Causalidad y sincronicidad en astrología – El Astrólogo como Chamán (página 2)
EL "PRINCIPIO DE
INCERTIDUMBRE" DE HEISENBERG EN
ASTROLOGÍA.
El "principio de incertidumbre" de Heisenberg refiere
que en todo experimento científico, el experimentador es
parte del mismo. Ya no estamos ante una situación de
sujeto-objeto donde el primero observa y refiere al segundo, sino
que el observador se convierte en parte constitutiva de lo
observado.
Encontramos un discernido reflejo de lo expresado en y
por el mencionado principio de incertidumbre en lo que hace al
proceso de
comprensión y de fusión de
horizontes propuesto en la hermenéutica gadameriana.
Ello nos lleva a considerar lo propuesto por el
filósofo Hans-Georg Gadamer en cuanto al proceso de
comprensión, en tanto que seres en el mundo enfrentados a
él. Para él comprender es comprender el proceso de
fusión de horizontes que se da en el dominio de la
tradición, entre personas, entre culturas.
El concepto
gadameriano de horizonte, conceptuado en su obra "Verdad y
Método"
refiere al "…ámbito de visión que abarca y
encierra todo lo que es visible desde un determinado punto". Y
qué tipo de horizonte es: "El horizonte es más bien
algo en lo que hacemos nuestro camino y que hace el camino con
nosotros. El horizonte se desplaza al paso de quien se mueve…
Comprender una tradición requiere sin duda un horizonte
histórico".
"Ganar un horizonte quiere decir siempre aprender a ver
más allá de lo cercano y de lo muy cercano, no
desatenderlo, sino precisamente verlo mejor integrándolo
en un todo más grande y en patrones más
correctos".
"Comprender es siempre el proceso de fusión de
estos presuntos "horizontes para sí mismos""
"La fusión tiene lugar constantemente en el
dominio de la tradición; pues en ella lo viejo y lo nuevo
crecen siempre juntos hacia una validez llena de vida, sin que lo
uno ni lo otro lleguen a destacarse explícitamente por
sí mismos".
Sí bien ésta fusión de horizontes
tiene lugar en forma constante, debemos tener presente que cada
vez que comprendemos lo hacemos de modo diferente, es decir,
comprendemos desde nuestra "actualidad", pero también es
menester tener en cuenta que la conciencia de la
finitud pone límites a
la experiencia humana y del mundo, y que por ende, no podemos
abarcar ni comprenderlo todo. "La experiencia es pues, una
experiencia de la finitud humana".
En este sentido podemos afirmar que no se conoce la
"cosa en sí" sino que lo que se logra con la
comprensión es una unidad de sentido que se da en base a
acuerdos, es decir, no hay fenómenos sino interpretaciones
de los fenómenos, no hay cartas sino
interpretaciones de ellas.
Esto nos conduce a considerar al hombre
también como un "ser histórico", en tanto que en el
proceso y experiencia del comprender no se participa
acríticamente como meros espectadores sino en tanto que
partícipes ubicados en la historia. Y esto es lo que
Gadamer denomina "historia efectual", es la estructura de
la comprensión y que predispone la apertura del mundo, es
decir, se comprende siempre desde y dentro de determinado
contexto y los mismos, no lo olvidemos, son dinámicamente
múltiples y sistemáticamente multiplicativos de
manera exponencial. Historia efectual en tanto que siempre la
experimentamos desde adentro y siempre nos encontramos en la
historia, la cual transcurre permanentemente y es parte
constitutiva de nuestra historia personal en tanto
que seres en el mundo. Es algo que nos precedió y de lo
cual no podemos escapar.
La conciencia de la historia efectual es la fuerza
operativa de la tradición que opera sobre quienes
pertenecen a dicha tradición, estando condicionados por
ella sin posibilidad de escape, y en tanto somos seres
históricos no podemos nunca agotarnos en el saber ni en el
saberse.
¿Y qué es la tradición?. Dice
Gadamer: "…la tradición no es un simple acontecer que
pudiera conocerse y dominarse por la experiencia, sino que es
lenguaje, esto
es habla por sí misma como lo hace un
tú".
