En el nombre de Dios, El Clemente y El Misericordioso (página 5)
Conocimiento de DIOS
No se puede conocer a Dios sino por medio de sus
criaturas y esto se llevará a cabo mediante el intelecto,
que se basa en fundamentos firmes, a través de las cosas
que nos rodean. Así podemos llegar a conocer los nombres y
los atributos de Dios, y nuestro intelecto llegará a
comprender que:
a) No hay acto sino por la existencia del Autor. Los que
dicen que todo lo hecho existe por si solo y evoluciona
según las influencias de los factores naturales, afirman
algo falso, ya que dichas influencias y factores no se dan si no
hay una causa que los produzca.
b) Todo acto nos indica el poder y
atributos de su autor. El hombre los
percibe a lo largo de su vida mediante la consecución de
lo necesario, su relación con el medio que le rodea y el
aprovechamiento de las fuerzas y frutos naturales.
c) El autor tiene poder para hacer; quien no posee algo,
no puede darlo.
Ciertamente la comprensión de esto por el
intelecto nos hace pensar lógica
e imparcialmente en las criaturas que nos rodean y que no han
sido originadas de nada, sino que han sido creadas por el
prudente, el prudente, el omnisapiente, el poderoso, el
omnividente, el viviente… : Dios.
Dios nos dice en su Libro
Sagrado:
Ciertamente, en los cielos y en la tierra hay
señales
para los creyentes. En vuestra creación y en la de cuantas
bestias diseminó, hay signos para
los que tienen certeza. Y en la alternancia de la noche y el
día, la lluvia que Dios envía desde el cielo,
mediante la cual vivifica la tierra
después de haber sido árida, y en la
variación de los vientos, hay señales para los que
razonan. Tales son las maravillas de Dios que, en verdad, te
revelamos. Así pues, ¿en qué libro
creerán si rechazan a Dios y sus aleyas? ¡Ay de todo
blasfemo pecador! (Sura 45, aleyas 3-7)
Así, hemos comprendido por nuestro intelecto,
mediante la fiel transmisión de los relatos de nuestros
antepasados, la misión de
los mensajeros y profetas, y son ellos mismos quienes han
incrementado nuestra creencia, nuestra Fe y nuestro conocimiento
de Dios, aparte de que nuestra naturaleza
innata nos dice que hemos sido creados por un Creador poderoso al
que imploramos en nuestras necesidades y agradecemos en nuestro
desahogo y felicidad.
Dios nos dice en el Sagrado Corán:
…¿Temeréis acaso a alguien que no sea
Dios; cuando todos los dones de que disfrutáis proceden de
El? Luego, cuando os azota la adversidad, sólo a El
imploráis. Más tarde, cuando El os libra de la
adversidad, he aquí que alguien de vosotros atribuye
copartícipes a su Señor. (Sura 16, aleyas 5
2-54)
Por todo esto, creemos en el poder de Dios
-altísimo sea- y en su existencia. Afirmamos que es el
creador de todo el universo y de
todo lo que el universo
contiene.
¿Acaso podrá compararse el creador con
quien nada puede crear? ¿No lo recordaréis? (Sura
16, aleya 17)
Por eso tenemos la obligación de meditar en todo
lo que hay en los cielos y en la tierra, así como en las
evidencias de
Dios para aumentar nuestra fe y creencia; de esta forma, no hay
duda de que mediante todo esto llegaremos a grabar firmemente en
nuestro corazón,
verdades, y no teorías
sin demostración de que el creador de todas ¡as
criaturas y del Universo existe y es el único Señor
de todas las cosas, y así, con la mente clara podremos
llegar a comprender algunos secretos de la naturaleza que Dios,
con su infinito poder, nos facilita.
"… El conoce tanto su pasado como su futuro; y ellos
no conocen nada de su ciencia, sino
lo que El quiere…" (Sura 2, aleya 255)
Ciertamente que nuestro conocimiento limitado de algunas
cosas y nuestra ignorancia de la mayoría de ellas nos
indica la insignificancia de nuestro conocimiento frente al de
Dios.
"…El, Aquél que no tiene a ninguna cosa por
igual…" (Sura 44, aleya 11 )
Todo esto nos lleva a la continua reflexión en
la ciencia y
en los demás campos, de la vida para fortalecer nuestra
creencia en el Creador y reconocer su poder a través de
sus criaturas.
Rogarnos a Dios -altísimo sea- que ilumine
nuestro corazones con ciencia y conocimiento.
"… Aquel a quien Dios no Ilumina, jamás
tendrá luz." (Saura 24,
aleya 40)
En cuanto a la limitación de nuestro
conocimiento, se debe al poco poder que poseemos para conocer las
cosas que nos rodean, ya que nuestra capacidad para reflexionar y
conocer, por muy grande que sea, es mínima, pues el
intelecto humano, a pesar del progreso en todos los campos
científicos, aún no ha salido del círculo
del conocimiento de sí mismo y de algunas de las cosas que
¡e rodean, deteniéndose en su investigación muchas veces nada más
empezarla. ¿Cómo podría hacer frente a los
grandes misterios del Universo y de todas las criaturas de Dios?
¿Y cómo llegaría a comprender la esencia de
la divinidad?
El conocimiento de los atributos divinos por medio de
los sentidos y
la razón no es Completo, Si su realidad no está
grabada en el corazón ni el espíritu los discierne
claramente; solamente mediante el
conocimiento total podrá llegar a ver muchas de las
realidades de su existencia.
Son estos algunos de los medios que
poseemos para llegar al conocimiento de Dios -exaltado sea, pues
sus nombres concuerdan con su perfección y majestuosidad,
y para cada uno de los nombres de Dios hay características
propias. Y cada uno de los atributos de Dios tiene una naturaleza
distinta a la naturaleza de los atributos humanos.
Dios otorgó al hombre la misericordia porque es
misericordioso para con sus criaturas, compasivo, y no las
perjudica, y perdona todos sus errores, etc. El atributo de la
misericordia, en Dios es infinitamente más completo que en
el hombre,
pues su poder de ser misericordioso con las criaturas es mayor
que el poder del hombre. Y la esencia de Dios jamás
será conocida por el hombre.
Nada pasa a la existencia o se mantiene en la nada, nada
vive o muere, es o deja de ser, está sano o enfermo, es
pobre o rico, es feliz o desdichado, es recto o se desvía,
es musulmán o no-musulmán, nada se mueve o se
está quieto, sin que sea porque Él quiere que sea
así. Nada se acerca a Allah, acogiéndose a su
Abundancia, o se aleja de Él, condenándose a la
Privación, si no es porque Él así lo ha
decretado. Nadie acepta a Allah, exponiéndose a su
Generosidad, o lo rechaza, sumergiéndose en su Ira, si no
es porque Él así lo determina. Nadie es afortunado
o desgraciado si no porque Allah así lo ha decidido. Nadie
tiene una voluntad independiente de lo que Allah impone.
Sólo existe su Voluntad, rigiéndolo todo.
Éso es el Destino (Qádar), la realidad irrecusable,
la fuerza de lo
actual.
Todo ocurre según lo quiere Allah, y entre
aquello que Él quiere que sea hay cosas que ama porque
quiere amarlas y hay cosas que detesta porque quiere detestarlas
-Él sí elige-; y ordena al hombre que haga lo que
Él quiere y le prohibe lo que Él odia, y hace que
cada hombre se sitúe en el campo que Él haya
querido para él, y le da la voluntad y capacidad con las
que cumplir su destino -Él sí impera-. Todas las
criaturas ejecutan lo que Allah decreta, pero los musulmanes
hacen lo que Allah ama y combaten lo que Él odia:
ésta es la diferencia. Y ésta es la
expresión de la absoluta Preeminencia del
Uno-Único, su Arrogancia (Kibriyâ) que es con lo que
Él se impone de acuerdo a la majestad de su Esencia y a la
sabiduría de su Ciencia. Y esto nos invita a una absoluta
claudicación (Islâm).
Existe, por tanto, una Voluntad Absoluta
(Mashí-a, o Irâda Kaunía) que es la que da el
ser a toda realidad, y existe una Voluntad que escoge y se revela
(Irâda Shar‘ía). Según esto, gentes de
Allah (ahl Allah), las de su elección, son quienes se
someten a su Voluntad expresa, y realizan lo que Él ama
(el bien, la justicia, la
belleza, todo lo que se le parece) y luchan contra lo que
Él detesta (el mal, el egoísmo, la
idolatría, la opresión). Él vuelca la
abundancia de su bien (su Rahma) sobre los suyos, los que desean
acercársele, y desencadena su Ira (Gádab) contra
los que han preferido lo que Él detesta.
El Qádar, El Destino, es el Poder de Allah
presente en cada momento, imponiéndose a todo. Pero el ser
humano es pura ‘acción’: renunciar a ella es
renunciar a la condición humana y a la vida. Nuestras
‘elecciones’ son signos de la presencia del Poder de
Allah en una síntesis
que las palabras no pueden expresar.
Todo lo anterior hace que el Islam sea
extraordinariamente tolerante sin degenerar en nihilismo,
desidia o falta de juicio y criterio. Y por otra parte, la idea
de Destino comunica paz y sabiduría. Cada cosa es lo que
Allah quiere que sea, pero la acción de cada cual es signo
del terreno en el que está y por ello se aconseja el bien
y lo mejor, que es síntoma de estar en el mejor de los
destinos. Por ello, y mientras consideremos que tengamos fuerza y
poder de elegir, debemos optar por lo mejor -que es el Islam, lo
‘elegido’ por Allah- hasta que seamos sumergidos en
la contemplación del Destino, es decir, de la
Verdad.
La diferencia entre qadaríes y
ÿabríes surge de las inquietudes que despierta la
cuestión del Destino: si lo negamos perdemos el horizonte
de la Unidad, si lo afirmamos carece de relevancia todo. La Gente
de la Sunna (ahl as-Sunna) se sitúa en medio: afirma el
Destino y la relevancia de los actos humanos, y ambos se implican
en la raíz de todo lo verdadero, coincidiendo de un modo
extraño e inexpresable. El Destino es el océano en
el que se agita nuestra existencia y nuestra libertad y,
por otro lado, nuestros actos son lo que Allah quiere y por ello
mismo se realizan y son realizadores. El Mensajero de Allah
(s.a.s.) fue ejemplo de un dinamismo inmerso en el Querer de
Allah. Él (s.a.s.) nos invitó a desatar todas las
posibilidades que Allah ha depositado en nosotros, pasando a ser
agentes en la existencia. Por ello proclamó el
Yihâd, la lucha, el esfuerzo, y declaró que era
obligatorio para cada musulmán hasta el fin del mundo. No
somos pasivos ni nos rendimos ante las circunstancias, sino
agitación y nervio que deben tener su cauce. El
Corán dice: "Allah ha creado la muerte y la
vida para probar quién de vosotros es el que actúa
de forma más hermosa", es decir, todo está
dispuesto para que el hombre saque lo que hay en
él.
