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Análisis del libro "El amigo de Baudelaire" de Andrés Rivera (página 2)




Enviado por gisu



Partes: 1, 2

4. Gobernación Rosista.

El régimen que Rosas instaura
como gobernador de Buenos Aires
(1829-1832; 1935-1852), fue el emergente de una severa crisis de
legitimidad que había afectado a las instituciones
políticas de la Provincia de Buenos Aires,
una de las características más importantes que
surgen del análisis de su gestión
es la de un régimen constituido gradualmente, que si bien
hacia proyectos al
largo plazo estaba mas comprometido con la coyuntura inmediata.
Hacia 1829, momento en que asume Rosas en su primer gobierno, la
situación reinante era de gran inestabilidad tanto
política
como social.

En lo político hasta ese momento se habían
sucedido por lo menos tres fracasos importantes: la crisis de
1820; el colapso de la presidencia rivadaviana y del congreso
constituyente en 1826-1827; y la ruptura militar y posterior
guerra civil
de 1828-1829, cuyas consecuencias repercutieron principalmente
sobre los aspectos sociales y económicos.

El orden rosista, por lo tanto reforzó y
dirigió su política hacia esta problemática
construyendo un nuevo centro de autoridad, que
fue concentrando el poder
progresivamente. La razón del triunfo de Rosas y del
federalismo en
Buenos Aires la encontramos fundamentalmente en que supo captar
las transformaciones que se venían gestando en el seno de
la sociedad y en el
equilibrio
mismo de la provincia. Según Halperin Donghi, lo esencial
de esos cambios es la politización de los rurales: "donde
antes solo se veían reducidas masas de votantes
pasivamente dispuestas a apoyar las listas de los representantes
concordadas entre los hacendados y los señores del Partido
del Orden, la dimensión política de la
campaña esta definida ahora por la movilización
popular de 1829, la única que hasta entonces ha conmovido
al Buenos Aires rural y ha dado el golpe de gracia a la revolución
militar de diciembre de 1828." (Halperin Donghi, Tulio: "El
surgimiento de la Confederación", De la revolución
de independencia
a la confederación rosista. Colección De Historia
Argentina, Tomo III. Bs. As. , Paidos, 1971, Pp 301.)

Durante este primer periodo de gobierno (1829-1832) Rosas
va a gobernar con facultades extraordinarias, otorgadas por la
Legislatura al Poder
Ejecutivo durante la guerra civil promovida por Lavalle, y
que al ser revocadas en 1832 van a provocar el alejamiento del
gobernador del mando. Desde 1832 hasta 1835, el movimiento
liderado por Rosas sostiene una lucha contra ejecutivos
bonaerenses hasta provocar una ruptura en la posición
hasta entonces sostenida por la Sala de Representantes reacia a
conceder la renovación de los poderes excepcionales, que
le confiere no solo estas facultades sino también la suma
del Poder Publico, que equivalía a una manifiesta
abdicación de todos los demás poderes del estado ante el
Ejecutivo.

La guerra civil en el interior (comparable con la
posterior, que vimos representada en la película "La
Patagonia
Rebelde") fue un fenómeno prácticamente habitual
durante los años de hegemonía rosista, pero
además, junto a estos conflictos se
encontraban los entablados con las potencias extranjeras.

El objetivo
principal de Rosas era la construcción de un orden
socio-político legitimo y estable, tras dos décadas
de inestabilidad provocados por las guerras de
independencia y civiles, un orden que garantizara:

  • El predominio del sector mercantil-ganadero
    porteño.
  • La inserción plena en el mercado
    mundial.
  • El control de
    los recursos
    obtenidos por este comercio a
    través del puerto y la aduana de
    Buenos Aires.
  • El desarrollo
    de políticas que permitieran la expansión de la
    producción pecuaria demandada por aquel
    mercado.