La tradición es esa "historia" dentro de la cual
nos encontramos inmersos, la cual nos constituye y a la cual
constituimos a través de un proceso dialéctico
continuo y dinámico.
De esta manera llegamos a comprender -en el sentido
gadameriano del término-, que podemos hablar del mundo y
de nosotros de múltiples maneras; el problema es que lo
que se dice ha de permanecer en una forma predecible pero no
definida en cuanto a su relación con lo dicho, es decir,
no todo se dice y no todo se comprende. Y la Astrología ?y el propio astrólogo-
tiene su propia "tradición", que debe ser perfilada
conscientemente, so pena de manifestarse inconscientemente en y
con diversos grados de enlarvada virulencia distorsionadora,
coartando la posibilidad de y a todo proceso de desarrollo
conciencial.
En definitiva, en el transcurso de una consulta
astrológica, el proceso en si no es una lectura
aséptica, sin "interferencias" ni "filtraciones". Muy por
el contrario, ya desde antes de la consulta comienza la lectura de
una carta. En
realidad la misma se inicia desde el momento en que alguien nos
refiere su interés en
realizarse un estudio natal. Ya ahí se despliegan y ponen
en marcha una serie de fantasías y proyecciones
personales, que de no ser tenidas en cabal cuenta,
interferirán en el posterior proceso de lectura. Incluso,
la decisión de tomar en cuenta ciertos orbes o cierto
sistema de casas,
afecta al proceso interpretativo en si.
Vemos de esta manera, como el principio de incertidumbre
es también aplicable en el proceso de consulta
astrológica, pues en el transcurso de la misma, el
astrólogo lleva a cabo una praxis
hermenéutica, donde no se lleva a cabo una simple lectura
desinteresada, como si fuera un científico llevando a cabo
un experimento en situación de laboratorio,
sino que en la misma se ponen en juego un
sinnúmero de condicionamientos personales, familiares,
sociales, culturales, etc., que de no ser tenidos en cuenta
viciarán la lectura en y con diversos grados de
inconsciente complicidad.
Aún más, aquí también entra
en juego la sincronicidad, pues muchas veces atraemos
consultantes cuyas cartas reflejan y sirven de espejo de procesos
interiores de carácter personal, motivo por el cual, lo
anteriormente expuesto se ve dinámicamente
resaltado.
Llegados a este punto, exploraremos dos ámbitos
en los cuales la sincronicidad muestra su
particular incidencia y fundamental importancia en y para la
fundamentación de lo que consideramos una
Astrología Integral. Ellos son por un lado los
tránsitos y progresiones y por otro lado, lo que hemos
dado en llamar, el astrólogo como
chamán.
TRÁNSITOS Y
PROGRESIONES.
Quizás donde más patente sea de
perceptible apreciación una sincronicidad, es en su
aplicación al estudio y comprensión de
tránsitos y progresiones, y en particular los
primeros.
En los tránsitos es dable el observar una intima
interrelación entre una situación
psicológica determinada y un evento exterior,
constituyéndose este último en la
representación simbólica plena de significado
personal de una determinada experiencia íntima, siendo
más reveladora su manifestación en caso de existir
una conflictiva emocional (esto se verá generalmente
expresado a través de tránsitos que impliquen
aspectos "tensos" o "difíciles").
Aún en estos casos y dada la definición
que hemos dado en cuanto a resaltar la importancia del sentido
personal en toda sincronicidad, cabe destacar que si bien la
misma es frecuente, salvo que la persona tome
conciencia de su particular experiencia interior, la
"coincidencia" simbólica no habrá de ser percibida
y así la sincronicidad será vivida simplemente como
"destino", sin poder
contribuir a un crecimiento y desarrollo personales.
En definitiva, buscamos referir a la
configuración de un verdadero mandala astrológico,
según lo refiriera D. Rudhyar, de carácter
plenamente gestáltico, en cuanto a que se genera a punto
de partida de una compenetración sistemáticamente
dinámica, pero temporalmente puntual, que
refiere a la constelación de ciertos contenidos
arquetípicos de las psique de una persona, conjuntamente
con y a particulares eventos
sincronísticos, que tienen lugar de manera singularmente
coordinada y expresada a través de los movimientos
astrológicos referidos (tránsitos y
progresiones).
