
línea de la producción al mercado.
Una vez mencionados los rasgos fundamentales de la
empresa de nuevo tipo es importante señalar algunas
distinciones importantes. No se debe confundir empresa de base
tecnológica con empresa modernizada. Esta última
aunque puede hacer uso de los recursos de la
microelectrónica y de las nuevas formas organizativas
puede pertenecer a períodos anteriores (p.e., la
siderúrgica o la petroquímica), con
tecnología madura en la mayoría de los casos, y
lo que la distingue del nuevo tipo de empresa es la intensidad
del uso del conocimiento científico y
tecnológico.
La situación en la región
latinoamericana
Examinemos las condiciones y situación de los
países de Latinoamérica. Se destacan,
además, algunas de las iniciativas de este género
y se extrae, también, el aprendizaje
preliminar de estas iniciativas.
6. La situación
industrial y la inversión en I & D en la
región.
Los rasgos que definen el patrón de
industrialización y desarrollo en Latinoamérica,
como señaló Fajnzylber (1989) para la CEPAL y en
nuestra opinión aún vigentes en términos
generales, en lo fundamental han sido los siguientes:
A) Participación en el mercado internacional casi
exclusivamente en la exportación de recursos naturales, la
agricultura,
la energía y la minería,
junto a un déficit comercial sistemático en el
sector de la industria manufacturera;
B) Estructura
industrial diseñada para servir al mercado
interno;
C) Aspiración a reproducir el modo de vida de los
países industrializados;
D) Limitada valoración social de la función
empresarial y precario liderazgo
del empresariado nacional, público y privado, en los
sectores cuyo dinamismo y contenido definen el perfil
industrial de cada uno de los países;
E) Escaso desarrollo de la base
científico-tecnológica endógena (ver tabla
Nº 2), combinada con una enseñanza superior
centrada en las carreras blandas, de heterogénea
calidad y
orientada hacia funciones de
integración cultural de masas.
En consecuencia, las empresas nacionales, en particular,
son un eslabón débil dentro de la estructura
industrial de los países latinoamericanos, en tanto que
las empresas más fuertes, las multinacionales que operan
en la región a través de diversas formas, tienden
a poner escaso énfasis en las labores de I & D,
prefiriendo importar tecnología y conocimientos y
resolver los problemas
más interesantes que deben enfrentar con sus equipos
matrices de
investigación y desarrollo experimental fuera del
país. Este es el marco general en cuanto al aspecto
industrial en la región.
Se pueden presentar sobre el aspecto de I & D algunas
cifras que permiten ubicarnos, también, en la
situación local y más reciente y compararla a
grandes rasgos con la situación de los países
industrializados.
Al examinar la tabla Nº 2 podemos constatar
cuál es la ubicación de la producción
científica en algunos de los países de la
región latinoamericana, tanto en relación a la
inversión realizada en I & D, como en la
participación de esta inversión en el PIB de cada
uno de los países. Asimismo, en esta misma tabla se
presenta el número de publicaciones por millón de
habitantes como un dato importante para indicar la capacidad y
productividad de la actividad científica de los
países de la región.
Un dato adicional: sí estos datos los
contrastamos con los que aparecen en la tabla Nº 3 nos
damos cuenta que los científicos latinoamericanos pueden
llegar a ser más productivos que los de Europa y
Estados
Unidos a pesar de las condiciones de precariedad en que
realizan sus actividades científicas.
Toda esto permite llamar la atención sobre una de
las fortalezas existentes para avanzar en un programa de
industrialización basado en la capacidad de generar
conocimiento en la Región. Sin embargo, la debilidad que
se pone en evidencia en estos datos es la baja inversión
relativa que se realiza en los países latinoamericanos
en ciencia y
tecnología, si ello lo contrastamos con las cifras
que ya se vieron supra, en la tabla Nº 1.
Especial atención merecen los esfuerzos que se
deben realizar desde el mundo de la producción y del
Estado para mejorar estos indicadores,
ya que sin una base de esta naturaleza es muy difícil
construir un programa de ampliación empresarial
utilizando el modelo de empresa de base tecnológica como
ya se ha visto en los casos de los países
industrializados.
Tabla Nº 2: Inversión en
Ciencia y Tecnología y Publicaciones Científicas en
los principales países de Latinoamérica
(1994)
PAÍS | MILLONES (US$) | P.I.B. (%) | PUBLICACIONES | | |
Argentina Brasil Chile Colombia Costa Rica Cuba Ecuador México Perú Uruguay Venezuela | 466 3.179 148 106 43 171 11 961 106 18 200 | 0.80 0.89 0.52 0.60 0.89 0.85 0.11 0.35 0.23 0.20 0.45 | 62.1 26.4 92.0 16.5 38.5 15.3 6.1 19.3 8.5 32.0 27.1 |
Tabla Nº 3: Cuadro comparativo de la
inversión en investigación
P.I.B | INVERSIÓN | % | PUBLIC. | EFECTIVIDAD | ||||||
América Latina | 715 | 3.22 | 0.45 | 1.4 | 43.5 % | |||||
Estados Unidos | 5.362 | 155.50 | 2.9 | 35.8 | 23.0 % | |||||
Europa | 4.862 | 97.24 | 2.0 | 27.7 | 28.5 % |
Desde la década de los ochenta, en
Latinoamérica, han prosperado, en mayor o menor grado,
algunas iniciativas para desarrollar conglomerados de empresas
de alta tecnología o de base tecnológica. Se han
seleccionado los casos de Brasil,
Chile,
México y Venezuela
como una manera de presentar los distintos matices que en la
región ha tomado el tema. Se tiene consciencia de la
existencia de otras iniciativas también relevantes, pero
el objeto no es la de presentar todas las experiencias, sino
más bien mostrar las modalidades, todavía
tímidas, de presencia de lo que se ha dado por llamar
parques tecnológicos o incubadoras de empresas de base
tecnológicas.
Brasil
El nacimiento de nuevas tecnologías ha estado
ligado, en este caso brasileño, a la
participación decisiva del gobierno, a
través del financiamiento de proyectos
movilizadores (relacionados con áreas consideradas
estratégicas). Han sido proyectos espacialmente
descentralizados que respaldan el poder
militar, político y económico del Estado
brasileño en los días actuales.
Tanto en los polos con estructura
organizacional informal (São Jose dos Campos y Santa
Rita do Sipacaí, por ejemplo), como en los que poseen
una entidad coordinadora formalmente constituida (Curitiba,
Campina Grande, Florianopolis y São Carlos, para citar
algunos casos), las nuevas tecnologías han estado
siempre presentes. Los sectores abarcados han sido:
aerospacial, bélico, nuevos materiales, electrónica, informática, telecomunicaciones, química fina,
automatización industrial, mecánica de precisión, óptica e instrumentación.
Los polos de modernización tecnológica y
núcleos asociados, han agregado esfuerzos en el sentido
de transferir el conocimiento disponible en las instituciones de enseñanza e
investigación para el conjunto de la economía.
Esto es, para los sectores llamados tradicionales, responsables
de la producción en masa, como alimentación,
textil, calzado, construcción y otros, áreas que
hasta hoy no incorporan de forma significativa los avances
tecnológicos internacionales.