Cuando Rosas llega al poder, su acción
política tiene un objetivo claro: la paz. Se asigna el
doble papel de
apaciguador y de representante político del sector
popular, de las masas urbanas y principalmente rurales que cada
vez están mas movilizadas producto de
los acontecimientos del ultimo año. Lo que se propone
fundamentalmente es "el afianzamiento de un nuevo orden capaz de
asegurar la constitución y afirmación de esta
clase (burguesía terrateniente de Buenos Aires) en su
periodo de acumulación originaria" (Ansaldi, Waldo: "La
Forja De Un Dictador: El Caso de Juan Manuel de Rosas", En:
CRITICA Y UTOPÍA, n° 5, 1981, pp. 34.)

La oposición y las criticas al gobierno de los
llamados por Rosas "unitarios", "herejes", "impíos" etc.,
si bien no desaparecieron, la exclusión y la intolerancia
política que formaba parte del "federalismo rosista",
así como el terror tan característico de este
régimen provocaron un importante debilitamiento de los
mismos.

El terror que aparece y se afirma en la segunda parte de la
década del 30 es un instrumento de disciplina
nada desdeñable, un arma de lucha política
utilizada a conciencia para
amedrentar a los opositores y hacer gobernable a la provincia. El
uso mandatario de la divisa y del cintillo federal, así
como la prohibición de expresar opiniones contrarias al
rosismo, constituyeron otras formas de exclusión
política.

La Sociedad Popular Restauradora, una organización para-policial estaba encargada
de la identificación y separación de los unitarios
del cuerpo de la República. Su fuerza de
choque, la Mazorca, llevaba adelante los asesinatos y las
intimidaciones.

Texto adjunto.

Es muy claro que aparecen aquí en juego los
temas de civilización y barbarie. Al respecto, hemos
incluido un artículo de J.P.Feinmann que lo
comenta:

5. Civilización y
barbarie.

Corre el año 1935. En la Universidad de
Friburgo, en Alemania, en
una Alemania ya absolutamente sometida al poder de Hitler y el
nacionalsocialismo, el filósofo Martin Heidegger dicta, en
verano, un curso de Introducción a la metafísica.
En uno de sus más notables pasajes –sus pasajes
notables son muchos, ya que se trata de un texto
fundamental– se consagra a describir la situación
presente de Europa. Europa,
dice, se encuentra en "atroz ceguera", se encuentra "a punto de
apuñalarse a sí misma". La descripción que
hace Heidegger de esa Europa de mediados de la década del
treinta se aplica en gran medida a lo que se entiende hoy por
posmodernidad
histórica. Me permitiré citar un texto excepcional.
Es el que sigue: "Cuando el más apartado rincón del
globo haya sido técnicamente conquistado y
económicamente explotado; cuando un suceso cualquiera sea
rápidamente accesible en un lugar cualquiera y en un
tiempo
cualquiera; cuando se puedan 'experimentar',
simultáneamente, el atentado a un rey en Francia, y un
concierto sinfónico en Tokio; cuando el tiempo sólo
sea rapidez, instantaneidad y simultaneidad, mientras que lo
temporal, entendido como acontecer histórico, haya
desaparecido de la existencia de todos los pueblos; cuando el
boxeador rija como el gran hombre de una
nación; cuando en número de millones triunfen las
masas reunidas en asambleas populares, entonces, justamente,
entonces, volverán a atravesar todo este aquelarre, como
fantasmas, las preguntas: ¿para qué? –
¿hacia dónde? – ¿y después
qué? (Introducción a la Metafísica, Cap. I).
Así, Heidegger, en 1935, vaticina la recorrida de un nuevo
fantasma por Europa: el fantasma de las preguntas fundamentales.
Es notable su descripción –siempre cara a los
alemanes– de esta decadencia de Occidente. Su idea acerca
del tiempo transformado en rapidez es una de las más
perfectas conceptualizaciones de nuestro presente
histórico. Es cierto que nada tiene que ver con nuestra
actualidad esa visión de "las masas reunidas en asambleas
populares". Asoma, aquí, el anticomunismo de Heidegger, su
desdén por la masa.