Pero lo que reviste mayor importancia es que no siempre
existe una relación directamente proporcional entre el
"poder" de un movimiento
astrológico y el grado de significatividad que la
experiencia deviene o ha de devenir para el individuo en
cuestión, dado que el nivel de "insight" posible que dicha
sincronicidad ha de posibilitar se encuentra en función
del grado de conciencial desarrollo que presente dicho sujeto,
amen de que el pleno significado de una sincronicidad no siempre
guarda relación de simultaneidad con el tránsito
y/o progresión, sino que muchas veces es bastante
posterior al mismo, pudiendo inclusive en ciertos casos, no
manifestarse jamás.
De esta manera, tránsitos y progresiones se
convierten en los portadores de profundas transformaciones en el
seno de los patrones internos de un individuo. Pero son los
heraldos de posibles despliegues concienciales, no sus directos
ejecutores, pues no pocas veces, estas posibilidades de evolución personal son obstaculizadas por
el propio sujeto, refiriendo dichas limitantes actitudes a
imágenes interiores previas, de
carácter inconsciente de y en la persona, en cuanto a su
modo de ser en el mundo.
Pero existen casos también en que el individuo se
ve "impelido" a buscar "ayuda" y aquí es donde entra en
juego la figura del Astrólogo como catalizador de dichos
cambios evolutivos.
Y así ingresamos en el segundo ámbito en
el cual la sincronicidad estaría marcando un verdadero
punto de inflexión en lo que hace a convertirse en punto
de despegue hacia un modelo
integral de Astrología. Es la sincronicidad la que por un
lado, complementa ?que no sustituye- al modelo
lógico-lineal de la causalidad en nuestra praxis
profesional y que por otro, y conjuntamente con el modelo
Integral de Astrología, permite al Astrólogo
convertirse en un verdadero chamán.
Primeramente procederemos a realizar una breve exposición
fundamentativa de lo que consideramos un modelo Integral de
Astrología, la que se habrá de constituir en
plataforma operativa desde y a punto de partida desde la cual
habría de llevarse a cabo la labor del Astrólogo
Integral, y en virtud de que en otro momento ya hicimos una
presentación teórica de esta concepción de
la Astrología, procederemos a efectuar una reseña
de carácter más "vivencial".
ASTROLOGÍA
INTEGRAL.
Comúnmente se ha hecho referencia con respecto a
que la conciencia es destino. En lo que nos es personal, nosotros
proponemos que la in-conciencia es destino. Como decía el
gran maestro Rudhyar, no nos suceden las cosas sino que nosotros
le sucedemos a ellas. El destino se habría de configurar,
en este sentido, a través de y mediante la
pro-yección inconsciente de aspectos personales no vividos
y/o no aceptados en y por nosotros mismos.
Como decía Antonio Machado: "… caminante no hay
camino, se hace camino al andar". En este sentido, una existencia
plenamente consciente implica como refería Don Juan,
seguir un camino con corazón y
en este transitar no vivimos nuestro des-tino, sino que
configuramos y co-construimos nuestra existencia.
No con esto estamos proponiendo un libre albedrío
de carácter nihilista, sino que hemos de partir de y en
base a la aceptación de una determinación
anátomo-fisio-genética
que es inmodificable, pero amén de ello existen una serie
de condicionantes ?que no determinaciones-, de carácter
tanto personal como colectivo, las que pueden en y con diversos
grados de tentativo éxito
inmediato, ser trans-figuradas y trans-formadas, es decir,
existen condicionantes cuya trascendencia es menos dificultosa
que otras, siendo las más caras de lograr aquellas que
mayores promesas de conciencia llevan
implícitas.
En una palabra, podemos dejar que la vida nos viva y
decir que ese es nuestro destino y la carta natal,
así como los futuros tránsitos y progresiones nos
permitirán dar clara cuenta de ello, o muy por el
contrario, podemos optar por erigirnos en arquitectos de nuestra
propia existencia, un propósito este en donde el
éxito no se encuentra asegurado…. pero es
posible.