Se puede afirmar que los sectores tradicionales
también se han beneficiado de la vinculación
entre las universidades y las empresas, más de forma
diferente a lo que ocurre en los polos científicos y
tecnológicos. Las raíces del problema son otras,
y en las industrias
tradicionales, las relaciones entre las empresas y las
instituciones de enseñanza e investigación se
hacen más conflictivas y menos intensas. Estos sectores,
no fueron clasificados como estratégicos y quedaron al
margen de los desarrollos de ciencia y tecnología, por
voluntad propia o por deficiencia del gobierno en
priorizarlos.
En un estudio realizado en el marco del Proyecto
Universidad
de São Paulo/COPPE/OEA:
"Implementación de Parques Tecnológicos en
América
Latina", coordinado por el Programa de
Administración en Ciencia y Tecnología (PACTo),
fueron analizados los conglomerados de empresas de alta
tecnología, entendiéndose por estos: "al
nacimiento espontáneo, en una determinada área
geográfica, de empresas que se caracterizan por el hecho
de ser creadas por equipos de investigadores que, al participar
en actividades de I & D, en universidades e institutos de
investigación, absorben y dominan las nuevas
tecnologías, así como también, perciben la
existencia de mercados para nuevos productos o servicios que
utilizarán aquellas tecnologías" (Dos Santos,
1987).
Los casos analizados en este estudio fueron:
Región Metropolitana de São Paulo, Campinas,
São Jose dos Campos y São Carlos. Los resultados
del mismo permitieron desarrollar un modelo descriptivo de
proceso de nacimiento y evolución del fenómeno
estudiado. Dicho modelo está basado en cinco estadios de
desarrollo por los cuales la formación de cada
aglomerado recorre una trayectoria previsible.
Estadio I: Capacitación de recursos
humanos asociados a la investigación de alta
calidad. Esta capacitación tiene como principal
mecanismo de apoyo, las inversiones
públicas en la formación de recursos humanos y el
desarrollo de la investigación básica, en
particular en las instituciones de educación superior como las
universidades.
Estadio II: Consolidación de áreas de
investigación. Vencidas las turbulencias del primer
estadio guiados por el liderazgo de un investigador,
éste pasa a ser gerente de
proyecto, se estructura así el área de
investigación con el apoyo de inversiones
públicas en investigación básica y
aplicada. Normalmente este estadio se da, en los grupos que
cuentan con el liderazgo del gerente de proyectos, el cual los
llevará a vencer las barreras que los separan de la
siguiente etapa.
Estadio III: Competencia en I & D. Surge aquí
la figura del 'project champion', que más que un gerente
de proyectos, es un investigador que tiene competencia y
sensibilidad para percibir y negociar con el mercado,
descubriendo estrategias
competitivas de transferencia de tecnología para el
sector productivo.
Estadio IV: Creación de nuevas empresas de base
tecnológica. Con el liderazgo del 'project champion',
surge una nueva empresa, la cual buscará competir en los
nichos de mercado creados por las nuevas tecnologías
emergentes que fueron desarrolladas en la fase anterior. Creada
la empresa, surge el emprendedor que sustituye o se confunde
con el 'project champion'. La empresa comienza a separarse
paulatinamente de la institución de investigación
hasta que deja de ser dependiente de la misma, tanto en
términos tecnológicos como financieros.
Estadio V: Formación del conglomerado de empresas
de alta tecnología. A partir del proceso de
creación de la empresa, el cual es individualizado a
nivel de cada grupo de
competencia, ocurre un proceso natural de aglomeración,
el cual conduce a la identificación de problemas comunes
a las empresas. Surge una nueva figura, la del 'líder
político', a nivel de la micro región.
Este esquema es útil para identificar cómo
se da el proceso de maduración de la transferencia del
conocimiento a la producción de bienes y servicios. Sin
embargo, puede ser interpretado de una manera lineal cuando el
proceso es mucho más complejo en cuanto lograr el efecto
de construir un ambiente
innovador en la sociedad.
Por otro lado, según los resultados de un estudio
realizado por el Núcleo de Innovación
Tecnológica/COPPE/Universidad Federal de Río de
Janeiro, donde fueron analizados trece proyectos de parques en
Río de Janeiro, se concluye que los mismos se
caracterizan por una razonable diversidad de concepción,
tanto a nivel de los objetivos, como en la estructura
organizacional montada para su ejecución. Se observa,
además, que el concepto de parque tecnológico es
aplicado al caso brasileño con flexibilidad en
relación a los modelos tradicionales de países
más desarrollados.
Las experiencias en curso en Brasil son todas muy
recientes. Los primeros proyectos comenzaron en 1984, a
través del programa de implementación de Parques
del Consejo Nacional de Pesquisas (CNPq). Se señala que
a pesar del reducido monto de recursos destinados al programa y
las críticas que se puedan hacer a los criterios
empleados, el programa del CNPq tuvo el gran mérito de
difundir el concepto de parques, creando espacio para el
nacimiento de proyectos espontáneos en diversas
localidades.
La distribución geográfica de los
parques en este país, indica una preferencia a ciudades
de porte medio (ya que las mismas presentan ventajas
comparativas en relación a las grandes ciudades) para su
localización, debiendo existir en la región una
infraestructura de ciencia y tecnología compatible con
las aspiraciones del proyecto.
Otros factores que han incidido en el nacimiento de
iniciativas de parques en Brasil son: el interés
de los segmentos de la sociedad en buscar un espacio en el
panorama industrial del país, las facilidades de
comunicación y de locomoción y la
mayor viabilidad de obtención de áreas bien
localizadas para el proyecto.
Chile
Chile ha pasado en pocos años de una
economía protegida y dependiente del Estado, a una
economía abierta a la competencia internacional y donde
el Estado se
reserva un rol subsidiario en las actividades económicas
y un rol solidario con los sectores más pobres de la
población.
El emprendimiento tecnológico chileno tuvo su
origen vía 'tiraje del mercado'. Esto es la demanda por
requerimientos tecnológicos que surge de la
dinámica empresarial. Este proceso se inició en
1984, cuando la opción de abrir la economía y
exportar se hizo definitiva. En el mercado internacional los
empresarios chilenos han aprendido a competir no sólo
con los productos tradicionales, sino fundamentalmente con
productos y servicios nuevos para el país.
Las exigencias de competitividad se han traducido en
requerimientos tecnológicos a ritmos crecientes que los
empresarios han resuelto en buena medida, aún cuando la
mayoría de las respuestas a dichos requerimientos no
hayan sido encontradas en su país, sino por
importación de tecnología.
Por otra parte, las instituciones de ciencia y
tecnología que han sido utilizadas por el sector privado
han generado muy poca respuesta, ya que ella, parece ser, no
han considerado apropiadamente sus requerimientos. El gobierno
de Chile, como respuesta a esta situación, ha creado en
los últimos años, mecanismos para fomentar el
vínculo e interacción entre oferentes y
demandantes de I & D, y articular, coordinar y financiar
emprendimientos tecnológicos que produzcan innovaciones
útiles para las empresas.
Diversas universidades chilenas han elaborado proyectos
en relación a los temas de incubadoras de empresas y a
parques tecnológicos. La Universidad de Chile y la
Universidad de Santiago tienen proyectos en estudio. Las
universidades porteñas (Universidad de
Valparaíso, Universidad Católica de
Valparaíso, Universidad Técnica Federico de Santa
María) llevan a cabo negociaciones con la idea de
implementar conjuntamente un parque tecnológico en la
localidad.