(…)

Civilización y barbarie no fueron conceptos que
Heidegger utilizara. Sin embargo, es transparente que en su
filosofar Alemania representa la potencia
espiritual (que es, siempre, la civilización) y los
restantes pueblos la decadencia espiritual, es decir, la
barbarie. Lo que me importa, sustancialmente, destacar es lo que
sigue: una filosofía se transforma en ideología
cuando niega toda posibilidad de verdad en el diferente. Los
nazis creían encarnar las hondas potencias espirituales de
Occidente y creían luchar contra la masificación
soviética y contra el uso mercantilista de la
técnica encarnado por el capitalismo
judío. Eran el centro, eran la posibilidad de la
redención. De este modo, tenían derecho a todo. Y
muy especialmente: a disponer de las vidas de los otros.

En toda violencia late
el esquema civilización-barbarie. A veces se mata en
nombre de la barbarie. Se mata lo establecido, lo racional, lo
instaurado. La civilización entendida como
sacralización del Poder. Aquí, la barbarie se asume
como lo distinto, lo nuevo, lo –por usar una palabra que
hoy se usa– transgresor. Lo que transgrede el orden
monolítico del ser. Lo que es –se dice–
siempre es reaccionario, precisamente porque es, porque
está consolidado, porque ha devenido una cosa y ha perdido
su vigor, su insolencia histórica. Toda
cosificación es reaccionaria, y la civilización es
eso: es la cosificación de un Poder constituido al que hay
que destruir. Esto permite entender el nihilismo de ciertas
violencias y –sobre todo– permitiría
comprender (y ya llegaremos a este tema) el terrorismo de
fin de milenio: cuando ya no se puede transformar el mundo lo
único que resta es destruirlo.

(…)

La civilización ejerce la violencia en nombre de
valores que se
proponen como constructivos. La violencia de la
civilización no se piensa a sí misma como
nihilista. Siempre está por construir un mundo. Y la
construcción de ese mundo implica el aniquilamiento de los
diferentes.

Nadie utilizó la violencia civilizadora con más
pasión y lucidez que Sarmiento. Porque Sarmiento no
sólo hizo matar a Angel Vicente Peñaloza, el
Chacho, sino que, asimismo, ofreció la más
compleja, prolija y, por decirlo así, obstinada defensa de
ese asesinato. Lo hizo en un libro que
llamó El Chacho y que, en uno de sus pasajes, dice: "Las
'guerrillas' desde que obran fuera de la protección de
gobiernos y ejércitos están fuera de la ley y pueden ser
ejecutadas por los jefes en campaña. Los salteadores
notorios están fuera de la ley de las naciones y sus
cabezas deben ser expuestas en los lugares de sus
fechorías". No hay que dudarlo: si uno quiere saber
cómo y por qué se mata en nombre de la
civilización… hay que leerlo a Sarmiento. Esa tarea nos
espera.

6. Andrés
Rivera.

Andrés Rivera, alguna vez obrero textil, nació
en Buenos Aires en 1928. En 1985 obtuvo el Segundo Premio
Municipal de Novela con En
esta dulce tierra. En
1992 recibió el Premio Nacional de Literatura por su novela La
revolución es un sueño eterno y, en 1993, la
Fundación El Libro distinguió La Sierva como el
mejor libro publicado en 1992. En Octubre de 1995 recibió
el Premio del Club de los XIII por El verdugo en el umbral. Su
novela histórica —expresión que el autor
rechaza— El farmer, sobre los años finales de Juan
Manuel de Rosas, permaneció varias semanas entre los
libros
más vendidos en Argentina en
1996. Vive actualmente en la Ciudad de Córdoba
(Argentina).

Entre sus obras:

  • Nada que perder (1982)
  • En esta dulce tierra (1984)
  • Los vencedores no dudan
  • Una lectura de
    la historia
  • La revolución es un sueño eterno (1987)
  • El amigo de Baudelaire (1991)
  • La sierva (1992)
  • Mitteleuropa (1993)
  • El verdugo en el umbral (1994)
  • El farmer (1996)
  • La lenta velocidad
    del coraje (1998)

Feria del Libro: entrevista
pública con un narrador de lujo.

Andrés Rivera y el arte de
reescribir la historia.

Premio Nacional 1992, el NARRADOR congregó a un
centenar de personas, familiarizadas con su obra · Rivera,
autor entre otras obras de una magnífica biografía novelada de
Juan José Castelli, "La revolución es un
sueño eterno", habló de sus novelas y de
cómo nació su vocación · Y
confió que prepara una novela sobre Rosas.