De esta manera, una ampliación de nuestros
horizontes concienciales no sólo habrá de implicar
un mayor autoconocimiento personal, sino que por otra parte nos
permitirá ir convirtiéndonos en cierta medida en
co-creadores de las circunstancias por las cuales habremos de
transitar, lo que devendrá en la re-configuración
de las experiencias a ser vividas, en tanto que una
transformación de nuestra conciencia ha de implicar que
ciertos "aprendizajes" ya no tengan que ser incorporados y
vivenciados.
Como Don Juan refiere en el libro de C.
Castaneda, "La rueda del tiempo": "La
diferencia básica entre un hombre corriente y un guerrero
es que para un guerrero todo es como un desafío, mientras
que para un hombre corriente todo es como una bendición o
una maldición".
Así, una experiencia vivida desde la
in-conciencia es destino, pero transitada desde la
conciencia y el discernimiento es
aceptación.
EL VIAJE DEL
HÉROE A TRAVÉS DE LA CARTA NATAL.
En base a lo anteriormente explicitado, no podemos menos
que arribar a la conclusión de que la carta natal
simboliza el sentido y el significado de la vida, pero en un
sentido dinámico y no estático, pues se encuentra
en permanente transformación evolutiva, tal cual lo han de
reflejar los sucesivos tránsitos y
progresiones.
Joseph Campbell refiere en "El poder del mito" que "…
la mitología es un mapa interior de la
experiencia, dibujado por gente que lo ha recorrido". En este
sentido, la astrología tiene raíces comunes con la
mitología, constituyéndose la propia carta en un
mito vivo, a ser experienciado vivencialmente al tiempo que
co-construido y re-construido. La carta refiere a un mito
personal, pero a diferencia de las principales historias
mitológicas, la carta astral tiene un "comienzo", pero
carece de un final. Y ello configura una gran paradoja
enigmática, pues la carta es y no es a un mismo tiempo, el
ser de una persona. En Astrología, como vemos, el
principio lógico de no-contradicción se encuentra
carente de efecto.
El mapa astral propio se convierte así en un mito
dinámicamente vivo y holónico, pues es en sí
mismo una totalidad, pero tránsitos y progresiones lo
re-actualizan y aún más, lo trans-mutan, y mediante
ellos somos consciente e inconscientemente
transformados.
Dice Bill Moyers en "El Poder del Mito": "Los mitos son
historias de nuestra búsqueda de la verdad a través
de los tiempos, del sentido. Todos necesitamos contar nuestra
historia y comprenderla". Y yo me pregunto si eso no es lo que
refleja nuestra carta personal y lo que buscamos al analizar la
misma.
EL
MONOMITO.
El Monomito, término que toma Campbell de Joyce
para referir al viaje del héroe, da cuenta de la
aventurosa travesía que hace a la experiencia humana
consciente, la que cuando es vivida de manera in-consciente
denominamos "vida cotidiana".
El viaje del héroe o de la heroína da
cuenta de aquellos seres que víctimas de una torturante
insatisfacción con sus actuales modos de existencia,
descubren bajo el peso inmenso de las innumeras farsas sociales,
un destello de su propia "divinidad" en cuanto a lo que
ésta hace al re-conocimiento y
re-descubrimiento de realidades interiores más profundas,
que no por negadas, inexistentes.
Cabe dar cuenta que el viaje del héroe es un mito
solar que refiere a una dimensión y/o cualidad
independiente de género, es
decir, que hace tanto a hombres como mujeres.
Es un mito solar en tanto que no se encuentra
pre-definido sino que es algo en proceso de. No nacemos
héroes, pero tenemos la oportunidad de constituirnos en
tales. Cómo dijera Hércules: "Mi padre es divino,
yo no le conozco, excepto que, en mi mismo, sé que soy su
hijo. Mi madre es terrenal. La conozco bien y ella me ha hecho
como tú me ves.