Sin embargo, hay algunas experiencias. Entre ellas una
experiencia importante de creación de empresas de base
tecnológica en Chile, que merece ser destacada, la
constituye la creación de una pequeña empresa por
parte de la Universidad de Concepción, destinada a
producir y comercializar hidroxilapatita macroporosa (producto
usado en odontología). Se trata de un producto
conocido sobre el cual esta Universidad tiene clara ventajas de
costos y
calidad. No obstante, los resultados después de dos
años en el mercado internacional, no han sido del todo
alentadores.
La experiencia de la Fundación Chile, merece una
atención especial en este punto. La Fundación
Chile, creada a mediados de la década de los años
setenta, es una entidad privada sin fines de lucro,
especializada en la transferencia de tecnologías ya
probadas en otros países. La misma, ha evolucionado
significativamente desde que inició sus operaciones en
1976, adaptándose a las oportunidades que ha ido
identificando. En la actualidad trabajan en ella 250 personas a
tiempo completo y un número mayor de consultores y
expertos chilenos y extranjeros que ejecutan trabajos
específicos por períodos limitados.
La Fundación dispone de un patrimonio
importante aportado por sus fundadores (cincuenta millones de
dólares americanos), lo cual le confiere una
autonomía que ha sido decisiva para su desarrollo,
contando además con el apoyo del gobierno para resolver
problemas propios de su operación.
Una de las características del modelo
institucional de Fundación Chile, ha sido su fuerte
especialización en los sectores de la economía
seleccionados durante sus primeros años de
operación, sobre la base de sus ventajas comparativas y
competitivas, tanto de la institución como del
país. Fundación Chile, aporta tecnologías
y servicios a tres de los sectores de mayor dinamismo y
potencial de crecimiento de la economía chilena:
Agroindustrial, Forestal y Recursos Marinos.
La Fundación ha desarrollado y empleado con
éxito un mecanismo que consiste en la creación de
empresas comerciales demostrativas de las ventajas
técnicas y económicas de una tecnología
nueva, en un medio determinado, aún cuando ésta
ya ha sido utilizada en otro país; lo cual resulta
atractivo, por cuanto disminuye el riesgo al
permitir al empresario observar la tecnología operando
en su medio, antes de decidir invertir en ella (Cordúa,
1994).
Pero se trata aquí de una experiencia más
bien de importación de tecnología que de promoción de empresas de base
tecnológica. De esta manera se infiere que Chile a pesar
de su alto desarrollo científico y empresarial tiene muy
poca experiencia en materia de
conglomerados de alta tecnología.
México
En México, la colaboración entre
instituciones de I & D y empresas se encuentra en un
estadio intermedio. Se están acumulando experiencias
sobre educación continua, prestación de servicios
y en mucho menor grado, licenciamiento y realización de
proyectos bajo contratos. Por
otra parte, existen experiencias exitosas de formas
"superiores" de cooperación, pero éstas
aún son bastante aisladas y se encuentran en etapas
tempranas de desarrollo. Señalemos algunas de
ellas.
El Centro para la Innovación Tecnológica
(CIT), de la Universidad Nacional Autónoma de
México (UNAM), creado en 1983, es la iniciativa
más completa de interacción universitaria con el
sector productivo de México. Entre sus actividades
fundamentales se destacan aquellas referidas a: creación
de la red de núcleos de innovación
tecnológica y a la promoción de nuevas estructuras
para la vinculación.
El CIT promovió un proyecto de descentralización de las actividades de
apoyo a la transferencia de tecnología, desde 1984, el
cual consistió en crear una serie de pequeñas
oficinas que comenzaron a operar directamente en dependencias
universitarias con actividades de investigación
tecnológica muy intensas. Así, fueron creados en
ese mismo año, los núcleos de innovación
tecnológica de las facultades de medicina y
química, y de los institutos de investigaciones
biomédicas e investigaciones de materiales. Con
posterioridad se incorporaron a la red el Instituto de Biotecnología, la Escuela
Nacional de Estudios Profesionales de Zaragoza y la Unidad
Académica de Diseño Industrial. Estos
núcleos son autónomos y han contribuido de manera
importante a la cuota de tecnologías transferidas por la
UNAM hacia el sector empresarial.
En relación a la promoción de nuevas
estructuras de vinculación, el CIT ha promovido la
creación de: Centro de Tecnología
Electrónica e Informática (CETEI) conjuntamente
con la Cámara Nacional de la Industria
Electrónica y de Comunicaciones Eléctricas; y el Parque
Tecnológico de Morelos e Incubadora de Empresas con Base
Tecnológica: IEBT-CICESE y SIECYT-UNAM.
La historia del Parque Tecnológico Morelos ha
mostrado que es muy difícil concertar un proyecto de
esta envergadura sin cumplir antes ciertos pre-requisitos.
Entre ellos: que exista interés de las empresas por
participar; que se cuente con un compromiso de largo plazo para
realizar un proyecto de esta naturaleza; que haya liderazgo
asumido al máximo nivel político; y que se
disponga de fuentes de
financiamiento que aporten capital de riesgo abundante y
oportuno, que permita aplicar una visión
estratégica sobre el desarrollo regional y las
industrias de alta tecnología (Solleiro, 1993).
En México, existe apenas una incipiente
experiencia en la creación de incubadoras, y sus
resultados aún son muy limitados. La Incubadora de
Empresas con Base Tecnológica, Centro de Investigación Científica y de
Educación Superior de Ensenada, Baja California
(IEBT-CICESE), corresponde al programa formal de
incubación de empresas que tiene mayor tiempo operando
en México (desde 1990). La orientación de los
proyectos de la IEBT debe ser en preferencia para empresas en
algunas de las siguientes áreas: electrónica,
telecomunicaciones, óptica, opto-electrónica,
biotecnología y alimentos,
diseño mecánico, diseño asistido por
computadora
(CAD) y mecánica de precisión y servicios
tecnológicos en geofísica, sismología y
oceanografía. Hay en la incubadora siete empresas de
base tecnológica, pero tiene capacidad para albergar de
25 a 30 empresas.
Por otra parte, en el seno del CIT, ha surgido el Sistema
Incubador de Empresas Científicas y Tecnológicas
de la Universidad Nacional Autónoma de México
(SIECYT-UNAM), creado en 1992, en instalaciones provisionales y
que ha dado origen a cuatro empresas de base
tecnológica. Entre los objetivos específicos de
este programa se contemplan: la creación de un sistema
nacional de estímulo orientado al empleo de la
tecnología y de otros resultados de la
investigación aplicables a la producción de
bienes y servicios dentro de un marco institucional
explícito; el proporcionar un nuevo instrumento para
efectuar la transferencia de tecnología generada en la
UNAM; y el convertirse en un medio que a la vez que exalte la
excelencia académica y permita incorporar a la ciencia,
a la tecnología y a las actividades emprendedoras dentro
del conjunto de valores
culturales de la sociedad. El sistema incubador prevé
una orientación multisectorial, aunque en general las
áreas más favorecidas para los servicios de
incubación incluyen: electrónica,
informática, mecánica de precisión,
química fina, telecomunicaciones, robótica, biotecnología, salud y nuevos
materiales.
Venezuela
La experiencia de este país en esta materia tiene
dos aspectos importantes que destacar. En primer lugar, se
encuentran las iniciativas de modalidades empresariales y de
vinculación con el entorno promovidas desde las
universidades. Y, en segundo lugar, las decisiones y acciones del
gobierno central en la promoción de conglomerados de
empresas de base tecnológicas, a través de la
figura de parques tecnológicos.
