- Resumen
- Historia del palacio de
Chichén Itzá - Afluencia de
turistas que tiene la zona
arqueológica - Impacto
económico de Chichén Itzá en el estado de
Yucatán y en México en
general - Impacto
sociocultural de Chichén Itzá en el estado de
Yucatán y en México en
general - Impactos
positivos - Impactos
negativos - Beneficios que
podría traer al país que Chichén
Itzá formara parte de las nuevas 7 maravillas del
mundo
RESUMEN
Este documento tiene como fin principal destacar la
Historia de una
de las zonas arqueológicas más espectacular y
sobresaliente de México que
es Chichén Itzá. También mencionar el
número de turistas que recibe y el impacto
económico y sociocultural que Chichen Itzá tiene en
el Estado de
Yucatán. Contiene al final una breve opinión acerca
de los beneficios que traería a la actividad
turística del país, que Chichen Itzá formara
parte de las Nuevas 7 Maravillas del Mundo.
EL MAJESTUOSO PALACIO DE
CHICHÉN ITZÁ
HISTORIA DEL PALACIO DE CHICHÉN
ITZÁ
Los libros
indígenas escritos al principio de la Conquista, relatan
que Chichén Itzá fue fundada por los itzaes, un
pueblo maya-chontal venido del oeste; su nombre significa, "la
ciudad al borde del pozo de los itzaes". La zona tuvo una larga
ocupación que principió antes de la era cristiana,
pero fue hasta el final del periodo Clásico cuando el
sitio adquirió las proporciones y características
urbanas que hoy admiramos. Entre 415 y 435 después de
cristo comenzó el establecimiento de Chichén
Itzá con las primeras edificaciones, en una
combinación de estilos Puuc y Chenes.
Aproximadamente en el año 500 se edificaron la Iglesia, el
Akab-Dzib, la Casa Colorada, la Casa del Ciervo y el Edificio de
las Monjas.
Los itzaes conquistaron la ciudad hacia el fin del
Clásico e introdujeron el culto a Kukulkán, se
construyeron, entre otros monumentos, el Juego de
Pelota, El Caracol y los templos de los Jaguares y del Hombre
Barbado.
Con la llegada de los toltecas, se creó un nuevo
estilo que mezclaba las tradiciones mayas con las
aportaciones de los conquistadores. Las frecuentes apariciones de
la serpiente con plumas (Quetzacóatl) en la
decoración de columnas y pilares, las enormes cabezas de
reptiles y las célebres estatuas de Chac Mool son
los signos
más evidentes de la influencia tolteca.
El fraile Diego de Landa quien fue obispo de
Yucatán y destruyo documentos
antiguos de la cultura maya
escritos en maní, arrepentido describió partes del
sitio en 1556 tratando de recuperar la información perdida, pero las primeras
exploraciones extensas fueron realizadas por John Stephens en
1841 y 1842; sus informes
fueron acompañados por dibujos de F.
Catherwood, entre otros, aunque fue sólo gracias a las
piezas obtenidas por Edward Thompson en el cenote sagrado que el
lugar comenzó a ser conocido internacionalmente, en los
primeros años del siglo XX. Entre 1923 y 1939, grupos de
arqueólogos mexicanos y extranjeros consolidaron gran
parte de la ciudad. Estos trabajos fueron continuados más
adelante por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, que se encarga
hasta la fecha del cuidado del sitio.
Chichén Itzá se asienta sobre una gran
nivelación, que consiste en una plataforma de 6
kilómetros cuadrados con una muralla de mampostería
de 2 metros de alto por 1.90 de ancho. Esta nivelación es
el eje de una vasta red de calzadas, la
más importante de las cuales conduce al cenote sagrado,
famoso por las leyendas que
ha inspirado en relación con los sacrificios de doncellas
en honor de Chac, dios de la lluvia. Las exploraciones en el
cenote han permitido recuperar restos óseos, así
como ricas ofrendas de
objetos de cobre,
oro, plata,
jade, cristal de roca, ámbar, nácar y cerámica, que confirman la leyenda;
además, se comprobó que también se
sacrificaban niños,
hombres y mujeres adultas.
El Castillo o templo de Kukulkán es la construcción más importante de
Chichén Itzá. Sobre una base piramidal de planta
cuadrangular y nueve cuerpos superpuestos, con una escalera en
cada lado, está el templo, un cuarto con dinteles de
madera
labrados y techo de bóveda maya, rodeado de un angosto
pasillo. Flanquean la entrada principal dos columnas en forma de
serpientes, cuyas colas sostienen el dintel exterior. Este
edificio ha sido interpretado como la expresión material
de un calendario, dado que la suma de los peldaños de las
cuatro escaleras y la plataforma superior da como resultado 365,
el número de días del año solar; los nueve
cuerpos de la pirámide, al ser divididos por la escalera,
suman 18, que son los meses del año indígena, y en
cada fachada hay 52 tableros, el número de años que
conforman el siglo mesoamericano.
Durante los equinoccios en marzo y septiembre, se
produce un interesante fenómeno de luz y sombra en
la escalera principal: conforme el sol declina,
se forman a lo largo de la alfarda derecha, uno a uno, siete
triángulos de luz hasta quedar iluminada la
cabeza de una de las serpientes que forman el inicio de las
alfardas, marcando la figura de un reptil que baja desde lo alto.
Debe recordarse que la serpiente es el símbolo de
Kukulkán, dios máximo de los mayas,
equivalente al Quetzalcóatl de las etnias del
Altiplano.
Otro conjunto notable es el Grupo de las
Mil Columnas, llamado así por sus innumerables columnas y
pilastras, que sostenían una enorme galería techada
que rodeaba por dos de sus lados el Templo de los Guerreros.
Éste es un basamento piramidal de 40 metros de lado, con
tableros esculpidos con figuras de animales y
deidades que servían de sostén al templo, cuya
entrada está formada al igual que la de El Castillo por
dos serpientes con cabezas en el suelo y cuyos
crótalos sostienen el techo; en su interior hay pilastras
con relieves de guerreros.
El Juego de Pelota de la ciudad es, por su
composición y dimensiones, el más interesante que
se ha descubierto hasta la fecha. Al igual que en El
Tajín, los paramentos de la cancha están decorados
con relieves alusivos al desarrollo del
juego y manifiestan la importancia de esta ceremonia para la vida
y cosmogonía de los pueblos
prehispánicos.
Una de las actividades destacadas de los mayas fue la
observación astronómica. En
Chichén Itzá se ha reconocido como observatorio El
Caracol, una torre de dos pisos con una escalera circular en el
interior y ventanas.
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