Asimismo, oh Maestro de mi vida, soy también uno
de los gemelos. Hay otro, parecido a mi. A él
también conozco bien, sin embargo no lo conozco. Uno es de
tierra, por lo
tanto terrenal; el otro es un hijo de Dios".
En este sentido es posible afirmar que nuestra madre
lunar es nuestro punto de partida y que nuestra meta solar es una
intuición de nuestro verdadero origen, pero no una
"realidad". Es tan sólo una insinuación, un
símbolo en el sentido original del término.
Recordemos en este sentido que el símbolo, en la antigua
Grecia,
hacía referencia a un fragmento de cerámica que se entregaba a otra persona a
los efectos de que al re-encontrarse ambos, se re-conocieran como
miembros de una misma unidad social. La carta natal entonces es
el fragmento del mapa celeste que nos permite, a través de
una voluntaria travesía, re-encontrarnos con nuestro
"gemelo divino" así como con nuestro "Padre".
…Y COMIENZA EL
VIAJE.
El camino del héroe se inicia entonces cuando
logramos tomar pleno contacto, sin vendaje alguno que interfiera
con una sincera percepción, de ese nuestro sufrimiento
existencial, que destruye la complacencia cotidiana y nos obliga,
por ende, a un despertar hacia y de nosotros mismos.
El sufrimiento entonces constituye en si, la primera
gracia, pues su consideración de manera reflexiva y
racional, con pleno entendimiento del mismo, señala el
inicio del viaje hacia nosotros mismos. Sufrimos entonces, no
debido a que estemos enfermos, sino que siendo sanos y sanados,
nos abrimos, no sin miedo y reticencia, a un principio de
intuición creativa y sagazmente espontánea y
re-vitalizadora.
Y este sufrimiento es el que remite a una persona a
realizar una consulta con un astrólogo.
En términos astrológicos, podríamos
considerar que los dioses-planetas han
llamado a nuestra puerta y nosotros hemos respondido a la
llamada. Esto se vería referido a través de los
diversos tránsitos y progresiones que se van sucediendo en
el transcurso de nuestras existencias. En el caso de hacer
oídos sordos a tales llamados, nos veremos enfrentados a
lo que comúnmente damos en llamar "destino", es decir, los
arquetipos planetarios ya no nos hablan, sino que directamente
han de irrumpir en nuestras vidas, por tanto, podemos ver como
siempre, en última instancia, existe en cada uno de
nosotros una capacidad de libre elección, en cuanto a la
actitud con
que nos hemos de pronunciar ante la caleidoscópica
infinitud de variables
matices con que se nos presenta la vida misma.
Y ello va a depender no sólo de la integridad que
mantengamos para con nuestro propio ser, sino también de
nuestro grado de evolutivo desarrollo conciencial. No con esto
deseamos afirmar que el ser conscientes del avecinamiento de un
tránsito "difícil" por ejemplo, nos permita evitar
la sacudida que el mismo pueda implicar, sino que tan solo
seremos capaces de mantener firme el timón mientras
atravesamos la tormenta.
Y esta respuesta a la llamada hecha por nuestros
arquetipos planetarios ha de implicar un de-velamiento del
misterio con respecto a quienes somos en realidad. Sobrepasamos
nuestros horizontes familiares y conocidos para acceder a una
incipiente conciencia de y sobre la existencia de un "algo
más". Y ello conlleva una profunda angustia y una no menor
sensación de temor y apremio.
Y una vez escuchada la llamada, ya el camino no puede
ser desandado; ya no es posible vivir en la rutinaria
cotidianeidad sin ser víctimas de una profunda ansiedad.
Una vez que hemos probado del fruto del árbol del
conocimiento, ya no podemos cerrar los ojos y decir que no somos
quien en realidad nunca hemos dejado de ser.
Y el consultante-héroe que decide realizar el
viaje, en todo momento contará con la ayuda (aspectos
armónicos) de figuras protectoras (arquetipos
planetarios), que lo apoyarán a lo largo de su peregrinaje
hacia su sí mismo más profundo y recóndito,
pues es este un viaje no exento de una diversidad de pruebas y
obstáculos.
Así hemos de avanzar hasta llegar a enfrentarnos
al "guardián del umbral", primer mojón de nuestro
camino.