Hablar del Destino es ofrecer un marco en el que existir
sumergidos en la Unidad de Allah. Tenemos conciencia de
nosotros mismos, porque Allah lo ha querido. Distinguimos entre
el bien y el mal, y constantemente optamos -coincidiendo
ineludiblemente con lo que Allah quiere-. En esa conciencia somos
independientes hasta que no descorramos el velo que nos separa de
la contemplación del Destino. Mientras estemos en el velo,
viviendo nuestra libertad, tenemos que ser coherentes y obrar en
consecuencia, dentro de la existencia que sabemos que está
inscrita en el Destino que lo unifica todo. Nada nos justifica, y
lo sabemos: lo contrario es retórica, escudarse
detrás de lo que se ignora. Nuestras elecciones son
reales, y tenemos criterios y medidas que debemos ejercitar, pues
Allah nos los ha dado. En nuestro mundo somos libres, dotados de
una voluntad que da expresión a la Voluntad, y debemos
elegir lo que más nos convenga, aun cuando sepamos que en
el fondo todo haya sido ya decidido y clausurado en la eternidad
que está por encima de lo que podamos concebir, una
eternidad que saboreamos al final del proceso del
Tawhîd, la Reunificación que nos permite
identificarnos en la Verdad.
lâ tábluguhu l-auhâm* wa lâ
túdrikuhu l-afhâm*
No lo alcanza la ilusión, no lo percibe
el entendimiento…
El Corán dice: "La ciencia de los seres humanos
no abarca a Allah". La ilusión (wahm) -es decir, lo que el
hombre quisiera que fuera Allah- no llega a intuir su Grandeza. Y
el entendimiento (fahm) -es decir, la capacidad real del hombre
de conocer- no percibe la Verdad de Allah. Allah es
Indeterminable, y ésa es la anchura infinita en la que
cabe la grandeza que fundamenta al ser humano. Lo que es Allah
(su Dzât, su Esencia; su Ulûhía, su Misterio)
escapa a las posibilidades de la criatura: no responde a sus
espectativas, no cabe en su imaginación ni es abarcada por
la razón. El Misterio de Allah está en su capacidad
para desconcertar. Nuestro desconcierto es el conocimiento que
tenemos de Él. Todas estas observaciones son pertinentes
en el contexto de la mención del Destino, que es la idea a
la que se llega cuando empieza a calibrarse el carácter absoluto de nuestro Señor
Verdadero (Rabb).
El Profeta dijo: "No habléis de la Esencia de
Allah; meditad en sus Cualidades". Sólo nos es dado
reconocer sus Cualidades -los detonantes de su relación
con nosotros, las realidades unitarias configuradoras de nuestro
mundo y nuestras acciones- tal
como Él se ha descrito a sí mismo, y son Cualidades
Majestuosas que nos invitan a rendirnos ante Él, y
ésa es la vía que conduce a un crecimiento en la
Inmensidad de la Verdad Trascendente designada por la palabra
Allah. En este sentido, sabemos que Allah es Uno, Impenetrable,
Creador, Vivificante, Aniquilador, Poderoso, Reductor, Soberano,
oye y ve,… y que todo está bajo el dominio de esos
Atributos Infinitos.
Las Cualidades de Allah (Sifât) tienen un interés
práctico. Nos incumben y nos enseñan la magnitud
del Océano en el que existimos y cómo relacionarnos
con Él. Lo que se puede deducir de las Sifât es
perturbador, y por ello es transformador. El autor
insistirá en esta cuestión más que en
ninguna otra. Las Cualidades nos hablan de Allah y de nosotros:
Él es el Señor (Rabb) y a Él estamos
subordinados. A realizar conscientemente esa subordinación
(‘ubûdía), a vivirla con toda la intensidad de
la que somos capaces gracias a las facultades con las que Allah
nos ha dotado poniéndonos por encima de los instintos, es
a lo que nos invita el Islam, la rendición a Allah -una
rendición que es la que nos hace esponjosos a los
significados de Allah-. Las Cualidades describen a Allah en su
Grandeza o en su Relación de Señorío
(rubûbía) con la que rige la existencia: "Y
Él es el que oye y el que ve…".
wa lâ yúshbihuhu l-anâm*
Y los seres humanos no se le parecen…
El autor vuelve con esto a la cuestión del
Tançîh (el proceso de abstracción) que debe
regir siempre las reflexiones. Es el criterio que debe estar a la
cabeza de cualquier exposición
de la ‘Aqîda, la cosmovisión del Islam, el
conjunto de las ideas-fuerza que lo estructuran. Es, por tanto,
uno de los fundamentos de la senda transformadora por la que se
transita hacia Allah (los ûsûl ad-dîn). En este
sentido, el autor niega que los seres humanos (anâm) se
parezcan en algo a Allah, y por tanto carecen de elementos para
establecer comparaciones.
El Tançîh es siempre una negación
(nafy) con la que se destruye la posibilidad de cualquier
representación antropomórfica. Con ello, matamos
todos nuestros dioses y nos liberamos para Allah. Es lo expresado
al principio de la shahâda, el testimonio de cada
musulmán: lâ ilâh, no hay verdad… Ahora
bien, esta negación es insuficiente, es algo no culminado.
Es un primer paso para llegar a la Pureza Absoluta: Allah. A
partir de aquí empieza la afirmación (izbât):
reconocemos a Allah en el ejercicio de su Poder, su Voluntad y su
Ciencia, que nos afectan. Es decir, lo descubrimos en las
Cualidades gracias a las cuales somos lo que somos. La
afirmación (el izbât) es superior a la
negación (el nafy): es el Jardín en el que se
deleitan los sabios. Tras la declaración con la que evita
confusiones al decir que Allah no es semejante en nada a lo que
el hombre puede reconocer, el autor de la ‘Aqîda
comienza una descripción positiva en medio de esa
poderosa sugerencia.
háyyun lâ yamût* qayyûmun
lâ yanâm*
Viviente que no muere, Subsistente que no
duerme…
Estas frases sirven de ejemplo para que nos demos cuenta
del alcance de lo dicho. Podemos decir de Allah que está
Vivo (Hayy), como el ser humano,… pero Él no muere,
mientras que el ser humano está sometido a la muerte. Con la
palabra ‘Vivo’ queremos decir que Allah no
está muerto, pues si dijeramos de Él que
está muerto, nuestro mundo no existiría porque no
hubiera sido creado. Lo muerto no crea nada, mientras que el
mundo necesita de un Creador, que deberá estar Vivo y ser
Vivificante aunque lo que sea su vida se nos escape. La palabra,
por tanto, nos sirve para entender algo, es nuestro recurso,…
pero es insuficiente porque no podemos imaginar algo que al final
no muera, pero Allah no tiene final. La palabra es útil
por un lado, pero equívoca por otra. Hay una
‘semejanza’, pero por la parte de Allah la
noción que se usa tiene proporciones irrepresentables,
como enseña el Corán: "A Allah corresponde la parte
sublime en la comparación".
Lo mismo sucede con Subsistente (Qayyûm), que
quiere decir que Allah existe por sí mismo y soporta a
cada criatura, que Él late en ella fundamentándola
sin necesitar Él de fundamento alguno. Pero todo lo que
soporta una carga se cansa,… mientras que Allah no duerme. Con
esta última matización escapamos de la posibilidad
de antropomorfizar a Allah, y así las palabras se vuelven
válidas y brillantes para expresar algo cuya finalidad es
la de servir de estímulo al corazón, y no para
abarcar a Allah.
El Tançîh nos sumerge en el Océano
de lo Infinito, y el Izbât as-Sifât, la
Afirmación de las Cualidades, nos relaciona y nos supedita
a lo que intuimos en esa eternidad. El Corán nos dice:
"Los rostros se rinden al Viviente, el Subsistente". Estos dos
Nombres de Allah, Hayy-Qayyûm, son de los más
sugerentes: nos hablan de Él y nos hacen vivir en
Él. Ante el Viviente quedamos desconcertados: la vida
pierde estrecheces. Ante el Subsistente, dejamos atrás
nuestros miedos y nuestros recelos, apartamos nuestra
mediocridad, pues Él nos libera de
dependencias.
jâliqun bilâ hâÿa*
râçiqun bilâ mu-na*
Creador sin necesidad, Proveedor sin
carga…
Todo lo que existe es creación (jalq), es decir,
tiene un principio y es el fruto de un Poder, una Voluntad y una
Ciencia infinitas que han sacado a las criaturas
(majlûqât) de la Nada anterior a su existencia, de la
indeterminación absoluta. Allah es la razón de ese
paso. Él es la Incógnita que ha decidido que
existamos.
La reflexión es sencilla: el universo
podía no haber existido, y llamamos Allah a lo que se
inclinó en favor de su existencia. Cuando no había
nada, tampoco había causas: Allah es lo indecible que
escapa a todos los razonamientos pero cuya Verdad intuimos en la
necesidad de encontrar ‘algo’ que fuera punto de
arranque, pero por el carácter mismo que imponen las
condiciones de la Nada, ese ‘algo’ debe tener un
carácter excepcional, tremendo. Éste es
también el punto inicial de todas las reflexiones en
torno a Allah, lo
que nos induce a acentuar su Esencia (Dzât): no podemos ni
imaginar lo que Allah sea en Sí, pero sí podemos
calibrar su Poder aunque sea sólo con adjetivos que
indiquen desproporción. Una vez el universo pasó a
la existencia, el universo mismo nos habla de la Realidad que lo
hace ser, y entonces estamos en el espacio de las Cualidades
(Sifât).
Empezamos diciendo que Allah es Creador (Jâliq), y
lo es porque quiere, no porque necesite de algo. Él no es
causado ni sus actos tienen más razón que la de su
propia Voluntad anterior a toda otra. Él carece de toda
necesidad (hâÿa). Y mantiene a sus criaturas
(Él es Proveedor, Râçiq), recreándolas
en cada instante y obsequiándolas con cuanto necesitan,
sin que ello mengüe lo que Él es. El dar no lo
disminuye, ni le supone una carga. Él no es cantidad que
aumente o encoja.
Que la criatura necesite de Allah quiere decir que
constantemente depende de Él. En ningún momento la
realidad de la criatura cambia: no se transforma en un ser
separado. Esto es muy importante. En todo momento la criatura
demanda la
asistencia de Allah para seguir existiendo: necesita de su
aire, de su
calor, de su
soporte, de su inspiración. Nunca la criatura es
suficiente por sí ni se emancipa. Y está sujeta al
Acto Creador hasta en lo íntimo de su ser, en su
raíz misma. Allah la provee. El ser humano, y todo lo
suyo, es un cúmulo de permantentes posibilidades a la que
Allah da la realización que Él quiere. El
Corán lo expresa diciendo: "¡Oh, gentes! Vosotros
sois los pobres, y necesitáis de Allah, mientras Él
es Rico y Elogiado".
mumîtun bilâ majâfa*
bâ‘izun bilâ mashaqqa*
Creador y dador de la vida y de la
Muerte
La vida y la muerte (máut) no es la nada
(‘ádam) de la que hemos surgido, es algo que ha
pasado a existir desde el momento en que los seres han sido
creados, y los acompaña. Tiene su propio estatuto. La
muerte, al igual que la vida (hayât), forma parte del ser.