En lo que se refiere a las experiencias de
creación de empresas de base tecnológica desde
las universidades están data de principios de los
años ochenta. La Universidad Central de Venezuela UCV
fue pionera en este aspecto. En 1984 se fundó la primera
empresa de esta naturaleza en este país: Tecnidec,
promovida por la Fundación UCV y la propia UCV (Marcano,
1985). Es importante señalar que años antes se
habían creado empresas en las universidades venezolanas
(en particular, en la Universidad de los Andes), pero ellas
tenían carácter de empresas rentales y no de base
tecnológica. En la actualidad, la UCV posee una docena
de empresas de esta naturaleza y han aparecido otras
modalidades empresariales con participación de los
investigadores en la estructura accionaria. A la empresa
universitaria le toca aún un largo camino por recorrer y
múltiples obstáculos que sortear, sobre todo en
los campos financieros y culturales dentro y fuera de la
universidad.
Otras universidades han seguido el ejemplo de la UCV,
pero utilizando otras modalidades. Los casos más
resaltantes son los de la Universidad Simón
Bolívar (USB) y de la
Universidad de los Andes (ULA). La primera ha creado una
fundación para promover la prestación de
servicios y la realización de proyectos de I & D
para el entorno social y económico y, además, ha
promovido con respaldo del Estado la fundación de un
parque tecnológico en el área de Sartenejas,
aledaña a la capital del país. Por su parte, la
ULA ha desarrollado iniciativas de empresas y parque en la zona
occidental del país, en particular en Mérida.
Destaca en esta última la existencia del CITEC que,
funcionando desde hace pocos años (1991), ha logrado
penetrar lentamente el mercado de equipamiento médico
quirúrgico para intervenciones de
traumatología.
Las universidades del Zulia (LUZ) y Nacional
Experimental Politécnica (núcleo de
Barquisimento, Edo. Lara), conjuntamente con las autoridades
locales y nacionales han promovido iniciativas de parques
tecnológicos en cada una de sus localidades al occidente
del país. Ambas experiencias son aún incipientes
a pesar del apoyo financiero recibido. Se debe esperar
más tiempo para medir en forma adecuada sus
resultados.
Las necesidades de recursos frente a la crisis
económica, ha obligado a otras universidades del
país, en particular a las públicas, a generar
modalidades más o menos similares de búsqueda de
mecanismos para la generación de ingresos
adicionales al presupuesto
asignado por el Estado para su funcionamiento. Sin embargo,
estas iniciativas no han sido promovidas, en forma consciente,
para la constitución de empresas destinadas a
explotar los resultados de I & D. Más bien han
aparecido como un camino para utilizar la capacidad ociosa en
la prestación de servicios utilizando el personal
disponible (de alto nivel y con experticia), pero con poca
consciencia de su potencialidad para generar empresas de base
tecnológica. La dirigencia universitaria y los
potenciales actores (los investigadores) no han prestado
suficiente atención a esta realidad de desarrollo del
sistema empresarial moderno.
En cuanto a las decisiones del gobierno en la
promoción de parques tecnológicos, la iniciativa
data de 1989. El Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Tecnológicas (CONICIT) viene
promoviendo y dando respaldo institucional a la creación
de esta modalidad de conglomerados empresariales. El CONICIT,
ha utilizado la capacidad e iniciativa de las universidades
para promover esta figura en el país, pero con poca y
desigual intensidad. La participación empresarial ha
sido escasa y sólo se ha logrado interesar a las
autoridades locales y estatales de las áreas
geográficas donde han aparecido los parques. La
experiencia es, también, todavía incipiente y la
evaluación realizada sobre el particular
no es concluyente (Seaton y Pittaluga, 1995).
La dificultad a corto plazo, que tienen todas estas
iniciativas es la no existencia de la figura institucional de
capital de riesgo. Desde la desaparición del Fondo para
la Innovación Tecnológica (FINTEC), en apariencia
por la falta de demanda de los créditos que éste
ofrecía, no se dispone de ninguna modalidad formal para
la financiación de empresas de base tecnológica.
Sólo el propio CONICIT, a través de su Dirección de Fomento Tecnológico,
ofrece financiación limitada a estas iniciativas. Pero,
además, con poca compresión conceptual sobre el
tema.
El otro aspecto que se debe destacar de la experiencia de
este país es el poco ambiente que existe para valorar
estas iniciativas. Esto sucede más bien por
desconocimiento social del potencial del conocimiento
científico y tecnológico en la generación
de empresas innovadoras y de beneficios económicos.
Situación ésta común en todos los casos
estudiados de la región.
8. Aprendizaje de
las experiencias en la región
De la situación y experiencias de
Latinoamérica podemos extraer algunas enseñanzas
importantes. Ellas pueden ser presentadas en cuanto a la
asimilación del modelo, al papel del Estado, de las
universidades, de la financiación, de la
organización social y del tiempo transcurrido. En todos
estos aspectos hay un aprendizaje importante, a pesar de lo
limitado de las experiencias existentes.
9. La
asimilación de un modelo
El primer aprendizaje que se debe poner de relevancia es
el relativo a la asimilación precaria, del sentido y
concepto de la empresa de base tecnológica y de los
conglomerados que las agrupan (parques, tecnópolis,
etc.). Como sucede con frecuencia el traslado de las
experiencias de los países industrializados a los
nuestros ha sido incompleta y en cierto sentido deformada. Un
indicador ha sido que, con la excepción de Brasil, pocas
son las reflexiones teóricas en esta materia. Otro
indicador es el poco peso que han tomado a nivel social este
tipo de iniciativas. Parece que el tema es sólo
preocupación de algunos entendidos. El aprendizaje es,
con frecuencia, lento, pero es posible que en un futuro mediato
la comprensión sobre esta materia pueda ser más
amplio que el actual.
El rol del Estado.
En lo que se refiere al papel del Estado, la
situación descrita muestra que la
voluntad política para emprender este tipo de
desarrollo, a pesar de estar presente en algunos casos, es
aún limitada. Las ideas dominantes sobre
industrialización que tienen los gobiernos de la
región, tanto a nivel central como local, corresponden a
modelos de etapas anteriores y superadas del desarrollo del
sistema capitalista. La promoción de inversiones, sobre
todo de origen extranjero, en industrias tradicionales es el
denominador común de casi todos los discursos y
deseos de los dirigentes de la región . Se requiere, en
este aspecto, un cambio
importante de mentalidad de esta dirigencia política y
económica. Como se ha visto en todos los casos de los
países industrializados la intervención del
Estado en diferentes formas ha sido constante. Bien por la
vía de la demanda, como en los EE.UU., o directamente
como en el caso japonés. Sin embargo, en lo que se
refiere al respaldo del Estado a la I & D, este se ha
mantenido a través del tiempo pero con poca intensidad
(situación que se repite en todos los países de
la región). Se requiere, entonces mayor presencia del
Estado (tanto central como local) en la promoción de
iniciativas empresariales de nuevo tipo en
Latinoamérica.
La actuación de las universidades.
La universidades han asumido un papel activo, pero
aún tímido, sobre la promoción de
iniciativas empresariales de nuevo tipo. Se puede afirmar que
han sido las únicas instituciones en instruir el
valor y el
potencial del conocimiento disponible. Pero lo que es
importante es poseer este conocimiento acumulado. Sin él
no se puede promover iniciativas exitosas en esta área.