Andrés Rivera.

"Yo estoy convencido de que ningún libro, por bueno que
sea, puede cambiar el mundo. Pero tengo que escribir." Así
cerró su charla con la periodista Viviana Gorbato y con el
público, el escritor Andrés Rivera, uno de los
narradores argentinos más respetados. El autor ganó
este respeto y buenas
cifras de venta con novelas
como En esta dulce tierra, La sierva, El amigo de Baudelaire "la
más reciente" El verdugo en el umbral.

En la sala Victoria Ocampo había un centenar de
personas, casi todas evidentes seguidoras de este escritor que
nació en 1928 en Villa Crespo llamándose Marcos
Ribak. Fue cuando joven un obrero textil, después
periodista y escritor. En 1992 ganó el Premio Nacional de
Literatura por su novela La revolución es un sueño
eterno, donde el protagonista es Juan José Castelli.

¿Cuál es el punto de partida de historias como
la de La revolución…? En tono tranquilo y certero,
acercándose a un micrófono que tiene un largo cable
verde, Rivera contesta: "Leí en el invierno de 1985 que
Juan José Castelli "que fue llamado 'el orador de la
revolución' tenía y murió de un
cáncer en la lengua.
¿No les parece que el doctor Sigmund Freud
estaba ahí? Bueno, ese dato mínimo disparó
la novela.
Juan José Castelli, el orador de la revolución,
tiene necesidad de decirlo todo. Y llena dos cuadernos con su
caligrafía, antes y después de que le cortaran la
lengua".

Ahora, Rosas

Andrés Rivera se para y sirve agua en su
vaso y en el de su entrevistadora. "Los buenos oradores necesitan
agua", aclara. Y escucha la siguiente pregunta:
¿cómo se hizo escritor?
Rivera hace una pausa y cuenta. Cree que su destino tiene que ver
con su origen: "Nací en un hogar obrero. Mi padre, que era
dirigente sindical, necesitaba leer, necesitaba saber. Por esa
época, se reunían en mi casa otros hombres como mi
padre. Bajaban de los andamios, salían de los talleres
metalúrgicos, emergían de los talleres de sastres y
allí estaban. Tenían pocos escritores para citar,
pero los citaban, necesitaban ese mundo abstracto de la letra
para afirmarse. No hubo alternativa para mí. En un momento
abrí un cuaderno y empecé a escribir".

Ahora, Rivera está escribiendo otra novela con un
personaje histórico fuerte: Juan Manuel de Rosas. Se
llamará El farmer (el granjero). La entrevistadora "que
conoce la militancia de izquierda del autor" pregunta cómo
se llevó con Rosas. Rivera da un pequeño rodeo: "Es
el 27 de noviembre de 1871. Juan Manuel de Rosas está
cercado por el invierno europeo. Nieve alrededor de su rancho,
nieve en el techo, nieve en los caminos que llevan a su rancho.
Para ese momento, han pasado 20 años de exilio. Rosas, ese
27 de diciembre de 1871, es un anciano. Si ustedes lo quieren, yo
también lo soy. Esos son mis contactos con Rosas. Lo otro
es no dejarme llevar por una antipatía visceral que tengo
por la figura de Rosas. No es la antipatía de un liberal,
se los puedo asegurar…

Preguntas, más preguntas. El público es invitado
a hablarle y no duda. Lo cuestionan, le discuten. Una mujer quiere
saber si él ha continuado la obra de sus padres. A Rivera
no le gusta la pregunta, pero contesta: "Del modo más
simple, yo le diría que sí. Hoy gozo de cierto
prestigio como para poner orgullosos a mis padres. Le
diría que sí: yo soy un buen muchacho,
señora.

7. ¿Quién era
Baudelaire?.

Baudelaire aparece en la novela muy fugazmente y simplemente
como un amigo del autor. A continuación, una breve
biografía de éste.

Baudelaire, Charles. (1821-1867).  Poeta y crítico
francés nacido en París. Líder
de la escuela
simbolista.

Su primera publicación importante fue una obra sobre
crítica de arte denominada Les salons (1846) en la cual
analiza las obras de artistas contemporáneos suyos como
Honoré Daumier, Edouard Manet y Eugene Delacroix.