El Corán dice: "Él es quien ha creado la muerte y
la vida para probar quién de vosotros actúa de una
forma más hermosa". Allah es Muhyî, Dador de Vida, y
es Mumît, Dador de Muerte: todo lo nuestro está en
sus Manos, todo es configurado por Él.
La muerte no nos libra de Allah: Él la sostiene.
Por ello pedimos a Allah que se apiade de nuestros difuntos, pues
están completamente a su merced. Seguimos dependiendo de
Él en nuestra tumba. Es más, en la muerte
ningún velo nos separará de Allah. En nosotros se
ejecutará su Voluntad -al igual que actualmente entreteje
nuestra existencia- sin que nada desvíe nuestra atención, como ocurre ahora que nuestra
agitación nos hace concebir dioses en los que buscamos
consuelo. La muerte es la hora verdadera, es el encuentro con lo
Real, es más vida que la actual porque nada la
entretendrá. Con ella accedemos al Dominio de Allah
(al-Âjira), y el Profeta describía el encuentro con
lo Real tras la muerte con imágenes
que sugieren que esa emoción es más poderosa que
las que el cuerpo siente en vida. En la muerte, todo será
tremendo porque el hombre habrá perdido el control sobre el
mundo y será pasivo en Manos de su Señor, estado
absolutamente expuesto a Él, sin que sus fantasmas
intermedien. Y esto es terrible: es la Resurrección a la
que se refiere el Corán, el paso a la absoluta intensidad
del ser. El Corán nos describe esa eternidad como placer
que embarga al ser humano o como sufrimiento para el que no hay
descanso, en una violencia que
sólo las peores pesadillas acercan al
entendimiento.
Allah mata a sus criaturas al igual que les da la vida,
y no teme ningún reproche o venganza del mismo modo que no
nos ha creado porque necesite de nuestra gratitud. De ahí
el carácter irreductible de la muerte. Los seres humanos
son aniquilados, uno tras otro, sin que la Verdad que ejecuta
esas sentencias se arredre ante nada ni se inmute: la vida y la
muerte son lo mismo para Ella. Somos nosotros los asaltados por
los terrores y las incertidumbres. Por esto se dice que Allah no
es afectado por ningún miedo (majâfa), y nada tiene
fuerza ante Él. Y esto es lo que hace que sus Actos sean
contundentes.
Así como mata, Él es capaz de devolver la
vida a las criaturas y resucitarlas sin que sea para Él un
esfuerzo añadido o le suponga una penalidad (mashaqqa). Lo
que nos resulta difícil de admitir -el ser en la muerte,
que se nos ofrece como algo insalvable- es indiferente para
Él. Para Allah no hay diferencia entre una cosa y otra,
entre el dar la vida, el retirarla o el devolverla en medio de la
muerte como ya la ha creado en el seno de la nada, que es un
espacio aún más inconcebible. El prodigio de la
creación es para Él igual que la recreación. Esto es importante porque
intuimos que habremos de reencontrarnos con Él puesto que
la muerte no es la Nada. De la Resurrección (Ba‘z o
Qiyâma) y su fundamento hablaremos más adelante.
Allah es Bâ‘iz, el que deposita vida a los muertos,
el que los hace ser en la muerte.
mâ çâla bi-sifâtihi
qadîman qábla jálqih* lam
yáçdad bi-káunihim shái-an lam
yákun qáblahum min sífatih* wa kamâ
kâna bi-sifâtihi açalíyan*
kadzâlika lâ yaçâlu ‘alaihâ
abadíyan*
Él era Sin-Principio con sus Cualidades antes de
su acto creador. Sus Cualidades no han aumentado -cuando sus
criaturas han pasado a ser algo- por encima de como eran antes.
Del mismo modo que antes era Sin-Origen en sus Cualidades, lo es
en ellas igualmente Sin-Final…
El autor nos habla aquí del carácter
inmutable de Allah, del Sin-Principio (Qídam) y el Sin-Fin
(Áçal) de su Esencia (Dzât) y de sus
Cualidades (Sifât). Él y su modos de ser no conocen
alteración. Y ésas son nuestras raíces, los
gérmenes de los que hemos fructificado, las realidades
sobre las que existimos. Sus Cualidades son su Plenitud
(Kamâl), y si hubiera carecido de ellas antes le hubiera
faltado algo, viéndose menguada entonces su
perfección y estando sometido a lo que la
completara.
Él era Creador antes de crear, Poderoso antes de
ejercer su Poder, Sabio antes de que existieran objetos ofrecidos
al conocimiento,… Nuestra aparición no es lo que lo ha
hecho Creador, Proveedor, Vivificante,… y del mismo modo esas
Cualidades no desaparecen de Él cuando desaparezcamos.
Cada uno de nuestros instantes es configurado por una potencia eterna
absolutamente independiente de nosotros y de nuestro mundo, ajena
a todas las condiciones, ajena al tiempo, al
espacio, a las medidas, a nuestros valores,…
En torno a las Cualidades ha habido muchos debates en el
Islam. La transitoriedad de los acontecimientos sugieren un
ilâh cambiante, una Verdad Interior en ebullición, y
si bien Allah es el motor de las
transformaciones, en Sí y en sus Atributos Él es
una Verdad Perfecta y Plena. Las mutaciones, signos de su Poder
Soberano, están en el seno de su inalterabilidad y de su
paz. El Corán lo expresa con las siguientes palabras:
"Allah es el Señor del Trono Glorioso, y es Hacedor de lo
que quiere".
láisa bá‘da jálqi
l-jálqi stafâda sma l-jâliq* wa lâ
bi-ihdâzihi l-baríati stafâda sma
l-bârî*
No adquirió el Nombre de Creador tras crear la
creación, ni adquirió el Nombre de Configurador
tras dar existencia a la humanidad…
El autor de la ‘Aqîda insiste aquí en
lo señalado en las frases anteriores. Hay que diferenciar
el ser algo de la actividad que resulta de ella: Allah era
Creador antes de crear, y esto quiere decir que lo era en
potencia, y al crearnos pasó a serlo en acto, pero su
condición, su modo de ser, siempre fue la misma. Por ello
es lícito aplicarle esos Nombres con los que Él
mismo se designa en el Corán y saber que le corresponden
de forma real, en su eternidad, y no son alteraciones ni indican
cambios en Él.
láhu ma‘nà r-rubûbíati
wa lâ marbûb* wa ma‘nà l-jâliqi wa
lâ majlûq* wa kamâ ánnahu múhyi
l-mautà bá‘da mà ahyâ stahaqqa
hâdzà l-ísma qábla ihyâihim*
kadzâlika staháqqa sma l-jâliqi qábla
inshâihim*
Le pertenecía el Señorío antes de
que existiera el esclavo, y era Creador antes de que existiera la
criatura… Del mismo modo en que Él era Revivificador de
los muertos después de dar la vida por ello merece ese
nombre antes de haberles dado la vida, y también merece el
Nombre de Creador antes de configurarlos…
El autor repite lo expresado para subrayar el
carácter inmutable de Allah. El Profeta (s.a.s.) dijo:
"Él era y nada había con Él,… y sigue
siendo como era". Es decir, Él era Señor (Rabb) sin
esclavo (marbûb), y Creador (Jâliq) sin criatura
(majlûq), y cuando desaparezcamos Él seguirá
en su Plenitud Absoluta, porque ni nos necesita, ni lo
complementamos, ni le añadimos nada, ni le arrebatamos
nada. Las Cualidades de Allah y sus Nombres son eternos como
Él, y tienen su mismo carácter. Son tesoros en su
Verdad.
dzâlika bi-ánnahu ‘alà
kúlli shái-in qadîr* wa kúllu
shái-in iláihi faqîr* wa kúllu
ámrin ‘aláihi yasîr* lâ
yahtâÿu ilà shái* láisa
ka-mízlihi shái* wa huwa s-samî‘u
l-basîr*
Es así porque Él tiene poder en todas las
cosas, y toda cosa es pobre ante Él. Todo asunto le es
fácil, y no necesita de nada: ‘Nada se le asemeja, y
Él es el que oye y el que ve’…
Con esto el autor explica sus afirmaciones anteriores.
Las Cualidades (Sifât), en toda su intensidad, son
inherentes a Allah Absoluto porque Él es Fuerza y Poder
(Qudra, Potencia), y Él es el Qadîr, el
Determinante, y sus Actos (Af‘âl) son los
únicos que se realizan, y por ello son el entramado de lo
que llamamos Destino (Qádar). Todo es como Él
quiere que sea en cada instante, en la nada o en la existencia,
en la ausencia y en la presencia, según su Voluntad
inquebrantable (Irâda). Somos los resultados de sus Actos y
estamos a merced de su deseo, sin que nada nunca pueda oponerse a
su realización. Él y sus Cualidades son el
transfondo de nuestra existencia. Permanentemente, en la nada y
en el ser, todas las cosas tienen necesidad de Él, incluso
para ser nada o en la muerte. Todo es pobre (faqîr) ante
Allah, todo le mendiga en cada momento y de acuerdo a su
circunstancia. Allah dice en el Corán: "Te he creado, y
antes eras nada".
Para entender realmente el alcance de todo esto tenemos
que dotarnos de criterios sólidos. Los pensadores
musulmanes han reducido a tres los juicios que podemos formular,
en un uso riguroso de las facultades de la razón, ante
toda propuesta que se nos haga: las cosas pueden ser irrefutables
y necesarias, o simplemente posibles o radicalmente imposibles.
Todo cuanto existe o puede existir es a lo que llaman
‘posibles’: tú y todo lo que te rodea
existís, pero perfectamente podías no haber
existido. Lo que te da existencia es algo que lo ha decidido por
ti antes de que vinieras a este mundo.
Ese ‘algo’ anterior a todo, si remontamos la
cadena de causas y efectos, ese Origen primordial, es a lo que se
llama Allah, que es el Irrefutable, la Verdad, sea en sí
lo que sea,… Él es lo que hace ser reales a las cosas.
Es ahí, en ese vacío anterior a la creación
del universo, donde intuimos el alcance y la magnitud de la
Realidad que nos da la vida,… es asomándonos a ese
abismo inquietante donde presentimos su magnitud inabarcable, es
donde intuimos su Grandeza, porque ahí no nos estorba nada
y nuestra reflexión es capaz de imaginar desmesuras. Y
ahí, de Él, decimos que tiene Cualidades que lo
habilitan para haber tomado esa decisión por la que
existimos. A ésas Cualidades y a su carácter es a
lo que nos referimos cuando hablamos de las Sifât. Esas
Cualidades tienen el mismo carácter preeterno de la Verdad
Creadora -puesto que ahí no hay tiempo ni
sucesión-, y por otro lado tienen una absoluta eficacia actual
desde el momento en que todo lo que existe requiere de su
asistencia y de sus Actos (Af‘âl). Nada se
independiza de su Señor: por siempre nos debatimos entre
la posibilidad de seguir existiendo y de desaparecer, de esto y
de lo otro, y es siempre el ‘algo’ incógnito
el que decide.