El crecimiento de las actividades de investigación y
desarrollo es aún limitado en la región. Como
vimos más arriba la inversión en I & D es
limitada y sí a ello se suma la casi ausencia de
inversión en estas tareas de parte de las empresas
privadas, el panorama es peor aún. No puede descansar
sólo en las universidades esta responsabilidad. Aisladas es muy poco lo que
pueden hacer, como lo ha demostrado la práctica hasta
ahora en la mayoría de los casos analizados.
La totalidad de la financiación de las escasas
iniciativas han provenido del Estado. La figura del capital de
riesgo ha estado ausente de forma institucional. Por tanto, las
pocas empresas innovadoras no han sido alimentadas con capital.
La situación también es precaria en este sentido.
Son pocas las cosas que se pueden hacer ya que las limitaciones
impuestas por las deudas nacionales y las crisis
económicas que viven los países de la
región dejan muy pocas posibilidades de destinar
importantes recursos propios a estas actividades. Una salida
puede ser echar mano a préstamos de los organismos
multilaterales para financiar estas actividades y, en
particular, las referidas al fortalecimiento de la capacidad de
investigación científica y tecnológica
local.
El ambiente social.
En esta área la situación es nula en casi
todos los casos. Los actores sociales son escasos y poco
preparados para la innovación. En particular, los
empresarios son pocos dados, en general, a correr riesgos
alrededor de las actividades innovadoras. El nivel cultural y
educativo de la población es aún bajo en los
países de la región. Esfuerzos por elevar estos
niveles deben ser hechos lo más pronto posible. De lo
contrario la brecha entre los países industrializados y
los latinoamericanos será cada día más
amplia y con muy pocas posibilidades de salvarla ni siquiera a
largo plazo.
El tiempo.
El último factor a considerar es el tiempo. En
realidad todas las experiencias de la región son de
reciente data. Sí a ello se añade el relativo
poco respaldo que han tenido, es prematuro concluir sobre el
éxito o fracaso de las mismas. Lo importante es que
ellas se han iniciado y sí se impulsan podrán dar
sus frutos a mediano y largo plazo. Es bueno recordar que
cualquiera que sea el resultado de estas iniciativas siempre
dejarán algo positivo para el país que las
inicie.
Como ya se ha señalado la región
latinoamericana no ha sido ajena a las iniciativas en torno a la
creación de figuras innovadoras del tipo parque
tecnológico, de ciencia o incubadoras de empresas de
base tecnológica. Aparte de las experiencias de los
países descritas en el punto anterior, se conocen,
además, acciones para instalar y desarrollar esta nueva
modalidad de conglomerado industrial en otros países de
la región. Casos como los de Cuba o
Costa Rica,
entre otros, se podrán agregar a un estudio más
amplio sobre el particular. No se ha querido ser exhaustivos en
la presentación de los casos de Latinoamérica, ya
que no es el propósito del presente informe. Lo
que interesa más bien es el examinar cuáles son
las posibilidades de opciones y acciones para los países
que integran el Sistema Económico
Latinoamericano.
Hacia el diseño de un programa de estímulos
de ampliación de la base empresarial vía la
creación de empresas de base tecnológica
Antes de exponer el conjunto de recomendaciones que en el
plano de políticas se pueden avanzar, es necesario
hacer algunas acotaciones de interés general.
En primer lugar, debe quedar claro que no existe una
fórmula general para el éxito de un proyecto
basado en la alta tecnología. Sobre todo tomando en
cuenta que bajo la imagen de conceptos como parque
tecnológico o ciudad de la ciencia se esconden
realidades muy diversas. Lo que no cabe duda es que este tipo
de conglomerado industrial será el indicador decisivo de
la organización territorial que sostendrá los
cimientos de la estructura industrial de las economías
de los próximos años basadas en la
información.
Por otro lado, es importante señalar que la casi
totalidad de los países de la región se
encuentran apenas en lo que podemos llamar el primer nivel de
desarrollo tecnológico. Es el nivel cuyo rasgo
más destacado es la de una situación dominada por
el hecho de atraer la inversión de empresas
transnacionales, conjuntamente con la tecnología
existente. Por tanto, la construcción de parques
tecnológicos, incubadoras de empresas o ciudades de la
ciencia, en estos casos, puede jugar un papel importante en la
atracción de inversiones extranjeras. Más
adelante se avanza en detalle acerca de las
características de los diferentes niveles de
desarrollo.
Se debe tener en cuenta que esta es la situación
dominante en la región, pero no quiere decir que no se
pueda avanzar rápidamente en el desarrollo
tecnológico. Como hemos visto, el ejemplo de los
llamados países de reciente industrialización es
revelador de una voluntad de querer superar esta
situación. El caso de España
es muy importante en este sentido. Este país ante al
reto de enfrentarse a una competencia feroz de sus vecinos a
partir de 1992, cuando entraba en funcionamiento la Comunidad
Económica Europea se vio obligado a desarrollar una
capacidad tecnológica endógena para proteger su
aparato industrial. En pocas palabras, saltó de la etapa
de desarrollo tecnológico en que se encontraba hace
apenas algunos años, a una etapa donde el
fortalecimiento de su sistema
científico-tecnológico ha sido condición
necesaria para competir. De una manera similar han actuado los
países asiáticos. Esto demuestra que es posible
alcanzar rápidamente niveles de desarrollo
tecnológico, si se tiene claro los objetivos que se
persiguen. Examinemos los dos principales.
1. En algunos casos (y tal vez sea el de la
mayoría de los países latinoamericanos) el
objetivo que se persigue es el de la
reindustrialización; es decir, la creación de
nuevos empleos en nuevas industrias que reemplacen a los
antiguos empleos de antiguas industrias en decadencia. En
algunos países de la región, se trata de empleos
en sectores agrícolas o mineros básicos como
resultado del desplazamiento de la población rural a las
ciudades por el aumento de la productividad en el campo o en
las minas. En otros países, también se trata de
la sustitución de antiguas industrias básicas,
extractivas y de manufactura, que han sido el resultado de
antiguas formas de industrialización, de los ciclos
económicos anteriores. Más adelante examinaremos
las etapas de desarrollo que les toca seguir a los
países que intentan su industrialización.
2. El otro de los objetivos que se persigue, tal vez en
menor grado en la Región, es el desarrollo local,
entendido como el desarrollo de una localidad específica
de un país determinado. Esto es, que producto de la
situación de desplazamiento de establecimientos
industriales de un área a otra se han creado diferencias
regionales importantes que pueden ser resueltas mediante la
utilización del expediente de la instalación de
los parques o conglomerados tecnológicos. Por supuesto,
esto significa llevar el crecimiento de estas nuevas industrias
desde la región central hacia aquellas menos
desarrolladas.
Lo importante de estos objetivos es lo que se persigue en
última instancia: la creación de sinergias y de
un medio innovador en las sociedades que impulsan estos
procesos. Por supuesto que hablar de sinergia no
es fácil en el medio latinoamericano, pero asumamos que
la mejor forma de considerarla es como la generación de
nueva información de alto valor a través de la
interacción humana. La sinergia en sí se puede
convertir en objetivo, pero lo que se pretende es crear las
condiciones para que una economía determinada entre en
un constante ciclo innovador. El asunto es complejo. Sin
embargo, es importante comprenderlo, ya que de ello depende el
éxito de las iniciativas que se pueden emprender. El
papel innovador de una sociedad va a depender de
múltiples factores y su existencia histórica
concreta de diferentes condiciones. Pero lo que se quiere poner
de relieve es
la búsqueda de la construcción de un ambiente
innovador, por lo menos capaz de mejorar las condiciones de la
producción de bienes y servicios en una región o
país determinado.