Pero el reconocimiento le vendría gracias a sus
traducciones al francés de la obra del escritor
norteamericano Edgar Allan Poe.
En el año 1957 aparece la mayor obra literaria de
Baudelaire Las Flores del mal (Fleurs du mal). Inmediatamente
después de su publicación el gobierno
francés acusa al poeta de ofender la moral
pública. Aun cuando Baudelaire obtuvo el apoyo de sus
colegas, seis de sus poemas fueron
eliminados de las ediciones siguientes.  

Su próximo trabajo Paraísos artificiales
(Paradis artificiels, 1860) es un relato de las experiencias
personales del poeta con drogas como el
opio.

Durante dos años, Baudelaire vive en Bélgica
pero regresa a París gravemente enfermo para morir el 31
de agosto de 1867. Póstumamente se publican
Pequeños poemas en prosa (Petit poémes en prose,
1868).

Baudelaire es el poeta de la modernidad
francesa. Sus poemas remiten a un Romanticismo
tardío que se combina con técnicas modernas. El
individuo de Baudelaire es un sujeto divido entre Satanás
y Dios y de esta naturaleza
derivan sus experiencias más sublimes y más
sórdidas.  

Charles Baudelaire visto por…

" … Tenía virtudes íntimas y secretas;
además las escondía por pudor o, por orgullo,
hacía ver que era lo contrario de lo que en realidad era.
Sus enemigos, por lo tanto, eran los que no le conocían.
Quien le había entendido le apreciaba. Este hombre, que
algunos espíritus malévolos y obtusos han querido
hacer pasar por asocial, era todo bondad y cordialidad."

Ch. Asselineau, Charles Baudelaire sa víe et son
oeuvre, París, 1869.

"Siempre en busca de un extraño ideal que iba a
plasmarse más tarde en Les Fleurs du Mal, Baudelaire
probó los diversos venenos que se infiltran en el cuerpo y
en el espíritu humano, De la misma manera que el
médico se pica con una flecha javanesa para buscar el
contraveneno, Baudelaire estudiaba las pasiones como un sabio;
pero lo que decía y el entusiasmo que demostraba por sus
estudios, hacía que la gente ingenua, tomándole al
pie de la letra, le consideraran chocante. …La utopía de
este artista consistía en no presentarse al público
cuando no estaba dueño de sí mismo, con todas sus
fuerzas; hay que estimarle por el respeto que demostró
para con su obra … "

Chamfleury, artículo en Le Figaro, 12 de agosto de
1886

" … Verdaderamente, ¿creen ustedes que se puede
describir todo, descubrir todo, con tal de hablar después
de la repugnancia que inspira el vicio y describir las enfermedades que lo
castigan?… Describo el mal y la embriaguez que acarrea consigo,
y también sus desgracias, sus vergüenzas,
¿esto es lo que nos dice? De acuerdo; pero los numerosos
lectores para quienes usted escribe, pues la tirada es de varios
miles de ejemplares y el libro es barato, estos múltiples
lectores, de cualquier rango, edad, condición que sean,
¿cree usted que se tomarán el antídoto tan a
gusto? Incluso entre los lectores cultos, maduros, ¿cree
que hay tantos fríos calculadores que van a pesar el pro y
el contra, que van a colocar el contrapeso frente al peso y que
tendrán la cabeza, la imaginación, los sentidos
bastante equilibrados? El hombre no
lo quiere reconocer, es demasiado orgulloso. Pero la verdad es
ésta: el hombre es siempre más o menos disminuido,
más o menos débil, más o menos enfermo, pues
cuanto más quiere negar o discutir la carga del pecado
original, más pesa en sus hombros.

Para cuantos no son todavía hastiados o debilitados,
siempre se pueden sacar impresiones dañinas en semejantes
cuadros. …El paganismo se avergüenza de lo que nos
enseñan sus ruinas, en las ciudades destruidas de
Herculanum. y Pompeya. Pero en el templo, en la plaza
pública, las estatuas antiguas enseñan una desnudez
casta. Los artistas de la antigüedad rinden culto a la
belleza plástica; reproducen las formas armoniosas del
cuerpo humano;
no nos lo enseñan envilecido o palpitante en los brazos de
la lujuria. Estos artistas respetaban la vida social…"

Fiscal general Pinard, requisitorio contra Les Fleurs du Mal
(agosto de 1857).