Nosotros vivimos entre esfuerzos y continúas
tensiones, pero lo que es jamás es el resultado de esos
esmeros: todo tiene una raíz más profunda que
nuestra agitación nos impide ver. En cada momento
‘cumplimos’ con esa Verdad. Éste es el secreto
del Destino, que está ‘velado’ por nuestra
inquietud y nuestros miedos constantes. Pero ‘eso’ es
lo Determinante. Pero aún más importante, ese Poder
siempre Presente no es una fuerza ciega, no es la
‘naturaleza’ (que ha sido ‘creada’ con
nosotros, al igual que el tiempo, el espacio, la muerte,…). Lo
que nos ha hecho ser lo que somos tiene Voluntad y Ciencia, y
todo es signo de esas Cualidades. Pensar que Allah es azar es
negarse a la evidencia de un universo perfectamente estructurado
y trabado por algo Perfecto en Sí, absolutamente Pleno,
Desbordante: lo que entendemos entre nosotros por voluntad y
conocimiento es resultado de su Querer, ¿cómo
habría de carecer el que ha creado nuestra voluntad y el
que determina nuestro conocimiento de esas Cualidades? Es
más, nuestra voluntad y nuestra ciencia, al lado de las
suyas, son nada, tan sólo un pálido reflejo en el
que debieramos adivinar el calibre de lo que tiene que ser su
Voluntad Absoluta y su Ciencia Perfecta, que son las que
realmente estructuran cada uno de nuestros instantes.
Además, Allah nos oye y nos ve, pues
¿cómo habría de ser sordo el que ha creado
el oído?
¿Cómo habría de ser ciego el que ha
diseñado los ojos de sus criaturas? Al contrario, nuestros
oídos y nuestros ojos son un pálido reflejo de lo
que debe ser el Oído y la Visión de la Verdad que
nos ha hecho. Todo lo que hay es signo del alcance de su
Perfección, y todas nuestras carencias, nuestras
imperfecciones, nuestros defectos, nuestras quimeras, son restos
de la Nada de la que hemos surgido, nos recuerdan cuál es
nuestra verdad y nos enseñan la desproporción de
Allah: en Él no hay nada de la Nada.
Estamos, pues, en medio de su Absoluta Presencia,
expuestos a Él en cada instante, cumpliéndose en
nosotros su Voluntad, siendo vistos y oídos por Él,
recogiendo sus dones, viviendo de Él, muriendo cuando
Él quiere y fundamentados por Él en la misma
muerte. Y cada uno de nuestros instantes es lo que Él
configura,… Ésa es la Verdad Infinita en la que
existimos.
jálaqa l-jálqa
bi-‘ílmihi
Ha creado la creación con
conocimiento…
Ha dado existencia a todas las cosas, las ha hecho ser
lo que son y rige cada uno de sus instantes con conocimiento
(‘ilm), es decir, lo que existe no es resultado de
ignorancia ni fruto del azar. Con esto, el autor de la
‘Aqîda completa el ciclo de las tres grandes
Cualidades: el Poder (Qudra), la Voluntad (Irâda) y la
Ciencia (‘Ilm).
Hemos hablado de la Voluntad creadora. Toda voluntad
imagina aquello hacia lo que se inclina, y esa
representación es el conocimiento previo que tiene de lo
que desea. Nuestra existencia habla de una Voluntad que nos ha
hecho ser. Esa Voluntad es la demostración de una Ciencia
anterior a todas las cosas. El Corán dice: "¿No
habría de saber el que ha creado? Él es el Sutil,
el Bien Informado". Y dice: "Allah posee las claves de lo Oculto.
Sólo Él las conoce. Sabe lo que hay en la tierra y
en el mar. No cae una hoja de un árbol sin que Él
lo sepa. No hay un átomo en
las oscuridades de la tierra, ni nada húmedo o seco, que
no esté registrado en un Libro
Evidenciador…".
El conocimiento es una cualidad de perfección:
saber es un paso hacia adelante que nos arranca de la ignorancia,
por lo que es imposible que quien ha creado nuestra ciencia no
sepa nada, que sea comunicador de algo de lo que carece. Por ello
atribuimos a Allah un Conocimiento Absoluto, a partir
precisamente de la constatación de que el saber existe y
es Él el que lo ha creado. Su Ciencia (‘Ilm) es
perfecta, pues es anterior a todo, y es la ciencia del que crea,
no la del que aprende de otro.
wa qáddara láhum aqdâra*
Y
les ha dado sus medidas…
Cuanto existe cumple el deseo de Allah y se dirige por
los caminos que Él le señala y desembocan en
la meta que
Él le ha establecido. Éste es el origen de las
leyes que
gobiernan la naturaleza. Todo es resultado de su Ciencia y
está bajo su Domino, cuyas auténticas magnitudes
sólo saborearemos tras la muerte, cuando nada nos impida
sentirlas en toda su infinita intensidad.
Antes de que las cosas existieran estaba determinado su
destino en la Realidad del Uno-Único, en el Libro Supremo,
en la Tabla Bien Guardada. Eso es el Destino (Qádar), que
es la Presencia del Poder (Qudra) de Allah en cada criatura y en
cada acontecimiento. Todo se debe a medidas exactas (aqdâr)
que Allah ha depositado en el seno de cada realidad. Allah es el
origen de las reglas que rigen el devenir, de los ritmos que lo
marcan. En Él está nuestro Destino y todo lo que
nos gobierna con precisión absoluta: las medidas. Lo
efectivo y eficaz es Allah, Señor de los movimientos y
destinos de todo lo que existe.
Allah dice en el Corán: "Hemos creado todo con su
medida", y dice: "Él es el que ha creado cada ser y lo ha
configurado, le ha dado la medida que lo rige y lo guía
por el camino del cumplimiento con todo ello". Esas medidas
(aqdâr o maqâdîr) son anteriores a la
existencia de los objetos en los que se cumplen. El Profeta
(s.a.s.) dijo: "Allah determinó los Maqâdîr de
la creación cincuenta mil años antes de crear los
cielos y la tierra, y su Trono estaba sobre el
agua".
wa dáraba láhum
âÿâlan
y les ha fijado plazos…
Todo tiene su momento exacto y nada en la existencia
sucede antes de su tiempo ni después del que le ha sido
fijado en el Decreto de Allah, y todo cuanto existe tiene un
final que ha sido decidido por su Señor en la Eternidad
del No-Principio y el No-Final. El áÿal, el plazo, se
refiere sobre todo a la muerte: la criatura muere cuando Allah ha
dictado. El Corán dice: "Cuando les llega el momento no
pueden adelantarlo una hora ni atrasarlo", y dice: "Ninguna vida
muere sin el permiso de Allah, según un término
prefijado".
De acuerdo a lo anterior, ¿sirve de algo pedir a
Allah? ¿tiene algún sentido la invocación
(du‘â) que consiste en recogerse ante Él y
esperar de Él cosas que consideramos buenas y provechosas?
El du‘â es una práctica fundamental en el
Islam. El Profeta (s.a.s.) dijo en cierta ocasión que es
lo único que es capaz de cambiar el Destino. El deseo y la
voluntad del hombre tienen una fuerza que Allah ha querido, y
están enmarcadas en el Todo. Ahora bien, es necesario
tener en cuenta lo que sigue. El du‘â del
musulmán debe ser sobretodo un acto de posicionamiento
ante Allah, un signo de reconocimiento. El musulmán, con
su du‘â, se reconoce como necesitado de su
Señor Verdadero. Con sus palabras en las que pide a Allah,
se reafirma en su condición de criatura frente a la Verdad
Absoluta, se asienta en la ‘Ubûdía (la
Subordinación) ante la Rubûbía (el
Señorío). Es un acto en el que toma conciencia de
lo que es él y lo que es su Señor. Este es el
valor
fundamental del du‘â. Y precisamente porque Allah es
Señor Absoluto, se reserva la decisión, y responde
o no a la solicitud que se le hace: el du‘â no le
obliga, el du‘â no es una fórmula
mágica. En la respuesta o en la falta de respuesta a los
deseos del hombre Allah se manifiesta como Determinante. Su
Querer prevalece.
wa lam yájfa ‘aláihi shái-un
qábla an yájluqahum* wa ‘álima
mâ hum ‘âmilûna qábla an
yájluqahum*
Nada le estaba oculto antes de crear (a los seres
humanos), y sabía lo que harían antes de
crearlos…
Nuestra existencia es un acto de generosidad y
desbordamiento de Allah. La creación no le ha
enseñado nada nuevo. Su ciencia no ha aumentado. Él
conocía a sus criaturas antes de hacerlas y sabía
lo que harían en cada momento. El conocimiento que tiene
Allah de nuestra realidad la precede; es más, la
condiciona. Somos lo que él sabe de nosotros, lo que
Él ya sabía antes de crearnos.
En el Islam se dice que Allah sabe todo lo que es, y
también lo que no es -de ser- cómo sería.
Él ha creado el mundo, y todo en él es, en su
esencia, completo y definitivo. Esto se opone a la idea de una
necesidad de reencarnación. Nada tiene que perfeccionarse
porque al ser es ya todo lo que tiene que ser. En su instante se
expresa. Lo demás son quimeras del hombre, vanas
esperanzas, ilusiones sin fundamento alguno y creencias banales,
añadidos que no tienen justificación. El
Corán dice de los que han desaprovechado sus vidas: "Si
regresaran a la vida, volverían a lo que les ha sido
prohibido". Él sabe que sería así
refieriéndose a algo que no va a ser por
innecesario.
wa ámarahum bi-tâ‘atih* wa
nahâhum ‘an má‘siatih*
Les ordenó que le obedecieran, y les
prohibió que se le rebelaran…
Después de crear a las criaturas y determinar su
destino, Él se les manifestó ordenándoles
que le reconocieran como único Señor y
prohibiéndoles los dioses, siendo el cumplimiento de lo
primero una manifestación de obediencia (tâ‘a)
que los integra y lo segundo una expresión de
rebeldía (ma‘sía) que separa al hombre de la
Verdad. Ésta es la sabiduría que hay en la
Revelación: mostrarnos, no lo que Allah quiere -que se
ejecuta espontáneamente-, sino lo que ama y prefiere en su
capacidad para elegir.