12. Aprendiendo de las
lecciones
Del examen de las lecciones de los países
industrializados y de la iniciativas de la región, se
pueden sacar algunos aprendizajes. Estas lecciones,
también, son válidas para el diseño de
cualquier política en esta materia. Es aprender de la
experiencia ajena. Es lo que se ha hecho en el pasado, se hace
en el presente y se hará con seguridad en
el futuro. Pero también hay que aprender de cómo
se ha aprendido. En muchos casos se ha copiado la forma y no lo
esencial de los procesos. Se han reproducido más bien
caricaturas de los procesos de otras latitudes. De igual manera
puede suceder con esta modalidad innovadora de
industrialización.
Al iniciar un programa de creación de
conglomerados de empresas de base tecnológica, el primer
aspecto esencial a tomar en cuenta es, como ya se ha
señalado, determinar cuál es su objetivo
básico. En este sentido, la elección de
prioridades es decisiva. Debe haber una transacción
entre las prioridades nacionales y locales y entre los
objetivos a corto y largo plazo. La elección
tendrá, por tanto, implicaciones en las estrategias del
desarrollo económico global de un país
determinado.
De acuerdo a la teoría económica un
país puede pasar por tres etapas de desarrollo global y
a los cuales corresponden características particulares
en cuanto a las opciones a desarrollar en los aspectos
referidos a la promoción de los nuevos conglomerados
industriales de nuevo tipo. Veamos esquemáticamente
cuales son estas etapas:
Primera etapa: Los países que se encuentran
en una primera etapa de desarrollo, asumen una estrategia que
les permita atraer la inversión de empresas
transnacionales, lo cual provoca la importación de
tecnologías existentes y maduras. Es evidente que cuando
se ha llegado a un cierto grado de desarrollo, comienza un
proceso de competencia con otros países por la fuente de
inversión, razón por la cual el país debe
mantenerse perceptiblemente atractivo con respecto a la
misma.
En esta fase, la construcción de parques
tecnológicos, de la ciencia o incubadoras de empresas de
base tecnológica, puede jugar un papel importante en la
atracción de inversiones extranjeras. Se debe hacer
énfasis en la construcción de buenas
edificaciones o buenos emplazamientos para construir un entorno
atractivo; excelentes accesos por autopista y cercanos a un
aeropuerto internacional; viviendas de calidad para los
directivos y, principalmente, fácil acceso a mano de
obra bien formada y motivada. Se da por descontado la
existencia cercana de una universidad con tradición de
investigación. O en su defecto, la existencia de
vínculos con una institución de estas
características.
Segunda etapa: Cuando el país alcanza un
nivel de desarrollo más elevado y la
industrialización resulta general, define como
estrategia el desarrollo de una capacidad que le permita
mejorar la tecnología importada mediante
combinación de innovación de productos y de
innovación de procesos en cascada. Los países que
se encuentran en esta etapa implementan un proceso de apoyo de
mejora a la competitividad de las industrias existentes. En lo
que respecta a la promoción a los parques
científicos o tecnológicos, en esta etapa, debe
hacerse énfasis en el acceso a una mano de obra con un
alto nivel de formación universitaria y el Estado debe
fomentar la investigación en áreas relacionadas
con sectores objetivos de la economía nacional, como por
ejemplo, agricultura, la energía u otra área de
la actividad industrial donde se tengan algunas ventajas
comparativas que puedan con seguridad convertirse en ventajas
competitivas dinámicas.
Tercera etapa: Los países que han llegado a
esta etapa, aplican estrategias diferentes. En primer lugar,
fomentan y fortalecen sus sistemas nacionales de I & D a
fin de incentivar la generación de tecnologías
propias y comenzar un proceso de identificación de
tecnologías futuras que le sirven de plataforma a las
nuevas concentraciones industriales. Aquí el papel del
Estado se vuelve más complejo y sutil, promoviendo la
investigación básica y sus aplicaciones en
áreas prioritarias. Esto implica la expansión y
mejora de universidades ya existentes y la creación de
nuevas. Quizá una de las fases más difícil
del proceso, sea la creación de vínculos entre
los investigadores y la industria. Este factor puede ser
determinante del éxito de los parques de la ciencia o
tecnológicos y depende fundamentalmente, de la cultura
académica e industrial predominante en el país
que se considere.
Las naciones industrializadas, han tenido que pasar de
una manera u otra por estas etapas, en muchos casos durante
largos períodos. Sin embargo, existen experiencias
concretas, como ya se indicó, de saltos desde la primera
etapa a la tercera en apenas una generación.
A partir del análisis de la experiencia de los
países que han alcanzado el éxito industrial, se
desprende que el Estado juega un papel decisivo en el proceso
de industrialización, aportando el entorno adecuado y
las bases apropiadas para el desarrollo de empresas privadas
competitivas. Para ello, el país debe tener claridad en
relación a la posición que ocupa en la curva de
aprendizaje y a los objetivos y estrategias a seguir a fin de
pasar a un nivel más avanzado de desarrollo y de ser
posible, saltar etapas dentro del proceso.
La intervención del Estado resulta decisiva. El
Estado debe aportar el entorno apropiado y la base apropiada
para el desarrollo de empresas privadas vigorosas y
competitivas. Asimismo, el estado debe fomentar la
formación de personal de alto nivel (licenciatura y
hasta doctorado). Además, el Estado debe incentivar
deliberadamente la I & D en ciertos campos
específicos relacionados con sectores objetivos de la
economía. Para poder hacer esto hay que desarrollar la
investigación básica académica
(universitaria). Nunca es demasiado pronto para que un
país comience a construir al menos un importante centro
universitario dedicado a la investigación. Si lo hace en
los primeros niveles de desarrollo industrial, mejor; las
tradiciones de buena investigación no se construyen de
un día para otro, esta tarea puede llevar varias
décadas y debe estar preparada para el momento que el
país necesite desarrollar su potencial innovador. Como
vimos más arriba, alcance otras etapas de desarrollo
distinta a la que se encuentra.
En las distintas etapas de desarrollo es importante la
elección de las industrias fundamentales para que
actúen a manera de detonante. Ello también tiene
que ver con la elección de la tecnología;
más concretamente con el énfasis que se haga en I
& D a nivel local. El criterio más recomendable es
el de escoger aquella área en la cual un determinado
país posee ventajas comparativas. Estas ventajas se
pueden y deben convertir, por supuesto, en ventajas
competitivas dinámicas. En el caso de los países
industrializados, que se han analizado (en particular, Estados
Unidos, Reino Unido y Francia), la demanda del sector militar
actuó como detonante del desarrollo del nuevo tipo de
empresa. Esto fue así hasta el punto de llegar a
modificar, en el caso americano, el mapa industrial.
Los países de la región poseen muy variados
detonantes. Se puede mencionar a manera de ilustración: la extensa zona
amazónica, común a nueve países
sudamericanos. Esta zona dispone de un acervo de recursos y
posibilidades que en si misma es suficiente para desarrollar
múltiples posibilidades industriales de nuevo tipo.
Entre ellas la biotecnología o la farmacología
molecular, se pueden indicar sólo a título de
ejemplo. De igual manera, cada país en concreto
sabe cuales son sus potencialidades y en tal sentido puede,
debe y tiene que actuar.
