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El Dominio Propio




Enviado por fco.polanco



    El dominio propio es
    la capacidad que nos permite controlar a nosotros mismos,
    nuestras emociones y no
    que estas nos controlen a nosotros, sacándonos la
    posibilidad de elegir lo que queremos sentir en cada momento de
    nuestra vida. Nosotros somos los actores o hacedores de nuestra
    vida ya que de las pequeñas y grandes elecciones depende
    nuestra existencia; tenemos la importante posibilidad de hacer
    feliz o no nuestra vida, a pesar de los acontecimientos
    externos.

    Esos acontecimientos no son los que manejan nuestra
    vida, sino nosotros mismos, como sujetos activos manejamos
    nuestra felicidad dependiendo de la interpretación que
    hacemos de ellos. Somos lo que pensamos y si aprendemos a
    controlar nuestros pensamientos tambien así podremos
    controlar nuestras emociones.
    Sentimiento, lo podemos definir como una reacción física a un pensamiento.
    Si no tuviéramos cerebro no
    sentiríamos, con algunas lesiones en el cerebro no se
    siente ni el dolor físico.

    Todas las sensaciones llegan precedidas por un pensamiento y
    sin la función del cerebro no se pueden experimentar
    sensaciones. Si se controlan los pensamientos, las sensaciones y
    sentimientos vienen de los pensamientos, entonces ya se es capaz
    de tener un dominio propio o autocontrol.

    El derecho de vivir es un verdadero privilegio que pocos
    pueden apreciar como realmente deberían de hacerlo. La
    vida viene a ser más importante, más seria y a
    veces más desafiante, a medida que progresa hacia su
    periodo de mayor utilidad. Coloca
    sobre el individuo la responsabilidad de dejar un memorial mucho
    más grande y duradero que la lápida colocada en su
    tumba.

    La vida
    significa más que meramente vivir por un espacio de
    años. Es una escuela en la
    cual los padres son los primeros instructores en el arte del dominio
    propio. La obra de los padres es generalmente suplementada por un
    curso de entrenamiento
    formal en instituciones
    adicionales. Si el estudiante es apto y aprende bien su leccion
    temprano en la vida, se ahorrará a sí mismo, a sus
    padres, como tambien a sus maestros, muchas dificultades y
    tristezas. Y aún más que eso, sus padres
    estarán orgullosos de él como hijo y sus maestros,
    como discípulo.

    Pero si por lo contrario fuera uno de los
    comparativamente pocos estudiantes indolentes, que fallan en
    captar rápidamente las lecciones de dominio propio del
    cuadro, pero el muchacho y los padres quedarán como
    factores permanentes. Y si la falta de dominio propio se
    volvierre incorregible, el estado se
    haría cargo de la situacíon por mediosde diversos
    factores como son, los correccionales de menores y
    guardían de los derechos de la comunidad.

    Pero el punto más importante para toda persona joven es
    que no necesita que nadie lo mande excepto cuando fracasa en
    mandarse a sí mismo. El dominio propio podría
    considerarse como uno de los factores de mayor importancia en lo
    que es la
    personalidad de un individuo. Y realmente este representa
    mucho para una persona, ya que
    este sirve digamos como guia a la manera o forma de actuar de
    determinada persona.

    Es por esto que se llega a la conclusion de que: "Un
    carácter noble no es resultado de casualidad, claro que
    no, ni tampoco se debe a favores de la Providencia, ni nada
    así, sino que es el resultado de la disciplina
    propia, del dominio propia, o podría decirse de la
    sujección de la naturaleza
    inferior a la superior, de la entrega del yo al servicio de
    Dios de los hombres . . . "El cuerpo es un medio muy importante
    de desarrollar la mente y el alma para la edificación del
    carácter. De ahí que el adversario de las almas
    encauce sus tentaciones para debilitar y degradar las facultades
    físicas. El éxito que obtiene en ellos significa
    con frecuencia la entrega de todo el ser al mal".

    A todos nos molesta que nos falle aquello que
    esperábamos como seguro. Es normal
    que nos disguste y hasta que nos enfademos por ello, pero cuando
    este sentimiento se convierte en rabia, hostilidad, incluso
    agresividad, y especialmente cuando resulta inmovilizante, sin
    permitirnos reaccionar contra el problema, u no sólo
    contra la persona o cosa que lo ocasiona, entonces nos lleva a la
    perdida del dominio propio. Por lo general el origen de la
    perdida del dominio propio es el deseo de que todos sean como
    nosotros, con nuestras mismas reacciones y comportamientos. Pero
    la la perdida del dominio propio no es algo innato al ser humano,
    sino un hábito adquirido.

    Las ocasiones en las que surge son frecuentes y comunes
    a todas las personas. El mero hecho de conducir parece incitar al
    enfado contra los demás conductores, así como los
    atascos, los juegos
    competitivos, los impuestos, la
    falta de puntualidad o el haber cometido un error o un olvido. En
    cualquier caso, la perdida del dominio propio no sólo
    resulta molesta e inútil para aportar soluciones,
    sino que incluso nos impide disfrutar del momento y de la
    situación.

    Suele considerarse algo normal y un signo de
    carácter y hasta de entusiasmo, pero la realidad es que la
    perdida del dominio propio llevado a su extremo tiene efectos
    perniciosos sobre lo físico y lo psicológico. Por
    otro lado interfiere en las relaciones personales por ser un
    obstáculo a la
    comunicación y favorecer la culpabilidad y la depresión.

    No se puede evitar sentirse desilusionado por la
    frustración de lo que sucede, ni dejar de sentir rabia o
    enfado, pero sí evitar que el sentimiento de la ira nos
    domine y afecte a nuestra vida. Resulta paradójico que la
    clave para superar este sentimiento, originado por nuestro deseo
    de controlar a los demás, es precisamente no dejarnos
    dominar por ellos ni por los sentimientos que nos inspiran. Y
    para esto, no hay como tener una buena opinión de uno
    mismo.

     

     

    Autor:

    Alberto Polanco
    fco.polanco[arroba]codetel.net.do

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