El papel de la familia del niño y la niña con diagnóstico de retraso mental en el proceso de estimulación temprana
- Resumen
- Desarrollo
- Destinatarios de la
estimulación temprana - El
entrenamiento a padres - Algunos
consejos básicos - Bibliografía
Resumen:
Se trata en síntesis
de la importancia de la estimulación temprana en los niños y
las niñas con diagnóstico de retraso mental y el papel
protagónico de la familia en
las actividades a desarrollar.
Introducción:
Debido a que el proceso de
preparación de la familia pretende
modificar la conducta del
niño y la niña y que los padres lleven a cabo la
enseñanza, se hace necesario valorar la
temática relacionada con la estimulación temprana
centrada en el menor con diagnóstico de retraso mental,
dado que esta etapa infantil es la más plástica, la
más vulnerable a las condiciones y los factores
ambientales y, ante todo, la más dependiente, condiciones
imprescindibles para el desarrollo
emocional y cognitivo de estos menores.
El niño(a) nace con una serie de posibilidades
para reaccionar debido a su dotación genética.
Al enfrentarse al medio, esta dotación genética
comienza a actualizarse por un lado, y modificarse por el otro,
gracias a los estímulos que recibe del medio y de los
adultos que le rodean. Si los estímulos son deficientes,
el desarrollo psicomotor del bebé se retarda y, como
consecuencia, el desarrollo de habilidades será
insuficiente; de ahí la importancia de realizar ciertas
actividades que intensifiquen su desarrollo a partir del
nacimiento. Así como la alimentación ayuda al
crecimiento físico, la estimulación es el alimento
para el desarrollo de las capacidades y la inteligencia.
Desarrollo:
Diferentes autores, al referirse a las técnicas
educativas y/o de rehabilitación aplicadas durante la
primera infancia a
todos aquellos niños(as) que por sus
características precisan de tratamientos para
desarrollarse lo más normalmente posible, emplean como
método la
estimulación temprana, llamada también
intervención temprana, estimulación precoz, o
atención temprana; pero todas las
concepciones tienen un denominador común: lograr un
proceso de maduración que se aproxime más a la
norma de los niños en el mismo grupo
etáreo y desarrollar al máximo su potencial
psicológico.
El término estimulación temprana
comenzó a utilizarse en Cuba
(Pérez de Alejo. G, 2004) para referirse a los programas de
prevención secundaria para niños con alto riesgo
biológico establecido o probable. El objetivo de
esos programas es contrarrestar el efecto provocado por un
daño
orgánico antes de que aparezcan los signos de un
daño eventual. Posteriormente se incluyeron los menores
con alto riesgo ambiental; es decir, los normalmente sanos desde
el punto de vista biológico, pero que crecen en medios con
características negativas.
La estimulación temprana abarca el conjunto de
actuaciones conscientemente planificadas de acuerdo con las
características reales de cada niño y niña y
promueve la satisfacción de las necesidades transitorias o
permanentes derivadas de una
serie de alteraciones en el desarrollo o deficiencias en la
primera infancia. Es ofrecer al menor, desde su nacimiento,
ciertas experiencias o actividades que intensifiquen su
desarrollo; fundamentalmente, sus capacidades, habilidades,
energías, en fin, sus potencialidades.
Desde hace aproximadamente treinta años, se han
realizado numerosas investigaciones
sobre la estimulación temprana (Pérez de Alejo, G,
2004), las cuales han demostrado la importancia de la misma y
hecho factible la elaboración de planes y programas de
estimulación que eviten la aparición de situaciones
desencadenantes de necesidades educativas especiales de cualquier
tipo en los niños y las niñas y, en el caso de
existir, favorezcan el desarrollo de una vida individual y social
lo más proporcional posible a la de un niño(a)
normal mediante una educación
especial instaurada tempranamente, sobre la base de un
diagnóstico precoz que facilite la puesta en
práctica de un programa de
estimulación acorde con las características del
menor.
Destinatarios de la estimulación
temprana.
En los últimos años, los investigadores
dividen a los destinatarios de la estimulación temprana en
tres grupos
fundamentales (Pérez de Alejo. G, 2004):
- un primer grupo compuesto por niños
en situación de riesgo ambiental por pobreza,
niveles social y económico muy bajos, ausencia física de uno de
los progenitores y madre adolescente. - un segundo grupo integrado por niños
en situación de riesgo biológico por
prematuridad, bajo peso para la edad gestacional, sufrimiento
perinatal e hipoxia. - un tercer grupo de niños con riesgo
establecido que provoca retrasos, desviaciones o
discapacidades en el desarrollo y minusvalías.
Aquí se incluyen los niños con
cromosomopatías, deficiencias motrices, auditivas,
visuales y con autismo. Se
han establecido programas de atención temprana que
estimulen el desarrollo de estos niños(as). Estos
programas son instrumentos muy valiosos, pero adolecen de las
principales insuficiencias de los modelos
teóricos sobre los cuales se elaboraron, porque no
profundizan ni abordan con suficiente claridad y objetividad el
uso de un sistema de
ayudas durante la estimulación que tenga en cuenta las
potencialidades del niño(a) como un criterio importante
para su desarrollo posterior y destaque el papel de la
enseñanza como promotora del desarrollo
psíquico.
Los antecedentes de la estimulación temprana
guardan estrecha relación con la prevención de las
necesidades educativas especiales y se remontan al siglo XVIII,
período en que comienzan los primeros intentos por ayudar
a aquellas personas con algún tipo de NEE; sin embargo
tales intentos se oficializan en el siglo XIX gracias a Johan
Baptist en Francia,
Fröebel en Turquía, y Pestalozzi en Suiza. Este
último, en sus obras Libro de las Madres o Guías
para las Madres y Cómo Gertrudis educa a sus
hijos, perseguía el objetivo de que las madres se
convirtieran en educadoras conscientes y enseñaran a sus
hijos a observar y hablar (Verdugo Alonso, M.A, 1995).
Lamentablemente, esta idea no se generalizó, sino
sólo se aplicó en casos aislados. Por lo tanto, la
atención por esta vía a los niños y
niñas con diagnóstico de RM se limitó en
cierta medida, debido entre otras cuestiones a la creencia de que
los padres carecían de las posibilidades y las capacidades
para enfrentar las deficiencias de sus hijos. No es hasta el
siglo XX que comienza a practicarse de forma masiva la
estimulación a niños(as) en una serie de
países como Alemania,
Inglaterra,
Suecia y otros en Europa.
Si bien las primeras definiciones acerca de la
estimulación temprana centraron su interés en
las intervenciones circunscriptas en el niño y la
niña a partir de bases teóricas tales como la
neurología evolutiva, la teoría
del aprendizaje o la
psicología
maduracionista; posteriormente se incluyeron el papel a
desempeñar por los padres, gracias a las investigaciones
sobre la interacción entre éstos y los hijos
con NEE. Así, se implantaron una serie de procedimientos
para entrenar a los padres en el desempeño de un papel preponderante en la
intervención con los hijos (Shearer y Shearer, 1976; Gray
y Wandersman, 1980).
Tradicionalmente, el desarrollo temprano de cualquier
niño o niña, ha dependido de la actuación de
la familia, pero cuando estos son retrasados mentales, el cuidado
implica no sólo la actuación protagónica por
parte de los padres, sino también la dedicación
extraordinaria de tiempo,
energías y habilidades.
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