Y esto es de gran relevancia. La existencia plasma a
Allah, el universo es el espacio en que se realizan sus
potencias. Pero además Él está dotado de
Libertad, que ejerce escogiendo. Hay cosas elegidas por
Él, y otras rechazadas. Lo elegido es lo que lo satisface
y lo rechazado es lo que enciende su Ira, que también son
aspectos a los que da realidad, y que toman el cuerpo de
Jardín (ÿanna) o Fuego (nâr). Y Allah se ha
revelado a los profetas para comunicar la senda (Dîn,
Sharî‘a) que nos conduce a su Abundancia y nos aparta
de la Privación. Y al igual que son un acto de su
Libertad, propone esas cuestiones a la
‘elección’ del ser humano, pues todo tiene
estrechas correspondencias conjugadas siempre en la Unidad que
todo lo gobierna.
Obedecer es asumir el ser de otro. Por ello, se obedece
a Allah con el conocimiento, la acción, la audacia, la
generosidad, la justicia,… La tâ‘a, la obediencia
es situarse en la proximidad de lo fecundo. Por el contrario, la
desobediencia (ma‘sía) es aislamiento en el ego, es
rebeldía, es decir, es ajustarse al propio y exclusivo
entendimiento de lo que deben ser las cosas, y se manifiesta en
la envidia, el rencor, la avaricia, la ignorancia, la injusticia,
todo lo que nos aparta de la fuente de la existencia.
wa kúllu shái-in yaÿrî
bi-taqdîrihi wa mashí-atihi wa mashí-atuhu
tánfadz* lâ mashí-ata lil-‘ibâd*
illâ mâ shâa láhum fa-mâ
shâa láhum kân* wa mâ lam yashâ
lam yákun*
Todo acontece tal como lo ha determinado y según
su querer. Las criaturas no tienen querer. Sólo sucede lo
que Él les ha deseado, y eso es lo que es. Y lo que no les
ha deseado, no es…
El Corán está lleno de esta enseñanza que resitúa la existencia
bajo el Poder único de una Voluntad soberana, quedando
todo relativizado: "No queréis hasta que Allah quiere".
Quien profundiza en el Tawhîd, en la Reunificación,
sabe que esto es así. Sólo sucede lo que Allah ha
decretado en su Infinito anterior y posterior a la existencia
concreta: ésta es la dimensión abismal en la que se
agitan nuestras vidas. He aquí un tema que desafía
las capacidades del ser humano y lo reconduce siempre a su
Señor Irreductible incluso en el vértigo de una
existencia repleta de conflictos y
tensiones. El vórtice de ese torbellino es el
Único, un centro de paz.
Todo es de acuerdo a la predeterminación
(taqdîr), según las medidas (aqdâr o
maqâdir) que ha creado antes de crearnos, y que conforman
nuestro Destino (Qádar). Todo está sujeto a esa
Ley cuya
raíz es la Libertad Absoluta de Allah, Señor de los
Mundos, Remoto en su Grandeza pero Presente con su Poder
Conformador (Qudra). Nosotros somos ‘ibâd, criaturas
sujetas a esa Orden inapelable, traductores de lo que establece,
servidores de
su deseo. Esta es la Realidad, la conjunción de todo en su
Fuente.
En lugar de hacer del tema del Destino una
elucubración paralizante debemos aprender lo que el
Corán nos sugiere para el nivel en el que estamos,
presintiendo sus profundidades. El Destino aparece como antídoto contra dos extremos: contra el
orgullo del que tiene éxito
(el triunfo es de Allah) y contra la desesperación del que
ha fracasado en algo (el fracaso es resultado del Destino, no de
ninguna minusvalía). Por otro lado, el Islam enseña
que debemos encontrar consuelo en el recuerdo del Destino ante
las calamidades, pero no ante las torpezas. El Destino aparece en
el Corán para alentar, no para frenar.
El Corán no deja de ordenarnos actuar. Es
necesario aprender a combinar la contemplación del Destino
en el seno de una invitación a alcanzar por nuestros
propios esfuerzos cumbres altas. El Destino es ofrecido a la
posibilidad que tiene el corazón de intimar con Allah, y
no a la especulación, que acaba convirtiendo el tema en
una contradicción insalvable. Un sabio dijo: "He analizado
la cuestión del Destino y me he dado cuenta de que los que
conocen su profundidad son los que más callan, y que
sólo los que no saben nada de él
vociferan".
yahdî man yashâ* wa yá‘simu wa
yu‘âfî fádlan* wa yudilli man
yashâ* wa yújdzil wa yabtalî
‘ádlan*
Él guía a quien quiere: salvaguarda y
protege como favor. Y confunde a quien quiere: defrauda y
violenta como justicia.
La Voluntad que rige la existencia pertenece a Allah, y
es una de las Cualidades de la Esencia (Dzât) que
está en los orígenes del ser. Y esa Voluntad es
Absoluta y Libre, no condicionada por nada, no pesa sobre ella
ninguna obligación, ni nada la doblega. Y Allah manifiesta
esas posibilidades de su Voluntad haciendo dichosos a algunos
hombres y haciendo desgraciados a otros, facilitando las cosas a
unos y dificultando la existencia de otros, guiando hacia lo
mejor a algunos y conduciendo a su perdición a otros, todo
ello regido por su sabiduría. Allah dijo al Profeta en el
Corán: "No guías a quien quieres. Es Allah el que
guía a quien quiere". Y el Corán dice: "Allah
confunde a quien quiere y guía a quien quiere".
Con esto el autor responde a quienes creen que Allah
está obligado a hacer lo que consideramos
‘mejor’. Por un lado, nada indica que esté
obligado a nada en concreto; por
otro, suponer eso y existiendo como existe el mal, quiere decir
que al menos hay otra voluntad independiente de la de Allah que
incluso se superpone a la Suya. Pero Él es el
Uno-Único: sólo existe su Voluntad que desea tanto
lo bueno como lo malo. Y esto quiere decir que estamos a su
merced y sujetos en cada instante a lo que Él
quiere.
Ahora bien, gracias a la Revelación aprendemos
cosas a las que no podríamos llegar de otro modo. Sabemos
así lo que Allah ama, lo que Él ha escogido por
encima de su Querer. Y Él ama la justicia (el ‘adl)
y la aplica; y ama favorecer (el fadl) y lo hace sin cometer
injusticia.
wa kúlluhum yataqallabûna fî
mashí-atih* báina fádlihi wa
‘ádlih*
Todos van y vienen en su Querer, entre su favor y su
justicia…
Cuando Allah beneficia al ser humano es digno de elogio
porque manifiesta su favor (fadl) y cuando lo confunde es digno
de elogio porque manifiesta su justicia (‘adl) ante un
inmerecimiento, y tanto un extremo como otro nos hablan de su
Poder Reductor. El Corán nos dice: "Él es quien os
ha creado, y por ello entre vosotros los hay ingratos y los hay
abiertos".
wa huwa muta‘âlin ‘ani l-addâdi
wa l-andâd*
Él está por encima de los contrarios y los
iguales…
Allah está por encima (muta’âli) de
todos los conceptos, ideas, reflexiones, juicios de valor,… de
los seres humanos. Nada le es contrario (didd) ni nada es igual
(nidd) a Él, es decir, nada se le opone y nada lo iguala,
Él es Pura Unicidad, el Singular. Es así como Allah
queda despejado (munaççah) ante el musulmán.
Ahora es cuando el buscador tiene ante sí su oriente con
toda claridad: no hay para él dioses, ni señores,
ni mitos, ni
mediadores, ni nada,… sólo el Uno-Único, origen
de todas las cosas, Verdad Esencial que está en la
raíz de cada ser y de cada acontecimiento, y la existencia
entera del musulmán se recoge y unifica ante su
Dueño Singular. El Corán dice: "Di: Él es
Allah Uno-Único. Allah Absoluto. No ha engendrado ni ha
sido engendrado. No tiene equivalente".
lâ râdda li-qadâih* wa lâ
mu‘áqqiba li-húkmih* wa lâ gâliba
li-ámrih*
Nada impide que se cumpla su Decreto. Nadie retrasa la
realización de lo que ha decidido. Nadie derrota su
orden…
Nada ni nadie infringe lo que Allah desea. Su
decisión se cumple irremediablemente, en su momento
exacto, según una medida establecida por Él, y nada
ni nadie, en la existencia entera ni en el abismo de la nada,
está al margen de esta ley.
âmannâ bi-dzâlika kúllih* wa
aiqannâ ánna kúllan min
‘índih*
Tenemos el corazón abierto a todo lo anterior, y
tenemos certeza de que todo viene de Él…
Lo anterior es uno de los componentes del
Îmân del autor, de su sensibilidad espiritual, de su
apertura a las connotaciones de la palabra Allah: todo viene de
Él. Y su Îmân es el de todos los musulmanes
que comparten esas mismas convicciones que él intenta
resumir en su ‘Aqîda, en su exposición de los
fundamentos del Islam.
wa ínna Muhámmadan ‘ábduhu
l-mustafà* wa nabíyuhu l-muÿtabà* wa
rasûluhu l-murtadà*
Y (decimos) que Muhammad es su esclavo puro, su profeta
elegido y su mensajero en el que se complace…
El buscador de la Verdad, el que ha intuido la
profundidad y alcance de lo dicho hasta aquí, una vez que
se ha deshecho de ídolos y falseamientos, cuando ha
superado el estadio de la indecisión y se ha propuesto a
su Único Señor como meta, se encuentra con un
dilema: ¿y ahora qué? Aparece ante sus ojos la
necesidad de un Maestro, un enviado (mab‘ûz), alguien
iluminado por esas verdades hasta el extremo máximo, que
sea capaz de indicarle el doble camino: el del saber
incontaminado y el de la acción conforme a lo que Allah
ama.
Ese Maestro sólo puede ser un Anunciador
(Nabí), un Mensajero (Rasûl), alguien en quien se
den unas condiciones especiales: debe ser un esclavo de Allah
(‘abd), es decir, alguien que haya vivenciado su atadura a
la Verdad de una forma absoluta, y no tenga otra voluntad que la
de su Señor, sólo así es traductor de Allah.
Eso es lo que lo hace infalible (ma‘sûm). Esa
persona no
debe haber conocido a Allah como resultado de sus propios
esfuerzos, puesto que eso ya lo ha hecho el buscador, que teme no
haber alcanzado el fondo de la cuestión y necesita de
quien lo ayude a penetrar en todas las implicaciones de su
intuición. El Profeta debe ser un esclavo puro, alguien
purificado por Allah (mustafà), un elegido
(muÿtabà), alguien en quien Allah se complace
plenamente (murtadà).