El guardián del umbral se encuentra representado
?en la generalidad de los casos-, por el no siempre
suficientemente ponderado Saturno, como símbolo de nuestra
sombra, en el sentido junguiano del término.
Como afirma Edward Whitmont: "La sombra es un problema
moral que
constituye un reto para toda la
personalidad yoica, ya que nadie puede llegar a tener
conciencia de la sombra sin un considerable esfuerzo moral. Tomar
conciencia de ella implica reconocer como reales y presentes los
aspectos oscuros de la personalidad.
Este acto es la condición esencial para cualquier
género de conocimiento de si mismo y, por ende, tropieza
generalmente con considerable resistencia".
Pero este cruce del umbral da cuenta de un verdadero
re-nacimiento, pues nos guste o no, lo aceptemos o no, la
"sombra" es una parte co-constitutiva de nuestro ser y
sólo podremos continuar el viaje hacia nuestro sí
mismo, en tanto seamos lo suficientemente honestos para con
nosotros mismos como para aceptar, como propios, nuestros
aspectos más rechazados. A nadie le apetece besar a la
bruja o al sapo de la fábula, pero sólo así
se convertirán en la princesa o el
príncipe, pues somos nosotros quienes los hemos
hechizado al reprimirlos al inconsciente, y por ende, los
únicos que podemos desconjurar el mismo, al hacer
consciente lo inconsciente.
A partir de este momento, nos veremos adentrar en un
mundo desconocido para nosotros, en el cual seremos sometidos a
un sinnúmero de pruebas. Nuevamente nos encontraremos
aquí con las "ayudas" ya mencionadas (aspectos
armoniosos).
Y así hasta culminar en la prueba suprema, donde
de modos diversos, logramos una expansión de nuestro
sí mismo, con la consiguiente transmutación
libertaria de nuestra conciencia.
Entonces hemos de iniciar el viaje de regreso a la vida
cotidiana. Paradójicamente, si bien es cierto que somos
los mismos que cuando iniciamos la partida, al mismo tiempo somos
diferentes. La diferencia radica en el plus de conciencia
transformadora que hemos conquistado al ser "conscientes" de
nosotros mismos.
LA CONSULTA
ASTROLÓGICA COMO RITO DE
INICIACIÓN.
Dice Campbell, en "El héroe de las mil caras ?
Psicoanálisis del mito": "El camino
común de la aventura mitológica del héroe es
la magnificación de la fórmula representada en los
ritos de iniciación:
Separación-iniciación-retorno, que podrían
recibir el nombre de unidad nuclear del monomito".
Y en "Los mitos ? Su impacto en el mundo actual", este
mismo autor refiere: "Los mitos son los soportes mentales
de los ritos; los ritos, las representaciones
físicas de los mitos".
Dane Rudhyar refería a la carta astral como un
verdadero mandala celeste; consideración esta que lleva
implícito en su percepción mandálica, el de
convertirse la carta en una "imago mundi", donde al tiempo que
aparece representado el cosmos en su manifestación micro,
también se encuentra referida la esencia de una persona,
así como el devenir "potencial" de su existencia. Es
decir, en la carta misma no sólo se encuentra implicada la
esencia una del in-dividuo, inmutable por definición, sino
que a un mismo tiempo apreciamos la infinitud de posibilidades
que el ser puede desarrollar y cuajar a partir del libre
ejercicio de su voluntad.
El mapa astral personal, en este sentido es un cuadro de
las probabilidades inciertas, pero presentes, de opciones
múltiples y multiplicativas, dependiendo de cada uno de
nosotros el llegar a plasmarlas en hechos y situaciones
concretas.