El último aspecto a considerar es la
cuestión del tiempo. Ya en las lecciones de los
países industrializados, se ha señalado la
importancia de la perspectiva a largo plazo. La
construcción de conglomerados de empresas de base
tecnológica no es una política cuyos resultados
se puedan medir tras un corto lapso. Si se alcanza el
éxito será algo que habrá que medir
después de varias décadas. Se necesita un
compromiso a largo plazo por parte de los gobiernos. Esta
acción debe ser considerada de la misma forma que lo son
otros elementos de una estrategia de desarrollo como la
educación y la investigación científica
con las cuales está íntimamente ligadas. Esto
debe ser comprendido tanto por el sector público como
por el sector privado.
Debe quedar también claro que no se considera al
Estado como una entidad monolítica. De ninguna manera lo
es. Dentro de esta denominación se encuentran diferentes
niveles que pueden comportarse de forma diferente. Esto debe
ser considerado en el momento de establecer una política
que pretenda estimular la creación de parques
industriales de este tipo. Por ello debe tomarse en
consideración las distintas instancias del Estado
incluyendo en ellas a las universidades y a los institutos de
investigación.
Propuestas de opciones y acciones para
Latinoamérica y el Caribe
Se han señalado ya cuáles son las
condiciones necesarias para disponer de una capacidad
empresarial innovadora. En este sentido, se ha insistido en la
necesidad de disponer de tres factores fundamentales:
A) La materia
prima necesaria: la información; es decir,
conocimiento sistematizado llevado a la producción y con
posibilidades de expanderse constantemente. Ya se dijo
más arriba que el desarrollo del sistema capitalista
tiene una línea común con el desarrollo de la
investigación científica y tecnológica. A
más conocimiento mayor avance en el dominio de la
naturaleza y por lo tanto mayores posibilidades de aumentar la
productividad de bienes y servicios.
B) Un nuevo tipo de empresario, innovador a la manera
como lo señala Drucker (1985), acompañado por
personal de alto nivel, sobre todo en los campos de I & D y
de las disciplinas profesionales vinculadas al nuevo paradigma
tecno-económico (la computación, la ingeniería, entre
otras); y
C) Capital de riesgo para respaldar las iniciativas que
muchas veces, con muy poca probabilidad
tendrán éxito. En relación a esto
último se debe señalar que en promedio de cada
cien ideas, en apariencia novedosas, sólo una con
seguridad podrá llegar al mercado con relativo
éxito. Y cosa importante: esto se logra en la
mayoría de los casos en lapsos de ocho a diez
años.
Ahora bien, en casi todos los países de la
región la situación real es de carencia de todos
estos factores necesarios para emprender una acción
decisiva de esta naturaleza.
Se sabe, además, que para que las economías
sean competitivas hace falta capital, personal y capacidad de
negociación. Por una parte el capital es
escaso, basta ver el monto de la deuda externa
que tiene acumulado los países latinoamericanos. Por
otra parte, el personal calificado de alto nivel es
también escaso y con tendencia a moverse hacia fuentes de
mayor remuneración, de mejores condiciones de trabajo y
de valoración social de sus actividades, en particular
hacia los países industrializados. Por último, la
capacidad de negociación ha sido a lo largo de la
historia regional limitada; pero es esto lo que se puede en
realidad desarrollar más rápidamente.
Estas consideraciones resumen, en forma por demás
esquemática, el ambiente y las condiciones, en
apariencia no favorables para el diseño de una
política hacia el fortalecimiento del parque industrial,
a través de la figura de la empresa de base
tecnológica. Sin embargo, es posible avanzar en esta
dirección si se comprende cuál es el proceso,
cuáles los detonantes y cuáles son las decisiones
que se deben tomar. Además, de identificar los actores
adecuados que tendrán roles importantes en el proceso.
Se intentará a continuación, entonces, avanzar
algunas propuestas que son sólo indicaciones generales
sobre las políticas a seguir por los países de la
Región.
14. Resumen de las
políticas a aplicar
1. Se debe poseer una estrategia de desarrollo clara.
Esto quiere decir que cada uno de los países debe
evaluar cuál es su situación y en qué
nivel de desarrollo se encuentra y a partir del resultado
obtenido en la evaluación construir una estrategia de
desarrollo a largo plazo. A cada nivel de desarrollo
corresponde una acción determinada. Se pueden saltar las
etapas, pero en cada una de ellas se deben usar los
instrumentos adecuados. Esto parece en principio sencillo, pero
en realidad no es fácil de abordar. Sobre todo por el
cúmulo de ideas y preconcepciones que se tienen en torno
al desarrollo económico, en general, o industrial, en
particular. La ideologización del tema es abundante y
las posiciones son en extremo maniqueas. Se debe, por tanto,
hacer un esfuerzo por colocar la discusión en su justo
término y en este sentido el camino más seguro es el de
identificar cuáles son las ventajas comparativas que se
poseen.
2. Se debe invertir en las ventajas comparativas; cada
país las posee y sobre ellas debe centrar sus esfuerzos
en la creación del parque industrial. Al principio
importando la tecnología necesaria, para desarrollar una
infraestructura industrial que permita aprender cómo se
hace para luego obtener un cierto grado de competencia propia.
Ello se logra a través de la capacitación y
calificación de la fuerza de
trabajo. No se puede olvidar que la fuerza motriz de las
empresas del nuevo paradigma es el conocimiento y este se
encuentra en las personas. Las personas son las que conforman
en definitiva el ambiente innovador, con el cual se genera la
sinergia necesaria de las etapas superiores del desarrollo de
las capacidades industriales en una localidad o país
determinado.
3. Para ello es necesario poseer una visión a
largo plazo. Se ha insistido que los programas de
conglomerados de empresas de base tecnológica (bien sean
parques o incubadoras) son emprendimientos de largo alcance.
Por tanto, la planificación de estas iniciativas debe
considerar muy seriamente esta condición. No se pueden
esperar resultados a corto plazo, sería un error de
partida pensar en ello con visión de corto alcance. Ello
conlleva a la necesidad de evaluar correctamente de
dónde pueden surgir las innovaciones.
4. Hay que identificar de dónde viene la
innovación, para lo cual resulta decisiva la existencia
de una relación investigación-industria, en ambos
sentidos. Las universidades son claves en este proceso, pero no
siempre. Ya se dijo que las universidades son buenos
aceleradores del proceso, pero sólo cuando se trata del
tipo adecuado de institución universitaria; es decir,
aquella donde se ha desarrollado la investigación de
excelencia. Las universidades pueden desempeñar su papel
innovador si continúan siendo instituciones
fundamentalmente autónomas, fijando sus propios
intereses de investigación y estableciendo sus propios
criterios de calidad científica. Los servicios a
ultranza y la dependencia de fuentes de financiación
externa hacen en extremo vulnerables a estas instituciones y a
la larga minan la calidad de sus conocimientos y saberes. Por
su parte, la industria es el locus por excelencia de la
tecnología y por lo tanto actúa como demandante
del conocimiento necesario para la resolución de sus
problemas. Un empresariado que considere que la ciencia y la
tecnología se pueden convertir en capital, es el actor
principal de los conglomerados de empresas de base
tecnológica. En su defecto, algunos investigadores
pueden y deben convertirse en empresarios como efecto de
demostración. La creación de unidades de
transferencia de resultados de investigación, creadas en
las universidades, puede ser un mecanismo idóneo en las
primeras etapas de desarrollo de los programas de empresas de
base tecnológica. Pero para que esto sea posible es
importante poder comunicarse; es decir, recibir y trasmitir
información.