Puesto que esto debe ser así y un profeta debe
responder a esas cualidades, su presencia deberá
tendrá una fuerza conmocionadora. El profeta es un signo
en sí. Es transtornador como lo es la Verdad Creadora a la
que hace referencia con sus enseñanzas. Y éste es
el argumento que certifica, para los musulmanes, la sinceridad y
autenticidad de un profeta. Por ello, los musulmanes no tienen
inconveniente en reconocer la sinceridad y autenticidad de todos
los profetas de la humanidad, todos los fundadores de caminos y
vías espirituales que han sido capaces de crear
civilizaciones a causa de la fuerza de la presencia de esos
personajes. Para un musulmán Abraham, Moisés,
Jesús, y los demás mensajeros dentro y fuera del
ámbito semita, son auténticos por el simple hecho
de haber forjado algo de lo que sería incapaz cualquier
otro hombre. Nosotros podemos crear ‘modas’, no
civilizaciones. Una civilización es el resultado de una
conmoción que ya de sí es un argumento irrefutable,
al igual que la presencia contundente del universo es la prueba
de Allah.
El problema que se les plantea a los musulmanes no es,
por tanto, el de la sinceridad y la autenticidad de los profetas,
sino la transmisión de sus enseñanzas (el naql). En
esto intervienen hombres comunes y ahí es posible la
estafa, la mitificación, el error, la opinión, la
interpolación, etc. Sin embargo, el mensaje de un profeta
es esencial en todos sus aspectos. Sólo se libra de esta
circunstancia el Mensajero del Islam -Muhammad (s.a.s.)-, cuyo
legado nos ha llegado de modo fiable en su integridad.
Podemos rastrear sin problemas el
origen de cada palabra dicha por Muhammad (s.a.s.) hasta
averiguar si efectivamente él la pronunció o no la
pronunció. Y es porque el Islam apareció en un
entorno obsesionado por la ‘genealogía’, y ese
método se
aplicó desde el principio a todo lo que hizo y dijo
Muhammad (s.a.s.), de modo que tenemos una enorme cantidad de
fuentes en las
que asegurarnos de la filiación de cada frase del
Corán y de cada hadiz, diferenciando perfectamente cada
cosa, sabiendo por qué caminos han llegado hasta nosotros,
así como se han elaborado desde el principio enciclopedias
en torno a los muchos testigos de cada detalle de su vida y
hechos. Esto, junto a la proximidad histórica de la
Revelación coránica, hace de Muhammad (s.a.s.) el
único gran Profeta del que existe una constancia
fideligna, siendo modelo
válido para los buscadores
sinceros.
Es más, por un lado, en ningún momento se
salió fuera de lo que hemos ido diciendo acerca de Allah.
La Verdad que nos transmitió es la misma enunciada hasta
aquí y cuyas resonancias hemos ido encontrando en
intuiciones que todos tenemos. Por otro lado, contó
más cosas y mostró el camino al que ya no tenemos
acceso a través de deducciones. Muhammad (s.a.s.) fue, por
tanto, el Nabí, el Rasûl, el Maestro Inspirado que
necesitamos para completar el proceso que iniciamos desde la
primera página de este libro. A partir de este punto,
entramos en otro campo, en el de las enseñanzas de
Muhammad (s.a.s.), que nos habla desde su sinceridad de lo que no
nos es dado saber por nosotros, y nos describe la senda de lo que
Allah ama para pasar a ser gentes de su elección,
expuestos a su bien y no a su rigor, a su favor y no a su
justicia.
wa ínnahu jâtimu l-anbiyâ*
y él es el sello de los profetas…
Entre las cosas que enseñó Muhammad
(s.a.s.) está el que él sería el
último de los anunciadores (jâtim al-anbiyâ).
El Corán mismo dice de él: "Es el Mensajero de
Allah y el sello (el último) de los profetas". Y él
dijo: "Los profetas somos como un magnífico edificio en el
que faltara un último detalle que lo completara. Yo he
venido para llenar ese vacío, concluyendo el edificio. Yo
soy el sello". Y también dijo: "Yo tengo nombres: soy
Muhammad, y Ahmad, el que elimina la ingratitud de los hombres, y
soy el que reúne a las gentes ante Allah, el Anunciador de
la Resurrección, y soy el Último tras el que no hay
profeta alguno". Su condición de sello de la
profecía no sólo quiere decir que fuera el
último, sino también completo y
perfecto.
Los cuarenta Hadices, Dichos del Profeta
Muhammad, la paz sea con Él.
Hadiz 1º
Relato el Emir de los creyentes Abu Hafs 'Umar Ibn al
Jattab -que Allah esté complacido con
él-:
He oído al Mensajero de Allah -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él- que
decía:
«Ciertamente las buenas obras dependen de las
intenciones, y cada hombre tendrá según su
intención; asi, aquel cuya emigración fué
por Allah y su Mensajero, su emigración fué por
Allah y su Mensajero, y aquel cuya emigración fué
por conseguir algún beneficio mundanal o por tomar alguna
mujer en matrimonio, su
emigración fué para aquello por lo que
emigró».
Fué transmitido por los dos Imames de los
eruditos de Hadiz Abu 'Abdullah Muhammad Ibn Ibrahim Ibn Al
Mughirah Ibn Bardizbah al Bujari y Abu Al Hussain Muslim Ibn
Alhayyay Ibn Muslim Al Qushairi al Naisaburi en los dos libros
correctos, que son los mejores de los libros
compilados.
Hadiz 2º
También relató 'Umar -que Allah
esté complacido con él-:
«Un día, cuando estábamos en
compañía del Mensajero de Allah -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-, se presento ante
nosotros un hombre, con vestidos de resplandeciente blancura, y
cabellos intensamente negros, al que no se le veían
señales de viaje, y ninguno de nosotros le conocia. Se
sento ante el Profeta – la paz y las bendiciones de Allah sean
con él- , y apoyando las rodillas contra sus rodillas, y
poniendo las manos encima de sus muslos, dijo: "¡Oh
Muhammad, hablame acerca del Islam!".
El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah
sean con él-, dijo: "El Islam es: que atestigües que
no hay más Allah que Allah, y que Muhammad es el Mensajero
de Allah; que observes la Oración, que pagues el Zakat;
que ayunes Ramadán, y que peregrines la casa cuando
puedas".
Dijo el hombre: "Has dicho verdad". Entonces nos
quedamos sorprendidos de que él le preguntara y
después le dijera que había dicho la verdad,
entonces dijo el hombre: "Hablame acerca del
Imán".
Dijo el Profeta: "Que creas en Allah, en sus
ángeles, en sus libros, en sus mensajeros, en el
día final y que creas en el decreto divino, tanto de su
bien como de su mal".
Dijo el hombre: "Has dicho la verdad", y
añadió: "Hablame acerca del Ihsan", y dijo el
Profeta: "Que adores a Allah como si lo vieras, ya que, si no le
ves, el te ve".
Dijo el hombre: "Hablame acerca de la hora"
Dijo el Profeta: "El preguntado no sabe de ella
más de lo que sabe el que pregunta".
Dijo el hombre: "Hablame de sus signos".
Dijo el Profeta: "Cuando la esclava de a luz a su
señora y cuando veas a descalzos, desamparados, pastores
de ovejas, compitiendo en la construcción de altos
edificios".
Luego (el hombre) se marchó, y yo me quedé
un rato. Después (el Profeta) dijo: "Oh 'Umar,
¿Sabes quién era el que preguntaba?".
Dije: "Allah y su mensajero lo saben mejor". Y él
dijo: "Ciertamente ha sido Gabriel, que ha venido para
enseñaros vuestra religión"».
Transmitido por Muslim.
Hadiz 3º
Relato Abu'Abd-ur-Rahman, 'Abdullah, hijo de 'Umar Ibn
al Jattab -que Allah esté complacido con
ambos-:
He oído al Mensajero de Allah -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él- decir:
«El Islam ha sido edificado sobre cinco pilares
que no hay más Allah que Allah y que Muhammad es el
mensajero de Allah, observar las oraciones, pagar el zakat,
peregrinar a la Casa y ayunar Ramadán».
Lo transmitierón al Bujari y Muslim.
Hadiz 4º
Relató Abu'Abd-ur-Rahman, Abdul-lah Ibn Mas'ud
-que Allah esté complacido con él-:
Nos ha relatado el Mensajero de Allah -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-, siendo el veridico,
digno de confianza:
«Ciertamente que la creación de cada uno de
vosotros, se reúne en el vientre de su madre: Durabte
cuarenta días en forma de un germen, luego es un
coágulopor un período igual, después un
pedazo de carne por un período igual y luego se le
envía el angel que sopla el espiritu en él, y se le
encomiendan cuatro palabras(asuntos): Escribir su sustento, el
plazo de su vida, sus obras y si será feliz o desgraciado;
¡por Allah!, aparte de quien no hay otro Allah, uno de
vosotros obra como las gentes del Paraíso, hasta que no
quede entre él y éste (paraíso) más
que un brazo de distancia, entonces lo que ha sido escrito le
alcanza, y obra como las gentes del fuego (Infierno) y entra en
él. Y otro de vosotros obra como la gente del fuego
(Infierno), hasta que no queda entre él y éste
más que un brazo de distancia, y entonces le alcanza lo
que ha sido escrito y obra como las gentes del Paraíso y
entra en él».
Lo transmitierón al Bujari y Muslim.
Hadiz 5º
Relató la madre de los creyentes Umm Abdul-lah
'Aishah -que Allah esté complacido con ella-:
El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah
sean con él- dijo:
«Quien innova en esté nuestro asunto, algo
ajeno al mismo, será rechazado».
Lo transmitierón al Bujari y Muslim.
En una transmisión de Muslim: «Quien
procede en un hecho de un manera ajena a la nuestra, será
rechazado».
Hadiz 6º
Relató Abu'Adul-lah, an-Numan Ibn Bashir -que
Allah esté complacido con ambos-:
He oido al Mensajero
de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-,
diciendo:
«Ciertamente, lo lícito es obvio y lo
ilicito es obvio, y entre los dos hay asuntos dudosos acerca de
los que mucha gente no sabe. Quien se guarda de los asuntos
dudosos se purifica en su religión y en su honor, y quien
cae en los asuntos dudosos, caerá en lo ilicito. Como el
pastor que pasta alrededor de un prado vedado, casi pastando en
él.
Por cierto que todo rey tiene su vedado, ciertamente el
vedado de Allah es lo ilícito, y ciertamente en el cuerpo
hay un pedazo de carne, que si está sano, sanará
todo el cuerpo, y si se corrompe, se corromperá todo el
cuerpo y, este es el corazón».
Lo transmitierón al Bujari y Muslim.
Hadiz 7º
Relató Abu Ruqayyah Tammim Ibn Aus ad Dariy -que
Allah este complacido con él-, que el Profeta -la paz y
las bendiciones de Allah sean con él-, dijo:
«"La religión es lealtad". Dijimos,
"¿a quién?", y dijo: "A Allah, a su libro, a su
Mensajero, a los líderes de los musulmánes y a su
gente"».
Lo transmitió Muslim
Hadiz 9º
En un relato, Abu Hurairah Abdur-Rahman Ibn Sajr -que
Allah este complacido con él- dijo:
He oído al Mensajero de Allah -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-, decir:
«Lo que os he vedado, evitadlo, y lo que os he
ordenado, cumplidlo cuanto podaís, pues lo que
acabó con los anteriores a vosotros fuerón sus
exageradas interrogaciones y los desacuerdos con sus
profetas».