 "Este Poeta que tratan de hacer pasar por una naturaleza
satánica amiga del Mal y de la depravación
(literarios, evidentemente) amaba el Bien y la Belleza en grado
sumo."

Théophile Gautier, introducción a Les Fleurs du
Mal, ed, Lévy, 1868.

"Les FIeurs du Mal no son una obra de arte en la que se pueda
penetrar sin preparación. Aquí no estamos ya en el
mundo de la banalidad universal. La mirada del poeta baja sin
detenerse ni un solo momento en unos círculos infernales
que quedaban por explorar, y lo que allá ve y oye no
recuerda ni de lejos los romances de moda. De
allí brotan lamentaciones y quejas, cantos
extáticos, la blasfemios, gritos de dolor y de angustia
Las torturas de la pasión, la ferocidad y la
cobardía social, los ásperos sollozos de la
desesperación, la ironía y el desdén, todo
se mezcla fuerte y armoniosamente en esta pesadilla dantesca
iluminada de trecho en trecho por claros por los cuales el
espíritu lanza el vuelo hacia la paz y la alegría
ideales…"

Leconte de Lisle, La Revue Européenne, 1º de
diciembre de 1861.

 "La profunda originalidad de Charles Baudelaire, en mi
opinión, está en presentar con fuerza y en lo
esencial, el hombre moderno; y con esta palabra, el hombre
moderno, no quiero designar…, el hombre moral,
político y social. Sólo quiero hablar del hombre en
su físico de hoy, tal y como le han hecho los
refinamientos de una civilización del exceso, el hombre
moderno, con sus sentidos agudizados y vibrantes, su mente sutil
hasta el dolor, su cerebro saturado
de tabaco, su
sangre quemada
por el alcohol, en
una palabra, el bilio-nervioso por excelencia."

Paul Verlaine, en L' Art, 16 de noviembre de 1865,

"Baudelaire cantó la única pasión que el
siglo XIX pudiera experimentar con sinceridad: el
remordimiento."

Paul Claudel.

"De manera que puedo decir que, si entre nuestros poetas los
hay más grandes y dotados de más fuerzas que
Baudelaire, no los hay más importantes."

Paul Valéry, Situation de Baudelaire.

"Baudelaire representa el balance de ciento cincuenta
años de romanticismo. No porque no existan poetas de
inspiración más generosa, más personal, y de
técnica más segura. Al contrario, los hay muchos;
si les domina es porque encierra todas las características
del romanticismo llevadas al extremo: la imprecisión, la
inconsistencia, la tenebrosidad, la facilona aspiración
hacia lo infinito, el narcisismo. Pero seamos justos: todo esto
no le impide desprender un olorcito a carne descompuesta y a
pastilla de jabón. Romántico lo es, y en punto
sumo, pero con cierta hipocresía…"

Marcel Aymé, Le Confort intelectual.

 Charles Baudelaire jamás dejará de
ser el escritor de excepción cuya obra
desconcertará, sin cesar, al lector desprevenido y hasta
al que no lo es, tanto por su forma de cultivar "LAS FLORES DEL
MAL" como por su arte de cincelador de esas joyas poéticas
que son sus "PEQUEÑOS POEMAS EN PROSA" y esos profundos y
a la vez extraños ensayos que
tituló "LOS PARAÍSOS ARTIFICIALES''. El mejor
retrato de Baudelaire-poeta lo forjó él mismo al
referirse a Edgar A. Poe: "Poe permanecerá siempre siendo
el auténtico poeta es decir una verdad vestida de un modo
extraño, una paradoja aparente que no quiere sentir el
codeo de la muchedumbre, y que corre hacia el extremo oriente
cuando se lanzan los fuegos artificiales en el poniente."

Tomás Barna, De BAUDELAIRE de POE.

Categorías: Historia y Literatura.

 

 

Autor:

Gisele Jaquenod De Giusti

Partes: 1, 2
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