Estas apreciaciones son las que convierten a la consulta
astrológica en un verdadero rito de iniciación, en
tanto que el consultante re-actualiza en el aquí y ahora
su ser implícito en la carta. En este sentido, Mircea
Eliade señala: "… al "vivir" los mitos, se sale del
tiempo profano, cronológico, y se desemboca en un tiempo
cualitativamente diferente, un tiempo "sagrado", a la vez que
primordial e indefinidamente recuperable". Extrapolar estas
apreciaciones a lo que hace a una situación de consulta
astrológica, implica el considerar la misma como un
espacio "sagrado", donde el consultante no sólo ha de
tomar conciencia de sus potencialidades y debilidades, sino que
las habrá de vivenciar en el aquí y ahora, es
decir, no hablamos tan sólo de la percepción mental
de las mismas, sino de un verdadero "awareness" o "darse cuenta"
experiencial y vivencial donde no sólo están en
juego los sentidos
físicos y la mente, sino también nuestras emociones y
sentimientos más plenos. No es un re-memorar sino un
re-cordar, en las concepciones etimológicas de ambos
términos.
En este sentido la consulta astrológica se
convierte en un verdadero rito de iniciación en tanto que
se opera un verdadero "retorno al origen" (ab origine), a la
manifestación primigenia de la carta por decirlo de alguna
manera, donde al constituirse en un espacio y en un tiempo
"sagrados", nos aproximamos al mismo dejando de lado nuestras
máscaras tanto personales como sociales.
Y es en la re-actualización de ese tiempo
primordial, donde la carta adquiere la cualidad de convertirse en
algo orgánico, vivo. No es tan sólo un pensar la
carta como un vivir la misma. Ya no asistimos a la lectura y/o
interpretación de un mapa astral sino que
incursionamos en un proceso de auto-descubrimiento interior
personal.
Es entonces este retorno ab-origine, hacia ese "comienzo
primordial" el que ha de dar cuenta de la posibilidad de operar
como una verdadera "renovatio" y por ende, de constituirse en la
posibilidad de re-generar nuestra existencia.
Cómo vemos la re-actualización de nuestra
carta astral es un proceso dinámico más que una
situación estática,
refiriendo en última instancia a un verdadero "regressus
ad uterum" y es ello lo que la convierte en un verdadero rito de
iniciación; con lo que adquiere en definitiva rizos de
experiencia plutoniana y escorpiana, en lo que conlleva de
trans-formación y trans-mutación alquímica
de nuestro ser.
La consulta astrológica se constituye así
para el consultante en la posibilidad de que opere un verdadero
re-nacimiento (renovatio); un acceso a un nuevo modo de ser en el
mundo.
Así la carta natal, como promesa, a través
del proceso de consulta, deviene una posibilidad de
redención.
EL
ASTRÓLOGO COMO CHAMÁN.
La posibilidad de que un astrólogo se convierta
en "chamán" trasciende la simple adquisición de
conocimientos a través de una base teórica y
mediante procedimientos
pedagógicos de carácter meramente
intelectual.
Hay un viejo aforismo que dice que sólo un cuerpo
lleno de cicatrices puede sanar a otro. Y justamente es esto lo
que ha de transformar a un astrólogo de ser un mero
técnico a convertirse en un verdadero "chamán",
quien devendrá la capacidad de de-velar el mensaje de las
esferas celestes y trasmitir y guiar al lego por dichos
caminos.
Y cómo se lleva a cabo este proceso?
El mismo presenta similares características
referidas en cuanto hace al consultante en lo que hemos referido
como rito de iniciación en el viaje del héroe y en
el proceso de consulta astrológica, motivo por el cual no
lo habremos de repetir. Pero dichas similitudes operan en cuanto
hace a su configuración como estructura
matricial.
El camino se iniciaría a partir del momento en
que el Astrólogo recibe "la llamada" en el sentido que lo
refiere Joseph Campbell, lo que generalmente se produce a punto
de partida de una insatisfacción con la praxis profesional
cotidiana clásica que llevamos a cabo,
instaurándose de esta manera un sinsabor generado por el
anhelo y la intuición de la existencia de un "algo
más". Y esa es la "herida" que lo (nos) habrá de
conducir a un período de "iniciación".
Y esto implica el ser plenamente conscientes de la
presencia al interior de nosotros mismos de realidades no
percibidas en nuestra cotidianeidad y por otro lado, el asumir
que la negación por nuestra parte, de las mismas, no
implica necesariamente su no-existencia.