Lo transmitierón al Bujari y Muslim.
Hadiz 10º
En un relato, Abu Hurairah -que Allah este complacido
con él- dijo:
El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah
sean con él-, dijo:
«Cierto que Allah el altísimo es bueno, y
solo admite lo bueno, y cierto que Allah ordenó a los
creyentes lo mismo que ordeno a los mensajeros. Dice el
Altísimo: "Oh Mensajeros, comed de lo bueno y obrar el
bien". Y dice también: "Oh vosotros, los que creéis
comed de las cosas buenas que os hemos
proveído"».
Luego mencionó al hombre que va en largos
viajes,
despeinado y polvoriento, levantando sus manos hacia el
cielo:
« ¡Oh Señor! ¡Oh Señor!
Y su comida es ilícita, su bebida es ilícita, su
vestimenta es ilícita, y se alimentó con lo
ilícito, ¿cómo quiere que se le
responda?».
Lo transmitió Muslim.
Hadiz 11º
En un relato Abu Muhammad Al Hasan Ibn 'Ali Ibn Abu
Talib, nieto del Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de
Allah sean con él-, y uno de los más íntimos
de él -que Allah esté complacido con los dos-
dijo:
Aprendi de memoria del
Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con
él-:
«Deja lo que dudas hacia lo que no
dudas».
Lo transmitió al Tirmidi y al Nasal y dijo al
Tirmidi: Es un Hadiz aceptable y correcto.
Hadiz 12º
En un relato Abu Hurairah -que Allah este complacido con
él- dijo:
El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah
sean con él-, dijo:
«Es señal del buen Islam de alguien dejar
lo que no le atañe».
Es un Hadiz aceptable y lo transmitió así
al Tirmidi y otros.
Hadiz 13º
En un relato Abu Hamzah, Anas Ibn Malik -que Allah este
complacido con él- , sirviente del Mensajero de Allah -la
paz y las bendiciones de Allah sean con él-, dijo que el
Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-
dijó:
«Ninguno de vosotros cree, hasta que quiera para
su hermano, lo que quiere para sí mismo».
Lo transmitierón al Bujari y Muslim
Hadiz 15º
En un relato Abu Hurairah -que Allah este complacido con
él- dijo:
El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah
sean con él-, dijo:
«Quien crea en Allah y en el día final, que
hable el bien o que se calle. Y quien crea en Allah y en el
día final, que sea generoso con su vecino. Y quien crea en
Allah y en el día final, que sea generoso con su
huésped».
Lo transmitierón al Bujari y Muslim.
Hadiz 16º
Relató Abu Hurairah -que Allah este complacido
con él- que un hombre le dijo al Profeta -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-:
«"Aconséjame". El Profeta dijó: "No
te enfurezcas". El hombre insistió varias veces, y el
Profeta dijo: "No te enfurezcas"».
Lo transmitió al Bujari…
Hadiz 18º
Relatarón Abu Darr, Yundub Ibn Yunadah y Abu 'Abd
al Rahman, Mu 'Az Ibn Yabal que Allah este complacido con los
dos-, que el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de
Allah sean con él-, dijo:
«Teme a Allah dondequiera que estes, y
después de un mal haz un bien para borrarlo y, trata a la
gente con buen caracter».
Lo transmitió al Tirmidi y dijo que es un Hadiz
aceptable y, en otras copias: Es un Hadiz aceptable y
correcto.
Hadiz 19º
En un relato, Abu al 'Abbas, 'Abdullah Ibn 'Abbas -Allah
este complacido con los dos-, dijo:
Un día estaba detras del Profeta -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-, y me dijo:
« ¡Oh joven!, te voy a enseñar unas
palabras: Guarda a Allah, y te guardará. Guarda a Allah y
lo encontrarás ante ti. Si pides algo, pídelo a
Allah, y si necesitas ayuda, acude a Allah, y conoce que si todo
el pueblo se reúne para beneficiarte en algo, no te
beneficiarán excepto en lo que Allah ha escrito para ti, y
si reúne para perjudicarte en algo, no te
perjudicarán salvo en algo que Allah haya escrito sobre
ti. Las plumas se han levantado y las hojas se han
secado».
Lo transmitió al Tirmidi y dijo que es un Hadiz
aceptable y correcto. Y en un relato de otro:
«Salvaguarda a Allah, lo encontrarás ante
ti, acuérdate de Allah en el bienestar y se
acordará de ti en el apuro. Y conoce que lo que te ha
fallado no podía haberte tocado. Y que lo que te ha tocado
no podía haberte fallado. Y conoce la victoria con la
paciencia, que el alivio viene con el apuro y que con la
dificultad surge la facilidad».
Hadiz 20º
En un relato Abu Mas'ud, 'Uqbah Ibn 'Amr al Ansari al
Badri -que Allah este complacido con él- dijo:
El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah
sean con él-, dijo:
«Entre las palabras de la primera profecía,
que la gente obtuvo, están: Si no sientes vergüenza,
haz lo que quieras».
Lo transmitió al Bujari.
Hadiz 21º
En un relato Abu 'Amr o Abu 'Amrah, Sufían Ibn
Abdul-lah -que Allah este complacido con él-
dijo:
«Dije: "¡Oh, Mensajero de Allah!, dime algo
del Islam para que no tenga que preguntar de ello a nadie
más que a ti". Dijo: "Di creo en Allah, luego, sé
recto"».
Lo transmitió Muslim.
Hadiz 22º
En un relato Abu Abdullah, Yabir Ibn 'Abdullah al Ansari
-que Allah este complacido con los dos- que un hombre
preguntó al Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones
de Allah sean con él-, diciéndole:
«"Cuentame, si yo rezara las oraciones prescritas,
ayunara el mes de Ramadán, tomara como lícito lo
lícito y como ilícito lo ilícito, sin
añadir nada a esto. ¿Entraría en el
paraíso?". Dijo: "Sí"».
Hadiz 23º
En un relato Abu Malik al Hariz Ibn 'Asim al Ash'ariy
-que Allah este complacido con él- dijo:
El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah
sean con él-, dijo:
«At-Tuhur es la mitad de la fe (Imán). AL
HAMDU LI-LLAH (La alabanza a Allah) llena la balanza, SUBHANAL
LLAH y AL HAMDU LI-LLAH (gloria a Allah y alabanza a Allah),
llenan el espacio entre el cielo y la tierra, la oración
es luz, y la caridad es una evidencia, la paciencia es
luminosidad, y el CORAN es argumento en pro o en contra de ti.
Cada uno empieza su día siendo vendedor de si mismo.
Liberándose o condenándose».
Lo transmitió Muslim.
Hadiz 24º
Relato Abu Darr al Ghifariy -que Allah este complacido
con él-, del Profeta -la paz y las bendiciones de Allah
sean con él-, que hablando de su Señor -alabado
sea- dijo:
«Oh siervos mios: Ciertamente me he prohibido la
tiranía, y la he prohibido entre vosotros;
¡así pues, no seáis injustos unos con otros!.
Oh siervos mios: Todos estáis extraviados, salvo aquel a
quien yo he guiado. ¡Así pues, pedid mi
guía!, y os guiaré. Oh siervos mios: Todos sois
hambrientos salvo aquel a quien le he dado de comer.
¡Así pues, pedid de mí el alimento!, y os
alimentaré. Oh siervos mios: Todos estáis desnudos,
salvo aquel a quien le he dado de vestir. ¡Así pues,
pedid de mí la vestimenta!, y os daré de vestir. Oh
siervos mios: Cometéis errores de noche y de día, y
yo os perdono todas las faltas.
¡Así pues, pedid perdon de mí!, y os
perdonaré. Oh siervos mios: No alcanzaréis mi
perjuicio para perjudicarme, ni alcanzaréis mi beneficio
para beneficiarme. Oh siervos mios: Si el primero de vosotros, y
el último, y los humanos y los genios fueran tan piadosos
como el corazón más piadoso de un hombre de
vosotros, no añadiría nada a mi reino.
Oh siervos mios: Si el primero de vosotros, y el
último, y los humanos y los genios fueran tan libertinos
como el corazón más libertino de un hombre de
vosotros, no decrecería en nada a mi reino. Oh siervos
mios: Si el primero de vosotros, y el último, y los
humanos y los genios se reunieran en un mismo terreno, pidiendo
de mí, y dando yo a cada uno su petición, no
decrecería nada de lo que tengo, a menos que el mar
decreciera si una aguja se introduce en él. Oh siervos
mios: Ciertamente, son vuestras obras, las que os computo, y
luego os las recompenso. Quien encuentra bien, que alabe a Allah,
y quien encuentre lo contrario, que no se reproche más que
a sí mismo».
Lo transmitió Muslim.
Hadiz 25º
Relato Abu Darr -que Allah este complacido con
él-, que algunos de los compañeros del Mensajero de
Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con él-,
dijeron al Profeta -la paz y las bendiciones de Allah sean con
él-:
«"Oh Mensajero de Allah, los ricos se han quedado
con las recompensas, rezan como nosotros rezamos, ayunan como
nosotros ayunamos, y en la caridad gasta lo que de sus bienes sobra".
Dijo: "¿Acaso, Allah no os puso nada para gastarlo en
caridad?, pues, cada «Tasbihah» es caridad, cada
«Takbirah» es caridad, cada «Tahmidah» es
caridad, cada «Tahlilah» es caridad, ordenar las
buenas obras es caridad, y prohibir los malos hechos es caridad;
además, en cada acto sexual de uno de vosotros hay
caridad". Dijerón: "Oh Mensajero de Allah,
¿satisfaciendo uno de nosotros su deseo, merece una
recompensa?" Dijo: "¿Acaso, si lo satisface
ilícitamente, no cometería una falta?, pues
así, si lo satisface legalmente será
recompensado"».
Lo transmitió Muslim.
Hadiz 26º
En un relato Abu Hurairah -que Allah este complacido con
él- dijo: el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones
de Allah sean con él-, dijo:
«Todo huesecillo que un hombre tiene, debe hacer
caridad cada día que el sol salga:
hacer justicia entre dos personas es caridad, ayudar a un hombre
para subir su montura o cargarle su equipale encima de ella es
caridad, por cada paso que andas para ir a la oración hay
caridad y quitar el daño
del camino es una caridad».
Lo transmitierón al Bujari y Muslim.
Hadiz 27º
Relató An-Nau-Was Ibn Sam'An -que Allah este
complacido con él- que el Profeta -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-, dijo:
«La virtud es buen caracter, y la maldad es lo que
se remueve dentro de ti y no te gusta que la gente lo
descubra».
Lo transmitió Muslim.
Hadiz 28º
Relató Wabisah Ibn Ma'Bad -que Allah este
complacido con él- que el Profeta -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-, dijo:
«"¿Vienes para preguntar de la virtud?".
