El tiempo
pasa.
Una semanas más adelante, cuando nos
encontráramos de nuevo, el viaje había concluido, y
con ello las excursiones que nuestra amiga hiciera, durante el
mismo, a los varios lugares donde podía encontrar las
comidas que había planeado disfrutar.
En New York existen museos, jardines, monumentos,
lugares históricos y otras cosas de aspecto cultural como
lo es el famoso Cloister, pero estos lugares no estaban en
el programa de
nuestra amiga. Lo que sí estaba dispuesto eran las visitas
a los sitios donde ocurrieran las jarturas.
Las mismas jarturas que le borrasen las libras perdidas.
Libras éstas que fuesen relegadas al lugar abstracto donde
se almacenan las memorias de
logros quiméricos que se han evaporado.
En su lugar solamente quedaba la desazón
emocional del remordimiento. Y con éste otra promesa vaga
de comenzar a dietar de nuevo, para repetir el círculo
vicioso… pero esta vez la dieta (nos aseguraba) "va a ser
bajo supervisión médica"… como si
las previas que fueran bajo supervisión similar no
hubiesen también fallado.
Comida de
resarcimiento…
Cándidamente, cuando invocamos la imagen de alguna
persona de
longevidad saludable, lo que viene a nuestra mente es la imagen
de una mujer (u hombre)
delgado cuyos hábitos de comer son escuetos. No es
sorprendente que así sea porque nuestros organismos fueron
diseñados para adaptar y sobrevivir mejor con una estrategia de
comer de naturaleza
esencialmente parca.
Ésta es la razón por la cual, cuando nos
jartamos, consignamos nuestros cuerpos a un estado de
desequilibrio caótico.
En resumen: las jarturas nos abarrotan el
cuerpo mientras nos acortan la vida.
Simple.
Bibliografía
Fogel, W.F: The Escape from Hunger and Premature
Death, 1700-2100 (2004) Cambridge University Press
UK
Joyal, S. V: Calorie Restriction Without Hunger!
LE Magazine (July, 2006)
Larocca, F. E. F: Fruta. No Frito Diario
Hoy
Dr. Félix E. F. Larocca
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