Por tanto, aceptar "la llamada", que es en su esencia
misma una verdadera sincronicidad, implica emprender el camino de
la experiencia personal, un sendero no de explicación sino
de experimentación interior.
Y el arquetipo que entonces ha de ser invocado por el
astrólogo que acepte el "llamado" es el del "Guerrero
Espiritual". Cómo dice Don Juan, el brujo yaqui que
"inició" a Carlos Castaneda: "El guerrero espiritual es
aquel que está en permanente batalla contra si mismo, en
guardia para no perderse, y seguir sólo "el camino con
corazón" ".
Dicho camino ha de referir a un proceso
dinámicamente continuo de búsqueda, encuentro,
enfrentamiento y asimilación de nuestros aspectos no
aceptados, de nuestra "sombra" en el sentido junguiano del
término. En una palabra, es transitar a través de
un sendero de auto-des-cubrimiento de nuestra esencia, mediante
la experiencia directa de nuestro ser, tanto en el camino de
ascenso hacia nuestros aspectos espirituales como de descenso
hacia nuestras facetas más instintivas, siendo ambos
mundos comprendidos y aceptados como complementarias polaridades.
Como dijera Rainer María Rilke: "Tengo miedo de que si mis
demonios me abandonan, mis ángeles lo hagan
también".
Y retomando a Castaneda y su camino del guerrero
espiritual, en este proceso iniciático, el
astrólogo ha de enfrentarse a diversos "enemigos"
representados en la propia carta por diversos planetas y
configuraciones "inarmónicas". Y son dichos
obstáculos los que nos han de obligar a utilizar al
máximo nuestros propios recursos, tanto
conocidos como des-conocidos, en tanto los mismos han de operar
como verdaderos "dioses del cambio", en
virtud de que habrán de configurar una "amenaza"
sistemática a todo lo que hemos de considerar como
seguro y
previsible (eventos sincronísticos). Un proceso en el cual
el astrólogo deja de leer y/o interpretar para convertirse
y ser, en definitiva, para llegar a "en-carnar" su propia
carta.
La carta deja de convertirse en un objeto para
transformarse en un ser que lo enfrenta al astrólogo a su
si-mismo, la carta natal se transforma así en el hermano
gemelo, conocido al tiempo que desconocido, al que hacía
referencia Hércules.
Y no es este un proceso con comienzos y fines definidos,
sino que es una espiral dinámicamente eterna, re-definida
y re-configurada a través y mediante cada consulta que el
astrólogo lleva a cabo en su calidad de
"agente de cambio" más que de técnico. Recordemos
como manifestábamos anteriormente, que el consultante es
una sincronía simbólica de referentes interiores de
y al propio astrólogo.
De esta manera, el astrólogo, al seno de un
modelo Integral de Astrología, ha de asumir el rol de
Virgilio conduciendo a Dante a través de los tres reinos, partiendo
del Infierno, pasando por el Purgatorio, hasta llegar al
Paraíso. Pero esto sólo lo ha de lograr aquel que
se haya convertido en un verdadero psicopompo hermético,
es decir, aquel astrólogo que al igual que el dios
Hermes-Mercurio sea apto de y para guiar a las almas en y a
través de los tres reinos, de lo cual sólo hemos de
ser capaces cuando logremos constituir a los mismos en nuestro
hogar, pues tan sólo cuando nos aceptemos a nosotros
mismos como animales y como
dioses, podremos devenir finalmente como plenamente
humanos.
BIBLIOGRAFÍA
CONSULTADA Y CITADA:
BAILEY, A. A.: "Los trabajos de Hércules"
(Versión electrónica)
CAMPBELL, J. ? MOYERS, B.: "El poder del mito" ?
Emecé Editores ?
1991
CAMPBELL, J.: "El héroe de las mil caras ?
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GREENE, L.: "Relaciones
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JUNG, C. G.: "La interpretación de la naturaleza y
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Ed. Paidós
PEAT, F. D.: "Sincronicidad" ? Ed. Kairós S. A. ?
1988
Lic. Germán H. Pastorini Correa
Lic. en Psicología
Montevideo – Uruguay
gpastorini[arroba]gmail.com
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