Dije Si. Dijo: "Consulta tu corazón y la virtud es aquello
con lo que la persona se siente tranquila, y la maldad es lo que
se remueve dentro de la persona y vacila en el pecho, te opine la
gente lo que te opine"».
Es un Hadiz aceptable; lo hemos relatado en ambos
«Musnads» de los «Imames» Ahmad Ibn
Hambal y al Darimi.
Hadiz 29º
Abu Nayih al 'Irbad Ibn Sariah -que Allah este
complacido con él- dijo:
Nos ha exortado el Mensajero de Allah -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-, una exortación
por la cuál los corazones temblaron y los ojos
lloraron.
«Dijimos "¡Oh. Mensajero de Allah, parece
una exortación de despedida, así pues
aconséjanos". Dijo: "Os aconsejo temer a Allah -alabado
sea-, escuchar y obedecer aunque un esclavo os gobierne, ya que
quien viva de vosotros vera muchas discrepancias. Así
pues, seguid mi Sunnah y la sunnah de los califatos rectos y
guiados, agarradlos con los dientes, evitad las cuestiones
inventadas y, cada innovación es un desvío, y todo
desvío acabará en el fuego"».
Lo transmitió Abu da'ud y al Tirmidi, y dijo: Es
un hadiz aceptable y correcto.
Hadiz 30º
En un relato Mu'ad Ibn Yabal -que Allah este complacido
con él- dijo:
«Dije: "Oh Mensajero de Allah, que obra me lleva
al jardin y me aleja del fuego". Dijo: "Has preguntado una cosa
que es fácil para aquel a quien Allah se lo facilita;
adorar a Allah sin asociarle nada, observar la oración,
pagar el zakat, ayunar el ramadán, peregrinar a la Casa".
Luego dijo: "¿Quieres que te enseñe las puertas de
la bondad?: el ayuno es protección, y la caridad apaga las
faltas, tal como el agua apaga el
fuego, y la oración del hombre en el seno de la noche".
Después recitó: "Alejan sus costados de las camas
para invocar a su Señor con temor y esperanza y de lo que
les proveímos dan. Nadie sabe el consuelo que les
está reservado en recompensa de los que hacen". Luego
dijo: "¿Quieres que te cuente qué es la cabeza del
asunto, su pilar y su cúspide?". Dije: "Por supuesto,
Mensajero de Allah". Dijo: "La cabeza del asunto es el Islam, su
pilar es la oración y su cúspide es la lucha por la
causa de Allah (Yihad)". Después dijo: "¿No quieres
que te informe de la
base de todo esto?". Dije: "Por supuesto, Mensajero de Allah".
Entonces cogió su lengua y dijo:
"Controla esto". Dije: "Oh Profeta de Allah, ¿seremos
reprochados por lo que hablamos?". Dijo: "Que tu madre se prive
de ti Oh Mu'ad, ¿acaso otra cosa vuelva a la gente de cara
(o dijo: de narices), en el fuego, sino lo que sus lenguas
cosechan?».
Lo transmitió al Tirmidi y dijo que es un hadiz
aceptable y correcto.
Hadiz 31º
Relato Abu Za'laba al Jushani, Yurzum Ibn Nashir -que
Allah este complacido con él-, que el Mensajero de Allah
-la paz y las bendiciones de Allah sean con él-
dijo:
«Ciertamante, Allah Altísimo ha prescrito
deberes, no los descuidéis, ha puesto límites,
no los sobrepaséis, ha prohibido cosas, no las
violéis y ha guardado silencio respecto a cosas por
misericordia hacia vosotros y no por olvido, no las
busquéis».
Es un Hadiz aceptable, lo transmitió al
Duraqutniy y otros.
Hadiz 32º
En un relato, Abu al 'Abbas, Sahl Ibn Sa'd As-Sa'idi
-que Allah este complacido con él-, dijo:
Vino un hombre al Profeta -la paz y las bendiciones de
Allah sean con él- y dijo:
«"Oh Mensajero de Allah, indícame un hecho
que si lo hiciese me amaría Allah y me amaría la
gente". Dijo: "No desees la vida mundanal y Allah te
amará, y no desees lo que la gente tenga, y la gente te
amará"».
Es un buen Hadiz y lo transmitieron Ibn Mayah y
otros.
Hadiz 33º
Relato Abu Sa'id, Sad Ibn Malik Ibn Sinan al
Judrí -que Allah este complacido con él-, que el
Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah sean con
él- dijo:
«Ni perjuicios, ni represalias».
Es un Hadiz aceptable. lo transmitió Ibn Mayah y
Ad-Daraqutní y otros y lo relató Malik en al
Muwattá de 'Amr Ibn Lahia de su padre del Profeta -la paz
y las bendiciones de Allah sean con él- omitiendo Abu
Sa'id.
Hadiz 34º
Relato Ibn'Abbas -que Allah este compñlacido con
los dos-, que el Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de
Allah sean con él- dijo:
«Si la gente se le diera de acuerdo con sus
pretenciones, reclamarían unos hombres los bienes y la
sangre de
otros, sin embargo, la prueba está a cargo del demandante,
y el juramento está a cargo del que
niega».
Es un Hadiz aceptable lo transmitió así al
Baihaqui y otros, una parte está en las dos colecciones
(Al Bujari y Muslim) correctas.
Hadiz 35º
En un relato Abu Sa'id al Judri -que Allah este
complacido con él- Dijo:
Oí al Mensajero de Allah -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-, diciendo:
«Quien de vosotros vea una mala acción, que
la cambie con su mano, si no pudiera con su lengua, y si no
pudiera, entocen en su corazón, y esto es lo más
débil de la fe».
Lo transmitió Muslim.
Hadiz 36º
En un relato Abu Hurairah -que Allah esté
complacido con él-, dijo que el Mensajero de Allah -la paz
y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:
«No os envidiéis, no pujéis para
implicar a los demás, no os odiéis, no os
déis la espalda, no rivalicéis contrariando unos la
compra de otros y sed, oh siervos de Allah, hermanos. El
musulmán es hermano del musulmán, no le tiraniza,
no le decepciona, no le miente ni le desprecia. La piedad (taqua)
esta aquí mismo -señalando a su pecho tres veces-
suficiente maldad tendría una persona con despreciar a su
hermano musulmán. Todo musulmán es sagrado para
otro musulmán; su sangre, sus bienes y su
honor».
Lo transmitió Muslim.
Hadiz 37º
Relato Abu Hurairah -que Allah esté complacido
con él-, que el Profeta -la paz y las bendiciones de Allah
sean coon él- dijo:
«Quien quita a un fiel de un apuro de los apuros
mundanales Allah le quitará de un apuro de los apuros del
día final. Quien le facilita a un necesitado, Allah le
facilitará a él en esta vida y en la otra. Quien
resguarda a un musulmán, Allah le resguardará en
esta vida y en la otra. Allah siempre está en ayuda del
siervo, mientras este siervo esté ayudando a su hermano.
Quien emprende un camino busacando en él conocimiento.
Allah le facilitará en él un camino hacía el
Paraíso. No se ha reunido ungurpo de gente en una casa de
las casas de Allah, recitando el libro de Allah y
estudiándole entre sí sin que haya descendido la
tranquilidad sobre ellos, les haya envuelto la clemencia, les
hayan rodeado los ángeles y les haya mencionado Allah
entre los que están cerca de él».
Lo transmitió Muslim.
Hadiz 38º
Relató Ibn 'Abbas -que Allah esté
complacido con los dos-, del Mensajero de Allah -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él-, entre lo que relata de
su Señor -bendito y altisímo sea- dijo:
«Ciertamente Allah ha escrito las buenas y las
malas obras, luego ha aclarado esto: Quien intentó hacer
una buena obra, y luego no la hizo, Allah ha escrito pra
él una buena y completa obra, y si la intentó hacer
y la hizo, Allah la ha escrito para él como diez buenas
obras hasta setecientas veces y muchas más veces, y si
intentó hacer un mala obra y no la hizo, Allah ha escrito
para él una buena y completa obra, y si la intentó
hacer y luego la hizo, Allah ha escrito una sola mala
obra».
Lo transmitió al Bujari y Muslim en sus sendos
Sahih con estas letras.
Hadiz 39º
En un relato Abu Hurairah -que Allah esté
complacido con él-, dijo que el Mensajero de Allah -la paz
y las bendiciones de Allah sean con él- dijo:
«Allah -altísimo sea- dijo: Quien muestra enemistad
hacía un amigo mío (waliy), le declararé la
guerra. No se
acerca mi siervo a mí con algo más querido a
mí sino lo que le he ordenado, aún mi siervo sigue
acercandose hacia mí con las obras voluntarias hasta que
yo le amo, una vez le he amado, seré su oído con el
que escucha, su vista con la que ve, su mano con la que pega, su
pierna con la que anda; si me pide algo se lo daré, y si
se refugia en mí, le daré
refugio».
Lo transmitió al Bujari.
Hadiz 40º
Relató Ibn 'Abbas -que Allah esté
complacido con los dos-, que el Mensajero de Allah -la paz y las
bendiciones de Allah sean con él- dijo:
«Ciertamente, Allah ha perdonado por mí, a
mi pueblo, el error, el olvido y lo que han hecho bajo
amenaza».
Es un Hadiz aceptable, lo relató Ibn Mayah, al
Baihaquí y otros.
Hadiz 41º
En un relato Ibn 'Ummar -que Allah esté
complacido con los dos-, dijo:
El Mensajero de Allah -la paz y las bendiciones de Allah
sean con él-, me cogió y me dijo:
«Se en esta vida como si fueras un extranjero o un
pasajero».
Ibn 'Ummar -que Allah esté complacido con los
dos-, decía:
«Si te llega la noche, no esperes que te llegue la
mañana. Y si te llega la mañana no esperes que te
llegue la noche. Toma de tu salud para tu enfermedad y
de tu vida para tu muerte».
Lo transmitió al Bujari.
Hadiz 42º
En un relato Abu Muhammad 'Abdullah Ibn'Amr Ibn Al'As
-que Allah esté complacido con los dos-, dijo:
«No cree uno de vosotros hasta que sus
inclinaciones sean acordes a lo que he
traído».
Es un Hadiz correcto y lo hemos transmitido en el libro
(al Huyyah). Por una cadena perfecta.
Hadiz 43º
En un relato Anas -que Allah esté complacido con
él- dijo: «He oído al Mensajero de Allah -la
paz y las bendiciones de Allah sean con él-
diciendo:
«Allah Altísimo dijo: Oh hijo de
Adán, siempre que me invoques y me ruegues te perdono lo
que haces y no me importa. Oh hijo de Adán aunque tus
faltas alcanzasen lo más alto del cielo y luego me pidas
perdón, te perdono.
Oh hijo de Adán, aunque me vinieses con faltas
del tamaño de la tierra y luego te presentases ante
mí sin haber asociado a Mí nada, te daría
por igual el perdón».
Lo relató At-Tirmidi.
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