5. En tal sentido, se necesita construir las redes de
información desde el principio, cuando se toma la
decisión de crear el conglomerado de empresas de nuevo
tipo. La información es la materia prima más
importante y debe haber adecuados caminos para que ella pueda
fluir. Al respecto, no hay modelo a seguir. Deben tomarse en
cuenta las condiciones culturales de cada país o
región. La forma más efectiva de
transmisión de la información puede variar de un
país a otro y los medios a utilizar variarán, en
consecuencia, de caso a caso. No se debe perder de vista que lo
buscado es la construcción de un ambiente
sinérgico en una sociedad particular.
6. En los países de poco desarrollo y gran
concentración de recursos (materiales y humanos) en sus
zonas metropolitanas, las estrategias de
descentralización a corta distancia pueden facilitar el
proceso. Por ejemplo, la construcción de parques
tecnológicos o incubadoras de empresas en la periferia
de la capital, donde casi siempre se concentran la
mayoría de las condiciones para su desarrollo, pueden
ser más efectivos que la de desarrollarlos lejos de las
condiciones necesarias para estas actividades. Si por el
contrario, se opta por una estrategia de larga distancia en el
territorio nacional es necesario ser mucho más
selectivo, concentrándose en una o dos áreas
objetivo que puedan ofrecer las mejores perspectivas en
términos de instalaciones; como son: la existencia de
universidades con tradición de investigación,
capacidad empresarial, tradición industrial y un cierto
liderazgo político. Sin embargo, una política de
dispersión tiene el riesgo de no conseguir el impulso
buscado. Para ello hay que encontrar alicientes de
carácter nacional.
Como se ha señalado, en las experiencias de larga
data en los países industrializados, los impulsos al
nuevo tipo de empresa vinieron, en lo fundamental, del sector
militar. La defensa nacional, o la competencia espacial en unos
casos, ha jugado un papel muy importante en el desarrollo de
muchas innovaciones en el pasado reciente. No obstante, no se
puede pretender que este se convierta en el aliciente en los
países de la región. Al menos no es un caso
generalizable, aunque este factor juegue un papel importante en
algún país en concreto. Los alicientes pueden
provenir del interés nacional en cada caso. Así,
los países que participan en el mercado mundial
suministrando energía (fósil, como el petróleo) y cuyas economías se
basan en esta capacidad deben desarrollar sus capacidades
industriales, por ejemplo, en dos vertientes: una, aguas abajo
en términos del desarrollo industrial pasando a la
petroquímica y a la industria química
orgánica; y dos, en el desarrollo de capacidades en el
campo de las energías alternas, desarrollando
actividades de I & D, con el fin de mantenerse
competitivos. Esto es sólo un ejemplo de las
posibilidades que tienen algunos países de la
región; con igual lógica se puede afrontar la
situación de otras naciones. Esta política puede
permitir el desarrollo de nuevos nichos en el mercado
concentrándose en las verdaderas capacidades disponibles
en el país determinado. Sin embargo, esto último
exige un examen detenido de las potencialidades disponibles
tanto en el plano material como intelectual.
8. Se necesita mucho tiempo para que un conglomerado de
empresas de base tecnológica alcance un relativo
éxito. Se alude a períodos mucho más
largos de los que se está acostumbrado a considerar
tanto en el plano empresarial como en el político. Hay
que proceder con estos proyectos como cuando se cuida a un
recién nacido en estado delicado. Por ello el
término incubadora no es del todo desacertado.
Señala el cuidado que por un largo lapso hay que tener
con este tipo de programa. Es por ello que la tentación
inmobiliaria es uno de los peligros que afrontan este tipo de
desarrollo. Se debe, por tanto, preservar los objetivos del
programa a como dé lugar a lo largo de su
ejecución.
9. Por último, pero no por ello menos importante,
se debe evitar caer en el pesimismo ante el eventual fracaso de
un proyecto en particular. Se puede afirmar que en ellos no
puede estar presente semejante situación. Cualquiera sea
el resultado siempre será mejor que la parálisis
o no tener nada. Este tipo de emprendimiento siempre deja un
fruto, tanto en lo material (unas instalaciones o unas empresas
que sí prosperaron) como en lo intelectual (una
capacidad fortalecida de pensar en problemas desde una
universidad).
Finalmente, y a manera de conclusión, la actividad
de investigación se ha hecho cada día más
presente en la vida moderna. Por ello como lo señalan
Callon et al. (1994) esta actividad se ha convertido en el
centro de todas las instituciones, bien sean empresas,
universidades u organismos de gobierno. Ya no sólo se
investiga para conocer lo desconocido y obtener conocimientos
certificados. Se investiga, además, para resolver
problemas de orden colectivo de un país en concreto como
pueden ser la salud de su población, el ambiente, el
prestigio de la nación, etc. Se hace
investigación, también, para hacer competitivas
las economías nacionales, para formar cada vez
más y mejor personal de alto nivel, y en fin, para
expandir el conocimientos a la población. La modalidad
de empresa de base tecnológica es, entonces, una
expresión más de esta realidad del fin de
siglo.
15. Recomendaciones
prácticas para el SELA
Con el fin de profundizar en las acciones posibles en la
Región se propone al Sistema Económico
Latinoamericano -SELA- tres acciones concretas para avanzar en
el diseño e instrumentación de una
política de estímulo de ampliación de la
base empresarial, en particular la industrial, sobre la figura
de la empresa de nuevo tipo o empresa de base
tecnológica. En tal sentido, se propone:
1. Generar un intercambio inicial entre especialistas y
distintos niveles gubernamentales sobre la materia. Esta
reunión podría tener un carácter de
reunión exploratoria sobre el tema de
industrialización y del uso de la figura de empresa de
base tecnológica para estimular la ampliación de
la base industrial en la región.
2. Con posterioridad, promover la realización de
un seminario
internacional sobre el tema "Posibilidades de la empresa de
base tecnológica para la ampliación de la base
empresarial en la región latinoamericana". En
este seminario participarían responsables
gubernamentales en las áreas de planificación
industrial, política
económica y ciencia y tecnología.
Además, de representantes empresariales y representantes
del mundo de la investigación científica y
tecnológica. El objetivo de esta reunión
sería el de examinar el potencial regional para avanzar
en la instalación de conglomerados de empresas de nuevo
tipo en Latinoamérica. Se propone invitar también
algunos representantes de los países desarrollados para
que expongan los resultados obtenidos en sus experiencias y
estudios.
3. La promoción de un proyecto de
investigación sobre las experiencias existentes,
promoción de nuevo tipo de empresas o empresas de base
tecnológica en la región, que permita conocer en
mayor profundidad la dinámica de estos procesos. La
finalidad de esta propuesta es la de profundizar en el estudio
del tema por la vía de la medición de los efectos
en los casos concretos ya funcionando y cuyos resultados puedan
servir de termómetro para medir las posibilidades y
particularidades en cada país. Un estudio de esta
naturaleza podría recibir el apoyo de la ONUDI o de la
Comunidad Económica Europea.
4. Por último, se debe prestar atención y
asistir, con representantes de alto nivel, a las reuniones que
sobre el tema se realicen en la región y fuera de ella,
cuando el tema así lo amerite. En tal sentido, es
recomendable asistir a la V WORLD CONFERENCE ON SCIENCE PARKS,
que se realizará en Río de Janeiro, Brasil, el
próximo mes de octubre ( 29 al 31).
Autor:
Luis Martinez